Este documento discute la posibilidad de una dialéctica interdisciplinar, especialmente entre la medicina y la psicología, al abordar síntomas psicogénicos. Señala que la dialéctica surge de un intercambio de preguntas y respuestas entre saberes, no cuando los saberes son cerrados. También discute cómo el enfoque positivista de la medicina ha dejado de lado el campo de lo subjetivo y el deseo inconsciente, lo que dificulta el tratamiento de síntomas donde lo subjetivo es clave. Pro
1. ¿ES POSIBLE UNA DIALECTICA MULTIDISCIPLINAR?.
(A PROPOSITIO DEL SINTOMA PSICOGENO).
Primera reunión sobre Planificación Familiar.
Alicante Abril de 1990.
En esta comunicación quiero señalar algunas reflexiones que
surgen de las dificultades encontradas a la hora de establecer
una dialéctica interdisciplinar con especialidades médicas. A
menudo los esfuerzos por establecer esa dialéctica, es decir una
comunicación, una transmisión de conocimientos, entre distintos
saberes, necesaria como lo es para abordar el hecho de la
enfermedad, tropieza con diversas dificultades.
La dificultad central se sitúa en torno a la certeza de saber,
cuando ésta existe no hay dialéctica. La dialéctica interdisciplinar
surge de la posibilidad de intercambio de preguntas y respuestas;
surge cuando los saberes que concurren ante un hecho, en este
caso la enfermedad, lo que no marcha en el ser humano, se
interrogan entre sí; o sea, cuando esos saberes no son sistemas
de conocimiento cerrados sino que la investigación introduce
resignificación de conceptos y esto contribuye a un cambio de
posición del terapeuta con respecto a la enfermedad y por tanto
con el paciente.
Ya en algunos textos del Corpus Hipocrático se constata la
intención de los clásicos en definir criterios que dieran cuenta de
dos conceptos fundamentales: physis (naturaleza) y nomòs
(convenciones); lo natural y lo artificial, el cuerpo y el lenguaje en
sentido lato y ello para la aplicación de lo que estos primeros
científicos llamaban la tekhne iatrike, o lo que es lo mismo el arte
de curar. La articulación entre physis y nomòs, entre lo natural y
lo artificial ha estado en la base desde los primeros tiempos de la
investigación terapéutica.
Es de todos sabido que la objetividad del positivismo científico ha
impulsado el desarrollo espectacular de la técnica hasta la alta
sofisticación en la que en estos momentos nos encontramos, ello
ha contribuido de forma radical al avance del saber en cuanto al
2. funcionamiento del organismo vivo. A partir del estatuto científico
del saber médico -que fundó una clínica experimental, desde la
anatomía patológica, paso que se pudo realizar como nos
recuerda Foucault "dando con lentitud y prudencia la vuelta a un
obstáculo decisivo, el que la religión, la moral y los obtusos
prejuicios oponían a que se abrieran cadáveres"(2)- que se ha
definido el organismo desde dos modelos : primero el que se
asemeja a la máquina termodinámica de Denis Papin, una
máquina donde su equilibrio está asegurado por el empleo de
fuerzas de tensión compensadoras y reguladora por complejas
reacciones físico-químicas-, en este sentido Bichat a principios
del XIX presenta la siguiente definición. "la vida es el conjunto de
fuerzas que resisten a la muerte" (3)-; el segundo modelo, en la
tendencia actual, es a definir el funcionamiento del cuerpo
siguiendo el modelo de la máquina cibernética, es decir como una
máquina donde la interrelación entre los sistemas inmunitarios,
hormonales, genéticos etc, queda asegurada por redes de
comunicación a través de los cuales circulan mensajes que
transportan la cuota de información necesaria al funcionamiento
de la máquina en su conjunto.(4) La alteración en la
comunicación entre estos sistemas produce la rotura de la
homeostasis y la manifestación de síntomas.
Fue Alexander quien propuso en la década de los cincuenta la
creación de un "sistema conceptual integrado" (1) que combinase
principios básicos de los diversos enfoques que dentro del ámbito
de la medicina y del psicoanálisis dieran cuenta a través de la
clínica de lo que es el fenómeno psicosomático. Su propuesta era
configurar una especie de lenguaje cuyos conceptos comunes
sirvieran para establecer criterios diagnósticos y terapéuticos en
el tratamiento de pacientes donde el síntoma es la expresión de
un conflicto no resuelto de origen psíquico.
Si tomamos en consideración los desarrollos de la psicosomática
podemos afirmar que comparar el cuerpo con una máquina
cibernética es una metáfora. Ya que el lenguaje biológico, en
toda sintomatología donde la subjetividad está en juego, no es el
único recurso que tenemos para definir y diagnosticar una
alteración. El lenguaje máquina no es el lenguaje humano. En el
ser humano el lenguaje se caracteriza por la polisémia, por la
multiplicidad de sentidos que puede tener un mensaje. Es este
3. carácter polisémico de la palabra lo que ya Leibniz consideró
como un obstáculo para el pensamiento científico. Quizás por ello
los clásicos introdujeron la cuestión del arte en la cura al percibir
esta paradoja ya que ¿cómo eliminar el registro del sentido, es
decir como eliminar al sujeto, cuando los síntomas nos muestran
su presencia?.
El lenguaje en el ser humano no es binario, no es del todo o
nada, siempre hay un tercer elemento, como Freud puso de
manifiesto, que escapa a la consciencia y que introduce un otro
sentido. Un sentido desconocido para el sujeto que lo aliena y
que se manifiesta a través de los síntomas llamados psicógenos.
Este tipo de síntomas son inabordables desde la ciencia positiva,
que solo toma en consideración por así decir el lenguaje biológico
y por tanto este es un primer punto de dificultad ya que desde el
saber positivo queda fuera el sujeto y eso tiene sus
consecuencias en las curas y plantea un primer escollo en lo que
se pretende de dialéctica. Es lógico que la ciencia en siglos
anteriores haya dejado de lado el campo del sentido en el intento
de establecer un estatuto que separara la ciencia de la religión
era lógico y necesario. Pero el estudio de la complejidad muestra
que la objetividad es una ilusión porque el objeto también es
sujeto en el campo de estudio de la enfermedad y por tanto es
necesario asumir una teoría del sujeto al ser este donde se
producen y manifiestan los síntomas y no en las máquinas.
Son las ciencias experimentales, que no las exactas las que más
avocadas están a la necesaria revisión de sus postulados. El
avanzado progreso tecnológico se muestra impotente ante esta
clase de síntomas donde lo particular es la presencia de un
sujeto. Dejar fuera el campo del deseo inconsciente tiene sus
consecuencias como se puede observar en lo refractario del
saber de la ciencia ante trastornos donde lo subjetivo del paciente
está en primer término. Trastornos de los cuales la tecnología nos
puede dar cuenta precisa de donde se interrumpe la
comunicación entre sistemas, pero que sin embargo son
resistentes a menudo, como podemos comprobar en la clínica, al
restablecimiento de la comunicación a partir de métodos
mecánicos o químicos.
4. Esto que digo no excluye por ejemplo que la fecundación in vitro,
solucione de forma exitosa una esterilidad, y sin embargo no
acabe con el posible, si es el caso, conflicto neurótico que la
causó. Un síntoma psicógeno, la misma palabra lo indica, es la
expresión de la no adecuación entre physis y nomòs, es la
inadecuación del paciente con la realidad que lo circunscribe, de
ahí que solo tomar en cuenta uno de estos términos para la
resolución del síntoma sea eficaz a veces, el avance tecnológico
puede realizar la demanda consciente de un paciente: tener hijos,
pero poco práctico ya que si esa imposibilidad de tener hijos es
expresión de un conflicto psíquico, su resolución artificial -y con
ello queremos decir sin tomar en cuenta el deseo inconsciente, en
definitiva el sentido- será momentánea y nos volveremos a
encontrar nuevamente con el síntoma esta vez desplazado.
Así, una línea de actuación que objetiva al paciente, que lo trata
en su dimensión de objeto físico natural que no tiene en cuenta
su nomós, sus convicciones y creencias sobre la enfermedad, en
definitiva que niega al sujeto que presenta su síntoma en el
cuerpo, siempre actuará desde un desconocimiento que
subvierte su actuación y que condena en muchas ocasiones sus
resultados.
Hay una contradicción que se vuelve imposibilidad de tratar los
síntomas psicógenos desde la clínica biomédica (de forma
directa), ya que tratar directamente lo real del cuerpo, el
organismo, lo que se puede objetivar, obvia lo simbólico que
subyace en la expresión de todo síntoma en el cuerpo; y obviar
esto, quiere decir sustraerse de la dimensión del deseo y su
contradicción. Ya que este tipo de síntomas es un mensaje que
además de indicarnos a nivel orgánico su combinatoria binaria,
tiene la estructura de una metáfora. Olvidar o negar este hecho
tiene consecuencias iatrogénicas.
No negar la subjetividad quiere decir, por ejemplo, que escuchar
a una paciente, -en una consulta de ginecológica psicosomática-
que la causa de su padecimiento está en que "yo tengo ovarios
polimixticos", permite comprender que la frase conjuga y
condensa por un lado el saber de la ciencia -son los ovarios
poliquísticos una posible causa de esterilidad- y por otro algo de
una verdad del sujeto que se manifiesta a través del error. En
5. esta paciente como el transcurso del tratamiento dejo traslucir
sexualidad como goce del cuerpo y reproducción se prohibían
mutuamente, poniendo así de manifiesto el conflicto neurótico
que solapa al padre y al hombre y que tan frecuentemente tiene
consecuencias sintomáticas.
Lo que Freud llamó las formaciones del inconsciente:
equivocaciones del discurso, formas gramaticales bizarras, actos
fallidos nos introducen en un territorio donde "el síntoma es el
retorno de una verdad con tal en la falla de un saber" (6), verdad
del paciente que muestra un deseo que desconoce y que retorna
a modo de síntoma en el cuerpo.
Plantear así las cosas no es del orden de la especulación sino
únicamente añadir una articulación posible, necesaria a mi modo
de ver, para el tratamiento de lo que se llama psicógeno. Tratar el
síntoma por la estructura del lenguaje y las leyes que lo rigen por
tanto tiene su razón de ser. Es a partir de esta lógica que tiene en
cuenta los descubrimientos de Freud en el ámbito de las neurosis
y la lectura que Lacan hace de la teoría apoyándose en la
lingüística y la antropología estructural y que le llevan a la
formulación de que "el inconsciente está estructurado como un
lenguaje" que venimos trabajando desde hace un par de años en
el Servicio de Ginecologia del Hospital Universitario de Elche, con
las pacientes que acuden a la consulta de psicosomática.
Utilizaré más la letra y la lógica que el número y la estadística
para señalar algunas consideraciones sobre esta experiencia:
1) Tomemos el síntoma médico con el que vienen estas
pacientes: amenorrea, metrorragia, esterilidad, menopausia
praecox etc. como un signo de aquello que no marcha, como
la expresión en el cuerpo de algo que no funciona. Si bien la
definición clínica de estos signos concretos universaliza, para
cada paciente este universal presenta una significación propia
que lo singulariza como sujeto y lo separa de los demás
pacientes que padecen el mismo síntoma. Para una paciente
no tener "la regla" puede implicar el fin de su vida sexual, o la
queja constante de la imposible asunción de su cuerpo como
mujer, como esta otra paciente cuando dice "si yo tuviera un
6. cuerpo normal, fíjese que cuerpo tan complicado y molesto
tengo….los hombres, esos sí que tienen suerte".
Así, a poco que se vaya desplegando el discurso del paciente
podemos comprobar no solo qué es lo que no conoce, la
significación que para ella tienen el padecimiento que sufre,
sino también lo que desconoce en su propio decir y que está
en la fuente de su sufrimiento. Sufrimiento que como todo
síntoma neurótico tendrá un beneficio secundario. Beneficio
que queda mostrado en el decir de esta paciente cuando en
un tropiezo nos dice: "me gustaría ser mas hombre". Desde
luego no es lo mismo "ser más hombre" que, como quería
decir "más, ser hombre", el lapsus nos devela no un anhelo
de ser sino más bien un ya siendo donde el síntoma realiza
una identificación que al mismo tiempo la aliena. Es el sentido
que se escapa en el propio decir lo que aparece fijado en el
cuerpo.
2) En el tratamiento de estas pacientes se ha puesto de
manifiesto la frecuente relación entre alteraciones
funcionales y dificultad de mantener relaciones sexuales
satisfactorias con la pareja, siendo no obstante frecuentes
prácticas autoeróticos unidas estas a un fuerte sentimiento de
culpa. La generalidad que aporta esta observación, si bien no
aporta nada a la clínica del caso por caso, si empero sirve
para producir hipótesis que puedan ser verificadas utilizando
la metodología que se prefiera.
José Luis Serra Hurtado.