2. Una vez una ratita barriendo la escalerita se encontró un dinerito, y pensó: — ¿Que me voy a comprar? ¡Si compro almendritas me caerán los dientecitos!. — Me compraré un lacito. La ratita se fue a casa de Doña Coneja que vendía de todo, y compró un lacito de color rosa.
3. Se puso en la ventana de su casa, pasó Don Pato y Don Burro. Al verla tan bonita los dos se enamoraron de ella. La ratita les dijo: — Haber la voz que tenéis. El pato empezó a decir Cua Cua... El burro a rebuznar A... A... La ratita se tapó las orejas y dijo: Fuera. Muy presumida la ratita se puso su vestido nuevo, y el lacito a la cabeza. Invitó a Don Gallo a tomar el té. Don Gallo al verla tan bonita, le preguntó si quería casarse con él, pero ella al escuchar la voz tan chillona dijo no...
4. Muy desanimada se sentó en el portal de su Casa. Pasó Don Perro y le dijo: Ratita tu que eres tan bonita ¿Quieres casarte conmigo? La ratita le dijo: — Haber la voz que tienes. El perro empezó a ladrar Guau... Guau... — Que voz tan fea tienes, no. El día siguiente iba de compras y encontró a Don Gato todo fino educado. ¡Le dijo!: — ¿Ratita bonita quieres casarte conmigo?. Ella al oír la voz fina dijo: — Sí.
5. El día de la boda todo era maravilloso, la ratita se sentía muy feliz pero por la noche... Al gatito le entró apetito, y se abalanzó sobre la ratita para comérsela. La ratita huyó desesperada, y logró escapar del gato. Así aprendió que no debemos fiarnos de las apariencias, sino de la bondad.