La leyenda cuenta la historia de San Atilano, un noble que sintió una fuerte vocación religiosa y se convirtió en ermitaño. Más tarde, tanto él como su amigo Froilán fundaron monasterios y fueron nombrados obispos de Zamora y León, respectivamente. Atilano se sintió triste ante las dificultades que sufría Zamora, como plagas y ataques, por lo que decidió peregrinar a Tierra Santa para ganar indulgencia. Antes de irse, arrojó su anillo al río,
1. Leyenda zamorana titulada “SAN ATILANO”.
Adaptación realizada por Vega Sánchez Riesco de 5ª E.P. del CRA Guareña en
Guarrate (Zamora).
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3. Hace mucho tiempo -a mediados del siglo X- nace en Tarazona, en el seno de
una familia noble, el protagonista de esta historia.
Durante su infancia y más tarde en su adolescencia es instruido en los
distintos ámbitos del saber y de las armas, donde en todos destaca por su
constancia y destreza, si bien es la religión la que despierta en él un especial
fervor.
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5. Con los años su vocación se hace más intensa lo que le impulsa a irse a la
comarca de la Cabrera, en el reino de León, donde monjes eremitas se dedican
a orar.
Es en esta región donde entabla amistad con Froilán, un joven ermitaño que
vive, desde hace algún tiempo, en una de las cuevas que hay repartidas por la
zona.
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7. La bondad y la santidad tanto de Froilán como de Atilano llegan tan lejos que,
primero por orden del rey, fundan monasterios y después, por orden del Papa,
son investidos obispos: Froilán de León y Atilano de Zamora.
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9. Pasan los años y, aunque Atilano está orgulloso de su diócesis y a sabiendas
de que el pueblo le quiere, está triste porque Zamora está pasando unos años
muy trágicos como consecuencia de la peste que diezma periódicamente la
población, la sequía que destroza las cosechas y por si fuera poco las
incursiones de Almanzor que causan terribles estragos.
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Atilano ruega a Dios para liberar a la ciudad de tantos males, pero estos no se
remedian. Ante tanta desesperación y creyendo que es un castigo divino
decide peregrinar a Tierra Santa para ganar la indulgencia suya y de Zamora.
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13. Así se dispone a abandonar Zamora pero cuando está pasando sobre el viejo
puente romano, descubre que lleva consigo el anillo de obispo que le podría
delatar en su peregrinar.
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15. Ya es tarde para regresar y decide arrojarlo al río, convencido de que si algún
día lo recupera entenderá que Dios lo ha perdonado y podrá volver a ocupar el
cargo de obispo en Zamora.
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17. Durante dos años vive de limosnas sin apartar del corazón su amor hacia Dios
y hacia Zamora.
Una noche en sueños oye una voz que le anuncia que sus oraciones han sido
escuchadas y que puede regresar a Zamora.
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19. Jubiloso camina durante meses y antes de entrar en la ciudad decide pasar la
noche en un pequeño hospedaje que se hallaba donde hoy esta situado el
Campo Santo zamorano.
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21. Al amanecer, se dispone a comer algo antes de emprender de nuevo su marcha.
El hospedero le ofrece un barbo en el que, ante la sorpresa de Atilano, aparece
en su interior el anillo que arrojó al Duero el día que comenzó su
peregrinación.
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23. Es de esta manera como el obispo comprende agradecido que verdaderamente
Dios le había perdonado y que podía volver a prestar sus servicios en Zamora.
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