3. LOS PLACERES Y LOS DÍAS
JULIO
Miércoles, 11 de julio de 2007
callamos. Ahora sólo se escucha nuestro grito.
Ha entrado julio con su carta verde, con su men-
Así escucho mi voz que huele a nardo, y ahora
saje tenue que mueve todo el cielo, somos como
escucho una flor que ya no huele. Sigamos el
el dominio de lo azul, pasamos por un cielo ya
camino de las gentes que se hacen una casa y
maduro que canta entre los mundos poderosos y
luego un puente. No sabemos si tienen una gran
deja su mensaje vecinal a la puerta frondosa de
casa o un puente que se baña en muchos ríos. La
otro mes.
inundación de agosto es la de Heráclito, Heráclito
el oscuro, mes de agosto, un haz de ríos en los
Siempre nos pilla el año en estas cosas, en el tra-
brazos de julio, tan confuso, confuso de fluviales
jín alegre de otro día, y me siento a escribir albo-
lazarillos que llevan hasta el mar tanta palabra.
rozado mientras muere un caballo o una dama
con el ademán bello de lo equino. Anda trepando
Un río es un calendario que florece, un río es un
julio, mes maduro, por las tapias de luz que dan
viejo libro que navega, es un ramo de luz que
al río y unos golfos alegres, venturosos, se ador-
viene y pasa. El silencio de Dios se mira en ríos y
nan con la ropa de los bosques. Hay como un
el mar de Dios no es mar porque regresa. Pesca-
carnaval de cuando entonces, y todo es primave-
dores de río somos nosotros que contamos el
ra y organillo. Ya lo desconocido hace distancias
nombre de la estrella hasta conmemorar otro
allá donde miramos lentamente. Sólo vive a lo
paisaje. De la estrella recuerdo a Rosalía, una
lejos una bella que se mira infinita a nuestro paso.
niña con nombre de pecado.
Julio anda demediado, inventándose hogueras del
De la estrella repito una gran luz. Me quedaré a
estío, pero el estío es más fuerte, más de antaño,
vivir entre la fronda azul que dije antaño. Hay
no escribamos aquí el mes de agosto. Hay mu-
que levantar piedras en el tiempo para hacer una
cho que decir de aquel gran mes, cuando los pe-
casa, porque la casa es piedra y no otra cosa y se
ligrosos hombres rubios se pasearon a pie por
levanta sólo con paciencia. Las muchachas pa-
media España. No recordemos ya, innoblemente,
cientes ya lo saben y van gestando un río entre
un dieciocho de postura erótica. Por entonces
sus piernas. Es el río permanente de la vida, el
España era otra cosa, por entonces España era
riachuelo golfante de la muerte, que va entrando
más libre.
en nosotros mes a mes como este mes de julio
que ahora suena en la copa feliz de tanto río.
Y nosotros mandamos a morir al errático y des-
nudo Federico. La avilantez pasó por muchos
Hay diecinueve de julio, no dieciocho, que canta
meses y la plebe fue un lienzo ensangrentado.
como un mes en cada pueblo con su lavandería
de jabones. Hay lavanderas, luego milicianas re-
Pero no hablemos más de nuestras cosas cuando
conquistando el aire de la tarde, cuando ya todo
las cosas son un gran silencio. Pero no hablemos
es paz, la vieja paz que trae los campanarios más
más de lo que hablamos porque pronto se pu-
usados.
dren las palabras. Somos tan sólo lo que bien
EL MUNDO
4. JULIO
Ha entrado julio con su carta verde,
con su mensaje tenue que mueve todo el cielo,
somos como el dominio de lo azul,
pasamos por un cielo ya maduro
que canta entre los mundos poderosos
y deja su mensaje vecinal
a la puerta frondosa de otro mes.
Siempre nos pilla el año en estas cosas,
en el trajín alegre de otro día,
y me siento a escribir alborozado
mientras muere un caballo o una dama
con el ademán bello de lo equino.
Anda trepando julio, mes maduro,
por las tapias de luz que dan al río
y unos golfos alegres, venturosos,
se adornan con la ropa de los bosques.
Hay como un carnaval de cuando entonces,
y todo es primavera y organillo.
Ya lo desconocido hace distancias
allá donde miramos lentamente.
Sólo vive a lo lejos una bella
que se mira infinita a nuestro paso.
Julio anda demediado, inventándose hogueras
del estío, pero el estío es más fuerte,
más de antaño, no escribamos aquí
el mes de agosto.
Hay mucho que decir de aquel gran mes,
cuando los peligrosos hombres rubios
se pasearon a pie por media España.
No recordemos ya, innoblemente,
un dieciocho de postura erótica.
Por entonces España era otra cosa,
por entonces España era más libre.
Y nosotros mandamos a morir
al errático y desnudo Federico.
La avilantez pasó por muchos meses
5. y la plebe fue un lienzo ensangrentado.
Pero no hablemos más de nuestras cosas
cuando las cosas son un gran silencio.
Pero no hablemos más de lo que hablamos
porque pronto se pudren las palabras.
Somos tan sólo lo que bien callamos.
Ahora sólo se escucha nuestro grito.
Así escucho mi voz que huele a nardo,
y ahora escucho una flor que ya no huele.
Sigamos el camino de las gentes
que se hacen una casa y luego un puente.
No sabemos si tienen una gran casa
o un puente que se baña en muchos ríos.
La inundación de agosto es la de Heráclito,
Heráclito el oscuro, mes de agosto,
un haz de ríos en los brazos de julio,
tan confuso, confuso de fluviales lazarillos
que llevan hasta el mar tanta palabra.
Un río es un calendario que florece,
un río es un viejo libro que navega,
es un ramo de luz que viene y pasa.
El silencio de Dios se mira en ríos
y el mar de Dios no es mar porque regresa.
Pescadores de río somos nosotros
que contamos el nombre de la estrella
hasta conmemorar otro paisaje.
De la estrella recuerdo a Rosalía,
una niña con nombre de pecado.
De la estrella repito una gran luz.
Me quedaré a vivir entre la fronda azul
que dije antaño. Hay que levantar piedras
en el tiempo para hacer una casa,
porque la casa es piedra y no otra cosa
y se levanta sólo con paciencia.
Las muchachas pacientes ya lo saben
y van gestando un río entre sus piernas.
Es el río permanente de la vida,
el riachuelo golfante de la muerte,
que va entrando en nosotros mes a mes
como este mes de julio que ahora
suena en la copa feliz de tanto río.
Hay diecinueve de julio, no dieciocho,
que canta como un mes en cada pueblo
con su lavandería de jabones.
Hay lavanderas, luego milicianas
reconquistando el aire de la tarde,
cuando ya todo es paz, la vieja paz
que trae los campanarios más usados.