2. Un día muy temprano por la mañana, Eduardito entró a la cocina y encontró a su abuelita sentada en la mesa. Se le quedó viendo porque ella estaba tomando de una taza muy rara que nunca había visto Eduardito y le preguntó lo siguiente, “¿Abuelita, por qué estás tomando café con un popote? ¡Y qué rara es tu taza!” La abuelita, sonriendo, le contestó, “Eduardito, no estoy tomando café, estoy tomando mate, y esto no es un popote: se llama bombilla. Tomar mate me hace recordar muchas de las cosas que me contaba mi abuelita cuando ella y yo nos sentábamos a tomar mate de esta misma taza”. Eduardito estaba muy confundido porque no sabía de qué estaba hablando su abuelita, pero le encantaba escuchar las historias de cuando su abuelita era niña y le pidió que le contara sobre el mate. Su abuelita con gusto, arrimó una silla para Eduardito y le empezó a contar la historia del mate.
3. Cuando llegaron exploradores españoles a estas tierras, se encontraron con un grupo de indígenas conocidos como indios guaraní. Los españoles estaban sorprendidos por la buena salud y por lo fuertes que eran estos indios. Notaron que los indios practicaban un ritual muy extraño: los indios se juntaban para tomar mate, se sentaban alrededor de un fogón con sus mejores amigos y familiares y todos tomaban de una misma taza. Para los indios el mate no sólo les ayudaba a estar saludables, también era para ellos un símbolo de amistad y compañerismo. Eduardito escuchaba atentamente todo lo que decía su abuelita, y quería saber más sobre los fuertes indígenas llamados guaraníes. Su abuelita con gusto siguió contándole sobre estas maravillosas personas.
4. Alrededor de los años 1700, un grupo de religiosos llamados los jesuitas llegaron a la zona del Paraná, que es donde vivían los indios guaraníes. Los jesuitas querían proteger a los indios de unas personas que querían atraparlos y venderlos como esclavos. Los jesuitas construyeron pueblitos llamados misiones donde vivieron los indios por muchos años. Los jesuitas les enseñaban a los indios sobre la religión católica, les enseñaban a leer y a escribir español y les enseñaban sobre las costumbres que se practicaban en Europa. Lo más importante fue que los jesuitas dejaron que los indios siguieran practicando sus costumbres en las misiones. Nunca los obligaron a dejar sus creencias por completo. Las misiones tuvieron mucho éxito, en ellas los indios formaban una manera colectiva de vivir. Colectiva quiere decir: que se ayudaban los unos a los otros. Los indios eran muy inteligentes: hacían instrumentos de música, libros, obras de arte, vendían el mate y otras cosas a los países de Europa. Pero como eran tan exitosas las misiones causaron envidia a los reyes de España. Los reyes corrieron a los jesuitas de las misiones y los indios ya no quisieron seguir allí. Los guaraníes abandonaron las misiones y se fueron a vivir a la selva donde nadie los pudiera atrapar y vender como esclavos y hoy sólo quedan las ruinas de los que fueron las misiones.
5. Eduardito se quedó muy serio y su abuelita le preguntó, “¿Eduardito, por qué estás triste, no te gustó la historia de los guaraní?” Eduardito le contestó muy triste, “Sí abuelita, pero estoy triste por qué los pobres indios abandonaron las misión y se fueron a vivir a la selva”. La abuelita le contesto, “Ahora te voy a contar una historia con un final feliz. Te diré sobre la leyenda de la virgen de los milagros”. Eduardito sonrió con su abuelita y puso mucha atención. Hace mucho tiempo un grupo de indios conocidos como los mbayaes, perseguían a un indio guaraní; querían matarlo. Cuando el indio guaraní iba corriendo por la selva, se escondió detrás de un enorme árbol y le pidió a la virgen de Caacupé que lo protegiera y que si sobrevivía le iba a hacer una imagen de la madera del árbol. El indio guaraní se salvó y en cuanto pudo le hizo la imagen a la virgen. Algunos años después, un lago inundó todo el valle donde vivían indios guaraníes. Cuando empezó a bajar el agua, apareció la madera con la imagen de la Virgen que el indio había hecho. Desde ese día empezaron a llamar a la virgen, la “Virgen de los Milagros”. Y cada 8 de diciembre, llegan miles de personas a darle gracias a la virgen por haber salvado al indio guaraní.
6. Eduardito sonreía porque esa historia si había tenido un final feliz. Pero tenía una pregunta para su abuela y le dijo, “¿Abuelita, por qué llamaste la historia de otro modo? La llamaste leyenda, ¿qué es una leyenda?” ¡Eduardito quería saberlo todo! Su abuelita le explicó lo siguiente: “Las leyendas son historias que pasan de generación a generación. Así como yo te conté la leyenda de la Virgen, a mí me la contó mi abuela y tú algún día se la contaras a tus hijos y a tus nietos. Las leyendas forman parte del folclor, que significa ciencia del pueblo. El folclor se forma de las creencias, tradiciones y costumbres de la gente de diferentes países. Las adivinanzas también forman parte del folclor, y a todos los niños les gustan las adivinanzas”.
7. Eduardito quería saber más de cuando su abuelita era niña y le preguntó, “¿Abuelita, cuando eras niña te gustaban las adivinanzas?” La abuelita le contesto que sí, pero que más que las adivinanzas, le gustaban las aventuras de Martín Fierro. Y como ya se imaginan, Eduardito quería saber sobre Martín Fierro, y la abuelita con gusto le contó lo siguiente: “Martín Fierro es un libro que fue escrito por José Hernández. Es un libro que cuenta de las aventuras de la vida nómada de Martín Fierro. Nómada significa ir de un lado para otro sin tener un hogar fijo. Así era Martín Fierro y contaba sobre las aventuras de su vida. Al principio el libro no era leído por personas ricas y educadas. El libro era leído en las tienditas, los trabajadores se sentaban alrededor de un fogón como los indios guaraníes, tomaban mate y escuchaban las historias de Martín Fierro. Lo interesante de esto era que los trabajadores no sabían leer, pero se sabían de memoria las historias de Fierro. Hoy es un libro muy importante que es leído por muchas personas de todas las clases sociales. La abuelita se quedó asombrada al ver que Eduardito ya no tenía otra pregunta que hacerle. Eduardito muy contento, se levantó de la silla y salió corriendo a jugar.