1. Trastornos de la glándula tiroides
El tiroides es una pequeña glándula que mide alrededor de 5 cm de diámetro situada en el
cuello bajo la piel y por debajo de la nuez de Adán. Las dos mitades (lóbulos) de la
glándula están conectadas en su parte central (istmo), de modo que se parece a la letra H o a
un nudo de corbata. Normalmente, la glándula tiroides no se puede ver y apenas se puede
sentir. Sólo en el caso de que se agrande puede el médico palparla fácilmente como una
protuberancia prominente (bocio) que aparece debajo o a los lados de la nuez de Adán.
La glándula tiroides secreta las hormonas tiroideas, que controlan la velocidad de las
funciones químicas del cuerpo (velocidad metabólica). Las hormonas del tiroides tienen dos
efectos sobre el metabolismo: estimular casi todos los tejidos del cuerpo a producir
proteínas y aumentar la cantidad de oxígeno que las células utilizan. Cuando las células
trabajan más intensamente, los órganos del cuerpo trabajan más rápido.
Para producir hormonas tiroideas, la glándula tiroides necesita yodo, un elemento que
contienen los alimentos y el agua. Esta glándula concentra el yodo y lo procesa en su
interior. Cuando las hormonas tiroideas se consumen, algo del yodo contenido en las
hormonas vuelve a la glándula tiroides y es reciclado para producir más hormonas.
El organismo se sirve de un mecanismo complejo para ajustar la concentración de
hormonas tiroideas presente en cada momento. En primer lugar, el hipotálamo, ubicado en
el cerebro debajo de la hipófisis, secreta la hormona liberadora de tirotropina, la cual hace
que la hipófisis produzca la hormona estimulante del tiroides o tirotropina. Tal y como su
nombre sugiere, ésta estimula la glándula tiroides para producir hormonas tiroideas.
Cuando la cantidad de hormonas tiroideas circulantes en la sangre alcanza una cierta
concentración, la hipófisis reduce la producción de hormona estimulante del tiroides.
Cuando esta concentración disminuye, aumenta la producción de hormona estimulante
(mecanismo de control mediante retroalimentación negativa).
Las hormonas del tiroides se encuentran en dos formas. La tiroxina (T4) que es la forma
producida en la glándula tiroides, tiene sólo un efecto ligero en la aceleración de la
velocidad de los procesos metabólicos del cuerpo. La tiroxina se convierte en el hígado y
otros órganos en una forma metabólicamente activa, la triyodotironina (T3). Esta
conversión produce aproximadamente el 80 por ciento de la forma activa de la hormona; el
20 por ciento restante lo produce y secreta la misma glándula tiroides. Muchos factores
controlan la conversión de T4 a T3 en el hígado y en los otros órganos, incluyendo las
necesidades del organismo en cada momento. La mayor parte de las formas T4 y T3 se une
a ciertas proteínas en la sangre y es activa solamente cuando no está unida a ellas. De este
modo singular, el organismo mantiene la cantidad correcta de hormonas tiroideas, necesaria
para conservar una velocidad metabólica estable.
Para que la glándula tiroides funcione normalmente es necesario que muchos factores
actúen muy estrechamente: el hipotálamo, la hipófisis, las proteínas transportadoras de
hormona tiroidea (de la sangre) y la conversión, en el hígado y los otros tejidos, de T4 a T3.
2. Pruebas de laboratorio
Para determinar la eficiencia del funcionamiento de la glándula tiroides, se utilizan varias
pruebas de laboratorio. Una de las más comunes es la prueba para medir la concentración
de la hormona estimulante del tiroides en la sangre. En vista de que ésta estimula la
producción de hormona tiroidea, sus concentraciones en sangre son elevadas cuando la
glándula tiroides es poco activa (y por eso necesita mayor estímulo) y bajas cuando es
hiperactiva (y por eso necesita menor estímulo). Si la hipófisis no funciona de forma
normal (aunque esto sucede raramente), el valor de hormona estimulante del tiroides por sí
solo, no reflejará exactamente el estado de funcionamiento de la glándula tiroides y se
procederá entonces a medir el valor de T4 libre.
La medición de la concentración de la hormona estimulante Localización de la glándula
del tiroides y de la de T4 libre que circulan en la sangre es, tiroides
por lo general, todo lo que se necesita. Sin embargo,
también puede ser necesario determinar la concentración de
una proteína llamada globulina unida a la tiroxina, dado
que sus valores anormales pueden conducir a la mala
interpretación de la concentración total de las hormonas
tiroideas. Las personas con insuficiencia renal, algunos
trastornos genéticos u otras enfermedades o que tomen
esteroides anabolizantes, presentan unos valores más bajos
de globulina ligada a la tiroxina. Por el contrario, los
valores de globulina ligada a la tiroxina pueden ser más
altos de lo normal en mujeres embarazadas o que tomen anticonceptivos orales u otras
formas de estrógenos, y en las personas que sufran los estados iniciales de la hepatitis, o
también algunas otras enfermedades.
Algunas pruebas se realizan en la misma glándula tiroides. Por ejemplo, si el médico
percibe un crecimiento anormal de ésta, puede practicarse una ecografía (examen con
ultrasonidos); este procedimiento utiliza ondas de sonido para determinar si el crecimiento
es sólido o contiene líquido. La gammagrafía del tiroides utiliza yodo radiactivo o tecnecio
y un dispositivo para reproducir una imagen que muestre cualquier anomalía física. La
gammagrafía del tiroides es útil para determinar si una zona de la glándula funciona de
manera normal, o si es hiperactiva o poco activa, comparada con el resto de la glándula.
En raras ocasiones, cuando el médico no está seguro de si el problema se encuentra en la
glándula tiroides o en la hipófisis, ordena pruebas de estimulación funcional. Una de estas
pruebas consiste en inyectar una hormona liberadora de tirotropina por vía intravenosa y a
continuación realizar los análisis de sangre pertinentes para medir la respuesta de la
hipófisis.
3. Síndrome del enfermo eutiroideo
En el síndrome del enfermo eutiroideo, los resultados del examen del tiroides son anómalos
aun cuando la glándula tiroides esté funcionando normalmente.
Se produce habitualmente en los pacientes que sufren de una enfermedad grave que no
afecta al tiroides. Cuando los pacientes están enfermos, desnutridos o han sufrido una
intervención quirúrgica, la forma T4 de la hormona del tiroides no se convierte
normalmente en la forma T3. Grandes cantidades de T3 inversa, una forma inactiva de la
hormona tiroidea, se acumulan. A pesar de esta conversión anómala, la glándula tiroides
sigue funcionando y controlando la velocidad metabólica del cuerpo de forma normal.
Debido a que no es un problema de la glándula tiroides, no se necesita tratamiento. Las
pruebas de laboratorio muestran resultados normales una vez que la enfermedad subyacente
se resuelve.
Hipertiroidismo
El hipertiroidismo, un trastorno en el que la glándula tiroides es hiperactiva, se desarrolla
cuando el tiroides produce demasiada cantidad de hormonas.
El hipertiroidismo tiene varias causas, entre ellas las reacciones inmunológicas (posible
causa de la enfermedad de Graves). Los pacientes con tiroiditis, una inflamación de la
glándula tiroides, padecen habitualmente una fase de hipertiroidismo. Sin embargo, la
inflamación puede dañar la glándula tiroides, de modo que la actividad inicial, superior a la
normal, es el preludio de una actividad deficiente transitoria (lo más frecuente) o
permanente (hipotiroidismo).
Los nódulos tóxicos (adenomas), zonas de tejido anómalo que crecen dentro de la glándula
tiroides, eluden a veces los mecanismos que controlan la glándula y producen, en
consecuencia, hormonas tiroideas en grandes cantidades. Un paciente puede tener un
nódulo o varios. A este respecto el bocio tóxico multinodular (enfermedad de Plummer), un
trastorno en el que hay muchos nódulos, es poco frecuente en los adolescentes y adultos
jóvenes y el riesgo de padecerlo tiende a aumentar con la edad.
En el hipertiroidismo, en general, las funciones del cuerpo se aceleran. El corazón late más
rápidamente y puede desarrollar un ritmo anómalo, y el individuo afectado puede llegar a
percibir los latidos de su propio corazón (palpitaciones). Así mismo, es probable que la
presión arterial aumente. Muchos pacientes con hipertiroidismo sienten calor incluso en una
habitación fría, su piel se torna húmeda ya que tienden a sudar profusamente, y sus manos
pueden temblar. Se sienten nerviosos, cansados y débiles, y a pesar de esto aumentan su
nivel de actividad; aumenta el apetito, aunque pierden peso; duermen poco y hacen
frecuentes deposiciones, algunas veces con diarrea.
Los ancianos con hipertiroidismo pueden no presentar estos síntomas característicos, pero
tienen lo que a veces se denomina hipertiroidismo apático u oculto. Simplemente se tornan
débiles, soñolientos, confusos, introvertidos y deprimidos. Los problemas cardíacos,
4. especialmente los ritmos cardíacos anómalos, se observan a menudo en los pacientes de
edad avanzada con hipertiroidismo.
El hipertiroidismo también provoca alteraciones oculares: hinchazón en torno a los ojos,
aumento de la lacrimación, irritación y una inusual sensibilidad a la luz. Además, la
persona parece mirar fijamente. Estos síntomas oculares desaparecen cuando la secreción
de la hormona tiroidea es controlada, excepto en los pacientes con enfermedad de Graves,
la cual causa problemas especiales en los ojos.
El hipertiroidismo puede adoptar diversas formas que incluyen la enfermedad de Graves, el
bocio tóxico nodular o el hipertiroidismo secundario
Enfermedad de Graves
Se cree que la causa de la enfermedad de Graves (bocio tóxico difuso) es un anticuerpo que
estimula el tiroides a producir un exceso de hormonas. Se observan los signos típicos del
hipertiroidismo y tres síntomas distintivos adicionales. Dado que la glándula completa es
estimulada, aumenta mucho de tamaño y causa una tumefacción en el cuello (bocio). Las
personas que padecen esta enfermedad también pueden tener los ojos saltones (exoftalmos)
y, menos frecuentemente, zonas de piel sobreelevadas en las espinillas.
Los ojos se tornan saltones debido a una sustancia que se acumula en la órbita. Este
abultamiento ocular se añade a una intensa fijeza en la mirada y a otras alteraciones
oculares características del hipertiroidismo. Los músculos que mueven los ojos dejan de
funcionar de la forma adecuada, y ésta es la causa de que sea difícil o imposible mover los
ojos o coordinar sus movimientos, lo que provoca visión doble. Los párpados, al no
cerrarse por completo, exponen los ojos a lesiones debidas a partículas extrañas y sequedad.
Estos cambios pueden empezar años antes de que se advierta cualquiera de los otros
síntomas de hipertiroidismo, proporcionando una clave inicial de la enfermedad de Graves,
o pueden no presentarse hasta que aparecen el resto de los síntomas. Los síntomas oculares
pueden incluso manifestarse o agravarse después de que la secreción excesiva de la
hormona tiroidea ha sido tratada y controlada.
Pueden aliviarse los síntomas oculares elevando la cabecera de la cama, mediante la
aplicación de colirios oftálmicos, durmiendo con los párpados vendados y, algunas veces,
con la administración de diuréticos. La visión doble se corrige usando lentes especiales. Por
último, en algunos casos son necesarios los corticosteroides orales, la aplicación de rayos X
en las órbitas o una intervención quirúrgica ocular.
En la enfermedad de Graves, una sustancia similar a la que se concentra detrás de los ojos
se puede acumular en la piel, por lo general encima de las espinillas. Se puede sentir picor
en la zona engrosada, que enrojece y es dura a la palpación cuando se presiona con un
dedo. Como en el caso de las acumulaciones detrás de los ojos, este problema puede
empezar antes o después de que lo hagan los otros síntomas de hipertiroidismo. Las cremas
con corticosteroides o los ungüentos calman el picor y atenúan la dureza. A menudo, el
problema desaparece sin tratamiento o sin razón aparente, meses o años más tarde.
5. Bocio tóxico nodular
En el bocio tóxico nodular, uno o más nódulos en el tiroides producen una cantidad
excesiva de hormona tiroidea y no están bajo el control de la hormona estimulante del
tiroides. Los nódulos son verdaderos tumores benignos hiperfuncionantes del tiroides y se
asocian con los ojos saltones y los problemas cutáneos de la enfermedad de Graves.
Hipertiroidismo secundario
Una causa poco frecuente del hipertiroidismo puede ser un tumor hipofisario que secrete
demasiada hormona estimulante del tiroides, lo cual a su vez estimula la hiperproducción
de hormonas tiroideas. Otra causa rara de hipertiroidismo es la resistencia hipofisaria a la
hormona tiroidea, que da como resultado una hipófisis que secreta demasiada hormona
estimulante del tiroides.
Las mujeres con una mola hidatidiforme también pueden desarrollar hipertiroidismo, dado
que la glándula tiroides está hiperestimulada por las elevadas concentraciones en sangre de
gonadotropina coriónica humana. El hipertiroidismo desaparece después de que lo haya
hecho esta mola y una vez que la gonadotropina coriónica humana no se detecte en la
sangre.
Complicaciones
La tormenta tiroidea, una extrema hiperactividad repentina de la glándula tiroides, produce
fiebre, debilidad extrema y pérdida de la fuerza muscular, desasosiego, oscilaciones de los
estados de ánimo, confusión, alteraciones de la conciencia (inclusive coma) y un
agrandamiento del hígado con ictericia moderada. La tormenta tiroidea requiere tratamiento
inmediato ya que pone en peligro la vida del paciente. Una grave sobrecarga del corazón
puede provocar latidos cardíacos irregulares (arritmia) y, como consecuencia, un estado de
shock e incluso la muerte.
La tormenta tiroidea es generalmente provocada por un hipertiroidismo que no recibió
tratamiento o que fue tratado inadecuadamente, y puede desencadenarse a causa de una
infección, un traumatismo, una intervención quirúrgica, una diabetes mal controlada, el
miedo, el embarazo o el parto, la interrupción de la administración de fármacos para el
tiroides u otras formas de estrés. Es raro que este trastorno aparezca en los niños.
Tratamiento
El hipertiroidismo se puede tratar farmacológicamente, pero otras opciones incluyen la
extracción quirúrgica de la glándula tiroides o su tratamiento con yodo radiactivo. Cada uno
de los tratamientos tiene sus ventajas y desventajas.
La glándula tiroides necesita una pequeña cantidad de yodo para funcionar adecuadamente,
pero una gran cantidad de yodo disminuye la cantidad de hormonas que la glándula produce
e impide la liberación de los excedentes de hormona tiroidea. Por consiguiente, los médicos
6. utilizan grandes dosis de yodo para interrumpir la secreción excesiva de hormona tiroidea.
Este tratamiento con yodo es particularmente útil cuando se necesita controlar el
hipertiroidismo con rapidez, como sería el caso de una tormenta tiroidea o antes de una
cirugía de urgencia. Sin embargo, el yodo no se utiliza en los tratamientos habituales del
hipertiroidismo, o en los de larga duración.
El propiltiouracilo o el metimazol, los fármacos
más utilizados para tratar el hipertiroidismo,
retardan el funcionamiento del tiroides y
disminuyen la producción hormonal. Ambos
isminuyen
fármacos se administran por vía oral; se
empieza con dosis elevadas que más tarde se
adaptan según los resultados de los análisis de
sangre de la hormona tiroidea. Por lo general,
controlan el funcionamiento del tiroides entre 6
tiro
semanas y 3 meses, salvo que dosis mayores
actúen más rápidamente (con un aumento del
riesgo de efectos adversos). Tales efectos
adversos son reacciones alérgicas (erupciones
de la piel), náuseas, pérdida del sentido del
gusto y, en raras ocasiones, disminución de la
iones,
síntesis de las células sanguíneas por parte de la
médula ósea. La inhibición de la médula ósea
puede mermar la cantidad de glóbulos blancos,
y degenerar, por tanto, en una situación con
riesgo de muerte, en la cual la persona es
vulnerable a las infecciones. Mientras que estos
ulnerable
dos fármacos son similares en la mayor parte de
sus efectos, el propiltiouracilo es más seguro
que el metimazol en las mujeres embarazadas,
ya que es menor la cantidad del fármaco que
alcanza al feto. El carbimazol, un fármaco muy
imazol,
utilizado en Europa, se convierte en metimazol
en el interior del organismo.
Los fármacos bloqueadores beta, como el
propranolol, controlan algunos de los síntomas del hipertiroidismo. Estos fármacos reducen
la frecuencia cardíaca, así como el temblor y la ansiedad. Por esta razón los bloqueadores
beta son útiles en casos de tormenta tiroidea y para tratar a los pacientes con síntomas
molestos o peligrosos, cuyo hipertiroidismo aún no ha sido controlado con otros
tratamientos. Sin embargo, no controlan el funcionamiento anómalo del tiroides.
bargo,
El hipertiroidismo también se trata con yodo radiactivo, que destruye la glándula tiroides;
ingerido por vía oral, introduce muy poca radiactividad en el cuerpo en su conjunto, pero sí
una gran cantidad en la glándula tiroides. Los médicos tratan de ajustar la dosis de yodo
antidad
radiactivo de tal forma que se destruya la mínima parte de la glándula tiroides, para así
lograr que su producción hormonal recobre la normalidad sin que se reduzcan demasiado
7. sus funciones. Sin embargo, la mayoría de las veces este tratamiento lleva a la larga a un
hipotiroidismo (una glándula tiroides con una función disminuida), un cuadro que requiere
una terapia sustitutiva con hormona tiroidea. Los individuos que necesitan esta terapia
hormonal sustitutiva toman un comprimido de hormona tiroidea a diario durante el resto de
su vida, de forma que se reemplace la hormona natural que ya no se produce en cantidades
suficientes. Alrededor de 25 por ciento de los pacientes sufren de hipotiroidismo un año
después del tratamiento con yodo radiactivo, pero el porcentaje aumenta de forma paulatina
en los siguientes 20 años o más. Respecto a su posible efecto cancerígeno, jamás se ha
confirmado. El yodo radiactivo no se administra a las mujeres embarazadas, dado que
atraviesa la placenta y puede destruir la glándula tiroides del feto.
En una tiroidectomía, la glándula tiroides se extirpa quirúrgicamente. La cirugía es una
opción válida sobre todo para los pacientes jóvenes con hipertiroidismo y también en
pacientes que tienen un bocio muy grande, en aquellos que son alérgicos a los fármacos o
los que acusan efectos colaterales graves producidos por los fármacos utilizados para tratar
el hipertiroidismo. El hipertiroidismo es controlado en más del 90 por ciento de los que han
elegido esta opción. Cierto grado de hipotiroidismo se produce en algunas personas después
de la cirugía, que luego tendrán que tomar hormona tiroidea durante el resto de sus vidas.
Las complicaciones son infrecuentes y comprenden la parálisis de las cuerdas vocales y
lesiones de las glándulas paratiroides (minúsculas glándulas que están detrás de la glándula
tiroides y que controlan la concentración de calcio en sangre).
Hipotiroidismo
El hipotiroidismo es una afección en la que la glándula tiroides tiene un funcionamiento
anómalo y produce muy poca cantidad de hormona tiroidea. El hipotiroidismo muy grave
se denomina mixedema.
En la tiroiditis de Hashimoto, la causa más frecuente de hipotiroidismo, la glándula tiroides
se agranda y el hipotiroidismo aparece años más tarde, debido a la destrucción gradual de
las zonas funcionales de la glándula. La segunda causa más frecuente de hipotiroidismo es
el tratamiento del hipertiroidismo. El hipotiroidismo suele producirse ya sea por el
tratamiento con yodo radiactivo, ya sea por la cirugía.
La causa más frecuente de hipotiroidismo en muchos países en vías de desarrollo es la
carencia crónica de yodo en la dieta, que producirá un aumento del tamaño de la glándula,
reduciendo su rendimiento (bocio hipotiroideo). No obstante, esta forma de hipotiroidismo
ha desaparecido en muchos países, desde que los fabricantes de sal comenzaron a agregar
yodo a la sal de mesa y desde que se utilizan desinfectantes con yodo para esterilizar las
ubres de las vacas. Otras causas más raras de hipotiroidismo incluyen algunas afecciones
heredadas, en las que una anomalía enzimática en las células del tiroides impiden que la
glándula produzca o secrete suficiente cantidad de hormonas tiroideas. Otros trastornos
poco frecuentes son aquellos en los que el hipotálamo o la hipófisis no producen la
hormona en cantidad suficiente para estimular el funcionamiento normal del tiroides
8. Síntomas
La insuficiencia tiroidea provoca un decaimiento general de las funciones del organismo.
En marcado contraste con el hipertiroidismo, los síntomas del hipotiroidismo son sutiles y
graduales y pueden ser confundidos con una depresión. Las expresiones faciales son toscas,
la voz es ronca y la dicción lenta; los párpados están caídos, los ojos y la cara se vuelven
hinchados y abultados. Muchos pacientes con hipotiroidismo aumentan de peso, tienen
estreñimiento y son incapaces de tolerar el frío. El cabello se vuelve ralo, áspero y seco, y
la piel se torna áspera, gruesa, seca y escamosa. En muchos casos, se desarrolla el síndrome
del túnel carpiano, que provoca hormigueo o dolor en las manos. El pulso se vuelve más
lento, las palmas de las manos y las plantas de los pies aparecen un poco anaranjadas
(carotenemia), y la parte lateral de las cejas se desprende lentamente. Algunas personas,
sobre todo las mayores, son olvidadizas y parecen confusas o dementes, signos que
fácilmente pueden confundirse con la enfermedad de Alzheimer u otras formas de
demencia.
Sin tratamiento, el hipotiroidismo al final puede causar anemia, un descenso de la
temperatura corporal e insuficiencia cardíaca. Esta situación puede agravarse y aparecer
confusión, estupor o coma (coma mixedematoso), una complicación mortal en la que la
respiración se hace lenta, la persona tiene convulsiones y el flujo sanguíneo cerebral
disminuye. El coma mixedematoso puede ser desencadenado por la exposición al frío o por
una infección, un traumatismo y fármacos como sedantes y tranquilizantes, que inhiben el
funcionamiento cerebral.
Tratamiento
El hipotiroidismo se trata con la sustitución de la hormona tiroidea deficiente, mediante una
de las diversas preparaciones orales existentes. La forma preferida es la hormona tiroidea
sintética, T4. Otra forma, la hormona tiroidea desecada, se obtiene de las glándulas del
tiroides de animales. En general, la forma desecada es menos satisfactoria, porque la dosis
es más difícil de adaptar y los comprimidos tienen cantidades variables de T3.
El tratamiento en personas de edad avanzada se inicia a dosis bajas de hormona tiroidea
porque pueden ser graves los efectos colaterales si la dosis es demasiado alta. La dosis se
aumenta gradualmente hasta que se restablezca la normalidad de los valores sanguíneos de
la hormona estimulante del tiroides. La medicación, por lo general, se tomará durante toda
la vida. En situaciones urgentes, como el coma mixedematoso, los médicos pueden
administrar hormona tiroidea por vía intravenosa.
9. Tiroiditis
La tiroiditis, una inflamación de la glándula tiroides, produce un hipertiroidismo transitorio
a menudo seguido de un hipotiroidismo transitorio, o bien no produce ningún cambio en el
funcionamiento del tiroides.
Los tres tipos de tiroiditis son la tiroiditis de Hashimoto, la tiroiditis subaguda
granulomatosa y la tiroiditis linfocitaria silente.
Tiroiditis de Hashimoto
Esta tiroiditis autoinmune es el tipo más frecuente y la causa más habitual de
hipotiroidismo. Por razones desconocidas, el organismo se vuelve contra sí mismo en una
reacción autoinmune y crea anticuerpos que atacan la glándula tiroides. (.V.página 846)
Este tipo de tiroiditis es más frecuente en las mujeres ancianas y es habitual en familias con
antecedentes de la enfermedad. La dolencia es ocho veces más frecuente en las mujeres que
en los varones y tiene una incidencia más alta en personas con ciertas anomalías
cromosómicas, como los síndromes de Turner, Down y Klinefelter.
La tiroiditis de Hashimoto comienza a menudo con un aumento indoloro del tamaño de la
glándula tiroides o con una sensación de plenitud en el cuello. Cuando se palpa la glándula,
por lo general se encuentra agrandada, con una textura gomosa (cauchosa), pero no blanda,
y a veces tiene una textura grumosa. La glándula tiroides es hipofuncionante en
aproximadamente el 20 por ciento de los pacientes cuando se descubre la tiroiditis; el resto
tiene un funcionamiento normal. Algunos pacientes que padecen de tiroiditis de Hashimoto
presentan otros trastornos endocrinos como diabetes, insuficiencia de las glándulas
suprarrenales, hipoparatiroidismo u otras enfermedades autoinmunes (anemia perniciosa,
artritis reumatoide, síndrome de Sjögren o lupus eritematoso sistémico).
Los médicos realizan las pruebas del funcionamiento del tiroides en muestras de sangre
para determinar si la glándula funciona normalmente, pero basan el diagnóstico de tiroiditis
de Hashimoto en los síntomas, el examen físico y la presencia de anticuerpos que atacan la
glándula (anticuerpos antitiroideos), los cuales pueden ser medidos con facilidad en un
análisis de sangre.
No existe un tratamiento específico para la tiroiditis de Hashimoto. La mayoría de los
pacientes desarrolla hipotiroidismo y se les debe prescribir un tratamiento de sustitución
hormonal para toda la vida. La hormona tiroidea es también útil para disminuir la dilatación
de la glándula tiroides.
Tiroiditis granulomatosa subaguda
La tiroiditis granulomatosa subaguda (de células gigantes), que probablemente se debe a un
virus, comienza de forma más brusca que la tiroiditis de Hashimoto. La tiroiditis
10. granulomatosa subaguda aparece después de una infección vírica y comienza con lo que
muchas personas llaman una inflamación de la garganta, pero en realidad se trata de un
dolor en el cuello, localizado en el tiroides. La glándula tiroides se vuelve cada vez más
dolorosa y el paciente, por lo general, presenta una fiebre ligera (37 a 38 °C). El dolor
puede desplazarse desde un lado del cuello al otro, extenderse a la mandíbula y a los oídos,
y hacerse más fuerte cuando se gira la cabeza o en el momento de la deglución. La tiroiditis
granulomatosa subaguda se confunde al inicio con un problema dental o con una infección
de la garganta o del oído.
La inflamación hace que la glándula tiroides libere una cantidad excesiva de hormona
tiroidea y, en consecuencia, aparezca hipertiroidismo, casi siempre seguido de un
hipotiroidismo transitorio. Es frecuente que las personas con tiroiditis granulomatosa
subaguda se sientan muy cansadas.
La mayoría de los pacientes se recupera por completo de este tipo de tiroiditis. La dolencia
remite de forma espontánea en unos pocos meses, pero a veces produce recaídas o, en raras
ocasiones, provoca una lesión lo bastante importante en la glándula tiroides como para ser
causa de un hipotiroidismo permanente.
El ácido acetilsalicílico (aspirina) y otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos (como
el ibuprofeno) alivian el dolor y la inflamación. Para los casos muy graves, el médico puede
recomendar corticosteroides como la prednisona, cuya administración se suprimirá
gradualmente en el transcurso de 6 a 8 semanas. Cuando los corticosteroides se interrumpen
bruscamente, los síntomas con frecuencia reaparecen con más intensidad.
Tiroiditis linfocitaria silente
Incide con mayor frecuencia en las mujeres, habitualmente justo después del parto, y hace
que el tiroides aumente de tamaño sin provocar dolor. En un periodo que oscila de varias
semanas a varios meses, la mujer afectada sufrirá de hipertiroidismo, seguido de
hipotiroidismo, antes de recuperar finalmente el funcionamiento normal del tiroides. Esta
afección no requiere un tratamiento específico, aunque el hipertiroidismo o el
hipotiroidismo pueden requerir tratamiento durante algunas semanas. Con frecuencia, un
bloqueador beta como el propranolol es el único fármaco necesario para controlar los
síntomas del hipertiroidismo. Durante el período de hipotiroidismo, puede ser necesario
administrar hormona tiroidea, por lo general durante unos pocos meses. El hipotiroidismo
se vuelve permanente en alrededor de un 10 por ciento de las personas que padecen
tiroiditis linfocitaria silente.
Cáncer de tiroides
Existen cuatro tipos principales de cáncer de tiroides, a saber, papilar, folicular, anaplásico
y medular.
El cáncer de tiroides es más frecuente en las personas que han recibido un tratamiento de
irradiación en la cabeza, el cuello o el pecho, muy frecuentemente por trastornos benignos
(si bien el tratamiento por radiación en casos benignos ya no se lleva a cabo en la
11. actualidad). Más que causar el agrandamiento de la glándula completa, un cáncer produce
pequeños crecimientos (nódulos) dentro del tiroides. La mayoría de los nódulos tiroideos
no son cancerosos y por lo general existen tratamientos eficaces para las formas de cáncer
de tiroides. El cáncer del tiroides tiene con frecuencia una capacidad limitada para el
consumo de yodo y la producción hormonal, salvo en raras ocasiones, que produce
suficiente hormona como para causar un hipertiroidismo. Hay mayor probabilidad de que
los nódulos correspondan a un cáncer si se encuentra un solo nódulo en vez de varios, si no
se demuestra que el nódulo es funcional con una gammagrafía, si el nódulo es sólido en vez
de líquido (cístico), si es duro o si está creciendo con rapidez.
El primer signo de un cáncer de tiroides es un bulto indoloro en el cuello. Cuando los
médicos encuentran un nódulo en la glándula tiroides, realizan varias pruebas. Una
exploración del tiroides determina si el nódulo está funcionando, dado que un nódulo
inactivo es más probablemente canceroso que uno activo. Una exploración con ultrasonidos
(ecografía) es menos útil, pero se efectúa para determinar si el nódulo es sólido o está lleno
de líquido. Se toma una muestra del nódulo por medio de una aguja de biopsia para su
examen al microscopio, ya que es el mejor modo para determinar si el nódulo es canceroso.
Cáncer papilar
El cáncer papilar representa del 60 al 70 por ciento del total de las formas de cáncer del
tiroides. Las mujeres contraen el cáncer papilar dos o tres veces más que los varones; sin
embargo, dado que los nódulos son más comunes en las mujeres, un nódulo en un varón
conlleva siempre más sospechas de cáncer. El cáncer papilar es más frecuente en las
personas jóvenes, pero crece y se extiende más rápidamente en los ancianos. Los pacientes
que han recibido en el cuello un tratamiento con radioterapia, en general por una afección
benigna en la infancia o en la niñez, o por algún otro cáncer en la edad adulta, corren un
gran riesgo de desarrollar un cáncer papilar.
La cirugía es el tratamiento que se aplica al cáncer papilar, que a veces se extiende a los
ganglios linfáticos cercanos. Los nódulos más pequeños de 2 cm de diámetro se extirpan
junto con el tejido tiroideo circundante, aunque algunos expertos recomiendan extirpar la
glándula por completo. La cirugía es casi siempre eficaz con estas formas de cáncer
pequeño.
Dado que la hormona estimulante del tiroides actúa sobre el cáncer papilar, se administra
hormona tiroidea en dosis lo bastante grandes como para suprimir la secreción de la
hormona estimulante y prevenir una recidiva. Si un nódulo es más grande, se extirpa la
mayor parte o toda la glándula tiroides y se administra yodo radiactivo con la esperanza de
que cualquier tejido tiroideo o cáncer remanentes que se hubieran difundido fuera del
tiroides lo absorban y sean destruidos. En algunos casos, es necesaria alguna otra dosis de
yodo radiactivo para asegurarse de que el cáncer ha sido eliminado por completo. El cáncer
papilar se cura casi siempre.
12. Cáncer folicular
El cáncer folicular es el responsable de alrededor de un 15 por ciento de todas las formas de
cáncer de tiroides y es más frecuente en los ancianos. El cáncer folicular es también más
frecuente en las mujeres que en los varones pero, como el cáncer papilar, un nódulo en un
varón tiene mayor probabilidad de ser canceroso. Mucho más maligno que el cáncer
papilar, el folicular tiende a extenderse a través del flujo sanguíneo difundiendo células
cancerosas a varias partes del cuerpo (metástasis).
El tratamiento del cáncer folicular requiere la extirpación quirúrgica de prácticamente toda
la glándula tiroides y la destrucción con yodo radiactivo de cualquier tejido tiroideo
remanente, incluyendo las metástasis.
Cáncer anaplásico
El cáncer anaplásico representa menos del 10 por ciento de las formas de cáncer del tiroides
e incide por lo general en mujeres ancianas. Este cáncer crece muy rápidamente causando
un gran tumor en el cuello. Alrededor del 80 por ciento de los pacientes con este tipo de
cáncer muere durante el primer año. El tratamiento con yodo radiactivo es inútil porque el
cáncer anaplásico no lo absorbe. Sin embargo, el tratamiento con fármacos
anticancerígenos y radioterapia antes y después de la cirugía da algunos buenos resultados.
Cáncer medular
En el cáncer medular, la glándula tiroides produce cantidades excesivas de calcitonina, una
hormona secretada por ciertas células tiroideas. Dado que también puede producir otras
hormonas, puede causar síntomas inusuales. Además, tiene tendencia a difundirse
(metástasis) por el sistema linfático a los ganglios linfáticos y, a través de la sangre, al
hígado, los pulmones y los huesos. Este cáncer se desarrolla junto con otros tipos de cáncer
endocrino en lo que constituye el denominado síndrome de neoplasia endocrina múltiple.
El tratamiento requiere la extirpación completa de la glándula tiroides. Se puede necesitar
una cirugía adicional si el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos. Más de dos
tercios de los pacientes con un cáncer medular de tiroides que forma parte del síndrome de
neoplasia endocrina múltiple viven, como mínimo, unos 10 años más a partir del
diagnóstico. Cuando el cáncer medular de tiroides se manifiesta de forma aislada, las
posibilidades de supervivencia no son tan buenas.
Dado que el cáncer medular de tiroides tiene en ocasiones una incidencia familiar, se deben
examinar los familiares de un paciente con este tipo de cáncer en busca de una anomalía
genética que es fácilmente detectable en los glóbulos rojos. Si el resultado de la exploración
es negativo, es casi seguro que el paciente no desarrollará cáncer medular.
13. Si el resultado de la exploración es positivo, entonces ya tiene o desarrollará este cáncer y
la cirugía del tiroides debe considerarse incluso antes de que se manifiesten los síntomas y
aumenten los valores de calcitonina en sangre. Un valor elevado de calcitonina o un
aumento excesivo de su concentración tras una prueba de estimulación, es útil para
determinar o predecir el desarrollo de cáncer medular. Un valor muy elevado requiere la
extirpación de la glándula tiroides, dado que un tratamiento precoz tiene más posibilidades
de ser curativo.