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La
Cristolog
   ía
                          Cursos Bíblicos

            Dr. Heriberto Puello Barragan
                      Médico - Neurólogo
INTRODUCCIÓN
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                                                       INTRODUCCIÓN, 1


                           La cristología es una parte de la teología
                               que trata sobre Cristo. Estudia a
                             Jesucristo como el Verbo encarnado
                            e Hijo de Dios, y a Jesús como nuestro
                             salvador y redentor, tal como nos lo
                                  propone la fe de la Iglesia.



      El misterio de Cristo, que se refiere a su persona y a su obra de
      salvación, anuda y resume todos los artículos de la fe: los que se
      refieren a la Trinidad, pues Él es Dios, el Hijo del Padre, y nos
      revela la Trinidad; y los que se refieren a los designios y obras de
      Dios, pues Él ha realizado el plan de su voluntad salvífica.
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                                                          INTRODUCCIÓN, 2

           Mediante los métodos propios de la historia podemos llegar a
           conocer cada vez mejor la realidad visible de la vida de Jesús.
          Pero únicamente mediante la Revelación divina y la fe podemos
       trascender lo externo y llegar a conocer quién es Él verdaderamente:
              “nadie conoce al Hijo sino el Padre” (Mt 11, 27); “nadie
                                                             27
             puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado”
                                      (Jn 6, 44).
                                             44


         Jesucristo, mediador y plenitud de toda la Re-
         velación, no es un mito: es Dios hecho hombre
         que vivió en un contexto histórico concreto, y
         los acontecimientos de su vida fueron reales y
         comprobables. Pero hace falta un conocimiento
         amoroso de Cristo hasta hacernos semejantes a
         Él (cfr. CCE 428-429).
                       428-429
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                                                            INTRODUCCIÓN, 3


             Desde finales del siglo XVIII (Ilustración), surge la búsqueda de
             reconstruir la vida de Jesús con una metodología histórica prescindiendo
              de lo que no tiene una explicación racional. Cristo fue un
             simple hombre: desechar como mito todo lo milagroso.


             En el siglo XIX, el protestantismo liberal también intentó llegar
             al “verdadero” Jesús, sólo hombre, contando únicamente con la
             razón y la ciencia histórica positiva. Se podría conocer muy poco
             del “Jesús histórico”.


             Siglo XX: para Rudolf Bultmann la fe en Jesús fue desarrollándose
              por un proceso de mitificación. Habría que estudiar la historia
             de las formas literarias de los Evangelios y después desmitificar
             el camino que la fe habría recorrido. Autores posteriores:
             nuevas aportaciones de la lingüística. Se llega a un Jesús “judío”,
             taumaturgo, maestro, revolucionario, o profeta escatológico.
CR 4 de 43
                                                        INTRODUCCIÓN, 4


        Los prejuicios racionalistas excluyen de
        entrada como imposible que Jesucristo
         sea Dios o la realidad de los milagros.
          Esta actitud resulta incompatible con
         la sincera búsqueda de la verdad. La
         distinción entre el “Jesús histórico” y
        el “Cristo de la fe” es una distinción de
                  graves consecuencias.


       El mismo nombre de “Jesucristo”, con el que le denominaron desde
       los comienzos, confiesa que “Jesús”, el Hijo único de Dios que vivió
       en Nazaret, es el “Cristo”, el de la fe. La actitud principal de la
       primera tradición cristiana fue la de conservar fielmente el recuerdo
       de las palabras y obras de Jesús.
CR 5 de 43
                                                              INTRODUCCIÓN, 5

         El punto de partida de la cristología (teología) es la fe. El depósito
         de la fe se ha transmitido de dos modos: la Sagrada Escritura y la
         Tradición. Y “el oficio de interpretar auténticamente la palabra de
         Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio
          vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo”
          (Dei Verbum 10).10


                                   Las ciencias humanas (historia, arqueología,
                                filología, etc.) tienen su valor (conocer mejor las
                            condiciones históricas de la cultura del ambiente de Jesús,
                                   los géneros literarios, la composición de los
                               Evangelios, etc.), siempre que se apliquen de modo
                                científico y con rectitud, y no estén viciadas por
                             determinadas ideas filosóficas. Ese Jesús que la historia
                              investiga no es un simple hombre, es el Hijo de Dios.
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 1
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                                          VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 1

             El fin de la Encarnación es la salvación de los hombres:
                el Hijo de Dios vino “para que el mundo se salve por
                         Él” (Jn 3, 17), “para ser salvador del
                                    17
                                 mundo”(1 Jn 4, 14).
                                                   14




         Credo: “por nosotros los hombres y
         Credo
         por nuestra salvación bajó del cielo,
         y por obra del Espíritu Santo se
         encarnó de María la Virgen y se hizo
         hombre”.
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                                        VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 2

        La salvación del hombre comprende dos aspectos unidos: la
        liberación del pecado y la comunicación de la vida divina.

        CCE 457: “El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos
             457
        con Dios”.

        CCE 458: “Se encarnó para que nosotros conociésemos así el
            458
        Amor de Dios”.

        CCE 459: “Se encarnó para ser nuestro
            459
        modelo de santidad”.

                             CCE 460: “Se encarnó para hacernos
                                   460
                             ‘partícipes de la naturaleza divina’
                             (2 P 1, 4)”.
                                     4
CR 8 de 43
                                          VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 3


                 El hombre, con sus solas fuerzas, no puede
             alcanzar la salvación. Después del pecado original,
                 todos los hombres habían quedado privados
                 de la gloria de Dios, de la amistad de Dios, y
               esclavos del pecado. Nadie puede ser justificado
                        sino por la gracia de Jesucristo.


       La Encarnación es obra del amor y de la misericordia de Dios. La
       decisión de Dios de salvarnos es absolutamente libre y gratuita.

         La venida del Hijo de Dios al mundo no era necesaria para la
         salvación del hombre.

   El nombre de Jesús quiere decir en hebreo “Dios salva” o “Salvador”.
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        Promesas del Redentor: 1) protoevangelio (Gn 3, 15); 2) promesa a
                                                                15
           Abraham (Gn 12) de darle una tierra y hacerle padre de un gran
                             12
        pueblo y que por su descendencia serían bendecidas todas las naciones
        de la tierra; 3) confirmación y renovación de la promesa con distintos
             elegidos, concretando la ascendencia del Mesías: descendiente
                  de Jacob, de la tribu de Judá, de la familia de David.

          Profecías sobre el Mesías rey: 1) será hijo
           de David y su reino no tendrá fin (Natán:
         2 Sam 7, 12-16); 2) especial filiación divina
                  12-16
            (Salmo 2); 3) nacerá de una virgen y se
                   2
         llamará Emmanuel, que significa “Dios con
                           nosotros”
                           (Is 7, 14).
                                  14
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              Profecías sobre el Mesías rey y profeta: Moisés,
              tipo y figura de todos los profetas. Dt 18, 15-19:
                                                          15-19
                Dios enviará “otro profeta” como Moisés que
       enseñará y guiará a su pueblo. Is 61, 1-2: el Mesías será ungido
                                             1-2
                        por Dios con el espíritu de los
             profetas para anunciar la salvación a los hombres.

      Profecías sobre el Mesías rey y sacerdote: Salmo 109 (110): el
                                                              (110)
      Salvador será a la vez rey y sacerdote. Pero su sacerdocio no es el
      levítico. Figura de Cristo: Melquisedec, rey-sacerdote (cfr. Heb 7, 3).
                                                                          3

      Profecías sobre el sacrificio de Cristo: Is 42, 49, 50, 52: cantos sobre
                                                              52
      el “Siervo de Yahvéh”; Salmo 21 (22). “Dios mío, Dios mío, ¿por
                                        (22)
      qué me has abandonado?”.

              “Hijo del hombre”: Dan 7: restaura el reino mesiánico.
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                                            VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 6


               El nombre de Mesías proviene del hebreo “mashiah”
                 que significa “ungido”. Fue traducido al griego por
                “christós” y latinizado en “christus”. Originalmente
                 se aplicaba al rey de Israel, ungido con aceite en su
              investidura. Aplicado a David y a su dinastía. También
                    a los consagrados para una misión recibida de
                  Dios (sacerdotes y excepcionalmente profetas).

        El Mesías “que Dios enviaría para instaurar definitivamente su
        Reino (...) debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez
        como rey y sacerdote (cfr. Za 4, 14; 6, 13), pero también como
                                                  13
        profeta (cfr. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza
                             1        16-21
        mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y
        rey” (CCE 436).
                     436
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                                         VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 7


      La Encarnación da sentido a toda la historia. Cristo es el funda-
      mento de toda la historia anterior, que tiene valor salvífico sólo
      por medio de Él y hacia Él se ordena. Así como también Cristo
      es el fundamento de toda la historia posterior, que vive de la
      gracia proveniente de su obra redentora.

                           Gaudium et spes 10: “Cree la Iglesia que la
                                              10
                           clave, el centro y el fin de toda la historia
                           humana se halla en su Señor y Maestro”.

                               Cristo es el centro de la historia
                               humana, no en sentido cronológico, sino
                               trascendente: es “el alfa y la omega, el
                               primero y el último, el principio y el fin”
                               (Ap 22, 13).
                                       13
REALIDAD DE LA
 ENCARNACIÓN
CR 13 de 43
                                   REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 1

         En el admirable plan de la donación que Dios
         hace de sí mismo a la criatura, la Encarnación
         es el acontecimiento central y culminante, y
         María ha sido la colaboradora con su fe y con
         su amor a la unión de Jesús con la humanidad.

         La Encarnación es obra de la Trinidad. Se
         realiza por el Espíritu Santo en comunión con
         el Hijo.

        María es verdaderamente Madre de Dios. “En efecto, aquél que ella
        concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho
         verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo
        eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad”
        (CCE 495).
               495
CR 14 de 43
                                  REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 2

                        Realidad del cuerpo de Cristo
        El docetismo (ya en el siglo I) considera que la materia es mala y,
                                     I
        en consecuencia, niega que Cristo tuviera un verdadero cuerpo
        material. El cuerpo de Cristo sería sólo aparente: su nacimiento o
        su pasión y muerte no fueron reales sino sólo ficticios e irreales.

                                NT: testimonia que Cristo fue hombre
                                NT
                                verdadero, con un cuerpo real: desciende
                                 de David, fue concebido de María,
                                nació, se cansó, tuvo hambre y sed,
                                durmió, sufrió, derramó su sangre, murió,
                                fue sepultado. Cuerpo de carne y
                                hueso, real y tangible.

      Santos Padres: negar la realidad del cuerpo de Cristo es negar la
                                redención.
CR 15 de 43
                                REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 3

                       Realidad del alma de Cristo
      Apolinar de Laodicea (siglo IV): la humanidad de Cristo estaría
                                   IV
      compuesta solamente de carne y alma sensitiva. El Verbo asu-
      miría la función de alma intelectiva y racional.

     Santos Padres: sin alma (sin inteligencia ni
     voluntad humanas), Cristo no habría redimido
      al linaje humano, pues no fue sanado
     lo que no fue asumido.

     Apolinarismo condenado por el Papa San
     Dámaso y el Concilio Constantinopla I (381).
                                            381

      Verdadera naturaleza humana de Jesús: unión del alma y del cuerpo
CR 16 de 43
                                       REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 4

                              Jesucristo es perfecto Dios
                      Adopcionismo: Cristo no era una persona divina,
                         sino un hombre que recibió una “dynamis”
                            o fuerza divina en el Bautismo que lo
                        hace un hombre superior. No es Hijo de Dios
                         por naturaleza, sino sólo por adopción (ej.:
                         Pablo de Samosata, obispo de Antioquía,
                      condenado y depuesto de su cargo en el año 268).
                                                                  268
              Arrio (256-336): Subordinacionismo extremo: Hijo creado de la
                     256-336
              nada, criatura a través de la cual se hicieron las demás cosas.
              Condenado en Nicea I (325): Cristo es “homousios”, consustancial
                                      325
              al Padre.

     Siglo XIX y XX: negación de la divinidad del “Jesús de la historia”.
     Pío X condenó el modernismo (Enc. Pascendi, 1907).
                                                   1907
CR 17 de 43
                                    REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 5

                     NT: prerrogativas divinas de Jesús:
       - Es superior a la Ley: señor del sábado (Mt 12, 1-8).
                                                        1-8
       - Es superior a los profetas y reyes (Jonás y Salomón: Mt 12, 41-42).
                                                                       41-42
       - Perdona los pecados, poder exclusivo de Dios.
       - Se equipara con Dios en la autoridad (“...Pero Yo os digo...”).
       - Pide fe (Jn 14, 1) y amor por encima de todo (Mt 10, 37) que sólo
                         1                                       37
       Dios puede exigir, y su aceptación es requisito para la salvación
       (Mt 10, 32). Incluso pide que se entregue la vida por Él (Lc 17, 33).
                32                                                       33

                        NT: su preexistencia al mundo:
        Jn 17, 5: “gloria que tuve junto a ti antes de que el mundo existiera”;
               5
        Col 1, 15-17: creador y conservador del mundo; muchos textos que
               15-17
        afirman que ha venido enviado por su Padre: viene “del cielo” (Jn 3,
        13), “de lo alto” (Jn 8, 23); “ha salido de Dios Padre” (Jn 8, 42), etc..
        13                       23                                    42
CR 18 de 43                        REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 6
                    NT: igualdad de Jesús con el Padre:




                          Jn 10, 30: “El Padre y yo somos una sola cosa”.
                                 30
       NT: afirmaciones explícitas y directas de su condición divina:
     Prólogo del Evangelio de San Juan; Rom 9, 5 (“el cual es sobre todas
     las cosas Dios bendito por los siglos”); Flp 2, 5-8 (“siendo de condición
      divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios...”); Tit 2, 13-14
     (“esperamos la manifestación gloriosa del gran Dios (...) Jesucristo”).
CR 19 de 43
                                      REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 7
                    “Hijo de Dios” en la Sagrada Escritura:
          AT: título dado a los ángeles (Dt 32, 8), al pueblo elegido (Ex 4, 22),
                                                 8                           22
          y a sus reyes (2 Sam 7, 14). Significa entonces una relación particular
                                   14
             entre Dios y su criatura. También cuando llama “hijo de Dios” al
               Mesías (Salmo 2, 7) los judíos entendían que era un hombre
                                  7
               singularmente bendecido por Dios, y no Hijo único de Dios
                                       por naturaleza.

                   NT: - Lo que vimos ya muestra que Jesús se declaraba
                 Hijo de Dios en cuanto verdadero Dios nacido del Padre:
                      los judíos lo entendían así y querían matarle por
                     eso; - Jesús distingue: “mi Padre... vuestro Padre”
                 (Jn 20, 17); - Él es “hijo propio” (Rom 8, 3) y Unigénito
                         17                                  3
                    (Jn 3, 16. 18) del Padre; - Mt 11, 27: “Nadie conoce
                               18                         27
                       al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre
                                        sino el Hijo...”.
UNIDAD PERSONAL
 DE JESUCRISTO
CR 20 de 43
                               UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 1

          Nestorio (patriarca de Constantinopla, 428): María no sería Madre
                                                  428
          de Dios porque en Jesús habría dos personas: una divina y otra
          humana, y María sería madre de la persona humana de Cristo. La
          unión entre la naturaleza divina y la humana sería sólo una unión
          moral entre dos sujetos. Identidad de voluntad, pero no se podría
          decir que el Hijo de Dios nació de María, murió, etc..


                                   Refutado por San Cirilo de Alejandría
                                     y condenado por Éfeso (431). Unión
                                                              431
                                     de las dos naturalezas de Cristo en la
                                    Persona (hipóstasis) divina del Verbo,
                                      única en Cristo. Por eso María es
                                   verdaderamente Madre de Dios: de Ella
                                         nació el Verbo según la carne.
CR 21 de 43                     UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 2


                       Monofisismo: Eutiques, superior de un
                    monasterio de Constantinopla (s. V), afirma que
                                                     V
                       después de la Encarnación hay una sola
                     naturaleza en Cristo, compuesta de la divina
                      y la humana, aunque la humana habría sido
                   absorbida en la infinita persona del Hijo de Dios.

           Condenado por San León Magno (440-461) y Calcedonia (451):
                                               440-461                  451
               “Hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro
          Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad;
              verdaderamente Dios y verdaderamente hombre (...). Se ha de
       reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único del Padre, en dos
         naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación.
         (...) Quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas”.
CR 22 de 43
                               UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 3

        Una hipóstasis o individuo es una substancia individual completa,
        subsistente en sí misma, independiente en su ser de otros individuos.
        => Se llaman “personas” a las hipóstasis más dignas, los seres racio-
        nales que son dueños de sus actos.

        Naturaleza es la esencia en cuanto principio de operaciones (ej.:
        la naturaleza de Pedro es su condición humana con sus facultades
        propias por las que actúa como hombre).

                         La distinción entre una naturaleza y la
                         persona que la posee es una distinción
                         entre una parte y el todo. Ej.: Pedro es
                         la persona, el todo, y la naturaleza es
                         una parte de él que le especifica.
CR 23 de 43                  UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 4

                          La unión de las dos naturalezas en Cristo es
                          una unión hipostática (en la persona). No
                          tiene semejanza con ninguna otra unión. La
                          conocemos por la fe.

                          La naturaleza humana de Cristo es íntegra y
                          perfecta, pero no es una persona humana, ni
                          es un sujeto distinto del Verbo.

      Constantinopla II (553) “confesó a propósito de Cristo: ‘No hay más
      que una sola hipóstasis (o persona) que es nuestro Señor Jesucristo,
      uno de la Trinidad’. Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo
      debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto, no
      solamente los milagros sino también los sufrimientos y la misma
      muerte” (CCE 468).
                       468
CR 24 de 43                    UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 5

        La Encarnación no supuso cambio alguno en el Hijo de Dios, que
        es inmutable. Sólo hay cambio en la naturaleza humana que comienza
         a existir elevada inefablemente a la unión personal con el Verbo.

      La Persona de Cristo no es causada por la unión de las dos naturalezas,
       sino que es eterna. Cristo no “es” o existe por su naturaleza humana,
      sino que por ella “es hombre”.


                      Cristo en cuanto hombre no es hijo adoptivo por la
                      gracia que tiene, pues su humanidad no constituye
                      ningún sujeto personal que pudiera ser hijo.

                    El Hijo de Dios (Persona) es Hijo de María, pues ha
                    nacido verdaderamente de Ella según su naturaleza
                    humana. Nacen personas, no naturalezas.
CR 25 de 43                     UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 6

              Para unos autores recientes la personalidad consistiría
                   en la apertura de la conciencia humana al ser
                en general, al infinito, o sea a Dios. Pero entonces,
              como en Cristo hay un centro de conciencia humano
               referido a otro centro de conciencia divino, habría
                    dos subjetividades en Él: una divina (Dios),
               otra humana (Cristo). Jesús será un hombre en quien
                    tiene lugar la revelación suprema de Dios.

       Esas teorías reducen la realidad de un ser a uno de sus actos: la
       persona sería la simple conciencia de sí. Lo cual es un error, pues toda
       operación vital -como lo es la conciencia- requiere un sujeto operante,
       que es la persona. La persona no se identifica con su conciencia,
       ni se constituye por ella: la persona es quien tiene esa conciencia de sí.
CR 26 de 43                        UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 7

       El Hijo de Dios ha hecho partícipe a la humanidad asumida de la
       dignidad de su persona: al expresar el misterio de la Encarnación
       se da una especie de comunicación de propiedades entre lo humano
       y lo divino, que se llama “communicatio idiomatum”.

              A la única persona de Cristo hay que atribuir tanto todas las
              propiedades y acciones de su naturaleza divina como las de su
              naturaleza humana (ej.: se puede decir “Dios ha nacido de María”
              o “ha muerto por nosotros”).

        No se puede atribuir a una naturaleza de Cristo
        las propiedades y acciones de la otra (ej.: no se
        puede decir que la divinidad ha nacido en el
        tiempo). Sí se puede reduplicar: “Jesús, en cuanto
         Dios...”; “el Hijo de Dios, en cuanto hombre...”.
LLENO DE GRACIA
  Y DE VERDAD
CR 27 de 43
                                      LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 1

              La humanidad de Cristo es el adecuado instrumento
              indisolublemente unido al Verbo para la obra salvífica. Es un
              instrumento vivo y racional, no inerte o pasivo.

         Cuanto más unido se está con Dios, más se participa de su bondad
         y más abundantes bienes se reciben. No hay unión más íntima con
         Dios que la unión en una persona divina. De ahí que Cristo en su
         humanidad esté lleno de los dones divinos: su naturaleza humana
         pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la
         ha asumido (cfr. CCE 470).
                               470

       El Hijo de Dios no asumió aquellos defectos o limitaciones que
       dificultarían la obra salvífica (pecado, ignorancia...).
       Sí asumió aquellas limitaciones de nuestra naturaleza que
       sirven al fin de la Encarnación y que no son defecto moral (dolor...).
CR 28 de 43
                                       LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 2

              Santidad en el AT: alguien o algo es santo en sentido ontológico
              en la medida que está unido a Dios, le pertenece, y está destinado
              o consagrado a su servicio exclusivo (el Templo, el sábado, el
              pueblo de Dios...). En el NT, esta noción se enriquece con la de
              una participación en la vida divina por acción del Espíritu Santo
              que transforma al hombre interiormente, lo diviniza, lo purifica
              del pecado.


                           En sentido operativo y moral se dice que es santo
                           quien vive establemente la unión sobrenatural
                           con Dios por la fe y el amor.

                              Cristo es santo no sólo en cuanto Dios, sino
                              también en cuanto hombre.
CR 29 de 43
                                    LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 3

         Por la unión hipostática, la humanidad de Cristo
         tiene la santidad infinita del Verbo. Así en cuanto
         hombre, Cristo es santo porque su humanidad está
         unida al Verbo y le pertenece. Ese don a la
         naturaleza humana de Cristo se llama “gracia de unión”

           Cristo en cuanto hombre también es santo por la gracia habitual,
         conveniente porque su humanidad no es santa por sí misma ni se ha
          transformado en divina (distinción de las dos naturalezas). Llega a
        ser divina y santa por participación. Cristo tiene plenitud de gracia
            santificante porque la unión de su humanidad a Dios es la más
          estrecha imaginable. Jesús poseía la gracia con toda la perfección
           posible: con todos los efectos, virtudes, dones y operaciones que
        ésta puede tener y alcanzar. Todas las gracias que tienen los hombres
                provienen de Él. Esa plenitud se llama “gracia capital”.
CR 30 de 43                           LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 4

              La gracia diviniza al        extiende a las potencias
              alma en su esencia.          del alma por las virtudes
              Esta divinización se          sobrenaturales.

       Cristo en cuanto hombre está plenamente divinizado por la gracia
       habitual: por eso no podían faltarle las virtudes infusas en grado
       máximo y perfecto. Pero no tuvo aquellas virtudes que suponen
       en sí mismas alguna carencia o imperfección (fe: ya poseía la visión
       de Dios; esperanza: ya tenía la unión con Dios; penitencia: no
       tuvo pecado).

        A causa de su plenitud de gracia, Cristo poseía los dones del Espíritu
        Santo en grado excelentísimo y eminente, y todos los carismas
        que han tenido los hombres para alguna misión de edificación de los
        demás (apóstoles, profetas, predicadores, doctores, pastores, etc.).
CR 31 de 43
                                   LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 5


                        Jesús es santo también en sentido
                   operativo y moral: completa identificación
                     De su voluntad humana con su voluntad
                      divina, en lo grande y en lo pequeño.


       El Magisterio ha enseñado en varias ocasiones que Cristo no tuvo
       pecado, es “semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (ej.:
       Calcedonia, 451); y estuvo libre también del pecado original y del
                    451
       “fomes peccati”, por lo que en Él la sensibilidad estaba siempre
       perfectamente subordinada a la razón (ej.: Constantinopla II, 553).
                                                                       553

          Cristo no sólo no tuvo pecado de hecho, sino que era impecable,
          porque las acciones son de la persona. Si Cristo pudiera pecar,
          sería Dios quien pecaría. Además Cristo gozaba de la visión de
          Dios, que supone la imposibilidad de rechazar el Bien infinito.
CR 32 de 43
                                   LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 6

      Como Cristo tiene dos naturalezas perfectas, tiene dos modos de
      conocer, uno infinito y divino y otro humano.
                       Conocimiento humano de Cristo

      Gaudium et spes 22: El Hijo de Dios “trabajó con manos de hombre,
                        22
      pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre,
      amó con corazón de hombre”.


         Tuvo ciencia adquirida (parte de los sentidos y de
         la experiencia), ciencia de visión (visión beatífica
         propia de los bienaventurados: Jn 8, 38: “Yo digo
                                               38
        lo que veo en el Padre”) y ciencia infusa o profética
        (proviene directamente de Dios por la comunicación
                de algunas ideas a la mente humana).
CR 33 de 43
                                 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 7

     La crítica histórica, el protestantismo liberal y el modernismo, han
     sostenido que Jesús padecía error en cuanto a la fecha del fin del
     mundo y en cuanto a la naturaleza de su mesianismo. Teorías
     condenadas por San Pío X (Enc. Pascendi, 1907).1907

                         La existencia de un error en Cristo implicaría
                         que no es Dios, que no es la Verdad. No tuvo
                         ni error ni ignorancia.

                        Padres: Cristo no ignoraba la fecha del fin del
                        mundo, sino que ni quería ni debía revelarla.
                        => CCE 474: “Lo que reconoce ignorar en este
                                 474
                        campo (cfr. Mc 13, 32), declara en otro lugar no
                                            32
                        tener misión de revelarlo (cfr. Hch 1, 7)”.
                                                               7
CR 34 de 43                        LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 8

                      A partir del siglo XX, especial interés por la
                     conciencia que Jesús tenía de sí mismo: si se
                       sabía Hijo de Dios y Mesías. Unos autores
                     niegan que tuviera conciencia de su divinidad.
                          Otros sostienen que desde una inicial
                         ignorancia, iría poco a poco tomando
                     conciencia de ser Hijo de Dios y Salvador del
                                         mundo.

        Jesús en su conciencia humana tenía un claro y verdadero
        conocimiento de sí: Hijo de Dios venido al mundo para salvarnos.
        En NT se ve ya cuando tenía 12 años: “¿No sabíais que yo debía estar en
        la casa de mi Padre?” (Lc 2, 49). Además, nunca aparece un yo humano
                                     49
        de Jesús y otro yo del Hijo de Dios. Y Jesús utiliza a menudo
        la expresión revelada a Moisés, “Yo soy”, manifestando que es Dios.
OTRAS CARACTERÍSTICAS
CR 35 de 43                                OTRAS CARACTERÍSTICAS, 1

                                Monoenergetismo: para ganarse a los
                            monofisitas, Sergio de Constantinopla (inicio
                              s. VII) enseñó que Cristo tenía una única
                                 VII
                            operación. Monotelismo: buscando la unidad
                                religiosa, el Emperador Heraclio dejó
                               de hablar del monoenergetismo y pasó a
                              sostener que había una sola voluntad en
                              Cristo. Lo impuso a toda la Iglesia (638).
                                                                   638

        Máximo el Confesor consiguió que el Papa Martín I convocara un
        concilio en Letrán (649) que condenó ambos errores. En el año 681,
                             649                                         681
             el concilio ecuménico de Constantinopla III los condenó
            solemnemente: “se dan en Él (Cristo) dos voluntades y dos
          operaciones naturales, sin división, sin cambio, sin separación,
                                  sin confusión”.
CR 36 de 43                                 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 2

                El Verbo asumió una naturaleza humana perfecta
                    , y la voluntad libre pertenece, de modo
                esencial, a la integridad y perfección de la natural
                    eza humana. Así tiene un querer divino
                 común con el Padre y el Espíritu Santo, propio
                  de la naturaleza divina, y un querer humano
                  propio de su naturaleza humana asumida, que
                  no comparte con el Padre y el Espíritu Santo.

         Libertad humana de Cristo: “Doy mi vida para tomarla de nuevo.
         Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente” (Jn 10, 17).
                                                                   17

         Que Cristo sea libre no significa que pudiera pecar. Elige siempre
         el bien con dominio sobre sus actos porque su libertad es perfecta.
         Querer el mal, no es lo propio de la libertad, aunque sea un signo de
         libertad, como el error no es conocimiento.
CR 37 de 43
                                             OTRAS CARACTERÍSTICAS, 3


         La voluntad humana de Cristo siempre “sigue a su voluntad divina
         sin hacerle resistencia ni oposición, sino que, por el contrario, está
         siempre subordinada a esta voluntad omnipotente” (Constantinopla
         III, 681).
              681


         En Getsemaní, cuando Jesús dice: “No se
         cumpla mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,
         39), no hay oposición de voluntades, sino
         39
         que su inclinación sensible o su sensibilidad
         podían apetecer algún bien distinto del querer
         divino, pero estaban enteramente sometidas
         a él por el acto libre de su voluntad racional
         humana.
CR 38 de 43
                                            OTRAS CARACTERÍSTICAS, 4

          Constantinopla III, 681 confesó “dos operaciones naturales sin
          división, sin cambio, sin separación, sin confusión, en el mismo
          Señor nuestro Jesucristo, nuestro verdadero Dios, esto es, una
          operación divina y otra operación humana”.

                        Santo Tomás de Aquino (Compendium
                        theologiae, c. 212, n. 419): “La naturaleza es el
                                               419
                        principio de la operación. Por eso en Cristo no
                        hay una sola operación por ser un único sujeto,
                        sino dos operaciones porque son dos las
                        naturalezas”.
       Como todo hombre, puede realizar todas las acciones humanas
       naturales y como todo hombre en estado de gracia puede realizar
       obras sobrenaturales. Todas estas acciones son propias de la
       segunda Persona de la Santísima Trinidad.
CR 39 de 43
                                         OTRAS CARACTERÍSTICAS, 5


                             Como las acciones humanas de Cristo eran
                             libres y nacían del inmenso amor al Padre
                             que el Espíritu Santo había infundido en su
                             alma, todas ellas eran meritorias, es decir,
                             eran dignas de alcanzar el fin al que las
                             había ordenado el designio divino.


        Antes de su Resurrección, Cristo mereció para sí mismo aquellos
        bienes que aún no poseía (glorificación y exaltación de su
        humanidad). También mereció para nosotros la salvación.
        Mereció la gracia para todos los hombres, pues a este fin estaba
        Ordenada la Encarnación del Verbo.
CR 40 de 43                                OTRAS CARACTERÍSTICAS, 6
   Las acciones humanas de Cristo en cuanto son instrumentos de la
                            divinidad


       En el orden físico: se sirve de gestos y palabras humanas para hacer
       milagros. Estas acciones humanas en cuanto son instrumentos de la
       divinidad para realizar obras propias de la omnipotencia divina se
       llaman en teología “teándricas”. En el orden espiritual, la divinidad
       se sirvió de su querer humano y de sus palabras para perdonar los
       pecados, y de sus acciones humanas para comunicar la gracia.


                         En todas estas acciones la causa eficiente
                         principal es la naturaleza y el poder del Verbo, que
                         tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo;
                         y la humanidad de Cristo es la causa instrumental.
CR 41 de 43
                                             OTRAS CARACTERÍSTICAS, 7


          Cristo tuvo aquellos sentimientos y pasiones propios de la naturaleza
          humana compatibles con la plenitud de gracia y que servían a
          nuestra redención: alegría de las obras de su Padre (Lc 10, 21) y
                                                                      21
          de saberse amado del Padre (Jn 15, 10); deseos ardientes de nuestra
                                               10
          redención (Lc 12, 50) y de quedarse en la Eucaristía (Lc 22, 15);
                              50                                       15
          tristeza al contemplar los sufrimientos
          de su Pasión y el pecado de los suyos
          (Mt 26, 38); dolor del alma hasta llorar
                   38
          por la muerte de Lázaro (Jn 11, 33-
          35); ira ante la hipocresía de algunos
          35
          (Mc 3, 5) y los mercaderes en el Templo
                  5
          (Mt 21, 12), etc..
                   12


              En Cristo la razón controlaba perfectamente sentimientos y
                             pasiones, toda su afectividad.
CR 42 de 43
                                            OTRAS CARACTERÍSTICAS, 8


                       En Jesús no faltó la virtud natural, de la
                       que derivan todas las demás, que es el amor,
                       y que es sobrenaturalizado por la caridad.
                       Éste ha sido el motor de su vida, y la clave de
                       la armonía y unidad de todo su ser: su amor y
                       entrega al Padre y a nosotros.


       CCE 478: “Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta
              478
       razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados
       y para nuestra salvación, ‘es considerado como el principal indicador
        y símbolo (...) del amor con que el divino Redentor ama continuamente
        al eterno Padre y a todos los hombres’ (Pío XII, Enc.
       Haurietis aquas, 1956)”.
                           1956
CR 43 de 43
                                   OTRAS CARACTERÍSTICAS, 9

              Los Evangelios no nos han transmitido ninguna
              descripción directa sobre el rostro y el aspecto
              físico de María y de Cristo. De modo indirecto
              nos sugieren algunos datos sobre la fisonomía
              de Jesús: debió de tener una presencia agradable,
              amable para que muchos acudieran a Él, y le
              llevaran niños para que les impusiera las manos;
              unos modales dignos que inspiraban el afecto de
              personas de toda condición; una mirada que
              removió a los Apóstoles para que lo siguieran
              dejando todas las cosas...

                     Quizá Dios permitió que no tuviéramos una
              descripción de Jesús para que no fuéramos atraídos a Él por
                            motivos meramente humanos.
MISTERIO DE LA REDENCIÓN
CR2 1 de 55

                                      MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1

      La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y
      de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo
      de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado.

       No se pueden separar estos dos aspectos:
       1) la finalidad de su venida al mundo es
       precisamente la salvación de los hombres;
       2) Únicamente el Hijo de Dios puede
       realizar una auténtica redención del pecado
       del mundo.

       Vamos a ver en la segunda parte de
       Cristología la acción redentora, teniendo
       presente lo visto ya acerca de su persona.
CR2 2 de 55

                                       MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2


        Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar
        la verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad.

      CCE 843: “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda,
            843
      ‘entre sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo ya
      que es Él quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere
      que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno
      y verdadero que puede encontrarse en las diversas religiones”. CCE
      844: “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran
      844
      también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”.

                           Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó
                           antes de la creación del mundo a una alianza
                           que nos hace participar de su vida
                           infinitamente feliz.
CR2 3 de 55

                                     MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3

              La Biblia nos enseña que el origen del mal y del
              sufrimiento está en el “misterio de iniquidad”
              que es el pecado: el de unos ángeles y los de los
              hombres, principalmente el original, pero también
              los personales de cada hombre y cada mujer.

       La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y
       desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente.

   El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus
     consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre
    procede únicamente de Dios: “la prueba que Dios nos ama es que
      Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”
                                (Rom 5, 8).
                                         8
CR2 4 de 55

                                     MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4

       Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios,
       la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios.
     Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje
            sobre Dios lo es también. Las perfecciones de las criaturas
       reflejan la perfección infinita de Dios. Podemos nombrar a Dios a
           partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-41)
                                                                  39-41

          Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues,
        purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que
        tiene de limitado, de imperfecto. Nuestras palabras
        humanas quedan siempre más acá del Misterio de
                                Dios.
         Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa
       ciertamente de modo humano, pero capta realmente
          a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo
            en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43)
                                                  42-43
CR2 5 de 55

                                         MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5


                “Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios
              manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio
                de amor benevolente que precede a todo mérito por
                     nuestra parte: ‘En esto consiste el amor: no
                  en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
              que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
                       por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10). ‘La
                                                        10
                 prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
                 nosotros todavía pecadores, murió por nosotros’
                               (Rm 5, 8)” (CCE 604).
                                       8          604

        El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo había
        sido anunciado antes en la Escritura como misterio de redención
        universal. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular,
        la profecía del Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35).
                                                     7-8         32-35
CR2 6 de 55

                                       MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6

                   Tradición patrística sobre la redención
        Padres orientales: subrayan que Cristo ha venido a
        comunicarnos la semejanza con Dios perdida por
        el pecado. “Admirable intercambio”: el Verbo se
        ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos
          partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto
              descendente y gratuito de la salvación.


                  Padres occidentales: se fijan en el aspecto ascendente
                  de la salvación: la obra realizada por nuestra Cabeza,
                  Cristo, en nombre de toda la humanidad para ganarnos
                  la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio
                  perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y
                  reconciliarnos con Dios.
CR2 7 de 55

                                      MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7

      San Anselmo (+ 1109) veía a Dios como Señor soberano, cuyo honor
                        1109
      es ofendido por el pecado. Ante esta ofensa, el orden de la justicia
      divina exige con todo rigor una reparación voluntaria adecuada
      o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el ofendido: no
      debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios,
      tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido.

       Es una interpretación válida en diversos aspectos
        y que ha influido en la teología posterior.
       Pero es demasiado jurídica, con una concepción
       muy humana de Dios, del pecado como
       ofensa inferida a Dios, de su reparación como
       compensación que debe recibir del hombre, y
       de una justicia divina que obliga a Dios a
       exigir sus derechos.
CR2 8 de 55

                                       MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8

               Algunas interpretaciones históricas erróneas
                          sobre la redención, 1

               “Los derechos del demonio” (algunos escritos
               cristianos de los primeros siglos): al cometer el
                pecado de origen, el hombre voluntariamente
              se habría hecho esclavo del demonio. La sangre
                de Jesús sería el rescate, el precio pagado al
              demonio para librar al hombre de su esclavitud.

      Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea
      pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que
      paga y alguien a quien se paga) y es ajena a la unidad de toda la
      Escritura, por ejemplo en cuanto al poder del demonio, que parece
      tener derechos absolutos sobre nosotros.
CR2 9 de 55

                                     MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9
                 Algunas interpretaciones históricas erróneas
                              sobre la redención, 2
         Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo)
         tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo
         la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las
         consecuencias del pecado sino el pecado mismo.
          Cristo nos redime por medio de una
          “sustitución penal”: toma nuestro lugar y
         es castigado por Dios en lugar nuestro.

      Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que
      también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados.

       Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino como
         un soberano vindicativo y, además, injusto (condena al inocente
                                en lugar del culpable).
CR2 10 de 55

                                  MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10
               Algunas interpretaciones históricas erróneas
                          sobre la redención, 3
       En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el
    ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la salvación
         no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se redime
          a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte
     es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad
                             por librarse del mal.


                       En esa corriente hay quienes han pensado que
                       Cristo sería el modelo de lucha contra las
                       estructuras sociales injustas (teologías de la
                       liberación, algunas inspiradas en el marxismo).
CR2 11 de 55

                                       MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11

         La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La
         redención es ante todo una intervención descendente y misericordiosa
         de Dios en la historia de los hombres.

           La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún
           hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera
           muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en
           todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616)
                                                               616

        La redención concilia admirablemente la misericordia
        y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de
        su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia
        (no injustamente), movido sólo por su misericordia.
        Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo
        más conveniente y digno para nosotros (justicia).
CR2 12 de 55

                                     MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12


                            Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús,
                            representando a los hombres ante Dios, como
                            nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella
                            una nueva relación de Alianza entre Dios y los
                            hombres, y obtiene de su Padre la salvación
                            para nosotros. Con su actuación humana libre,
                            alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón.



       Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre,
       comunica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela
       a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo
       para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les
       hace partícipes de la vida divina.
CR2 13 de 55

                                     MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13



        Existe un orden en la dispensación de la economía
         salvífica: primero Cristo debía satisfacer el
        pecado de la humanidad y merecer su
        glorificación junto con nuestra salvación
        (aspecto ascendente). Una vez exaltado como
        Señor sobre todas las cosas a la diestra del
        Padre, nos dispensa los bienes que nos había
        ganado con su sangre y nos concede el don
        del Espíritu Santo (aspecto descendente).
        Estos dos aspectos están estrechamente unidos
        en el designio divino: el don de la gracia
        es fruto del sacrificio de Cristo.
CR2 14 de 55

                                         MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14

               El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión
               con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe
               alcanzar a cada uno de los hombres.

                            Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien,
                            con su poder infinito, alcanza a todos los hombres
                            de todos los tiempos, y hace que las acciones y
                            méritos de Cristo se puedan aplicar y tener eficacia
                            salvífica en cada uno. Hace posible que cada
                            uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios,
                            se incorpore a Él y participe de la redención.


               El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de
               salvación”(Lumen gentium 48), para que los hombres encuentran
                                              48
               a Cristo y participen de la salvación.
MEDIADOR Y CABEZA
CR2 15 de 55
                                               MEDIADOR Y CABEZA, 1

        Mediador es nombre de oficio. Se aplica a quien hace de medio
        entre los que están separados para reconciliarlos, o para unirlos
        de alguna forma.

                         En la economía divina, los mediadores no son
                         primariamente representantes del pueblo ante
                         el Señor, sino representantes de Dios. La
                         alianza y la salvación vienen de lo alto; no es
                         obra humana.

      “Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de
      su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre
      Dios y los hombres” (CCE 480).
                                   480
CR2 16 de 55
                                                   MEDIADOR Y CABEZA, 2

          Cristo, mediador de la Nueva y eterna Alianza: las anteriores eran
          parciales e imperfectas, pues no hacían a los hombres partícipes
          de la intimidad divina. Jesús nos revela plenamente al Padre, quita el
          pecado del mundo y establece la verdadera comunión de vida
          entre Dios y los hombres.

          Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres: sólo Él une
          a los hombres con Dios (Jn 14, 6: “Nadie va al Padre sino por mí”).
                                         6

         Hay otros mediadores, pero subordinados a Cristo y
         partícipes de su mediación. Existen grados de
         mediadores subordinados (sólo Cristo repara el pecado y
         comunica la gracia por sí mismo): 1) la Virgen María
         Mediadora de todas las gracias, 2) los ángeles,
         3) los santos, 4) los sacerdotes, 5) todos los cristianos.
CR2 17 de 55
                                                  MEDIADOR Y CABEZA, 3

        1 Tim 2, 5-6: “Uno solo es el Mediador entre Dios y los hombres:
                  5-6
        Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención de todos”.

          Cristo en cuanto Dios no tiene condición de medio (no difiere del
          Padre ni del Espíritu Santo). Tampoco la tiene simplemente por el
          hecho de ser hombre. La tiene en cuanto es hombre lleno de gracia
          y con su entrega (vivificada por esa plenitud de gracia) reconcilia
          los hombres con Dios.


                           La unión hipostática es el fundamento de su
                           mediación: si Cristo no fuera Dios hecho
                           hombre, no tendría la plenitud de gracia y,
                           por tanto, no sería Mediador.

        Cristo ejerce su mediación como Sacerdote, Profeta y Rey.
CR2 18 de 55
                                                  MEDIADOR Y CABEZA, 4

                   Cristo, Sacerdote de la nueva Alianza

                 El sacerdote es mediador entre Dios y los
                hombres. Pero el término “mediador” es más
                   amplio que el de “sacerdote”. No toda
              mediación es un sacerdocio (profetas, reyes, etc.).
                 La suya es la principal: consiste en unir y
                reconciliar a los hombres con Dios quitando
         el pecado. Ofrece sacrificios para reconciliarnos con Dios.


        Cristo es el único y sumo Sacerdote que con su sacrificio nos
        reconcilia con Dios. Todo otro sacerdocio (ministerial o común) es
        participación de su sacerdocio y subordinado a él.

         Su sacerdocio es distinto y superior al levítico, y es eterno.
CR2 19 de 55

                                                       MEDIADOR Y CABEZA, 5

               Cristo, Profeta: mediador y plenitud de la revelación
                                   Es mucho más que los profetas del AT y se
                                   distingue de todos ellos: “en diversos
                                   momentos y de muchos modos habló Dios en el
                                   pasado a nuestros padres por medio de los
                                   profetas. En estos últimos días nos ha hablado
                                   por medio de su Hijo” (Heb 1, 1-2).
                                                                    1-2

               El Hijo de Dios, al venir a este mundo, como hombre, es el mediador
                perfecto de la revelación pues nos manifiesta a Dios a quien ve
               y oye. Él es la misma verdad.

               Él es la plenitud de la revelación: es la Palabra única y perfecta del
               Padre. Dios en su Verbo lo ha dicho todo: no habrá otra palabra
               más que ésta. Nos libera de la ignorancia y del error.
CR2 20 de 55

                                                   MEDIADOR Y CABEZA, 6

                                 Jesucristo, Rey
           Cristo se presenta como Buen Pastor y Rey: “el pueblo de Dios
           participa (...) en la función regia de Cristo. Cristo ejerce su realeza
           atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección.
           Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no
           habiendo ‘venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por muchos’
            (Mt 20, 28). Para el cristiano, ‘servir a Cristo es reinar’
                     28
           (Lumen gentium 36)” (CCE 786).
                                36          786


           La Iglesia también ha presentado a Cristo como
           Legislador (nos da la Ley nueva de la gracia y
           de la caridad), o como Juez (dispensa la gracia
           y el perdón de los pecados, y premia con la
           gloria).
CR2 21 de 55

                                                    MEDIADOR Y CABEZA, 7


               Dios quiso que la humanidad tuviera su principio en Adán. Éste
               pecó no sólo como persona individual, sino también como cabeza
               del género humano, y su acción implicaba a toda su descendencia
               (cfr. Rom 5, 12-19). Cristo es el “nuevo” o “segundo” Adán.
                            12-19

           Dios quiso que Jesucristo fuera el principio y la causa de la vida
           sobrenatural de todos, el inicio de una humanidad redimida.

                     Adán y Cristo son principios de todo el género
                     humano: el primero en cuanto a la naturaleza y
                     al pecado, Cristo en cuanto a la salvación.

                    Cristo es el hombre nuevo y perfecto, superior a
                    Adán y a todos los hombres, el ejemplar de todos
                    los demás.
CR2 22 de 55

                                                   MEDIADOR Y CABEZA, 8

         Cristo en cuanto hombre es Cabeza del géne-
         ro humano. Tiene la misma naturaleza de los
         hombres y es solidario con todos ellos.

         Es Cabeza de los hombres porque tiene una
         preeminencia sobre ellos por su plenitud de
         gracia, en virtud de la cual es el más perfecto
         y el ejemplar de cada uno de los hombres.

          Es Cabeza del género humano porque es el principio de la gracia
          de todos los hombres, el salvador de todos ellos.

          El fundamento o raíz de la plenitud de gracia de Cristo hombre es
          la unión hipostática: si Cristo no fuera Dios hecho hombre, no
          sería Cabeza del género humano.
CR2 23 de 55

                                               MEDIADOR Y CABEZA, 9


                     Solidaridad de Cristo con el género humano: 1) física,
                     de la sangre (comparte nuestra naturaleza, es hijo
                     de Adán); 2) moral e intencional por el amor (nace
                     de la libre voluntad de Jesús, de su amor, virtud que
                     une e identifica al amante con el amado y que hace
                     que las cosas del amado sean como propias; “me ha
                     amado y se ha entregado a sí mismo por mí”
                     (Gal 2, 20)).
                              20


     Cristo representa a los hombres ante Dios y se ofrece por todos,
     pero propiamente no nos sustituye: no decide por nosotros,
     puesto que debemos arrepentirnos de los pecados e incorporarnos
     voluntariamente a Él como miembros suyos; y tampoco nos
     ahorra en esta vida las penas del pecado, incluida la muerte.
MISTERIOS VIDA
TERRENA DE CRISTO
CR2 24 de 55

                             MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 1


        “Toda la vida de Cristo es misterio de
        Redención. La Redención nos viene ante todo
        por la sangre de la cruz, pero este misterio está
        actuando en toda la vida de Cristo” (CCE 517).
                                                    517

        CCE 517 añade: “Ya en su Encarnación porque haciéndose pobre
        nos enriquece con su pobreza; en su vida oculta donde repara nuestra
        insumisión mediante su sometimiento; en su palabra que purifica
        a sus oyentes; en sus curaciones y en sus exorcismos, por los
        cuales él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades;
        en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica”.

       Jesús en todas sus obras “manifiesta plenamente el hombre al propio
       hombre” (Gaudium et spes 22). Y todos sus actos son ejemplo y
                                   22
       enseñanza de vida para nosotros.
CR2 25 de 55

                         MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 2


                         Misterio de Navidad: Ha comenzado la
                         redención, el “admirable intercambio”
                         por el que el Creador del género humano,
                         haciéndose hombre y naciendo de una
                         virgen, nos hace partícipes de su divinidad.

       Epifanía: manifestación de Jesús como Salvador del mundo.
       Presentación de Jesús en el templo: Jesús es reconocido como
       “signo de contradicción”; la espada de dolor predicho a la
       Virgen anuncia la cruz.


      Huida a Egipto y matanza de los inocentes: toda la vida de Cristo
      estará bajo el signo de la persecución.
CR2 26 de 55

                             MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 3

         La vida ordinaria de Jesús: el Verbo eterno ha redimido y santificado
         así todas las realidades nobles con las que está entretejida la vida
         común de los hombres. Obediencia de Jesús en lo cotidiano.

          Vida de familia: Jesús la santifica; vida de trabajo:
          Jesús dedicó la mayor parte de su vida a su
          trabajo, con perfección y con espíritu de servicio.

          Su trabajo se convierte en tarea divina, en “realidad
          redimida y redentora; no sólo es el ámbito
          en que el hombre vive, sino medio y camino de
          santidad, realidad santificable y santificadora”
          (San Josemaría, Es Cristo que pasa 47). 47

 Hallado en el Templo: cumple la voluntad divina aunque sacrificio
                        e incomprensión..
CR2 27 de 55

                           MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 4

                        Misterios de la vida pública, 1
           En su bautismo Jesús es manifestado como Hijo de Dios y
           Mesías, y a partir de entonces comienza su ministerio público.
           Es modelo del bautismo cristiano (nos hace hijos de Dios, el
           Espíritu Santo desciende sobre nosotros y se no abre el acceso
           al Cielo).


                             Las tentaciones de Cristo forman parte de
                             su victoria sobre el Maligno. Cristo nos
                             da ejemplo de cómo luchar contra el Maligno
                             y vencerle. “Fue probado en todo
                             igual que nosotros, excepto en el pecado”
                             (Hb 4, 15).
                                     15
CR2 28 de 55

                            MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 5

                        Misterios de la vida pública, 2
        La actividad de Jesús durante su vida pública se centra en la
        predicación del Reino de Dios. Su predicación es asequible,
        sencilla y clara, a la vez que exigente.


          Jesús acompaña su doctrina con milagros.
          Son signos del Mesías anunciado, señales
          de su misión y de su divinidad.

          Son comienzo y signo de la liberación de-
          finitiva: anticipan la gran victoria de Jesús
          sobre el “príncipe de este mundo” que será
          definitivamente establecida con la cruz.
PASIÓN Y MUERTE
CR2 29 de 55
                                                PASIÓN Y MUERTE, 1

                       En la Muerte de Jesús, por encima de las causas
                       inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los
                       soldados- hay una causa de nivel más alto que
                       sólo puede ser conocida por la revelación: el
                       plan y la disposición de Dios que han permitido
                       los actos nacidos de la ceguera de los hombres
                       para realizar el designio de nuestra salvación.

     Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su
     arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras
     de entrega a la voluntad divina.

       Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del
       mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan
       a un bien mayor: la vida sobrenatural.
CR2 30 de 55
                                                       PASIÓN Y MUERTE, 2

        En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita
        el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó
        de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para
        reparar el desorden del pecado en el hombre. El
        sufrimiento, secuela del pecado original, recibe
        un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo.


      La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la
      Pasión y Muerte de Cristo.

        Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió
        porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y
        Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los
        pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las
        almas para Dios.
CR2 31 de 55
                                                      PASIÓN Y MUERTE, 3


      Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la
      intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormentos
       que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homicida
      desde el principio (cfr. Jn 8, 44). Pero también los pecadores
                                     44
      son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristianos
      la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598).
                                                                    598


         Nostra aetate 4: “Aunque las autoridades de los judíos con sus
                         4
         seguidores reclamaron la muerte de Cristo, lo que se perpetró en su
         pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que
         vivían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha
         de señalar a los judíos como reprobados por Dios
         y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”.
CR2 32 de 55
                                                 PASIÓN Y MUERTE, 4


    Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su
    Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó
    libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa
    entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo,
    sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron.
                                      Flp 2, 8: “Se humilló a sí
                                             8
                                      mismo haciéndose obediente
                                      hasta la muerte, y muerte de
                                      cruz”.

                                     Se trata de una obediencia vivida
                                      por amor. El verdadero amor a
                                       Dios se muestra cumpliendo
                                          libremente su voluntad.
CR2 33 de 55
                                                 PASIÓN Y MUERTE, 5

                       Jesús padeció por parte de los judíos, de los
                       gentiles y de los que le seguían (Judas, Pedro,
                       abandono...).

                       Padeció en su alma: todos los pecados de los
                       hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta,
                       caída de Judas, escándalo de sus discípulos,
                       humillaciones, injusticias, burlas e insultos.


     Padeció en su cuerpo: flagelación,
     coronación de espinas, crucifixión,
     agonía en la cruz hasta la muerte.
CR2 34 de 55
                                                    PASIÓN Y MUERTE, 6

                 “Mérito” es el derecho a un premio o retribución
                    por una obra realizada. Con relación a Dios, el
                 hombre propiamente no tiene ningún derecho ante
                  Dios. Si puede merecer algo ante Dios, es porque
               Él previa y libremente ha establecido retribuir algunas
                  acciones nuestras nacidas del amor. No aparece
                   la palabra en la Escritura, pero sí su contenido.


    Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y
    libertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión
    mereció de modo particular.

    Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para
    todos la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como
    Cabeza nuestra.
CR2 35 de 55
                                                 PASIÓN Y MUERTE, 7

      Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la entrega
       de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa
      la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado
      (arrepentimiento, obras de penitencia).


                            CCE 615: “Por su obediencia hasta la
                                  615
                            muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución
                            del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo
                            en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de
                            muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas
                            culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12).
                                                           10-12
                            Jesús repara por nuestras faltas y satisface
                            al Padre por nuestros pecados”.
CR2 36 de 55
                                                    PASIÓN Y MUERTE, 8

     La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una
     satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 18).
                                                                18

                 El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho
                 solidario por amor con nosotros pecadores,
                  representándonos a todos y llevando las
               penalidades de nuestro pecado, como víctima
                     del pecado, intercede por todos para
               cancelar nuestra falta. Así se deben interpretar
                      algunos textos de la Escritura como
                  2 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado
                     Dios le hizo pecado por nosotros”) o
                 Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de
                la Ley haciéndose por nosotros maldición”).
CR2 37 de 55
                                                  PASIÓN Y MUERTE, 9

                        Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de
                        algo propio, signo de la entrega interior a Dios
                        y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos
                        con Él.

                        El valor del sacrificio exterior está en ser signo
                        del sacrificio interior o espiritual (entrega del
                        alma a Dios por amor), elemento principal del
                        sacrificio.

   La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece
   voluntariamente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios.
   Por parte de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio,
   Sino iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente
   y por amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio.
CR2 38 de 55
                                                PASIÓN Y MUERTE, 10

                     Cristo no sólo mereció que Dios
                     Padre nos otorgue la gracia, sino
                     que el mismo Cristo es quien nos
                    la comunica. La salvación de cada
                      uno procede de nuestra Cabeza,
                      como la vida de los sarmientos
                             procede de la vid.

   La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede
   ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la
   humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para
   comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres.

       Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder
       divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia.
CR2 39 de 55
                                               PASIÓN Y MUERTE, 11

    La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya
    que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su
    amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pecado
    (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e
    imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios
    (aunque a veces suponga cargar con la cruz).

                       La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del
                       dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufri-
                       mientos ni nos evita la muerte, pero los ha
                       transformado. Ahora esas penalidades no son
                       una simple pena del pecado, sino que sirven
                       de purificación y de mérito, son participación
                       de su cruz y de su obra redentora, son camino
                       de la salvación y de la verdadera vida.
GLORIFICACIÓN
CR2 40 de 55
                                                      GLORIFICACIÓN, 1

     Para el racionalismo sólo son “históricos” aquellos sucesos cuyas
     causas y efectos son intramundanos y comprobables por la
     experiencia. Por eso según la crítica histórica, en la mente de los
      discípulos poco a poco se fue abriendo la creencia de la resurrección,
     que realmente nunca aconteció: fue la fe en Jesús la que creó la
     idea de la resurrección.

    Otros autores, aun aceptando la verdad de
    la Resurrección, la califican como
    acontecimiento “ahistórico” o “metahistórico”
    y no “histórico”. Riesgo de negarla, porque
    en el lenguaje usual, lo que no es histórico no
    se puede decir que haya ocurrido
    verdaderamente.
CR2 41 de 55
                                                       GLORIFICACIÓN, 2

       La Escritura insiste de muchas formas en la realidad de la
    Resurrección (ej. Lc 24, 34: “¡El Señor ha resucitado realmente y se
                             34
     ha aparecido a Simón!”). La Tradición repite que Jesús resucitó
      verdaderamente. Es un acontecimiento real verificado en un
          marco preciso de lugar y tiempo, con manifestaciones
       históricamente comprobadas por testigos fiables que nos lo
                               transmitieron.

                            Signos suficientes como para poder afirmar
                            que verdaderamente sucedió: el sepulcro
                            vacío y la comprobación por las apariciones
                            de Jesús resucitado.

                               Goza al menos de la misma historicidad
                               que cualquier otro suceso real acaecido
                               en el pasado.
CR2 42 de 55
                                                        GLORIFICACIÓN, 3


            CCE 643: “Ante estos testimonios es imposible interpretar la
                  643
       Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerla como
             un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los
          discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y muerte
            en cruz de su Maestro (...). Los evangelios, lejos de mostrarnos
          una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan
         a los discípulos abatidos (‘la cara sombría’: Lc 24, 17) y asustados.
                                                                17
       Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro
      y ‘sus palabras les parecían como desatinos’ (Lc 24, 11). Cuando Jesús
                                                               11
           se manifiesta a los once en la tarde de Pascua, ‘les echó en cara
        su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes
      le habían visto resucitado’ (Mc 16, 14)”. CCE 644: “Muy al contrario,
                                             14         644
          su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina
             de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”.
CR2 43 de 55
                                                        GLORIFICACIÓN, 4


                                “Acontecimiento histórico demostrable por
                                la señal del sepulcro vacío y por la realidad
                                de los encuentros de los Apóstoles con Cristo
                                 resucitado, no por ello la Resurrección
                                pertenece menos al centro del Misterio de
                                la fe en aquello que trasciende y sobrepasa a
                                la historia” (CCE 647).
                                                   647


        La Resurrección es objeto de fe en cuanto 1) intervención trascendente
        de Dios mismo en la historia: es obra de la Santísima Trinidad;
         2) glorificación de Cristo (perfecta participación de su humanidad
        en la vida divina); 3) al sentido y valor salvífico que tiene
        para nosotros (Cristo resucitado es nuestro Salvador que nos libra
        del pecado y nos comunica la vida de Dios).
CR2 44 de 55
                                                         GLORIFICACIÓN, 5


                                Según las Escrituras, el Padre resucita a Jesús
                                (ej. Hch 2, 24), el Hijo resucita por su propia
                                            24
                                virtud y poder (ej. Jn 10, 17-18), el Espíritu
                                                           17-18
                                Santo resucita a Jesús (ej. Rom 8, 11). Es una
                                                                    11
                                obra de la omnipotencia divina común a las
                                tres divinas Personas de la Santísima Trinidad
                                (ej. 2 Cor 13, 4).
                                               4


        La Resurrección de Cristo no es una vuelta a la vida terrena, sino
        un paso a otra vida más allá del tiempo y del espacio. Su cuerpo
        es glorioso: es al mismo tiempo auténtico (material) y espiritual.
        Puede aparecer donde, cuando y como quiere (propiedades de
        agilidad y sutileza); es glorioso e incorruptible e inmortal
        (propiedades de gloria e impasibilidad).
CR2 45 de 55
                                                          GLORIFICACIÓN, 6

         “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe
         en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como
         verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición,
         establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada
         como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la
         Cruz” (CCE 638).
                       638


         La Resurrección de Cristo revela su divinidad (pero
         hace falta la fe para captar y confesarla pues en sus
         apariciones la divinidad no es visible). Revela también
          que Cristo es el Salvador del mundo: aunque
         desde su Encarnación Jesús era el Hijo de Dios y el
         Mesías, en su Resurrección se manifestó su condición
         de Salvador poderoso de todos los que creen
         en Él.
CR2 46 de 55
                                                  GLORIFICACIÓN, 7

     La Resurrección de Cristo confirma la veracidad de su doctrina.
     Es la “señal de Jonás” (Mt 12, 38), el Templo reconstruido en
                                     38
     tres días (“hablaba del santuario de su cuerpo” (Jn 2, 20-21)).
                                                            20-21
     Los judíos entendieron el significado de sus palabras: pusieron
     custodia en el sepulcro y lo sellaron (cfr. Mt 27, 62-66).
                                                        62-66

                               La Resurrección de Cristo es principio
                               y causa de nuestra resurrección futura.
                               Es también principio de nuestra
                               resurrección espiritual, la fuente de la
                               nueva vida del alma.

  La gracia que nos libera del pecado y nos hace justos proviene del
   Resucitado: es participación de la vida divina, nos hace hijos de
                                 Dios.
CR2 47 de 55
                                                   GLORIFICACIÓN, 8


                        La Ascensión del Señor es un acontecimiento
                        a la vez histórico y trascendente.

                      Con la Ascensión se completa la manifestación
                      de la gloria de Cristo comenzada con su
                      Resurrección.

   Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nos precede: con su Ascensión nos
   ha abierto el acceso a la vida y a la felicidad de Dios en el cielo.

    Jesucristo, Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, en el cielo
    intercede sin cesar por nosotros. Constituido Señor con poder a la
    derecha del Padre, nos comunica los dones divinos por la acción
    del Espíritu Santo.
CR2 48 de 55
                                                         GLORIFICACIÓN, 9

       La versión griega del AT (LXX) tradujo el nombre
       de Yahvé con el cual Dios se reveló a Moisés (Ex
       3, 14) por “Kyrios” (Señor). Desde entonces fue
          14
       el nombre más habitual para designar a Dios.

        El NT utiliza el título “Señor” para Jesús: expresa
        así la divinidad de Cristo.

       La acción de sentarse a la derecha del Padre significa la entronización
             de Jesús como Rey y la inauguración de su reinado. Es Rey
         desde su Encarnación (cfr. Lc 1, 33; Jn 18, 33-37), pero también
                                           33         33-37
        por habernos rescatado al precio de su sangre, y se manifiesta como
           “Rey de reyes y Señor de señores” a partir de su glorificación.

      Su reino es sobrenatural, eterno, no tendrá fin. Su reinado es
                               universal..
FRUTOS DE LA
 REDENCIÓN
CR2 49 de 55
                                         FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 1

     La voluntad salvífica universal de Dios se centra en Cristo. Quiere
     que todos los hombres se salven participando de la redención de
     su Hijo hecho hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2 Cor 5, 15).
                                                                    15

      Se llama “redención objetiva” a la obra del Redentor, tanto en su
      vida terrena como desde el cielo en su vida gloriosa, con la
      cooperación del Espíritu Santo. Esta obra es causa de la salvación.


                            Se llama “redención subjetiva” a la participación
                             de los frutos de la obra de Cristo en cada
                            uno de los hombres. Por la acción del Espíritu
                            Santo, Cristo ofrece a cada hombre la salvación,
                            pero el hombre puede rechazar la gracia
                            que se le ofrece.
CR2 50 de 55
                                           FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 2


                    La omnipotencia divina alcanza a todos
                    los hombres y hace que las acciones y
                    méritos de Cristo se puedan aplicar y
                    puedan tener eficacia salvífica en cada
                    uno. Aunque ese poder es común a las
                    tres Personas divinas, se suele apropiar
                    al Espíritu Santo.

        La Iglesia, cuya Cabeza es Cristo, tiene una relación indispensable
        con la salvación de cada hombre. Es “sacramento universal de salvación”
        (Lumen gentium 48). Toda la gracia proviene de Cristo, es
                           48
        comunicada por el Espíritu Santo, y está misteriosamente relacionada
        con la Iglesia. “La Iglesia peregrina es necesaria para la salvación,
        pues Cristo es el único Mediador y camino de salvación y se
        hace presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Idem 14).
                                                                           14
CR2 51 de 55
                                            FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 3

           El hombre tiene que incorporarse libremente a Cristo y así puede
           recibir los frutos de su obra redentora. El hombre se une a Cristo
           por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia.

          Fe viva: nadie puede salvarse sin la fe, que es el fundamento y el
          origen de toda justificación. La fe viva obra por la caridad, está
          acompañada por el arrepentimiento y por obras.


         Sacramentos: nos hacen participar de los frutos de
         la Redención. Entre ellos destacan el bautismo (sin
         él no hay unión con nuestro Salvador ni vida
         sobrenatural y es necesario para la salvación) y la
         Eucaristía (hace a los fieles que le reciben una cosa con
         Él, y les comunica la vida eterna).
CR2 52 de 55
                                             FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 4


       Ciertamente Dios concede a todos los hombres
       la gracia que salva (dada por medio de Cristo
       en el Espíritu, y que tiene relación con la Iglesia).
       Pero desconocemos el modo como la gracia
       llega a los no cristianos. Es claro que cada
       uno de ellos tendrá que acoger libremente ese
       don divino para salvarse.


         Efectos de la obra redentora de Cristo en los hombres: 1) nos libera
         del pecado, tanto en cuanto a la culpa como en cuanto a la
         pena, en lo que se refiere tanto al alma como al cuerpo: de la
         ignorancia y de la tristeza, del desorden de las pasiones, del dolor y
         de la muerte (purificación y camino para la gloria); 2) nos hace
         partícipes de la vida divina y nos ha conseguido la vida eterna.
CR2 53 de 55
                                         FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 5

    Otros efectos de la obra de Cristo: 1) reconciliación, comunión y
     amistad con Dios; 2) renovación interior del hombre nuevo por
     la participación de la vida divina; 3) liberación de la muerte y
                       resurrección de los cuerpos.


                     En la reparación de la vida del alma, dos
               aspectos: liberación del pecado por la Pasión, nueva
                   vida del alma por la Resurrección de Cristo.

                 En la reparación de la vida corporal también:
                   destrucción de la muerte por la Muerte de
           Cristo, nueva vida de nuestro cuerpo o resurrección por la
                            Resurrección de Cristo.
CR2 54 de 55

                                    FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 6



               La salvación es una realidad
               principalmente escatológica: se dará
               completa cuando Cristo reaparezca
               con gloria al fin del mundo y todos
               sus enemigos sean puestos bajo
               sus pies.


     Ahora ya alcanzamos la salvación (el mundo ya está
     salvado), aunque todavía no es completa. Ahora ya
     poseemos realmente la semilla de vida eterna y por
     eso tenemos la certeza de recibir sus frutos en plenitud.
CR2 55 de 55

                                          FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 7


                        María no sólo ha recibido la más perfecta
                        participación de los frutos de la salvación
                   (sin pecado, llena de gracia, en cuerpo y alma en el
                     Cielo), sino que también ha sido asociada de un
                        modo singular y eminente a la persona de
                    Cristo y a su obra redentora. Es nuestra Madre
                                  en el orden de la gracia.


        Es Mediadora en la obra salvífica de Cristo, unida a su Hijo. Y
        “la Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado:
        lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de
        los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se
        unan más íntimamente al Mediador y Salvador” (Lumen gentium 62).   62
        Se va y se vuelve a Jesús por María.
GRACIAS

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Semelhante a La cristología: Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado (20)

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La cristología: Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado

  • 1. La Cristolog ía Cursos Bíblicos Dr. Heriberto Puello Barragan Médico - Neurólogo
  • 3. CR 1 de 43 INTRODUCCIÓN, 1 La cristología es una parte de la teología que trata sobre Cristo. Estudia a Jesucristo como el Verbo encarnado e Hijo de Dios, y a Jesús como nuestro salvador y redentor, tal como nos lo propone la fe de la Iglesia. El misterio de Cristo, que se refiere a su persona y a su obra de salvación, anuda y resume todos los artículos de la fe: los que se refieren a la Trinidad, pues Él es Dios, el Hijo del Padre, y nos revela la Trinidad; y los que se refieren a los designios y obras de Dios, pues Él ha realizado el plan de su voluntad salvífica.
  • 4. CR 2 de 43 INTRODUCCIÓN, 2 Mediante los métodos propios de la historia podemos llegar a conocer cada vez mejor la realidad visible de la vida de Jesús. Pero únicamente mediante la Revelación divina y la fe podemos trascender lo externo y llegar a conocer quién es Él verdaderamente: “nadie conoce al Hijo sino el Padre” (Mt 11, 27); “nadie 27 puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado” (Jn 6, 44). 44 Jesucristo, mediador y plenitud de toda la Re- velación, no es un mito: es Dios hecho hombre que vivió en un contexto histórico concreto, y los acontecimientos de su vida fueron reales y comprobables. Pero hace falta un conocimiento amoroso de Cristo hasta hacernos semejantes a Él (cfr. CCE 428-429). 428-429
  • 5. CR 3 de 43 INTRODUCCIÓN, 3 Desde finales del siglo XVIII (Ilustración), surge la búsqueda de reconstruir la vida de Jesús con una metodología histórica prescindiendo de lo que no tiene una explicación racional. Cristo fue un simple hombre: desechar como mito todo lo milagroso. En el siglo XIX, el protestantismo liberal también intentó llegar al “verdadero” Jesús, sólo hombre, contando únicamente con la razón y la ciencia histórica positiva. Se podría conocer muy poco del “Jesús histórico”. Siglo XX: para Rudolf Bultmann la fe en Jesús fue desarrollándose por un proceso de mitificación. Habría que estudiar la historia de las formas literarias de los Evangelios y después desmitificar el camino que la fe habría recorrido. Autores posteriores: nuevas aportaciones de la lingüística. Se llega a un Jesús “judío”, taumaturgo, maestro, revolucionario, o profeta escatológico.
  • 6. CR 4 de 43 INTRODUCCIÓN, 4 Los prejuicios racionalistas excluyen de entrada como imposible que Jesucristo sea Dios o la realidad de los milagros. Esta actitud resulta incompatible con la sincera búsqueda de la verdad. La distinción entre el “Jesús histórico” y el “Cristo de la fe” es una distinción de graves consecuencias. El mismo nombre de “Jesucristo”, con el que le denominaron desde los comienzos, confiesa que “Jesús”, el Hijo único de Dios que vivió en Nazaret, es el “Cristo”, el de la fe. La actitud principal de la primera tradición cristiana fue la de conservar fielmente el recuerdo de las palabras y obras de Jesús.
  • 7. CR 5 de 43 INTRODUCCIÓN, 5 El punto de partida de la cristología (teología) es la fe. El depósito de la fe se ha transmitido de dos modos: la Sagrada Escritura y la Tradición. Y “el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo” (Dei Verbum 10).10 Las ciencias humanas (historia, arqueología, filología, etc.) tienen su valor (conocer mejor las condiciones históricas de la cultura del ambiente de Jesús, los géneros literarios, la composición de los Evangelios, etc.), siempre que se apliquen de modo científico y con rectitud, y no estén viciadas por determinadas ideas filosóficas. Ese Jesús que la historia investiga no es un simple hombre, es el Hijo de Dios.
  • 8. VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 1
  • 9. CR 6 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 1 El fin de la Encarnación es la salvación de los hombres: el Hijo de Dios vino “para que el mundo se salve por Él” (Jn 3, 17), “para ser salvador del 17 mundo”(1 Jn 4, 14). 14 Credo: “por nosotros los hombres y Credo por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”.
  • 10. CR 7 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 2 La salvación del hombre comprende dos aspectos unidos: la liberación del pecado y la comunicación de la vida divina. CCE 457: “El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos 457 con Dios”. CCE 458: “Se encarnó para que nosotros conociésemos así el 458 Amor de Dios”. CCE 459: “Se encarnó para ser nuestro 459 modelo de santidad”. CCE 460: “Se encarnó para hacernos 460 ‘partícipes de la naturaleza divina’ (2 P 1, 4)”. 4
  • 11. CR 8 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 3 El hombre, con sus solas fuerzas, no puede alcanzar la salvación. Después del pecado original, todos los hombres habían quedado privados de la gloria de Dios, de la amistad de Dios, y esclavos del pecado. Nadie puede ser justificado sino por la gracia de Jesucristo. La Encarnación es obra del amor y de la misericordia de Dios. La decisión de Dios de salvarnos es absolutamente libre y gratuita. La venida del Hijo de Dios al mundo no era necesaria para la salvación del hombre. El nombre de Jesús quiere decir en hebreo “Dios salva” o “Salvador”.
  • 12. CR 9 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 4 Promesas del Redentor: 1) protoevangelio (Gn 3, 15); 2) promesa a 15 Abraham (Gn 12) de darle una tierra y hacerle padre de un gran 12 pueblo y que por su descendencia serían bendecidas todas las naciones de la tierra; 3) confirmación y renovación de la promesa con distintos elegidos, concretando la ascendencia del Mesías: descendiente de Jacob, de la tribu de Judá, de la familia de David. Profecías sobre el Mesías rey: 1) será hijo de David y su reino no tendrá fin (Natán: 2 Sam 7, 12-16); 2) especial filiación divina 12-16 (Salmo 2); 3) nacerá de una virgen y se 2 llamará Emmanuel, que significa “Dios con nosotros” (Is 7, 14). 14
  • 13. CR 10 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 5 Profecías sobre el Mesías rey y profeta: Moisés, tipo y figura de todos los profetas. Dt 18, 15-19: 15-19 Dios enviará “otro profeta” como Moisés que enseñará y guiará a su pueblo. Is 61, 1-2: el Mesías será ungido 1-2 por Dios con el espíritu de los profetas para anunciar la salvación a los hombres. Profecías sobre el Mesías rey y sacerdote: Salmo 109 (110): el (110) Salvador será a la vez rey y sacerdote. Pero su sacerdocio no es el levítico. Figura de Cristo: Melquisedec, rey-sacerdote (cfr. Heb 7, 3). 3 Profecías sobre el sacrificio de Cristo: Is 42, 49, 50, 52: cantos sobre 52 el “Siervo de Yahvéh”; Salmo 21 (22). “Dios mío, Dios mío, ¿por (22) qué me has abandonado?”. “Hijo del hombre”: Dan 7: restaura el reino mesiánico.
  • 14. CR 11 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 6 El nombre de Mesías proviene del hebreo “mashiah” que significa “ungido”. Fue traducido al griego por “christós” y latinizado en “christus”. Originalmente se aplicaba al rey de Israel, ungido con aceite en su investidura. Aplicado a David y a su dinastía. También a los consagrados para una misión recibida de Dios (sacerdotes y excepcionalmente profetas). El Mesías “que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino (...) debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y sacerdote (cfr. Za 4, 14; 6, 13), pero también como 13 profeta (cfr. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza 1 16-21 mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey” (CCE 436). 436
  • 15. CR 12 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 7 La Encarnación da sentido a toda la historia. Cristo es el funda- mento de toda la historia anterior, que tiene valor salvífico sólo por medio de Él y hacia Él se ordena. Así como también Cristo es el fundamento de toda la historia posterior, que vive de la gracia proveniente de su obra redentora. Gaudium et spes 10: “Cree la Iglesia que la 10 clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro”. Cristo es el centro de la historia humana, no en sentido cronológico, sino trascendente: es “el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin” (Ap 22, 13). 13
  • 16. REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN
  • 17. CR 13 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 1 En el admirable plan de la donación que Dios hace de sí mismo a la criatura, la Encarnación es el acontecimiento central y culminante, y María ha sido la colaboradora con su fe y con su amor a la unión de Jesús con la humanidad. La Encarnación es obra de la Trinidad. Se realiza por el Espíritu Santo en comunión con el Hijo. María es verdaderamente Madre de Dios. “En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad” (CCE 495). 495
  • 18. CR 14 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 2 Realidad del cuerpo de Cristo El docetismo (ya en el siglo I) considera que la materia es mala y, I en consecuencia, niega que Cristo tuviera un verdadero cuerpo material. El cuerpo de Cristo sería sólo aparente: su nacimiento o su pasión y muerte no fueron reales sino sólo ficticios e irreales. NT: testimonia que Cristo fue hombre NT verdadero, con un cuerpo real: desciende de David, fue concebido de María, nació, se cansó, tuvo hambre y sed, durmió, sufrió, derramó su sangre, murió, fue sepultado. Cuerpo de carne y hueso, real y tangible. Santos Padres: negar la realidad del cuerpo de Cristo es negar la redención.
  • 19. CR 15 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 3 Realidad del alma de Cristo Apolinar de Laodicea (siglo IV): la humanidad de Cristo estaría IV compuesta solamente de carne y alma sensitiva. El Verbo asu- miría la función de alma intelectiva y racional. Santos Padres: sin alma (sin inteligencia ni voluntad humanas), Cristo no habría redimido al linaje humano, pues no fue sanado lo que no fue asumido. Apolinarismo condenado por el Papa San Dámaso y el Concilio Constantinopla I (381). 381 Verdadera naturaleza humana de Jesús: unión del alma y del cuerpo
  • 20. CR 16 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 4 Jesucristo es perfecto Dios Adopcionismo: Cristo no era una persona divina, sino un hombre que recibió una “dynamis” o fuerza divina en el Bautismo que lo hace un hombre superior. No es Hijo de Dios por naturaleza, sino sólo por adopción (ej.: Pablo de Samosata, obispo de Antioquía, condenado y depuesto de su cargo en el año 268). 268 Arrio (256-336): Subordinacionismo extremo: Hijo creado de la 256-336 nada, criatura a través de la cual se hicieron las demás cosas. Condenado en Nicea I (325): Cristo es “homousios”, consustancial 325 al Padre. Siglo XIX y XX: negación de la divinidad del “Jesús de la historia”. Pío X condenó el modernismo (Enc. Pascendi, 1907). 1907
  • 21. CR 17 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 5 NT: prerrogativas divinas de Jesús: - Es superior a la Ley: señor del sábado (Mt 12, 1-8). 1-8 - Es superior a los profetas y reyes (Jonás y Salomón: Mt 12, 41-42). 41-42 - Perdona los pecados, poder exclusivo de Dios. - Se equipara con Dios en la autoridad (“...Pero Yo os digo...”). - Pide fe (Jn 14, 1) y amor por encima de todo (Mt 10, 37) que sólo 1 37 Dios puede exigir, y su aceptación es requisito para la salvación (Mt 10, 32). Incluso pide que se entregue la vida por Él (Lc 17, 33). 32 33 NT: su preexistencia al mundo: Jn 17, 5: “gloria que tuve junto a ti antes de que el mundo existiera”; 5 Col 1, 15-17: creador y conservador del mundo; muchos textos que 15-17 afirman que ha venido enviado por su Padre: viene “del cielo” (Jn 3, 13), “de lo alto” (Jn 8, 23); “ha salido de Dios Padre” (Jn 8, 42), etc.. 13 23 42
  • 22. CR 18 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 6 NT: igualdad de Jesús con el Padre: Jn 10, 30: “El Padre y yo somos una sola cosa”. 30 NT: afirmaciones explícitas y directas de su condición divina: Prólogo del Evangelio de San Juan; Rom 9, 5 (“el cual es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos”); Flp 2, 5-8 (“siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios...”); Tit 2, 13-14 (“esperamos la manifestación gloriosa del gran Dios (...) Jesucristo”).
  • 23. CR 19 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 7 “Hijo de Dios” en la Sagrada Escritura: AT: título dado a los ángeles (Dt 32, 8), al pueblo elegido (Ex 4, 22), 8 22 y a sus reyes (2 Sam 7, 14). Significa entonces una relación particular 14 entre Dios y su criatura. También cuando llama “hijo de Dios” al Mesías (Salmo 2, 7) los judíos entendían que era un hombre 7 singularmente bendecido por Dios, y no Hijo único de Dios por naturaleza. NT: - Lo que vimos ya muestra que Jesús se declaraba Hijo de Dios en cuanto verdadero Dios nacido del Padre: los judíos lo entendían así y querían matarle por eso; - Jesús distingue: “mi Padre... vuestro Padre” (Jn 20, 17); - Él es “hijo propio” (Rom 8, 3) y Unigénito 17 3 (Jn 3, 16. 18) del Padre; - Mt 11, 27: “Nadie conoce 18 27 al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo...”.
  • 24. UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO
  • 25. CR 20 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 1 Nestorio (patriarca de Constantinopla, 428): María no sería Madre 428 de Dios porque en Jesús habría dos personas: una divina y otra humana, y María sería madre de la persona humana de Cristo. La unión entre la naturaleza divina y la humana sería sólo una unión moral entre dos sujetos. Identidad de voluntad, pero no se podría decir que el Hijo de Dios nació de María, murió, etc.. Refutado por San Cirilo de Alejandría y condenado por Éfeso (431). Unión 431 de las dos naturalezas de Cristo en la Persona (hipóstasis) divina del Verbo, única en Cristo. Por eso María es verdaderamente Madre de Dios: de Ella nació el Verbo según la carne.
  • 26. CR 21 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 2 Monofisismo: Eutiques, superior de un monasterio de Constantinopla (s. V), afirma que V después de la Encarnación hay una sola naturaleza en Cristo, compuesta de la divina y la humana, aunque la humana habría sido absorbida en la infinita persona del Hijo de Dios. Condenado por San León Magno (440-461) y Calcedonia (451): 440-461 451 “Hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre (...). Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único del Padre, en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. (...) Quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas”.
  • 27. CR 22 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 3 Una hipóstasis o individuo es una substancia individual completa, subsistente en sí misma, independiente en su ser de otros individuos. => Se llaman “personas” a las hipóstasis más dignas, los seres racio- nales que son dueños de sus actos. Naturaleza es la esencia en cuanto principio de operaciones (ej.: la naturaleza de Pedro es su condición humana con sus facultades propias por las que actúa como hombre). La distinción entre una naturaleza y la persona que la posee es una distinción entre una parte y el todo. Ej.: Pedro es la persona, el todo, y la naturaleza es una parte de él que le especifica.
  • 28. CR 23 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 4 La unión de las dos naturalezas en Cristo es una unión hipostática (en la persona). No tiene semejanza con ninguna otra unión. La conocemos por la fe. La naturaleza humana de Cristo es íntegra y perfecta, pero no es una persona humana, ni es un sujeto distinto del Verbo. Constantinopla II (553) “confesó a propósito de Cristo: ‘No hay más que una sola hipóstasis (o persona) que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad’. Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto, no solamente los milagros sino también los sufrimientos y la misma muerte” (CCE 468). 468
  • 29. CR 24 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 5 La Encarnación no supuso cambio alguno en el Hijo de Dios, que es inmutable. Sólo hay cambio en la naturaleza humana que comienza a existir elevada inefablemente a la unión personal con el Verbo. La Persona de Cristo no es causada por la unión de las dos naturalezas, sino que es eterna. Cristo no “es” o existe por su naturaleza humana, sino que por ella “es hombre”. Cristo en cuanto hombre no es hijo adoptivo por la gracia que tiene, pues su humanidad no constituye ningún sujeto personal que pudiera ser hijo. El Hijo de Dios (Persona) es Hijo de María, pues ha nacido verdaderamente de Ella según su naturaleza humana. Nacen personas, no naturalezas.
  • 30. CR 25 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 6 Para unos autores recientes la personalidad consistiría en la apertura de la conciencia humana al ser en general, al infinito, o sea a Dios. Pero entonces, como en Cristo hay un centro de conciencia humano referido a otro centro de conciencia divino, habría dos subjetividades en Él: una divina (Dios), otra humana (Cristo). Jesús será un hombre en quien tiene lugar la revelación suprema de Dios. Esas teorías reducen la realidad de un ser a uno de sus actos: la persona sería la simple conciencia de sí. Lo cual es un error, pues toda operación vital -como lo es la conciencia- requiere un sujeto operante, que es la persona. La persona no se identifica con su conciencia, ni se constituye por ella: la persona es quien tiene esa conciencia de sí.
  • 31. CR 26 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 7 El Hijo de Dios ha hecho partícipe a la humanidad asumida de la dignidad de su persona: al expresar el misterio de la Encarnación se da una especie de comunicación de propiedades entre lo humano y lo divino, que se llama “communicatio idiomatum”. A la única persona de Cristo hay que atribuir tanto todas las propiedades y acciones de su naturaleza divina como las de su naturaleza humana (ej.: se puede decir “Dios ha nacido de María” o “ha muerto por nosotros”). No se puede atribuir a una naturaleza de Cristo las propiedades y acciones de la otra (ej.: no se puede decir que la divinidad ha nacido en el tiempo). Sí se puede reduplicar: “Jesús, en cuanto Dios...”; “el Hijo de Dios, en cuanto hombre...”.
  • 32. LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD
  • 33. CR 27 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 1 La humanidad de Cristo es el adecuado instrumento indisolublemente unido al Verbo para la obra salvífica. Es un instrumento vivo y racional, no inerte o pasivo. Cuanto más unido se está con Dios, más se participa de su bondad y más abundantes bienes se reciben. No hay unión más íntima con Dios que la unión en una persona divina. De ahí que Cristo en su humanidad esté lleno de los dones divinos: su naturaleza humana pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido (cfr. CCE 470). 470 El Hijo de Dios no asumió aquellos defectos o limitaciones que dificultarían la obra salvífica (pecado, ignorancia...). Sí asumió aquellas limitaciones de nuestra naturaleza que sirven al fin de la Encarnación y que no son defecto moral (dolor...).
  • 34. CR 28 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 2 Santidad en el AT: alguien o algo es santo en sentido ontológico en la medida que está unido a Dios, le pertenece, y está destinado o consagrado a su servicio exclusivo (el Templo, el sábado, el pueblo de Dios...). En el NT, esta noción se enriquece con la de una participación en la vida divina por acción del Espíritu Santo que transforma al hombre interiormente, lo diviniza, lo purifica del pecado. En sentido operativo y moral se dice que es santo quien vive establemente la unión sobrenatural con Dios por la fe y el amor. Cristo es santo no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre.
  • 35. CR 29 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 3 Por la unión hipostática, la humanidad de Cristo tiene la santidad infinita del Verbo. Así en cuanto hombre, Cristo es santo porque su humanidad está unida al Verbo y le pertenece. Ese don a la naturaleza humana de Cristo se llama “gracia de unión” Cristo en cuanto hombre también es santo por la gracia habitual, conveniente porque su humanidad no es santa por sí misma ni se ha transformado en divina (distinción de las dos naturalezas). Llega a ser divina y santa por participación. Cristo tiene plenitud de gracia santificante porque la unión de su humanidad a Dios es la más estrecha imaginable. Jesús poseía la gracia con toda la perfección posible: con todos los efectos, virtudes, dones y operaciones que ésta puede tener y alcanzar. Todas las gracias que tienen los hombres provienen de Él. Esa plenitud se llama “gracia capital”.
  • 36. CR 30 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 4 La gracia diviniza al extiende a las potencias alma en su esencia. del alma por las virtudes Esta divinización se sobrenaturales. Cristo en cuanto hombre está plenamente divinizado por la gracia habitual: por eso no podían faltarle las virtudes infusas en grado máximo y perfecto. Pero no tuvo aquellas virtudes que suponen en sí mismas alguna carencia o imperfección (fe: ya poseía la visión de Dios; esperanza: ya tenía la unión con Dios; penitencia: no tuvo pecado). A causa de su plenitud de gracia, Cristo poseía los dones del Espíritu Santo en grado excelentísimo y eminente, y todos los carismas que han tenido los hombres para alguna misión de edificación de los demás (apóstoles, profetas, predicadores, doctores, pastores, etc.).
  • 37. CR 31 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 5 Jesús es santo también en sentido operativo y moral: completa identificación De su voluntad humana con su voluntad divina, en lo grande y en lo pequeño. El Magisterio ha enseñado en varias ocasiones que Cristo no tuvo pecado, es “semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (ej.: Calcedonia, 451); y estuvo libre también del pecado original y del 451 “fomes peccati”, por lo que en Él la sensibilidad estaba siempre perfectamente subordinada a la razón (ej.: Constantinopla II, 553). 553 Cristo no sólo no tuvo pecado de hecho, sino que era impecable, porque las acciones son de la persona. Si Cristo pudiera pecar, sería Dios quien pecaría. Además Cristo gozaba de la visión de Dios, que supone la imposibilidad de rechazar el Bien infinito.
  • 38. CR 32 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 6 Como Cristo tiene dos naturalezas perfectas, tiene dos modos de conocer, uno infinito y divino y otro humano. Conocimiento humano de Cristo Gaudium et spes 22: El Hijo de Dios “trabajó con manos de hombre, 22 pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre”. Tuvo ciencia adquirida (parte de los sentidos y de la experiencia), ciencia de visión (visión beatífica propia de los bienaventurados: Jn 8, 38: “Yo digo 38 lo que veo en el Padre”) y ciencia infusa o profética (proviene directamente de Dios por la comunicación de algunas ideas a la mente humana).
  • 39. CR 33 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 7 La crítica histórica, el protestantismo liberal y el modernismo, han sostenido que Jesús padecía error en cuanto a la fecha del fin del mundo y en cuanto a la naturaleza de su mesianismo. Teorías condenadas por San Pío X (Enc. Pascendi, 1907).1907 La existencia de un error en Cristo implicaría que no es Dios, que no es la Verdad. No tuvo ni error ni ignorancia. Padres: Cristo no ignoraba la fecha del fin del mundo, sino que ni quería ni debía revelarla. => CCE 474: “Lo que reconoce ignorar en este 474 campo (cfr. Mc 13, 32), declara en otro lugar no 32 tener misión de revelarlo (cfr. Hch 1, 7)”. 7
  • 40. CR 34 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 8 A partir del siglo XX, especial interés por la conciencia que Jesús tenía de sí mismo: si se sabía Hijo de Dios y Mesías. Unos autores niegan que tuviera conciencia de su divinidad. Otros sostienen que desde una inicial ignorancia, iría poco a poco tomando conciencia de ser Hijo de Dios y Salvador del mundo. Jesús en su conciencia humana tenía un claro y verdadero conocimiento de sí: Hijo de Dios venido al mundo para salvarnos. En NT se ve ya cuando tenía 12 años: “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” (Lc 2, 49). Además, nunca aparece un yo humano 49 de Jesús y otro yo del Hijo de Dios. Y Jesús utiliza a menudo la expresión revelada a Moisés, “Yo soy”, manifestando que es Dios.
  • 42. CR 35 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 1 Monoenergetismo: para ganarse a los monofisitas, Sergio de Constantinopla (inicio s. VII) enseñó que Cristo tenía una única VII operación. Monotelismo: buscando la unidad religiosa, el Emperador Heraclio dejó de hablar del monoenergetismo y pasó a sostener que había una sola voluntad en Cristo. Lo impuso a toda la Iglesia (638). 638 Máximo el Confesor consiguió que el Papa Martín I convocara un concilio en Letrán (649) que condenó ambos errores. En el año 681, 649 681 el concilio ecuménico de Constantinopla III los condenó solemnemente: “se dan en Él (Cristo) dos voluntades y dos operaciones naturales, sin división, sin cambio, sin separación, sin confusión”.
  • 43. CR 36 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 2 El Verbo asumió una naturaleza humana perfecta , y la voluntad libre pertenece, de modo esencial, a la integridad y perfección de la natural eza humana. Así tiene un querer divino común con el Padre y el Espíritu Santo, propio de la naturaleza divina, y un querer humano propio de su naturaleza humana asumida, que no comparte con el Padre y el Espíritu Santo. Libertad humana de Cristo: “Doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente” (Jn 10, 17). 17 Que Cristo sea libre no significa que pudiera pecar. Elige siempre el bien con dominio sobre sus actos porque su libertad es perfecta. Querer el mal, no es lo propio de la libertad, aunque sea un signo de libertad, como el error no es conocimiento.
  • 44. CR 37 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 3 La voluntad humana de Cristo siempre “sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino que, por el contrario, está siempre subordinada a esta voluntad omnipotente” (Constantinopla III, 681). 681 En Getsemaní, cuando Jesús dice: “No se cumpla mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26, 39), no hay oposición de voluntades, sino 39 que su inclinación sensible o su sensibilidad podían apetecer algún bien distinto del querer divino, pero estaban enteramente sometidas a él por el acto libre de su voluntad racional humana.
  • 45. CR 38 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 4 Constantinopla III, 681 confesó “dos operaciones naturales sin división, sin cambio, sin separación, sin confusión, en el mismo Señor nuestro Jesucristo, nuestro verdadero Dios, esto es, una operación divina y otra operación humana”. Santo Tomás de Aquino (Compendium theologiae, c. 212, n. 419): “La naturaleza es el 419 principio de la operación. Por eso en Cristo no hay una sola operación por ser un único sujeto, sino dos operaciones porque son dos las naturalezas”. Como todo hombre, puede realizar todas las acciones humanas naturales y como todo hombre en estado de gracia puede realizar obras sobrenaturales. Todas estas acciones son propias de la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
  • 46. CR 39 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 5 Como las acciones humanas de Cristo eran libres y nacían del inmenso amor al Padre que el Espíritu Santo había infundido en su alma, todas ellas eran meritorias, es decir, eran dignas de alcanzar el fin al que las había ordenado el designio divino. Antes de su Resurrección, Cristo mereció para sí mismo aquellos bienes que aún no poseía (glorificación y exaltación de su humanidad). También mereció para nosotros la salvación. Mereció la gracia para todos los hombres, pues a este fin estaba Ordenada la Encarnación del Verbo.
  • 47. CR 40 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 6 Las acciones humanas de Cristo en cuanto son instrumentos de la divinidad En el orden físico: se sirve de gestos y palabras humanas para hacer milagros. Estas acciones humanas en cuanto son instrumentos de la divinidad para realizar obras propias de la omnipotencia divina se llaman en teología “teándricas”. En el orden espiritual, la divinidad se sirvió de su querer humano y de sus palabras para perdonar los pecados, y de sus acciones humanas para comunicar la gracia. En todas estas acciones la causa eficiente principal es la naturaleza y el poder del Verbo, que tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo; y la humanidad de Cristo es la causa instrumental.
  • 48. CR 41 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 7 Cristo tuvo aquellos sentimientos y pasiones propios de la naturaleza humana compatibles con la plenitud de gracia y que servían a nuestra redención: alegría de las obras de su Padre (Lc 10, 21) y 21 de saberse amado del Padre (Jn 15, 10); deseos ardientes de nuestra 10 redención (Lc 12, 50) y de quedarse en la Eucaristía (Lc 22, 15); 50 15 tristeza al contemplar los sufrimientos de su Pasión y el pecado de los suyos (Mt 26, 38); dolor del alma hasta llorar 38 por la muerte de Lázaro (Jn 11, 33- 35); ira ante la hipocresía de algunos 35 (Mc 3, 5) y los mercaderes en el Templo 5 (Mt 21, 12), etc.. 12 En Cristo la razón controlaba perfectamente sentimientos y pasiones, toda su afectividad.
  • 49. CR 42 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 8 En Jesús no faltó la virtud natural, de la que derivan todas las demás, que es el amor, y que es sobrenaturalizado por la caridad. Éste ha sido el motor de su vida, y la clave de la armonía y unidad de todo su ser: su amor y entrega al Padre y a nosotros. CCE 478: “Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta 478 razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, ‘es considerado como el principal indicador y símbolo (...) del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres’ (Pío XII, Enc. Haurietis aquas, 1956)”. 1956
  • 50. CR 43 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 9 Los Evangelios no nos han transmitido ninguna descripción directa sobre el rostro y el aspecto físico de María y de Cristo. De modo indirecto nos sugieren algunos datos sobre la fisonomía de Jesús: debió de tener una presencia agradable, amable para que muchos acudieran a Él, y le llevaran niños para que les impusiera las manos; unos modales dignos que inspiraban el afecto de personas de toda condición; una mirada que removió a los Apóstoles para que lo siguieran dejando todas las cosas... Quizá Dios permitió que no tuviéramos una descripción de Jesús para que no fuéramos atraídos a Él por motivos meramente humanos.
  • 51. MISTERIO DE LA REDENCIÓN
  • 52. CR2 1 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1 La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado. No se pueden separar estos dos aspectos: 1) la finalidad de su venida al mundo es precisamente la salvación de los hombres; 2) Únicamente el Hijo de Dios puede realizar una auténtica redención del pecado del mundo. Vamos a ver en la segunda parte de Cristología la acción redentora, teniendo presente lo visto ya acerca de su persona.
  • 53. CR2 2 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2 Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar la verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad. CCE 843: “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, 843 ‘entre sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo ya que es Él quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que puede encontrarse en las diversas religiones”. CCE 844: “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran 844 también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”. Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó antes de la creación del mundo a una alianza que nos hace participar de su vida infinitamente feliz.
  • 54. CR2 3 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3 La Biblia nos enseña que el origen del mal y del sufrimiento está en el “misterio de iniquidad” que es el pecado: el de unos ángeles y los de los hombres, principalmente el original, pero también los personales de cada hombre y cada mujer. La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente. El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre procede únicamente de Dios: “la prueba que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom 5, 8). 8
  • 55. CR2 4 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4 Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios. Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es también. Las perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de Dios. Podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-41) 39-41 Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de imperfecto. Nuestras palabras humanas quedan siempre más acá del Misterio de Dios. Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43) 42-43
  • 56. CR2 5 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5 “Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo mérito por nuestra parte: ‘En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10). ‘La 10 prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros’ (Rm 5, 8)” (CCE 604). 8 604 El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo había sido anunciado antes en la Escritura como misterio de redención universal. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35). 7-8 32-35
  • 57. CR2 6 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6 Tradición patrística sobre la redención Padres orientales: subrayan que Cristo ha venido a comunicarnos la semejanza con Dios perdida por el pecado. “Admirable intercambio”: el Verbo se ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto descendente y gratuito de la salvación. Padres occidentales: se fijan en el aspecto ascendente de la salvación: la obra realizada por nuestra Cabeza, Cristo, en nombre de toda la humanidad para ganarnos la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y reconciliarnos con Dios.
  • 58. CR2 7 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7 San Anselmo (+ 1109) veía a Dios como Señor soberano, cuyo honor 1109 es ofendido por el pecado. Ante esta ofensa, el orden de la justicia divina exige con todo rigor una reparación voluntaria adecuada o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el ofendido: no debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios, tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido. Es una interpretación válida en diversos aspectos y que ha influido en la teología posterior. Pero es demasiado jurídica, con una concepción muy humana de Dios, del pecado como ofensa inferida a Dios, de su reparación como compensación que debe recibir del hombre, y de una justicia divina que obliga a Dios a exigir sus derechos.
  • 59. CR2 8 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 1 “Los derechos del demonio” (algunos escritos cristianos de los primeros siglos): al cometer el pecado de origen, el hombre voluntariamente se habría hecho esclavo del demonio. La sangre de Jesús sería el rescate, el precio pagado al demonio para librar al hombre de su esclavitud. Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que paga y alguien a quien se paga) y es ajena a la unidad de toda la Escritura, por ejemplo en cuanto al poder del demonio, que parece tener derechos absolutos sobre nosotros.
  • 60. CR2 9 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 2 Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo) tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las consecuencias del pecado sino el pecado mismo. Cristo nos redime por medio de una “sustitución penal”: toma nuestro lugar y es castigado por Dios en lugar nuestro. Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados. Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino como un soberano vindicativo y, además, injusto (condena al inocente en lugar del culpable).
  • 61. CR2 10 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 3 En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la salvación no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se redime a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad por librarse del mal. En esa corriente hay quienes han pensado que Cristo sería el modelo de lucha contra las estructuras sociales injustas (teologías de la liberación, algunas inspiradas en el marxismo).
  • 62. CR2 11 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11 La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La redención es ante todo una intervención descendente y misericordiosa de Dios en la historia de los hombres. La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616) 616 La redención concilia admirablemente la misericordia y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia (no injustamente), movido sólo por su misericordia. Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo más conveniente y digno para nosotros (justicia).
  • 63. CR2 12 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12 Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús, representando a los hombres ante Dios, como nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella una nueva relación de Alianza entre Dios y los hombres, y obtiene de su Padre la salvación para nosotros. Con su actuación humana libre, alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón. Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre, comunica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les hace partícipes de la vida divina.
  • 64. CR2 13 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13 Existe un orden en la dispensación de la economía salvífica: primero Cristo debía satisfacer el pecado de la humanidad y merecer su glorificación junto con nuestra salvación (aspecto ascendente). Una vez exaltado como Señor sobre todas las cosas a la diestra del Padre, nos dispensa los bienes que nos había ganado con su sangre y nos concede el don del Espíritu Santo (aspecto descendente). Estos dos aspectos están estrechamente unidos en el designio divino: el don de la gracia es fruto del sacrificio de Cristo.
  • 65. CR2 14 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14 El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe alcanzar a cada uno de los hombres. Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien, con su poder infinito, alcanza a todos los hombres de todos los tiempos, y hace que las acciones y méritos de Cristo se puedan aplicar y tener eficacia salvífica en cada uno. Hace posible que cada uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios, se incorpore a Él y participe de la redención. El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de salvación”(Lumen gentium 48), para que los hombres encuentran 48 a Cristo y participen de la salvación.
  • 67. CR2 15 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 1 Mediador es nombre de oficio. Se aplica a quien hace de medio entre los que están separados para reconciliarlos, o para unirlos de alguna forma. En la economía divina, los mediadores no son primariamente representantes del pueblo ante el Señor, sino representantes de Dios. La alianza y la salvación vienen de lo alto; no es obra humana. “Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre Dios y los hombres” (CCE 480). 480
  • 68. CR2 16 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 2 Cristo, mediador de la Nueva y eterna Alianza: las anteriores eran parciales e imperfectas, pues no hacían a los hombres partícipes de la intimidad divina. Jesús nos revela plenamente al Padre, quita el pecado del mundo y establece la verdadera comunión de vida entre Dios y los hombres. Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres: sólo Él une a los hombres con Dios (Jn 14, 6: “Nadie va al Padre sino por mí”). 6 Hay otros mediadores, pero subordinados a Cristo y partícipes de su mediación. Existen grados de mediadores subordinados (sólo Cristo repara el pecado y comunica la gracia por sí mismo): 1) la Virgen María Mediadora de todas las gracias, 2) los ángeles, 3) los santos, 4) los sacerdotes, 5) todos los cristianos.
  • 69. CR2 17 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 3 1 Tim 2, 5-6: “Uno solo es el Mediador entre Dios y los hombres: 5-6 Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención de todos”. Cristo en cuanto Dios no tiene condición de medio (no difiere del Padre ni del Espíritu Santo). Tampoco la tiene simplemente por el hecho de ser hombre. La tiene en cuanto es hombre lleno de gracia y con su entrega (vivificada por esa plenitud de gracia) reconcilia los hombres con Dios. La unión hipostática es el fundamento de su mediación: si Cristo no fuera Dios hecho hombre, no tendría la plenitud de gracia y, por tanto, no sería Mediador. Cristo ejerce su mediación como Sacerdote, Profeta y Rey.
  • 70. CR2 18 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 4 Cristo, Sacerdote de la nueva Alianza El sacerdote es mediador entre Dios y los hombres. Pero el término “mediador” es más amplio que el de “sacerdote”. No toda mediación es un sacerdocio (profetas, reyes, etc.). La suya es la principal: consiste en unir y reconciliar a los hombres con Dios quitando el pecado. Ofrece sacrificios para reconciliarnos con Dios. Cristo es el único y sumo Sacerdote que con su sacrificio nos reconcilia con Dios. Todo otro sacerdocio (ministerial o común) es participación de su sacerdocio y subordinado a él. Su sacerdocio es distinto y superior al levítico, y es eterno.
  • 71. CR2 19 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 5 Cristo, Profeta: mediador y plenitud de la revelación Es mucho más que los profetas del AT y se distingue de todos ellos: “en diversos momentos y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo” (Heb 1, 1-2). 1-2 El Hijo de Dios, al venir a este mundo, como hombre, es el mediador perfecto de la revelación pues nos manifiesta a Dios a quien ve y oye. Él es la misma verdad. Él es la plenitud de la revelación: es la Palabra única y perfecta del Padre. Dios en su Verbo lo ha dicho todo: no habrá otra palabra más que ésta. Nos libera de la ignorancia y del error.
  • 72. CR2 20 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 6 Jesucristo, Rey Cristo se presenta como Buen Pastor y Rey: “el pueblo de Dios participa (...) en la función regia de Cristo. Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección. Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo ‘venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por muchos’ (Mt 20, 28). Para el cristiano, ‘servir a Cristo es reinar’ 28 (Lumen gentium 36)” (CCE 786). 36 786 La Iglesia también ha presentado a Cristo como Legislador (nos da la Ley nueva de la gracia y de la caridad), o como Juez (dispensa la gracia y el perdón de los pecados, y premia con la gloria).
  • 73. CR2 21 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 7 Dios quiso que la humanidad tuviera su principio en Adán. Éste pecó no sólo como persona individual, sino también como cabeza del género humano, y su acción implicaba a toda su descendencia (cfr. Rom 5, 12-19). Cristo es el “nuevo” o “segundo” Adán. 12-19 Dios quiso que Jesucristo fuera el principio y la causa de la vida sobrenatural de todos, el inicio de una humanidad redimida. Adán y Cristo son principios de todo el género humano: el primero en cuanto a la naturaleza y al pecado, Cristo en cuanto a la salvación. Cristo es el hombre nuevo y perfecto, superior a Adán y a todos los hombres, el ejemplar de todos los demás.
  • 74. CR2 22 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 8 Cristo en cuanto hombre es Cabeza del géne- ro humano. Tiene la misma naturaleza de los hombres y es solidario con todos ellos. Es Cabeza de los hombres porque tiene una preeminencia sobre ellos por su plenitud de gracia, en virtud de la cual es el más perfecto y el ejemplar de cada uno de los hombres. Es Cabeza del género humano porque es el principio de la gracia de todos los hombres, el salvador de todos ellos. El fundamento o raíz de la plenitud de gracia de Cristo hombre es la unión hipostática: si Cristo no fuera Dios hecho hombre, no sería Cabeza del género humano.
  • 75. CR2 23 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 9 Solidaridad de Cristo con el género humano: 1) física, de la sangre (comparte nuestra naturaleza, es hijo de Adán); 2) moral e intencional por el amor (nace de la libre voluntad de Jesús, de su amor, virtud que une e identifica al amante con el amado y que hace que las cosas del amado sean como propias; “me ha amado y se ha entregado a sí mismo por mí” (Gal 2, 20)). 20 Cristo representa a los hombres ante Dios y se ofrece por todos, pero propiamente no nos sustituye: no decide por nosotros, puesto que debemos arrepentirnos de los pecados e incorporarnos voluntariamente a Él como miembros suyos; y tampoco nos ahorra en esta vida las penas del pecado, incluida la muerte.
  • 77. CR2 24 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 1 “Toda la vida de Cristo es misterio de Redención. La Redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz, pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo” (CCE 517). 517 CCE 517 añade: “Ya en su Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza; en su vida oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento; en su palabra que purifica a sus oyentes; en sus curaciones y en sus exorcismos, por los cuales él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades; en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica”. Jesús en todas sus obras “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre” (Gaudium et spes 22). Y todos sus actos son ejemplo y 22 enseñanza de vida para nosotros.
  • 78. CR2 25 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 2 Misterio de Navidad: Ha comenzado la redención, el “admirable intercambio” por el que el Creador del género humano, haciéndose hombre y naciendo de una virgen, nos hace partícipes de su divinidad. Epifanía: manifestación de Jesús como Salvador del mundo. Presentación de Jesús en el templo: Jesús es reconocido como “signo de contradicción”; la espada de dolor predicho a la Virgen anuncia la cruz. Huida a Egipto y matanza de los inocentes: toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución.
  • 79. CR2 26 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 3 La vida ordinaria de Jesús: el Verbo eterno ha redimido y santificado así todas las realidades nobles con las que está entretejida la vida común de los hombres. Obediencia de Jesús en lo cotidiano. Vida de familia: Jesús la santifica; vida de trabajo: Jesús dedicó la mayor parte de su vida a su trabajo, con perfección y con espíritu de servicio. Su trabajo se convierte en tarea divina, en “realidad redimida y redentora; no sólo es el ámbito en que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora” (San Josemaría, Es Cristo que pasa 47). 47 Hallado en el Templo: cumple la voluntad divina aunque sacrificio e incomprensión..
  • 80. CR2 27 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 4 Misterios de la vida pública, 1 En su bautismo Jesús es manifestado como Hijo de Dios y Mesías, y a partir de entonces comienza su ministerio público. Es modelo del bautismo cristiano (nos hace hijos de Dios, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y se no abre el acceso al Cielo). Las tentaciones de Cristo forman parte de su victoria sobre el Maligno. Cristo nos da ejemplo de cómo luchar contra el Maligno y vencerle. “Fue probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hb 4, 15). 15
  • 81. CR2 28 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 5 Misterios de la vida pública, 2 La actividad de Jesús durante su vida pública se centra en la predicación del Reino de Dios. Su predicación es asequible, sencilla y clara, a la vez que exigente. Jesús acompaña su doctrina con milagros. Son signos del Mesías anunciado, señales de su misión y de su divinidad. Son comienzo y signo de la liberación de- finitiva: anticipan la gran victoria de Jesús sobre el “príncipe de este mundo” que será definitivamente establecida con la cruz.
  • 83. CR2 29 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 1 En la Muerte de Jesús, por encima de las causas inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los soldados- hay una causa de nivel más alto que sólo puede ser conocida por la revelación: el plan y la disposición de Dios que han permitido los actos nacidos de la ceguera de los hombres para realizar el designio de nuestra salvación. Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras de entrega a la voluntad divina. Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan a un bien mayor: la vida sobrenatural.
  • 84. CR2 30 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 2 En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para reparar el desorden del pecado en el hombre. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo. La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la Pasión y Muerte de Cristo. Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las almas para Dios.
  • 85. CR2 31 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 3 Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormentos que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homicida desde el principio (cfr. Jn 8, 44). Pero también los pecadores 44 son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristianos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598). 598 Nostra aetate 4: “Aunque las autoridades de los judíos con sus 4 seguidores reclamaron la muerte de Cristo, lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”.
  • 86. CR2 32 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 4 Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo, sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron. Flp 2, 8: “Se humilló a sí 8 mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Se trata de una obediencia vivida por amor. El verdadero amor a Dios se muestra cumpliendo libremente su voluntad.
  • 87. CR2 33 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 5 Jesús padeció por parte de los judíos, de los gentiles y de los que le seguían (Judas, Pedro, abandono...). Padeció en su alma: todos los pecados de los hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta, caída de Judas, escándalo de sus discípulos, humillaciones, injusticias, burlas e insultos. Padeció en su cuerpo: flagelación, coronación de espinas, crucifixión, agonía en la cruz hasta la muerte.
  • 88. CR2 34 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 6 “Mérito” es el derecho a un premio o retribución por una obra realizada. Con relación a Dios, el hombre propiamente no tiene ningún derecho ante Dios. Si puede merecer algo ante Dios, es porque Él previa y libremente ha establecido retribuir algunas acciones nuestras nacidas del amor. No aparece la palabra en la Escritura, pero sí su contenido. Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y libertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión mereció de modo particular. Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para todos la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como Cabeza nuestra.
  • 89. CR2 35 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 7 Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la entrega de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado (arrepentimiento, obras de penitencia). CCE 615: “Por su obediencia hasta la 615 muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12). 10-12 Jesús repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados”.
  • 90. CR2 36 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 8 La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 18). 18 El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho solidario por amor con nosotros pecadores, representándonos a todos y llevando las penalidades de nuestro pecado, como víctima del pecado, intercede por todos para cancelar nuestra falta. Así se deben interpretar algunos textos de la Escritura como 2 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado Dios le hizo pecado por nosotros”) o Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de la Ley haciéndose por nosotros maldición”).
  • 91. CR2 37 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 9 Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de algo propio, signo de la entrega interior a Dios y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos con Él. El valor del sacrificio exterior está en ser signo del sacrificio interior o espiritual (entrega del alma a Dios por amor), elemento principal del sacrificio. La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece voluntariamente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios. Por parte de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio, Sino iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente y por amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio.
  • 92. CR2 38 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 10 Cristo no sólo mereció que Dios Padre nos otorgue la gracia, sino que el mismo Cristo es quien nos la comunica. La salvación de cada uno procede de nuestra Cabeza, como la vida de los sarmientos procede de la vid. La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres. Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia.
  • 93. CR2 39 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 11 La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pecado (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios (aunque a veces suponga cargar con la cruz). La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufri- mientos ni nos evita la muerte, pero los ha transformado. Ahora esas penalidades no son una simple pena del pecado, sino que sirven de purificación y de mérito, son participación de su cruz y de su obra redentora, son camino de la salvación y de la verdadera vida.
  • 95. CR2 40 de 55 GLORIFICACIÓN, 1 Para el racionalismo sólo son “históricos” aquellos sucesos cuyas causas y efectos son intramundanos y comprobables por la experiencia. Por eso según la crítica histórica, en la mente de los discípulos poco a poco se fue abriendo la creencia de la resurrección, que realmente nunca aconteció: fue la fe en Jesús la que creó la idea de la resurrección. Otros autores, aun aceptando la verdad de la Resurrección, la califican como acontecimiento “ahistórico” o “metahistórico” y no “histórico”. Riesgo de negarla, porque en el lenguaje usual, lo que no es histórico no se puede decir que haya ocurrido verdaderamente.
  • 96. CR2 41 de 55 GLORIFICACIÓN, 2 La Escritura insiste de muchas formas en la realidad de la Resurrección (ej. Lc 24, 34: “¡El Señor ha resucitado realmente y se 34 ha aparecido a Simón!”). La Tradición repite que Jesús resucitó verdaderamente. Es un acontecimiento real verificado en un marco preciso de lugar y tiempo, con manifestaciones históricamente comprobadas por testigos fiables que nos lo transmitieron. Signos suficientes como para poder afirmar que verdaderamente sucedió: el sepulcro vacío y la comprobación por las apariciones de Jesús resucitado. Goza al menos de la misma historicidad que cualquier otro suceso real acaecido en el pasado.
  • 97. CR2 42 de 55 GLORIFICACIÓN, 3 CCE 643: “Ante estos testimonios es imposible interpretar la 643 Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerla como un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y muerte en cruz de su Maestro (...). Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos abatidos (‘la cara sombría’: Lc 24, 17) y asustados. 17 Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y ‘sus palabras les parecían como desatinos’ (Lc 24, 11). Cuando Jesús 11 se manifiesta a los once en la tarde de Pascua, ‘les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le habían visto resucitado’ (Mc 16, 14)”. CCE 644: “Muy al contrario, 14 644 su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”.
  • 98. CR2 43 de 55 GLORIFICACIÓN, 4 “Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los Apóstoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que trasciende y sobrepasa a la historia” (CCE 647). 647 La Resurrección es objeto de fe en cuanto 1) intervención trascendente de Dios mismo en la historia: es obra de la Santísima Trinidad; 2) glorificación de Cristo (perfecta participación de su humanidad en la vida divina); 3) al sentido y valor salvífico que tiene para nosotros (Cristo resucitado es nuestro Salvador que nos libra del pecado y nos comunica la vida de Dios).
  • 99. CR2 44 de 55 GLORIFICACIÓN, 5 Según las Escrituras, el Padre resucita a Jesús (ej. Hch 2, 24), el Hijo resucita por su propia 24 virtud y poder (ej. Jn 10, 17-18), el Espíritu 17-18 Santo resucita a Jesús (ej. Rom 8, 11). Es una 11 obra de la omnipotencia divina común a las tres divinas Personas de la Santísima Trinidad (ej. 2 Cor 13, 4). 4 La Resurrección de Cristo no es una vuelta a la vida terrena, sino un paso a otra vida más allá del tiempo y del espacio. Su cuerpo es glorioso: es al mismo tiempo auténtico (material) y espiritual. Puede aparecer donde, cuando y como quiere (propiedades de agilidad y sutileza); es glorioso e incorruptible e inmortal (propiedades de gloria e impasibilidad).
  • 100. CR2 45 de 55 GLORIFICACIÓN, 6 “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz” (CCE 638). 638 La Resurrección de Cristo revela su divinidad (pero hace falta la fe para captar y confesarla pues en sus apariciones la divinidad no es visible). Revela también que Cristo es el Salvador del mundo: aunque desde su Encarnación Jesús era el Hijo de Dios y el Mesías, en su Resurrección se manifestó su condición de Salvador poderoso de todos los que creen en Él.
  • 101. CR2 46 de 55 GLORIFICACIÓN, 7 La Resurrección de Cristo confirma la veracidad de su doctrina. Es la “señal de Jonás” (Mt 12, 38), el Templo reconstruido en 38 tres días (“hablaba del santuario de su cuerpo” (Jn 2, 20-21)). 20-21 Los judíos entendieron el significado de sus palabras: pusieron custodia en el sepulcro y lo sellaron (cfr. Mt 27, 62-66). 62-66 La Resurrección de Cristo es principio y causa de nuestra resurrección futura. Es también principio de nuestra resurrección espiritual, la fuente de la nueva vida del alma. La gracia que nos libera del pecado y nos hace justos proviene del Resucitado: es participación de la vida divina, nos hace hijos de Dios.
  • 102. CR2 47 de 55 GLORIFICACIÓN, 8 La Ascensión del Señor es un acontecimiento a la vez histórico y trascendente. Con la Ascensión se completa la manifestación de la gloria de Cristo comenzada con su Resurrección. Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nos precede: con su Ascensión nos ha abierto el acceso a la vida y a la felicidad de Dios en el cielo. Jesucristo, Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, en el cielo intercede sin cesar por nosotros. Constituido Señor con poder a la derecha del Padre, nos comunica los dones divinos por la acción del Espíritu Santo.
  • 103. CR2 48 de 55 GLORIFICACIÓN, 9 La versión griega del AT (LXX) tradujo el nombre de Yahvé con el cual Dios se reveló a Moisés (Ex 3, 14) por “Kyrios” (Señor). Desde entonces fue 14 el nombre más habitual para designar a Dios. El NT utiliza el título “Señor” para Jesús: expresa así la divinidad de Cristo. La acción de sentarse a la derecha del Padre significa la entronización de Jesús como Rey y la inauguración de su reinado. Es Rey desde su Encarnación (cfr. Lc 1, 33; Jn 18, 33-37), pero también 33 33-37 por habernos rescatado al precio de su sangre, y se manifiesta como “Rey de reyes y Señor de señores” a partir de su glorificación. Su reino es sobrenatural, eterno, no tendrá fin. Su reinado es universal..
  • 104. FRUTOS DE LA REDENCIÓN
  • 105. CR2 49 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 1 La voluntad salvífica universal de Dios se centra en Cristo. Quiere que todos los hombres se salven participando de la redención de su Hijo hecho hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2 Cor 5, 15). 15 Se llama “redención objetiva” a la obra del Redentor, tanto en su vida terrena como desde el cielo en su vida gloriosa, con la cooperación del Espíritu Santo. Esta obra es causa de la salvación. Se llama “redención subjetiva” a la participación de los frutos de la obra de Cristo en cada uno de los hombres. Por la acción del Espíritu Santo, Cristo ofrece a cada hombre la salvación, pero el hombre puede rechazar la gracia que se le ofrece.
  • 106. CR2 50 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 2 La omnipotencia divina alcanza a todos los hombres y hace que las acciones y méritos de Cristo se puedan aplicar y puedan tener eficacia salvífica en cada uno. Aunque ese poder es común a las tres Personas divinas, se suele apropiar al Espíritu Santo. La Iglesia, cuya Cabeza es Cristo, tiene una relación indispensable con la salvación de cada hombre. Es “sacramento universal de salvación” (Lumen gentium 48). Toda la gracia proviene de Cristo, es 48 comunicada por el Espíritu Santo, y está misteriosamente relacionada con la Iglesia. “La Iglesia peregrina es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y camino de salvación y se hace presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Idem 14). 14
  • 107. CR2 51 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 3 El hombre tiene que incorporarse libremente a Cristo y así puede recibir los frutos de su obra redentora. El hombre se une a Cristo por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia. Fe viva: nadie puede salvarse sin la fe, que es el fundamento y el origen de toda justificación. La fe viva obra por la caridad, está acompañada por el arrepentimiento y por obras. Sacramentos: nos hacen participar de los frutos de la Redención. Entre ellos destacan el bautismo (sin él no hay unión con nuestro Salvador ni vida sobrenatural y es necesario para la salvación) y la Eucaristía (hace a los fieles que le reciben una cosa con Él, y les comunica la vida eterna).
  • 108. CR2 52 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 4 Ciertamente Dios concede a todos los hombres la gracia que salva (dada por medio de Cristo en el Espíritu, y que tiene relación con la Iglesia). Pero desconocemos el modo como la gracia llega a los no cristianos. Es claro que cada uno de ellos tendrá que acoger libremente ese don divino para salvarse. Efectos de la obra redentora de Cristo en los hombres: 1) nos libera del pecado, tanto en cuanto a la culpa como en cuanto a la pena, en lo que se refiere tanto al alma como al cuerpo: de la ignorancia y de la tristeza, del desorden de las pasiones, del dolor y de la muerte (purificación y camino para la gloria); 2) nos hace partícipes de la vida divina y nos ha conseguido la vida eterna.
  • 109. CR2 53 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 5 Otros efectos de la obra de Cristo: 1) reconciliación, comunión y amistad con Dios; 2) renovación interior del hombre nuevo por la participación de la vida divina; 3) liberación de la muerte y resurrección de los cuerpos. En la reparación de la vida del alma, dos aspectos: liberación del pecado por la Pasión, nueva vida del alma por la Resurrección de Cristo. En la reparación de la vida corporal también: destrucción de la muerte por la Muerte de Cristo, nueva vida de nuestro cuerpo o resurrección por la Resurrección de Cristo.
  • 110. CR2 54 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 6 La salvación es una realidad principalmente escatológica: se dará completa cuando Cristo reaparezca con gloria al fin del mundo y todos sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Ahora ya alcanzamos la salvación (el mundo ya está salvado), aunque todavía no es completa. Ahora ya poseemos realmente la semilla de vida eterna y por eso tenemos la certeza de recibir sus frutos en plenitud.
  • 111. CR2 55 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 7 María no sólo ha recibido la más perfecta participación de los frutos de la salvación (sin pecado, llena de gracia, en cuerpo y alma en el Cielo), sino que también ha sido asociada de un modo singular y eminente a la persona de Cristo y a su obra redentora. Es nuestra Madre en el orden de la gracia. Es Mediadora en la obra salvífica de Cristo, unida a su Hijo. Y “la Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador” (Lumen gentium 62). 62 Se va y se vuelve a Jesús por María.