El uso de las tic en la vida continúa , ambiente positivo y negativo.
Masacre Riotinto 1888
1.
2. El 4 de febrero de 1888 los agricultores,
mineros y vecinos de la cuenca minera
se congregaron en la plaza del antiguo
pueblo de Riotinto, en las faldas de las
cortas, para protestar por los efectos de
los humos sulfurosos que producían las
teleras, aquellas calcinaciones de
mineral al aire libre que eliminaban toda
forma de vida vegetal y afectaba a la
salud de las personas y animales.
3. La Compañía y las autoridades locales se
asustaron ante la avalancha de gente y
pidieron ayuda al gobernador civil de
huelva, quien se presentó en la localidad
con soldados del regimiento de Pavía
dispuesto a reprimir la pacífica
manifestación. Hubo cientos de muertos,
que se hicieron desaparecer enterrándolos
en los escoriales, en profundas galerias y
hasta en el mar.
4. Maximiliano Tornet estaba negociando con la alcaldía
de Riotinto el fin de las teleras cuando el salón del
Ayuntamiento sonaron las descargas de fusilería.
Tornet salió al balcón y vió la masacre, huyó y nunca
jamás se supo de él. El alcalde de Riotinto, capataz
empleado de La Compañía, contestaba que aunque
lo9s humos no son agradables y ocasionaban algún
perjuicio a la agricultura del destrito, el Ayuntamiento
no tenía autoridad para decir nada y la posible
solución debía ser tomada por el Gobierno.
5. La compañía amenazó con despedir a 1300 obreros si se prohibían las calcinaciones, lo que no ocurrió hasta 1907, poco antes de la llegada de
Walter Browning. El fue quien contrató al agrónomo danés Kai Hase para reforestar toda la zona, iniciando la silvicultura extensiva en Huelva. La
empresa no estaba dispuesta a terminar con las teleras y alegaba que por sus “circunstancias especialísimas no se puede poner en duda el
derecho adquirido”. Ni más ni menos recordaba que las minas no son una concesión o un arrendamiento y se remite al contrato de compra-venta
por el que se adueñó de las tierras, lo que -según ella- legalizaba la calcinización.
6. La compañía amenazó con despedir a 1300 obreros si se prohibían las calcinaciones, lo que no ocurrió hasta 1907, poco antes de la llegada de
Walter Browning. El fue quien contrató al agrónomo danés Kai Hase para reforestar toda la zona, iniciando la silvicultura extensiva en Huelva. La
empresa no estaba dispuesta a terminar con las teleras y alegaba que por sus “circunstancias especialísimas no se puede poner en duda el
derecho adquirido”. Ni más ni menos recordaba que las minas no son una concesión o un arrendamiento y se remite al contrato de compra-venta
por el que se adueñó de las tierras, lo que -según ella- legalizaba la calcinización.