Planificacion Anual 4to Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
Notas de Elena | Lección 13 | Mujeres y vino | Escuela Sabática
1. www.EscuelaSabatica.es
I Trimestre de 2015
Proverbios
Notas de Elena G. de White
Lección 13
28 de marzo 2015
Mujeres y vino:
Sábado 21 de mano
El arrepentimiento de Salomón fue sincero; pero el daño que había he-
cho su ejemplo al obrar mal, no podía ser deshecho. Durante su apostasía,
hubo en el reino hombres que permanecieron fieles a su cometido, y con-
servaron su pureza y lealtad. Pero muchos fueron extraviados; y las fuerzas
del mal desencadenadas por la introducción de la idolatría y de las prácticas
mundanales, no las pudo detener fácilmente el rey penitente. Su influencia
en favor del bien quedó grandemente debilitada. Muchos vacilaban cuando
se trataba de confiar plenamente en su dirección. Aunque el rey confesó su
pecado y escribió, para beneficio de las generaciones ulteriores, el relato de
su insensatez y arrepentimiento, no podía esperar que fuese completamente
destruida la influencia funesta de sus malas acciones. Envalentonados por
su apostasía, muchos continuaron obrando mal, y solamente mal. Y en la
conducta descendente de muchos de los príncipes que le siguieron, puede
rastrearse la triste influencia que ejerció al prostituir las facultades que Dios
le había dado...
Entre las muchas lecciones enseñadas por la vida de Salomón ninguna se
recalca tanto como la referente al poder de la influencia para el bien o para
el mal. Por limitada que sea nuestra esfera, ejercemos una influencia bené-
fica o maléfica. Sin que lo sepamos y sin que podamos evitarlo, ella se ejer-
ce sobre los demás en bendición o maldición. Puede ir acompañada de la
lobreguez del descontento y del egoísmo, o del veneno mortal de algún
pecado que hayamos conservado; o puede ir cargada del poder vivificante
de la fe, el valor y la esperanza, así como de la suave fragancia del amor.
Pero lo seguro es que manifestará su potencia para el bien o para el mal
(Profetas y reyes, pp. 61-63).
Domingo 22 de marzo: Un brindis “a la vida”
Nadab y Abiú, los hijos de Aarón que ministraban en el sagrado oficio
del sacerdocio, se sirvieron vino en abundancia, y, como acostumbraban,
fueron a ministrar delante de Jehová. Los sacerdotes que quemaban incien-
2. www.EscuelaSabatica.es
so delante de Jehová tenían que usar el fuego del altar de Dios que ardía día
y noche, y nunca se apagaba. Dios dio indicaciones explícitas acerca de la
forma en que debía realizarse cada parte de su servicio para que todo lo que
estuviera relacionado con su culto sagrado estuviese de acuerdo con su san-
to carácter. Toda desviación de las indicaciones expresas de Dios en rela-
ción con su sagrado servicio era pasible de muerte. Dios no aceptaría nin-
gún sacrificio que no estuviese sazonado con la sal del fuego divino, que
representaba la comunicación entre Dios y el hombre accesible solamente
mediante Jesucristo. El fuego sagrado que debía ser puesto en el incensario
era mantenido perpetuamente encendido, y mientras los hijos de Dios esta-
ban afuera, orando fervientemente, el incienso alumbrado por el fuego sa-
grado había de subir delante de Dios mezclado con sus oraciones. Este in-
cienso era un emblema de la mediación de Cristo.
Los hijos de Aarón tomaron fuego común, que Dios no aceptaba, y ofre-
cieron un insulto al Dios infinito presentando este fuego extraño delante de
él. Dios los consumió con fuego por su desprecio deliberado de sus expre-
sas indicaciones. Todas sus obras eran como la ofrenda de Caín. No se re-
presentaba en ellas al divino Salvador. Si esos hijos de Aarón hubiesen
tenido el dominio completo de sus facultades pensantes, habrían discernido
la diferencia entre el fuego común y el sagrado. La complacencia del apeti-
to rebajó sus facultades y oscureció de tal forma su intelecto que se extin-
guió su facultad de discernimiento. Comprendían plenamente el carácter
sagrado del servicio simbólico y la terrible solemnidad y responsabilidad
que pesaba sobre ellos al presentarse delante de Dios para ministrar en el
servicio sagrado.
Algunos podrán preguntar: ¿Cómo podían los hijos de Aarón ser tenidos
por responsables cuando sus intelectos estaban tan paralizados por la em-
briaguez que no podían discernir la diferencia entre el fuego sagrado y el
común? En el momento de llevar la copa a sus labios se hicieron responsa-
bles por lodos los actos que cometiesen bajo la influencia del vino. La
complacencia del apetito les costó la vida a esos sacerdotes. Dios prohibió
expresamente el uso del vino que influyera en la obnubilación del intelecto
(La temperancia, pp. 39, 40).
La única forma en que alguien puede estar seguro contra el poder de la
intemperancia es absteniéndose completamente de vino, cerveza y bebidas
fuertes. Debemos enseñar a nuestros hijos que deben abandonar esas cosas
a fin de ser varoniles. Dios nos ha mostrado lo que constituye la verdadera
virilidad. El que vence será honrado y su nombre no será borrado del libro
de la vida (Conducción del niño, pp. 377, 378).
En ninguna parte sanciona la Biblia el uso del vino fermentado. El vino
que Cristo hizo con agua en las bodas de Caná era zumo puro de uva. Este
es el “mosto" que se halla en el “racimo", del cual dice la Escritura: “No lo
desperdicies, que bendición hay en él" (Isaías 65:8).
Fue Cristo quien advirtió a Israel en el Antiguo Testamento: “El vino es
escarnecedor, la cerveza alborotadora; y cualquiera que por ello errare no
será sabio" (Proverbios 20:1). Cristo no suministró semejante bebida. Sata-
nás induce a ios hombres a dejarse llevar por hábitos que anublan la razón y
entorpecen las percepciones espirituales, pero Cristo nos enseña a dominar
3. www.EscuelaSabatica.es
la naturaleza inferior. Nunca ofrece él a los hombres lo que podría ser una
tentación para ellos. Su vida entera fue un ejemplo de abnegación. Para
quebrantar el poder de los apetitos ayunó cuarenta días en el desierto, y en
beneficio nuestro soportó la prueba más dura que la humanidad pudiera
sufrir. Fue Cristo quien dispuso que Juan el Bautista no bebiese vino ni
bebidas fuertes. Fue él quien impuso la misma abstinencia a la esposa de
Manoa. Cristo no contradijo su propia enseñanza. El vino sin fermentar que
suministró a los convidados de la boda era una bebida sana y refrigerante
(La temperancia, p. 86).
Lunes 23 de marzo: Un brindis “a la muerte”
Si algo hace falta para apagar la sed, el agua pura tomada poco antes o
después de la comida es todo lo que la naturaleza requiere. Nunca té, café,
cerveza, vino o ninguna bebida alcohólica. El agua es el mejor líquido de
que dispongamos para limpiar los tejidos.
Haríamos bien en considerar detenidamente la lección que aquí se pre-
senta [la de Daniel y sus compañeros]. Nuestro peligro no está en la esca-
sez, sino en la abundancia. Constantemente estamos tentados a excedemos.
Los que quieran conservar sus facultades íntegras para el servicio de Dios
deben observar estricta temperancia en el uso de sus bondades, así como
una total abstinencia de toda complacencia perjudicial o degradante (La
temperancia, pp. 89. 90).
La salud es una bendición cuyo valor pocos aprecian... La vida es un sa-
grado cometido; y solo Dios puede capacitamos para conservarla y usarla
para su gloria. Pero el que formó la maravillosa estructura del cuerpo tendrá
especial cuidado de mantenerla en buenas condiciones si los hombres no se
ponen en pugna con el divino proceder. Él nos ayudará a aprovechar cada
talento que se nos ha encomendado y a usarlo de acuerdo con la voluntad
del Dador...
Hay que mantener puro y sin contaminación el sagrado templo del cuer-
po, para que el Santo Espíritu de Dios pueda morar en él. Debemos conserv
ar fielmente la propiedad del Señor, porque cualquier exceso que cometa-
mos con nuestras facultades acortará el tiempo en que nuestra vida pueda
ser usada para gloria de Dios. Tened presente que debemos consagrar todo,
alma, cuerpo y espíritu, a Dios. Todo es la propiedad que él ha adquirido, y
debemos usarla con discernimiento, a fin de conservar el talento de la vida.
Al usar nuestras facultades en forma conveniente y al máximo con un pro-
pósito útil, al conservar sanos nuestros órganos, al mantener nuestro orga-
nismo en buenas condiciones de manera que la mente, los tendones y los
músculos trabajen en armonía, podemos rendir valiosísimo servicio al Se-
ñor.
Cuando hacemos cuanto está de nuestra parte para estar bien de salud,
podemos esperar benéficos resultados, y podemos pedir a Dios con fe que
bendiga nuestros esfuerzos por conservar la salud (Dios nos cuida. p. 50).
En sus milagros, el Salvador manifestaba el poder que actúa siempre en
favor del hombre, para sostenerle y sanarle. Por medio de los agentes natu-
rales. Dios obra día tras día, hora tras hora y en todo momento, para con-
servamos la vida, fortalecemos y restauramos. Cuando alguna parte del
4. www.EscuelaSabatica.es
cuerpo sufre perjuicio, empieza el proceso de curación; los agentes natura-
les actúan para restablecer la salud. Pero lo que obra por medio de estos
agentes es el poder de Dios. Todo poder capaz de dar vida procede de él.
Cuando alguien se repone de una enfermedad, es Dios quien lo sana.
La enfermedad, el padecimiento y la muerte son obra de un poder
enemigo. Satanás es el que destruye; Dios el que restaura.
Las palabras dirigidas a Israel se aplican hoy a los que recuperan la sa-
lud del cuerpo o la del alma: “Yo soy Jehová tu Sanador" (Éxodo 15:26).
El deseo de Dios para todo ser humano está expresado en las palabras:
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas cosas, y que tengas sa-
lud, así como tu alma está en prosperidad" (3 Juan 2).
“El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolen-
cias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y miseri-
cordias" (Salmo 103:3,4).
Al curar las enfermedades. Cristo decía muchas veces a los enfermos:
“No peques más, porque no te venga alguna cosa peor” (S. Juan 5:14). Así
les enseñaba que habían atraído su dolencia sobre si al transgredir las leyes
de Dios, y que la salud no puede conservarse sino por medio de la obedien-
cia (El ministerio de curación, pp. 75-77).
Martes 24 de marzo: Una mujer virtuosa
Dios es el Maestro de su pueblo. Todos los que humillan sus corazones
delante de él serán enseñados de Dios. “Y si alguno de vosotros tiene falta
de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no
zahiere; y le será dada". El Señor quiere que todo miembro de iglesia ore
fervientemente por sabiduría, para que sepa lo que el Señor quiere que ha-
ga. Es el privilegio de todo creyente obtener una experiencia individual,
aprendiendo a llevar sus cuidados y perplejidades a Dios. Está escrito:
“Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros" (Testimonios para los minis-
tros, pp. 486, 487).
... Nuestra seguridad, nuestra sabiduría, dependen de reconocer las ins-
trucciones de Dios y prestarles oídos. El conocimiento más valioso que
podamos obtener es el conocimiento de Dios. Los que caminen humilde-
mente delante de él, amándole soberanamente y obedeciendo su Palabra,
recibirán la bendición de la sabiduría. Se les dará el conocimiento del cielo
para impartirlo a otros. La sabiduría es un don de Dios que debe conservar-
se libre de toda contaminación. Su posesión hace que todo individuo a
quien se confiera este don tiene la obligación de glorificar a Dios bendi-
ciendo a sus prójimos. Siempre debe tener en cuenta el temor de Jehová,
preguntándose a cada paso: “¿Es éste el camino del Señor?" (Comentario
bíblico adventista, t. 2, p. 1026).
Abigail insinuó el curso que David debía seguir. Debía librar las batallas
del Señor. No debía procurar vengarse por los agravios personales, aun
cuando se le perseguía como a un traidor. Continuó diciendo: “Bien que
alguien se haya levantado a perseguirte y atentar a tu vida, con todo, el al-
ma de mi señor será ligada en el haz de los que viven con Jehová Dios tu-
yo... Y acontecerá que cuando Jehová hiciera con mi señor conforme a todo
el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas caudillo sobre Israel,
5. www.EscuelaSabatica.es
entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el
que hayas derramado sangre sin causa, o que mi señor se haya vengado por
sí mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando Jehová hiciere bien a mi se-
ñor, acuérdate de tu sierva".
Estas palabras solo pudieron brotar de los labios de una persona que par-
ticipaba de la sabiduría de lo alto. La piedad de Abigail, como la fragancia
de una flor, se expresaba inconscientemente en su semblante, sus palabras y
sus acciones. El Espíritu del Hijo de Dios moraba en su alma. Su palabra,
sazonada de gracia, y henchida de bondad y de paz, derramaba una influen-
cia celestial. Impulsos mejores se apoderaron de David, y tembló al pensar
en lo que pudiera haber resultado de su propósito temerario. “Bienaventu-
rados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios" (S. Ma-
teo 5:9). ¡Ojalá que hubiera muchas personas como esta mujer de Israel,
que suavizaran los sentimientos irritados y sofocaran los impulsos temera-
rios y evitaran grandes males por medio de palabras impregnadas de una
sabiduría serena y bien dirigidas!
Una vida cristiana consagrada derrama siempre luz, consuelo y paz. Se
caracteriza por la pureza, el tino, la sencillez y el deseo de serv ir a los se-
mejantes. Está dominada por ese amor desinteresado que santifica la in-
fluencia. Está henchida del Espíritu de Cristo, y doquiera vaya quien la
posee deja una huella de luz.
Abigail era sabia para aconsejar y reprender. La ira de David se disipó
bajo el poder de su influencia y razonamiento. Quedó convencido de que
había tomado un camino malo, y que había perdido el dominio de su propio
espíritu. Con corazón humilde recibió la reprensión, en armonía con sus
propias palabras: “Que el justo me castigue, será un favor, y que me re-
prenda será un excelente bálsamo" (Salmo 141:5). Le dio las gracias y la
bendijo por haberle aconsejado tan rectamente (Patriarcas y profetas, pp.
724, 725).
Miércoles 25 de marzo: Ella trabaja
Aprendan los niños y los jóvenes, mediante el estudio de la Biblia, cómo
ha honrado Dios el trabajo del obrero. Lean ... de Dorcas, la costurera, re-
sucitada a fin de que siguiera haciendo ropa para los pobres; de la mujer
sabia descrita en Proverbios, que “busca lana y lino, y con voluntad trabaja
con sus manos"; que “da comida a su familia y ración a sus criadas"; que
“planta viña... y esfuerza sus brazos"; que “alarga su mano al pobre, y ex-
tiende sus manos al menesteroso”; que “considera los caminos de su casa, y
no come el pan de balde”.
Dios dice de esa mujer: “Esa será alabada. Dadle el fruto de sus manos,
y alábenla en las puertas sus hechos” (La educación, p. 217).
En la Palabra de Dios hallamos esta hermosa descripción de un hogar fe-
liz y de la mujer que lo preside: “Levantáronse sus hijos, y llamáronla bie-
naventurada; y su marido también la alabó”. ¿Qué mayor elogio podría
desear una ama de casa que el así expresado?
Si ella [la esposa y madre fiel] busca en Dios su fuerza y consuelo, y
guiada por su sabiduría y temiéndole procura cumplir diariamente su deber,
vinculará a su esposo con su propio corazón y verá a sus hijos madurar en
6. www.EscuelaSabatica.es
hombres y mujeres honorables, que tendrán vigor moral para seguir el
ejemplo de su madre.
Lo que ha de estimular grandemente a la madre laboriosa y sobrecargada
es el hecho de que todo hijo debidamente educado y dotado del adorno inte-
rior de un espíritu manso y sosegado, tendrá idoneidad para el cielo y res-
plandecerá en los atrios del Señor (El hogar cristiano, p. 484).
... En un grado sumo, la madre modela con sus manos el destino de sus
hijos. Influye en las mentes y en los caracteres, y obra no solo para el pre-
sente sino también para la eternidad. Siembra la semilla que germinará y
dará fruto, ya sea para bien o para mal. La madre no tiene que pintar una
forma bella sobre un lienzo, ni cincelarla en un mármol, sino que tiene que
grabar la imagen divina en el alma humana (Conflicto y valor, p. 80).
Jueves 26 de marzo: Ella se preocupa
Los que van a recibir la mayor recompensa serán los que incorporaron a
su actividad y celo la cortesía, y la tierna compasión por el pobre, el huér-
fano, el oprimido y el afligido...
Hay entre nosotros quienes tienen un espíritu manso y humilde -el espí-
ritu de Cristo- que realizan muchas acciones pequeñas con el objeto de
ayudar a los que están a su alrededor y que no piensan en ello. Se sorpren-
derán en el día final al descubrir que Cristo tuvo en cuenta la palabra bon-
dadosa que dirigieron al desalentado, y los pequeños donativos que dieron
para ayudar al pobre, y que implicaron abnegación para ellos. El Señor
toma en cuenta el espíritu que impulsa un acto y recompensa consecuente-
mente; y la pureza, la humildad y el espíritu de amor como el de un niño
influyen para que la ofrenda sea preciosa a su vista (¡Maranata: El Señor
viene!, p. 340).
Aprovechad toda ocasión de trabajar por aquellos que os rodean y com-
partid con ellos vuestros afectos. Las palabras amables, las miradas de sim-
patía, las expresiones de aprecio serían para muchos de los que luchan a
solas como un vaso de agua fresca para el sediento. Una palabra de estímu-
lo, un acto de bondad contribuyen mucho a aliviar el fardo que pesa sobre
los hombros cansados. La verdadera felicidad consiste en servir desintere-
sadamente a otros. Cada palabra, cada acción ejecutada en este espíritu
queda anotada en los libros del cielo como habiendo sido dicha o hecha
para Cristo. “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos pequeñitos -declara él- a mí lo hicisteis" (S. Mateo 25:40).
Vivid en el resplandor del amor del Salvador. Entonces vuestra influen-
cia beneficiará al mundo. Permitid al espíritu de Cristo que se apodere de
vosotros. Esté siempre en vuestros labios la ley de la bondad. La indulgen-
cia y el altruismo caracterizan las palabras y las acciones de quienes nacie-
ron de nuevo para vivir una vida nueva en Cristo Jesús (Joyas de los testi-
monios, t. 3, p. 100).
... No todos pueden ir como misioneros a países lejanos, pero todos pue-
den ser misioneros en el lugar donde viven, entre sus familiares y vecinos.
Hay muchas maneras como los miembros de la iglesia pueden dar el men-
saje a las personas con quienes se relacionan. Uno de los recursos que tie-
nen más éxito es vivir en forma útil, desinteresada y cristiana. Los que lu-