Este documento discute varios mitos y verdades sobre la radio. En primer lugar, señala que un buen locutor no necesita saber leer, sino que requiere de ética, estética, gracia y creatividad. Luego, menciona que los periodistas no están mejor informados y que los sellos no identifican la radio. Por último, indica que lo más importante en la radio no es la parrilla de programación sino la reprogramación y la participación de los oyentes.