1. Sevilla siglo
XIX
A lo largo de la primera década se
mantiene la catastrófica situación
de la ciudad como consecuencia de
la larga crisis de los sectores
económicos. Esto, unido a la
epidemia de fiebre amarilla, hizo
descender la población a 65.000
habitantes. Dichos acontecimientos
impedirán toda actividad
urbanística, en la Ciudad. Pero,
durante los años de la dominación
francesa, entre 1810 y 1812, se
abrieron en Sevilla las plazas de la
Encarnación —en la que en la
década siguiente se construiría un
mercado de abastos—, de Santa
Cruz y de La Magdalena, sobre
solares de antiguos edificios
religiosos. Estas obras fueron el
resultado de una política reformista
de influencia europea que trataba
de modernizar la estructura y
fisonomía de las principales
ciudades.
La Magdalena
2. Sevilla siglo
XIX
Durante el mandato del Asistente
Arjona, entre 1825 y 1835, la
actividad urbana procurará el
embellecimiento y revalorización de
la ciudad. Para ello, sanea el
degradado barrio de la Morería,
abriendo la Plaza de San Pedro en
el lugar que ocupó la primera
fábrica de tabacos ya abandonada y
ajardina la Plaza del Duque. Pero
más significativas fueron las
actuaciones fuera de las murallas
con las que la Ciudad superaría
definitivamente su carácter
medieval. Para ello, entre las
puertas Real y de Triana, Arjona
habilitó el Campo de Marte —la
Plaza de Armas—, un espacio
cuadrangular vallado para la
instrucción y revista de tropas.
Buena parte de la antigua zona
portuaria del Arenal será sustituida
por una sucesión de amplios
paseos a la orilla del río, desde La
Barqueta a la Torre del Oro.
Torre del Oro
3. Sevilla siglo
XIX
Igualmente, levanta junto a la
Puerta de Jerez los Jardines
de Cristina. Más al sur traza
un largo paseo desde San
Telmo a los jardines de las
Delicias Nuevas en los que
intenta la aclimatación de
especies exóticas. Así pues,
aunque el Guadalquivir había
perdido su función de gran
eje mercantil, la Ciudad
seguirá vinculada a su río,
recuperando su ribera como
paisaje y lugar de
esparcimiento.
Puerta Jerez
4. Sevilla siglo
XIX
En 1852 se termina el puente de
hierro de Isabel II, en sustitución
del antiguo de barcas, y se trazó el
paseo arbolado que lo uniría a la
Puerta de Triana. En el casco
interior el proyecto más importante
fue la apertura de la Plaza Nueva
sobre los terrenos desamortizados
de los conventos de San Francisco
y San Buenaventura. Más
ambiciosos fueron los fracasados
proyectos de reforma interior del
Casco, que impulsaron la creación
de amplios ejes de comunicación
interior. En 1869 se inicia el derribo
de las murallas; como
consecuencia se abren las rondas,
en las que comenzó a edificarse un
discreto ensanche de viviendas de
pisos modestos, talleres y
almacenes, como en las
inmediaciones del Puerto, o la
Ronda Este.
Puente Isabel II (Triana)
5. Sevilla siglo
XIX
En la zona norte el hecho más
significativo fue la construcción de
la Estación ferroviaria de Plaza de
Armas; así como el emplazamiento
del nuevo Cementerio de San
Fernando, por el traslado del viejo
desde el Prado de San Sebastián,
que desde cinco años antes servía
de recinto ferial. En el este, se
construyeron dos estaciones: la de
Cádiz en el viejo arrabal de San
Bernardo y la de Alcalá en la
Enramadilla. Con todo ello, el
trazado de la vía férrea provocó
una nueva distribución del espacio;
la desafortunada configuración de
los ramales ferroviarios ceñidos al
casco crearía durante decenios un
importante obstáculo para el
crecimiento urbano.
Plaza de Armas
6. Sevilla siglo
XIX
La zona sur debe su
transformación a la adquisición
del Colegio de San Telmo por los
duques de Montpensier, que lo
convierten en un hermoso
palacio al que añadieron unos
amplios jardines, que la Infanta
María Luisa regalará a fines de
siglo a la Ciudad. Se abovedó el
arroyo Tagarete, lo que impulsó
la edificación del espacio
resultante. Todas estas
reformas, símbolo expresivo de
los nuevos tiempos, marcaron la
aparición de una nueva ciudad
—a imitación de las europeas—
que ve duplicar la población con
que se iniciaba el siglo.
Palacio de San Telmo