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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




LOS RESIDUOS URBANOS EN LA
COMUNIDAD VALENCIANA: ESTADO
DE LA CUESTIÓN




UNIVERSITAT DE VALENCIA
IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible




Borrador                                                   1             julio de 2006
Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



                                                    CRÉDITOS

DIRECCIÓN

D. Emerit Bono Martínez
D. Juan Antonio Tomás Carpi

EDICIÓN

UNIVERSITAT DE VALENCIA
IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible


EQUIPO DE INVESTIGACIÓN.

           IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible:

           D. Tomás Martínez Soria (coord.)
           D. Enrique Navarro Obrer
           D. David Mestre Navarro
           Dª. Mercedes Romero de las Heras
           D. Jaume Serra Miguel
           Dª. Sonia Sanz Portero

PATROCINADORES

           CONSELLERIA DE TERRITORIO Y VIVIENDA
           TETMA
           SENDA AMBIENTAL-GRUPO SEDESA
           SOCIEDAD DE AGRICULTORES DE LA VEGA-SAV




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COLABORADORES

           URBASER
           VAERSA
           GIRSA
           SAG-Sagunto
           CIERVAL
           Cámara de Comercio de Valencia
           FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias).
           PP (Partido Popular).
           PSPV-PSOE (Partido Socialista Obrero Español).
           EU (Esquerra Unida) – L’Entesa.
           UV (Unió Valenciana).
           C.C.O.O. (Comisiones Obreras).
           Asociación de Consumidores AVACU
           AVEADS (Asociación Valenciana de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible).
           Acrebo-Ecologistas en Acción.




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                                                 INDICE

1. INTRODUCCIÓN. RESIDUOS & SOSTENIBILIDAD: DEL RESIDUO
AL RECURSO ....................................................................................................

D. Emerit Bono Martínez
D. Juan Antonio Tomás Carpi

           SALUDA DEL CONSELLER DE TERRITORIO Y VIVIENDA. ................. ..

           D. Rafael Blasco Castany

2. APERTURA DE LAS JORNADAS .....................................................................

D. Rafael Blasco Castany
D. Emerit Bono Martínez

3. GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS: ECOEFICIENCIA
Y SOSTENIBILIDAD. ..............................................................................................

D. Juan Antonio Tomás Carpi
D. Emerit Bono Martínez

4. LA PROBLEMÁTICA OPERATIVA DE LA GESTIÓN
DE RESIDUOS URBANOS. ....................................................................................

D. Ángel La Orden. Director General de SEDESA.

5. DEBATE SOBRE MODELOS DE GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS............


6. VALORACIÓN ECONÓMICA Y AMBIENTAL DE
DIFERENTES SISTEMAS DE GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS. .....................

D. Javier Sebastiá Aguilar. Director General de TETMA.

7. BALANCE Y POLÍTICA DE GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS EN
LA COMUNIDAD VALENCIANA: LOS HECHOS. ....................................................

    7.1. PRODUCCIÓN ..........................................................................................

    7.2 RECOGIDA SELECTIVA DE RESIDUOS URBANOS. ....................................

    7.3 VALORIZACIÓN Y ELIMINACIÓN
    7.4. LA POLÍTICA DE RESIDUOS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA

D. Germán Rodríguez Fontana. Jefe del Servicio de Residuos de la



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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



Conselleria de Territorio y Vivienda.

Dª. Carola Aragón Álvarez. Técnico del Servicio de Residuos de la
Conselleria de Territorio y Vivienda


8. LA SENSIBILIZACIÓN Y LA EDUCACIÓN AMBIENTAL COMO
HERRAMIENTA DE GESTIÓN DE LOS RSU. ......................................................

IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible:

D. David Mestre Navarro
D. Enrique Navarro Obrer
D. Tomás Martínez Soria

9. LOS ACTORES SOCIALES Y POLÍTICOS FRENTE A LA
GESTIÓN DE LOS RESIDUOS URBANOS. ...........................................................

           10.1. DEBATE SOBRE LA CUESTIÓN. ......................................................

           10.2. ANÁLISIS CUALITATIVO. ..................................................................


10. RESUMEN CONCLUSIVO ......................................................................................

D. Emerit Bono Martínez
D. Juan Antonio Tomás Carpi




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1. INTRODUCCIÓN. RESIDUOS & SOSTENIBILIDAD: DEL RESIDUO AL
RECURSO

D. Emerit Bono Martínez
D. Juan Antonio Tomás Carpi



                                   Zeus: ¡Oh dioses! ¡De que modo culpan los mortales
                                   a los númenes! Dicen que las cosas malas les
                                   vienen de nosotros y son ellos quienes se atraen
                                   con sus locuras, infortunios no decretados por el
                                   destino.


                                                                                     Homero




           Se trata en esta introducción, sucintamente, de describir, explicitar
algunas cuestiones que tienen que ver con la sostenibilidad de la comunidad
humana. Para ello hacemos un pequeño repaso de los límites del planeta y de
su problemática sostenibilidad. Y para entender mejor aquel proceso,
analizaremos la interacción entre biología y economía, lo cual nos permitirá
entrar en un concepto de la sostenibilidad vinculado al ciclo de los procesos de
la biosfera. Todo ello nos lleva a considerar el residuo en el contexto de la
naturaleza y sus consecuencias para la sostenibilidad, y nos faculta para
aterrizar en la idea novedosa del ecodiseño como una nueva manera de
convertir todo residuo en recurso. Idea, por otro lado, de importancia para la
futura economía del conocimiento.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



    1. Los límites del planeta y la sostenibilidad


           A pesar del lenguaje calculadamente ambiguo de los informes
internacionales, el borrador final “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio
(Reid, 2005) ofrece cuatro conclusiones generales preocupantes:


             1) En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los
                 ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro
                 tiempo comparable de la historia humana, en gran parte para
                 resolver rápidamente las demandas crecientes de alimento, agua
                 dulce, madera, fibra y combustible. Todo ello ha dado origen a
                 una pérdida considerable y en gran medida irreversible de la
                 biodiversidad sobre la tierra.
             2) Si bien estos cambios han supuesto degradación de muchos
                 servicios de los ecosistemas y un mayor riesgo de procesos no
                 lineales, se ha acentuado paralelamente la pobreza de algunos
                 grupos sociales. Estos problemas, si no se abordan, harán
                 disminuir considerablemente los beneficios que las generaciones
                 venideras obtengan de los ecosistemas.
             3) De los servicios de los ecosistemas examinados por esta
                 Evaluación, aproximadamente el 60% (15 de 24) se están
                 degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del
                 agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del
                 agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales
                 y las pestes. La degradación de estos servicios podría empeorar
                 considerablemente durante la primera mitad del presente siglo.
             4) El desafío de revertir la degradación de los ecosistemas y al
                 mismo tiempo satisfacer las mayores demandas de sus servicios
                 puede ser parcialmente resuelto en algunos de los escenarios
                 planteados por la Evaluación, pero ello requiere de cambios
                 significativos en las políticas, instituciones y prácticas, cambios
                 que actualmente no están en marcha.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



           Lo que acaba de decirse es suficientemente claro y contundente para
que no sea necesario comentario alguno. Remarcar, en todo caso, que la
degradación y el uso no sostenible del 60% de los ecosistemas es
consecuencia del formidable incremento que la producción y el consumo
experimentado en toda la segunda mitad del siglo pasado. Lo más preocupante
es el pesimismo existente respecto a la posibilidad de revertir la degradación
de los ecosistemas (punto 4).


           En la misma dirección pueden citarse otros indicadores. Según el Living
Planet Report del año 2004, la huella ecológica mundial supera, en términos
globales, en un 20% la capacidad natural del planeta. O sea, que hemos
agotado los recursos más rápidamente de lo que la naturaleza puede
regenerarlos, con lo que la insostenibilidad de este ritmo de agotamiento es
evidente (Martínez Osés, 2005).


           La revisión actualizada del informe del Club de Roma treinta años
después (Meadows et al., 2004) ha puesto de manifiesto que la humanidad
está ya en una posición de translimitación y que, en consecuencia, el colapso
es ahora más difícil de evitar. Y, por supuesto, sus efectos más difíciles de
contrarrestar.. “porque un nuevo equilibrio exigiría ahora una fase prolongada
de decrecimiento, de des-desarrollo” (Garcia, 2006).


           La situación descrita es grave y la posibilidad de supervivencia del
planeta está comprometida. No obstante, siempre se puede argumentar que no
es para tanto pues muchas sociedades a lo largo de la historia han estado al
borde del colapso y lo han superado, si bien, otras, no (Diamond, J. 2006). De
cualquier modo lo que queremos subrayar es la perentoria necesidad de tomar
en cuenta aquella situación global para operar localmente, de forma tal que no
aumentemos la degradación de nuestros ecosistemas. Se trata de viabilizar la
sostenibilidad, a lo largo del tiempo, de nuestras sociedades en relación al
medio ambiente. O sea, de analizar los flujos metabólicos de las sociedades
modernas, la entrada de materiales y la producción de residuos desde la óptica
del equilibrio ecológico de los ecosistemas para asegurar su sostenibilidad.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



           El enfoque de este análisis lo haremos, especialmente, desde la
vertiente de los residuos. A veces cuando se trata la problemática
medioambiental se enfatizan los aspectos relacionados con el agotamiento de
los recursos no renovables, o de la utilización no sostenible de los renovables.
Y, sin embargo, la cuestión de los desechos de diverso tipo que genera la
actividad de producción-consumo moderno está cada vez más presente en los
diversos informes internacionales. Como botón de muestra podemos hacer
alusión al informe del Club de Roma (Meadows, et al., 1991) que hace una
especial consideración de los residuos frente, por ejemplo, al del año 1972, así
como también al informe del Milenio antes citado.


           Algunos bioeconomistas insisten en la centralidad de los desechos, pues
las dificultades del futuro vendrán de la mano de los residuos y no tanto del
agotamiento de las reservas... Los auténticos límites al desarrollo de las
actividades humanas se relacionan con el espacio, con la contaminación, con
las múltiples regulaciones naturales que el crecimiento económico pone en
peligro... Entre los grandes problemas que nos aquejan desde hace unos años,
la importancia que revisten las del Ozono, estratosférico, de un hipotético
efecto invernadero (consecuencia del CO2) , de las lluvias ácidas, de la
contaminación del manto freático, deja patente el carácter crucial del tema de
los residuos. (Passet, 1997, 65).


           Para abordar todos estos problemas desde la “sostenibilidad” o
viabilidad en el tiempo de un sistema físico – los flujos metabólicos de entradas
de materiales y residuos de cualquier sociedad moderna – viene marcada por
sus intercambios en el entorno, aspecto este último que es difícilmente
contemplable por la red usual analítico-conceptual al uso de los economistas.
No obstante, últimamente, y por las implicaciones que tiene la sostenibilidad, la
economía parece querer tender puentes hacia aquellas partes del proceso
físico de producción que hasta ahora no se han tenido en cuenta.


           La Economía Ecológica no se está constituyendo en una nueva
disciplina de la economía, que va más allá, intenta sentar nuevas bases,
bucear las nuevas ramas del saber que nos permitan aprehender los diversos


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



aspectos de la sostenibilidad. Por ello, tiene un enfoque transdisciplinar que
pretende integrar la biosfera (ciencias de la naturaleza); la sociedad (Sociología
y psicología del comportamiento) y la economía (ciencia económica).


           Así, por ejemplo, actualmente el crecimiento económico está vinculado a
la utilización de combustibles fósiles. Sin embargo, la garantía de aquel
proceso puede, o no, encontrar un primer límite en la estructura de los
derechos de propiedad sobre los sumideros y depósitos (economía política y
economía institucional). También se puede encontrar con un segundo límite
que viene enmarcado por la capacidad de absorción de la biosfera a través de
la cual se recicla el dióxido de carbono, en un cierto tiempo, sin cambiar el
clima (ciencias de la naturaleza). Pero también puede suceder que las
excesivas emisiones de dióxido de carbono se reduzcan por un cambio en los
derechos de propiedad sobre los sumideros y los depósitos de carbono y / o
por cambios en la estructura de precio por medio de ecoimpuestos o permisos
de emisión (ciencia económica) (Martínez Alier, 2004, 31).


           Pues bien, cualquier política que pueda articularse respecto al clima,
implica un proceso de integración del análisis de estos tres niveles. La sola
economía convencional difícilmente puede suministrar suficiente información
para abordar la complejidad de la política climática. Y ello porque contempla el
sistema económico como un sistema autosuficiente en el cual se forman los
precios tanto de los bienes y los servicios del consumo, como de los factores
de producción. A lo sumo , en este sistema autosuficiente, puede incorporar las
externalidades positivas o negativas (de Marshall y Pigou, respectivamente)
mediante la corrección de precios                   vía impuestos. Quedan fuera de este
análisis convencional las aportaciones de las ciencias naturales que mucho
tienen que decir sobre los servicios que la naturaleza proporciona en la
absorción del dióxido de carbono, así como de los procesos de cambio
climático.


           El ejemplo de los combustibles fósiles y el crecimiento económico es una
muestra que “mutatis mutandi” se puede trasladar al caso de los residuos como
más adelante tendremos ocasión de analizar. En concreto se tratará de


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



observar como la naturaleza, con el apoyo de la energía solar, ha podido cerrar
los ciclos de materiales convirtiendo los residuos en recursos.


           Sin embargo, antes de proseguir cómo procede la naturaleza, nos
gustaría encuadrar aquel proceso en la relación entre biología y economía pues
puede ayudarnos a comprender mejor el problema de los residuos.




    2. Biología y economía


    La analogía biológica ha estado presente con frecuencia en la forma de
analizar los procesos económicos por parte de los economistas. Recordemos
que el médico Quesnay (siglo XVIII) estudiaba la estructura económica en la
que basaba al organismo social como si se tratara de un organismo natural,
siguiendo el curso circulatorio fisiológico del cuerpo humano. En este sentido,
el equilibrio al que aquel organismo natural tendería de manera natural era una
manifestación del orden natural de las cosas (Screpanti, y Zamagni, 1997). El
propio Mashall veía la economía como “una rama de la biología interpretada
genéricamente”.


           Los economistas de la Escuela de Chicago, Gary Becker, Jack
Hirshleifer y Gordon Tullock , intentaron hacer de la biología una rama de la
economía interpretada restrictivamente (Hodgson, 1995). Defienden que los
principios económicos comunes ligan la biología a la economía pues todos los
aspectos de la vida están dirigidos, en última instancia, por la escasez de
recursos, siendo la competencia la Ley de las interacciones de la economía
natural y que nos afecta a todos. Como señala Hirshleifer, “conceptos
fundamentales como escasez, competencia, equilibrio y especialización
desempeñan papeles similares en ambos campos de investigación. Y pares de
términos como especie / industria, , mutación / innovación, evolución, progreso,
mutualismo / intercambio tienen significado análogo” (citado por Hadgson,
1995, 57). En definitiva, los organismos (biológicos) optimizan o maximizan sus
comportamientos por analogía con los productores y consumidores. En esta
dirección, la teoría económica de raíz neoclásica se convertiría en el enfoque


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



científico por antonomasia, no sólo de la esfera social humana, sino también de
todo el mundo natural (Carpintero, 2006, 214). Estaríamos en presencia de una
especie de “imperialismo económico “ hacia el resto de disciplinas, según
advierte Hodgson.


           Las debilidades teóricas de este acercamiento reduccionista entre
economía y biología realizado por la Escuela de Chicago han sido puestas de
relieve en varias ocasiones y por diversos autores(Hodgson, Daly, Carpintero,
etc...). Así, suponer la competencia como pauta general excluye de un plumazo
todas las relaciones de interdependencia y cooperación establecida entre
organismos de la naturaleza, además de situar la lucha desatada en los
“mercados competitivos “ como la única forma óptima de asignar los recursos y
la solución de los problemas económicos. En esta misma dirección, postular
comportamientos maximizadores en los diferentes organismos lleva a suponer
que el objetivo es único, cuando realmente existen múltiples posibilidades que
muchas veces aparecen como fines en conflicto (Carpintero, 2006, 215).


           Por otro lado, Hodgson pone de relieve que la biología permite una
aproximación evolutiva a la economía que tiene una serie de ventajas de
indudable interés. Por ejemplo, manifiesta una preocupación por los procesos
irreversibles que actualmente se están dando, por el desarrollo a largo plazo en
lugar de ajustes marginales a corto plazo, por los cambios cualitativos además
de los cuantitativos, por la variedad y diversidad, por las situaciones sin
equilibrio así como por las situaciones de equilibrio, y por la posibilidad de
errores sistemáticos y persistentes, y el consiguiente comportamiento no
óptimo. En definitiva, si la teoría de la elección racional constituye el centro de
la corriente principal de la Escuela de Chicago, apoyándose en supuestos
estáticos, o sea, en la noción de un entorno decisivo eventualmente constante
y en la idea de racionalidad global, sus supuestos son cuestionados en la teoría
evolucionista de la economía (Hodgson, G. Apt. Cit. Pag. 61-62).


           A   nuestro    juicio    ha     sido    Georgescu-Roegen      con   su     enfoque
bioeconómico el que mejor - , o, al menos, uno de los mejores – ha encarado la
relación biología-economía. Según nuestro autor: “Mi propia razón para afirmar


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



que la economía debe ser una rama de la biología interpretada de forma
amplia, descansa en el nivel más elemental de la cuestión. Somos una de las
especies biológicas de este planeta, y como tal estamos sometidos a todas las
leyes que gobiernan la existencia de la vida terrestre. Efectivamente somos una
especie única. Pero no porque hayamos obtenido el control total sobre los
recursos de nuestra existencia. Los que piensan así nunca han comprobado
nuestra propia lucha por la existencia con la de otras especies, la de la ameba
si deseamos un buen caso de análisis. No podemos estar seguros de que para
un intelecto imparcial de otro mundo, que estudiara la vida terrestre tal y como
un biólogo estudia el mundo de los micro-organismos (por ejemplo), la ameba
no apareciese como una forma de vida con más éxito. Pero este intelecto
posiblemente no fracasaría al señalar otra característica, la única característica
que diferencia a la humanidad de todas las otras especies. En nuestra jerga es
que somos la única especie que en su evolución ha violado los límites
biológicos (Georgescu-Roegen, 1994).


           ¿Y como ha sobrepasado aquellos límites?. ¿Qué instrumentos la
especie humana ha utilizado para ir más allá de aquella construcción
biológica?. Georgescu-Roegen parte de la distinción, que acuñó Alfred Lotka
(biólogo) en el año 1925, entre órganos endosomáticos y exosomáticos. Los
primeros acompañan a todo ser vivo desde su nacimiento hasta su muerte
(piernas, brazos, ojos, etc.) y es a través de los que todo animal se va
adaptando, mejor o peor, a las condiciones vitales y de su entorno. El cambio
evolutivo de los seres vivos que se lleva a cabo a través de los órganos
endosomáticos es necesariamente lento, como corresponde a las imitaciones
biológicas.


           Por el contrario, como manifiesta Georgescu-Roegen, será la especie
humana quien hallará un método más rápido de evolucionar a través de la
progresiva fabricación de órganos separables -exosomáticos- que no formando
parte de la herencia genética de la humanidad, son utilizados por ésta en su
desarrollo evolutivo para vencer las restricciones biológicas propias. En
palabras de nuestro autor, “con estos miembros separados ahora podemos
volar más alto y rápido que cualquier pájaro, transportar más peso que


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



cualquier elefante, ver en la oscuridad mejor que una lechuza, y nadar en el
agua más deprisa que cualquier pez” (Georgescu-Roegen, 1994, 314).


           En esta perspectiva, la utilización de instrumentos exosomáticos que
permitan superar los límites biológicos se ha vuelto una necesidad: “si un día
desaparecieran de nuestra existencia nuestros órganos                    exosomáticos, sin
duda significaría una catástrofe aún mayor que cualquier importante
amputación endosomática” (Georgescu-Roegen, 1994, 315). Ciertamente, la
producción de estos órganos exosomáticos (coches, casas, aviones, barcos,
etc.), así como su intercambio comercial, generó indudables ventajas pero
también afloraron determinadas dificultades que al economista rumano
(Georgescu-Roegen) no le pasaron desapercibidas.


           La primera dificultad que aflora es el conflicto social por la posesión de
estos órganos exosomático. Este conflicto social durará mientras el hombre
permanezca sujeto a una actividad manufacturera que requiere una producción
socialmente organizada y, consecuentemente, una organización social
jerárquica que se plasma en “gobernados” y “gobernantes” en el sentido más
amplio del término... el conflicto social sobre quien debería comer caviar y
beber champagne estarán con nosotros para siempre... (Georgescu-Roegen.
1994,. 315).


           En determinadas especies que evolucionan de forma endosomática,
puede haber una rígida división del trabajo (por ejemplo, las abejas o las
hormigas), pero en esas colectividades el conflicto social está ausente. La
desigualdad y la lucha de clases están íntimamente unidas a la producción y
disfrute de órganos exosomáticos, según Georgescu-Roegen.


           El segundo problema emerge como consecuencia de la diferente
evolución exosomática que posibilita que algunos pueblos pueden llegar a
constituir especies exosomáticas distintas. Esta diferencia puede ser mayor
que la distancia que existe entre dos especies biológicas y las relaciones que
se establecen entre ellas también son objeto de conflicto. Así, el Homo Indicus
–dice Georgescu-Roegen- constituye una especie exosomática distinta a la del


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



Homo Americanus. El primero cocina con un artilugio primitivo quemando
estiércol seco, el otro con un horno microondas con encendido automático,
autoajuste y autolimpieza, el cual recientemente ha evolucionado la forma de
cocinar americana. La cuestión es que no puede existir relación exosomática
entre los dos. Si el burro, que constituye un vehículo usado por el Homo
Indicus, cae en una zanja y se rompe una pata, ningún neumático radial de
acero podría reparar el “pinchazo”. (Georgescu-Roegen, 1994, 316).


           Por otro lado, el proceso de producción y comercialización de órganos
exosomáticos se está articulando sobre el stock finito de productos derivados
de la corteza terrestre (minerales y energía), en vez de sobre el flujo de
radiación solar y sus derivados que nos llegan sin restricciones, lo cual nos
conduce a la tercera dificultad observada por Georgescu-Roegen, “la adicta
utilización de recursos minerales, consecuencia del hecho de que todos
nuestros órganos exosomáticos se producen a partir de dichos ingredientes... y
ello nos lleva a las restricciones impuestas por la ley de la entropía”.


           Este análisis descriptivo-analítico de la relación entre biología y
economía, así como la especial consideración de la posición de Georgescu-
Roegen, nos permite encuadrar y entender mejor los procesos de
extralimitación y sobrecarga del planeta tierra descrito en el primer apartado de
este escrito. Así, el que la especie humana sea la única especie que haya
violado los límites biológicos a través de su dotación de órganos exosomáticos,
implica la necesidad de producción de mercancías con la consiguiente
captación de ingentes recursos naturales y la generación y deposición de
residuos sin asimilar, lo que ha determinado el carácter insostenible de los
actuales modos de producción y consumo al servicio del disfrute de la vida. En
este sentido, y como indica O. Carpintero, cualquier recuperación de la
estabilidad ecológica para hacer más sostenible las relaciones entre la especie
humana y la naturaleza hace conveniente tomar como ejemplo la biosfera y
articular los procesos productivos bajo el paraguas de fuentes de energía
renovables y procedimientos que consigan cerrar los ciclos de materiales,
reutilizando y reciclando los residuos para su aprovechamiento como recursos




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



(Carpintero, 2006, 224-229). Precisamente este último aspecto es el que más
nos interesa a nosotros.


    3. Sostenibilidad y naturaleza


           La idea de la sostenibilidad hace referencia a los procesos de
desbordamiento, de sobrepasamiento de la capacidad de la biosfera de
proporcionar recursos de todo tipo (renovables y no renovables), así como su
capacidad de absorber los residuos que genera la actividad humana en la
utilización de aquellos recursos. Estamos hablando, por tanto, de límites. Y en
esta dirección, como muestra el último informe del Club de Roma (año 2004),
limitan el ritmo al que la humanidad puede extraer recursos (cosechas, pastos,
madera, pescado) y emitir residuos (gases de efecto invernadero, sustancias
tóxicas y no tóxicas) sin superar la capacidad de producción o de absorción del
planeta (Informe Meadows y Randers, 2004).


           En el fondo, la sostenibilidad no implica otra cosa que seguir los ciclos
naturales de la propia biosfera. En la medida que la actuación humana violenta,
sobrepasa, aquellos ciclos genera reacciones que, interrumpen aquellos
procesos naturales. Por ello, la sostenibilidad de un sistema económico
debemos enjuiciarla no tanto por la intensidad que hace del uso de los recursos
no renovables, como por su capacidad de cerrar los ciclos de materiales
mediante la recuperación y el reciclaje, con la ayuda de fuentes renovables
(energía solar).


           Ciertamente que los seres humanos y los organismos, en general,
necesitan degradar energía y materiales para mantenerse vivos. Y para evitar
que ello redunde en un deterioro antrópico de la tierra, se debe articular dicha
degradación sobre el flujo de energía procedente del sol y sus derivados, como
bien ejemplifica la fotosíntesis que permitió el desarrollo de la biosfera y de la
especie humana. Ha sido J.M. Naredo uno de los que mejor ha sintetizado
aquel proceso. Destaca cuatro hechos en este proceso de la transformación de
los materiales y energía que operan en el caso de la fotosíntesis. En primer
lugar, la energía necesaria para dotar de complejidad los enlaces que ligan a


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



los elementos disponibles, procede de una fuente que se puede considerar
inagotable (el sol) y, al mismo tiempo, que asegura la continuidad del proceso,
sin que ello suponga un aumento adicional de la entropía y desorden de la
Tierra. Por otro lado, y en segundo lugar y no menos importante, es que los
convertidores que permiten transformar la energía solar en energía de enlace –
las plantas verdes – se reproducen utilizando para ello esa misma fuente
renovable sin necesidad de utilizar otras energías derivadas. En tercer lugar,
los desechos vegetales que se generan, tras un proceso de descomposición
natural, se convierten en recursos fuente de fertilidad, al incorporarse al suelo
en forma de humus, con lo que se cierra el ciclo de materiales vinculado al
proceso. Y, por último, que el proceso utiliza materiales que, por lo general,
abundan en nuestro planeta (Naredo, Y., Valero, año 1999, 24-68).


           En definitiva, en general, los físicos, biólogos y ecólogos (por ejemplo,
Fritjof Capra, Margalef, Margulis, Terrades, etc) están de acuerdo en destacar
que la característica del hogar Tierra consiste en su capacidad innata para
sostener la vida. En este sentido la comunidad planetaria de seres vivos ha de
ajustar sus comportamientos para no perturbar aquella capacidad innata: este
es el significado de la sostenibilidad ecológica. Por ello, según Capra, lo que es
sostenido en una comunidad sostenible no es su crecimiento económico ni su
desarrollo, sino toda la trama de la vida, de la que depende nuestra
supervivencia a largo plazo (Capra, F. 2004). Ello implica que una comunidad
humana para ser sostenible se ha de diseñar de tal modo que sus formas de
vida, de negocios, de economía, de estructuras físicas y tecnológicas no
interfieran con esa capacidad innata de la naturaleza para sustentar la vida.


           El significado de esta última afirmación no tiene el porqué tener un
contenido restrictivo, pues según los ecólogos y biólogos las formas de vida de
las comunidades sostenibles evolucionan con el tiempo en constante
interacción con otros sistemas vivos, sean humanos o no. Por ello, la
sostenibilidad no significa que las cosas no cambien, que se mantengan en un
estado estático. Más bien implica un proceso dinámico de coevolución.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



           El primer paso operativo de aquella sostenibilidad, según Capra (2004),
es dotarnos de la capacidad para comprender - lo que el denomina
ecoalfabetización – los principios de organización comunes a todos los
sistemas vivos. En otras palabras, que los sistemas vivos son redes
autogenéticas ( o sea, que dependan de si y para si), orgánicamente cerradas
dentro de perímetros, pero funcionalmente abiertas a flujos constantes de
materia y energía. Esta comprensión sistémica de la vida nos permite identificar
los principios básicos de la ecología para la construcción de las sociedades
humanas sostenibles. Seis principios de ecología son centrales para el
sostenimiento de la vida:
           1)        Redes, entendiendo por tales que todos los seres vivos se
                     comunican y comparten recursos a través de sus perímetros.
           2)        Ciclos, a través de los cuales los sistemas vivos intercambian
                     materia y energía procedente de su medio, produciendo
                     residuos. Sin embargo, ningún ecosistema genera residuos
                     netos, puesto que los residuos de una especie son siempre el
                     alimento de otra.
           3)        La energía solar a través de la fotosíntesis de las plantas
                     verdes genera los ciclos ecológicos.
           4)        Asociación, que indica que en todo intercambio de energía y
                     recursos que se da en cualquier ecosistema, se lleva a cabo
                     mediante la cooperación y el funcionamiento en red.
           5)        Diversidad, que es una característica fundamental de los
                     ecosistemas para conseguir estabilidad y resistencia gracias a
                     la complejidad de sus redes ecológicas.
           6)        Por último, el equilibrio dinámico que nos indica que todo
                     ecosistema es una red flexible en fluctuación permanente, de
                     tal modo que ninguna variable puede ser maximizada en
                     exclusiva, sino que todos fluctúan en torno a sus valores
                     óptimos. (Capra, 2004, 266-300).




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




           Sin partir de estas ideas difícilmente podremos entender el sentido de la
sostenibilidad de cualquier comunidad humana. A nuestro juicio, seguir los
ciclos, el curso de la naturaleza, constituye el objetivo central de cualquier
política de sostenibilidad. Los veremos en forma inmediata.


    4. Residuos y naturaleza.


    Los ecosistemas vivos que funcionan según los ciclos naturales de la
biosfera, apenas producen residuos, pues se convierten, a través de diversos
procesos de descomposición, en nutrientes para otros seres vivos, Hay una
excepción a esta regla: la comunidad humana produce una enorme cantidad de
residuos que, en la generalidad de los casos, no es integrada al ciclo biológico
como sucede con las otras especies vivas. Precisamente la actividad de los
humanos ha generado una contaminación tal, que ha afectado seriamente a los
ecosistemas, reduciendo sus funciones de perpetuar la vida, como bien ha
hecho notar el Informe de Evaluación del Milenium (2005) y que detallamos al
principio de esta introducción.


    Hagamos un alto en el camino para echar una ojeada a la situación de los
residuos, en especial de los residuos urbanos. Después intentaremos hacer
determinadas propuestas – de carácter general, que es lo que pretende esta
introducción – volviendo a recoger el hilo de lo dicho más arriba.


    Según el Informe Medio Ambiente en Europa: Tercera evaluación (AEMA
2004), en Europa se calcula que se generan más de 3.000 mill. de toneladas
de residuos todos los años. Esto equivale a 3.8 ton. per capita en la Europa
Occidental y 4.4 toneladas para la Europa Central y Oriental. La clasificación de
residuos del Informe es la siguiente: residuos urbanos, residuos peligrosos,
residuos industriales no peligrosos, residuos de minas y canteras, residuos de
la producción de electricidad (cenizas de carbón), residuos inertes. El informe
pone de manifiesto que, según los datos disponibles, se observa una tendencia
al alza de la producción total de residuos, y que los sectores de fabricación,




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



construcción, demolición, extractivo y agrario, son los que más residuos
generan (Informe 2004, 191-164).


    Por otro lado, en general, se observa una asociación positiva entre la
producción de residuos y el aumento del PIB, o sea, que por cada unidad de
producto interior bruto per capita necesitamos producir más residuos.
Solamente en algunos países como Dinamarca, Holanda y Suiza se está
produciendo una disociación entre residuos y el PIB.


    La producción de residuos urbanos – tema central de este libro – es muy
importante en Europa y mantiene una tendencia al alza evidente. Se calcula
que cada año se reconocen más de 306 mill. de toneladas, lo que supone una
media de 415 kg. per capita. La recogida de residuos urbanos presenta
considerables diferencias entre países y oscila desde los 685 kg per capita de
Islandia y los 105 kg. de Uzbakistan. España produjo 501 kg/hab./año en el
2003, mientras la media EU-15 estaba en 577 kg/hab./año.


    Si nos fijamos en los residuos urbanos generados en España, tenemos que
en el periodo 1990-2003 aquellos residuos aumentaron un 71% en términos
absolutos, llegando a la cifra en el año 2003 de 21.4 Mill. de toneladas que
representa el 13% del total de residuos.


    La misma tendencia se observa en el ratio generado de producción de
residuos urbanos por habitante y año pues en el periodo 1990-2003 se produjo
un incremento del 55% (ver informe de sostenibilidad en España 2005, del
Observatorio de la Sostenibilidad en España OSE 2004, pág. 85 y 99).


    Hay que reseñar que el tratamiento de los residuos en España ha mejorado
ostensiblemente a lo largo del periodo considerado. Así, el destino de los
residuos urbanos en su ubicación en vertidos controlados pasó a ser del 53%
en el año 2003 frente a un 48% en el año 1990. Pero más significativo
constituye, a nuestro juicio, el hecho de que los vertidos incontrolados que eran
del 23% en 1990, se han reducido a un 3.9 % en el 2003 (La Comunidad
Valenciana mantiene un porcentaje mas alto).


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




    También conviene destacar el aumento significativo de los residuos
destinados al compostaje que han pasado del 20.3% en el año 1990 al 28% en
2003.


    El aumento significativo (no tanto por la cantidad, pero si por la tendencia
que muestra) de la recogida selectiva que, de prácticamente nada en el año
1990 (0.5%), constituía el 8.4% del total de destino de los residuos urbanos
(2003). Por último, el 6.2% de los residuos urbanos fueron incinerados con
recuperación de energía en el año 2003, frente al 2,9% en 1990. La
incineración de residuos sin recuperación energética ha desaparecido
prácticamente.


    Conviene advertir que, a pesar de las medidas incorporadas en las
normativas y planes de residuos en España, no se ha podido invertir la
tendencia de aquella producción de residuos. De hecho, en el año 2003 se
produjeron en torno a seis millones de toneladas más que las fijadas como
objetivo por el Plan Nacional de Residuos Urbanos (Informe Sostenibilidad en
España, 86).


    De cualquier modo, aquella desmesura en el crecimiento de los residuos es
la tónica general en el mundo y, en particular, en Europa. En el quinto
programa de acción en materia de medio ambiente, la Comunidad Europea se
había marcado como objetivo estabilizar la producción de residuos urbanos de
la U.E. a los niveles de 1985 (300 kg per capita y año) en el año 2000. Este
objetivo se ha superado con creces en casi todo los países, del orden del 75%
al 100%. De tal forma que en el sexto programa de acción de política
ambiental, acordado en el año 2002, ya no se ha marcado objetivos
cuantitativos en la producción de residuos, inclinándose por políticas más
cualitativas (de cierre del ciclo del producto, por ejemplo).




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




    5. Ecodiseño y residuos


    Variadas experiencias a lo largo y ancho del mundo intentan buscar algún
tipo de solución a los residuos. Si hemos de construir comunidades humanas
sostenibles, uno de los retos importantes lo constituyen los residuos (otros
retos, de no menor entidad, son el uso de energía y materiales que no es
objeto de este trabajo). En este sentido, y en función de lo dicho más arriba,
tendríamos que seguir una regla, que explica las regulaciones a escala de la
biosfera y es que todo residuo es un recurso (Terradas, J. 2006). Ello no
significa otra cosa que llevar a cabo un esfuerzo en rediseñar los diversos
componentes de los envases, de componentes de aparatos domésticos,
automóviles, elementos de construcción, etc.. de forma tal que puedan
convertirse en recursos para la producción de otros artefactos, o, consiguiendo
su biodegradabilidad, insertarlos como alimento biológico de la propia
naturaleza. A este procedimiento se le denomina ecodiseño.


    En definitiva, el ecodiseño parte del supuesto de que residuo equivale a
recurso, lo cual implica que todos los productos y materiales manufacturados
por la industria (los desechos agrícolas son, en general, tratados e
incorporados por la biosfera), así como los residuos generados durante su
proceso de producción, deben ser, en algún momento, materia para algo
nuevo.


    Por tanto, necesitamos aplicar nuestro conocimiento ecológico al rediseño
fundamental de nuestra tecnología y de nuestras instituciones sociales, de tal
forma que podamos salvar el abismo actual entre el diseño que se hace – de
todo tipo, desde los productos industriales a la construcción de las casas – y
los sistemas ecológicamente sostenibles de la naturaleza. En aquella dirección
conviene redefinir, por ejemplo, el concepto de eficiencia que hasta ahora se
tenía. Braungart y McDonough ponen de relieve que un zapato, un edificio, una
fábrica, un coche o un champú pueden estar mal diseñados, aunque los
materiales y procesos involucrados en su producción sean muy eficientes. Por
eso es necesario utilizar el concepto de eco-eficiencia cuyo significado es


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



trabajar sobre las cosas concretas – sobre los productos, los servicios y los
sistemas correctos –y los procedimientos concretos que deben llevar a cabo los
fabricantes, y los industriales, de forma y manera que conduzcan a un
crecimiento sano – más oportunidades , más salud, mejor alimentación, mayor
diversidad, mayor inteligencia y mayor abundancia – tanto para las
generaciones presentes como para las futuras (Braungart, McDonough, 2005,
68-84).


    La idea de que eliminar el concepto de residuo significa diseñar las cosas –
los productos, los embalajes y los sistemas – desde su origen, pensando que
no debe existir el residuo, ha sido desarrollada en profundidad por los
mencionados ecodiseñadores Michael Braungart, alemán y químico, y William
McDonough, arquitecto norteamericano.


    Según Braungart y McDonough, hay dos metabolismos discretos en este
plano. El primero es el metabolismo biológico, la biosfera, los ciclos de la
naturaleza. El segundo es el metabolismo técnico, la tecnosfera, los ciclos de la
industria, incluyendo la aportación de los materiales técnicos desde sus lugares
naturales. Con el diseño adecuado, todos los productos y materiales
manufacturados por la industria podrían alimentar de forma segura a ambos
metabolismos, aportando los nutrientes para algo nuevo. (Braungart y
McDonough).


    En una sociedad industrial sostenible todos los productos, materiales y
residuos serán nutrientes biológicos o técnicos. Los nutrientes biológicos
constituyen un material o producto que estarán diseñados para volver a los
ciclos naturales a fin de ser consumidos por microorganismos u otras criaturas
del suelo. Además de los restos orgánicos de nuestros alimentos, la mayor
parte de los envoltorios (que ocupan algo más del 50% del volumen total de
nuestros residuos sólidos) deberían estar compuestos por nutrientes biológicos.
La tecnología actual permite diseñar dichos materiales a partir de componente
que puedan ser arrojados al suelo o a los depósitos de “compost” para que se
biodegraden de forma saludable tras su uso. En este sentido, no es necesario
que las botellas de champú, los tubos de dentífricos, los envases de yogur,


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



helados o zumos duren unas décadas (incluso siglos y siglos). Se trata, por el
contrario, de conseguir que su duración sea igual que la de los productos que
contienen (Braungart. Y MCDonough, 2005, 9).


    Los nutrientes técnicos, por otro lado, habrán sido diseñados de forma tal
que pueden reincorporarse a los ciclos técnicos, al metabolismo industrial en el
que se originaron. Braungaurt y McDonough precisan que la reutilización de
nutrientes técnicos en los ciclos industriales es algo distinto del reciclaje. Un
ejemplo de cómo el ecodiseño es el que, permite mediante una tecnología
nueva, crear tintas especiales que se separan del papel en contacto con agua
caliente, sin dañar sus fibras. Esta innovación química garantizaría la completa
separación de tinta y papel de modo que ambos podrían ser reutilizados. El
papel sería entre diez y trece veces más que los papeles reciclados de modo
convencional. Y como algunos observadores han puesto de manifiesto, si esta
técnica se utilizara a nivel mundial, reducirían el consumo de pulpa de papel en
un noventa por ciento, además de reducir drásticamente el vertido al medio
ambiente de tintas tóxicas (Hawken, Lovins y Lovins (1999). Pág. 185-86).


    Procedimientos semejantes de ecodiseño se pueden aplicar para utilizar los
nutrientes técnicos. De hecho, este proceso ya se está iniciando en muchos
lugares. Por ejemplo, innovaciones de este tipo han sido introducidas por
Canon en la industria de las fotocopiadoras en el Japón, así como por Fiat en
Italia en la industria del automóvil. Este proceso, que se ha puesto en marcha,
posiblemente signifique una autentica revolución ecológico-industrial en el siglo
XXI, con gran repercusión en la disminución de la utilización de materiales, e
incluso de energía. Y la clave del mismo no es otra que imitar a la naturaleza,
seguir los ciclos de la biosfera donde no existen residuos, pues estos se
convierten en recursos para otros seres vivos. La llamada economía del
conocimiento puede aportar nuevos elementos en la tecnología del ecodiseño.


    Ciertamente, las dificultades para desarrollar un ecodiseño que posibilite
que la diversa producción industrial y sus residuos se conviertan en recurso en
el ciclo productivo industrial, no son pocas. Pero es una línea importante a
desarrollar. De hecho ya se han iniciado una serie de agrupaciones de


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



empresas en varios lugares del mundo que buscan este objetivo. Es el caso de
la organización denominada Zero Emissions Research and Initiatives (ZERI)
fundada por el empresario Gunter Pauli a principios de los noventa. Pauli
introdujo el concepto de agrupación de empresas, promocionó el principio de
cero emisiones y la convirtió en el núcleo del concepto Zeri, tomando a la
naturaleza como modelo y mentor. Sus experiencias en la aplicación de
aquellos criterios son diversas y complejas: van desde la extracción de celulosa
para fabricar papel , el grano que fermenta para producir cerveza, la extracción
del aceite de palma, o las agrupaciones en torno a los cafetales colombianos.
En todos ellos se ha logrado un aprovechamiento integral de recursos y
residuos, siendo el resto no recuperable cuasi cero, (Capra, 2003, 296-299).


  De cualquier forma, la política de ecodiseño para que los productos diversos
y de fabricación y sus residuos se conviertan en recursos, todavía está lejos
para su aplicación en el entorno español, y, sólo en sus inicios en el europeo y
estadounidense. Sin embargo, es una línea de futuro y de esa economía del
conocimiento y de la inteligencia aplicada.


    De cualquier modo, sería interesante para nuestra comunidad llevar a cabo
una política integral en la gestión de residuos como primer paso, para llegar,
después, a la política de ecodiseño que ha de formar parta de esa economía
del conocimiento. En este sentido, y como ponen de relieve Tomás Carpi y
Bono, en este mismo libro, para llevar a cabo aquella política integral es
conveniente “un sistema de gestión informado por una escala de prioridades
que sitúa a la reducción de residuos en el primer nivel y el vertido en el último,
como mal necesario, teniendo como primer objetivo minimizar los residuos y
como segundo maximizar la recuperación de recursos, minimizando, a su vez,
las externalidades negativas por el tratamiento dado a dichos residuos. Un
tratamiento integral que enfatiza la prevención, la gestión de los materiales, la
recogida y creación de un mercado para los productos resultantes de la
valorización de los residuos”. Creemos que esto último es todo un programa de
actuación, aquí y ahora de gran importancia, de cara a ir convirtiendo, poco a
poco, el residuo en recurso. Si así lo hacemos daremos un paso de gigante de
cara a la sostenibilidad de la Comunidad Valenciana.


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



Screpanti, Emesto; Zamagni, Stefano (1997): “Panorama de Historia del
Pensamiento Económico”,. Ariel Economía: Barcelona.


Terradas, J. (2006): “Biografía del mundo. Del origen de la vida al colapso
ecológico”. Ed. Destino. Barna.


WWF (2004): “Living planet report 2004” Gond. World Wide Fund. For Nature.




Borrador                                           25                    julio de 2006
Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




SALUDA DEL CONSELLER DE TERRITORIO Y VIVIENDA

D. Rafael Blasco Castany
Conseller de Territorio y Vivienda


En tiempos no muy lejanos, en nuestro territorio, los residuos generados –la
mayoría de ellos, orgánicos– eran reciclados como abono agrícola. La
aparición de nuevos materiales de base industrial y el brusco cambio social
acaecido, nos ha situado a las puertas de una sociedad terciarizada, con sus
servidumbres materiales y una conciencia expansiva de consumo.


Y como ocurre en todo cambio social profundo, tiempo después del cambio
propiamente dicho acostumbra a alcanzarnos las necesidades de acople de la
conciencia social. La generación de residuos se ha visto acrecentada
exponencialmente sin que la conciencia social alcance a considerarlo como un
verdadero problema excepto en el momento en que falla el sistema
establecido. Un sistema, por otro lado, frágil, pues la base sobre la que
descansa es también frágil a partir del momento en que todo el proceso de
producción y generación de materias no cuenta con el acompañamiento de una
conciencia colectiva que además de exigir material reciclado y reciclable
desconoce el coste económico, medioambiental y social generado tras la vida
útil del producto.


Las administraciones somos en cierto modo responsables de esta situación en
la medida en que la concienciación ciudadana en materia medioambiental y en
el proceso de reciclaje y reducción del consumo no ha alcanzado todavía los
niveles óptimos deseados.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



En este sentido, la Conselleria de Territorio y Vivienda de la Generalitat
Valenciana se congratula de la propuesta elaborada por el Instituto
Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (Imedes) sobre la gestión de
residuos urbanos en la Comunidad Valenciana y su estado actual. Con un
modelo de detección-respuesta, tanto la Conselleria de Territorio y Vivienda
como Imedes han iniciado una labor conjunta de análisis y divulgación de los
resultados tras unos meses de reflexión acompañada de años de experiencia
en la gestión de los residuos.


El todavía bajo nivel de concienciación para la reducción de los futuros
residuos en origen, unido al constante crecimiento de éstos y la resistencia
social a asumir las infraestructuras de tratamiento de los residuos conforman
una de las mayores paradojas de la actualidad. Este horizonte, plagado de
incomprensiones, es el que nos obliga a un mayor esfuerzo previo –pero sin
demoras– para la ordenación y la gestión racional de los residuos. Es
necesario por tanto hacer extensibles los modelos para generar conciencia
social y compromisos individuales y colectivos sobre los que se asiente una
mayor sensibilización social cada vez que adquirimos un producto.
En este libro se plantean algunas propuestas de gran valor que ya se están
aplicando en la Comunidad Valenciana y cuyos resultados pueden ser
mejorados en la misma medida que se incremente la conciencia ciudadana y al
mismo tiempo los avances tecnológicos nos ofrezcan instrumentos más
seguros y eficientes.


Rafael Blasco Castany
Conseller de Territorio y Vivienda




Borrador                                           27                    julio de 2006
Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




2. APERTURA DE LAS JORNADAS

D. Rafael Blasco Castany
D. Emerit Bono Martínez



La introducción de la jornada corrió a cargo de                          D. Emerit Bono Martínez,
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia y co-director
del Máster en Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible, quien antes de dar
paso a la apertura de la misma por parte del Honorable Conseller de Territorio
y Vivienda D. Rafael Blasco Castany, quiso aproximar a través de una breve
introducción sobre el fondo de la cuestión a abordar en la jornada, y cuya
manifestación quedó expresada a través de las siguientes líneas:


“Partiendo de la expresión de que el mejor residuo es el que no existe, a
priori de cierto carácter intemperante, pero que, si se considera a la gestión de
residuos como aquel proceso a través del cual devolvemos al ciclo natural gran
parte de lo que de ella extraemos, esa aparente intemperancia deja de tener
lugar, no solo en los residuos urbanos (propios de esta jornada), sino también
en el resto. Demostrando que en estudios recientes tendentes a conseguir
sociedades industriales sostenibles,                 utilizando el principio del eco-diseño,
entendiendo este como, residuo equivale a recurso,                            se propone que la
correspondiente circulación cíclica de los materiales debe entenderse más allá
de los productos orgánicos.


En este sentido, intentar seguir el ciclo natural en la gestión y tratamiento de los
residuos, es la pretensión de cualquier político que quiere hacer frente de forma
científicamente rigurosa y políticamente responsable a la problemática de los
residuos. Pero la sociedad de consumo pone las cosas difíciles, pues, parte de
un supuesto de base en donde los recursos materiales y la capacidad de
absorción de la naturaleza se consideran como cuasí-infinitos. Siendo esta
presunción de ausencia de límites el origen del problema, porque cuando una
cosa se considera infinita y absolutamente versátil se puede hacer y proyectar
sobre ella lo que se quiera. Quedando patente la miopía de la sociedad actual


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



al no contemplar los problemas que acarrea el consumismo, en la situación
global de los residuos, con la generación de en torno a 1,3 kilos per cápita y día
en promedio en los países de la OCDE, y de cerca 2 Kg/hab/día en Estados
Unidos.

Por tanto, esta jornada pretende ser una plataforma en la que intervienen
actores sociales y políticos, en donde se analicen y den a conocer las distintas
propuestas y soluciones a la problemática de la gestión de                     los residuos
urbanos, dejando de mano de la Conselleria el desarrollo de una política con
mayúsculas en materia de gestión de residuos, y que permita la integración de
los mismos en el ciclo natural.”


Tras esta breve introducción, D. Rafael Blasco Castany, Honorable Conseller
de Territorio y Vivienda dio paso a la apertura del acto, agradeciendo en primer
lugar la introducción y punto de vista constructivo expresado por D. Emerit
Bono en su intervención, así como a la entidad organizadora la convocatoria de
las jornadas.


Tras ello, expresó su deseo personal de que estas jornadas generen un debate
abierto, reflexivo y pluridisciplinar, enmarcado en la normativa vigente y
encaminado a mejorar las perspectivas y a aportar soluciones desde el campo
de la gestión de los residuos y destacó la relevancia de los expertos
participantes y las expectativas generadas por sus conclusiones.


El Conseller reseñó que el conflicto de los residuos se mantiene abierto en la
actualidad y no ha sido plenamente resuelto en ninguna parte del mundo,
debido precisamente a su gran complejidad. Su resolución, por otra parte,
requiere de iniciativas y políticas activas, que vienen determinadas por el marco
jurídico actual compuesto por las cuatro Directivas Europeas redactadas desde
el año 75,        la legislación estatal en materia de residuos y la legislación
autonómica emitida en el año 2000.
Bajo este marco, “El debate (acerca de la gestión de los residuos) debería
atender a las preocupaciones fundamentales en materia de residuos, como
son:


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




    •      En primer lugar, la prevención y reducción de la producción de residuos,
           así como su nocividad -preocupación compartida por los ámbitos
           institucionales, la iniciativa privada y la sociedad civil que supondría una
           de las vías de mejora de su gestión-.
    •      En segundo lugar, los tratamientos que permitan su máxima
           valorización, asumiendo que no podemos partir del supuesto de que no
           se generan residuos.
    •      En tercer lugar, la estructuración territorial de la gestión de los residuos,
           de manera que se aproxime el problema a aquellos ámbitos
           institucionales y territoriales donde se tenga un conocimiento más
           concreto del mismo y pueda ser abordado desde la autosuficiencia.


En este sentido, teniendo presente tanto el marco jurídico como los tres
referentes anteriores, la Comunidad Valenciana ha construido un modelo que
permite afrontar estas cuestiones desde un planteamiento razonable que ha de
permitir la solución de uno de los problemas vigentes en nuestra Comunidad
Autónoma: la administración y territorialidad de la gestión de los residuos.


Este modelo se concreta en una gestión territorial representada por dieciocho
planes zonales -que por cuestiones operativas se han resumido en once- así
como en la constitución de los Consorcios, en los que se facilita la participación
de los responsables de la Administración Local y comarcal en la gestión de los
residuos.


Sin embargo, y aun a pesar de disponer de un marco jurídico y una ordenación
territorial como la mencionada, es posible definir aún soluciones concretas del
problema, asumiendo que existen alternativas y posicionamientos encontrados
que definen un modelo significativamente distinto aunque coincidan en el
objetivo de desarrollo sostenible compartido por todos. Por este motivo, las
conclusiones obtenidas en el transcurso de jornadas como la presente cobran
una especial relevancia.


Cabe destacar, en otro orden de cosas, el esfuerzo realizado por las diferentes
fuerzas políticas y las representaciones institucionales para llegar a un acuerdo


Borrador                                            3                    julio de 2006
Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



marco en la gestión de los residuos que permita trabajar conjuntamente y
profundizar en los problemas concretos. Este pacto surgió por iniciativa de la
Generalitat Valenciana y los Ayuntamientos de la Comunidad Valenciana a
través de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, así como la
iniciativa privada, y a él se han adherido las principales fuerzas políticas con
representación parlamentaria.


Así pues, con lo dicho, entramos en una fase de definición del tipo de
tratamiento, de gestión y de valorización que permitirá que la problemática
global de los residuos no constituya un elemento de degradación del
medioambiente o la salud, sino que pueda incluso dinamizar alguna fuente
energética e incluso aprovecharse, en algunos casos, para mejorar el contexto
de calidad de territorial y humana.


No hay que olvidar que el conflicto de los residuos trasciende de la realidad
local y comarcal en el que se manifiesta, debiendo ser considerado como un
tema nuclear en la salud de las sociedades democráticas modernas así como
en la gestión de los problemas que afectan de forma generalizada a la
sociedad. Las propuestas de solución son tan diversas en los distintos países
que es necesaria una reflexión serena para mejorar en nuestro territorio la
calidad y seguridad de la gestión de los residuos en nuestro territorio.


Como conclusión es necesario reseñar el contexto del que partimos en la
gestión de los residuos, pero haciendo hincapié en que aun llegamos a tiempo
para realizar nuevas propuestas que permitan mejorar nuestro modelo actual.
Sólo así podremos acertar con un modelo que sea el mejor para nuestro
territorio y      ofrezca las máximas garantías a los ciudadanos de nuestra
Comunidad.”




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




3. GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS: ECOEFICIENCIA Y SOSTENIBILIDAD

D. Juan Antonio Tomás Carpi
D. Emerit Bono Martínez1



1. Introducción.

La gestión de los residuos urbanos constituye una actividad de especial valor estratégico
en las sociedades modernas. La razón de esto no reside sólo en la cuantía de los residuos
producidos diariamente -en torno a 1,55 kilos per cápita y día en España y cerca de 1’5
kg/hab/dia en la Comunidad Valenciana en 2003 (aunque no puede olvidarse que esta
cifra está inflada por el impacto del flujo turístico que afecta a ambas realidades), cerca
de 2 kg/hab./día en Estados Unidos y 1,5 kg/hab/día de promedio en los países de la
OCDE (Bermudez, 2003, 14)- y la concentración humana en las ciudades, generadoras
de un serio problema de aglomeración de productos desechados de alta capacidad
contaminante y peligrosos para la salud y el medio ambiente urbano y natural. No
menos importante es la variedad de residuos que se originan, la cantidad de materia y
energía de gran valor que contienen y la oportunidad que su gestión encierra para elevar
la sensibilización y educación ambiental de los ciudadanos. Y todo esto en un contexto
social que, paradójicamente, es reacio a asumir las actividades y prácticas que una
gestión eficiente, saludable y sostenible de los residuos exige. En suma, hemos
generado un problema serio para el entorno natural y nuestra propia salud, pero nos
resistimos a afrontarlo de forma consecuente.

La problemática de los residuos ha cambiado mucho desde la época en que casi la
práctica totalidad de los mismos eran biodegradables y la mayoría de la población vivía
en zonas rurales. Entonces los residuos entraban en el ciclo natural al servir de alimento
a los animales domésticos e integrarse en los abonos orgánicos generados a domicilio y
utilizados en la regeneración del suelo agrícola. La reutilización de envases constituía la
norma y la recuperación de los productos de metal inservibles y trapos por los
chatarreros, traperos y chamarileros, para su posterior reciclaje, era un medio riguroso y
racional de gestión. En dicho contexto no sólo la producción de residuos era
sensiblemente menor a la actual y menos compleja su composición, sino que su gestión,
siguiendo las leyes y ciclos de los propios ecosistemas, resultaba eficiente y eficaz.

Con el desarrollo urbano y la sociedad de consumo todo cambiaría, no sólo para
incrementar y hacer más compleja la producción de residuos (especialmente por la
inclusión en el flujo de residuos de envases y embalajes, productos de usar y tirar y
diversidad de residuos especiales y problemáticos de origen doméstico y su sistemático
aumento en cantidad, peso relativo y peligrosidad), sino para romper las prácticas que
garantizaban la integración del grueso de los residuos en los ciclos de la naturaleza y
una gestión económica y ecológicamente eficiente de los restantes. El cambio de
situación social ha hecho variar, por otro lado, la lógica de gestión de los residuos.
Mientras             que            en            la           anterior            fase
eran normalmente las familias las que se responsabilizaban de forma espontanea de la

1
    Jaume Serra ha colaborado en la búsqueda y selección de información y bibliografía.


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



recogida y uso de los residuos, en la nueva situación estas funciones las han ido
asumiendo las instancias públicas, pasando su ordenación y gestión a ser competencia
de los distintos niveles del Estado, con la administración local como principal actor de
acuerdo con la Ley Básica de Régimen Local.

Con el efecto añadido de que este cambio en la gestión ha trascendido al plano de la
conciencia y sentimiento de responsabilidad ciudadana, hasta el punto no sólo de
olvidar la relación entre los residuos generados y el medio natural (por mediación de la
contaminación y el aporte de materia orgánica) sino también nuestra responsabilidad en
la forma como se gestionan y en las consecuencias de una deficiente gestión.

Resulta evidente que el cambio en los estilos de vida y la composición de los residuos
urbanos impiden la vuelta atrás en el enfoque de la gestión. Pero la forma como se ha
venido gestionando hasta ahora en esa nueva situación de asunción pública de la
responsabilidad, ha generado más sombras que luces. Por un lado por la problemática
ambiental que origina un vertido incontrolado o poco controlado. Por otro a causa de la
falta de atención a las causas y consecuencias de la generación de residuos y las
perdidas de materia y energía que el sistemático vertido o incineración sin recuperación
energética conlleva. Todo ello obliga a un serio y fundamental cambio de estrategia.

El crecimiento en complejidad del sistema de generación y del flujo de residuos
requiere un giro radical en el enfoque de gestión y en su propia complejidad. Un giro
que sólo es posible impulsar desde la instancia política, pero que debe tener como
objetivo minimizar los costes medioambientales y maximizar el aprovechamiento de la
materia y energía contenida en los residuos de forma económicamente aceptable. Pero
para lograrlo no basta con mejorar en el plano técnico y organizativo el sistema de
gestión; es imprescindible, por un lado, cambiar la forma como políticos, ciudadanos y
organizaciones de la sociedad civil perciben y valoran el problema y, por otro, hacer
viable la plena valorización de la materia y energía que encierran los residuos.
Conseguir esto requiere partir de una visión integral de la gestión de los residuos que al
tiempo que contemple la recogida y control eficaz de los mismos conlleve cambios de
técnicas, creencias, valores, hábitos y prácticas de empresas y ciudadanos, así como el
desarrollo de las capacidades y oportunidades que permitan reducir su generación y
maximizar el aprovechamiento económico y ecológico de los que se produzcan.

La gestión de residuos como gestión de materiales y aprendizaje constituye uno de los
pilares fundamentales de la estrategia de desarrollo sostenible de las sociedades
modernas. La razón de ello no reside sólo en su contribución a la reducción del flujo de
materia y energía que circule desde el sistema natural al sistema humano y el de
residuos que va desde este último al primero, con la adicional disminución del impacto
que esto último genera, merced a un mayor control. También son de resaltar dos
importantes efectos que esta estrategia persigue: a) ayudar a la regeneración del sistema
natural, mediante el aporte de materia orgánica procedente de los residuos, y b)
convertirse en un vehículo de concienciación medioambiental y aprendizaje ciudadano
de buenas prácticas, al proporcionar una oportunidad inestimable de ejercicio de la
educación medioambiental e implicación ciudadana en el proceso de gestión, con la
proximidad como principal resorte de motivación, comprensión y educación práctica.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión




2. La herencia del pasado.

Aunque la recogida indiscriminada y el vertido del residuo en vertederos incontrolados
o carentes de las condiciones garantes de la salud humana y medioambiental pertenecen
al pasado, la actual situación en España y la Comunidad Valenciana adolece de serias
debilidades y no pocas contradicciones que ponen en cuestión tanto su racionalidad
ecológica como la económica y social. En primer lugar porque ni la recogida ni la
valorización de los residuos, y aún menos la percepción que del problema se tiene, son
coherentes con el reto de la eco-eficiencia y la sostenibilidad ecológica que el proceso
plantea en un mundo natural lleno (aquel sometido a un serio estrés por la excesiva
presión generada por el actual nivel de producción y consumo con un paradigma tecno-
económico poco atento a la limitada capacidad de carga del sistema ecológico). En
segundo termino porque, en general, ni las fuerzas que impulsan la generación de más
residuos y de residuos más problemáticos, ni la creación de los mercados que absorban
los productos resultantes de la valorización de los residuos, han sido considerados como
exige una estrategia de gestión de materiales. Pero no menos importante es la visión
distorsionada que la sociedad tiene de la cuestión y el juego de intereses (económicos y
políticos) que dificultan o perturban una salida racional.

En general, el sistema actual de gestión de los residuos urbanos se sustenta
institucionalmente en la responsabilidad municipal de garantizar su recogida y
tratamiento. Los ayuntamientos delegan estas funciones en empresas de servicios
urbanos, ocupándose ellos de las actividades administrativas y financieras, como la
realización del concurso público para la concesión del servicio, gestión de cobros y
pagos y atención de reclamaciones. Las condiciones materiales y tecnológicas de las
funciones son frecuentemente definidas por las propias empresas contratantes, que son
las que realmente poseen el conocimiento de dicha realidad y del estado del arte.

Con pocas excepciones, y si dejamos de lado la presencia en la vía pública de
contenedores para papel y cartón, vidrio y envases ligeros, cuyo uso se deja a la
discreción del ciudadano, los servicios de recogida municipales hacen una recepción
indiscriminada de una mezcla de residuos depositados anónimamente en contenedores
distribuidos según una determinada pauta. El ciudadano es obligado a pagar unas tasas
fijas, que normalmente no cubren el coste de recogida y tratamiento, a cambio del
derecho a desentenderse del proceso y de la responsabilidad que conlleva la
contaminación generada por la actividad consuntiva. Con ello no sólo se lavan las
conciencias, sino todo rastro de la conexión entre modelo económico, modo de vida y
comportamiento y el impacto sobre el medio que ellos generan. Se pierde, por otro lado,
una magnífica oportunidad de trabajar por la concienciación y la educación ambiental
de los ciudadanos utilizando como recurso la propia actividad cotidiana. Este
alejamiento del productor y del consumidor respecto a su responsabilidad en la gestión
de los residuos alimenta creencias, actitudes y comportamientos poco coherentes con las
exigencias de un sistema de gestión saludable en lo ecológico y eficiente en lo
económico, al tiempo que viene a convertirse en una importante barrera para su
implantación.

Los residuos recogidos se someten, en el mejor de los casos, a un proceso parcial de
selección para la recuperación de ciertos materiales y generación de compost de baja
calidad, y una gran parte de ellos se destinan a vertedero o a incineración para reducir su


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



volumen antes de depositarlos en forma de cenizas y escorias. Pero el crecimiento en
cantidad (a causa tanto de la elevación de los niveles de vida como del acortamiento de
la vida de los productos) y en peligrosidad de los residuos generados ha venido a
agudizar los problemas que esta solución primaria genera: más dificultades para
encontrar espacio destinado a vertedero y crecientes costes de tratamiento para evitar los
efectos contaminantes de los residuos. No es casual, pues, que las tres prioridades de los
actores ocupados en la gestión de residuos (empresas y Administración) sean: 1)
encontrar un destino final para los mismos, ante la creciente escasez de espacio para
vertedero y la oposición social a su implantación por los temores que ello genera
(Bermudez, 2003, 7); 2) desarrollar tecnologías que conviertan los residuos no
asimilables en asimilables (CEPA, 2000, 2) y permitan controlar mejor los impactos
ambientales de los residuos y 3) incrementar los requisitos y exigencias a cumplir por
las instalaciones de tratamiento, incineración y vertido de residuos urbanos, que es lo
que ha venido haciendo la regulación comunitaria.

Pero aunque las nuevas instalaciones de tratamiento de residuos tienen que cumplir
normas técnicas y de funcionamiento extremadamente exigentes, con la consiguiente
reducción del impacto y riego de sus operaciones, una gran parte de los residuos
generados en la actualidad continúan enviándose a instalaciones antiguas y no tan bien
gestionadas, según palabras de la propia Comisión Europea, que atribuye esta situación
a la “incapacidad de los Estados miembros de aplicar de manera satisfactoria la
legislación comunitaria sobre los residuos” (Comisión de las CE, 2001, 56). En España
el propio Plan Nacional de Residuos Urbanos reconocía que en 1996 la mayoría de los
vertidos se ejecutaban con poco o ningún control ambiental (Ministerio de Medio
Ambiente, 2000, 3) y el objetivo perseguido consistía en lograr superar este problema
en el año 2006 mediante la implantación de vertederos que cumpliesen la nueva
Directiva de Vertido. El retraso en la ejecución de este programa del Plan en algunas
regiones, como la Comunidad Valenciana, sugiere el nivel de obsolescencia de las
instalaciones existentes y la manifiesta escasez de capacidad de vertido, que obliga en
algunos casos a llevar el residuo a vertederos de regiones limítrofes. El resultado es un
descuido cuyos gastos futuros superarán holgadamente los costes de gestión racional en
el presente.

Esta situación, extensible al conjunto de los residuos generados, plantea dos problemas
de gran importancia que tanto la sociedad española como la valenciana no acaban de
entender y asumir de forma responsable. En primer lugar el riesgo actual para la salud
humana y del medio natural que una deficiente gestión de los residuos plantea. En
segundo termino, el sobrecoste que conllevan los descuidos y que se traduce en gastos
futuros para descontaminar y corregir los efectos que los impactos pasados y actuales
originan. La experiencia enseña que cuesta mucho más corregir que prevenir, lo que
obliga a los países con un compromiso ambiental más avanzado que el nuestro a gastar
más en afrontar los efectos de la contaminación generada en el pasado que en gestionar
los residuos producidos en el presente, como ocurre actualmente en Estados Unidos
(ISWA, 2002). En suma, tanto desde el punto de vista social y medioambiental como
desde el económico resulta imperioso desarrollar con la máxima premura un sistema
eficaz de gestión de residuos, tanto urbanos como industriales y peligrosos. Toda acción
que suponga demora en el cambio de sistema, por bienintencionada que sea, resulta
irracional.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



El proceso descrito ha llevado a una importante contradicción que es necesario superar
si se quiere alcanzar una gestión de los residuos sostenible en lo ecológico y razonable
en lo económico. Por un lado, el aumento en la producción de residuos y su creciente
complejidad y nocividad obligan a un mayor esfuerzo económico y social para su
correcta gestión. Pero al propio tiempo la desvinculación del consumidor y del
productor de la plena responsabilidad sobre la gestión de residuos y su coste han
conformado un sentido de irresponsabilidad que dificulta la plena aplicación del
principio de quien contamina paga, que constituye un poderoso incentivo para el cambio
de comportamiento. A la crisis de gestión se adjunta una crisis de responsabilidad y otra
de índole económica, que llevan a la asunción de los crecientes costes de gestión con
cargo a recursos procedentes de otras fuentes de financiación municipal, como los
impuestos sobre inmuebles, a la resistencia de los entes públicos a asumir los objetivos
de una gestión sostenible de los residuos y a una agravación de la ya injusta distribución
de las cargas de la gestión. Sin olvidar que las distorsiones de información y formación
generadas por el alejamiento del ciudadano respecto a la problemática del residuo y su
responsabilidad constituyen una barrera a superar para la implantación de un sistema
racional y justo. Una barrera que viene a elevar los costes sociales y políticos de la
transición que habrá que llevar a cabo.

A todo lo anterior hay que adjuntar el legado, en forma de desconfianza e inquietud
social respecto a los efectos sobre la salud y el medio ambiente, del sistema tradicional
de gestión originado por una defectuosa aplicación de normas y prácticas en el ámbito
de la gestión (vertederos incontrolados o con tecnología deficiente, incineradoras
productoras de emisiones tóxicas) (Comisión de las CE, 2003, 10-11). Esta herencia no
sólo constituye una imagen que los responsables de pilotar el nuevo sistema de gestión
tendrán que borrar de la actual representación de la realidad del ciudadano, sino también
una rémora y un obstáculo a sortear en la nueva trayectoria. Pero la gran paradoja
consiste en la existencia de peligros medioambientales y sanitarios originados por los
vertederos incontrolados y una defectuosa gestión de los residuos (con veinte y dos
enfermedades identificadas procedentes de esta fuente), con una escasa atención
prestada a esta cuestión por ciudadanos, políticos y organizaciones sociales, y, al mismo
tiempo, la resistencia social ante la implantación de vertederos controlados e
incineración con recuperación energética sujeta a una exigente regulación y con
tecnología de última generación.

La cuestión de fondo, sin embargo, no consiste en sustituir el viejo sistema de
eliminación, gravoso para la salud y el medio ambiente, por otro con mayor garantía. Lo
que está en juego no es sólo el impacto medioambiental y sobre la salud de los residuos;
también lo es la insostenibilidad ecológica de nuestro modo de vida, del que los
residuos constituyen causa y efecto a la vez. Y visto desde esta perspectiva el problema
no reside únicamente en la eliminación y sus garantías, sino en la reducción de los
residuos y la recuperación de los recursos con el objeto de disminuir la presión del
sistema humano sobre el ecosistema y contribuir a la regeneración, perturbada por la
acción humana, de los ciclos de la naturaleza. Es decir, se trata de pasar de un enfoque
de tratamiento de los residuos a uno de gestión de los materiales, en coherencia con la
línea argumental del Sexto Programa de Acción de la Comunidad Europea en materia
de Medio Ambiente. Para lograrlo tanto o más importante que los instrumentos técnicos
lo son los de índole social.




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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



La conclusión que cabe extraer de cuanto se viene diciendo es que el diseño de un
sistema de gestión de residuos que haga compatible el modo de vida y los ciclos de la
naturaleza, por un lado, y conjugue los instrumentos técnicos y los socio-económicos,
por otro, lleva necesariamente a la adopción de una visión integral de los residuos y una
gestión integrada de los materiales que ellos contienen, con la sostenibilidad del flujo de
materia y energía como criterio último. Es justamente este enfoque el que determina de
forma incuestionable las prioridades de la política de gestión de residuos.


3. Gestión de residuos urbanos y gestión de materiales: la perspectiva de la
   sostenibilidad.

Según cual sea la motivación que presida la creación del sistema de gestión de residuos
urbanos, así serán sus objetivos, criterios de actuación y selección, instrumentos,
organización y actores implicados. Si la preocupación es la salud y la seguridad, vistas
desde la estrecha perspectiva de la incidencia directa del residuo sobre la salud pública,
el sistema que acabamos de describir seria hasta cierto punto coherente, pues de lo que
se trata es de retirar el residuo de la forma más sencilla posible y transportarlo allí donde
no produzca molestias. Es el tratamiento al final de la vida del producto lo que importa.
Pero cuando al motivo salud adjuntamos la preocupación ecológica, y en particular la
compatibilidad entre el funcionamiento del ecosistema humano y el del ecosistema
natural que lo contiene y sostiene, que es la motivación que preside la política de la
Unión Europea en materia de residuos (Comisión de las CC. EE., 2003, 6), el modelo de
gestión a implantar varia considerablemente.

3.1. Criterios, objetivos y campos de actuación de la nueva estrategia.

Partiendo del supuesto, que hoy pocos discuten, de que prevenir y reducir los impactos
es económicamente menos costoso que eliminar sus efectos, y que actuar así es la mejor
forma de conservar el capital natural en un contexto de presión creciente sobre el
entorno, resulta lógico inferir que cuando la producción de residuos urbanos sigue una
pauta de crecimiento y creciente complejidad y peligrosidad, la prevención constituye
un principio fundamental de toda política racional de gestión de residuos. Tampoco se
discuten ya los límites de la naturaleza y la creciente escasez de los recursos naturales,
lo que hace de la recuperación de los materiales que contienen los residuos otro
principio fundamental de buena gestión cuando la prevención y la minimización no dan
más de sí en un momento histórico concreto, tanto por razones económicas y sociales
como tecnológicas. De ahí que pueda afirmarse que la aplicación de ambos principios a
la producción y comercialización de bienes y a la gestión de residuos constituye la
piedra angular de un sistema de gestión que sirva a los fines del desarrollo sostenible.
Bien entendido que dicha aplicación debe efectuarse con un enfoque evolutivo y pro-
activo, considerando a los sistemas económico, social y tecnológico como realidades
abiertas al futuro y al cambio impulsado por la creatividad humana.

Desde esta perspectiva los objetivos fundamentales del sistema de gestión de residuos
pasan a ser la reducción de los mismos en origen, la disminución de su peligrosidad, la
reutilización de los bienes desechados que son susceptibles de ser aprovechados sin
transformación alguna, la máxima valorización de los restantes residuos y la
minimización de los que son enviados a vertedero, con la vista puesta en el vertido
cero. La eliminación con el mínimo impacto y riesgo es una exigencia ineludible pero


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



no un objetivo a largo plazo del sistema, sólo lo es de transición. En cualquier caso, la
clave de toda gestión de residuos que afronte la cuestión desde la perspectiva del
desarrollo sostenible consiste en lograr combinar, de forma dinámica e interactivamente
ajustada (sin olvidar los costes económicos y sociales que todo proceso de adaptación
conlleva, y por tanto los tiempos necesarios) pero con la vista puesta en la creciente
eficacia y eficiencia ecológica y económica del sistema, la prevención, la reutilización,
la valorización y la eliminación, con una apuesta decidida por la reducción de esta
última porción al mínimo posible.

Al contrario de lo que ocurría en el sistema tradicional de gestión, con las miras puestas
en la recogida y eliminación, en este caso la atención se centra en la reducción de los
residuos generados, la disminución de su peligrosidad y el máximo aprovechamiento
económicamente viable de los recursos que ellos contienen, bien sea devolviéndolos al
circuito económico (reciclaje e incineración con recuperación energética) o al ciclo
natural (compost), lo que supone un cambio fundamental del campo de operación de la
política, del espectro de responsables de poner en práctica la estrategia de gestión
sostenible de los residuos y del propio sistema de recogida. También el conjunto de
actores significativos para su implementación varía notablemente.

La prevención constituye el punto crítico de toda estrategia de gestión en origen de los
residuos, siendo su finalidad reducir la generación de los mismos, disminuir la
peligrosidad de los generados y facilitar al máximo el aprovechamiento
económicamente viable de los recursos que contienen. Como la experiencia
internacional pone de relieve, la integración de los residuos al ciclo productivo y de la
naturaleza y la minimización del impacto medioambiental de los residuos sólo es
posible eliminando o disminuyendo sensiblemente la agresividad medioambiental de los
compuestos utilizados en la producción de los bienes, lo que exige una profunda
revisión del proceso de producción de los mismos y los materiales utilizados. Reducir,
facilitar la reutilización de los materiales y desintoxicar los compuestos utilizados
constituye, pues, la clave principal de cualquier estrategia de desarrollo sostenible
informada por el criterio de sostenibilidad fuerte, al permitir la disociación entre el
crecimiento del valor económico creado y el uso de recursos y generación de impacto
medioambiental.

Con esto se establece también el principio fundamental de que quien contamina en
última instancia no es la actividad de gestión de residuos sino la de producción y la de
consumo, pues la capacidad de contaminación de aquella depende de la calidad y
cantidad de los residuos que proceden de estas. En consecuencia, los costes de la gestión
de los residuos y del control de sus efectos contaminantes dependerán de la calidad y
cantidad de los mismos y, por tanto, del comportamiento de los productores y
consumidores de los bienes que los generan. Por razones de eficacia medioambiental y
eficiencia económica dinámica, es sobre la producción y el consumo donde la política
de residuos debería poner particular enfasis, buscando influir de forma especial en la
política industrial y tecnológica, así como en la educativa y de comunicación. De ahí la
trascendencia que tiene la efectiva aplicación del principio de responsabilidad del
productor y del consumidor y el cambio en la percepción de la naturaleza del problema
de los residuos por parte de los ciudadanos y de los responsables públicos.

Pero es justamente en el ámbito de la prevención donde el sistema de gestión actual
presenta importantes lagunas. Y es en él donde reside el reto fundamental del futuro. Si


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Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión



bien se constata una clara tendencia a la disminución de la toxicidad y peligrosidad de
los bienes de consumo, que está teniendo positivos efectos sobre la salud humana y
medioambiental, así como en el impacto de la actividad de gestión de residuos (ISWA,
2002, 37), no ocurre lo mismo con la cantidad de residuos producida. De no cambiar la
actual tendencia a este respecto se harán efectivos los temores de la OCDE de que la
producción de residuos sólidos urbanos en su área de referencia pueda seguir una
evolución preocupante, pues se estima un aumento de más del 40% entre 1995 y 2020,
lo que llevaría a una producción media de 1’75 kilos de residuos por persona y día.
También la experiencia de la Unión Europea, donde la producción de residuos ha
venido creciendo en casi todos los países en cantidad, y en no pocos en peligrosidad
(AEMA, 2003, 41 y ss.), resulta poco alentadora, a pesar de ser está el área más
avanzada en materia de gestión de residuos. No obstante, el que en algunos países
europeos se estén consiguiendo resultados positivos en calidad y cantidad de los
residuos indica que el cambio es posible si hay voluntad política y sensibilidad social.
Un ejemplo claro de desacoplamiento entre producción y generación de residuos, así
como de desintoxicación de los materiales utilizados, lo ofrece el caso alemán, donde la
producción total de residuos ha disminuido en seis puntos sobre cien entre 1999 y 2002
(Federal Ministry for the Environment, Nature Conservation and Nuclear Safety, 2005a,
8) y donde el vertido cero se ha convertido en un objetivo a conseguir en 2020, para lo
cual la plena reutilización y la desintoxicación de los componentes de los residuos es
una exigencia.

Lo importante, sin embargo, es hacer notar que para lograr resultados a este nivel es
necesario actuar fundamentalmente sobre el ámbito de la producción y la
comercialización, con objeto de cambiar productos, técnicas y prácticas, así como sobre
los consumidores, para hacer variar las valoraciones, los gustos y los hábitos. El campo
donde desplegar la acción no puede ser sólo el local, ni las autoridades municipales las
únicas a asumir responsabilidades. Para influir sobre los productores son las instancias
comunitaria y nacional las que pueden conseguir una razonable eficacia. En el plano
comercial y del consumo los gobiernos regionales y locales, junto con los nacionales,
tienen capacidad de incidencia, aunque los criterios de eficacia y eficiencia aconsejan la
coordinación de las actuaciones de estos niveles de gobierno.

La forma como la Comisión plantea la cuestión pone de relieve la complejidad del
proceso a llevar a cabo (Comisión de las CE, 2003, 31). Por un lado, se resalta, y no sin
motivo, la necesidad de negociar las actuaciones preventivas con los sectores
económicos afectados. La conveniencia de actuar así no reside sólo en razones de
eficacia, sino ante todo en la necesidad de hacer compatibles los logros ambientales con
el progreso económico y la cohesión social, los otros dos pilares del desarrollo
sostenible según la concepción políticamente dominante del término. De acuerdo con la
Comisión los planes de prevención de residuos pueden negociarse a varios niveles, tanto
el europeo como el nacional, regional y local, pero la coordinación y la
complementariedad son los criterios que deben guiar la acción. Sin embargo, las
condiciones para que esto se haga realidad están aún lejos de darse, lo que en buena
medida explica el escaso éxito alcanzado en este cometido. Pero tal vez lo más
importante, y que el organismo europeo también resalta, es la necesidad de un firme
compromiso por parte de las autoridades para conseguir el objetivo, con independencia
de que los planes de prevención sean obligatorios o resulten de acuerdos entre actores
públicos y privados.



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Los Residuos Urbanos en la Comunidad Valenciana. Estado de la Cuestión
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Los Residuos Urbanos en la Comunidad Valenciana. Estado de la Cuestión

  • 1.
  • 2. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión LOS RESIDUOS URBANOS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA: ESTADO DE LA CUESTIÓN UNIVERSITAT DE VALENCIA IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible Borrador 1 julio de 2006
  • 3. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión CRÉDITOS DIRECCIÓN D. Emerit Bono Martínez D. Juan Antonio Tomás Carpi EDICIÓN UNIVERSITAT DE VALENCIA IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible EQUIPO DE INVESTIGACIÓN. IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible: D. Tomás Martínez Soria (coord.) D. Enrique Navarro Obrer D. David Mestre Navarro Dª. Mercedes Romero de las Heras D. Jaume Serra Miguel Dª. Sonia Sanz Portero PATROCINADORES CONSELLERIA DE TERRITORIO Y VIVIENDA TETMA SENDA AMBIENTAL-GRUPO SEDESA SOCIEDAD DE AGRICULTORES DE LA VEGA-SAV Borrador 2 julio de 2006
  • 4. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión COLABORADORES URBASER VAERSA GIRSA SAG-Sagunto CIERVAL Cámara de Comercio de Valencia FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias). PP (Partido Popular). PSPV-PSOE (Partido Socialista Obrero Español). EU (Esquerra Unida) – L’Entesa. UV (Unió Valenciana). C.C.O.O. (Comisiones Obreras). Asociación de Consumidores AVACU AVEADS (Asociación Valenciana de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible). Acrebo-Ecologistas en Acción. Borrador 3 julio de 2006
  • 5. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión INDICE 1. INTRODUCCIÓN. RESIDUOS & SOSTENIBILIDAD: DEL RESIDUO AL RECURSO .................................................................................................... D. Emerit Bono Martínez D. Juan Antonio Tomás Carpi SALUDA DEL CONSELLER DE TERRITORIO Y VIVIENDA. ................. .. D. Rafael Blasco Castany 2. APERTURA DE LAS JORNADAS ..................................................................... D. Rafael Blasco Castany D. Emerit Bono Martínez 3. GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS: ECOEFICIENCIA Y SOSTENIBILIDAD. .............................................................................................. D. Juan Antonio Tomás Carpi D. Emerit Bono Martínez 4. LA PROBLEMÁTICA OPERATIVA DE LA GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS. .................................................................................... D. Ángel La Orden. Director General de SEDESA. 5. DEBATE SOBRE MODELOS DE GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS............ 6. VALORACIÓN ECONÓMICA Y AMBIENTAL DE DIFERENTES SISTEMAS DE GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS. ..................... D. Javier Sebastiá Aguilar. Director General de TETMA. 7. BALANCE Y POLÍTICA DE GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA: LOS HECHOS. .................................................... 7.1. PRODUCCIÓN .......................................................................................... 7.2 RECOGIDA SELECTIVA DE RESIDUOS URBANOS. .................................... 7.3 VALORIZACIÓN Y ELIMINACIÓN 7.4. LA POLÍTICA DE RESIDUOS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA D. Germán Rodríguez Fontana. Jefe del Servicio de Residuos de la Borrador 4 julio de 2006
  • 6. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Conselleria de Territorio y Vivienda. Dª. Carola Aragón Álvarez. Técnico del Servicio de Residuos de la Conselleria de Territorio y Vivienda 8. LA SENSIBILIZACIÓN Y LA EDUCACIÓN AMBIENTAL COMO HERRAMIENTA DE GESTIÓN DE LOS RSU. ...................................................... IMEDES-Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible: D. David Mestre Navarro D. Enrique Navarro Obrer D. Tomás Martínez Soria 9. LOS ACTORES SOCIALES Y POLÍTICOS FRENTE A LA GESTIÓN DE LOS RESIDUOS URBANOS. ........................................................... 10.1. DEBATE SOBRE LA CUESTIÓN. ...................................................... 10.2. ANÁLISIS CUALITATIVO. .................................................................. 10. RESUMEN CONCLUSIVO ...................................................................................... D. Emerit Bono Martínez D. Juan Antonio Tomás Carpi Borrador 5 julio de 2006
  • 7. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión 1. INTRODUCCIÓN. RESIDUOS & SOSTENIBILIDAD: DEL RESIDUO AL RECURSO D. Emerit Bono Martínez D. Juan Antonio Tomás Carpi Zeus: ¡Oh dioses! ¡De que modo culpan los mortales a los númenes! Dicen que las cosas malas les vienen de nosotros y son ellos quienes se atraen con sus locuras, infortunios no decretados por el destino. Homero Se trata en esta introducción, sucintamente, de describir, explicitar algunas cuestiones que tienen que ver con la sostenibilidad de la comunidad humana. Para ello hacemos un pequeño repaso de los límites del planeta y de su problemática sostenibilidad. Y para entender mejor aquel proceso, analizaremos la interacción entre biología y economía, lo cual nos permitirá entrar en un concepto de la sostenibilidad vinculado al ciclo de los procesos de la biosfera. Todo ello nos lleva a considerar el residuo en el contexto de la naturaleza y sus consecuencias para la sostenibilidad, y nos faculta para aterrizar en la idea novedosa del ecodiseño como una nueva manera de convertir todo residuo en recurso. Idea, por otro lado, de importancia para la futura economía del conocimiento. Borrador 3 julio de 2006
  • 8. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión 1. Los límites del planeta y la sostenibilidad A pesar del lenguaje calculadamente ambiguo de los informes internacionales, el borrador final “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (Reid, 2005) ofrece cuatro conclusiones generales preocupantes: 1) En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro tiempo comparable de la historia humana, en gran parte para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimento, agua dulce, madera, fibra y combustible. Todo ello ha dado origen a una pérdida considerable y en gran medida irreversible de la biodiversidad sobre la tierra. 2) Si bien estos cambios han supuesto degradación de muchos servicios de los ecosistemas y un mayor riesgo de procesos no lineales, se ha acentuado paralelamente la pobreza de algunos grupos sociales. Estos problemas, si no se abordan, harán disminuir considerablemente los beneficios que las generaciones venideras obtengan de los ecosistemas. 3) De los servicios de los ecosistemas examinados por esta Evaluación, aproximadamente el 60% (15 de 24) se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes. La degradación de estos servicios podría empeorar considerablemente durante la primera mitad del presente siglo. 4) El desafío de revertir la degradación de los ecosistemas y al mismo tiempo satisfacer las mayores demandas de sus servicios puede ser parcialmente resuelto en algunos de los escenarios planteados por la Evaluación, pero ello requiere de cambios significativos en las políticas, instituciones y prácticas, cambios que actualmente no están en marcha. Borrador 4 julio de 2006
  • 9. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Lo que acaba de decirse es suficientemente claro y contundente para que no sea necesario comentario alguno. Remarcar, en todo caso, que la degradación y el uso no sostenible del 60% de los ecosistemas es consecuencia del formidable incremento que la producción y el consumo experimentado en toda la segunda mitad del siglo pasado. Lo más preocupante es el pesimismo existente respecto a la posibilidad de revertir la degradación de los ecosistemas (punto 4). En la misma dirección pueden citarse otros indicadores. Según el Living Planet Report del año 2004, la huella ecológica mundial supera, en términos globales, en un 20% la capacidad natural del planeta. O sea, que hemos agotado los recursos más rápidamente de lo que la naturaleza puede regenerarlos, con lo que la insostenibilidad de este ritmo de agotamiento es evidente (Martínez Osés, 2005). La revisión actualizada del informe del Club de Roma treinta años después (Meadows et al., 2004) ha puesto de manifiesto que la humanidad está ya en una posición de translimitación y que, en consecuencia, el colapso es ahora más difícil de evitar. Y, por supuesto, sus efectos más difíciles de contrarrestar.. “porque un nuevo equilibrio exigiría ahora una fase prolongada de decrecimiento, de des-desarrollo” (Garcia, 2006). La situación descrita es grave y la posibilidad de supervivencia del planeta está comprometida. No obstante, siempre se puede argumentar que no es para tanto pues muchas sociedades a lo largo de la historia han estado al borde del colapso y lo han superado, si bien, otras, no (Diamond, J. 2006). De cualquier modo lo que queremos subrayar es la perentoria necesidad de tomar en cuenta aquella situación global para operar localmente, de forma tal que no aumentemos la degradación de nuestros ecosistemas. Se trata de viabilizar la sostenibilidad, a lo largo del tiempo, de nuestras sociedades en relación al medio ambiente. O sea, de analizar los flujos metabólicos de las sociedades modernas, la entrada de materiales y la producción de residuos desde la óptica del equilibrio ecológico de los ecosistemas para asegurar su sostenibilidad. Borrador 5 julio de 2006
  • 10. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión El enfoque de este análisis lo haremos, especialmente, desde la vertiente de los residuos. A veces cuando se trata la problemática medioambiental se enfatizan los aspectos relacionados con el agotamiento de los recursos no renovables, o de la utilización no sostenible de los renovables. Y, sin embargo, la cuestión de los desechos de diverso tipo que genera la actividad de producción-consumo moderno está cada vez más presente en los diversos informes internacionales. Como botón de muestra podemos hacer alusión al informe del Club de Roma (Meadows, et al., 1991) que hace una especial consideración de los residuos frente, por ejemplo, al del año 1972, así como también al informe del Milenio antes citado. Algunos bioeconomistas insisten en la centralidad de los desechos, pues las dificultades del futuro vendrán de la mano de los residuos y no tanto del agotamiento de las reservas... Los auténticos límites al desarrollo de las actividades humanas se relacionan con el espacio, con la contaminación, con las múltiples regulaciones naturales que el crecimiento económico pone en peligro... Entre los grandes problemas que nos aquejan desde hace unos años, la importancia que revisten las del Ozono, estratosférico, de un hipotético efecto invernadero (consecuencia del CO2) , de las lluvias ácidas, de la contaminación del manto freático, deja patente el carácter crucial del tema de los residuos. (Passet, 1997, 65). Para abordar todos estos problemas desde la “sostenibilidad” o viabilidad en el tiempo de un sistema físico – los flujos metabólicos de entradas de materiales y residuos de cualquier sociedad moderna – viene marcada por sus intercambios en el entorno, aspecto este último que es difícilmente contemplable por la red usual analítico-conceptual al uso de los economistas. No obstante, últimamente, y por las implicaciones que tiene la sostenibilidad, la economía parece querer tender puentes hacia aquellas partes del proceso físico de producción que hasta ahora no se han tenido en cuenta. La Economía Ecológica no se está constituyendo en una nueva disciplina de la economía, que va más allá, intenta sentar nuevas bases, bucear las nuevas ramas del saber que nos permitan aprehender los diversos Borrador 6 julio de 2006
  • 11. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión aspectos de la sostenibilidad. Por ello, tiene un enfoque transdisciplinar que pretende integrar la biosfera (ciencias de la naturaleza); la sociedad (Sociología y psicología del comportamiento) y la economía (ciencia económica). Así, por ejemplo, actualmente el crecimiento económico está vinculado a la utilización de combustibles fósiles. Sin embargo, la garantía de aquel proceso puede, o no, encontrar un primer límite en la estructura de los derechos de propiedad sobre los sumideros y depósitos (economía política y economía institucional). También se puede encontrar con un segundo límite que viene enmarcado por la capacidad de absorción de la biosfera a través de la cual se recicla el dióxido de carbono, en un cierto tiempo, sin cambiar el clima (ciencias de la naturaleza). Pero también puede suceder que las excesivas emisiones de dióxido de carbono se reduzcan por un cambio en los derechos de propiedad sobre los sumideros y los depósitos de carbono y / o por cambios en la estructura de precio por medio de ecoimpuestos o permisos de emisión (ciencia económica) (Martínez Alier, 2004, 31). Pues bien, cualquier política que pueda articularse respecto al clima, implica un proceso de integración del análisis de estos tres niveles. La sola economía convencional difícilmente puede suministrar suficiente información para abordar la complejidad de la política climática. Y ello porque contempla el sistema económico como un sistema autosuficiente en el cual se forman los precios tanto de los bienes y los servicios del consumo, como de los factores de producción. A lo sumo , en este sistema autosuficiente, puede incorporar las externalidades positivas o negativas (de Marshall y Pigou, respectivamente) mediante la corrección de precios vía impuestos. Quedan fuera de este análisis convencional las aportaciones de las ciencias naturales que mucho tienen que decir sobre los servicios que la naturaleza proporciona en la absorción del dióxido de carbono, así como de los procesos de cambio climático. El ejemplo de los combustibles fósiles y el crecimiento económico es una muestra que “mutatis mutandi” se puede trasladar al caso de los residuos como más adelante tendremos ocasión de analizar. En concreto se tratará de Borrador 7 julio de 2006
  • 12. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión observar como la naturaleza, con el apoyo de la energía solar, ha podido cerrar los ciclos de materiales convirtiendo los residuos en recursos. Sin embargo, antes de proseguir cómo procede la naturaleza, nos gustaría encuadrar aquel proceso en la relación entre biología y economía pues puede ayudarnos a comprender mejor el problema de los residuos. 2. Biología y economía La analogía biológica ha estado presente con frecuencia en la forma de analizar los procesos económicos por parte de los economistas. Recordemos que el médico Quesnay (siglo XVIII) estudiaba la estructura económica en la que basaba al organismo social como si se tratara de un organismo natural, siguiendo el curso circulatorio fisiológico del cuerpo humano. En este sentido, el equilibrio al que aquel organismo natural tendería de manera natural era una manifestación del orden natural de las cosas (Screpanti, y Zamagni, 1997). El propio Mashall veía la economía como “una rama de la biología interpretada genéricamente”. Los economistas de la Escuela de Chicago, Gary Becker, Jack Hirshleifer y Gordon Tullock , intentaron hacer de la biología una rama de la economía interpretada restrictivamente (Hodgson, 1995). Defienden que los principios económicos comunes ligan la biología a la economía pues todos los aspectos de la vida están dirigidos, en última instancia, por la escasez de recursos, siendo la competencia la Ley de las interacciones de la economía natural y que nos afecta a todos. Como señala Hirshleifer, “conceptos fundamentales como escasez, competencia, equilibrio y especialización desempeñan papeles similares en ambos campos de investigación. Y pares de términos como especie / industria, , mutación / innovación, evolución, progreso, mutualismo / intercambio tienen significado análogo” (citado por Hadgson, 1995, 57). En definitiva, los organismos (biológicos) optimizan o maximizan sus comportamientos por analogía con los productores y consumidores. En esta dirección, la teoría económica de raíz neoclásica se convertiría en el enfoque Borrador 8 julio de 2006
  • 13. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión científico por antonomasia, no sólo de la esfera social humana, sino también de todo el mundo natural (Carpintero, 2006, 214). Estaríamos en presencia de una especie de “imperialismo económico “ hacia el resto de disciplinas, según advierte Hodgson. Las debilidades teóricas de este acercamiento reduccionista entre economía y biología realizado por la Escuela de Chicago han sido puestas de relieve en varias ocasiones y por diversos autores(Hodgson, Daly, Carpintero, etc...). Así, suponer la competencia como pauta general excluye de un plumazo todas las relaciones de interdependencia y cooperación establecida entre organismos de la naturaleza, además de situar la lucha desatada en los “mercados competitivos “ como la única forma óptima de asignar los recursos y la solución de los problemas económicos. En esta misma dirección, postular comportamientos maximizadores en los diferentes organismos lleva a suponer que el objetivo es único, cuando realmente existen múltiples posibilidades que muchas veces aparecen como fines en conflicto (Carpintero, 2006, 215). Por otro lado, Hodgson pone de relieve que la biología permite una aproximación evolutiva a la economía que tiene una serie de ventajas de indudable interés. Por ejemplo, manifiesta una preocupación por los procesos irreversibles que actualmente se están dando, por el desarrollo a largo plazo en lugar de ajustes marginales a corto plazo, por los cambios cualitativos además de los cuantitativos, por la variedad y diversidad, por las situaciones sin equilibrio así como por las situaciones de equilibrio, y por la posibilidad de errores sistemáticos y persistentes, y el consiguiente comportamiento no óptimo. En definitiva, si la teoría de la elección racional constituye el centro de la corriente principal de la Escuela de Chicago, apoyándose en supuestos estáticos, o sea, en la noción de un entorno decisivo eventualmente constante y en la idea de racionalidad global, sus supuestos son cuestionados en la teoría evolucionista de la economía (Hodgson, G. Apt. Cit. Pag. 61-62). A nuestro juicio ha sido Georgescu-Roegen con su enfoque bioeconómico el que mejor - , o, al menos, uno de los mejores – ha encarado la relación biología-economía. Según nuestro autor: “Mi propia razón para afirmar Borrador 9 julio de 2006
  • 14. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión que la economía debe ser una rama de la biología interpretada de forma amplia, descansa en el nivel más elemental de la cuestión. Somos una de las especies biológicas de este planeta, y como tal estamos sometidos a todas las leyes que gobiernan la existencia de la vida terrestre. Efectivamente somos una especie única. Pero no porque hayamos obtenido el control total sobre los recursos de nuestra existencia. Los que piensan así nunca han comprobado nuestra propia lucha por la existencia con la de otras especies, la de la ameba si deseamos un buen caso de análisis. No podemos estar seguros de que para un intelecto imparcial de otro mundo, que estudiara la vida terrestre tal y como un biólogo estudia el mundo de los micro-organismos (por ejemplo), la ameba no apareciese como una forma de vida con más éxito. Pero este intelecto posiblemente no fracasaría al señalar otra característica, la única característica que diferencia a la humanidad de todas las otras especies. En nuestra jerga es que somos la única especie que en su evolución ha violado los límites biológicos (Georgescu-Roegen, 1994). ¿Y como ha sobrepasado aquellos límites?. ¿Qué instrumentos la especie humana ha utilizado para ir más allá de aquella construcción biológica?. Georgescu-Roegen parte de la distinción, que acuñó Alfred Lotka (biólogo) en el año 1925, entre órganos endosomáticos y exosomáticos. Los primeros acompañan a todo ser vivo desde su nacimiento hasta su muerte (piernas, brazos, ojos, etc.) y es a través de los que todo animal se va adaptando, mejor o peor, a las condiciones vitales y de su entorno. El cambio evolutivo de los seres vivos que se lleva a cabo a través de los órganos endosomáticos es necesariamente lento, como corresponde a las imitaciones biológicas. Por el contrario, como manifiesta Georgescu-Roegen, será la especie humana quien hallará un método más rápido de evolucionar a través de la progresiva fabricación de órganos separables -exosomáticos- que no formando parte de la herencia genética de la humanidad, son utilizados por ésta en su desarrollo evolutivo para vencer las restricciones biológicas propias. En palabras de nuestro autor, “con estos miembros separados ahora podemos volar más alto y rápido que cualquier pájaro, transportar más peso que Borrador 10 julio de 2006
  • 15. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión cualquier elefante, ver en la oscuridad mejor que una lechuza, y nadar en el agua más deprisa que cualquier pez” (Georgescu-Roegen, 1994, 314). En esta perspectiva, la utilización de instrumentos exosomáticos que permitan superar los límites biológicos se ha vuelto una necesidad: “si un día desaparecieran de nuestra existencia nuestros órganos exosomáticos, sin duda significaría una catástrofe aún mayor que cualquier importante amputación endosomática” (Georgescu-Roegen, 1994, 315). Ciertamente, la producción de estos órganos exosomáticos (coches, casas, aviones, barcos, etc.), así como su intercambio comercial, generó indudables ventajas pero también afloraron determinadas dificultades que al economista rumano (Georgescu-Roegen) no le pasaron desapercibidas. La primera dificultad que aflora es el conflicto social por la posesión de estos órganos exosomático. Este conflicto social durará mientras el hombre permanezca sujeto a una actividad manufacturera que requiere una producción socialmente organizada y, consecuentemente, una organización social jerárquica que se plasma en “gobernados” y “gobernantes” en el sentido más amplio del término... el conflicto social sobre quien debería comer caviar y beber champagne estarán con nosotros para siempre... (Georgescu-Roegen. 1994,. 315). En determinadas especies que evolucionan de forma endosomática, puede haber una rígida división del trabajo (por ejemplo, las abejas o las hormigas), pero en esas colectividades el conflicto social está ausente. La desigualdad y la lucha de clases están íntimamente unidas a la producción y disfrute de órganos exosomáticos, según Georgescu-Roegen. El segundo problema emerge como consecuencia de la diferente evolución exosomática que posibilita que algunos pueblos pueden llegar a constituir especies exosomáticas distintas. Esta diferencia puede ser mayor que la distancia que existe entre dos especies biológicas y las relaciones que se establecen entre ellas también son objeto de conflicto. Así, el Homo Indicus –dice Georgescu-Roegen- constituye una especie exosomática distinta a la del Borrador 11 julio de 2006
  • 16. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Homo Americanus. El primero cocina con un artilugio primitivo quemando estiércol seco, el otro con un horno microondas con encendido automático, autoajuste y autolimpieza, el cual recientemente ha evolucionado la forma de cocinar americana. La cuestión es que no puede existir relación exosomática entre los dos. Si el burro, que constituye un vehículo usado por el Homo Indicus, cae en una zanja y se rompe una pata, ningún neumático radial de acero podría reparar el “pinchazo”. (Georgescu-Roegen, 1994, 316). Por otro lado, el proceso de producción y comercialización de órganos exosomáticos se está articulando sobre el stock finito de productos derivados de la corteza terrestre (minerales y energía), en vez de sobre el flujo de radiación solar y sus derivados que nos llegan sin restricciones, lo cual nos conduce a la tercera dificultad observada por Georgescu-Roegen, “la adicta utilización de recursos minerales, consecuencia del hecho de que todos nuestros órganos exosomáticos se producen a partir de dichos ingredientes... y ello nos lleva a las restricciones impuestas por la ley de la entropía”. Este análisis descriptivo-analítico de la relación entre biología y economía, así como la especial consideración de la posición de Georgescu- Roegen, nos permite encuadrar y entender mejor los procesos de extralimitación y sobrecarga del planeta tierra descrito en el primer apartado de este escrito. Así, el que la especie humana sea la única especie que haya violado los límites biológicos a través de su dotación de órganos exosomáticos, implica la necesidad de producción de mercancías con la consiguiente captación de ingentes recursos naturales y la generación y deposición de residuos sin asimilar, lo que ha determinado el carácter insostenible de los actuales modos de producción y consumo al servicio del disfrute de la vida. En este sentido, y como indica O. Carpintero, cualquier recuperación de la estabilidad ecológica para hacer más sostenible las relaciones entre la especie humana y la naturaleza hace conveniente tomar como ejemplo la biosfera y articular los procesos productivos bajo el paraguas de fuentes de energía renovables y procedimientos que consigan cerrar los ciclos de materiales, reutilizando y reciclando los residuos para su aprovechamiento como recursos Borrador 12 julio de 2006
  • 17. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión (Carpintero, 2006, 224-229). Precisamente este último aspecto es el que más nos interesa a nosotros. 3. Sostenibilidad y naturaleza La idea de la sostenibilidad hace referencia a los procesos de desbordamiento, de sobrepasamiento de la capacidad de la biosfera de proporcionar recursos de todo tipo (renovables y no renovables), así como su capacidad de absorber los residuos que genera la actividad humana en la utilización de aquellos recursos. Estamos hablando, por tanto, de límites. Y en esta dirección, como muestra el último informe del Club de Roma (año 2004), limitan el ritmo al que la humanidad puede extraer recursos (cosechas, pastos, madera, pescado) y emitir residuos (gases de efecto invernadero, sustancias tóxicas y no tóxicas) sin superar la capacidad de producción o de absorción del planeta (Informe Meadows y Randers, 2004). En el fondo, la sostenibilidad no implica otra cosa que seguir los ciclos naturales de la propia biosfera. En la medida que la actuación humana violenta, sobrepasa, aquellos ciclos genera reacciones que, interrumpen aquellos procesos naturales. Por ello, la sostenibilidad de un sistema económico debemos enjuiciarla no tanto por la intensidad que hace del uso de los recursos no renovables, como por su capacidad de cerrar los ciclos de materiales mediante la recuperación y el reciclaje, con la ayuda de fuentes renovables (energía solar). Ciertamente que los seres humanos y los organismos, en general, necesitan degradar energía y materiales para mantenerse vivos. Y para evitar que ello redunde en un deterioro antrópico de la tierra, se debe articular dicha degradación sobre el flujo de energía procedente del sol y sus derivados, como bien ejemplifica la fotosíntesis que permitió el desarrollo de la biosfera y de la especie humana. Ha sido J.M. Naredo uno de los que mejor ha sintetizado aquel proceso. Destaca cuatro hechos en este proceso de la transformación de los materiales y energía que operan en el caso de la fotosíntesis. En primer lugar, la energía necesaria para dotar de complejidad los enlaces que ligan a Borrador 13 julio de 2006
  • 18. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión los elementos disponibles, procede de una fuente que se puede considerar inagotable (el sol) y, al mismo tiempo, que asegura la continuidad del proceso, sin que ello suponga un aumento adicional de la entropía y desorden de la Tierra. Por otro lado, y en segundo lugar y no menos importante, es que los convertidores que permiten transformar la energía solar en energía de enlace – las plantas verdes – se reproducen utilizando para ello esa misma fuente renovable sin necesidad de utilizar otras energías derivadas. En tercer lugar, los desechos vegetales que se generan, tras un proceso de descomposición natural, se convierten en recursos fuente de fertilidad, al incorporarse al suelo en forma de humus, con lo que se cierra el ciclo de materiales vinculado al proceso. Y, por último, que el proceso utiliza materiales que, por lo general, abundan en nuestro planeta (Naredo, Y., Valero, año 1999, 24-68). En definitiva, en general, los físicos, biólogos y ecólogos (por ejemplo, Fritjof Capra, Margalef, Margulis, Terrades, etc) están de acuerdo en destacar que la característica del hogar Tierra consiste en su capacidad innata para sostener la vida. En este sentido la comunidad planetaria de seres vivos ha de ajustar sus comportamientos para no perturbar aquella capacidad innata: este es el significado de la sostenibilidad ecológica. Por ello, según Capra, lo que es sostenido en una comunidad sostenible no es su crecimiento económico ni su desarrollo, sino toda la trama de la vida, de la que depende nuestra supervivencia a largo plazo (Capra, F. 2004). Ello implica que una comunidad humana para ser sostenible se ha de diseñar de tal modo que sus formas de vida, de negocios, de economía, de estructuras físicas y tecnológicas no interfieran con esa capacidad innata de la naturaleza para sustentar la vida. El significado de esta última afirmación no tiene el porqué tener un contenido restrictivo, pues según los ecólogos y biólogos las formas de vida de las comunidades sostenibles evolucionan con el tiempo en constante interacción con otros sistemas vivos, sean humanos o no. Por ello, la sostenibilidad no significa que las cosas no cambien, que se mantengan en un estado estático. Más bien implica un proceso dinámico de coevolución. Borrador 14 julio de 2006
  • 19. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión El primer paso operativo de aquella sostenibilidad, según Capra (2004), es dotarnos de la capacidad para comprender - lo que el denomina ecoalfabetización – los principios de organización comunes a todos los sistemas vivos. En otras palabras, que los sistemas vivos son redes autogenéticas ( o sea, que dependan de si y para si), orgánicamente cerradas dentro de perímetros, pero funcionalmente abiertas a flujos constantes de materia y energía. Esta comprensión sistémica de la vida nos permite identificar los principios básicos de la ecología para la construcción de las sociedades humanas sostenibles. Seis principios de ecología son centrales para el sostenimiento de la vida: 1) Redes, entendiendo por tales que todos los seres vivos se comunican y comparten recursos a través de sus perímetros. 2) Ciclos, a través de los cuales los sistemas vivos intercambian materia y energía procedente de su medio, produciendo residuos. Sin embargo, ningún ecosistema genera residuos netos, puesto que los residuos de una especie son siempre el alimento de otra. 3) La energía solar a través de la fotosíntesis de las plantas verdes genera los ciclos ecológicos. 4) Asociación, que indica que en todo intercambio de energía y recursos que se da en cualquier ecosistema, se lleva a cabo mediante la cooperación y el funcionamiento en red. 5) Diversidad, que es una característica fundamental de los ecosistemas para conseguir estabilidad y resistencia gracias a la complejidad de sus redes ecológicas. 6) Por último, el equilibrio dinámico que nos indica que todo ecosistema es una red flexible en fluctuación permanente, de tal modo que ninguna variable puede ser maximizada en exclusiva, sino que todos fluctúan en torno a sus valores óptimos. (Capra, 2004, 266-300). Borrador 15 julio de 2006
  • 20. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Sin partir de estas ideas difícilmente podremos entender el sentido de la sostenibilidad de cualquier comunidad humana. A nuestro juicio, seguir los ciclos, el curso de la naturaleza, constituye el objetivo central de cualquier política de sostenibilidad. Los veremos en forma inmediata. 4. Residuos y naturaleza. Los ecosistemas vivos que funcionan según los ciclos naturales de la biosfera, apenas producen residuos, pues se convierten, a través de diversos procesos de descomposición, en nutrientes para otros seres vivos, Hay una excepción a esta regla: la comunidad humana produce una enorme cantidad de residuos que, en la generalidad de los casos, no es integrada al ciclo biológico como sucede con las otras especies vivas. Precisamente la actividad de los humanos ha generado una contaminación tal, que ha afectado seriamente a los ecosistemas, reduciendo sus funciones de perpetuar la vida, como bien ha hecho notar el Informe de Evaluación del Milenium (2005) y que detallamos al principio de esta introducción. Hagamos un alto en el camino para echar una ojeada a la situación de los residuos, en especial de los residuos urbanos. Después intentaremos hacer determinadas propuestas – de carácter general, que es lo que pretende esta introducción – volviendo a recoger el hilo de lo dicho más arriba. Según el Informe Medio Ambiente en Europa: Tercera evaluación (AEMA 2004), en Europa se calcula que se generan más de 3.000 mill. de toneladas de residuos todos los años. Esto equivale a 3.8 ton. per capita en la Europa Occidental y 4.4 toneladas para la Europa Central y Oriental. La clasificación de residuos del Informe es la siguiente: residuos urbanos, residuos peligrosos, residuos industriales no peligrosos, residuos de minas y canteras, residuos de la producción de electricidad (cenizas de carbón), residuos inertes. El informe pone de manifiesto que, según los datos disponibles, se observa una tendencia al alza de la producción total de residuos, y que los sectores de fabricación, Borrador 16 julio de 2006
  • 21. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión construcción, demolición, extractivo y agrario, son los que más residuos generan (Informe 2004, 191-164). Por otro lado, en general, se observa una asociación positiva entre la producción de residuos y el aumento del PIB, o sea, que por cada unidad de producto interior bruto per capita necesitamos producir más residuos. Solamente en algunos países como Dinamarca, Holanda y Suiza se está produciendo una disociación entre residuos y el PIB. La producción de residuos urbanos – tema central de este libro – es muy importante en Europa y mantiene una tendencia al alza evidente. Se calcula que cada año se reconocen más de 306 mill. de toneladas, lo que supone una media de 415 kg. per capita. La recogida de residuos urbanos presenta considerables diferencias entre países y oscila desde los 685 kg per capita de Islandia y los 105 kg. de Uzbakistan. España produjo 501 kg/hab./año en el 2003, mientras la media EU-15 estaba en 577 kg/hab./año. Si nos fijamos en los residuos urbanos generados en España, tenemos que en el periodo 1990-2003 aquellos residuos aumentaron un 71% en términos absolutos, llegando a la cifra en el año 2003 de 21.4 Mill. de toneladas que representa el 13% del total de residuos. La misma tendencia se observa en el ratio generado de producción de residuos urbanos por habitante y año pues en el periodo 1990-2003 se produjo un incremento del 55% (ver informe de sostenibilidad en España 2005, del Observatorio de la Sostenibilidad en España OSE 2004, pág. 85 y 99). Hay que reseñar que el tratamiento de los residuos en España ha mejorado ostensiblemente a lo largo del periodo considerado. Así, el destino de los residuos urbanos en su ubicación en vertidos controlados pasó a ser del 53% en el año 2003 frente a un 48% en el año 1990. Pero más significativo constituye, a nuestro juicio, el hecho de que los vertidos incontrolados que eran del 23% en 1990, se han reducido a un 3.9 % en el 2003 (La Comunidad Valenciana mantiene un porcentaje mas alto). Borrador 17 julio de 2006
  • 22. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión También conviene destacar el aumento significativo de los residuos destinados al compostaje que han pasado del 20.3% en el año 1990 al 28% en 2003. El aumento significativo (no tanto por la cantidad, pero si por la tendencia que muestra) de la recogida selectiva que, de prácticamente nada en el año 1990 (0.5%), constituía el 8.4% del total de destino de los residuos urbanos (2003). Por último, el 6.2% de los residuos urbanos fueron incinerados con recuperación de energía en el año 2003, frente al 2,9% en 1990. La incineración de residuos sin recuperación energética ha desaparecido prácticamente. Conviene advertir que, a pesar de las medidas incorporadas en las normativas y planes de residuos en España, no se ha podido invertir la tendencia de aquella producción de residuos. De hecho, en el año 2003 se produjeron en torno a seis millones de toneladas más que las fijadas como objetivo por el Plan Nacional de Residuos Urbanos (Informe Sostenibilidad en España, 86). De cualquier modo, aquella desmesura en el crecimiento de los residuos es la tónica general en el mundo y, en particular, en Europa. En el quinto programa de acción en materia de medio ambiente, la Comunidad Europea se había marcado como objetivo estabilizar la producción de residuos urbanos de la U.E. a los niveles de 1985 (300 kg per capita y año) en el año 2000. Este objetivo se ha superado con creces en casi todo los países, del orden del 75% al 100%. De tal forma que en el sexto programa de acción de política ambiental, acordado en el año 2002, ya no se ha marcado objetivos cuantitativos en la producción de residuos, inclinándose por políticas más cualitativas (de cierre del ciclo del producto, por ejemplo). Borrador 18 julio de 2006
  • 23. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión 5. Ecodiseño y residuos Variadas experiencias a lo largo y ancho del mundo intentan buscar algún tipo de solución a los residuos. Si hemos de construir comunidades humanas sostenibles, uno de los retos importantes lo constituyen los residuos (otros retos, de no menor entidad, son el uso de energía y materiales que no es objeto de este trabajo). En este sentido, y en función de lo dicho más arriba, tendríamos que seguir una regla, que explica las regulaciones a escala de la biosfera y es que todo residuo es un recurso (Terradas, J. 2006). Ello no significa otra cosa que llevar a cabo un esfuerzo en rediseñar los diversos componentes de los envases, de componentes de aparatos domésticos, automóviles, elementos de construcción, etc.. de forma tal que puedan convertirse en recursos para la producción de otros artefactos, o, consiguiendo su biodegradabilidad, insertarlos como alimento biológico de la propia naturaleza. A este procedimiento se le denomina ecodiseño. En definitiva, el ecodiseño parte del supuesto de que residuo equivale a recurso, lo cual implica que todos los productos y materiales manufacturados por la industria (los desechos agrícolas son, en general, tratados e incorporados por la biosfera), así como los residuos generados durante su proceso de producción, deben ser, en algún momento, materia para algo nuevo. Por tanto, necesitamos aplicar nuestro conocimiento ecológico al rediseño fundamental de nuestra tecnología y de nuestras instituciones sociales, de tal forma que podamos salvar el abismo actual entre el diseño que se hace – de todo tipo, desde los productos industriales a la construcción de las casas – y los sistemas ecológicamente sostenibles de la naturaleza. En aquella dirección conviene redefinir, por ejemplo, el concepto de eficiencia que hasta ahora se tenía. Braungart y McDonough ponen de relieve que un zapato, un edificio, una fábrica, un coche o un champú pueden estar mal diseñados, aunque los materiales y procesos involucrados en su producción sean muy eficientes. Por eso es necesario utilizar el concepto de eco-eficiencia cuyo significado es Borrador 19 julio de 2006
  • 24. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión trabajar sobre las cosas concretas – sobre los productos, los servicios y los sistemas correctos –y los procedimientos concretos que deben llevar a cabo los fabricantes, y los industriales, de forma y manera que conduzcan a un crecimiento sano – más oportunidades , más salud, mejor alimentación, mayor diversidad, mayor inteligencia y mayor abundancia – tanto para las generaciones presentes como para las futuras (Braungart, McDonough, 2005, 68-84). La idea de que eliminar el concepto de residuo significa diseñar las cosas – los productos, los embalajes y los sistemas – desde su origen, pensando que no debe existir el residuo, ha sido desarrollada en profundidad por los mencionados ecodiseñadores Michael Braungart, alemán y químico, y William McDonough, arquitecto norteamericano. Según Braungart y McDonough, hay dos metabolismos discretos en este plano. El primero es el metabolismo biológico, la biosfera, los ciclos de la naturaleza. El segundo es el metabolismo técnico, la tecnosfera, los ciclos de la industria, incluyendo la aportación de los materiales técnicos desde sus lugares naturales. Con el diseño adecuado, todos los productos y materiales manufacturados por la industria podrían alimentar de forma segura a ambos metabolismos, aportando los nutrientes para algo nuevo. (Braungart y McDonough). En una sociedad industrial sostenible todos los productos, materiales y residuos serán nutrientes biológicos o técnicos. Los nutrientes biológicos constituyen un material o producto que estarán diseñados para volver a los ciclos naturales a fin de ser consumidos por microorganismos u otras criaturas del suelo. Además de los restos orgánicos de nuestros alimentos, la mayor parte de los envoltorios (que ocupan algo más del 50% del volumen total de nuestros residuos sólidos) deberían estar compuestos por nutrientes biológicos. La tecnología actual permite diseñar dichos materiales a partir de componente que puedan ser arrojados al suelo o a los depósitos de “compost” para que se biodegraden de forma saludable tras su uso. En este sentido, no es necesario que las botellas de champú, los tubos de dentífricos, los envases de yogur, Borrador 20 julio de 2006
  • 25. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión helados o zumos duren unas décadas (incluso siglos y siglos). Se trata, por el contrario, de conseguir que su duración sea igual que la de los productos que contienen (Braungart. Y MCDonough, 2005, 9). Los nutrientes técnicos, por otro lado, habrán sido diseñados de forma tal que pueden reincorporarse a los ciclos técnicos, al metabolismo industrial en el que se originaron. Braungaurt y McDonough precisan que la reutilización de nutrientes técnicos en los ciclos industriales es algo distinto del reciclaje. Un ejemplo de cómo el ecodiseño es el que, permite mediante una tecnología nueva, crear tintas especiales que se separan del papel en contacto con agua caliente, sin dañar sus fibras. Esta innovación química garantizaría la completa separación de tinta y papel de modo que ambos podrían ser reutilizados. El papel sería entre diez y trece veces más que los papeles reciclados de modo convencional. Y como algunos observadores han puesto de manifiesto, si esta técnica se utilizara a nivel mundial, reducirían el consumo de pulpa de papel en un noventa por ciento, además de reducir drásticamente el vertido al medio ambiente de tintas tóxicas (Hawken, Lovins y Lovins (1999). Pág. 185-86). Procedimientos semejantes de ecodiseño se pueden aplicar para utilizar los nutrientes técnicos. De hecho, este proceso ya se está iniciando en muchos lugares. Por ejemplo, innovaciones de este tipo han sido introducidas por Canon en la industria de las fotocopiadoras en el Japón, así como por Fiat en Italia en la industria del automóvil. Este proceso, que se ha puesto en marcha, posiblemente signifique una autentica revolución ecológico-industrial en el siglo XXI, con gran repercusión en la disminución de la utilización de materiales, e incluso de energía. Y la clave del mismo no es otra que imitar a la naturaleza, seguir los ciclos de la biosfera donde no existen residuos, pues estos se convierten en recursos para otros seres vivos. La llamada economía del conocimiento puede aportar nuevos elementos en la tecnología del ecodiseño. Ciertamente, las dificultades para desarrollar un ecodiseño que posibilite que la diversa producción industrial y sus residuos se conviertan en recurso en el ciclo productivo industrial, no son pocas. Pero es una línea importante a desarrollar. De hecho ya se han iniciado una serie de agrupaciones de Borrador 21 julio de 2006
  • 26. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión empresas en varios lugares del mundo que buscan este objetivo. Es el caso de la organización denominada Zero Emissions Research and Initiatives (ZERI) fundada por el empresario Gunter Pauli a principios de los noventa. Pauli introdujo el concepto de agrupación de empresas, promocionó el principio de cero emisiones y la convirtió en el núcleo del concepto Zeri, tomando a la naturaleza como modelo y mentor. Sus experiencias en la aplicación de aquellos criterios son diversas y complejas: van desde la extracción de celulosa para fabricar papel , el grano que fermenta para producir cerveza, la extracción del aceite de palma, o las agrupaciones en torno a los cafetales colombianos. En todos ellos se ha logrado un aprovechamiento integral de recursos y residuos, siendo el resto no recuperable cuasi cero, (Capra, 2003, 296-299). De cualquier forma, la política de ecodiseño para que los productos diversos y de fabricación y sus residuos se conviertan en recursos, todavía está lejos para su aplicación en el entorno español, y, sólo en sus inicios en el europeo y estadounidense. Sin embargo, es una línea de futuro y de esa economía del conocimiento y de la inteligencia aplicada. De cualquier modo, sería interesante para nuestra comunidad llevar a cabo una política integral en la gestión de residuos como primer paso, para llegar, después, a la política de ecodiseño que ha de formar parta de esa economía del conocimiento. En este sentido, y como ponen de relieve Tomás Carpi y Bono, en este mismo libro, para llevar a cabo aquella política integral es conveniente “un sistema de gestión informado por una escala de prioridades que sitúa a la reducción de residuos en el primer nivel y el vertido en el último, como mal necesario, teniendo como primer objetivo minimizar los residuos y como segundo maximizar la recuperación de recursos, minimizando, a su vez, las externalidades negativas por el tratamiento dado a dichos residuos. Un tratamiento integral que enfatiza la prevención, la gestión de los materiales, la recogida y creación de un mercado para los productos resultantes de la valorización de los residuos”. Creemos que esto último es todo un programa de actuación, aquí y ahora de gran importancia, de cara a ir convirtiendo, poco a poco, el residuo en recurso. Si así lo hacemos daremos un paso de gigante de cara a la sostenibilidad de la Comunidad Valenciana. Borrador 22 julio de 2006
  • 27. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Bibliografía AEMA (2004): “Informe Medio Ambiente en Europa: Tercera Evaluación”. Ministerio de Medio Ambiente. D.G. Calidad Ambiental. Braungart, M y McDonough, W (2005): “Cuadle to cuadle”. De la cuna a la cuna. Ed. Mcgraw Hill. La población inglesa de 2003 Carpintero, Oscar (2006): “La Bioeconomía de Georgescu-Roegen”. Ed. Montesinos. Ensayo. Capra, Fritjof (2004): “Las conexiones ocultas”. Implicaciones sociales. Diamond, J (2006): “Colapso”. Por qué unas sociedades pierden y otras desaparecen. Ed. Delate. En inglés. 2005 García, E (2006): “El cambio social más allá de los límites al crecimiento: un nuevo referente para el realismo en la sociología ecológica”. Pendiente publicación en “sociedad y Medio Ambiente” Cabero Viewer, V y Espinosa Gueva, L.E. (ed.) Georgescu-Roegen (1994): “¿Qué puede enseñar a los economistas la termodinámica y la biologia?”. Su publicación en inglés data de 1977. En Aguilera Klinkj y Alcántara: “De la economía ambiental a la economía ecológica”. Ed. Icaria. Hawken, P, Lovins, A y Lovins, H (1999): “Natural capitalism”. Tittle Brown, New York Hodgson, G.M. (1995): “Economia y Evolución”. Cap. 2. Ediciones celestes. Edición inglesa 1993 Borrador 23 julio de 2006
  • 28. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Margalef, R (1966): “Una ecología renovada a la medida de nuestros problemas”. Ed. Fundación César Manrique. Margulis (2002): “Planeta simbiótico”. Ed. Debate. Madrid. Martínez Oses, P (2005): “Objetivos del Milenio” ¿se puede acabar con la pobreza”. Ed. PPC. Caps. 1 y 8 Martínez Alien, J (2004): “El ecologismo de los pobres”. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Ed. Icaria. Lis Meadows, D, Randers J. (1991): “Más allá del crecimiento económico”. Ed. El Pais-Aguilar. Meadows, D, Randers J y Meadows, D (1991): “Los límites del crecimiento: 30 años después”. Ed. Galaxia Gutenberg. En inglés se publicó en 2004 y en castellano en 2005. Naredo, J.M. y Valero, A (Directs.) 1999: “Desarrollo económico y deterioro ecológico”. Ed. Argentaria-Visor Naredo, J.M. (2006): “Raíces económicas del deterioro ecológico y social”. Más allá de los dogmas. Ed. Siglo XXI Observatorio sobre la sostenibilidad en España (OSE) 2005: “Informe de Primavera. Sostenibilidad de España 2005”. Ed. Mundi-prensa libros. Passet, R (1997): “Principios de bioeconomía”. Ed. Fundación Argentaria-Visor. De la Edición francesa de 1996 Reid, W.V et. Al. (2005): “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio”. Informe de síntesis. Borrador final http//www.millenniumassessment.org Borrador 24 julio de 2006
  • 29. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión Screpanti, Emesto; Zamagni, Stefano (1997): “Panorama de Historia del Pensamiento Económico”,. Ariel Economía: Barcelona. Terradas, J. (2006): “Biografía del mundo. Del origen de la vida al colapso ecológico”. Ed. Destino. Barna. WWF (2004): “Living planet report 2004” Gond. World Wide Fund. For Nature. Borrador 25 julio de 2006
  • 30. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión SALUDA DEL CONSELLER DE TERRITORIO Y VIVIENDA D. Rafael Blasco Castany Conseller de Territorio y Vivienda En tiempos no muy lejanos, en nuestro territorio, los residuos generados –la mayoría de ellos, orgánicos– eran reciclados como abono agrícola. La aparición de nuevos materiales de base industrial y el brusco cambio social acaecido, nos ha situado a las puertas de una sociedad terciarizada, con sus servidumbres materiales y una conciencia expansiva de consumo. Y como ocurre en todo cambio social profundo, tiempo después del cambio propiamente dicho acostumbra a alcanzarnos las necesidades de acople de la conciencia social. La generación de residuos se ha visto acrecentada exponencialmente sin que la conciencia social alcance a considerarlo como un verdadero problema excepto en el momento en que falla el sistema establecido. Un sistema, por otro lado, frágil, pues la base sobre la que descansa es también frágil a partir del momento en que todo el proceso de producción y generación de materias no cuenta con el acompañamiento de una conciencia colectiva que además de exigir material reciclado y reciclable desconoce el coste económico, medioambiental y social generado tras la vida útil del producto. Las administraciones somos en cierto modo responsables de esta situación en la medida en que la concienciación ciudadana en materia medioambiental y en el proceso de reciclaje y reducción del consumo no ha alcanzado todavía los niveles óptimos deseados. Borrador 26 julio de 2006
  • 31. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión En este sentido, la Conselleria de Territorio y Vivienda de la Generalitat Valenciana se congratula de la propuesta elaborada por el Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (Imedes) sobre la gestión de residuos urbanos en la Comunidad Valenciana y su estado actual. Con un modelo de detección-respuesta, tanto la Conselleria de Territorio y Vivienda como Imedes han iniciado una labor conjunta de análisis y divulgación de los resultados tras unos meses de reflexión acompañada de años de experiencia en la gestión de los residuos. El todavía bajo nivel de concienciación para la reducción de los futuros residuos en origen, unido al constante crecimiento de éstos y la resistencia social a asumir las infraestructuras de tratamiento de los residuos conforman una de las mayores paradojas de la actualidad. Este horizonte, plagado de incomprensiones, es el que nos obliga a un mayor esfuerzo previo –pero sin demoras– para la ordenación y la gestión racional de los residuos. Es necesario por tanto hacer extensibles los modelos para generar conciencia social y compromisos individuales y colectivos sobre los que se asiente una mayor sensibilización social cada vez que adquirimos un producto. En este libro se plantean algunas propuestas de gran valor que ya se están aplicando en la Comunidad Valenciana y cuyos resultados pueden ser mejorados en la misma medida que se incremente la conciencia ciudadana y al mismo tiempo los avances tecnológicos nos ofrezcan instrumentos más seguros y eficientes. Rafael Blasco Castany Conseller de Territorio y Vivienda Borrador 27 julio de 2006
  • 32. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión 2. APERTURA DE LAS JORNADAS D. Rafael Blasco Castany D. Emerit Bono Martínez La introducción de la jornada corrió a cargo de D. Emerit Bono Martínez, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia y co-director del Máster en Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible, quien antes de dar paso a la apertura de la misma por parte del Honorable Conseller de Territorio y Vivienda D. Rafael Blasco Castany, quiso aproximar a través de una breve introducción sobre el fondo de la cuestión a abordar en la jornada, y cuya manifestación quedó expresada a través de las siguientes líneas: “Partiendo de la expresión de que el mejor residuo es el que no existe, a priori de cierto carácter intemperante, pero que, si se considera a la gestión de residuos como aquel proceso a través del cual devolvemos al ciclo natural gran parte de lo que de ella extraemos, esa aparente intemperancia deja de tener lugar, no solo en los residuos urbanos (propios de esta jornada), sino también en el resto. Demostrando que en estudios recientes tendentes a conseguir sociedades industriales sostenibles, utilizando el principio del eco-diseño, entendiendo este como, residuo equivale a recurso, se propone que la correspondiente circulación cíclica de los materiales debe entenderse más allá de los productos orgánicos. En este sentido, intentar seguir el ciclo natural en la gestión y tratamiento de los residuos, es la pretensión de cualquier político que quiere hacer frente de forma científicamente rigurosa y políticamente responsable a la problemática de los residuos. Pero la sociedad de consumo pone las cosas difíciles, pues, parte de un supuesto de base en donde los recursos materiales y la capacidad de absorción de la naturaleza se consideran como cuasí-infinitos. Siendo esta presunción de ausencia de límites el origen del problema, porque cuando una cosa se considera infinita y absolutamente versátil se puede hacer y proyectar sobre ella lo que se quiera. Quedando patente la miopía de la sociedad actual Borrador 1 julio de 2006
  • 33. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión al no contemplar los problemas que acarrea el consumismo, en la situación global de los residuos, con la generación de en torno a 1,3 kilos per cápita y día en promedio en los países de la OCDE, y de cerca 2 Kg/hab/día en Estados Unidos. Por tanto, esta jornada pretende ser una plataforma en la que intervienen actores sociales y políticos, en donde se analicen y den a conocer las distintas propuestas y soluciones a la problemática de la gestión de los residuos urbanos, dejando de mano de la Conselleria el desarrollo de una política con mayúsculas en materia de gestión de residuos, y que permita la integración de los mismos en el ciclo natural.” Tras esta breve introducción, D. Rafael Blasco Castany, Honorable Conseller de Territorio y Vivienda dio paso a la apertura del acto, agradeciendo en primer lugar la introducción y punto de vista constructivo expresado por D. Emerit Bono en su intervención, así como a la entidad organizadora la convocatoria de las jornadas. Tras ello, expresó su deseo personal de que estas jornadas generen un debate abierto, reflexivo y pluridisciplinar, enmarcado en la normativa vigente y encaminado a mejorar las perspectivas y a aportar soluciones desde el campo de la gestión de los residuos y destacó la relevancia de los expertos participantes y las expectativas generadas por sus conclusiones. El Conseller reseñó que el conflicto de los residuos se mantiene abierto en la actualidad y no ha sido plenamente resuelto en ninguna parte del mundo, debido precisamente a su gran complejidad. Su resolución, por otra parte, requiere de iniciativas y políticas activas, que vienen determinadas por el marco jurídico actual compuesto por las cuatro Directivas Europeas redactadas desde el año 75, la legislación estatal en materia de residuos y la legislación autonómica emitida en el año 2000. Bajo este marco, “El debate (acerca de la gestión de los residuos) debería atender a las preocupaciones fundamentales en materia de residuos, como son: Borrador 2 julio de 2006
  • 34. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión • En primer lugar, la prevención y reducción de la producción de residuos, así como su nocividad -preocupación compartida por los ámbitos institucionales, la iniciativa privada y la sociedad civil que supondría una de las vías de mejora de su gestión-. • En segundo lugar, los tratamientos que permitan su máxima valorización, asumiendo que no podemos partir del supuesto de que no se generan residuos. • En tercer lugar, la estructuración territorial de la gestión de los residuos, de manera que se aproxime el problema a aquellos ámbitos institucionales y territoriales donde se tenga un conocimiento más concreto del mismo y pueda ser abordado desde la autosuficiencia. En este sentido, teniendo presente tanto el marco jurídico como los tres referentes anteriores, la Comunidad Valenciana ha construido un modelo que permite afrontar estas cuestiones desde un planteamiento razonable que ha de permitir la solución de uno de los problemas vigentes en nuestra Comunidad Autónoma: la administración y territorialidad de la gestión de los residuos. Este modelo se concreta en una gestión territorial representada por dieciocho planes zonales -que por cuestiones operativas se han resumido en once- así como en la constitución de los Consorcios, en los que se facilita la participación de los responsables de la Administración Local y comarcal en la gestión de los residuos. Sin embargo, y aun a pesar de disponer de un marco jurídico y una ordenación territorial como la mencionada, es posible definir aún soluciones concretas del problema, asumiendo que existen alternativas y posicionamientos encontrados que definen un modelo significativamente distinto aunque coincidan en el objetivo de desarrollo sostenible compartido por todos. Por este motivo, las conclusiones obtenidas en el transcurso de jornadas como la presente cobran una especial relevancia. Cabe destacar, en otro orden de cosas, el esfuerzo realizado por las diferentes fuerzas políticas y las representaciones institucionales para llegar a un acuerdo Borrador 3 julio de 2006
  • 35. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión marco en la gestión de los residuos que permita trabajar conjuntamente y profundizar en los problemas concretos. Este pacto surgió por iniciativa de la Generalitat Valenciana y los Ayuntamientos de la Comunidad Valenciana a través de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, así como la iniciativa privada, y a él se han adherido las principales fuerzas políticas con representación parlamentaria. Así pues, con lo dicho, entramos en una fase de definición del tipo de tratamiento, de gestión y de valorización que permitirá que la problemática global de los residuos no constituya un elemento de degradación del medioambiente o la salud, sino que pueda incluso dinamizar alguna fuente energética e incluso aprovecharse, en algunos casos, para mejorar el contexto de calidad de territorial y humana. No hay que olvidar que el conflicto de los residuos trasciende de la realidad local y comarcal en el que se manifiesta, debiendo ser considerado como un tema nuclear en la salud de las sociedades democráticas modernas así como en la gestión de los problemas que afectan de forma generalizada a la sociedad. Las propuestas de solución son tan diversas en los distintos países que es necesaria una reflexión serena para mejorar en nuestro territorio la calidad y seguridad de la gestión de los residuos en nuestro territorio. Como conclusión es necesario reseñar el contexto del que partimos en la gestión de los residuos, pero haciendo hincapié en que aun llegamos a tiempo para realizar nuevas propuestas que permitan mejorar nuestro modelo actual. Sólo así podremos acertar con un modelo que sea el mejor para nuestro territorio y ofrezca las máximas garantías a los ciudadanos de nuestra Comunidad.” Borrador 4 julio de 2006
  • 36. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión 3. GESTIÓN DE RESIDUOS URBANOS: ECOEFICIENCIA Y SOSTENIBILIDAD D. Juan Antonio Tomás Carpi D. Emerit Bono Martínez1 1. Introducción. La gestión de los residuos urbanos constituye una actividad de especial valor estratégico en las sociedades modernas. La razón de esto no reside sólo en la cuantía de los residuos producidos diariamente -en torno a 1,55 kilos per cápita y día en España y cerca de 1’5 kg/hab/dia en la Comunidad Valenciana en 2003 (aunque no puede olvidarse que esta cifra está inflada por el impacto del flujo turístico que afecta a ambas realidades), cerca de 2 kg/hab./día en Estados Unidos y 1,5 kg/hab/día de promedio en los países de la OCDE (Bermudez, 2003, 14)- y la concentración humana en las ciudades, generadoras de un serio problema de aglomeración de productos desechados de alta capacidad contaminante y peligrosos para la salud y el medio ambiente urbano y natural. No menos importante es la variedad de residuos que se originan, la cantidad de materia y energía de gran valor que contienen y la oportunidad que su gestión encierra para elevar la sensibilización y educación ambiental de los ciudadanos. Y todo esto en un contexto social que, paradójicamente, es reacio a asumir las actividades y prácticas que una gestión eficiente, saludable y sostenible de los residuos exige. En suma, hemos generado un problema serio para el entorno natural y nuestra propia salud, pero nos resistimos a afrontarlo de forma consecuente. La problemática de los residuos ha cambiado mucho desde la época en que casi la práctica totalidad de los mismos eran biodegradables y la mayoría de la población vivía en zonas rurales. Entonces los residuos entraban en el ciclo natural al servir de alimento a los animales domésticos e integrarse en los abonos orgánicos generados a domicilio y utilizados en la regeneración del suelo agrícola. La reutilización de envases constituía la norma y la recuperación de los productos de metal inservibles y trapos por los chatarreros, traperos y chamarileros, para su posterior reciclaje, era un medio riguroso y racional de gestión. En dicho contexto no sólo la producción de residuos era sensiblemente menor a la actual y menos compleja su composición, sino que su gestión, siguiendo las leyes y ciclos de los propios ecosistemas, resultaba eficiente y eficaz. Con el desarrollo urbano y la sociedad de consumo todo cambiaría, no sólo para incrementar y hacer más compleja la producción de residuos (especialmente por la inclusión en el flujo de residuos de envases y embalajes, productos de usar y tirar y diversidad de residuos especiales y problemáticos de origen doméstico y su sistemático aumento en cantidad, peso relativo y peligrosidad), sino para romper las prácticas que garantizaban la integración del grueso de los residuos en los ciclos de la naturaleza y una gestión económica y ecológicamente eficiente de los restantes. El cambio de situación social ha hecho variar, por otro lado, la lógica de gestión de los residuos. Mientras que en la anterior fase eran normalmente las familias las que se responsabilizaban de forma espontanea de la 1 Jaume Serra ha colaborado en la búsqueda y selección de información y bibliografía. Borrador 1 julio de 2006
  • 37. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión recogida y uso de los residuos, en la nueva situación estas funciones las han ido asumiendo las instancias públicas, pasando su ordenación y gestión a ser competencia de los distintos niveles del Estado, con la administración local como principal actor de acuerdo con la Ley Básica de Régimen Local. Con el efecto añadido de que este cambio en la gestión ha trascendido al plano de la conciencia y sentimiento de responsabilidad ciudadana, hasta el punto no sólo de olvidar la relación entre los residuos generados y el medio natural (por mediación de la contaminación y el aporte de materia orgánica) sino también nuestra responsabilidad en la forma como se gestionan y en las consecuencias de una deficiente gestión. Resulta evidente que el cambio en los estilos de vida y la composición de los residuos urbanos impiden la vuelta atrás en el enfoque de la gestión. Pero la forma como se ha venido gestionando hasta ahora en esa nueva situación de asunción pública de la responsabilidad, ha generado más sombras que luces. Por un lado por la problemática ambiental que origina un vertido incontrolado o poco controlado. Por otro a causa de la falta de atención a las causas y consecuencias de la generación de residuos y las perdidas de materia y energía que el sistemático vertido o incineración sin recuperación energética conlleva. Todo ello obliga a un serio y fundamental cambio de estrategia. El crecimiento en complejidad del sistema de generación y del flujo de residuos requiere un giro radical en el enfoque de gestión y en su propia complejidad. Un giro que sólo es posible impulsar desde la instancia política, pero que debe tener como objetivo minimizar los costes medioambientales y maximizar el aprovechamiento de la materia y energía contenida en los residuos de forma económicamente aceptable. Pero para lograrlo no basta con mejorar en el plano técnico y organizativo el sistema de gestión; es imprescindible, por un lado, cambiar la forma como políticos, ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil perciben y valoran el problema y, por otro, hacer viable la plena valorización de la materia y energía que encierran los residuos. Conseguir esto requiere partir de una visión integral de la gestión de los residuos que al tiempo que contemple la recogida y control eficaz de los mismos conlleve cambios de técnicas, creencias, valores, hábitos y prácticas de empresas y ciudadanos, así como el desarrollo de las capacidades y oportunidades que permitan reducir su generación y maximizar el aprovechamiento económico y ecológico de los que se produzcan. La gestión de residuos como gestión de materiales y aprendizaje constituye uno de los pilares fundamentales de la estrategia de desarrollo sostenible de las sociedades modernas. La razón de ello no reside sólo en su contribución a la reducción del flujo de materia y energía que circule desde el sistema natural al sistema humano y el de residuos que va desde este último al primero, con la adicional disminución del impacto que esto último genera, merced a un mayor control. También son de resaltar dos importantes efectos que esta estrategia persigue: a) ayudar a la regeneración del sistema natural, mediante el aporte de materia orgánica procedente de los residuos, y b) convertirse en un vehículo de concienciación medioambiental y aprendizaje ciudadano de buenas prácticas, al proporcionar una oportunidad inestimable de ejercicio de la educación medioambiental e implicación ciudadana en el proceso de gestión, con la proximidad como principal resorte de motivación, comprensión y educación práctica. Borrador 2 julio de 2006
  • 38. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión 2. La herencia del pasado. Aunque la recogida indiscriminada y el vertido del residuo en vertederos incontrolados o carentes de las condiciones garantes de la salud humana y medioambiental pertenecen al pasado, la actual situación en España y la Comunidad Valenciana adolece de serias debilidades y no pocas contradicciones que ponen en cuestión tanto su racionalidad ecológica como la económica y social. En primer lugar porque ni la recogida ni la valorización de los residuos, y aún menos la percepción que del problema se tiene, son coherentes con el reto de la eco-eficiencia y la sostenibilidad ecológica que el proceso plantea en un mundo natural lleno (aquel sometido a un serio estrés por la excesiva presión generada por el actual nivel de producción y consumo con un paradigma tecno- económico poco atento a la limitada capacidad de carga del sistema ecológico). En segundo termino porque, en general, ni las fuerzas que impulsan la generación de más residuos y de residuos más problemáticos, ni la creación de los mercados que absorban los productos resultantes de la valorización de los residuos, han sido considerados como exige una estrategia de gestión de materiales. Pero no menos importante es la visión distorsionada que la sociedad tiene de la cuestión y el juego de intereses (económicos y políticos) que dificultan o perturban una salida racional. En general, el sistema actual de gestión de los residuos urbanos se sustenta institucionalmente en la responsabilidad municipal de garantizar su recogida y tratamiento. Los ayuntamientos delegan estas funciones en empresas de servicios urbanos, ocupándose ellos de las actividades administrativas y financieras, como la realización del concurso público para la concesión del servicio, gestión de cobros y pagos y atención de reclamaciones. Las condiciones materiales y tecnológicas de las funciones son frecuentemente definidas por las propias empresas contratantes, que son las que realmente poseen el conocimiento de dicha realidad y del estado del arte. Con pocas excepciones, y si dejamos de lado la presencia en la vía pública de contenedores para papel y cartón, vidrio y envases ligeros, cuyo uso se deja a la discreción del ciudadano, los servicios de recogida municipales hacen una recepción indiscriminada de una mezcla de residuos depositados anónimamente en contenedores distribuidos según una determinada pauta. El ciudadano es obligado a pagar unas tasas fijas, que normalmente no cubren el coste de recogida y tratamiento, a cambio del derecho a desentenderse del proceso y de la responsabilidad que conlleva la contaminación generada por la actividad consuntiva. Con ello no sólo se lavan las conciencias, sino todo rastro de la conexión entre modelo económico, modo de vida y comportamiento y el impacto sobre el medio que ellos generan. Se pierde, por otro lado, una magnífica oportunidad de trabajar por la concienciación y la educación ambiental de los ciudadanos utilizando como recurso la propia actividad cotidiana. Este alejamiento del productor y del consumidor respecto a su responsabilidad en la gestión de los residuos alimenta creencias, actitudes y comportamientos poco coherentes con las exigencias de un sistema de gestión saludable en lo ecológico y eficiente en lo económico, al tiempo que viene a convertirse en una importante barrera para su implantación. Los residuos recogidos se someten, en el mejor de los casos, a un proceso parcial de selección para la recuperación de ciertos materiales y generación de compost de baja calidad, y una gran parte de ellos se destinan a vertedero o a incineración para reducir su Borrador 3 julio de 2006
  • 39. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión volumen antes de depositarlos en forma de cenizas y escorias. Pero el crecimiento en cantidad (a causa tanto de la elevación de los niveles de vida como del acortamiento de la vida de los productos) y en peligrosidad de los residuos generados ha venido a agudizar los problemas que esta solución primaria genera: más dificultades para encontrar espacio destinado a vertedero y crecientes costes de tratamiento para evitar los efectos contaminantes de los residuos. No es casual, pues, que las tres prioridades de los actores ocupados en la gestión de residuos (empresas y Administración) sean: 1) encontrar un destino final para los mismos, ante la creciente escasez de espacio para vertedero y la oposición social a su implantación por los temores que ello genera (Bermudez, 2003, 7); 2) desarrollar tecnologías que conviertan los residuos no asimilables en asimilables (CEPA, 2000, 2) y permitan controlar mejor los impactos ambientales de los residuos y 3) incrementar los requisitos y exigencias a cumplir por las instalaciones de tratamiento, incineración y vertido de residuos urbanos, que es lo que ha venido haciendo la regulación comunitaria. Pero aunque las nuevas instalaciones de tratamiento de residuos tienen que cumplir normas técnicas y de funcionamiento extremadamente exigentes, con la consiguiente reducción del impacto y riego de sus operaciones, una gran parte de los residuos generados en la actualidad continúan enviándose a instalaciones antiguas y no tan bien gestionadas, según palabras de la propia Comisión Europea, que atribuye esta situación a la “incapacidad de los Estados miembros de aplicar de manera satisfactoria la legislación comunitaria sobre los residuos” (Comisión de las CE, 2001, 56). En España el propio Plan Nacional de Residuos Urbanos reconocía que en 1996 la mayoría de los vertidos se ejecutaban con poco o ningún control ambiental (Ministerio de Medio Ambiente, 2000, 3) y el objetivo perseguido consistía en lograr superar este problema en el año 2006 mediante la implantación de vertederos que cumpliesen la nueva Directiva de Vertido. El retraso en la ejecución de este programa del Plan en algunas regiones, como la Comunidad Valenciana, sugiere el nivel de obsolescencia de las instalaciones existentes y la manifiesta escasez de capacidad de vertido, que obliga en algunos casos a llevar el residuo a vertederos de regiones limítrofes. El resultado es un descuido cuyos gastos futuros superarán holgadamente los costes de gestión racional en el presente. Esta situación, extensible al conjunto de los residuos generados, plantea dos problemas de gran importancia que tanto la sociedad española como la valenciana no acaban de entender y asumir de forma responsable. En primer lugar el riesgo actual para la salud humana y del medio natural que una deficiente gestión de los residuos plantea. En segundo termino, el sobrecoste que conllevan los descuidos y que se traduce en gastos futuros para descontaminar y corregir los efectos que los impactos pasados y actuales originan. La experiencia enseña que cuesta mucho más corregir que prevenir, lo que obliga a los países con un compromiso ambiental más avanzado que el nuestro a gastar más en afrontar los efectos de la contaminación generada en el pasado que en gestionar los residuos producidos en el presente, como ocurre actualmente en Estados Unidos (ISWA, 2002). En suma, tanto desde el punto de vista social y medioambiental como desde el económico resulta imperioso desarrollar con la máxima premura un sistema eficaz de gestión de residuos, tanto urbanos como industriales y peligrosos. Toda acción que suponga demora en el cambio de sistema, por bienintencionada que sea, resulta irracional. Borrador 4 julio de 2006
  • 40. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión El proceso descrito ha llevado a una importante contradicción que es necesario superar si se quiere alcanzar una gestión de los residuos sostenible en lo ecológico y razonable en lo económico. Por un lado, el aumento en la producción de residuos y su creciente complejidad y nocividad obligan a un mayor esfuerzo económico y social para su correcta gestión. Pero al propio tiempo la desvinculación del consumidor y del productor de la plena responsabilidad sobre la gestión de residuos y su coste han conformado un sentido de irresponsabilidad que dificulta la plena aplicación del principio de quien contamina paga, que constituye un poderoso incentivo para el cambio de comportamiento. A la crisis de gestión se adjunta una crisis de responsabilidad y otra de índole económica, que llevan a la asunción de los crecientes costes de gestión con cargo a recursos procedentes de otras fuentes de financiación municipal, como los impuestos sobre inmuebles, a la resistencia de los entes públicos a asumir los objetivos de una gestión sostenible de los residuos y a una agravación de la ya injusta distribución de las cargas de la gestión. Sin olvidar que las distorsiones de información y formación generadas por el alejamiento del ciudadano respecto a la problemática del residuo y su responsabilidad constituyen una barrera a superar para la implantación de un sistema racional y justo. Una barrera que viene a elevar los costes sociales y políticos de la transición que habrá que llevar a cabo. A todo lo anterior hay que adjuntar el legado, en forma de desconfianza e inquietud social respecto a los efectos sobre la salud y el medio ambiente, del sistema tradicional de gestión originado por una defectuosa aplicación de normas y prácticas en el ámbito de la gestión (vertederos incontrolados o con tecnología deficiente, incineradoras productoras de emisiones tóxicas) (Comisión de las CE, 2003, 10-11). Esta herencia no sólo constituye una imagen que los responsables de pilotar el nuevo sistema de gestión tendrán que borrar de la actual representación de la realidad del ciudadano, sino también una rémora y un obstáculo a sortear en la nueva trayectoria. Pero la gran paradoja consiste en la existencia de peligros medioambientales y sanitarios originados por los vertederos incontrolados y una defectuosa gestión de los residuos (con veinte y dos enfermedades identificadas procedentes de esta fuente), con una escasa atención prestada a esta cuestión por ciudadanos, políticos y organizaciones sociales, y, al mismo tiempo, la resistencia social ante la implantación de vertederos controlados e incineración con recuperación energética sujeta a una exigente regulación y con tecnología de última generación. La cuestión de fondo, sin embargo, no consiste en sustituir el viejo sistema de eliminación, gravoso para la salud y el medio ambiente, por otro con mayor garantía. Lo que está en juego no es sólo el impacto medioambiental y sobre la salud de los residuos; también lo es la insostenibilidad ecológica de nuestro modo de vida, del que los residuos constituyen causa y efecto a la vez. Y visto desde esta perspectiva el problema no reside únicamente en la eliminación y sus garantías, sino en la reducción de los residuos y la recuperación de los recursos con el objeto de disminuir la presión del sistema humano sobre el ecosistema y contribuir a la regeneración, perturbada por la acción humana, de los ciclos de la naturaleza. Es decir, se trata de pasar de un enfoque de tratamiento de los residuos a uno de gestión de los materiales, en coherencia con la línea argumental del Sexto Programa de Acción de la Comunidad Europea en materia de Medio Ambiente. Para lograrlo tanto o más importante que los instrumentos técnicos lo son los de índole social. Borrador 5 julio de 2006
  • 41. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión La conclusión que cabe extraer de cuanto se viene diciendo es que el diseño de un sistema de gestión de residuos que haga compatible el modo de vida y los ciclos de la naturaleza, por un lado, y conjugue los instrumentos técnicos y los socio-económicos, por otro, lleva necesariamente a la adopción de una visión integral de los residuos y una gestión integrada de los materiales que ellos contienen, con la sostenibilidad del flujo de materia y energía como criterio último. Es justamente este enfoque el que determina de forma incuestionable las prioridades de la política de gestión de residuos. 3. Gestión de residuos urbanos y gestión de materiales: la perspectiva de la sostenibilidad. Según cual sea la motivación que presida la creación del sistema de gestión de residuos urbanos, así serán sus objetivos, criterios de actuación y selección, instrumentos, organización y actores implicados. Si la preocupación es la salud y la seguridad, vistas desde la estrecha perspectiva de la incidencia directa del residuo sobre la salud pública, el sistema que acabamos de describir seria hasta cierto punto coherente, pues de lo que se trata es de retirar el residuo de la forma más sencilla posible y transportarlo allí donde no produzca molestias. Es el tratamiento al final de la vida del producto lo que importa. Pero cuando al motivo salud adjuntamos la preocupación ecológica, y en particular la compatibilidad entre el funcionamiento del ecosistema humano y el del ecosistema natural que lo contiene y sostiene, que es la motivación que preside la política de la Unión Europea en materia de residuos (Comisión de las CC. EE., 2003, 6), el modelo de gestión a implantar varia considerablemente. 3.1. Criterios, objetivos y campos de actuación de la nueva estrategia. Partiendo del supuesto, que hoy pocos discuten, de que prevenir y reducir los impactos es económicamente menos costoso que eliminar sus efectos, y que actuar así es la mejor forma de conservar el capital natural en un contexto de presión creciente sobre el entorno, resulta lógico inferir que cuando la producción de residuos urbanos sigue una pauta de crecimiento y creciente complejidad y peligrosidad, la prevención constituye un principio fundamental de toda política racional de gestión de residuos. Tampoco se discuten ya los límites de la naturaleza y la creciente escasez de los recursos naturales, lo que hace de la recuperación de los materiales que contienen los residuos otro principio fundamental de buena gestión cuando la prevención y la minimización no dan más de sí en un momento histórico concreto, tanto por razones económicas y sociales como tecnológicas. De ahí que pueda afirmarse que la aplicación de ambos principios a la producción y comercialización de bienes y a la gestión de residuos constituye la piedra angular de un sistema de gestión que sirva a los fines del desarrollo sostenible. Bien entendido que dicha aplicación debe efectuarse con un enfoque evolutivo y pro- activo, considerando a los sistemas económico, social y tecnológico como realidades abiertas al futuro y al cambio impulsado por la creatividad humana. Desde esta perspectiva los objetivos fundamentales del sistema de gestión de residuos pasan a ser la reducción de los mismos en origen, la disminución de su peligrosidad, la reutilización de los bienes desechados que son susceptibles de ser aprovechados sin transformación alguna, la máxima valorización de los restantes residuos y la minimización de los que son enviados a vertedero, con la vista puesta en el vertido cero. La eliminación con el mínimo impacto y riesgo es una exigencia ineludible pero Borrador 6 julio de 2006
  • 42. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión no un objetivo a largo plazo del sistema, sólo lo es de transición. En cualquier caso, la clave de toda gestión de residuos que afronte la cuestión desde la perspectiva del desarrollo sostenible consiste en lograr combinar, de forma dinámica e interactivamente ajustada (sin olvidar los costes económicos y sociales que todo proceso de adaptación conlleva, y por tanto los tiempos necesarios) pero con la vista puesta en la creciente eficacia y eficiencia ecológica y económica del sistema, la prevención, la reutilización, la valorización y la eliminación, con una apuesta decidida por la reducción de esta última porción al mínimo posible. Al contrario de lo que ocurría en el sistema tradicional de gestión, con las miras puestas en la recogida y eliminación, en este caso la atención se centra en la reducción de los residuos generados, la disminución de su peligrosidad y el máximo aprovechamiento económicamente viable de los recursos que ellos contienen, bien sea devolviéndolos al circuito económico (reciclaje e incineración con recuperación energética) o al ciclo natural (compost), lo que supone un cambio fundamental del campo de operación de la política, del espectro de responsables de poner en práctica la estrategia de gestión sostenible de los residuos y del propio sistema de recogida. También el conjunto de actores significativos para su implementación varía notablemente. La prevención constituye el punto crítico de toda estrategia de gestión en origen de los residuos, siendo su finalidad reducir la generación de los mismos, disminuir la peligrosidad de los generados y facilitar al máximo el aprovechamiento económicamente viable de los recursos que contienen. Como la experiencia internacional pone de relieve, la integración de los residuos al ciclo productivo y de la naturaleza y la minimización del impacto medioambiental de los residuos sólo es posible eliminando o disminuyendo sensiblemente la agresividad medioambiental de los compuestos utilizados en la producción de los bienes, lo que exige una profunda revisión del proceso de producción de los mismos y los materiales utilizados. Reducir, facilitar la reutilización de los materiales y desintoxicar los compuestos utilizados constituye, pues, la clave principal de cualquier estrategia de desarrollo sostenible informada por el criterio de sostenibilidad fuerte, al permitir la disociación entre el crecimiento del valor económico creado y el uso de recursos y generación de impacto medioambiental. Con esto se establece también el principio fundamental de que quien contamina en última instancia no es la actividad de gestión de residuos sino la de producción y la de consumo, pues la capacidad de contaminación de aquella depende de la calidad y cantidad de los residuos que proceden de estas. En consecuencia, los costes de la gestión de los residuos y del control de sus efectos contaminantes dependerán de la calidad y cantidad de los mismos y, por tanto, del comportamiento de los productores y consumidores de los bienes que los generan. Por razones de eficacia medioambiental y eficiencia económica dinámica, es sobre la producción y el consumo donde la política de residuos debería poner particular enfasis, buscando influir de forma especial en la política industrial y tecnológica, así como en la educativa y de comunicación. De ahí la trascendencia que tiene la efectiva aplicación del principio de responsabilidad del productor y del consumidor y el cambio en la percepción de la naturaleza del problema de los residuos por parte de los ciudadanos y de los responsables públicos. Pero es justamente en el ámbito de la prevención donde el sistema de gestión actual presenta importantes lagunas. Y es en él donde reside el reto fundamental del futuro. Si Borrador 7 julio de 2006
  • 43. Los residuos urbanos en la Comunidad Valenciana: Estado de la cuestión bien se constata una clara tendencia a la disminución de la toxicidad y peligrosidad de los bienes de consumo, que está teniendo positivos efectos sobre la salud humana y medioambiental, así como en el impacto de la actividad de gestión de residuos (ISWA, 2002, 37), no ocurre lo mismo con la cantidad de residuos producida. De no cambiar la actual tendencia a este respecto se harán efectivos los temores de la OCDE de que la producción de residuos sólidos urbanos en su área de referencia pueda seguir una evolución preocupante, pues se estima un aumento de más del 40% entre 1995 y 2020, lo que llevaría a una producción media de 1’75 kilos de residuos por persona y día. También la experiencia de la Unión Europea, donde la producción de residuos ha venido creciendo en casi todos los países en cantidad, y en no pocos en peligrosidad (AEMA, 2003, 41 y ss.), resulta poco alentadora, a pesar de ser está el área más avanzada en materia de gestión de residuos. No obstante, el que en algunos países europeos se estén consiguiendo resultados positivos en calidad y cantidad de los residuos indica que el cambio es posible si hay voluntad política y sensibilidad social. Un ejemplo claro de desacoplamiento entre producción y generación de residuos, así como de desintoxicación de los materiales utilizados, lo ofrece el caso alemán, donde la producción total de residuos ha disminuido en seis puntos sobre cien entre 1999 y 2002 (Federal Ministry for the Environment, Nature Conservation and Nuclear Safety, 2005a, 8) y donde el vertido cero se ha convertido en un objetivo a conseguir en 2020, para lo cual la plena reutilización y la desintoxicación de los componentes de los residuos es una exigencia. Lo importante, sin embargo, es hacer notar que para lograr resultados a este nivel es necesario actuar fundamentalmente sobre el ámbito de la producción y la comercialización, con objeto de cambiar productos, técnicas y prácticas, así como sobre los consumidores, para hacer variar las valoraciones, los gustos y los hábitos. El campo donde desplegar la acción no puede ser sólo el local, ni las autoridades municipales las únicas a asumir responsabilidades. Para influir sobre los productores son las instancias comunitaria y nacional las que pueden conseguir una razonable eficacia. En el plano comercial y del consumo los gobiernos regionales y locales, junto con los nacionales, tienen capacidad de incidencia, aunque los criterios de eficacia y eficiencia aconsejan la coordinación de las actuaciones de estos niveles de gobierno. La forma como la Comisión plantea la cuestión pone de relieve la complejidad del proceso a llevar a cabo (Comisión de las CE, 2003, 31). Por un lado, se resalta, y no sin motivo, la necesidad de negociar las actuaciones preventivas con los sectores económicos afectados. La conveniencia de actuar así no reside sólo en razones de eficacia, sino ante todo en la necesidad de hacer compatibles los logros ambientales con el progreso económico y la cohesión social, los otros dos pilares del desarrollo sostenible según la concepción políticamente dominante del término. De acuerdo con la Comisión los planes de prevención de residuos pueden negociarse a varios niveles, tanto el europeo como el nacional, regional y local, pero la coordinación y la complementariedad son los criterios que deben guiar la acción. Sin embargo, las condiciones para que esto se haga realidad están aún lejos de darse, lo que en buena medida explica el escaso éxito alcanzado en este cometido. Pero tal vez lo más importante, y que el organismo europeo también resalta, es la necesidad de un firme compromiso por parte de las autoridades para conseguir el objetivo, con independencia de que los planes de prevención sean obligatorios o resulten de acuerdos entre actores públicos y privados. Borrador 8 julio de 2006