2. Josías
(640-609)
• El último rey
bueno de
Judá.
Joacaz
(609)
• Deportado a
Egipto por
Faraón.
Joacim
(609-598)
• Primera
deportación
a Babilonia
[Daniel].
Joaquín
(598-597)
• Segunda
deportación
a Babilonia
[Ezequiel].
Sedequías
(597-586)
• Destrucción
de
Jerusalén.
(Todos los años son a.C.)
Jeremías fue llamado al ministerio profético el año 13º de
Josías (627 a.C.), para apoyar las reformas religiosas de
éste. Tras su muerte, Jeremías intentó en vano que los
últimos cuatro reyes de Judá se arrepintieran de sus
malos caminos y salvasen a Jerusalén de la destrucción.
3. JOSÍAS «De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar, y treinta y
un años reinó en Jerusalén. Este hizo lo recto ante los ojos de
Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin
apartarse a la derecha ni a la izquierda» (2ª de Crónicas 34:1-2)
Alos8años.
Fue
coronado
rey, siendo
hijo y
nieto de
reyes
idólatras.
Alos16años.
Comenzó
a buscar a
Dios.
Alos20años.
Recorrió el
territorio
de Israel y
Judá,
quitando
la
idolatría.
Alos21años.
Jeremías,
poco más
joven que
Josías,
comenzó a
profetizar.
Alos26años.
Mandó
limpiar el
templo,
leyó la Ley
e hizo un
pacto con
Dios.
Primera fase
de la
reforma:
abandono del
pecado.
2ª de
Crónicas
34:3-7.
Segunda fase de la
reforma: pacto con
Dios de guardar la ley y
poner en práctica las
enseñanzas de la Biblia.
2ª de Crónicas 34:31.
4. JOACAZ «Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías,
y lo hizo rey en lugar de su padre en Jerusalén. De veintitrés
años era Joacaz cuando comenzó a reinar, y tres meses reinó
en Jerusalén» (2ª de Crónicas 36:1-2)
Josías murió en batalla, peleando
contra Necao II, faraón de Egipto.
Su hijo Salum (Joacaz) fue
ascendido al trono.
Tres meses después, al volver de su
campaña contra Babilonia, Necao
depuso a Joacaz, lo llevó a Egipto, y
colocó en su lugar a Joacim
(partidario de Egipto). De este
modo, intentó frenar el avance
babilónico contra Egipto.
Dios anunció a través de Jeremías
que Joacaz nunca regresaría de su
exilio en Egipto (Jeremías 22:11-12).
5. JOACIM «De veinticinco años era Joacim cuando comenzó a reinar, y
once años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue
Zebuda hija de Pedaías, de Ruma. E hizo lo malo ante los
ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que sus padres
habían hecho» (2ª de Reyes 23:36-37)
Después de que Necao fuese
derrotado por Nabucodonosor en
la batalla de Carquemís, Joacim
fue obligado a someterse a
Babilonia el año 605 a.C.
Su reinado quedó marcado por
dos graves pecados:
1. Idolatría y rechazo de Dios (Jeremías 22:20-21).
2. Injusticia social: «¡Ay del que edifica su casa
sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose
de su prójimo de balde, y no dándole el salario
de su trabajo!» (Jeremías 22:13).
Estos dos pecados van a menudo de la mano.
Por esta razón, Dios nos invita, a través de toda
la Biblia, a tratar con equidad y hacer bien a
aquellos con los que nos relacionamos.
6. JOAQUÍN «Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá
fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría»
(Jeremías 22:24)
Joaquín (también conocido como Conías o Jeconías) reinó
durante poco más de tres meses.
Por su terca resistencia contra Nabucodonosor, los
varones principales y los artesanos de la ciudad fueron
deportados. Él mismo, con su familia, fueron prisioneros
en Babilonia hasta su muerte.
En medio de esta gran calamidad, Dios tenía un mensaje
de esperanza para su pueblo. Este mensaje es también
para nosotros hoy:
«Porque yo sé los pensamientos
que tengo acerca de vosotros,
dice Jehová, pensamientos de
paz, y no de mal, para daros el fin
que esperáis» (Jeremías 29:11).
Tiempo después, la gracia divina
se manifestó sobre él mismo. Evil-
Merodac, rey de Babilonia, le sacó
de la cárcel y le permitió vivir en
la corte (Jeremías 52:31-34).
7. SEDEQUÍAS «De veintiún años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y
once años reinó en Jerusalén. E hizo lo malo ante los ojos de
Jehová su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías,
que le hablaba de parte de Jehová» (2ª de Crónicas 36:11-12)
Sedequías y el pueblo
prefirieron seguir «las prácticas
detestables de los países
vecinos» (2ª de Crónicas 36:14
NVI), antes que humillar sus
corazones ante Dios y
arrepentirse de sus pecados.
Después de rechazar sistemáticamente el
mensaje dado a través de Jeremías
(Jeremías 38:17), Jerusalén y el templo
fueron destruidos.
Al igual que Jeremías, hoy estamos
llamados a dar un mensaje impopular.
Debemos proclamar al mundo que deje
sus «prácticas detestables» y se
arrepienta de sus pecados.
8. EL REMANENTE «Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de
todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus
moradas; y crecerán y se multiplicarán» (Jeremías 23:3)
Muchas naciones se han extinguido y han sido prácticamente olvidadas. Ese era el
destino que esperaba a Israel. Pero Dios no los abandonó completamente. Se
reservó un remanente, un resquicio fiel.
Jesús viene a recoger a su pueblo y llevarlo a una
Jerusalén nueva, eterna. Para ir con Él debemos
escuchar y obedecer la voz de sus profetas.
Tras años de apostasía, un remante volvería a
Jerusalén a encontrarse de nuevo con Dios.
Después de siglos de apostasía, Dios ha
llamado en nuestros días a un remante fiel
para que vuelva a los fundamentos bíblicos
de la fe. Para proclamar el último mensaje de
arrepentimiento.
9. «En los testimonios que daba a la
congregación, Jeremías se refería
constantemente a las enseñanzas del libro de
la ley que había sido tan honrado y exaltado
durante el reinado de Josías. Recalcó
nuevamente la importancia que tenía el estar
en pacto con el Ser misericordioso y
compasivo que desde las alturas del Sinaí
había pronunciado los preceptos del
Decálogo. Las palabras de amonestación y
súplica que dejaba oír Jeremías llegaban a
todas las partes del reino, y todos tuvieron
oportunidad de conocer la voluntad de Dios
concerniente a la nación» E.G.W. (Profetas y reyes, pg. 316)
Lee atentamente estas palabras y considera cómo
puedes aplicarlas hoy en tu vida.