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1. EL CONCEPTO DE LITERATURA 
NO ES POSIBLE DAR UNA DEFINICIÓN DE LITERATURA UNIVERSAL. 
La literariedad es un hecho interpretativo, variable según los momentos históricos y 
las concepciones estéticas. 
Debemos partir de dos presupuestos básicos que menciona Sultana Wahnón: 
- La concepción esencialista del objeto debe ser sustituida por una concepción 
histórica del mismo. 
- Las ciencias humanas no pueden limitar sus resultados al modelo científico que 
no es identificable con el único conocimiento. 
EL DISCURSO COMO FICCIÓN 
Curtius afirma que "(...) la fantasía creadora, que forma mitos, cuentos, poemas, es 
función originaria de la humanidad." El resto de los seres vivos, incluso aquellos que 
forman complejas estructuras sociales, se guian por el instinto. Sólo en el hombre, como 
ha advertido Bergson, se da la conciencia, la inteligencia creadora. Esta facultad es la 
más importante del ser humano pero también la más peligrosa. La vida está segura si se 
rige por el instinto, tal y como hacen los animales irracionales. La inteligencia, sin 
embargo, busca explicaciones, sólo admite aquello que percibe. Por ello, ante lo 
inexplicable, la inteligencia crea ficciones que explican aquello que para la mente humana 
es incomprensible: supersticiones del hombre primitivo, narraciones mitológicas y 
religiones. El instinto es el que crea una serie de percepciones imaginarias que luego la 
inteligencia sistematizará para proteger la vida, la especie humana. Esta función 
fabuladora de la que habla Bergson ha evolucionado con la humanidad. En un principio 
fueron ficciones biológicamente útiles para el hombre, primarias; luego se organizaron 
creando dioses y mitos que explicaban lo que no podía asimilar la inteligencia y, 
finalmente, esta función "(...) se ha desprendido totalmente del mundo religioso para 
convertirse en libre juego." [Curtius]. El problema reside en que no siempre podemos 
distinguir con claridad un discurso de ficción de la realidad de un discurso histórico. Por 
ejemplo, la obra de Berceo o algunas narraciones de carácter histórico que se encuentran 
en el Fuero General de Navarra (s. XII), que en su momento no eran textos literarios, al 
funcionar de forma autónoma son considerados obras literarias, la cuna de nuestra 
literatura. Otros casos de literatura llevada a sus límites son el concepto de la historia en 
Roma, la Biblia o los falsos diarios de Hitler. 
Se ha intentado solucionar este asunto mediante el análisis del referente 
extralingüístico. Si es imaginario, estamos ante un texto literario y si es real, ante un texto 
histórico. Greimas y Courtés nos dicen que todo discurso tiene su referente interno (él 
mismo) y que es imposible definir lo literario por medio de un referente externo. No es 
tanto un problema de realidad/ficción como de 
"(...) discursos que producen un efecto de sentido verdad." 
Hay que centrar el problema, pues, en la categoría de lo verosímil [Pozuelo].
En ciertas tribus africanas, el relato mítico es el verdadero y el relato de los 
acontecimientos cotidianos sirve para divertirse. Podríamos darle una nueva dimensión al 
problema de la ficcionalidad. No son solo los contenidos ficcionales los que caracterizan a 
la obra literaria. Es el lenguaje mismo el que se encuentra poseído por la ficción, las 
frases de la novela constituyen mundo. El dominio de lo ficcional comprende la totalidad 
de lo literario, incluso la poesía lírica (Pozuelo). 
La crisis de la literariedad ha hecho que las corrientes contemporáneas de teoría 
literaria pongan el acento en dos cuestiones fundamentales para su desarrollo: la 
pragmática -se sustituye una teoría del texto literario por una teoría de la comunicación 
literaria [Senabre]- y la indagación sobre la ficción. Porque aunque hablamos de 
comunicación literaria, 
"(...) el ser ficcional de la literatura propone un uso particular en el que se 
suspenden las exigencias de verdad y de compromiso para con el mensaje de los 
intervinientes en el acto de comunicación." [Pozuelo]. 
- Austin (1960) afirma que el lenguaje literario se caracteriza por un uso no serio, no 
pleno en el que el autor finge hablar dentro de un juego de representación o imagen 
mimética de usos plenos. 
- Searle (1969), en la misma línea, considera que el discurso ficcional no respeta 
las reglas que rigen los actos ilocutivos, serios o plenos, aunque mantengan la estructura 
formal de aserciones o declaraciones. Lo que hace es fingir que declara, que afirma. 
Martínez Bonati rechaza la idea de Searle con argumentos sólidos: 
"La regla fundamental de la institución novelística no es el aceptar una imagen 
ficticia del mundo, sino, previo a eso, el aceptar un hablar ficticio. Nótese bien: no 
un hablar fingido y no pleno del autor, sino un hablar pleno y auténtico, pero 
ficticio, de otro, de una fuente de lenguaje (lo que Bühler llamó 'origo' del discurso) 
que no es el autor, y que, pues es fuente propia de un hablar ficticio, es también 
ficticia o meramente imaginaria." 
Está claro, pues, que lo que el autor hace no es un acto de lenguaje sino la 
representación de actos de lenguaje de un narrador o de unos personajes 
"(...) el discurso narrativo mismo es ficticio en tanto no pertenece a una acción del 
autor sino a una fuente de lenguaje que se establece imaginaria, (...)" [Pozuelo] 
El problema de la ficción que, en los estudios tradicionales, se centraba en el 
acontecimiento, en los hechos relatados, es llevado ahora a su justo lugar, al discurso 
mismo. 
SIGNIFICADO, EXPRESIÓN Y PRAGMÁTICA DEL HECHO LITERARIO 
Las cuestiones relativas a ficción y realidad de las que acabamos de hablar hacen 
referencia a problemas que atañen al significado de los textos pero no son privativos de 
los textos literarios. Son cuestiones que afectan al universo semántico de una lengua 
natural determinada. Estos análisis del plano del contenido, aún siendo necesarios, no 
resuelven el asunto principal: la delimitación del hecho literario. Podemos analizar el
plano de la expresión, es decir, las articulaciones lingüísticas, las relaciones sintácticas 
que se dan en los textos, etc. Observamos que el significante tiene una importancia 
primordial en los textos que consideramos literarios, vemos que se da un tipo especial de 
mensaje verbal. Es un lenguaje no usual pero ya sabemos que todos estos fenómenos no 
son exclusivos del lenguaje literario sino que nos encontramos con la "(...) realización de 
todas las posibilidades del lenguaje como tal." [Yllera]. 
El modo de expresión novedoso se logra gracias a la utilización de unos recursos 
que están dentro del lenguaje, las disponibilidades abstractas, con las que se superan los 
códigos tradicionales.nPero, junto al significado y el significante, no podemos descartar la 
dimensión pragmática del fenómeno literario: el lector, el autor, la intención de éste,... 
UN CONOCIMIENTO LITERARIO INTEGRADOR 
Recordemos los elementos que entran en toda comunicación, según Jakobson, así 
como las funciones lingüísticas que se generan. Raman Selden afirma que las distintas 
teorías modernas ponen el acento en uno u otro punto de vista. Reproducimos su 
esquema completándolo en algunos puntos: 
Emisor → Función emotiva → Teorías románticas + Pragmática del autor 
Contexto → Función referencial → Teorías marxistas y sociológicas 
Mensaje → Función poética → Teorías formalistas 
Código → Función metalinguística → Teorías estructuralistas 
Canal → Función fática → Teorías del diseño editorial o paratexto 
Receptor → Función connotativa → Teoría de la recepción 
Cada una de estas formulaciones no tiene por qué dejar de lado al resto de los enfoques 
o perspectivas de la comunicación literaria. Nosotros intentaremos hacer lo mismo 
buscando un conocimiento integrador. 
"La teoría literaria, el discurso literario mismo, entran siempre en nuevo registro de 
voces, de enunciados siempre renovados. Fuera de la comunicación real con el 
"otro", el enunciado carece de significado. El intercambio entre el lenguaje y la 
cultura (sociedad, momento histórico preciso), la colectividad y el individuo, se 
articula en coro de voces: somos plural, no singular, y ahí radica el milagro de 
nuestro mundo dialógico." [Zavala] 
2. EL SIGNO LITERARIO 
La teoría de los signos se desarrolla desde la Antigüedad. En su origen, se usó 
para designar la parte de la medicina que se ocupaba de interpretar los signos de las 
enfermedades (Galeno). Pero el interés por el lenguaje, el sistema de signos más 
importante, hace que el término se generalice. Platón (Cratilo) estudia las relaciones del 
lenguaje con la realidad, Aristóteles sienta las bases de la moderna teoría del lenguaje, 
los estoicos (Zenón y Cleantes y sus teorías semánticas), los epicúreos y hasta los 
escépticos son conscientes de la importancia del lenguaje en el conocimiento filosófico. 
En la Edad Media también se desarrollan los estudios semióticos, sobre todo entre los 
lógicos y los gramáticos especulativos. A partir del Renacimiento y hasta el Romanticismo, 
el centro filosófico es fundamentalmente epistemológico por el desarrollo de las ciencias
empíricas, aunque la teoría del lenguaje siguió suscitando el interés de los pensadores de 
esos siglos. Francis Bacon habla del carácter previo de una teoría del lenguaje: "Imitar la 
sabiduría de los matemáticos y estipular al comienzo las definiciones de nuestras 
palabras y términos." (Del adelanto de la ciencia humana y divina). Hobbes habla en su 
Leviatán de los nombres y la función semiótica de nombrar: "Los nombres son simples 
marcas o señales sensibles de otras entidades conceptuales o no." Locke y Leibniz 
también se interesan por cuestiones semióticas. Locke aspiraba al conocimiento de la 
estructura de nuestra mente a través del lenguaje. Leibniz habla de la idea de 
característica universal con la que piensa que podría crearse un lenguaje universal del 
pensamiento, concepto cercano a la noción moderna del universal semántico. En realidad, 
todos los filósofos han sentido una gran preocupación por el lenguaje porque es la gran 
herramienta del conocimiento humano. 
LA SEMIÓTICA NORTEAMERICANA. CHARLES S. PEIRCE 
Modernas investigaciones semióticas son las de Peirce, profesor en Harvard y en la 
John Hopkins University que inaugura la llamada semiótica norteamericana. Su 
monumental obra no ha sido publicada en su totalidad. La universidad de Harvard editó 
parte de sus escritos bajo el nombre de Collected Papers entre 1931 y 1958. Desde 1982, 
la Universidad de Indiana está publicando los Writings of Charles S. Peirce: A 
Chronological Edition, programados en unos treinta volúmenes. No conocemos, por lo 
tanto, todas las ideas del genial pensador norteamericano aunque en los últimos tiempos 
está siendo estudiado y analizado con gran minuciosidad. Peirce entiende el signo como 
un proceso, la semiosis. 
Por semiosis entiendo una acción o una influencia que implica la cooperación de tres 
elementos, el signo, su objeto y su interpretante y esta influencia tri-relativa no puede en 
ningún caso reducirse a acciones entre pares. (Collected papers) 
El semiótico norteamericano más conocido es Charles Morris, para quien la semiótica 
sería la ciencia general de los signos, la investigación general de un sistema de 
signos cualquiera. Se dividiría en tres partes: 
1. SINTAXIS. El estudio de las relaciones de los signos entre sí, con independencia de lo 
que designan y significan. 
2. SEMÁNTICA. Esta disciplina estudiaría las relaciones de los signos con aquello que 
constituye su interpretación (el objeto). 
3. PRAGMÁTICA. Se ocuparía de la relación de los signos con los sujetos que los usan, 
es decir, todos los aspectos contextuales. 
Estos conceptos no son aceptados completamente por todos los lingüistas y teóricos de la 
filosofía del lenguaje. Hay problemas, sobre todo, en los aspectos que hacen referencia a 
la semántica y la pragmática del signo. Sus límites se confunden a veces. 
LA SEMIÓTICA EUROPEA. FERDINAND DE SAUSSURE 
De forma simultánea a las reflexiones de Peirce, en Europa Saussure imparte sus 
cursos de lingüística que a su muerte publicarán sus alumnos. Saussure es la base de los 
estudios lingüísticos contemporáneos. También de los literarios, que van indisolublemente
unidos. Sus concepciones suponen un avance casi definitivo en la consideración científica 
de los estudios lingüísticos. Sin embargo, el "casi" se explica por el peligro de considerar 
todas sus ideas infalibles. Saussure hable de semiología, como de tantas cosas, en su 
Curso, pero no desarrolla su planteamiento. 
La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por tanto, comparable a la 
escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de urbanidad, 
a las señales militares, etc. Sólo que es el más importante de esos sistemas. Puede por 
tanto concebirse una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida 
social; formaría una parte de la psicología social, y, por consiguiente, de la psicología 
general; la denominaremos semiología (del griego semeion, "signo"). Ella nos enseñaría 
en qué consisten los signos, qué leyes los rigen. Puesto que todavía no existe, no puede 
decirse lo que será; pero tiene derecho a la existencia, su lugar está determinado de 
antemano. La lingüística no es más que una parte de esa ciencia general, las leyes que 
descubra la semiología serán aplicables a la lingüística, y, de este modo, ésta se hallará 
vinculada a un ámbito perfectamente definido del conjunto de los hechos humanos. Al 
psicólogo corresponde determinar el lugar exacto de la semiología; la tarea del lingüista 
es definir lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos 
semiológicos. Luego volveremos sobre la cuestión, ahora nos fijaremos sólo en una cosa: 
si por vez primera hemos podido asignar a la lingüística un lugar entre las ciencia es 
porque la hemos incluido en la semiología. 
El término semiología vamos a considerarlo, en principio, sinónimo de semiótica aunque 
en la evolución de los dos términos, a lo largo del siglo XX, pueden encontrarse 
diferencias. En 1969 se intentó solucionar el problema de la ambigüedad terminológica y 
se adopta internacionalmente el término semiótica. Se crea la IASS Internacional 
Association for Semiotic Studies. Después de Saussure comienzan los estudios que 
pretenden desarrollar de manera sistemática la ciencia propuesta. 
Eric Buyssens concebirá la semiótica como el estudio de todos los sistemas de 
comunicación. Hiemslev, en sus Prolegómenos realiza el primer intento totalizador de una 
teoría del lenguaje. La influencia de Saussure en los estudios semióticos europeos ha 
reducido la visión del signo a los aspectos dicotómicos significante/significado. Esta 
visión estrictamente lingüista del signo debe ser superada. La lingüística europea 
excluye del análisis científico al referente, es decir, a la realidad denotada, al objeto. La 
lingüística norteamericana construye un modelo triangular para interpretar el signo e 
incluye el referente en su definición (Ogden y Richards). 
El significante sería la unidad en el plano de la expresión. 
El significado sería la unidad en el plano del contenido. 
La entidad o referente sería la parte del mundo a la que hacemos referencia. 
La clasificación de los signos que hace la semiótica norteamericana se basa, en gran 
parte, en el tipo de relación que el signo mantiene con el referente. 
El ICONO establece una relación de semejanza con el mundo exterior (v.gr., una foto, una 
escultura,…). 
En el ÍNDICE se establece una relación de contigüidad natural (una huella, el humo,…). 
La SEÑAL es un signo artificial (señales de tráfico,…) 
El SÍMBOLO se crea mediante una relación que se basa en la simple convención
social(caballo=sexo; negro=luto). 
La lingüística de inspiración saussereana afirma que la exclusión del referente es una 
condición previa y necesaria para el ejercicio de toda análisis semiológico por lo que la 
clasificación norteamericana entra en la categoría de los no signos. La llamada 
arbitrariedad del signo fue postulada por Saussure aunque de una forma muy imprecisa. 
Roland Barthes habla de sistemas arbitrarios y no arbitrarios, motivados o 
inmotivados. Algunas de las afirmaciones que nos acercan a su maestro, el lingüista 
ginebrino, están presentes en sus principios de semiología, como, por ejemplo, la clásica 
distinción entre langue y parole que establece el proceso del sentido o la arbitrariedad 
del signo lingüístico que se extiende a la mayor parte de los sistemas de signos: 
(…) la esencia misma de la investigación lingüística (y luego semiológica), el hecho de 
separar la lengua del habla, es al mismo tiempo establecer el proceso del sentido. 
(Barthes) 
(…) en la mayoría de los sistemas semiológicos la lengua es elaborada no por "la masa 
hablante" sino por un grupo de decisión. En este sentido, puede decirse que en la mayoría 
de las lenguas semiológicas el signo es verdaderamente "arbitrario", puesto que es 
fundado de una manera artificial mediante una decisión unilateral. (Barthes) 
Más que extender o generalizar el concepto de arbitrariedad a todos los signos 
semióticos, quizás lo que habría que hacer es cuestionar esa supuesta arbitrariedad 
de los signos, principio postulado por Saussure hace muchos años y aceptado casi sin 
discusión. No hay que tomarse este principio como un dogma de fe. 
(…) las dificultades son inmensas si intentamos ver todos los signos lingüísticos como 
entidades arbitrarias en su mismo origen. Otra cosa es que el lenguaje fuera aumentando 
su arbitrariedad hasta llegar a la situación actual, en la que, sin embargo, ésta no es tan 
absoluta como solemos creer. (Bernárdez) 
Más que de la arbitrariedad del signo habría que distinguir entre signos motivados 
y signos convencionales. Los signos motivados serían aquellos en los que se establece 
una relación en cierto modo necesaria y en parte convencional (no existe, por lo tanto, la 
motivación absoluta) en la cual el signo ofrece conexiones necesarias con el objeto al que 
se refiere. Tintinear sería un signo motivado y tintero sería un signo convencional. Las 
onomatopeyas, a las que hace referencia Saussure junto a las exclamaciones, no serían 
los únicos signos motivados. Ullmann considera que carece de objeto preguntar si el 
lenguaje es convencional o motivado. En todos los idiomas hay palabras arbitrarias y 
opacas y otras que son, al menos en cierto grado, motivadas o transparentes. Distingue 
entre motivaciones fónicas (no sólo las onomatopeyas sino también términos homófonos, 
rimas complejas,…), motivaciones morfológicas (una secuencia que en su origen es 
convencional, al combinarse resulta motivada: parar y brisa son convencionales pero 
parabrisas es motivada) y motivaciones semánticas (relaciones entre el llamado sentido 
propio y el figurado, usos motivados por una relación de igualdad metafórica: entender es 
convencional pero Juan entiende en un contexto homosexual es motivado). Dos 
tendencias opuestas se desarrollan con la lengua: muchas palabras pierden su 
motivación, mientras que otras, que eran opacas, se hacen transparentes en el transcurso 
de su historia, es decir, se vuelven motivadas. Podemos afirmar que una gran parte del 
léxico de un idioma es motivado sobre la parte convencional de ese mismo idioma. En
todo caso, "(…) la arbitrariedad del signo no puede predicarse sino en referencia al 
significante." (Martínez-Bonati) 
Los lingüistas saussureanos intentan negar este hecho al llevarlo a una esfera 
metasemiótica que llaman cultura en la que se estudiarían las distintas connotaciones 
sociales. Nos parece que esa esfera metasemiótica está por encima del concepto 
restrictivo europeo del signo lingüístico. Este universo semántico, pese a ser 
prácticamente infinito, está dentro de nuestra disciplina si aceptamos que el referente es 
parte inseparable del signo semiótico. 
EL SIGNO LITERARIO 
Hasta ahora puede parecer que semiótica y estructuralismo son parcelas de una 
misma teoría. Debemos advertir que esto no es totalmente cierto. No cabe duda de que 
los acercamientos más significativos a esta ciencia general de los signos ha partido de la 
escuela estructuralista. Sin embargo, hemos visto que si nos quedamos en esos 
presupuestos el proceso global que articula el fenómeno literario se nos escapa. Es lo que 
se ha llamado el antihumanismo de los estudios estructurales. El estructuralismo es una 
corriente fundamentalmente lingüística y por ello se acerca al hecho literario en tanto que 
acto lingüístico. Está claro que la literatura se expresa a través del lenguaje pero, como 
dice Segre: 
(…) [la literatura] no es un hecho lingüístico, la lengua es tan sólo su instrumento; la 
lingüística, pues, sirve para la interpretación del hecho literario por cuanto nos proporciona 
la competencia indispensable en el medio que utiliza la literatura para expresarse. Pero la 
lingüística sirve sólo hasta ese punto: hay una frontera que la lingüística no superará 
jamás. Deducción: un buen crítico debe ser efectivamente un buen lingüista, pero un buen 
lingüista no es necesariamente un buen crítico. 
Parece evidente que el conocimiento previo lingüístico es necesario al acercarnos al 
fenómeno literario; lo que no es tan evidente es el campo que abarca la semiótica literaria. 
Si analizamos los dos planos que componen toda semiótica, observamos lo siguiente: 
a) Plano del contenido. No tiene un contenido propio. En realidad, abarca todo el universo 
semántico de una lengua natural dada. 
b) Plano de la expresión. Hay una identificación total con las articulaciones lingüísticas. 
Incluso las llamadas formas literarias no tienen nada de específicamente literario ya que 
pueden encontrarse en cualquier tipo de discurso. 
Podría hablarse de un discurso figurativo frente a los no figurativos y abstractos, 
como el discurso científico o el filosófico. Esta distinción puede ser útil aunque no es 
exclusiva del discurso literario. Otros discursos figurativos son el histórico, el mitológico, el 
folklórico,… Estos discursos no están dentro de la semiótica literaria. 
Roman Jakobson introduce el concepto de literariedad para hablar de lo 
específicamente literario, que se descubrirá mediante el análisis de los mecanismos y 
recursos verbales propios del lenguaje literario. Se rechazan, por tanto, los análisis 
extrínsecos necesarios para el estudio de las connotaciones. Además, se hace hincapié
en la literatura lírica, en los recursos poéticos que destacan de manera especial en ese 
modo genérico y desarrolla la idea del procedimiento dominante. La propuesta de 
Jakobson es un objetivo que se postula a priori puesto que se reconoce la autonomía del 
discurso literario frente a otros. No encontramos, sin embargo, leyes o simples 
regularidades que nos permitan darle un sentido al concepto de literariedad o literaridad. 
Este sentido literario sólo se encuentra dentro del marco de una connotación social que 
varía según las culturas y las épocas. 
Lotman lleva el problema a su lugar: 
La literatura se expresa en un lenguaje especial, el cual se superpone sobre la lengua 
natural como un sistema secundario. Por eso la definen como un sistema modelizador 
secundario. 
Un poco más adelante nos da la clave del asunto: 
Ya hemos tenido ocasión de señalar que los signos [artísticos] no poseen un carácter 
convencional, como en la lengua, sino icónico, figurativo. Esta tesis, evidente por lo que 
se refiere a las artes figurativas, aplicada a las artes verbales arrastra una serie de 
consecuencias esenciales. Los signos icónicos se construyen de acuerdo con el principio 
de una relación condicionada entre la expresión y el contenido. Por ello es generalmente 
difícil delimitar los planos de expresión y de contenido en el sentido habitual para la 
lingüística estructural. 
Lo que está claro es que hay que atender, junto a la sintaxis y a la semántica, a la 
dimensión pragmática del fenómeno literario. Una dimensión que hay que analizar incluso 
antes que la sintaxis o la semántica para encontrar el sentido de un texto dado. 
LA FORMACIÓN DEL SIGNIFICADO TEXTUAL 
El estudio sociosemiótico del texto artístico más profundo y sugerente es el 
realizado por Yuri Lotman. Ya adelantábamos al definir la semiótica literaria, algunas 
ideas de este investigador de la República de Estonia. 
Para Lotman, uno de los problemas esenciales de la semiótica es el del significado, 
puesto que el fin que persigue el estudio de cualquier sistema de signos es la 
determinación de su contenido. 
Si concebimos los signos desde los dos planos clásicos (expresión y contenido), 
podemos establecer correspondencias entre las dos cadenas de estructuras que se 
formarían atendiendo a uno u otro aspecto. La intersección de dos cadenas de estructuras 
en un cierto punto doblemente único la denominaremos signo. Por consiguiente, el 
problema del contenido es siempre un problema de TRANSCODIFICACIÓN. Ciñéndonos 
al texto artístico, hay que recordar que Lotman denomina a éste "sistema modelizador 
secundario". 
Dos planos: 
SIGNO 
Los sistemas modelizadores secundarios representarían estructuras cuya base está
formada por una lengua natural. Junto a ésta, el sistema recibe una estructura 
complementaria de tipo ideológico, ético, artístico, etc. 
Los significados de este sistema secundario pueden formarse tanto según los 
procedimientos propios de las lenguas naturales, como por los métodos de otros sistemas 
semióticos. Procedimientos teóricamente posibles de formación de significados: 
a. TRANSCODIFICACIÓN INTERNA. El significado se forma mediante la 
transcodificación interna. Son sistemas semióticos en los que el significado se forma no 
mediante la aproximación de dos cadenas de estructuras, sino en el interior del sistema 
de modo inmanente. Ejemplos del plano de la expresión: expresiones matemáticas. a = b 
+ c; expresiones musicales,… Podría decirse que estos signos no poseen significado (ser 
representantes de objetos distintos a ellos mismos). En realidad, lo que ocurre es que su 
significado es de naturaleza relacional, expresa la relación de unos elementos del sistema 
con otros. 
SIGNO 
Matemáticas, música,... 
b. TRANSCODIFICACIÓN EXTERNA. Los significados se forman mediante la 
transcodificación externa. Es el caso más corriente, representado por las lenguas 
naturales. 
b.1. Transcodificación externa binaria. Aproximación de dos series. El caso más 
extendido en la formación de lenguas naturales. 
b.2. Transcodificación externa múltiple. Aproximaciones no de dos, sino de 
muchas estructuras autónomas en las que el signo se constituye en un haz de elementos 
mutuamente equivalentes de distintos sistemas. 
Procedimientos realizados en un material histórico concreto. 
a. EL ROMANTICISMO LITERARIO. Transcodificación interna dominante en 
sistemas modelizadores secundarios de tipo artístico. El romántico no necesita salir de su 
sistema para obtener el significado de su concepto de genio o espíritu. El problema del 
significado objetivo no existe para el romántico. El contenido de los signos románticos se 
obtendrá fácilmente determinan do la relación que un concepto guarda respecto a otros 
conceptos del sistema: 
Genio/muchedumbre 
Grandeza/nulidad 
Singularidad, carácter excepcional/trivialidad, mediocridad
b. EL REALISMO LITERARIO. Transcodificación externa dominante. El realista se 
enfrenta con el problema de la correlación entre el significado del concepto en la 
estructura (de las ideas o del estilo) con el significado extrasistémico. Los realistas 
atacarán el sistema romántico. 
c. AUTOR QUE TRATA DE PENETRAR EN LA ESENCIA DE LA REALIDAD, 
COMPRENDIENDO EL CARÁCTER LIMITADO DE CUALQUIERA DE LOS SISTEMAS 
CODIFICADOS. Transcodificación externa múltiple dominante. Pluralidad de 
transcodificaciones externas. 
Todos estos sistemas de formación de significados coexisten a menudo en los 
sistemas modelizadores secundarios. 
TEXTO Y ESTRUCTURAS EXTRATEXTUALES 
Una vez que hemos examinado los problemas del signo dentro de los sistemas 
modelizadores secundarios, debemos fijarnos ahora en el concepto de texto, relacionado 
con una serie de estructuras histórico-culturales y psicológicas determinadas => concepto 
relativo de texto (por ejemplo, textos creados como obras independientes, posteriormente 
funcionaron como partes de un texto más amplio o al revés. Recordemos que en los 
Cantares de Gesta se crearon episodios que luego se desgajaron y alcanzaron vida 
propia. Véase el Romance del prisionero. Su condición fragmentaria, su final abierto es lo 
que le da, precisamente, su valor. 
Que por mayo era, por 
mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan 
y están los campos en flor, 
cuando canta la calandria 
y responde el ruiseñor, 
cuando los enamorados 
van a servir al amor, 
sino yo, triste, cuitado, 
que vivo en esta prisión, 
que ni sé cuándo es de día, 
ni cuándo las noches son, 
sino por una avecilla 
que me cantaba al albor. 
Matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón. 
Hay que tener en cuenta tres criterios: 
1. Lo que el autor entiende por texto. 
2. Lo que el receptor percibe como un todo artístico primario. 
3. Lo que el investigador artístico percibe como un todo artístico primario.
Teniendo en cuenta que debe de haber una oposición entre estructuras artísticas y no 
artísticas dentro del código cultural en que nos movamos, podemos establecer cuatro 
posibilidades: 
1. Autor y receptor perciben el texto como un texto artístico = Obra de arte. 
2. El autor no lo percibe y el receptor sí = Textos sagrados o históricos. 
3. El autor si lo percibe y el receptor no = Escritores no integrados o "malditos". 
4. Ni el autor ni el receptor perciben el texto como artístico = Evidencia… 
La dificultad mayor de este esquema inicial elemental se da en el primer caso, 
cuando ambos participantes de la comunicación artística perciben el texto como artístico 
pero la estructuración de este concepto difiere profundamente en cada uno de ellos. Se ve 
necesario, pues, establecer la relación que se da entre la estructura real de la obra, el 
código real, y la estructura esperada por el oyente. Encontramos dos tipos de relación: 
1. ESTÉTICA DE LA IDENTIDAD. Fenómeno artístico cuya estructura está fijada 
de antemano y la expectación del receptor queda justificada por toda la construcción de la 
obra. Se basa en una identificación completa de los fenómenos representados de la vida y 
de modelos clichés que el auditorio ya conoce y que forman parte de un sistema de 
"reglas". Ahora bien, para que exista la identificación debe existir la variedad. Si el sistema 
fuese completamente rígido, toda obra nueva representaría una copia exacta de la 
anterior. Lotman afirma que "(…) para que la estética de la identidad no pierda su 
naturaleza como medio de conocimiento y de información, de creación de un modelo 
determinado del mundo, debe conjugar los clichés inquebrantables de los conceptos con 
la variedad del material vivo que se ajusta a estos conceptos." Nos pone como ejemplo la 
commedia dell'arte en donde nos encontramos con una selección rigurosa de máscaras-clichés 
unida a la improvisación más libre en la historia del teatro europeo. 
2. ESTÉTICA DE LA OPOSICIÓN. Textos artísticos constituidos por sistemas cuya 
naturaleza de código es desconocida por el auditorio antes de empezar la percepción 
artística. Podríamos pensar que tanto el autor como el auditorio pueden sentir el deseo de 
destruir el sistema habitual de reglas. Sin embargo, la creación sin reglas, al margen de 
las relaciones estructurales, es imposible. Lo que se destruye en estos casos es el 
sistema habitual pero no el principio de sistematicidad (cada vez que se organiza algo 
tiene que hacerse siguiendo un orden). Esta distinción entre "estética de la identidad" y 
"estética de la oposición" nos permite acercarnos con mayor objetividad a criterios 
valorativos. Por ejemplo, si leemos un cuento o una epopeya tradicional de un país no nos 
irrita ni nos parece un defecto artístico la conservación de una serie de normas, cánones o 
clichés que conforman la estructura del texto artístico. Sin embargo, la observación de 
esos mismos elementos estructurales en una novela social sobre la vida moderna nos 
produce una sensación antiestética, de transgresión de la verdad de la vida. ¿Por qué 
ocurre esto? El lector se prepara de un modo determinado para la percepción, y en esta 
preparación entra la sensación de pertenencia a la clase de la estética de la identidad o a 
la de la oposición. Lo artístico en el arte moderno estaría singularizado de la siguiente 
forma: "sistema que no se presta a la modelización mecánica". 
"PREGUNTA. ¿No cree que la literatura debería ser una aventura totalmente personal? 
Muchos libros actuales parecen salidos de algún tipo de taller literario.
JUAN GOYTISOLO. El canon novelesco del siglo XIX me interesa sólo cuando leo una 
novela de ese siglo, con esos personajes de gran espesor psicológico que evolucionan a 
lo largo de la novela como en los libros de Stendhal, por ejemplo. Pero no encuentro peor 
formalismo que en una novela escrita ahora aparezcan los "contestó", "replicó", "añadió", 
… Cuando abro una novela así, la dejo automáticamente. Entra tan de lleno en la 
convención que su lectura me resulta imposible. Me parece obra muerta. 
Si uno aspira a dejar huella literaria tiene que conseguir su propio espacio literario. No 
cabe la menor duda de que los autores que no han innovado podrían no haber existido sin 
que cambiase el rumbo de la literatura española, mientras que si quitamos los esenciales, 
la literatura española ya no sería lo que es. Hoy podemos hablar de esa gran literatura 
española -escasa, pero grande- gracias a los autores que devolvieron a la comunidad 
lingüística un idioma distinto al que recibieron antes de iniciar su empresa literaria." 
(Entrevista en la revista Ajoblanco, abril, 1992, pp.37-38) 
Autores que innovaron, según Goytisolo: Hita y su Libro de buen amor, Delicado y La 
lozana andaluza, Rojas y La Celestina o Cervantes y El Quijote. 
Volviendo a Lotman, acabamos diciendo que el texto artístico, inmerso en una u 
otra estética, se encuentra también incluido en un sistema complejo de relaciones 
extratextuales que crean un código complejo que tiene como especificidad artística el que 
el código del receptor difiere siempre en mayor o menor grado con el código del 
emisor. El concepto de literariedad acuñado por Jakobson ha sido superado. 
La literatura es tanto un código lingüístico como extralingüístico y de lo que se trata 
es de integrar el estudio verbal dentro de una tesis global sobre el texto artístico 
como signo cultural.

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EL DISCURSO Y SEMIÓTICA

  • 1. 1. EL CONCEPTO DE LITERATURA NO ES POSIBLE DAR UNA DEFINICIÓN DE LITERATURA UNIVERSAL. La literariedad es un hecho interpretativo, variable según los momentos históricos y las concepciones estéticas. Debemos partir de dos presupuestos básicos que menciona Sultana Wahnón: - La concepción esencialista del objeto debe ser sustituida por una concepción histórica del mismo. - Las ciencias humanas no pueden limitar sus resultados al modelo científico que no es identificable con el único conocimiento. EL DISCURSO COMO FICCIÓN Curtius afirma que "(...) la fantasía creadora, que forma mitos, cuentos, poemas, es función originaria de la humanidad." El resto de los seres vivos, incluso aquellos que forman complejas estructuras sociales, se guian por el instinto. Sólo en el hombre, como ha advertido Bergson, se da la conciencia, la inteligencia creadora. Esta facultad es la más importante del ser humano pero también la más peligrosa. La vida está segura si se rige por el instinto, tal y como hacen los animales irracionales. La inteligencia, sin embargo, busca explicaciones, sólo admite aquello que percibe. Por ello, ante lo inexplicable, la inteligencia crea ficciones que explican aquello que para la mente humana es incomprensible: supersticiones del hombre primitivo, narraciones mitológicas y religiones. El instinto es el que crea una serie de percepciones imaginarias que luego la inteligencia sistematizará para proteger la vida, la especie humana. Esta función fabuladora de la que habla Bergson ha evolucionado con la humanidad. En un principio fueron ficciones biológicamente útiles para el hombre, primarias; luego se organizaron creando dioses y mitos que explicaban lo que no podía asimilar la inteligencia y, finalmente, esta función "(...) se ha desprendido totalmente del mundo religioso para convertirse en libre juego." [Curtius]. El problema reside en que no siempre podemos distinguir con claridad un discurso de ficción de la realidad de un discurso histórico. Por ejemplo, la obra de Berceo o algunas narraciones de carácter histórico que se encuentran en el Fuero General de Navarra (s. XII), que en su momento no eran textos literarios, al funcionar de forma autónoma son considerados obras literarias, la cuna de nuestra literatura. Otros casos de literatura llevada a sus límites son el concepto de la historia en Roma, la Biblia o los falsos diarios de Hitler. Se ha intentado solucionar este asunto mediante el análisis del referente extralingüístico. Si es imaginario, estamos ante un texto literario y si es real, ante un texto histórico. Greimas y Courtés nos dicen que todo discurso tiene su referente interno (él mismo) y que es imposible definir lo literario por medio de un referente externo. No es tanto un problema de realidad/ficción como de "(...) discursos que producen un efecto de sentido verdad." Hay que centrar el problema, pues, en la categoría de lo verosímil [Pozuelo].
  • 2. En ciertas tribus africanas, el relato mítico es el verdadero y el relato de los acontecimientos cotidianos sirve para divertirse. Podríamos darle una nueva dimensión al problema de la ficcionalidad. No son solo los contenidos ficcionales los que caracterizan a la obra literaria. Es el lenguaje mismo el que se encuentra poseído por la ficción, las frases de la novela constituyen mundo. El dominio de lo ficcional comprende la totalidad de lo literario, incluso la poesía lírica (Pozuelo). La crisis de la literariedad ha hecho que las corrientes contemporáneas de teoría literaria pongan el acento en dos cuestiones fundamentales para su desarrollo: la pragmática -se sustituye una teoría del texto literario por una teoría de la comunicación literaria [Senabre]- y la indagación sobre la ficción. Porque aunque hablamos de comunicación literaria, "(...) el ser ficcional de la literatura propone un uso particular en el que se suspenden las exigencias de verdad y de compromiso para con el mensaje de los intervinientes en el acto de comunicación." [Pozuelo]. - Austin (1960) afirma que el lenguaje literario se caracteriza por un uso no serio, no pleno en el que el autor finge hablar dentro de un juego de representación o imagen mimética de usos plenos. - Searle (1969), en la misma línea, considera que el discurso ficcional no respeta las reglas que rigen los actos ilocutivos, serios o plenos, aunque mantengan la estructura formal de aserciones o declaraciones. Lo que hace es fingir que declara, que afirma. Martínez Bonati rechaza la idea de Searle con argumentos sólidos: "La regla fundamental de la institución novelística no es el aceptar una imagen ficticia del mundo, sino, previo a eso, el aceptar un hablar ficticio. Nótese bien: no un hablar fingido y no pleno del autor, sino un hablar pleno y auténtico, pero ficticio, de otro, de una fuente de lenguaje (lo que Bühler llamó 'origo' del discurso) que no es el autor, y que, pues es fuente propia de un hablar ficticio, es también ficticia o meramente imaginaria." Está claro, pues, que lo que el autor hace no es un acto de lenguaje sino la representación de actos de lenguaje de un narrador o de unos personajes "(...) el discurso narrativo mismo es ficticio en tanto no pertenece a una acción del autor sino a una fuente de lenguaje que se establece imaginaria, (...)" [Pozuelo] El problema de la ficción que, en los estudios tradicionales, se centraba en el acontecimiento, en los hechos relatados, es llevado ahora a su justo lugar, al discurso mismo. SIGNIFICADO, EXPRESIÓN Y PRAGMÁTICA DEL HECHO LITERARIO Las cuestiones relativas a ficción y realidad de las que acabamos de hablar hacen referencia a problemas que atañen al significado de los textos pero no son privativos de los textos literarios. Son cuestiones que afectan al universo semántico de una lengua natural determinada. Estos análisis del plano del contenido, aún siendo necesarios, no resuelven el asunto principal: la delimitación del hecho literario. Podemos analizar el
  • 3. plano de la expresión, es decir, las articulaciones lingüísticas, las relaciones sintácticas que se dan en los textos, etc. Observamos que el significante tiene una importancia primordial en los textos que consideramos literarios, vemos que se da un tipo especial de mensaje verbal. Es un lenguaje no usual pero ya sabemos que todos estos fenómenos no son exclusivos del lenguaje literario sino que nos encontramos con la "(...) realización de todas las posibilidades del lenguaje como tal." [Yllera]. El modo de expresión novedoso se logra gracias a la utilización de unos recursos que están dentro del lenguaje, las disponibilidades abstractas, con las que se superan los códigos tradicionales.nPero, junto al significado y el significante, no podemos descartar la dimensión pragmática del fenómeno literario: el lector, el autor, la intención de éste,... UN CONOCIMIENTO LITERARIO INTEGRADOR Recordemos los elementos que entran en toda comunicación, según Jakobson, así como las funciones lingüísticas que se generan. Raman Selden afirma que las distintas teorías modernas ponen el acento en uno u otro punto de vista. Reproducimos su esquema completándolo en algunos puntos: Emisor → Función emotiva → Teorías románticas + Pragmática del autor Contexto → Función referencial → Teorías marxistas y sociológicas Mensaje → Función poética → Teorías formalistas Código → Función metalinguística → Teorías estructuralistas Canal → Función fática → Teorías del diseño editorial o paratexto Receptor → Función connotativa → Teoría de la recepción Cada una de estas formulaciones no tiene por qué dejar de lado al resto de los enfoques o perspectivas de la comunicación literaria. Nosotros intentaremos hacer lo mismo buscando un conocimiento integrador. "La teoría literaria, el discurso literario mismo, entran siempre en nuevo registro de voces, de enunciados siempre renovados. Fuera de la comunicación real con el "otro", el enunciado carece de significado. El intercambio entre el lenguaje y la cultura (sociedad, momento histórico preciso), la colectividad y el individuo, se articula en coro de voces: somos plural, no singular, y ahí radica el milagro de nuestro mundo dialógico." [Zavala] 2. EL SIGNO LITERARIO La teoría de los signos se desarrolla desde la Antigüedad. En su origen, se usó para designar la parte de la medicina que se ocupaba de interpretar los signos de las enfermedades (Galeno). Pero el interés por el lenguaje, el sistema de signos más importante, hace que el término se generalice. Platón (Cratilo) estudia las relaciones del lenguaje con la realidad, Aristóteles sienta las bases de la moderna teoría del lenguaje, los estoicos (Zenón y Cleantes y sus teorías semánticas), los epicúreos y hasta los escépticos son conscientes de la importancia del lenguaje en el conocimiento filosófico. En la Edad Media también se desarrollan los estudios semióticos, sobre todo entre los lógicos y los gramáticos especulativos. A partir del Renacimiento y hasta el Romanticismo, el centro filosófico es fundamentalmente epistemológico por el desarrollo de las ciencias
  • 4. empíricas, aunque la teoría del lenguaje siguió suscitando el interés de los pensadores de esos siglos. Francis Bacon habla del carácter previo de una teoría del lenguaje: "Imitar la sabiduría de los matemáticos y estipular al comienzo las definiciones de nuestras palabras y términos." (Del adelanto de la ciencia humana y divina). Hobbes habla en su Leviatán de los nombres y la función semiótica de nombrar: "Los nombres son simples marcas o señales sensibles de otras entidades conceptuales o no." Locke y Leibniz también se interesan por cuestiones semióticas. Locke aspiraba al conocimiento de la estructura de nuestra mente a través del lenguaje. Leibniz habla de la idea de característica universal con la que piensa que podría crearse un lenguaje universal del pensamiento, concepto cercano a la noción moderna del universal semántico. En realidad, todos los filósofos han sentido una gran preocupación por el lenguaje porque es la gran herramienta del conocimiento humano. LA SEMIÓTICA NORTEAMERICANA. CHARLES S. PEIRCE Modernas investigaciones semióticas son las de Peirce, profesor en Harvard y en la John Hopkins University que inaugura la llamada semiótica norteamericana. Su monumental obra no ha sido publicada en su totalidad. La universidad de Harvard editó parte de sus escritos bajo el nombre de Collected Papers entre 1931 y 1958. Desde 1982, la Universidad de Indiana está publicando los Writings of Charles S. Peirce: A Chronological Edition, programados en unos treinta volúmenes. No conocemos, por lo tanto, todas las ideas del genial pensador norteamericano aunque en los últimos tiempos está siendo estudiado y analizado con gran minuciosidad. Peirce entiende el signo como un proceso, la semiosis. Por semiosis entiendo una acción o una influencia que implica la cooperación de tres elementos, el signo, su objeto y su interpretante y esta influencia tri-relativa no puede en ningún caso reducirse a acciones entre pares. (Collected papers) El semiótico norteamericano más conocido es Charles Morris, para quien la semiótica sería la ciencia general de los signos, la investigación general de un sistema de signos cualquiera. Se dividiría en tres partes: 1. SINTAXIS. El estudio de las relaciones de los signos entre sí, con independencia de lo que designan y significan. 2. SEMÁNTICA. Esta disciplina estudiaría las relaciones de los signos con aquello que constituye su interpretación (el objeto). 3. PRAGMÁTICA. Se ocuparía de la relación de los signos con los sujetos que los usan, es decir, todos los aspectos contextuales. Estos conceptos no son aceptados completamente por todos los lingüistas y teóricos de la filosofía del lenguaje. Hay problemas, sobre todo, en los aspectos que hacen referencia a la semántica y la pragmática del signo. Sus límites se confunden a veces. LA SEMIÓTICA EUROPEA. FERDINAND DE SAUSSURE De forma simultánea a las reflexiones de Peirce, en Europa Saussure imparte sus cursos de lingüística que a su muerte publicarán sus alumnos. Saussure es la base de los estudios lingüísticos contemporáneos. También de los literarios, que van indisolublemente
  • 5. unidos. Sus concepciones suponen un avance casi definitivo en la consideración científica de los estudios lingüísticos. Sin embargo, el "casi" se explica por el peligro de considerar todas sus ideas infalibles. Saussure hable de semiología, como de tantas cosas, en su Curso, pero no desarrolla su planteamiento. La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por tanto, comparable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de urbanidad, a las señales militares, etc. Sólo que es el más importante de esos sistemas. Puede por tanto concebirse una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social; formaría una parte de la psicología social, y, por consiguiente, de la psicología general; la denominaremos semiología (del griego semeion, "signo"). Ella nos enseñaría en qué consisten los signos, qué leyes los rigen. Puesto que todavía no existe, no puede decirse lo que será; pero tiene derecho a la existencia, su lugar está determinado de antemano. La lingüística no es más que una parte de esa ciencia general, las leyes que descubra la semiología serán aplicables a la lingüística, y, de este modo, ésta se hallará vinculada a un ámbito perfectamente definido del conjunto de los hechos humanos. Al psicólogo corresponde determinar el lugar exacto de la semiología; la tarea del lingüista es definir lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos. Luego volveremos sobre la cuestión, ahora nos fijaremos sólo en una cosa: si por vez primera hemos podido asignar a la lingüística un lugar entre las ciencia es porque la hemos incluido en la semiología. El término semiología vamos a considerarlo, en principio, sinónimo de semiótica aunque en la evolución de los dos términos, a lo largo del siglo XX, pueden encontrarse diferencias. En 1969 se intentó solucionar el problema de la ambigüedad terminológica y se adopta internacionalmente el término semiótica. Se crea la IASS Internacional Association for Semiotic Studies. Después de Saussure comienzan los estudios que pretenden desarrollar de manera sistemática la ciencia propuesta. Eric Buyssens concebirá la semiótica como el estudio de todos los sistemas de comunicación. Hiemslev, en sus Prolegómenos realiza el primer intento totalizador de una teoría del lenguaje. La influencia de Saussure en los estudios semióticos europeos ha reducido la visión del signo a los aspectos dicotómicos significante/significado. Esta visión estrictamente lingüista del signo debe ser superada. La lingüística europea excluye del análisis científico al referente, es decir, a la realidad denotada, al objeto. La lingüística norteamericana construye un modelo triangular para interpretar el signo e incluye el referente en su definición (Ogden y Richards). El significante sería la unidad en el plano de la expresión. El significado sería la unidad en el plano del contenido. La entidad o referente sería la parte del mundo a la que hacemos referencia. La clasificación de los signos que hace la semiótica norteamericana se basa, en gran parte, en el tipo de relación que el signo mantiene con el referente. El ICONO establece una relación de semejanza con el mundo exterior (v.gr., una foto, una escultura,…). En el ÍNDICE se establece una relación de contigüidad natural (una huella, el humo,…). La SEÑAL es un signo artificial (señales de tráfico,…) El SÍMBOLO se crea mediante una relación que se basa en la simple convención
  • 6. social(caballo=sexo; negro=luto). La lingüística de inspiración saussereana afirma que la exclusión del referente es una condición previa y necesaria para el ejercicio de toda análisis semiológico por lo que la clasificación norteamericana entra en la categoría de los no signos. La llamada arbitrariedad del signo fue postulada por Saussure aunque de una forma muy imprecisa. Roland Barthes habla de sistemas arbitrarios y no arbitrarios, motivados o inmotivados. Algunas de las afirmaciones que nos acercan a su maestro, el lingüista ginebrino, están presentes en sus principios de semiología, como, por ejemplo, la clásica distinción entre langue y parole que establece el proceso del sentido o la arbitrariedad del signo lingüístico que se extiende a la mayor parte de los sistemas de signos: (…) la esencia misma de la investigación lingüística (y luego semiológica), el hecho de separar la lengua del habla, es al mismo tiempo establecer el proceso del sentido. (Barthes) (…) en la mayoría de los sistemas semiológicos la lengua es elaborada no por "la masa hablante" sino por un grupo de decisión. En este sentido, puede decirse que en la mayoría de las lenguas semiológicas el signo es verdaderamente "arbitrario", puesto que es fundado de una manera artificial mediante una decisión unilateral. (Barthes) Más que extender o generalizar el concepto de arbitrariedad a todos los signos semióticos, quizás lo que habría que hacer es cuestionar esa supuesta arbitrariedad de los signos, principio postulado por Saussure hace muchos años y aceptado casi sin discusión. No hay que tomarse este principio como un dogma de fe. (…) las dificultades son inmensas si intentamos ver todos los signos lingüísticos como entidades arbitrarias en su mismo origen. Otra cosa es que el lenguaje fuera aumentando su arbitrariedad hasta llegar a la situación actual, en la que, sin embargo, ésta no es tan absoluta como solemos creer. (Bernárdez) Más que de la arbitrariedad del signo habría que distinguir entre signos motivados y signos convencionales. Los signos motivados serían aquellos en los que se establece una relación en cierto modo necesaria y en parte convencional (no existe, por lo tanto, la motivación absoluta) en la cual el signo ofrece conexiones necesarias con el objeto al que se refiere. Tintinear sería un signo motivado y tintero sería un signo convencional. Las onomatopeyas, a las que hace referencia Saussure junto a las exclamaciones, no serían los únicos signos motivados. Ullmann considera que carece de objeto preguntar si el lenguaje es convencional o motivado. En todos los idiomas hay palabras arbitrarias y opacas y otras que son, al menos en cierto grado, motivadas o transparentes. Distingue entre motivaciones fónicas (no sólo las onomatopeyas sino también términos homófonos, rimas complejas,…), motivaciones morfológicas (una secuencia que en su origen es convencional, al combinarse resulta motivada: parar y brisa son convencionales pero parabrisas es motivada) y motivaciones semánticas (relaciones entre el llamado sentido propio y el figurado, usos motivados por una relación de igualdad metafórica: entender es convencional pero Juan entiende en un contexto homosexual es motivado). Dos tendencias opuestas se desarrollan con la lengua: muchas palabras pierden su motivación, mientras que otras, que eran opacas, se hacen transparentes en el transcurso de su historia, es decir, se vuelven motivadas. Podemos afirmar que una gran parte del léxico de un idioma es motivado sobre la parte convencional de ese mismo idioma. En
  • 7. todo caso, "(…) la arbitrariedad del signo no puede predicarse sino en referencia al significante." (Martínez-Bonati) Los lingüistas saussureanos intentan negar este hecho al llevarlo a una esfera metasemiótica que llaman cultura en la que se estudiarían las distintas connotaciones sociales. Nos parece que esa esfera metasemiótica está por encima del concepto restrictivo europeo del signo lingüístico. Este universo semántico, pese a ser prácticamente infinito, está dentro de nuestra disciplina si aceptamos que el referente es parte inseparable del signo semiótico. EL SIGNO LITERARIO Hasta ahora puede parecer que semiótica y estructuralismo son parcelas de una misma teoría. Debemos advertir que esto no es totalmente cierto. No cabe duda de que los acercamientos más significativos a esta ciencia general de los signos ha partido de la escuela estructuralista. Sin embargo, hemos visto que si nos quedamos en esos presupuestos el proceso global que articula el fenómeno literario se nos escapa. Es lo que se ha llamado el antihumanismo de los estudios estructurales. El estructuralismo es una corriente fundamentalmente lingüística y por ello se acerca al hecho literario en tanto que acto lingüístico. Está claro que la literatura se expresa a través del lenguaje pero, como dice Segre: (…) [la literatura] no es un hecho lingüístico, la lengua es tan sólo su instrumento; la lingüística, pues, sirve para la interpretación del hecho literario por cuanto nos proporciona la competencia indispensable en el medio que utiliza la literatura para expresarse. Pero la lingüística sirve sólo hasta ese punto: hay una frontera que la lingüística no superará jamás. Deducción: un buen crítico debe ser efectivamente un buen lingüista, pero un buen lingüista no es necesariamente un buen crítico. Parece evidente que el conocimiento previo lingüístico es necesario al acercarnos al fenómeno literario; lo que no es tan evidente es el campo que abarca la semiótica literaria. Si analizamos los dos planos que componen toda semiótica, observamos lo siguiente: a) Plano del contenido. No tiene un contenido propio. En realidad, abarca todo el universo semántico de una lengua natural dada. b) Plano de la expresión. Hay una identificación total con las articulaciones lingüísticas. Incluso las llamadas formas literarias no tienen nada de específicamente literario ya que pueden encontrarse en cualquier tipo de discurso. Podría hablarse de un discurso figurativo frente a los no figurativos y abstractos, como el discurso científico o el filosófico. Esta distinción puede ser útil aunque no es exclusiva del discurso literario. Otros discursos figurativos son el histórico, el mitológico, el folklórico,… Estos discursos no están dentro de la semiótica literaria. Roman Jakobson introduce el concepto de literariedad para hablar de lo específicamente literario, que se descubrirá mediante el análisis de los mecanismos y recursos verbales propios del lenguaje literario. Se rechazan, por tanto, los análisis extrínsecos necesarios para el estudio de las connotaciones. Además, se hace hincapié
  • 8. en la literatura lírica, en los recursos poéticos que destacan de manera especial en ese modo genérico y desarrolla la idea del procedimiento dominante. La propuesta de Jakobson es un objetivo que se postula a priori puesto que se reconoce la autonomía del discurso literario frente a otros. No encontramos, sin embargo, leyes o simples regularidades que nos permitan darle un sentido al concepto de literariedad o literaridad. Este sentido literario sólo se encuentra dentro del marco de una connotación social que varía según las culturas y las épocas. Lotman lleva el problema a su lugar: La literatura se expresa en un lenguaje especial, el cual se superpone sobre la lengua natural como un sistema secundario. Por eso la definen como un sistema modelizador secundario. Un poco más adelante nos da la clave del asunto: Ya hemos tenido ocasión de señalar que los signos [artísticos] no poseen un carácter convencional, como en la lengua, sino icónico, figurativo. Esta tesis, evidente por lo que se refiere a las artes figurativas, aplicada a las artes verbales arrastra una serie de consecuencias esenciales. Los signos icónicos se construyen de acuerdo con el principio de una relación condicionada entre la expresión y el contenido. Por ello es generalmente difícil delimitar los planos de expresión y de contenido en el sentido habitual para la lingüística estructural. Lo que está claro es que hay que atender, junto a la sintaxis y a la semántica, a la dimensión pragmática del fenómeno literario. Una dimensión que hay que analizar incluso antes que la sintaxis o la semántica para encontrar el sentido de un texto dado. LA FORMACIÓN DEL SIGNIFICADO TEXTUAL El estudio sociosemiótico del texto artístico más profundo y sugerente es el realizado por Yuri Lotman. Ya adelantábamos al definir la semiótica literaria, algunas ideas de este investigador de la República de Estonia. Para Lotman, uno de los problemas esenciales de la semiótica es el del significado, puesto que el fin que persigue el estudio de cualquier sistema de signos es la determinación de su contenido. Si concebimos los signos desde los dos planos clásicos (expresión y contenido), podemos establecer correspondencias entre las dos cadenas de estructuras que se formarían atendiendo a uno u otro aspecto. La intersección de dos cadenas de estructuras en un cierto punto doblemente único la denominaremos signo. Por consiguiente, el problema del contenido es siempre un problema de TRANSCODIFICACIÓN. Ciñéndonos al texto artístico, hay que recordar que Lotman denomina a éste "sistema modelizador secundario". Dos planos: SIGNO Los sistemas modelizadores secundarios representarían estructuras cuya base está
  • 9. formada por una lengua natural. Junto a ésta, el sistema recibe una estructura complementaria de tipo ideológico, ético, artístico, etc. Los significados de este sistema secundario pueden formarse tanto según los procedimientos propios de las lenguas naturales, como por los métodos de otros sistemas semióticos. Procedimientos teóricamente posibles de formación de significados: a. TRANSCODIFICACIÓN INTERNA. El significado se forma mediante la transcodificación interna. Son sistemas semióticos en los que el significado se forma no mediante la aproximación de dos cadenas de estructuras, sino en el interior del sistema de modo inmanente. Ejemplos del plano de la expresión: expresiones matemáticas. a = b + c; expresiones musicales,… Podría decirse que estos signos no poseen significado (ser representantes de objetos distintos a ellos mismos). En realidad, lo que ocurre es que su significado es de naturaleza relacional, expresa la relación de unos elementos del sistema con otros. SIGNO Matemáticas, música,... b. TRANSCODIFICACIÓN EXTERNA. Los significados se forman mediante la transcodificación externa. Es el caso más corriente, representado por las lenguas naturales. b.1. Transcodificación externa binaria. Aproximación de dos series. El caso más extendido en la formación de lenguas naturales. b.2. Transcodificación externa múltiple. Aproximaciones no de dos, sino de muchas estructuras autónomas en las que el signo se constituye en un haz de elementos mutuamente equivalentes de distintos sistemas. Procedimientos realizados en un material histórico concreto. a. EL ROMANTICISMO LITERARIO. Transcodificación interna dominante en sistemas modelizadores secundarios de tipo artístico. El romántico no necesita salir de su sistema para obtener el significado de su concepto de genio o espíritu. El problema del significado objetivo no existe para el romántico. El contenido de los signos románticos se obtendrá fácilmente determinan do la relación que un concepto guarda respecto a otros conceptos del sistema: Genio/muchedumbre Grandeza/nulidad Singularidad, carácter excepcional/trivialidad, mediocridad
  • 10. b. EL REALISMO LITERARIO. Transcodificación externa dominante. El realista se enfrenta con el problema de la correlación entre el significado del concepto en la estructura (de las ideas o del estilo) con el significado extrasistémico. Los realistas atacarán el sistema romántico. c. AUTOR QUE TRATA DE PENETRAR EN LA ESENCIA DE LA REALIDAD, COMPRENDIENDO EL CARÁCTER LIMITADO DE CUALQUIERA DE LOS SISTEMAS CODIFICADOS. Transcodificación externa múltiple dominante. Pluralidad de transcodificaciones externas. Todos estos sistemas de formación de significados coexisten a menudo en los sistemas modelizadores secundarios. TEXTO Y ESTRUCTURAS EXTRATEXTUALES Una vez que hemos examinado los problemas del signo dentro de los sistemas modelizadores secundarios, debemos fijarnos ahora en el concepto de texto, relacionado con una serie de estructuras histórico-culturales y psicológicas determinadas => concepto relativo de texto (por ejemplo, textos creados como obras independientes, posteriormente funcionaron como partes de un texto más amplio o al revés. Recordemos que en los Cantares de Gesta se crearon episodios que luego se desgajaron y alcanzaron vida propia. Véase el Romance del prisionero. Su condición fragmentaria, su final abierto es lo que le da, precisamente, su valor. Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor, sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión, que ni sé cuándo es de día, ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. Hay que tener en cuenta tres criterios: 1. Lo que el autor entiende por texto. 2. Lo que el receptor percibe como un todo artístico primario. 3. Lo que el investigador artístico percibe como un todo artístico primario.
  • 11. Teniendo en cuenta que debe de haber una oposición entre estructuras artísticas y no artísticas dentro del código cultural en que nos movamos, podemos establecer cuatro posibilidades: 1. Autor y receptor perciben el texto como un texto artístico = Obra de arte. 2. El autor no lo percibe y el receptor sí = Textos sagrados o históricos. 3. El autor si lo percibe y el receptor no = Escritores no integrados o "malditos". 4. Ni el autor ni el receptor perciben el texto como artístico = Evidencia… La dificultad mayor de este esquema inicial elemental se da en el primer caso, cuando ambos participantes de la comunicación artística perciben el texto como artístico pero la estructuración de este concepto difiere profundamente en cada uno de ellos. Se ve necesario, pues, establecer la relación que se da entre la estructura real de la obra, el código real, y la estructura esperada por el oyente. Encontramos dos tipos de relación: 1. ESTÉTICA DE LA IDENTIDAD. Fenómeno artístico cuya estructura está fijada de antemano y la expectación del receptor queda justificada por toda la construcción de la obra. Se basa en una identificación completa de los fenómenos representados de la vida y de modelos clichés que el auditorio ya conoce y que forman parte de un sistema de "reglas". Ahora bien, para que exista la identificación debe existir la variedad. Si el sistema fuese completamente rígido, toda obra nueva representaría una copia exacta de la anterior. Lotman afirma que "(…) para que la estética de la identidad no pierda su naturaleza como medio de conocimiento y de información, de creación de un modelo determinado del mundo, debe conjugar los clichés inquebrantables de los conceptos con la variedad del material vivo que se ajusta a estos conceptos." Nos pone como ejemplo la commedia dell'arte en donde nos encontramos con una selección rigurosa de máscaras-clichés unida a la improvisación más libre en la historia del teatro europeo. 2. ESTÉTICA DE LA OPOSICIÓN. Textos artísticos constituidos por sistemas cuya naturaleza de código es desconocida por el auditorio antes de empezar la percepción artística. Podríamos pensar que tanto el autor como el auditorio pueden sentir el deseo de destruir el sistema habitual de reglas. Sin embargo, la creación sin reglas, al margen de las relaciones estructurales, es imposible. Lo que se destruye en estos casos es el sistema habitual pero no el principio de sistematicidad (cada vez que se organiza algo tiene que hacerse siguiendo un orden). Esta distinción entre "estética de la identidad" y "estética de la oposición" nos permite acercarnos con mayor objetividad a criterios valorativos. Por ejemplo, si leemos un cuento o una epopeya tradicional de un país no nos irrita ni nos parece un defecto artístico la conservación de una serie de normas, cánones o clichés que conforman la estructura del texto artístico. Sin embargo, la observación de esos mismos elementos estructurales en una novela social sobre la vida moderna nos produce una sensación antiestética, de transgresión de la verdad de la vida. ¿Por qué ocurre esto? El lector se prepara de un modo determinado para la percepción, y en esta preparación entra la sensación de pertenencia a la clase de la estética de la identidad o a la de la oposición. Lo artístico en el arte moderno estaría singularizado de la siguiente forma: "sistema que no se presta a la modelización mecánica". "PREGUNTA. ¿No cree que la literatura debería ser una aventura totalmente personal? Muchos libros actuales parecen salidos de algún tipo de taller literario.
  • 12. JUAN GOYTISOLO. El canon novelesco del siglo XIX me interesa sólo cuando leo una novela de ese siglo, con esos personajes de gran espesor psicológico que evolucionan a lo largo de la novela como en los libros de Stendhal, por ejemplo. Pero no encuentro peor formalismo que en una novela escrita ahora aparezcan los "contestó", "replicó", "añadió", … Cuando abro una novela así, la dejo automáticamente. Entra tan de lleno en la convención que su lectura me resulta imposible. Me parece obra muerta. Si uno aspira a dejar huella literaria tiene que conseguir su propio espacio literario. No cabe la menor duda de que los autores que no han innovado podrían no haber existido sin que cambiase el rumbo de la literatura española, mientras que si quitamos los esenciales, la literatura española ya no sería lo que es. Hoy podemos hablar de esa gran literatura española -escasa, pero grande- gracias a los autores que devolvieron a la comunidad lingüística un idioma distinto al que recibieron antes de iniciar su empresa literaria." (Entrevista en la revista Ajoblanco, abril, 1992, pp.37-38) Autores que innovaron, según Goytisolo: Hita y su Libro de buen amor, Delicado y La lozana andaluza, Rojas y La Celestina o Cervantes y El Quijote. Volviendo a Lotman, acabamos diciendo que el texto artístico, inmerso en una u otra estética, se encuentra también incluido en un sistema complejo de relaciones extratextuales que crean un código complejo que tiene como especificidad artística el que el código del receptor difiere siempre en mayor o menor grado con el código del emisor. El concepto de literariedad acuñado por Jakobson ha sido superado. La literatura es tanto un código lingüístico como extralingüístico y de lo que se trata es de integrar el estudio verbal dentro de una tesis global sobre el texto artístico como signo cultural.