1. REMEMBRANZAS DE UNA EX -ESTUDIANTE DE MEDICINA
Imagino nadie puede olvidar la sensación de felicidad que invadió nuestro corazón – y el de
nuestros familiares, sobre todo de nuestros padres – el día que ingresamos a la Universidad para
estudiar Medicina. Fue sin duda uno de esos momentos gloriosos, casi mágicos, producto del
esfuerzo y dedicación personal, porque en nuestro país el solo hecho de desear estudiarMedicina
implica asumir una tarea muy sacrificada y ardua.
Pero luego de tanto batallar, al fin la universidad, primer día de clases, las aulas de la Facultad
emocionan pues son como un oráculo alrededor del cual generaciones de médicos que nos
antecedieron estuvieron como nosotros, escuchando a sus Maestros compartir esta ciencia y arte,
desde el Antiguo Egipto, la antigua Grecia… ciencia que quienes practicaban la Medicina han
trasmitido a sus discípulos en una especie de cadena de sabiduría milenaria, añadiendo los
cambios, agregando las innovaciones que iban apareciendo, con generosidad y entrega, solo
buscando perpetuar la esencia de la profesión más noble y humana.
Y llegan los amigos, los recuerdos, las risas, los exámenes, los buenos y malos momentos. En mi
caso, más de los buenos que los malos, pero sobre todo en mi memoria los apagones, las
bombas, el terrorismo metido en las aulas de mi amada San Fernando, las horas de miedo ante la
incertidumbre del que iba a pasar si la violencia ganaba la batalla, los militares dentro de la
Facultad, sacándonos de las aulas para revisar mochilas y documentos, miedo a que podía
pasarnos, mezclado con la urgencia de aprender, de dar lo mejor en cada curso, con el deseo de
llegar un día a ser finalmente médico.
Las mil tareas, y encima ir a la biblioteca, pues internet era una fantasía digna de ciencia ficción y
lo único por donde navegábamos era entre estantes de libros y revistas, mismos libros que nos
peleábamos por conseguir antes del examen, para estudiar, estudiar y estudiar hasta en sueños si
era posible.
Los momentos difíciles, cuando crees que ya no puedes más, que es demasiado poder aprender
eso que tu profesor te dijo, eso que leíste en el Gray y lo que te falta por leer del Guyton. Cuando
te asalta inmisericorde la duda si estás donde quieres, si escogiste bien la carrera, si no te has
equivocado acaso, que haces metida en tu cuarto hasta la madrugada con libros y más libros
cuando tus amigos están en fiestas, paseos y demás. Cuando te jalaste en el examen y te vas al
susti o al suplicatorio. Y rezas porque no deseas perder el paso. Lloras porque te asusta no poder
lograrlo.
Y al final un día, ya tienes la bata blanca y el estetoscopio encima y de pronto alguien te agradece
por haberlo ayudado a sentirse mejor, por la receta que le indicaste, por las palabras de aliento
que le regalaste…un día te das cuenta que el tiempo paso volando, que cada día que viviste, cada
paso que diste en ese camino dentro de la Facultad de Medicina valió mil veces la pena no solo
porque te dio cursos para aprender sino que también te forjo el carácter, te enseño a ser fuerte,
a saber enfrentar lo difícil y valorar la vida, a brindar por la felicidad, porque te ha regalado al final
de tanto esfuerzo por ser estudiante de Medicina, la bendición de ser Médico.
2. Un día te hablan de sus problemas, y notas que tu ciencia y arte, lo que te enseñaron tus
Maestros no solo aplica para el cuerpo, sino para el alma, y es tu tarea tratar de ser quien escuche,
consuele, calme tristezas que ni el mejor antidepresivo puede. Porque tu carrera es de servicio al
prójimo, porque cada instante que dedicas a tus pacientes eres su héroe o heroína y tu sonrisa
para ellos es una señal de humanidad y bondad que tantos menos afortunados necesitan.
Agradezco por eso tanto a mis padres por su apoyo y sobre todo a mi madre maravillosa, a mis
abuelos que aunque ya no están me ayudaron y enseñaron tanto, que en los momentos de mayor
temor a fallar me impulsaron a pelear más. A mis profesores de la Facultad, del Loayza, del
Rebagliati, del Almenara, de cada lugar donde estuve … a mis compañeros y compañeras que
pasaron las mismas peripecias en aquellos días y años.
En días como hoy, cuando veo entrar casi corriendo, apurados, preocupados, en ese desfile
interminable de batas blancas a mi alrededor yendo a clases, a las prácticas, algunos serios, otros
sonrientes, trato de recordar cómo era yo entonces, como eran los rostros de quienes estuvieron
compartiendo esa aventura y bendigo haber tenido la fortuna de haber sido una estudiante de
Medicina. Los veo sentados a veces dormitando la amanecida, bostezando el cansancio y sonrío,
pues en cada uno de ellos hay un recuerdo de la estudiante que fui, del pasado que me forjo y
pido entonces la sabiduría para cumplir con la delicada misión de dejar en ellos algo de la belleza
y grandiosidad de esta profesión maravillosa que es la Medicina, tal y como un día mis Maestros
lo hicieron por mí, pues ayer fui una estudiante como ellos pero hoy soy una médico peruana,
¡qué orgullo y alegría por esa razón siento en días como hoy!
¡FELIZ DÍA DE LA MEDICINA PERUANA!
Dra. Iliana Romero Giraldo
CMP 27837
Pediatra INSN
Medicina del Adolescente