Un alma subió al cielo y encontró unos anteojos que le permitían ver la realidad de todos. Al ver a su socio estafando a una viuda, lanzó una silla para golpearlo. Dios le reprendió diciendo que aunque se puso sus anteojos, le faltaba tener su corazón bondadoso. La bondad debe prevalecer sobre los impulsos irreflexivos.