3. «Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos
sus profetas, que su Cristo había de padecer» (Hechos 3:18)
El plan de la Redención llevado a cabo por Jesús fue preparado desde antes de
la fundación del mundo (1ª de Pedro 1:20).
Dios anunció muchos detalles de él a través de los profetas. Entre otros:
Su nacimiento
virginal (Isaías 7:14)
La fecha de su
bautismo y muerte
(Daniel 9:24-27)
Su misión (Isaías 61:1) Su divinidad (Isaías 9:6)
Su misericordia
(Isaías 42:1-4)
Su sacrificio
sustitutorio
(Isaías 53:4-5)
Su resurrección
(Salmo 16:10)
4. «y haré temblar a todas las
naciones, y vendrá el Deseado de
todas las naciones; y llenaré de
gloria esta casa, ha dicho Jehová
de los ejércitos» (Hageo 2:7)
Jesús vino como el «Deseado de todas
las naciones». Desde su nacimiento, se
anunció la universalidad de su misión.
«Luz para revelación a los
gentiles» (Lucas 2:32)
«Y verá toda carne la
salvación de Dios» (Lucas 3:6)
«He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del
mundo» (Juan 1:29)
No hay duda de que Jesús vino como
el Salvador de toda la humanidad.
¿Qué significa para nosotros esta
verdad en el contexto de la misión?
5. «A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino
de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id
antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mateo 10:5-6)
El pueblo de Israel fue llamado
a ser luz para las naciones
(Isaías 60:1-3). Por esta razón,
Jesús envió inicialmente a sus
discípulos a predicar a la casa
de Israel.
A partir de esta predicación inicial, el
mensaje debía ser predicado en
círculos más amplios hasta alcanzar
paulatinamente a todo el mundo
(Hechos 1:8).
6. A pesar del hecho de que
Jesús ministró
principalmente a judíos,
no hay duda de que,
desde el mismo principio,
su misión fue para el
mundo entero.
Mateo 5:13-14. Jesús invitó a sus discípulos a ser sal para toda la tierra, luz para
todo el mundo.
Mateo 24:14; Marcos 14:9. El Evangelio sería predicado en todo el mundo.
Lucas 14:15-24. Al rechazar Israel a Jesús, el Evangelio sería llevado a los gentiles.
Mateo 13:36-43. El campo donde debe sembrarse la semilla del Evangelio es todo
el mundo.
«Yo, la luz, he venido al
mundo, para que todo
aquel que cree en mí no
permanezca en tinieblas»
(Juan 12:46)
7. «a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con
muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles acerca del reino de Dios» (Hechos 1:3)
Una vez resucitado, Jesús dedicó 40 días a
preparar a sus discípulos para la «Gran Comisión»:
Predicar el Evangelio en todo el mundo.
Camino de Emaús (Lucas
24:13-31): La preparación
incluye el estudio de la Biblia.
En el aposento alto (Juan
20:19-23): La obra se llevará a
cabo con el poder del Espíritu
Santo.
Junto a la mesa (Marcos
14:14-18): La predicación está
acompañada por la obra de
sanidad.
8. «a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con
muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles acerca del reino de Dios» (Hechos 1:3)
Una vez resucitado, Jesús dedicó 40 días a
preparar a sus discípulos para la «Gran Comisión»:
Predicar el Evangelio en todo el mundo.
En la playa (Juan 21): El mensaje
debe darse con espíritu de
misericordia y de perdón.
En un monte en Galilea (Mateo
28:16-20): Jesús nos acompaña y
nos envía a predicar y bautizar.
En el monte de los olivos (Hechos
1:1-11): La obra ha de seguir el
plan divino, abarcando toda la
Tierra, hasta la Venida de Jesús.
9. «Cristo dio a la iglesia un encargo sagrado. Cada
miembro debe ser un medio por el cual Dios
pueda comunicar al mundo los tesoros de su
gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No
hay nada que el Salvador desee tanto como
tener agentes que quieran representar al mundo
su Espíritu y su carácter. No hay nada que el
mundo necesite tanto como la manifestación del
amor del Salvador por medio de seres humanos.
Todo el cielo está esperando a los hombres y a
las mujeres por medio de los cuales pueda Dios
revelar el poder del cristianismo»
E.G.W. (Los hechos de los apóstoles, pg. 479)