Islandia es una isla situada en el Norte del Océano Atlántico, a tan sólo 300 km de Groenlandia. En ella se encuentra el tercer casquete glaciar en extensión del mundo, tras la Antártida y Groenlandia: el Myrdalsjökull
En este país donde el hielo cubre en el invierno la práctica totalidad de la isla, lagunas glaciares como el Jokulsarlon nos anuncian la cercanía del polo Norte.
Los icebergs que se desprenden de las lenguas glaciares llegan al mar donde comienzan su suicida carrera contrarreloj antes de volver a unirse con el agua del mar.
En las épocas de deshielo, la violencia del agua, que se manifiesta por todos lados en la forma de atronadoras cataratas, enormes cascadas, caudalosos ríos,…, cobra especial relieve. Hasta mediados del siglo XX no fue posible unir el sureste de Islandia con el suroeste por carretera, ya que cualquier intento de tender un puente entre ambas partes, en el inestable sandur –la llanura de barro que se forma al pie del glaciar- estaba condenado al fracaso.
La geología se hace dueña y señora de este paisaje embrionario. Los mayores acantilados de Europa, con más de 400 metros de caída a plomo, suponen un reto a los osados que se asoman a sus paredes. En ellos se encuentran algunas de las mayores poblaciones mundiales de frailecillos, alcas y otras aves marinas.
Pero la singularidad de Islandia se encuentra en que es un país dual, una tierra de hielo … y de fuego. En efecto, Islandia es una isla volcánica, construida por la actividad magmática efusiva de la dorsal atlántica, que en esta región del globo, se asoma permitiéndonos contemplar de primera mano la enorme y potente labor constructiva de una estructura que discurre, en su mayor parte submarina, circunvalando completamente el planeta.
Extraña sensación la de caminar por el espacio que separa dos continentes: Eurasia y América.
En la Midlina, el “punto intermedio”, los islandeses han tendido un puente entre ambos sectores de la dorsal.
A la derecha, América; a la izquierda, Europa. En el medio, … el origen de todo.
La actividad fisural de esta dorsal se manifiesta de múltiples formas: como grietas en el terreno, por la que emergen vapores humeantes azufrados,…
Numerosos volcanes, a menudo rellenos de lagos interiores, …
Lavas que nos muestran aún por su forma que hace tan sólo 20 años que se produjo la última gran erupción en Krafla,…
Colores imposibles de imaginar, tan sólo posibles por la acción combinada del calor y de la oxidación de los metales de la lava,…
Sucesivas capas de cenizas volcánicas que, como si de un reloj se tratara, nos cuentan con detalle la violenta historia de esta región del planeta.
Columnas hexagonales formadas por las lavas basálticas al enfriarse,…
Túneles que labran las corrientes de lava al discurrir en profundidad, bajo una costra recién formada en el contacto con la atmósfera.
Fumarolas y emisiones de vapores por doquier
El relax que proporcionan los más de 30º C de algunos manantiales termales y que los islandeses aprovechan para darse un baño que compensa de las gélidas temperaturas del exterior.
En Islandia se encuentra el mayor manantial de agua termal del mundo, emitiendo enormes caudales de agua a 97 ºC y que son aprovechados para proporcionar energía a las poblaciones del entorno.
Depósitos de azufre, cuyo olor también se manifiesta al abrir el grifo del agua. Cuesta un poco acostumbrarse, pero dicen que esta agua tiene propiedades terapéuticas ???
Pozas de barro hirvientes en campos geotermales casi infernales
Aquí se encuentra “Geisir”, el géiser que cedió su nombre a este tipo de manifestaciones hidrotermales. En su potencial máximo alcanza los 20-25 metros de altura.
Por todo ello no es extraño que los islandeses no gasten demasiado en energía… Obtienen la que necesitan de esa inmensa actividad geotérmica.
… que también saben utilizar para el placer. En la Laguna Azul se aprovechan las aguas emitidas por una central geotérmica para crear un espacio de ocio de visita obligada para los turistas y de frecuente aprovechamiento por los habitantes de la capital, Reykjavik.