1. Equipo de Ciencias Sociales. Formación en servicio.
Proyecto de Apoyo a la escuela pública. ANEP
La esclavitud de los africanos y sus descendientes
Montevideo fue, en la época colonial, puerto introductor de esclavos para el sur del
continente. En 1803, el gobernador Ruiz Huidobro alarmado ante el intento de fuga masiva
de los esclavos, contabilizaba la población negra en más de la mitad del total de la de
Montevideo.
El padrón de 1805 registra casi un tercio de negros, y en 1810, sobre diez cuadras
censadas en Montevideo, los esclavos casi equiparaban a los hombre libres. Su número era
inferior en la campaña, aunque su estimación varía considerablemente de un autor a otro.
Esclavos y libertos constituyeron una muy elevada proporción de la fuerza de trabajo de la
época. Fue alta su participación en saladeros, construcción, velerías, labores públicas, como
artesanos y en el servicio doméstico. Los jesuitas los emplearon en importante proporción
en sus estancias, sobre todo como artesanos. Constituyeron parte considerable de la fuerza
de trabajo agrícola.
El mayor propietario fue Juan Francisco García de Zuñiga, quien llegó a emplear 150
esclavos. En las estancias coexistía el trabajo de los esclavos, que realizaban tareas pesadas
pero no riesgosas, con el de peones, agregados, puesteros, etc. En la ciudad también fue
frecuente el arriendo de la fuerza de la mano de obra esclava (…)
La esclavitud no fue abolida durante la lucha por la independencia.(…)La ley de la Sala
de Representantes decretando la “libertad de vientres” no abolió la esclavitud, que perduró
en el Uruguay independiente. Siendo los brasileños propietarios de buena parte de las
estancias del norte y este del país, introducían esclavos bajo la forma de sirvientes y peones
y llevaban a las esclavas a parir en Río Grande, para que sus hijos fueran esclavos. El propio
Poder Ejecutivo, sobre todo durante la primera presidencia de Rivera, violó la ley celebrando
contratos mediante los cuales se autorizaba a introducir esclavos, como “colonos”. La
necesidad de contar con fuerza de trabajo fue el justificativo esgrimido.(…)
Durante la presidencia de Oribe, se manifestó una fuerte reacción antiesclavista en
ocasión de discutirse los contratos celebrados durante el gobierno anterior y cuya
aprobación estaba pendiente. La comisión que informó en la Cámara de Diputados, se
expidió en el sentido de la no aprobación de los mismos, alegando que “los negros titulados
colonos habían sido comprados en África y conducidos a este país con cadenas” (… )
De todas maneras la mentalidad esclavista afloraba a cada paso. Se defendía la
esclavitud en nombre de la necesidad de brazos para la actividad productiva, como lo hiciera
Lucas J. Obes, Ministro que celebró los contratos de introducción de esclavos, o como
afirmaba “El Universal” en nombre del derecho de propiedad o intimidando la peligrosidad
de los africanos.(…)
En realidad, la esclavitud tenía todavía gran importancia tanto en el servicio
doméstico como en la actividad productiva urbana y rural.
2. Las mujeres con “habilidades”, podían costar entre 300 y 450 pesos. Los avisos de
venta se multiplicaban en la prensa. “Se vende negra de 24 años, en 400 pesos, lava,
plancha, cose liso, cocina y hace masas”1(…)
Con precios entre 200 y 450 pesos se ofrecían esclavos varones para tareas
domésticas y como artesanos más o menos especializados. Los saladeros, contaban con
esclavos, y eran vendidos también como albañiles, panaderos, carpinteros, zapateros,
sastres, peones de barraca, cocineros de buque, aptos para el servicio del campo,
especializados en la tarea de la tahona, carretilleros, cocheros, cocineros, mucamos, etc, y
hasta uno que entendía inglés.2
Aparentemente fueron ocupados por los artesanos y aún por los pequeños
comerciantes, incluyendo los europeos que se adaptaban pronto a las viejas formas de
explotación de la fuerza de trabajo.
Si bien fue más frecuente la esclavitud en la ciudad, no faltaron los avisos ofreciendo
esclavos aptos para las faenas agrícolas y aún ganaderas. (…)
En un medio en el que no se produjeron revueltas de esclavos- el intento de 1803 fue
rápida y drásticamente sofocado- la fuga sería la forma más común de resistencia. Fue muy
grande el número de “huidores”, cuya captura se solicitaba en la prensa y la repetición de los
avisos durante meses da la pauta de que no pocas fueron exitosas. Esos seres humanos,
canjeados por carne salada, carretillas y mulas, vieron en la huída, cuando no en el suicidio,
la posibilidad de escapar a tan triste existencia.
Según Bartolomé Mitre, el futuro presidente argentino y opositor de Rosas, de los
11.000 nacionales de Montevideo en 1843, los africanos componían la mitad.
A comienzos de 1843, ex esclavos constituían algo menos de un tercio de tropas de la
Defensa; la mortalidad producida durante la Guerra Grande reduciría la proporción total de
negros y mulatos. Por otra parte, no fueron emancipados los niños ni las mujeres.
En sus “Apuntes Estadísticos”, Andrés Lamas, a la vez que reconocía que no todos los
blancos disfrutaban de condiciones favorables, estimaba que no estaban los negros sujetos a
las mismas privaciones, ni los mismos trabajos que en otros países menos propicios.
Declaraba que aquí los esclavos se alimentaban de los “mismos manjares que servían en la
mesa de su dueño, dormían bajo su techo, estaban protegidos por vestidos(…)”3. Estimaba,
también que los liberados contaban con los recursos y conveniencias de la clase acomodada.
Muy optimista es la visión de Lamas sobre la vida de los esclavos y liberados, e
incluso sobre el conjunto de la población. Los asalariados libres soportaban ya entonces las
largas jornadas de trabajo que se denunciarán décadas más tarde.
Adaptado de Lucia Sala de Touron y Rosa Alonso Eloy “El Uruguay Comercial, Pastoril y Caudillesco”. Tomo II.
Pp.58 a 65. Ed.Banda Oriental. Montevideo. 1991.
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1
“El universal”. 11-VII-1831
3. ESCLAVITUD
La esclavitud se caracteriza por el sometimiento prácticamente absoluto de determinadas
personas a la voluntad de sus dueños. Es una institución que existió desde la más remota
antigüedad con diversas modalidades. Podían constituirse en esclavos los prisioneros de
guerra o personas raptadas con ese propósito; podía ser una condena para los delincuentes
o deudores, y también una condición hereditaria; generalmente estaban sujetos a comercio,
compra-venta, alquiler, etc. El término esclavismo se aplica a tales casos, y en la concepción
marxista designa específicamente un modo de producción.
El sistema esclavista desapareció en Europa con la destrucción del Imperio Romano,
aunque en el Medioevo siguió habiendo esclavos domésticos. El esclavismo subsistía en el
área de la civilización islámica (comprendida la Península Ibérica), nutriéndose, entre otras
poblaciones con negros del África Central.
En el siglo XV surgieron en Lisboa y Sevilla mercados negreros, y el trabajo esclavo
comenzó a extenderse en la tripulación de los barcos que incursionaban por la costa
africana, así como en las primeras plantaciones de Madeira y Canarias.
DI TELLA, T Diccionario de Ciencias Sociales
2
“El Universal”. 1831- 1837, varios números.
3
Lamas, Andrés: “Apuntes estadísticos”, cit. Por Ema Isola: La esclavitud en el Uruguay. 1975
4. III Proyecto de Apoyo a la Escuela Pública Uruguaya - FORMACIÓN EN SERVICIO
EQUIPO DE CIENCIAS SOCIALES
ANEP / BIRF - CONSEJO DIRECTIVO CENTRAL
ALGUNOS HABITANTES DE MONTEVIDEO COLONIAL: LOS ESCLAVOS
Después de su llegada a América (Siglo XVI) los europeos trajeron población africana para
trabajar como esclavos.
Montevideo fue un puerto donde se vendían y compraban esclavos. Desde allí eran
trasladados a otras ciudades de América.
Los hombres y mujeres africanos realizaron distintos trabajos: limpieza de la ciudad,
trabajo en los saladeros, en el campo o en las casas de sus amos. Otros eran vendedores
ambulantes o lavanderas.
Hace doscientos años, casi la tercera parte de los habitantes de Montevideo eran
africanos.
Los esclavos podían casarse entre ellos con autorización de sus dueños. Los hijos de
esclavos eran propiedad de los amos.
M. ROLAND, E. ROSTAN. “Ciencias Sociales”. 5º año. Editorial Aula. Montevideo, 2001.
Algunos trabajos de los esclavos en la ciudad
La venta ambulante era muy común en Montevideo colonial. Los vendedores iban
pregonando o anunciando en voz alta lo que vendían.
Uno de los productos más vendidos eran las velas. Servían para alumbrar en una época
donde no había luz eléctrica.
El Cabildo se encargaba del alumbrado público. Se instalaron en las calles faroles de hierro
para contener las velas y resguardarlas del viento.
Los encargados de prender estos faroles eran generalmente los esclavos. A la tardecita,
recorrían la ciudad con escaleras e iban encendiendo los faroles con una antorcha.
Varios años después, cuando ya no había más esclavos, comenzó a utilizarse la iluminación
a gas.
Algunas mujeres esclavas se dedicaban al lavado de ropa. Ésta se realizaba fuera de la
ciudad amurallada, en los pozos de la Aguada. En la lámina, detrás de la vendedora de pasteles,
aparece una esclava llevando en su cabeza un atado de ropa.
M. ROLAND, E. ROSTAN. “Ciencias Sociales”. 5º año. Editorial Aula. Montevideo, 2001.
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SUEÑOS DE LIBERTAD
El negro Bernardino viajaba encadenado a bordo de un barco de traficantes de esclavos. Hacía
mucho calor y apenas le habían dado un poco de agua y comida en todo el viaje desde que salió de
Río de Janeiro.
Había llegado a Río cuando era muy pequeño y casi no recordaba su hogar en África. Sólo tenía los
recuerdos que le prestaban algunos mayores: le hablaban de la selva, de la belleza de su tierra y de la
libertad que alguna vez había tenido.
Los portugueses los habían cazado como a animales, atacando sus villas, quemando chozas,
arrojándoles redes para llevárselos luego a Brasil donde Bernardino y sus padres fueron enviados a
una plantación. Después, cuando ya era más grande y podía trabajar, el dueño lo separa de sus
padres y lo lleva a una especie de mercado. Allí fue comprado junto a muchos otros, por los
traficantes de esclavos, que ahora lo traían de contrabando a esta ciudad que tenía un cerro al
costado de la bahía.
Cuando el barco negrero llegó al puerto de Montevideo los obligaron a bajar a latigazos, patadas,
gritos y empujones. Los reunieron como ganado y los dejaron allí, observando con ojos asustados
aquel lugar desconocido. Los hombres blancos negociaban con otros hombres blancos: los
cambiaban por dinero, azúcar, tabaco y cueros.
No había plantaciones en Montevideo, así que generalmente las mujeres negras eran compradas
para ser sirvientas en las casas de los más ricos. Ahí cocinaban, lavaban, cuidaban a los niños de los
amos, hacían los mandados. Los hombres y los muchachos, eran llevados a trabajar en la
construcción de la muralla o de casas. Algunos eran comprados y enviados a las estancias donde
arreaban el ganado, lo marcaban, lo cuereaban, y a veces tenían que pelear junto con el amo y sus
hombres, contra los bandidos y los indios. A ninguno de ellos se les pagaba por el trabajo que
realizaban.
Bernardino fue comprado por un carpintero quien lo cambió por un caballo. Con él aprendió a
trabajar la madera y en general fue tratado bastante bien. Su amo le permitía reunirse con los demás
esclavos a bailar y tocar el tambor en los tangos, una palabra africana con la que se nombraba las
reuniones de negros. En una de estas reuniones, para sorpresa de Bernardino, todos estaban
callados y tristes. Es que dos de sus amigos negros iban a ser castigados por desobedecer a su amo.
Bernardino asustado, no entendía bien lo que había sucedido.
Esa noche Bernardino no pudo dormir. En su cabeza resonaban una y otra vez, las historias de África,
los borrosos recuerdos de cuando era un niño libre, correteando por la aldea . Más que nunca
soñaba con que él y sus hijos llegaran a ser libres en estas tierras que hoy eran su hogar.
Adaptado de BEROCAY, R. El país de las cercanías. Montevideo. Alfaguara. 2001