SlideShare uma empresa Scribd logo
1 de 200
Baixar para ler offline
GUERRA ATÍPICA
“En los juegos hay reglas...
en la guerra no”
LA GUERRA CRUDA O SUSTANTIVA
Se destaca como principal fuente de información y sustento al pensamiento del autor, la obra “El
Concepto de lo Político” (1932) del jurista Alemán Carl Schmitt. Adscrito a la escuela del Realismo Político y a la Teoría del Orden Jurídico. Dicha obra resalta por su carácter estrictamente
didáctico como se expresa en el Epílogo de 1932. Lo expresado es la razón de su inclusión en el
presente libro.

LA GUERRA CONTROLADA O ADJETIVA
Igualmente, se considera como valiosa fuente de información el trabajo literal realizado por el Equipo
Nizkor que trabaja por los derechos humanos, en este caso, la “Declaración sobre la Guerra en
Irak” a través del cual hace un llamado a los gobiernos que están en condiciones de convocar a la
Asamblea General Extraordinaria de las Naciones Unidas para poner en marcha los mecanismos
previstos en la Carta y el conocido como “unión pro paz”. Por lo expuesto, se ha incluido en esta obra.
MAGÁN-ALTAMIRANO, Ernesto Lizandro, 1944Guerra atípica: con una antología especializada / Ernesto L. Magán Altamirano.- Lima:
200 p. : ils. cols. ; 23 cm.
1.- GUERRA ATÍPICA 2.- EXCEPCIÓN 3.- TERRORISMO
CDD: 355.66
M16
LC:
HV
6453.P4
M3
Aquel que atropella un derecho ajeno...
renuncia a sus propios derechos
GUERRA ATÍPICA
© MAGÁN-ALTAMIRANO, Ernesto Lizandro

N° de Registro ELMA: 0120208757
ISOCET: 0208

Diseño y edición gráfica:
Alberto Escalante
Cuidado del texto: Gerardo Pérez Fuentes
Fotografía: Archivos varios
Impresión: Talleres Gráficos de la Universidad Alas Peruanas
Hecho el Depósito Legal
en la Biblioteca Nacional del Perú: N° 201202393
Primera Edición :2012
CONTENIDO

Prólogo
Introducción
Comentario

11
13
15

CAPÍTULO I MARCO CONCEPTUAL

21

Teoría
Teoría de la guerra
Origen de la guerra
Causa de la guerra
Principios de la guerra
Precisiones
1. Concepto de guerra
2. Concepto de conocimiento
3. Concepto de excepción
4. Concepto de terrorista
5. Concepto de atípico
CAPÍTULO II TEORÍA SOBRE GUERRA ATÍPICA
Introducción a la guerra atípica
Enfoque de los modelos de la guerra atípica
Modelo terrorista

23
23
25
25
28
35
35
39
40
43
45
49
51
54
54
Modelo antiterrorista
Colofón
CAPÍTULO II I FUNDAMENTOS DE LA TEORÍA
SOBRE GUERRA TÍPICA

56
60
65

A.-

La guerra “cruda” o sustantiva
Sobre la relación entre los conceptos de guerra y enemigo
WLa decisión sobre la guerra y el enemigo
La regla y la excepción

67

B.-

La guerra “controlada” o adjetiva
Declaración sobre la guerra en Irak
Obediencia debida
Normas humanitarias mínimas aplicables en situación
de Estado de excepción

132
Q

ue difícil y contradictorio opinar sobre el tema, debido a que soy
un defensor acérrimo de la paz y condeno todo tipo de guerra.

Después de la lectura, estoy convencido que aquel que no entiende la guerra, no puede llamarse cabalmente pacifista. Las guerras son barreras para cualquier forma de desarrollo sostenible, toda vez que compromete la capacidad de las futuras generaciones, satisfaciendo sólo el interés del
momento.
Ahora más que nunca, reafirmo que la paz es el medio para el desarrollo del
ser humano; esta es la razón para quienes entienden la necesidad de difundir
la paz, como hago mención en mi libro “Construyendo la Paz a través del
Deporte y la Recreación”
En tal sentido, estoy seguro que esta obra va generar mucha polémica tal
como lo ha planteado el autor; debido a que él vierte el concepto de que las
guerras se desarrollan en un estado de excepción, en donde no existen normas ni leyes, a diferencia del estado de derecho, en donde si existen normas
y leyes.
Es en ese sentido, que el autor considera que no procede que se juzgue a los
combatientes de guerra, con normas y leyes de un estado de derecho. Por lo
tanto, concluye que la norma convive con la paz y la excepción con la guerra y
ambas son mutuamente excluyentes. Sin embargo, propone castigar a quienes
la originan por ser ellos quienes rompen la paz.
11
Colegimos meridianamente que el autor, sin mencionarlo, induce al lector a
luchar por la paz. Advierte que la guerra es, inhumana, cruel y maldita; pero,
fatalmente existe.
Por ello, felicito al autor Ernesto Lizandro Magán Altamirano un dedicado
y apasionado investigador, por entregarnos esta obra que, con mucha creatividad y conocimiento, nos recrea en temas altamente complejos Teoría y
Principios de guerra, Doctrinas de guerras, Estado de excepción, Estado de Derecho entre
otras, que será de suma utilidad para todas las personas interesadas a contribuir a su mejora continua (militares, sociólogos, abogados, etc.).

Miguel L. Fernández Avila1
Dr. Contabilidad y Dr. Educación.
Catedrático Universitario..

Autor de los libros:
“Construyendo la Paz a través del deporte y la recreación”.
“El Fútbol una vía de desarrollo social”.
“My Pyme está creciendo…...y Ahora qué?

12
INTRODUCCIÓN

E

l objetivo del presente libro es compartir conocimiento sobre el
significado de guerra atípica, una forma de enfrentamiento que a la
fecha no ha sido enfocada con la profundidad que debería serlo por
el valor que tiene la vida humana. La están tratando con criterios formados en
base a otros tipos de guerras; se aplican doctrinas que no se condicen con su
concepción; se aplican normas que colisionan con el estado en que se llevan
a cabo las guerras.
El problema surge con la aparición del modelo terrorista mediante el cual
sus integrantes viven camuflados entre la población civil para aprovecharse
de los derechos que tenemos todos los ciudadanos de bien y para protegerse
de las acciones de las fuerzas del orden, desprestigiándolas. De esta forma
no pueden ser identificados, no se puede cuantificar el valor que tienen, ni se
puede conocer su ubicación, entre otros parámetros que se dan en los tipos
de guerras conocidos que conllevan el desarrollo de sus doctrinas, siendo
lo expresado el motivo por el cual la guerra atípica no cuenta con doctrina.
A través de dos modelos se explica el significado de la guerra atípica con el
fin de dejarla meridianamente clara y, se pretende diferenciarla de las demás
guerras conocidas.
Se hace propicia la ocasión para dejar aclarado dos enfoques sobre la
guerra:
1) La guerra cruda o sustantiva
2) La guerra controlada o adjetiva
13
La presentación del libro permite acceder a cualquier persona interesada
sobre la temática, especialmente a militares, sociólogos, abogados, antropólogos, etc. Por ende, está dirigido a la sociedad en general.
En el Capítulo I se mencionan conceptos básicos de la guerra.
En el Capítulo II se desarrollan el modelo terrorista y el modelo antiterrorista con los que se sustenta la teoría sobre la Guerra Atípica.
En el Capítulo III se transcriben documentos relacionados con la Guerra
Cruda o Sustantiva y la Guerra Controlada o Adjetiva añadiendo comentarios que en suma constituyen la base filosófica de la obra.

EL AUTOR

14
S

abemos que el ser humano aprende de las experiencias y este libro,
titulado “GUERRA ATIPICA” intenta que el hecho histórico ocurrido en nuestro país, sea una experiencia a tener en cuenta para que
nunca más se repita.
Y para que no se repita, tenemos que analizar la interacción sostenida con
una fundamentación válida como la expresada por el autor, planteamiento
inédito, en el que recurre a aspectos filosóficos, éticos y como no, también
pragmáticos que permiten a la razón, abrir paso sobre la pasión.
Esta guerra atípica que vivió nuestro país principalmente por la década del
80 del siglo pasado, destaca por el impacto en la salud psicológica de todos
los peruanos y ahí el espacio que me toca fundamentar, en esta oportunidad
mediante un modelo objetivo que permita identificar acciones y consecuencias sin recurrir al clásico modelo especulativo.
Para ello, recurro a identificar tres ejes influyentes:
El sufrimiento del militar en combate, en comparación al resto de actores.
El pago o consecuencia por intervenir directamente.
La enseñanza y el aprendizaje social futuro.
Para muchos, todos los peruanos que vivieron en la época sufrimos igual,
mientras para otros, los actores directos, de uno u otro bando, fueron los más
sensibles. Lo cierto es que la población no comprometida también nos con15
vertimos en espectadores-protagonistas que vivíamos en zozobra y probablemente tendrán que pasar muchas generaciones para que las secuelas, dejen de
ser transmitidas como carga hereditaria a nuestros hijos.
Pero si eso significó para los civiles que “no teníamos nada que hacer en el
cuento”, ¿Nos podemos figurar lo que significó para los uniformados, militares y policías que en plena ciudad y en cualquier momento se encontraban
en medio de una guerra? Por eso, particularizando a las personas que participaron directamente defendiendo a la mayoría de ciudadanos, a quien llamaremos: fuerza militar y del orden, la influencia de la guerra dejó un mar de
secuelas diferentes, tanto en ellos como en sus familias, secuelas que se suman
a las del resto de la población, incluyendo a quienes la sacaron muy barata, a
pesar de su inusual forma de exteriorizar sus frustraciones.
El hecho de no saber quién le dispara, ni de donde, ni en qué momento, no
necesariamente trastorna, pero de todas maneras altera el comportamiento;
desconocer los métodos, las técnicas, las armas para contrarrestar la acción
contraria, no solo lleva a conductas erráticas por manipulación espontánea de
la situación, también, a efectos controversiales.
Sentir una bala rosando el propio cuerpo parapetado ¿Puede ser una experiencia inusual, agradable y enriquecedora? ¿El resto de la población tiene esa
experiencia? Y en medio de eso podemos juzgarlos en cuanto hicieron bien o
mal, independientemente de la función y el caso en que actuaban?
La búsqueda no solo de salvar la vida si no de conservar su salud mental,
lleva a una persona que se siente atacada en grado extremo como en la situación relatada, a vender muy cara su derrota y reaccionar hacia el adversario
en forma desmedida, por lo que, el ataque tendrá que ser mucho más fuerte
y fulminante que el recibido.
El sufrimiento natural de una persona de bien que tiene la sensación o la
percepción de haber matado a un semejante, conciudadano, para proteger al
mismo tiempo a muchos otros, ¿puede ser objetable? Y si se trata de lo que
se considera “exceso”, ¿podríamos creer que el militar se divertía mientras
lanzaba una ráfaga matando a un grupo, en el instante en que si volteaba lo
mataban a él? La pasión política, el revanchismo, el buscar a quien le echamos
16
la culpa por eludir una responsabilidad, nos lleva a señalarlo culpable, porque
nadie se pone en los huesos de esas personas.
Ellos cumplieron profesionalmente con su función, a ellos se les mandó a
eso, no a curar heridas sentimentales de determinada población rebelde, ni a
brindarles los requerimientos de su reclamo.
Pero lo que más aqueja a los militares, es sin duda, la falta de convicción
y entereza de quienes los mandaron y el pago o consecuencia por haber demostrado sus competencias, y de allí el gran problema moral y de conducta
pro social del país.
Porque de allí en adelante, la población en su generalidad, principalmente
jóvenes y niños percibe la injusta situación, por lo tanto; no resulta importante o necesario actuar en razón de las normas, impera los propios intereses, se
resquebraja la figura de autoridad, dejamos de lado los valores, no tiene importancia el honor, la gloria está en la capacidad de tener riqueza económica,
la educación pierde valor, quien mas trampa hace es el más exitoso.

César A. Neira M.

17
ENFOQUES DE LA GUERRA

Nadie tiene derecho hacer un tratado sobre mi vida
“Ley de naturaleza es un precepto o norma general, establecida por la razón, en virtud de la
cual se prohibe a un hombre hacer lo que puede
destruir su vida o privarle de los medios de conservarla.” (Leviatan de Thomas de Hobbes)

“El Derecho de Naturaleza, lo que los escritores llaman comunmente Jus naturale, es la libertad que cada hombre tiene que usar su propio
poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza, es
decir, de su propia vida; y por consiguiente, para hacer todo aquello
que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos
para lograr ese fin.” (Leviatán de Thomas Hobbes)
FACTORES INTERVINIENTES EN LA DOCTRINA MILITAR

La Guerra Atípica
no tiene DOCTRINA
CAPÍTULO I

MARCO CONCEPTUAL
TEORÍA

U

na teoría es un sistema lógico-deductivo constituido por un conjunto de hipótesis o asunciones, un campo de aplicación (de lo
que trata la teoría, el conjunto de cosas que explica) y algunas
reglas que permiten extraer consecuencias de las hipótesis y asunciones de
la teoría. En general, las teorías sirven para confeccionar modelos científicos
que interpreten un conjunto amplio de observaciones, en función de los axiomas, asunciones y postulados, de la teoría. Es muy difícil explicar en detalle
qué constituye una teoría a menos que se especifique el ámbito de conocimiento o campo de aplicación al que se refiere, el tipo de objetos a los que se
aplica, etc. Por esa razón es posible formular muchas definiciones de teoría.
Pero:
Una teoría no es el conocimiento que permite el conocimiento.
Una teoría no es una llegada, es la posibilidad de una partida.
Una teoría no es una solución, es la posibilidad de tratar un problema.

En términos militares teoría es el conocimiento especulativo, puramente
racional, o también es el conjunto de conocimientos que dan la explicación de
un fenómeno. El general Pérez Godoy dijo al respecto lo siguiente:
23
“Teoría, es el conjunto de verdades naturales, leyes y preceptos que constituyen la
base del conocimiento racional de una ciencia o de un arte”.
Ferdinand Foch (1918):
“Existe pues una teoría de la Guerra, en primer lugar ella comprende principios”.
Napoleón (1798):
“Los principios de la guerra son los que han dirigido a los grandes capitanes, cuyas
hazañas nos ha trasmitido la historia”.
Lo que quiere decir Napoleón es que hay principios claros para la guerra.
David Lloyd George (1916):
“Si se carece de principios definidos se cae en cambios continuos, trátese de organizaciones, de formaciones o de maniobras”.
Yomini señala:
“Buenas teorías fundadas en principios verdaderos y justificados por los hechos, son
en opinión nuestra, uniendo a ello las lecciones de la historia la verdadera escuela
del comando”.
Wellisen, célebre autor prusiano afirma:
“La teoría no es más que la instrucción, el desarrollo y testimonio de la verdad de
las cosas y es tan indispensable que hasta aquella instrucción que empezó materialmente por medio de la experiencia, de la cual sacó todo: la guerra, ha tenido que
reducirse a teoría, en el momento en que ha querido elevarse a ciencia y generalizar
sus resultados”.
En conclusión, la teoría de la guerra se puede dividir en dos partes:
1.

24

Una teoría fundamental, basada en los principios y leyes inmutables de la guerra,
verdades naturales que jamás varían;
2.

Otra teoría complementaria, constituida por las leyes, reglas, preceptos y procedimientos deducibles de la experiencia; y del estudio de la historia que constantemente se desarrolla por nuevos estudios históricos y experiencias técnicas, enriqueciendo
la teoría de la guerra.

El origen de la guerra armada es atribuida a Nemrod, de la raza cusita, de
quien afirma la Biblia, que empezó a ser poderoso sobre la Tierra (Gen X, 8).
Fue el primero que estableció ciudades fortificadas, levantó Nínive en nombre de su hijo Nino, quien por gratitud, ordenó que tributaran a la muerte de
su padre, honores divinos bajo el título de Belo. De este último nombre hacen
derivar muchos autores la palabra latina bellum que significa guerra.

Las guerras pueden tener distintas causas. Pero debe entenderse, que siempre conllevan la misma finalidad militar: el aniquilamiento del enemigo.
La mayoría de los tratadistas coinciden en expresar que la guerra es la continuación de la política por otros medios.
Sin embargo, en términos coloquiales no puede determinarse con precisión porque cada uno la concibe desde un punto de vista particular. Por
ejemplo: los economistas suelen darle una causa financiera; los moralistas la
fundamentan básicamente en la razón para observarla; los antimilitaristas se
basan en los “derechos humanos” y el exagerado armamentismo de algunos
países; los teólogos, sobre las doctrinas de las religiones. Pero es indubitable
que la guerra tiene por origen múltiples causas que dificultan el discernimiento. Para facilitar la explicación podríamos señalar tres causas de la guerra:

La conservación de la vida y la procreación.
El hombre para conservar la vida y procrear sigue las leyes biológicas. Por
25
instinto sabe conservar su propia vida y desde que apareció tuvo que luchar
por sobrevivir; igual que a procrear, aprendió por sí mismo sin que alguien le
enseñara.
El desarrollo social se sustentó primariamente en los instintos de conservación de la vida y de procreación.
Hasta nuestros días, es evidente el principio de la supervivencia del más
fuerte. El mundo no demuestra tener contemplación con el débil. La debilidad constituye un gran aliciente para el más fuerte; particularmente, para los
que codician poder y riquezas. En la realidad, equivocadamente, hemos tratado de promover el amor a la paz mediante el despliegue de la debilidad; pero,
esta actitud siempre ha sido aprovechada por los más fuertes para imponer
sus condiciones sobre la de los débiles.
Así es la naturaleza humana. Si queremos tener una paz duradera, debemos apoyarla con la fuerza de nuestra voluntad de paz, debemos dar a entender que si alguien osara romper nuestra paz; lo haría bajo su propio costo.
Aún, cuando las sociedades han evolucionado y ya no predominan los instintos: actualmente, son las necesidades e intereses de naturaleza humana, las
que, generalmente, orientan la ética de los pueblos llevándolos a tener como
alternativa, la guerra.

Pocas agrupaciones sociales basan, hoy, sus actividades en aspiraciones;
mas, no pueden dejar de actuar en coherencia con las sociedades del entorno.
Las modernas sociedades no pueden constituirse en islas porque el mundo
globalizado les alcanza. No se puede eliminar por muchas razones la rivalidad
entre civilizaciones.
Perdura la pasión económica y se expande el derecho a la propiedad porque ambas otorgan poder. En este sentido Rousseau (El Contrato Social) dijo:
26
“Hagan desaparecer de la tierra todas las propiedades y entonces se librarán de las
angustias de la guerra”.
La pasión económica cada vez se fija más en el espíritu humano. Los problemas que más agobian a los pueblos son de carácter económico. Nadie puede negar que todas las guerras hayan tenido alguna connotación económica.

El progreso social, normalmente, produce la lucha de clases dentro del
mismo país. El poder político, es consecuencia del estado social.
Cuando el estado social progresa y aumenta su influencia, aparece la aspiración por el mando político.
Grandes tratadistas señalan que la guerra es la continuación de la política.
El avance de la ciencia y de la tecnología involucra a todas las sociedades
del mundo; este avance generalmente se da primero en el campo bélico.

27
PRINCIPIOS DE LA GUERRA

“Lograr la superioridad militar en el lugar decisivo y en el tiempo preciso”.
Masa en este sentido, no significa solo “más hombres”.
“La superioridad militar” también puede ser alcanzada si tiene superioridad
en armas, liderazgo, moral, y formación.

28
Define un objetivo
decisivo y alcanzable
para cada operación
militar. El propio objeto
de la guerra (el objetivo)
es la destrucción de
la fuerza enemiga
(eliminar).

Agarre, conserve, y
explote la iniciativa.
La mejor defensa es el
ataque.
Pulsee al enemigo a la vez elija el lugar y la forma para la cual él está sin
preparación. “Logre su objetivo antes que el enemigo pueda reaccionar”.

Asigne la energía básica
mínima a los esfuerzos
secundarios. No malgaste
sus fuerzas. Haga uso
correcto de ellas para
alcanzar la misión.
Emplee los elementos que
le aseguren el cumplimiento
de la misión.

30
Ponga al enemigo en una
posición de desventaja.
Posicione sus recursos
militares para cumplir
la misión

Para cada objetivo,
debe haber un esfuerzo
unificado y una persona
responsable para tomar
las decisiones. Está
íntimamente relacionado
con la obediencia debida.
Nunca permita
que el enemigo
adquiera
una ventaja
inesperada.
Controle todo
riesgo que pueda
afectar su estado.

El principio
reconoce que los
planes y las órdenes
deben adaptarse a
la situación.

32
Algo más que nos ayudará a explicar la idea de la Guerra Atípica, son sus
fundamentos. En ese sentido recurrimos a mencionar lo siguiente: si las cosas
no tuvieran un principio, no existirían. La guerra no escapa a esta idea.
Los principios de la guerra, como tales, están en cualquier tipo de guerra aún
en las guerras que podrían crearse como podemos corroborar con la guerra
irrestricta. Entonces, es pertinente revisar esos principios para comprender
los modelos con que se explican la concepción de la guerra atípica.

El Reino Unido aplica 10 principios de la guerra:
1.- Selección y mantenimiento de la puntería
Defina el estado del extremo y asegúrese de que toda la estrategia esté dirigida hacia
la realización de él.
2.- Concentración de la fuerza
Haga el mejor uso de energía militar para alcanzar las punterías del comandante
abrumando la capacidad militar del enemigo.
3.- Economía del esfuerzo
Haga el uso eficiente de fuerzas, energía conservadora y material para prevenir el
agotamiento innecesario.
4.- Mantenimiento de la moral
Prevenga lo suyo: fuerza de la voluntad para luchar.
5.- Acción ofensiva
Mantenga el tempo operacional atacando al enemigo.
6.- Flexibilidad
Responda a los cambios o a los ataques inesperados y a fin de modificar sus planes.

33
7.- Cooperación
Asegúrese de que los componentes marítimos, de la tierra y del aire trabajen al
unísono para alcanzar el estado planeado.
8.- Seguridad
Evite que el enemigo se beneficie de lapsos en todas las etapas del proceso militar.
9.- Sorpresa
Agarre la iniciativa atacando al enemigo en el momento oportuno.
10.- Sustainability
Fuerzas de la ayuda, del combustible y de la guía para mantener capacidad operacional.
Estimamos que señalar los principios anteriores resulta suficiente demostración de su importancia. Países como Rusia y Japón, entre otros, también
cuentan con similares principios, todos tienen el mismo propósito. Trataremos de dar una idea sobre el origen y sobre el proceso deductivo de ellos.
Asumamos lo siguiente:
“Fuerzas superiores vencen a fuerzas inferiores.”
Es de suponer que los conductores de las guerras más remotas no tenían
de donde sacar enseñanzas. Seguramente, que ninguno de ellos estudió a sus
antecesores; pero todos tuvieron que subordinar sus operaciones de guerra
a esa verdad natural e inconmovible que establece el triunfo de las fuerzas
superiores sobre las fuerzas inferiores.
Por definición, un principio es la base, razón o fundamento sobre el que se
procede discurriendo sobre cualquier cosa. El éxito del fuerte sobre el débil
dentro de las operaciones militares siempre se ha puesto en evidencia; por lo
menos, la necesidad de contar con fuerzas superiores, ha sido la necesidad de
todos los jefes. Los que se basaron, se fundamentaron, procedieron e hicieron
discurrir sus operaciones sobre esta verdad y obtuvieron éxito. Por esta razón
34
se le considera como principio de masa en la guerra. Los grandes guerreros lo
aplicaron guiados por su genio. Es este el que ha dado origen a los principios
de la guerra. La aplicación de ellos dependerá de la situación y el empleo del
buen juicio y sentido común. Son los procedimientos de ejecución los que
varían de acuerdo al progreso que la ciencia y el desarrollo de las actividades
humanas, que hace adaptarlos a las condiciones del medio y de la época.
Sabemos que hoy, la técnica cambia mucho más velozmente que hace veinte
años; consecuentemente, los procedimientos deben ser diferentes. Quien no
se adecua, y se queda en el tiempo, tiende a morir; es decir, a perder la guerra.

Antes de enfocarnos en la idea central del título es necesario hacer algunas
precisiones.

35
La primera precisión es el concepto de guerra.
Empezaremos preguntando:
¿Qué finalidad tiene que le disparen una bala al enemigo? ¿Qué finalidad
tiene disparar una ráfaga de balas al enemigo? ¿Qué finalidad tiene hacer explotar una bomba atómica en una ciudad?
Puede el lector agregar más preguntas de esta índole para que vaya calando
el concepto que estamos tratando.
Filósofos como Sung Tzu1 han llegado a la conclusión (la suscribimos
plenamente) de que la guerra significa vida o muerte, supervivencia o exterminio; es decir, es el acto más inhumano que realiza el hombre ¡Pero existe!
Sung Tzu también llegó a concebir la guerra como “el tao de engaño”, frase
que tiene relación directa con su origen porque ninguna guerra tiene razón
de realizarse, salvo las que se originan en la mentira; siendo así, la humanidad
debería tomar todas las acciones pertinentes contra quienes le dan origen y
la promueven; contra quienes la inician; contra quienes deciden su ejecución.
Resultaría plausible aplicar la regla de oro que subyace en la defensa del derecho a la vida y los principios humanos:
“Aquel que atropella un derecho ajeno, hace renuncia de sus propios derechos”.
No hay razón alguna para hacer una guerra, bastan pretextos para llevarla
a cabo. La historia y los principios demuestran normalmente, que ninguna
de las guerras ha tenido razón para ejecutarse porque la razón es humana y
la guerra es inhumana. Pero la guerra existe y siendo el camino de la mentira
(Zung Tsu) normalmente con ambiciones económicas, sus promotores, usan
su brazo político para correr traslado de su responsabilidad a quienes solo
son instrumentos de esas decisiones. La gran mayoría de tratadistas han sido
claros en señalar que la guerra es una decisión política mas no militar. Por
ejemplo, en el Perú, donde se ha experimentado la guerra atípica (antiterroris-

1 Sun Tzu fue el autor del más antiguo tratado militar chino, “El arte de la guerra”,
que se estima que fue escrito alrededor del 500 a.C.

36
ta), constitucionalmente y de facto el poder militar está subordinado al poder
político; pero, son los militares quienes están respondiendo equivocadamente
ante el Poder Judicial por las decisiones del poder político. Como se podrá
colegir de la lectura del presente libro, este poder político es el único que
puede cambiar el Estado de derecho al Estado de excepción a través del Poder Legislativo (Congreso de la República) para que los militares ejecuten la
guerra pues mientras esté vigente el Estado de derecho no existe guerra alguna. Pero, habiendo sido el Perú considerado como uno de los países fallidos,
principalmente, por la incapacidad de los políticos para gobernar, así como el
altísimo nivel de corrupción, igual complacencia al terrorismo y al narcotráfico, con mala calidad de la educación, crítica seguridad ciudadana, políticos
que incumplen su promesas pero que reciben los sueldos más altos dentro
del Estado, entre otros puntos como escudarse en la palabra: Democracia, venida a menos porque no existe el principio de igualdad, principalmente en el
Poder Judicial, posibilitando que ocurra cualquier cosa diferente al verdadero
modelo democrático.
Mientras predominen instintos, necesidades e intereses en los responsables de la administración de justicia y en los políticos de turno, no se podrá
decir que existe Justicia en una organización social; consecuentemente, no
existe democracia por ser la justicia un principio sine qua non de ella. Tendrán que ser las aspiraciones y los principios el camino al respeto del estado
de derecho. Suficientes razones para entender la guerra y las acciones de los
militares verdaderos y únicos paladines de la paz.
Todas las guerras se llevan a cabo en estados de excepción. No existe en
la historia universal una guerra realizada dentro del Estado de derecho. Sin
embargo, existen organizaciones mundiales (políticas) que por el solo hecho
de tener nombre rimbombante pretenden dar lineamientos “civilizados” para
que las acciones se encuadren en los derechos humanos, cuyo primer derecho es la vida. Hipócritamente pretenden “lavar la cara” a la guerra. Se alejan
de las causas y dictan medidas para castigar las consecuencias, abriendo una
ventana para que los victimarios se conviertan en víctimas; para que los abusadores tomen la imagen de abusados. Contradicción de los políticos, quienes
promueven guerras pero dicen preocuparse por el derecho a la vida.
37
Vale extender la precisión sobre la experiencia de la guerra pues solamente puede comprenderla quien se ha encontrado en el momento en el que el
siguiente instante es la muerte. Los que se encuentren preparados para ese
instante, sobrevivirán y por ende ganarán la guerra, mientras que quienes
mueran la perderán. Esa es la guerra, cruel, salvaje2 (tan salvaje que los militares rugimos en el ataque), inhumana y maldita. No es como la conciben
desde sus escritorios los políticos. En una guerra pueden aflorar actos que nadie podría prever, ni uno mismo. Nadie puede sustraerse a la responsabilidad
que le alcanza, menos correrle traslado al ejecutante aún cuando este se haya
preparado exclusivamente para ejercer la guerra. En ella se encuentran involucrados todos quienes toman conocimiento de su desarrollo, sin excepción;
pero, quien prende la chispa es uno y único responsable directo.
Solo una persona es necesaria para prender una chispa. Sin embargo, a la
mayoría le resulta muy fácil hablar de la guerra como un hecho social coherente con principios éticos privilegiando algún tipo de respeto pero, sin respetar
la vida. Pero no solo es la falta de conocimiento y experiencia la culpable de
esa forma de percibir la guerra y creer que con solo seguir minuciosamente,
su desarrollo obtuvo la calificación pertinente. También contribuye a ese desenfoque la fractura que hay entre las leyes y las acciones ciudadanas toda vez
que nadie quiere cumplir las leyes, nadie se involucra ante el incumplimiento
realizado por culpables y para muchos es muy cómodo vivir cerca de un
delincuente quien con una “parrillada” le gana su incondicionalidad. Si tiene
como vecino a un narcotraficante le resulta mejor “no estar enterado” de sus
actividades. Vemos en las calles personas que arrebatan carteras, celulares, paquetes o asaltan a transeúntes o vehículos y nadie interviene. Tenemos autoridades que dejan libres a los delincuentes porque el producto de sus fechorías
“no es significativo”. Dicen que mejor es un mal arreglo que un buen juicio
originando que todo discurra por el cauce de la corrupción. En ese espacio
entre las leyes y las acciones ciudadanas crece el embrión del terrorismo.
En algunos países se han producido actos de violencia que representan
graves ataques contra los derechos humanos, esa violencia se llama terroris2

38

Incontrolado, violento o fuera de las normas establecidas.
mo, crimen masivo que pretende generar un ambiente de angustia y zozobra
mediante prácticas inhumanas tales como: cochebomba en lugares con población civil, secuestros, torturas y desapariciones forzadas, ataque al patrimonio de los servicios públicos esenciales. De lo dicho, colegimos que resulta
absolutamente injusto castigar al que hace uso de su derecho a la defensa
porque nadie, absolutamente nadie ni el mismo lector sabe a priori cómo va
a reaccionar ante un estímulo cuando de la propia vida se trata. La guerra
es una imposición, no es una negociación. Es la aplicación de la ley del más
fuerte. La guerra es un hecho no un dicho. ¡Pero la guerra existe! y nadie está
exento de alguna responsabilidad. Si alguien cree no tenerla que tire la primera piedra.

La siguiente precisión corresponde al término conocimiento. Sobre este
punto se debe tener claro que toda persona en su desarrollo intelectual obtiene conocimientos por cultura lo cual le otorga cierta posición dentro de la
temática que trate.
Diferente del conocimiento profundo que alcanza el especialista y mayor
es la diferencia con la del experto quien agrega al conocimiento del especialista, la experiencia y la acción que lo convierten en perito.
39
Bien dicen que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. A estos conocimientos puede trascender el obtenido a nivel filosófico.
Esta precisión es necesaria para validar los conceptos que corresponden a
temas como el tratado en el presente libro. Todos pueden opinar sobre cualquier temática pero nadie debe tener dudas que los expertos son los mejores
calificados para emitir opinión en lo que se trate y siendo este tema el más
delicado de los que se puedan imaginar, resulta pertinente aclararlo.
Así pues, resultaría muy soberbia la persona no calificada que pretenda
imponer su opinión sobre la del experto por el solo hecho de haberse involucrado en algún tema particular relacionado con la guerra. Peor usando ideas
generales.
Por lo dicho, puede entenderse las variadas opiniones generadas por ciertos enfoques personales que conllevan intereses políticos o se deban a que su
opinión se basa en la de alguien que tiene cierto renombre, pero no es experto
en el tema y dijo algo en el sentido de su propio enfoque, mas técnicamente,
eso resulta siendo un sofisma. En el tema de la guerra existen expertos y algunos especialistas.

40
Otra precisión está referida a lo que significa la excepción:
“La excepción es más importante que la regla, ya que la regla no prueba nada y la
excepción lo prueba todo; no solo confirma la regla sino también su existencia, que
deriva solo de la excepción”.
Carl Schmitt 3

A pesar de que sobre este concepto existen innumerables trabajos filosóficos como el realizado por Carl Schmitt quien resume “lo normal, nada
prueba; la excepción, todo” existe opinión mediante la que pretenden forzar
la idea por la cual la excepción está subordinada a la regla, pero es obvio que
solo se trata de una opinión interesada en hacer prevalecer esa idea sobre la
que ha sido claramente definida por los expertos. Conocer que la excepción
se define como la cosa que se aparta de la regla o condición general de las
demás de su especie (Salvat, 2004) es importante, porque las guerras se llevan
a cabo en estados de excepción.
La experiencia consolida el siguiente aforismo: “la excepción confirma
la regla”. Por lo que no quedan dudas que este concepto nos dice que la excepción esta fuera de la regla y la regla fuera de la excepción. Nada de lo que
pertenece a la regla, pertenece a la excepción y viceversa.
En el estado de excepción todo vale porque no hay reglas. Dos coroneles
chinos (Liang y Xiangsui) en los estudios que han realizado sobre la guerra
irrestricta4 dicen que la primera regla de esa guerra es que no hay reglas, nada
está prohibido; lo que quiere decir que están hablando de la excepción (donde
no hay reglas). Cuando se habla de excepción las reglas quedan de lado o suspendidas, sin ningún valor. Podrán recobrar su valor al restablecerse la regla
y consecuentemente la excepción no existirá.
¿Legalmente, podría existir el abuso donde no hay reglas?
3 Carl Schmitt (Plettenberg, Prusia, Imperio Alemán, 11 de julio de 1888 – ibídem, 7
de abril de 1985) fue un jurista de Estado alemán.
4 “LA GUERRA IRRESTRICTA”. Liang y Xiangsui.

41
Según John McCormick, Ibíd., 224:
“Las excepciones son hechos y situaciones que no han entrado o estado nunca en el
mundo de las reglas jurídicas, porque no pertenecen al mismo. No son cosas jurídica
stirctu censu. En otras palabras; lo excepcional no puede entrar en el mundo de las
reglas jurídicas, es lo que no requiere ni admite ley y, tal vez, la ley no hace otra cosa
que preverlo y advertirlo sin poderlo inordinar en su reglamentación. “La excepción
no puede ser circunscrita fácticamente ni se puede hacerla coincidir con una norma
previa…de hecho, reta una codificación general” 5
¿Qué pasaría si a una excepción se la hace coincidir con una norma? En
primer lugar, es imposible porque desaparecería la excepción y si desaparece
la excepción desaparece el sustento más importante de la norma; empero, si
en algún lugar del mundo alguien podría hacerlo estaríamos hablando de un
loco con poder; es decir, de un abusivo.
En conclusión, la norma y la excepción no conviven; no pueden existir al
mismo tiempo; solo una de ellas es válida en su tiempo. Todo conocimiento
es válido cuando se sostiene en su tiempo, en su espacio y en su lugar; entonces, argumentar su coexistencia, es una falacia. Por tanto, la norma está en la
paz y la excepción está en la guerra. Y ambas, son mutuamente excluyentes.

5

42

John McCormick, ibid., 224
Para esta precisión transcribo el trabajo de Mariano Arnal 6 quien pone en
claro y en su verdadera dimensión este concepto, con anotaciones del autor.
“Está formada por el radical terror y por el sufijo –ista, que es el que me
interesa en este momento. Veamos qué es eso de –ista. María Moliner lo define con absoluta claridad:
1. Sufijo con que se forman nombres de agente, oficio o profesión:
almacenista, taxista, dentista.
2. Nombres adjetivos de partidario de, o adicto a lo que expresa la misma raíz con la terminación “-ismo”: carlista, modernista, fatalista.
Es decir que allí donde hay un –ismo, un –ista es un partidario o un adicto a
ese –ismo. Es la lengua la que quiere que así sea, y por tanto es siempre así.
Si comunista es el partidario o adicto del comunismo, y nacionalista el partidario o adicto del nacionalismo, terrorista no será solo el que ejerce el ficio
del terror, como el taxista ejerce el oficio del taxi o el editorialista ejerce el de
los editoriales; no será solo ese, sino también y no en último lugar, el que es
6

Mariano Arnal. www.elalmanaque.com/politica/TERRORISTA.htm

43
partidario o adicto del terrorismo. Es lógico que así sea, porque sin el soporte ideológico del terrorismo que los viste y los santifica, los actos de terror
se convierten en meros delitos comunes, que también causan terror, sobre
todo los más violentos…” Esto es lo que persiguen los “caviares”, “…y sin
embargo no pasan por ello a llamarse actos terroristas, y menos aún “de terrorismo”, puesto que no tienen una doctrina que los defienda, los justifique,
los santifique y les asigne categoría, dignidad y discurso. Eso es lo que manda
la lengua. Los conceptos de terrorismo y terrorista no se deben tanto al terror
como a la ideología sobre el empleo político del terror. De ahí que terroristas
propiamente dichos no son tanto los que aterrorizan, que todos los criminales lo hacen, sino los que en uno u otro grado comulgan con las ideas que
defienden, comprenden, toleran y tratan con una especial deferencia a los que
practican el terror con fines políticos.
Toca pues redefinir al terrorista, y hay que hacerlo desde el terrorismo,
precisamente desde el ismo, desde la adicción a sus doctrinas. Para el terror
sin –ismos, tiene nuestra lengua los adjetivos aterrador y terrorífico, que se
aplican a todo acto que causa terror. Para saltar de ahí al –ismo hay que ponerle cara y ojos al terror, hay que engalanarlo, hay que construir en torno a
él un cuerpo de doctrina, hay que crear fuertes corrientes que penetren en el
tejido social, como se tuvo que hacer con el liberalismo en su día, y luego con
el capitalismo, el comunismo, el socialismo, el nacionalismo. Si las doctrinas y
tendencias no impregnan el pensamiento y la acción, se agotan en sí mismas.
Por eso en el examen del terrorismo como ideología política no hay más que
ver cómo todo el tejido social ha dado carta de naturaleza a esa ideología. No
hay más que echar un vistazo a las iglesias que frecuentan los nacionalistas, a
los tribunales que juzgan a los terroristas y a las cárceles en que están alojados
los terroristas presos, en condiciones envidiadas por los presos comunes; no
hay más que ver y oír las constantes piruetas de los políticos en sus esfuerzos
por no llamar a cada uno por su nombre…”
Los actos que realizan los terroristas según los “caviares” se llaman “atentados” = acto contra cualquier persona o cosa con la finalidad de alterar el
orden establecido. Pero, las “matanzas” las hacen quienes combaten a los

44
terroristas. “…para entender que el terrorismo como doctrina ha calado muy
hondo, y ha sido asumido no solo por la iglesia, por los tribunales (según el
Constitucional, los dirigentes del partido de los terroristas no eran terroristas;
y en todo caso no se debía castigar con excesivo rigor su apología del terrorismo), por el estado y por los políticos, sino que incluso las víctimas vivientes
(las mortales ya no; recordemos a Ernest Lluc) le reconocen algún tipo de legitimidad al terrorismo, y por eso han asumido convivir con él. No debieran
pues ofenderse de que les llamen terroristas los que en diversos grados entienden y asumen la ideología en que se mueve el terrorismo, porque se trata
sobre todo de un fenómeno ideológico. Ni debería sentirse molesto el brazo
político de Eta, llámese Hb o Eh, si se le llama con toda propiedad partido
terrorista (mejor con artículo determinado); ni debieran molestarse el tribunal
constitucional, y el supremo, y la audiencia nacional si se les denomina proterroristas, y muchos opinadores de oficio si se les califica de filoterroristas.”

La última precisión se relaciona con el concepto del término atípico. Toda
acción que no está establecida en alguna doctrina es atípica porque no encaja
en el modelo que cada doctrina establece sino por lo contrario se aparta de
ellas. Por tanto, a lo que es atípico no se puede aplicar lo que se establecen en
45
alguna doctrina. La mejor idea nos la da el derecho penal en el que se considera atípicas aquellas acciones que no se adecuan a la norma penal prescrita
por lo que no son punibles.
Según Mauricio Ciciliano7:
“Desde el punto de vista psicopedagógico podemos decir que atípico es un acto que no
está basado en ningún modelo o tipo”.
En conclusión, lo atípico no tiene doctrina.

7 Mauricio Aguilar Ciciliano. Correo: aguilarciciliano@yahoo.com
Grado académico: Licenciado en Letras; Maestría en Derechos Humanos y Educación
para la Paz.

46
Hacemos un resumen sobre el concepto de guerra:
Sun Tzu
“La guerra es el mayor conflicto de Estado, la base de la vida y la muerte,
el Tao (el camino, la vía, el método, la dirección o el curso principal,) de
la supervivencia y la extinción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla
profundamente”.
Sun Tzu
“La guerra, es el Tao del engaño”
Karl Von Clausewitz
“La guerra es la continuación de la política por otros medios”.
Richard Holmes
“La guerra es una experiencia universal que comparten todos los países y
todas las culturas”.
El Instituto de Investigación de la Paz Internacional de Suecia
Define la guerra como todo aquel conflicto armado que cumple dos
requisitos:
• enfrentar al menos una fuerza militar, ya sea contra otro u otros ejércitos o contra una fuerza insurgente y
• haber muerto mil o más personas.
General George Patton
“El objetivo de la guerra no es morir por tu país, sino hacer que otro
bastardo muera por el suyo.”
“El patriotismo en el campo de batalla consiste en conseguir que algún
desgraciado muera por su país antes de que él consiga que tú mueras por el tuyo”.
(Comentario: de estos términos se puede colegir el significado de la
obediencia debida).
47
Agregamos un nuevo enfoque para incrementar el bagaje:
GUERRA IRRESTRICTA
Dos coroneles de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación de
China (EPL), Qiao Liang y Wang Xiangsui, describen que los motivos que
hacen “pensar en nuevas estrategias se dan cuando se enfrentan a situaciones
que se tornan muy tensas y a las preocupaciones que cada uno ha tenido
durante los últimos diez años en lo que concierne a temas militares”.
Su trabajo lo publicaron en febrero de 1999 titulándolo La guerra irrestricta.
Liang y Xiangsui iniciaron de esta manera una revolución en el campo de las
teorías de la guerra.
“La primera regla de la Guerra Irrestricta es que no hay reglas, nada está
prohibido”.
Los Coroneles chinos alertaban al mundo que las nuevas amenazas
sobrepasan el ámbito estrictamente militar y que se emplearían métodos
vedados por las leyes internacionales.
Bajo este punto de vista, la guerra se desborda fuera del campo de batalla
y los métodos empleados se multiplican a todos los ámbitos de las naciones
y la tecnología.

48
CAPÍTULO II

GUERRA ATÍPICA
INTRODUCCIÓN
A LA GUERRA ATÍPICA

E

n uno de los pasajes del libro, Qiao y Wang vislumbran el futuro
de la guerra en la cual “el joven soldado que tenga que cumplir sus
órdenes preguntará: ¿dónde está el campo de batalla?, la respuesta
debería ser: “en todas partes”.
Se espera que lo expuesto facilite la comprensión de la temática.
Con las precisiones vistas al principio del libro sobre guerra, excepción,
conocimiento y terrorista; las dos caras de la guerra: guerra “cruda” y guerra
“controlada”; la guerra irrestricta; y los Principios de la Guerra, podemos
explicar la teoría de la guerra atípica.

Es la guerra declarada por terroristas contra el Estado de derecho
(democracia). En el Perú fue declarada al Estado democrático existente.
Su fuente de existencia se encuentra en el hecho que sus elementos son
desconocidos y actúan encubiertos dentro de la población civil misma que
en el estado de derecho esta protegida no normas humanitarias y leyes
51
propias de cada país, y no es posible determinar su valor militarmente.
Por tanto, resulta imposible manejar los factores aplicables a las diversas
guerras definidas a través de la historia militar (Misión, Enemigo, Terreno
y Condiciones Meteorológicas), factores que dan origen a las Doctrinas
Militares; por tanto, no tiene doctrina. Es la antítesis de lo doctrinario. Las
guerras doctrinariamente incluyen dos “partes” o fuerzas opositoras (Fuerzas
Amigas y Fuerzas Enemigas) claramente delimitadas. En la Guerra Atípica la
“parte” agresora no se puede delimitar, es desconocida como un fantasma,
nadie sabe quién es el enemigo y nadie se declara como tal salvo flagrancia,
aunque después en el estado de derecho valiéndose de sus ideólogos recurren
a la solicitud de pruebas para evadir responsabilidades y atacar a sus contrarios
e incluso conseguir reparaciones dinerarias significativas de parte del Estado
que ninguno de los defensores de la democracia ha podido conseguir ni
siquiera han sido considerados en ese aspecto. Nadie tiene interés en ser
identificado como terrorista, consecuentemente por ese lado doctrinario, no
hay enemigo; entonces, no existe parte interesada conocida para aplicar las
doctrinas de guerra. Siendo así, para este estudio se le considera como la otra
“parte” (enemigo), solo como una etiqueta para mencionar su existencia que
como se ha mencionado es fantasmal.
En términos concretos, esta es la Guerra en la que no es posible aplicar
doctrinas de las diversas formas de guerras (regulares y/o irregulares)
desarrolladas en el mundo, porque los factores que sirven para formular estas
doctrinas resultan inaplicables, toda vez que la fuerza enemiga no se puede
delimitar.
La guerra atípica se caracteriza porque uno de sus elementos actúa:
► Encubierto dentro de la población civil, con el objetivo de no ser identificados.
► Escondiendo su dimensión e incluyendo dentro de sus efectivos hombres, mujeres, ancianos y niños para acusar a las fuerzas del orden de
abusivas y desprestigiarlas mediáticamente.
52
► Atacando a las fuerzas del orden y afectando su moral.
► Eliminando a las autoridades legítimamente constituidas.
Llegado a este punto, el autor considera pertinente explicar el caso ocurrido
en el Perú mediante el empleo de modelos, para facilitar la comprensión de
la guerra atípica.

53
MODELO.- Es la representación simplificada de la realidad, sustentada
con un esquema teórico. La realidad es objeto de una continua evaluación
técnico-científica.

Filosofía maoísta-leninista modificada por Abimael Guzmán para imponer
en el Perú la ideología de la agrupación terrorista-genocida Sendero Luminoso.
Organización escalonada hasta el nivel célula terrorista encargada de las
acciones de terror contra el Estado peruano.
Fuerza operativa no identificable, mimetizada dentro de la población civil
con el fin de confundir a la opinión pública ante acciones de las fuerzas del
orden para desacreditarlas.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Tomar el gobierno del país para destruir la democracia e implantar un
socialismo diseñado por el camarada Abimael Guzmán (a) presidente
Gonzalo.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Eliminar a las autoridades legalmente constituidas en los lugares más
alejados en el interior del territorio para subordinar incondicionalmente a la
población.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Formar sus cuadros con hombres, ancianos, mujeres y niños para crear en la
opinión pública rechazo a las Fuerzas del Orden cuando intervengan contra ellos.
54
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Alcanzar el equilibrio estratégico para enfrentarse a las fuerzas del orden.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Realizar alianzas estratégicas con elementos al margen de la ley
(narcotraficantes) para conseguir recursos.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Infiltrar el poder judicial para liberar a los terroristas.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Mantener sus elementos operativos en el anonimato para imposibilitar la
probanza de su participación en el Poder Judicial y aparecer como víctimas
de abuso.
► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA:
Ganar apoyo interno y externo de organizaciones afines para fortalecer
su posición.
► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de Sorpresa)
Causar daños a la infraestructura del país en los lugares menos protegidos
sin importar la presencia de seres humanos y atemorizar al pueblo peruano
para subordinarlo mentalmente.
► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de masa)
Con el menor contingente (célula terrorista) causar la mayor cantidad de
bajas a los defensores de la democracia para afectar la moral porque constituye
la fuerza espiritual más importante en la guerra, mediante ella el ser humano
hace aflorar los principales valores que ha cultivado, los mismos que tiene que
defender aún sacrificándose.
► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de Seguridad)
Operar y mantener a sus integrantes en absoluto anonimato para neutralizar la
intervención de las fuerzas del orden y evitar bajas en la organización terrorista.

55
► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de Objetivo).
Atacar sorpresivamente objetivos seleccionados causando la mayor
destrucción posible para crear terror en la población.

El modelo impuesto por los terroristas tenía como criterio fundamental:
imposibilitar la identificación de sus elementos (atípico), obteniendo muchas
ventajas, tal como: aparecer ante el mundo como víctimas inocentes porque se
mimetizaban en la población; de esa forma lograban desprestigiar a las Fuerzas
del Orden explotando los medios de comunicación por sus ideólogos, por los
políticos extremistas, por las organizaciones afines (internas y externas), por
intereses económicos y por las personas con falta de entendimiento, escaso
sentido común y poco criterio pero que responden positivamente al llamado
mediático del entorno terrorista (Sugerencia: vuelva a leer el concepto de
terrorista inserto en el presente libro).

Fuerza entrenada para ganar la guerra (sobrevivir al momento en que el
siguiente instante es la muerte); es decir, para eliminar al enemigo (ganarle la
iniciativa para sobrevivir).
La debida obediencia siempre se usó como la piedra angular para desarrollar
los reflejos necesarios para sobrevivir en las acciones de esta guerra; porque
permite al jefe, responsable de las vidas de sus subordinados, prepararlos para
reaccionar más rápido que el enemigo en el momento crucial de encontrarse
entre la vida y la muerte. De esa manera se elimina la fracción de tiempo que
emplearía, el subordinado, en pensar si debe o no obedecer la orden, fracción que
otorgaría la iniciativa al enemigo y consiguiente muerte del elemento del orden.
Esta fuerza basa sus acciones de guerra en la reacción más rápida que la
del enemigo gracias al entrenamiento eminentemente técnico. Siempre tiene
que adelantarse a la acción terrorista.

56
Sus operaciones se encuadran en doctrinas preestablecidas y concordadas
con las normas nacionales e internacionales, actuando también de acuerdo
a situaciones excepcionales para garantizar la Defensa Nacional, incluyendo
cualquier forma de guerra a la que tiene el deber ineludible de adaptarse.
Para combatir a los terroristas en el marco de la Guerra Atípica se creó una
unidad especial basada en su filosofía (debida obediencia) y en los siguientes
principios de la guerra:
► Masa:
Utilización de expertos y especialistas para incrementar la superioridad
combativa.
► Sorpresa:
Respuesta atípica, distinta a la doctrinaria.
► Seguridad:
Empleo del secreto y del compartimentaje.
► Ofensiva:
Alcanzar el objetivo final de destruir al enemigo y su voluntad de
lucha.
► Simplicidad:
Explicación clara de procedimientos y medios.
► Maniobra:
Ubicación en lugares apropiados para lograr los resultados esperados.
► Economía de las Fuerzas:
Empleo mínimo de esfuerzos secundarios.
► Objetivo:
Eliminar al enemigo -los terroristas-

57
Los fundamentos para el modelo antiterroristas son:
Infiltración de la organización terrorista con agentes de inteligencia
(personal experto y/o especialista) para la identificación precisa de sus
elementos que conformaban los escalones y para determinar las formas de
su accionar; también, para obtener informaciones de carácter secreto que
permitieron tener certeza de las acciones y de los terroristas que intervinieron
en el planeamiento de ellas. Además, se usó para conocer las estrategias y los
objetivos de los terroristas que permitieron diseñar las acciones especiales
pertinentes para neutralizarlos y vencerlos.
Tomar conocimiento del entorno terrorista (interno y externo).
Combatir el terrorismo con acciones atípicas para neutralizar la iniciativa
en sus operaciones.

El primer producto de la guerra, es la muerte.
En la guerra, matar es absolutamente válido.
La muerte en la guerra equivale a la derrota.
Los militares nos preparamos para la victoria; es decir, para vivir. No
vamos a la guerra a morir1 ; nuestra decisión es seguir vivos y que el enemigo
sea el derrotado. Sabemos que podemos morir y aceptamos por los valores
que cultivamos para defender, en nombre de todos los seres humanos de
buena fe, nuestra amada Patria.

1
www.scribd.com/doc/12990505/Resumen-Leviatan “El más apremiante y poderoso es el impulso de subsidencia o auto conservación. La fuente de mayor repulsión y
temor es la muerte. Es también el único deseo que afecta a todos por igual; toda persona
desea mantenerse viva.”

58
La guerra atípica, como toda guerra, se desarrolla en un estado de
excepción, donde no hay leyes ni reglas de ningún tipo.
La forma de la guerra depende de las acciones de las dos partes
intervinientes: la agresora y la agredida.
La primera representa el estímulo y la segunda la reacción. Nadie puede
saber cómo reaccionará ante un estímulo cuando de la vida se trata.
Solo existe doctrina para las guerras en que las dos partes están delimitadas
pues ella nace de los factores que en principio son: misión, enemigo, terreno y
condiciones meteorológicas.
Los factores de la guerra son aquellos recursos, materiales o no, que al ser
estudiados y analizados solos y/o combinados en el proceso de preparación
agregan valor para la concepción de estrategias y elaboración de tácticas para
las operaciones que en suma conforman la doctrina. Sin estos factores no hay
doctrina.
Existe el derecho natural y legal de autodefensa o de legítima defensa
contra el enemigo cuando ataca injustamente a un pueblo. Si se niega este
derecho de legítima defensa se robustece al agresor y se pone en peligro la
paz de los pueblos.
La Constitución Política del Perú asigna a las FF AA la Defensa Nacional
y dentro de ella se considera la guerra. Empero la guerra es una decisión
política y no militar. Ninguna ley está por encima de la Constitución.

59
Los principios de la guerra son los únicos elementos válidos para emplearse
en cualquier tipo de guerra, por eso se han tenido en cuenta para desarrollar
los modelos de la guerra atípica.
Ninguna doctrina sobre la guerra, es aplicable a los modelos de este
conflicto, porque toda doctrina existente se basa en dos fuerzas beligerantes
bien delimitadas: amigo y enemigo.
Es imposible construir doctrina en aquella guerra que no permite delimitar
una de las fuerzas actoras. ¿Quién es? ¿Dónde está? ¿Cuál es su valor?
La respuesta del Estado Peruano a la agresión llevada a cabo por los
terroristas, se dio conforme a la reconocida ley natural que trasciende a las
leyes sociales de un estado de derecho que dice:

“A toda fuerza se opone una igual;
pero en sentido contrario”.

60
OTRO SI DIGO

•
•
•

Principio divino basado en las leyes de la creación del universo.
Fundamento del Principio Jurídico de Igualdad.
Principio sine qua non de la Democracia.

Organización del estado encargada de administrar justicia basada en leyes
humanas con criterio subjetivo denominado “criterio de conciencia” del
juzgador, por ende, distinto al principio divino al que aspiramos los seres
humanos.

61
“la guerra no es un juego...”
CAPÍTULO III

FUNDAMENTOS
A.- GUERRA “CRUDA” 1
O GUERRA SUSTANTIVA

A continuación haremos una transcripción de uno los trabajos más destacados relacionados a la temática de este libro con comentarios del autor.

ESTUDIO FILOSÓFICO RELACIONADO CON LA GUERRA
Texto de 1932 con un prólogo y tres corolarios
de Carl Schmitt
Traducido de la edición de 1963 por Dénes Martos
(EXTRACTO)

Esta nueva versión del escrito sobre El concepto de lo político de Carl Schmitt,
contiene el texto original y completo de la edición de 1932. En el Epílogo
de 1932 se destacaba el carácter estrictamente didáctico del trabajo y se resaltaba expresamente que todo lo que aquí se dice acerca del concepto de lo
político debe entenderse como “el encuadramiento teórico de un problema
inmensurable”. En otras palabras: se trataba de establecer un marco para
determinadas cuestiones científico-jurídicas, a los efectos de ordenar una temática enmarañada y para hallar la estructura de sus conceptos. Este trabajo
no puede comenzar con definiciones esenciales atemporales. Por el contrario,
1 Cruel, despiadado o muestra con excesivo realismo lo que puede resultar
extremadamente desagradable.

67
se inicia con criterios; tanto como para no perder de vista a la materia y a la
situación. Principalmente se trata en esto de la relación y de la contraposición
de los conceptos de estatal y político por un lado, y de guerra y enemigo por
el otro, a los efectos de entender su contenido informativo para este campo
conceptual... ” [1]
Esta temática, facilita la comprensión de nuestro trabajo.

Quien destruya las diferenciaciones clásicas de la guerra entre Estados y
las limitaciones que se basan en ellas, tiene que saber lo que hace. Revolucionarios profesionales como Lenin y Mao Tse-tung lo sabían. Algunos juristas
profesionales no lo saben. Ni siquiera se dan cuenta de cómo los conceptos
clásicos de la guerra controlada resultan utilizados como armas por la guerra
revolucionaria, armas a las cuales se las emplea de un modo puramente instrumental, sin compromisos y sin la obligación de reciprocidad.
Esa es la situación. Un contexto tan ambiguo e intermedio de forma y de
deformación, de Guerra y de Paz, presenta cuestiones incómodas e ineludibles
que contienen un auténtico desafío. La palabra alemana herausforderung (desafío) expresa aquí tanto el sentido de un challenger como el de una provokation.

En la guerra irregular actual, tal como se ha desarrollado a partir de 1932
en la guerra chino-japonesa, luego en la segunda guerra mundial y finalmente
después de 1945 en Indochina y en otros países, se unen dos procesos contradictorios; dos especies completamente diferentes de la guerra y de la enemistad. En primer lugar, hay una resistencia autóctona, esencialmente defensiva,
que el pueblo de un país le opone a la invasión extranjera y, en segundo lugar,
está el apoyo y la dirección de una resistencia así por parte de terceras potencias interesadas y mundialmente agresivas. El partisano, que para la conducción bélica clásica no era más que un “irregular”, se ha convertido en el
ínterin, si bien no en una figura central, aún así en una figura clave de la conducción bélica revolucionaria mundial. Recuérdese tan solo la máxima clásica
68
con la que los ejércitos prusiano-alemanes esperaban vencer a los partisanos:
“la tropa combate al enemigo; de los merodeadores se encarga la policía.
También en esa otra especie moderna de la guerra actual, en la llamada guerra
fría, se rompen todos los pilares conceptuales que hasta ahora soportaban al
sistema tradicional de limitación y contención de la guerra...”.
El rompimiento de cualquier pilar conceptual conlleva la creación de nuevos conceptos.
“…La guerra fría se burla de todas las diferenciaciones clásicas sobre la
guerra y la paz y la neutralidad, la política y la economía, lo militar y lo civil,
combatientes y no-combatientes — y solamente no desprecia la diferenciación entre amigo y enemigo; diferenciación ésta que hace a su origen y a su
esencia.
No es ningún milagro que la antigua palabra inglesa foe ha despertado de
su arcaico sueño de cuatrocientos años y, desde hace dos décadas, ha vuelto
a ponerse nuevamente en uso al lado de enemy. ¿Cómo podría ser posible
mantener viva una reflexión sobre la diferenciación entre el amigo y el enemigo en una época que produce medios de aniquilamiento nucleares y simultáneamente borra la diferencia entre la guerra y la paz? El gran problema sigue
siendo el de ponerle límites a la guerra y esto, cuando no se conecta por parte de
ambos bandos con una relativización de la enemistad, termina siendo o bien un juego cínico,
la orquestación de un dog fight, o bien no es sino un pueril autoengaño. [8]
Marzo de 1963
Carl Schmitt

Los conceptos de amigo y enemigo deben tomarse en su sentido concreto
y existencial; no como metáforas o símbolos; no entremezclados y debilitados
mediante concepciones económicas, morales o de otra índole; menos todavía
psicológicamente y en un sentido privado-individualista como expresión de
69
sentimientos y tendencias privadas. No son contraposiciones normativas ni
“puramente espirituales”. El liberalismo, con su típico dilema entre espíritu
y economía (a ser tratado más adelante), ha intentado diluir al enemigo convirtiéndolo en un competidor por el lado de los negocios y en un oponente
polemizador por el lado espiritual. Dentro del ámbito de lo económico ciertamente no existen enemigos sino tan solo competidores y en un mundo absolutamente moralizado y ético quizás solo existan adversarios que polemizan.
Sin embargo, que se lo considere — o no — detestable; y, quizás, que hasta
se quiera ver un remanente atávico de épocas bárbaras en el hecho de que los
pueblos todavía siguen agrupándose realmente en amigos y enemigos; o bien
que se anhele que la diferenciación desaparecerá algún día de la faz de la tierra; o que quizás sea bueno y correcto fingir por razones pedagógicas que ya
no existen enemigos en absoluto; todo eso está aquí fuera de consideración.
Aquí no se trata de ficciones y normatividades sino de la realidad existencial
y de la posibilidad real de esta diferenciación. Se podrán compartir — o no
— las esperanzas o las intenciones pedagógicas mencionadas; pero que los
pueblos se agrupan de acuerdo a la contraposición de amigos y enemigos, que
esta contraposición aún hoy todavía existe y que está dada como posibilidad
real para todo pueblo políticamente existente, eso es algo que de modo racional no puede ser negado.
El enemigo no es, pues, el competidor o el opositor en general. Tampoco es
enemigo un adversario privado al cual se odia por motivos emocionales de antipatía. “Enemigo” es solo un conjunto de personas que, por lo menos de un modo
eventual — esto es: de acuerdo con las posibilidades reales — puede combatir a
un conjunto idéntico que se le opone. Enemigo es solamente el enemigo público,
porque lo que se relaciona con un conjunto semejante de personas — y en especial con todo un pueblo — se vuelve público por la misma relación…”
El concepto de enemigo también es muy importante para comprender el
tema desarrollado en el presente libro.
“…El enemigo es el hostis, no el inmicus en un sentido amplio; el polemios,
no el echthros. [17]. El idioma alemán, al igual que otros idiomas, no distingue
entre el “enemigo” privado y el político, por lo que se vuelven posibles muchos malentendidos y falsificaciones. El tantas veces citado pasaje “amad a
70
vuestros enemigos” (Mateo 5,44; Lucas 6,27) en realidad dice: “diligite inimicos
vestros” — agapate tous echtrous hymon — y no diligite hostes vestros; por lo
que no se habla allí del enemigo político. [18] En la milenaria lucha entre el
cristianismo y el islam jamás a cristiano alguno se le ocurrió tampoco la idea
de que, por amor, había que ceder Europa a los sarracenos o a los turcos en
lugar de defenderla. Al enemigo en el sentido político no hay por qué odiarlo
personalmente y recién en la esfera de lo privado tiene sentido amar a nuestro
“enemigo”, vale decir: a nuestro adversario. La mencionada cita bíblica no
pretende eliminar otras contraposiciones como las del bien y del mal, o la de
lo bello y lo feo, por lo que menos aun puede ser relacionada con la contraposición política. Por sobre todo, no significa que se debe amar a los enemigos
del pueblo al que se pertenece y que estos enemigos deben ser apoyados en
contra del pueblo propio.
La contraposición política es la más intensa y extrema de todas, y cualquier otra contraposición concreta se volverá tanto más política mientras más
se aproxime al punto extremo de constituir una agrupación del tipo amigoenemigo. En el interior de un Estado — que como unidad política organizada
toma, por sí y como conjunto, la decisión sobre la amistad-enemistad, — y
además, junto a las decisiones políticas primarias y en defensa de la decisión
tomada, surgen luego numerosos conceptos secundarios de lo “político”. Por
de pronto, surgen merced a la equiparación de lo político con lo estatal tratada en el primer punto. Esta equiparación hace que, por ejemplo, la “política
de Estado” confronte con las posiciones político-partidarias; o que se pueda hablar de la política religiosa, la política educativa, la política comunal, la
política social, etc. del propio Estado. Aunque a pesar de todo incluso aquí
subsiste, y es constitutivo para el concepto de lo político, una contraposición
y un antagonismo dentro del Estado — bien que, en todo caso, relativizados
por la existencia de la unidad política estatal, abarcadora de todas las demás
contraposiciones. [19] Por último, se desarrollan también otras especies aun
más atenuadas de “política”, distorsionadas hasta lo parasitario y caricaturesco, en las cuales solo queda algún remanente antagónico de la agrupación
amigo-enemigo original; aspecto este que se manifiesta en disputas e intrigas,
tácticas y prácticas de toda índole, y que describe como “política” a los negociados y a las manipulaciones más extrañas. Pero que la esencia de la relación
política sigue manteniéndose en la referencia a una contraposición concreta,
71
lo expresa el vocabulario cotidiano incluso allí en dónde la conciencia plena
del “caso decisivo” se ha perdido.
Esto puede verse diariamente en dos fenómenos fácilmente verificables.
En primer lugar, todos los conceptos, ideas y palabras políticas poseen un
sentido polémico; tienen a la vista una rivalidad concreta; están ligadas a una
situación concreta cuya última consecuencia es un agrupamiento del tipo
amigo-enemigo (que se manifiesta en la guerra o en la revolución)…”
En este orden de ideas subyace la afirmación que dice: la guerra es un recurso
de la política
“… y se convierten en abstracciones vacías y fantasmagóricas cuando esta
situación desaparece. Palabras como Estado, república [20], sociedad, clase,
y más allá de ellas: soberanía, Estado de Derecho, absolutismo, dictadura,
plan, Estado neutral o total, etc. resultan incomprensibles si no se sabe quien
in concreto habrá de ser designado, combatido, negado y refutado a través
de una de ellas [21] . El carácter polémico domina sobre todo, incluso sobre
el empleo de la misma palabra “político”; tanto si se califica al oponente de
“impolítico” (en el sentido de divorciado de la realidad o alejado de lo concreto) como si, a la inversa, alguien desea descalificarlo denunciándolo de
“político” para colocarse a si mismo por sobre él autodefiniéndose como
“apolítico” (en el sentido de puramente objetivo, puramente científico, puramente moral, puramente jurídico, puramente estético, puramente económico,
o en virtud de alguna pureza similar). En segundo lugar, en las expresiones
usuales de la polémica intra-estatal cotidiana, frecuentemente se emplea hoy
el término “político” como sinónimo de “político-partidario”. La inevitable
“subjetividad” de todas las decisiones políticas — que no es sino un reflejo de
la diferenciación amigo-enemigo inmanente a todo comportamiento político
— se manifiesta aquí en las mezquinas formas y horizontes de la distribución
de cargos y prebendas políticas. La demanda de una “despolitización” significa, en este caso, tan solo una superación del partidismo etc. La ecuación
político=partidario es posible cuando pierde su fuerza la concepción de la
unidad política (del “Estado”), abarcadora y relativizadora de todos los partidos políticos internos conjuntamente con sus rivalidades, a consecuencia
de lo cual las contraposiciones internas adquieren una intensidad mayor que
72
la contraposición común externa frente a otro Estado. Cuando dentro de un
Estado las contraposiciones partidarias se han vuelto las contraposiciones
políticas por excelencia, hemos arribado al punto extremo de la secuencia
posible en materia de “política interna”; esto es: los agrupamientos del tipo
amigo-enemigo relativos a la política interna, y no a la política exterior, son
los que se vuelven relevantes para el enfrentamiento armado. En el caso de
semejante “primacía de la política interna”, la posibilidad real del combate,
que siempre tiene que estar presente para que se pueda hablar de política, se
refiere por lo tanto a la guerra civil y ya no a la guerra entre unidades organizadas de pueblos (Estados o Imperios). [22]
Al concepto de enemigo y residiendo en el ámbito de lo real, corresponde la eventualidad de un combate. En el empleo de esta palabra hay
que hacer abstracción de todos los cambios accidentales, subordinados al
desarrollo histórico, que ha sufrido la guerra y la tecnología de las armas. La
guerra es el combate armado entre unidades políticas organizadas; la guerra
civil es el combate armado en el interior de una unidad organizada (unidad
que se vuelve, sin embargo, problemática debido a ello). Lo esencial en el
concepto de “arma” es que se trata de un medio para provocar la muerte física de seres humanos. Al igual que la palabra “enemigo”, la palabra
“combate” debe ser entendida aquí en su originalidad primitiva esencial. No
significa competencia, ni el “puramente espiritual” combate dialéctico, ni la
“lucha” simbólica que, al fin y al cabo, toda persona siempre libra de algún
modo porque, ya sea de una forma o de otra, toda vida humana es una “lucha” y todo ser humano un “luchador”. Los conceptos de amigo, enemigo
y combate reciben su sentido concreto por el hecho de que se relacionan
especialmente con la posibilidad real de la muerte física y mantienen esa
relación. La guerra proviene de la enemistad puesto que ésta es la negación
esencial de otro ser…”.

73
“… La guerra es solamente la enemistad hecha real del modo más manifiesto. No tiene por qué ser algo cotidiano, algo normal; ni tampoco tiene por
qué ser percibido como algo ideal o deseable. Pero debe estar presente como
posibilidad real si el concepto de enemigo ha de tener significado.
Consecuentemente, de ninguna manera se trata aquí de sostener que
la existencia política no es más que una guerra sangrienta y cada acción
política una operación de combate militar; como si cada pueblo estuviese
ininterrumpida y constantemente puesto ante la alternativa de amigo o enemigo en su relación con cualquier otro pueblo y lo correcto en política no
pudiese residir justamente en evitar la guerra. La definición de lo político
aquí expuesta no es ni belicista, ni militarista, ni imperialista, ni pacifista.
Tampoco constituye un intento de presentar a la guerra victoriosa, o a la revolución triunfante, como un “ideal social”, ya que ni la guerra ni la revolución constituyen
algo “social” o “ideal”.
Es definición de política pura sin considerar los intereses connaturales de los políticos
sin los que no existe política.
“… [23] [24]
El combate militar en si mismo no es la “continuación de la política por otros medios”
como reza la famosa frase, generalmente mal citada, de Clausewitz.”…
El significado entre combate militar y guerra es diferente Por ende, la cita de Von
Clausewitz es pertinente. Para mayor luz, la guerra tiene principios.
“… [25] El combate militar, en tanto guerra, tiene sus propios puntos de vista y sus
propias reglas estratégicas, tácticas y demás, pero todas ellas dan por establecido y presuponen que la decisión política de definir quién es el enemigo ya ha sido tomada. En la guerra
los contendientes se enfrentan como tales, normalmente hasta diferenciados por medio de un
“uniforme”, y por ello la diferenciación de amigo y enemigo ya no constituye un problema
74
político que el soldado combatiente tenga que resolver...”.
Esta “diferenciación” entre amigo y enemigo es imprescindible para que ya no constituya
un problema político.
“… Por esto es que resultan acertadas las palabras del diplomático inglés que decía
que el político está mejor adiestrado para el combate que el soldado, puesto que el político
combate durante toda su vida mientras que el soldado solo lo hace excepcionalmente”…
Lo mencionado corrobora la cita de Von Clausewitz:
“La guerra no es ni el objetivo, ni el propósito de la política. “
Sin embargo, es un recurso.
… “Ni siquiera es su contenido. Con todo, es el presupuesto — en tanto
posibilidad real permanentemente existente — que define el accionar y el
pensar del ser humano de un modo especial, suscitando con ello un comportamiento específicamente político…”.
Si el nacimiento de las ideas está en el ser humano, el accionar político
también tiene que responder a ello.
“…Por eso es que el criterio de la diferenciación entre amigos y enemigos tampoco significa, de ninguna manera, que un determinado pueblo
deba ser eternamente el enemigo o el amigo de otro determinado pueblo;
o bien que una neutralidad no sea posible o que no pueda ser políticamente
razonable. Es tan solo que el concepto de la neutralidad, como todo concepto político, también está subordinado al prerrequisito último de una
posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo. Si
sobre la faz de la tierra existiese tan solo la neutralidad, no solo sería el fin
de la guerra; sería también el fin de la neutralidad misma — de la misma
forma en que cualquier política, incluso una política de evitar el combate,
termina cuando desaparece en forma absoluta toda posibilidad real de que
se produzcan combates. Lo concluyente es siempre tan solo que exista la
75
posibilidad del caso decisivo del combate real, y de la decisión respecto de
si este caso está, o no está dado.
Que el caso se produzca solo en forma excepcional no anula su carácter
determinante sino, por el contrario, lo fundamenta. Si bien las guerras no
son hoy tan numerosas y frecuentes como antaño, no por ello ha dejado de
aumentar su arrolladora furia total, en la misma y quizás hasta en mayor medida aún que en la que ha disminuido su número y su cotidianeidad. Aún hoy
el “casus belli” sigue siendo el caso planteado “en serio”. Podemos decir que
aquí, al igual que en otras cuestiones, es justamente la excepción la que adquiere un significado especialmente decisivo y pone al descubierto el núcleo
de las cosas. Porque recién en el combate real queda demostrada la consecuencia extrema del agrupamiento político en amigos y enemigos. Es desde
esta más extrema posibilidad que la vida del ser humano adquiere su tensión
específicamente política.
Un mundo en el cual la posibilidad de un combate estuviese totalmente
eliminada y desterrada, una globo terráqueo definitivamente pacificado sería
un mundo sin la diferenciación de amigos y enemigos y, por lo tanto, sería
un mundo sin política. Podría existir en él toda una variedad de interesantes contraposiciones, contrastes, competencias e intrigas de toda clase; pero
razonablemente no podría existir una contraposición en virtud de la cual se
puede exigir del ser humano el sacrificio de la propia vida y en virtud de la
cual se puede autorizar a seres humanos a derramar sangre y a dar muerte a
otros seres humanos. Para una definición del concepto de lo político (o política?), tampoco aquí se trata de demostrar si se considera deseable arribar a
un mundo así, sin política, como un estado ideal de cosas. El fenómeno de
lo político se hace comprensible solamente a través de su relación con la posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo, más allá
de los juicios de valor religiosos, morales, estéticos o económicos que de lo
político se hagan a consecuencia de ello.
La guerra, en tanto medio político más extremo, revela la posibilidad de
esta diferenciación entre amigos y enemigos, subyacente a toda concepción
política, y es por eso que tiene sentido solamente mientras esta diferenciación
76
se halle realmente presente en la humanidad o, al menos, mientras sea realmente posible. Por el contrario, una guerra librada por motivos “puramente”
religiosos, “puramente” morales, “puramente” jurídicos o “puramente” económicos, carecería de sentido. De las contraposiciones específicas de estas esferas de la vida humana no se puede derivar el agrupamiento amigo-enemigo
y, por lo tanto, tampoco se puede derivar una guerra. Una guerra no tiene por
qué ser algo devoto, algo moralmente bueno, ni algo rentable. En la actualidad
probablemente no es ninguna de esas cosas. Esta simple conclusión se enmaraña, la mayoría de las veces, por el hecho de que las contraposiciones religiosas, morales y de otro tipo se intensifican hasta alcanzar la categoría de contraposiciones políticas y con ello pueden producir el decisivo agrupamiento
combativo de amigos y enemigos. Pero en cuanto se llega a este agrupamiento
combativo, la contraposición decisiva ya no es más puramente religiosa, moral
o económica, sino política. La cuestión en ese caso es siempre tan solo la de
si un agrupamiento del tipo amigo-enemigo está, o no, dada como posibilidad
concreta, o como realidad; más allá de cuales hayan sido los motivos humanos
lo suficientemente fuertes como para producir ese agrupamiento.
Nada puede escapar a este rasgo consecuencial de lo político. Si la oposición pacifista a la guerra pudiese hacerse tan fuerte como para llevar a los
pacifistas a la guerra contra los no-pacifistas; si esa oposición desatase una
“guerra contra la guerra”, con ello no haría más que probar que tiene realmente fuerza política porque, en dicho caso, sería lo suficientemente fuerte
como para agrupar a los seres humanos en amigos y enemigos. Si la determinación de evitar la guerra se hace tan fuerte que ya no retrocede ni ante la
guerra misma, es simplemente porque se ha vuelto un móvil político, es decir:
afirma, aunque más no sea como eventualidad extrema, a la guerra y hasta al
sentido de la guerra.
En la actualidad esta parece haberse constituido en una forma especialmente extendida de justificar las guerras. La guerra se desarrolla así bajo la
consigna de ser siempre la “última y definitiva guerra de la humanidad”. Guerras de esta índole son, por necesidad, guerras especialmente violentas y crueles porque, transponiendo lo político, rebajan al enemigo simultáneamente
tanto en lo moral como en las demás categorías, y se ven forzadas a hacer de
77
él un monstruo inhumano que no solo debe ser repelido sino exterminado,
por lo que ya no es tan solo un enemigo que debe ser rechazado hacia dentro de sus propias fronteras. Sin embargo, en la posibilidad de tales guerras
puede demostrarse con especial claridad que la guerra, como posibilidad real,
todavía existe en la actualidad y ello es lo único relevante en cuanto a la diferenciación entre amigos y enemigos y en cuanto a la comprensión de lo
político. [26]

1. En relación a la guerra, el enemigo es hoy el concepto primario. En todo
caso esto no es de aplicación para guerras competitivas, batallas de gabinete,
duelos y otras formas similares de guerras tan solo “agonales”. Las luchas
agonales despiertan más la imagen de una acción que la de un estado de cosas.
Si uno aplica la antigua y al parecer inevitable distinción entre la “guerra en
tanto acción” y la “guerra en tanto estado de cosas (status)”, entonces en la
guerra-acción — ya en las batallas y en las operaciones militares, es decir: en
la acción misma, en las hostilities — está dado un enemigo como oponente (en
tanto opuesto), y está dado de una manera tan visible y presente que ya no es
necesario presuponerlo…”
Este concepto es pertinente mientras que el enemigo es posible delimitarlo debido a que es visible.
“…Distinta es la guerra en tanto estado de cosas (status). En ella el enemigo existe aún cuando las inmediatas y agudas hostilidades y las operaciones
bélicas hayan cesado. Bellum manet, pugna cessat. Aquí la enemistad es manifiestamente la precondición del estado de guerra. En la concepción general
de “guerra”, puede pesar más lo uno o lo otro, ya sea la guerra en tanto acción
como la guerra en tanto estado de cosas. Con todo, ninguna guerra puede
resolverse íntegramente en la acción desnuda, de la misma forma en que no
puede permanecer siendo “estado de cosas” sin acciones.

78
La llamada guerra total tiene que ser total tanto en cuanto acción como en
cuanto estado de cosas, si ha de ser realmente total. Por lo tanto toma su sentido a partir de una enemistad preexistente, conceptualmente real. Por eso es
que puede ser comprendida y definida solo a partir de la enemistad. La guerra
en este sentido total es todo lo que (en materia de acciones y situaciones)
surge de la enemistad”…
El estado de guerra y la acción de guerra, son conceptos importantes para
comprender la guerra teóricamente. De los dos, el segundo concepto es el
que brinda la oportunidad de conocerla.
… ”Carecería de sentido decir que la enemistad surge recién de la guerra,
o recién de la totalidad de la guerra, o degradar la enemistad a la categoría de
mero epifenómeno de la totalidad de la guerra. Se dice, con una expresión
harto repetida, que en el verano de 1914 los pueblos europeos “ingresaron en
la guerra como sonámbulos”. En realidad se deslizaron progresivamente hacia la totalidad de la guerra por el modo en que la guerra continental, militar,
de combatientes efectivos, y la guerra económica inglesa: extramilitar, naval
y de bloqueos, se impulsaron mutuamente (por la vía de las represalias) y se
incrementaron hasta alcanzar su totalidad. Aquí, por lo tanto, la totalidad de
la guerra no surgió de una enemistad total preexistente sino que, por el contrario, la totalidad de la enemistad creció a partir de una guerra que se fue haciendo progresivamente total. El fin de una guerra semejante necesariamente
no fue un “Tratado” ni una “paz”, y menos aún un “Tratado de Paz” en el
sentido del Derecho Internacional, sino una sentencia condenatoria impuesta
por los vencedores al vencido. Este último es tanto más catalogado póstumamente de enemigo mientras más vencido se encuentre.
2. En el sistema de pactos de la política de posguerra establecido en Ginebra, el agresor queda definido como enemigo. Agresor y agresión se describen taxativamente: el que declare la guerra, el que transponga una frontera,
el que no respete determinados procedimientos y determinados plazos, etc.
es un agresor y un violador de la paz. La estructura conceptual del Derecho
Internacional se hace aquí progresivamente criminalista y orientada al Derecho Penal. El agresor, en el Derecho Internacional, se convierte en lo que hoy
79
es en el Derecho Penal, es decir: en el delincuente, en el “autor del hecho” ;
un “autor” que en realidad debería ser designado como “criminal” porque su
supuesto hecho en realidad se considera como un crimen. [60] Los juristas
de la política de postguerra generada en Ginebra consideraron esta criminalización y objetivación de la agresión y del agresor como un avance jurídico
del Derecho Internacional. Pero el sentido más profundo de estos esfuerzos
realizados para definir al “agresor” y precisar el hecho de la “agresión” es
el de construir un enemigo y, con ello, darle un sentido a una guerra que no
tiene sentido. Mientras más automática y mecánica se vuelva la guerra, tanto
más automáticas y mecánicas se vuelven tales definiciones. Durante la época
de la auténtica guerra de combatientes, el declarar la guerra, si uno se sentía
amenazado u ofendido con fundamento, no tenía por qué ser una vergüenza
ni una tontería política sino que hasta podía constituir una cuestión de honor
(Ejemplo: la declaración de guerra del Emperador Francisco José a Francia e
Italia en 1859). En la actualidad, según el Derecho Internacional de Ginebra
surgido durante la postguerra, esto debe ser convertido en un hecho criminal
puesto que el enemigo tiene que ser convertido en delincuente.
3. Amigo y enemigo tienen en las diferentes lenguas y grupos lingüísticos
una estructura lógica e idiomática distinta. Según el sentido lingüístico alemán
(como en muchos otros idiomas) el “amigo” es solamente el camarada del
mismo linaje. Originalmente, por lo tanto, el amigo es solo el amigo de sangre, el pariente de la misma sangre, o el “emparentado” mediante matrimonio,
hermandad de juramento, adopción, o instituciones similares. Probablemente
recién a través del pietismo y los movimientos análogos, que encontraron al
“amigo del alma” por el camino del “amigo de Dios”, es que surgió esa privatización y psicologización del concepto de amigo, típica del Siglo XIX y que
aún hoy se halla ampliamente difundida. La amistad se convirtió así en una
cuestión de sentimientos de simpatía privados; por último hasta con coloración erótica dentro de una atmósfera al estilo Maupassant.
La etimología de palabra alemana para “enemigo” (feind) no es determinable de un modo tan claro. Su raíz original, según el Diccionario de Grimm, se
halla “no esclarecida aún”. Según los diccionarios de Paul, Heyne y Weigand
significaría (en conexión con fijan = odiar) “el odiado”. No deseo entrar en
80
una polémica con los filólogos. Prefiero quedarme simplemente en que “enemigo” (Feind), según su sentido idiomático original, denota a alguien contra
el cual se lleva a cabo una hostilidad (Fehde). Hostilidad (Fehde) y enemistad
(Feindschaft) aparecen juntas desde el principio. Como señala Karl Von Amira (Grundriß des Germanischen Rechts, 3ª Edición, 1913, Pág.. 238) la palabra Fehde indica “por de pronto solo la situación de quien está expuesto a
una contienda mortal”. Con el desarrollo de las diferentes clases y formas de
hostilidad se transforma también el enemigo, es decir: el hostil-contendiente.
La mejor manera de ilustrar esto es a través de la diferenciación medieval entre contiendas caballerescas y contiendas no caballerescas (Cf. Claudius Frhr.
Von Schwerin, Grundzüge der Deutschen Rechtsgeschichte, 1934, Pág. 195).
La contienda caballeresca conduce a formas fijamente establecidas y, con ello,
a la concepción agonal del contendiente.
En otros idiomas, el enemigo está designado idiomáticamente solo de
modo negativo como no-amigo. Así sucede en los idiomas romances desde
que, en la paz universal de la Pax Romana establecida dentro del Imperio
Romano, palideció el concepto de hostis o se volvió una cuestión de política interna: amicus-inimicus; ami-ennemi; amico-nemico etc. También en los
idiomas eslavos el enemigo es el no-amigo: prijatelj-neprijatelj, etc. [61] En
inglés, la palabra enemy ha desplazado completamente a la palabra germánica
foe (que originalmente denotó solo al contrincante en la lucha mortal y luego
a cualquier enemigo). [62]
4. Allí en dónde la guerra y la enemistad constituyen procesos o fenómenos determinables con seguridad y sencillamente comprobables, todo lo
que no es guerra puede llamarse eo ipso paz y todo lo que no es enemigo
puede llamarse eo ipso amigo. A la inversa: allí en dónde la paz y la amistad
constituyen evidente y normalmente lo dado, todo lo que no sea paz puede
volverse guerra y todo lo que no sea amistad puede volverse enemistad. En
el primer caso es la paz y en el segundo es la guerra lo que queda determinado por la negación de lo determinadamente dado. Por la misma razón, en el
primer caso el amigo es el no-enemigo y, en el segundo caso, el enemigo es el
no-amigo. Por ejemplo, de esta consideración del amigo como no-enemigo
partió la concepción de Derecho Penal referida a “Acciones Hostiles Contra
81
Estados Amigos” (Cf. Cuarta Sección de la Segunda Parte del Código Penal
Alemán, §§ 102-104) por la cual un Estado amigo es todo Estado con el cual
el Estado propio no se encuentre en una situación de guerra. Según esto, en
Mayo y Septiembre de 1938, el Estado Checoslovaco bajo la presidencia de
Benesch ¡hubiera sido un Estado amigo del Reich Alemán!
Esta cuestión (¿cuál concepto está tan determinantemente dado que, por
medio de él, se puede determinar por la negativa al otro concepto?) es necesaria aunque más no sea porque hasta ahora todas las interpretaciones del
Derecho Internacional sobre si una acción es, o no, bélica han partido del
supuesto que la disyunción de guerra y paz es absoluta y excluyente, es decir:
que espontáneamente y sin tercera posibilidad ha de suponerse la existencia
de uno (ya sea guerra o paz) si el otro no existe. Inter pacem et bellum nihil
est medium [63] En ocasión del avance de Japón contra China en 1931/32
por ejemplo, para la delimitación de las represalias militares (que aún no implicaban una guerra) se trabajó sobre la guerra constantemente con esta mecánica conceptual. Este nihil medium es, sin embargo, justamente la cuestión
que atañe a la situación esencial. En forma correcta la pregunta de Derecho
Internacional debe formularse de la siguiente manera: las medidas militares
coercitivas, en especial las represalias militares, ¿son, o no son, conciliables
con la paz?. Y, si no lo son, ¿constituyen por ello una guerra? Esta sería una
pregunta que parte de la paz como ordenamiento concreto. El mejor fundamento para esto lo hallo en un escrito de Arrigo Cavaglieri del año 1915
[64] . Allí expresa en relación al tema: las medidas militares coercitivas son
irreconciliables con la paz; por lo tanto constituyen guerra. Lo interesante en
esta línea de pensamiento es la concepción de la paz como orden concreto
y cerrado, y como el concepto más fuerte, por lo que se convierte en determinante. Otras interpretaciones usuales son menos claras en el posicionamiento de la pregunta y se mueven en el vacío ambivalente de una alternativa
conceptual pseudopositivista.
Sea que uno supone la guerra porque no hay paz, o bien supone la paz
porque no hay guerra, en ambos casos debería preguntarse primero si realmente no existe ninguna tercera posibilidad, ninguna posibilidad intermedia, si el nihil medium es realmente cierto. De existir sería, naturalmente,
82
una anormalidad; pero sucede que también existen situaciones anormales.
De hecho, hoy existe una situación intermedia así, que se encuentra entre
la guerra y la paz; una situación en la cual se entremezclan ambas cosas. La
misma tiene tres causas: en primer lugar las imposiciones de paz de París; en
segundo lugar el sistema de prevención de guerras de la postguerra con el
Pacto Kellogg y la Sociedad de las Naciones; y en tercer lugar la expansión de
la concepción de la guerra a las actividades no militares (económicas, propagandísticas, etc.) de la enemistad. En realidad, las mencionadas imposiciones
de paz querían hacer de la paz una “continuación de la guerra por otros medios”. Llevaron el concepto de enemigo tan lejos que se terminó anulando
no solo la diferenciación entre combatientes y no-combatientes sino hasta la
de guerra y paz. Sin embargo, simultáneamente buscaron la forma de legalizar — y, por la vía de la ficción jurídica, convertir en un status quo normal y
definitivo de paz — a este estado intermedio e indeterminado entre guerra
y paz que deliberadamente mantuvieron abierto. La lógica jurídica típica de
la paz, los típicos supuestos jurídicos de los cuales el jurista puede y debe
partir en una situación auténticamente pacificada, fueron injertados en esta
anormal situación intermedia. Al principio esto pareció ser ventajoso para las
potencias triunfantes puesto que, por un tiempo, pudieron jugar a deux mains
y, suponiendo ya sea la guerra o la paz, en cualquiera de los casos tenían a
la legalidad de Ginebra de su lado siendo que podían clavar en la espalda de
sus contrincantes conceptos de esta legalidad tales como violación de pacto,
agresión, sanciones, etc. En semejante estado intermedio entre la guerra y la
paz desaparece el sentido racional que bajo otras circunstancias puede tener
la determinación de la guerra por la paz, o de la paz por la guerra, es decir: la
determinación de uno de los conceptos por medio del otro. No es solo que
la declaración de guerra se vuelve peligrosa porque pone al declarante espontáneamente en una posición culposa. Además de ello deja de tener sentido
la calificación de “bélica” o “pacífica” aplicada a cualquier acción militar o
no-militar puesto que las acciones no-militares pueden constituir acciones
hostiles de la manera más efectiva, inmediata e intensiva mientras que, a la
inversa, es posible llevar a cabo acciones militares bajo solemnes y enérgicas
declaraciones de intenciones amistosas.

83
En la práctica, la alternativa entre la guerra y la paz en una situación intermedia semejante se hace aún más importante porque, en ella, todo se convierte en ficción y suposición jurídica; ya sea que uno suponga que todo
lo que no es paz es guerra, o a la inversa, que todo lo que no es guerra por
ello espontáneamente ya es paz. Este es el conocido “palo con dos puntas”.
Cualquiera puede argumentar en cualquiera de los dos sentidos tomando el
palo por cualquiera de los dos extremos. Aquí, todos los intentos por dar
una definición de la guerra tienen que terminar, en el mejor de los casos, en
un decisionismo totalmente subjetivo y voluntarista: la guerra existe cuando
alguna parte que pasa a la acción quiere la guerra Puede existir o no la guerra;
pero el concepto siempre existirá.
En una notable y bien construida monografía recientemente aparecida sobre el concepto bélico en el Derecho Internacional se dice que: “La
voluntad de las partes combatientes es el único carácter diferenciador que
queda. Si está orientada a desarrollar las medidas coercitivas de un modo
bélico imperará la guerra; de otro modo la paz”. [65] Desgraciadamente,
este “de otro modo la paz” no es cierto. De acuerdo a ello, la voluntad
de un solo Estado es suficiente para satisfacer el concepto de la guerra
(Agrega el Autor de la Guerra Atípica: el concepto de guerra existe con o
sin voluntad de uno o más Estados), indistintamente de la parte que tenga
esa voluntad. [66] Con todo, un decisionismo como este se condice con la
situación concreta. Se manifiesta de un modo correspondiente en que, por
ejemplo, el carácter político de una disputa de Derecho Internacional queda
determinado solo de un modo puramente decisorio por la voluntad de cada
contendiente. Con ello también aquí la voluntad se convierte en el “criterio
inmediato de lo político”. [67]
Pero ¿qué significa esto para nuestra pregunta sobre la relación entre la
guerra y la paz? Muestra que la enemistad, el animus hostilis se ha convertido en el concepto primario. En el actual estado intermedio entre guerra
y paz esto tiene una relevancia completamente diferente a la que tuvo en
anteriores “teorías voluntaristas” o “subjetivas” del concepto de guerra. En
todas las épocas han existido guerras “a medias”, “parciales”, “imperfectas”, “limitadas” y “solapadas” y la expresión de “war disguised”, utilizada
84
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA
Mi Libro: GUERRA ATIPICA

Mais conteúdo relacionado

Semelhante a Mi Libro: GUERRA ATIPICA

Que es una guerra_IAFJSR
Que es una guerra_IAFJSRQue es una guerra_IAFJSR
Que es una guerra_IAFJSRMauri Rojas
 
Enfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAR
Enfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAREnfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAR
Enfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAREdgar Moran
 
A proposito de los discursos vacios
A proposito de los discursos vaciosA proposito de los discursos vacios
A proposito de los discursos vaciosCarlos Herrera Rozo
 
Guerra y tecnologia
Guerra y  tecnologiaGuerra y  tecnologia
Guerra y tecnologiaMechas2013
 
Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13
Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13
Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13Luis Landaeta
 
Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...
Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...
Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...Esteban Campos
 
Parcero. Guerra Justa
Parcero. Guerra JustaParcero. Guerra Justa
Parcero. Guerra Justabuap
 
Desarollo a travez de la tecnologia
Desarollo a travez de la tecnologiaDesarollo a travez de la tecnologia
Desarollo a travez de la tecnologiaNicolas Gonzalez
 
Polémica Hyppolite - Freund
Polémica Hyppolite - FreundPolémica Hyppolite - Freund
Polémica Hyppolite - FreundRoberto Starke
 
Conflictos bélicos y vías negociadas
Conflictos bélicos y vías negociadasConflictos bélicos y vías negociadas
Conflictos bélicos y vías negociadasAndrés Vázquez
 
Breve comentario sobre las vidas caídas en conflicto
Breve comentario sobre las vidas caídas en conflictoBreve comentario sobre las vidas caídas en conflicto
Breve comentario sobre las vidas caídas en conflictoHéctor Anabalón Zurita
 

Semelhante a Mi Libro: GUERRA ATIPICA (20)

Que es una guerra_IAFJSR
Que es una guerra_IAFJSRQue es una guerra_IAFJSR
Que es una guerra_IAFJSR
 
Enfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAR
Enfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAREnfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAR
Enfoques de la guerra justa Y ENFOQUE DE ETICA MILITAR
 
A proposito de los discursos vacios
A proposito de los discursos vaciosA proposito de los discursos vacios
A proposito de los discursos vacios
 
Guerra
GuerraGuerra
Guerra
 
Guerra
GuerraGuerra
Guerra
 
Guerra y tecnologia
Guerra y  tecnologiaGuerra y  tecnologia
Guerra y tecnologia
 
Guerra
GuerraGuerra
Guerra
 
Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13
Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13
Exposicion sociologia historica raymond aron (conflictologia) 08 jul13
 
Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...
Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...
Esteban campos una aproximacion a la guerra de guerrillas en brasil y uruguay...
 
Guerra
GuerraGuerra
Guerra
 
Parcero. Guerra Justa
Parcero. Guerra JustaParcero. Guerra Justa
Parcero. Guerra Justa
 
Desarollo a travez de la tecnologia
Desarollo a travez de la tecnologiaDesarollo a travez de la tecnologia
Desarollo a travez de la tecnologia
 
Presentación1
Presentación1Presentación1
Presentación1
 
guerra y tecnologia
guerra y tecnologiaguerra y tecnologia
guerra y tecnologia
 
Polémica Hyppolite - Freund
Polémica Hyppolite - FreundPolémica Hyppolite - Freund
Polémica Hyppolite - Freund
 
Reto final pdf
Reto final pdfReto final pdf
Reto final pdf
 
Reto final pdf
Reto final pdfReto final pdf
Reto final pdf
 
Presentacion guerra
Presentacion guerraPresentacion guerra
Presentacion guerra
 
Conflictos bélicos y vías negociadas
Conflictos bélicos y vías negociadasConflictos bélicos y vías negociadas
Conflictos bélicos y vías negociadas
 
Breve comentario sobre las vidas caídas en conflicto
Breve comentario sobre las vidas caídas en conflictoBreve comentario sobre las vidas caídas en conflicto
Breve comentario sobre las vidas caídas en conflicto
 

Mi Libro: GUERRA ATIPICA

  • 1.
  • 2.
  • 3.
  • 4.
  • 5. GUERRA ATÍPICA “En los juegos hay reglas... en la guerra no” LA GUERRA CRUDA O SUSTANTIVA Se destaca como principal fuente de información y sustento al pensamiento del autor, la obra “El Concepto de lo Político” (1932) del jurista Alemán Carl Schmitt. Adscrito a la escuela del Realismo Político y a la Teoría del Orden Jurídico. Dicha obra resalta por su carácter estrictamente didáctico como se expresa en el Epílogo de 1932. Lo expresado es la razón de su inclusión en el presente libro. LA GUERRA CONTROLADA O ADJETIVA Igualmente, se considera como valiosa fuente de información el trabajo literal realizado por el Equipo Nizkor que trabaja por los derechos humanos, en este caso, la “Declaración sobre la Guerra en Irak” a través del cual hace un llamado a los gobiernos que están en condiciones de convocar a la Asamblea General Extraordinaria de las Naciones Unidas para poner en marcha los mecanismos previstos en la Carta y el conocido como “unión pro paz”. Por lo expuesto, se ha incluido en esta obra.
  • 6. MAGÁN-ALTAMIRANO, Ernesto Lizandro, 1944Guerra atípica: con una antología especializada / Ernesto L. Magán Altamirano.- Lima: 200 p. : ils. cols. ; 23 cm. 1.- GUERRA ATÍPICA 2.- EXCEPCIÓN 3.- TERRORISMO CDD: 355.66 M16 LC: HV 6453.P4 M3
  • 7. Aquel que atropella un derecho ajeno... renuncia a sus propios derechos
  • 8. GUERRA ATÍPICA © MAGÁN-ALTAMIRANO, Ernesto Lizandro N° de Registro ELMA: 0120208757 ISOCET: 0208 Diseño y edición gráfica: Alberto Escalante Cuidado del texto: Gerardo Pérez Fuentes Fotografía: Archivos varios Impresión: Talleres Gráficos de la Universidad Alas Peruanas Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: N° 201202393 Primera Edición :2012
  • 9. CONTENIDO Prólogo Introducción Comentario 11 13 15 CAPÍTULO I MARCO CONCEPTUAL 21 Teoría Teoría de la guerra Origen de la guerra Causa de la guerra Principios de la guerra Precisiones 1. Concepto de guerra 2. Concepto de conocimiento 3. Concepto de excepción 4. Concepto de terrorista 5. Concepto de atípico CAPÍTULO II TEORÍA SOBRE GUERRA ATÍPICA Introducción a la guerra atípica Enfoque de los modelos de la guerra atípica Modelo terrorista 23 23 25 25 28 35 35 39 40 43 45 49 51 54 54
  • 10. Modelo antiterrorista Colofón CAPÍTULO II I FUNDAMENTOS DE LA TEORÍA SOBRE GUERRA TÍPICA 56 60 65 A.- La guerra “cruda” o sustantiva Sobre la relación entre los conceptos de guerra y enemigo WLa decisión sobre la guerra y el enemigo La regla y la excepción 67 B.- La guerra “controlada” o adjetiva Declaración sobre la guerra en Irak Obediencia debida Normas humanitarias mínimas aplicables en situación de Estado de excepción 132
  • 11. Q ue difícil y contradictorio opinar sobre el tema, debido a que soy un defensor acérrimo de la paz y condeno todo tipo de guerra. Después de la lectura, estoy convencido que aquel que no entiende la guerra, no puede llamarse cabalmente pacifista. Las guerras son barreras para cualquier forma de desarrollo sostenible, toda vez que compromete la capacidad de las futuras generaciones, satisfaciendo sólo el interés del momento. Ahora más que nunca, reafirmo que la paz es el medio para el desarrollo del ser humano; esta es la razón para quienes entienden la necesidad de difundir la paz, como hago mención en mi libro “Construyendo la Paz a través del Deporte y la Recreación” En tal sentido, estoy seguro que esta obra va generar mucha polémica tal como lo ha planteado el autor; debido a que él vierte el concepto de que las guerras se desarrollan en un estado de excepción, en donde no existen normas ni leyes, a diferencia del estado de derecho, en donde si existen normas y leyes. Es en ese sentido, que el autor considera que no procede que se juzgue a los combatientes de guerra, con normas y leyes de un estado de derecho. Por lo tanto, concluye que la norma convive con la paz y la excepción con la guerra y ambas son mutuamente excluyentes. Sin embargo, propone castigar a quienes la originan por ser ellos quienes rompen la paz. 11
  • 12. Colegimos meridianamente que el autor, sin mencionarlo, induce al lector a luchar por la paz. Advierte que la guerra es, inhumana, cruel y maldita; pero, fatalmente existe. Por ello, felicito al autor Ernesto Lizandro Magán Altamirano un dedicado y apasionado investigador, por entregarnos esta obra que, con mucha creatividad y conocimiento, nos recrea en temas altamente complejos Teoría y Principios de guerra, Doctrinas de guerras, Estado de excepción, Estado de Derecho entre otras, que será de suma utilidad para todas las personas interesadas a contribuir a su mejora continua (militares, sociólogos, abogados, etc.). Miguel L. Fernández Avila1 Dr. Contabilidad y Dr. Educación. Catedrático Universitario.. Autor de los libros: “Construyendo la Paz a través del deporte y la recreación”. “El Fútbol una vía de desarrollo social”. “My Pyme está creciendo…...y Ahora qué? 12
  • 13. INTRODUCCIÓN E l objetivo del presente libro es compartir conocimiento sobre el significado de guerra atípica, una forma de enfrentamiento que a la fecha no ha sido enfocada con la profundidad que debería serlo por el valor que tiene la vida humana. La están tratando con criterios formados en base a otros tipos de guerras; se aplican doctrinas que no se condicen con su concepción; se aplican normas que colisionan con el estado en que se llevan a cabo las guerras. El problema surge con la aparición del modelo terrorista mediante el cual sus integrantes viven camuflados entre la población civil para aprovecharse de los derechos que tenemos todos los ciudadanos de bien y para protegerse de las acciones de las fuerzas del orden, desprestigiándolas. De esta forma no pueden ser identificados, no se puede cuantificar el valor que tienen, ni se puede conocer su ubicación, entre otros parámetros que se dan en los tipos de guerras conocidos que conllevan el desarrollo de sus doctrinas, siendo lo expresado el motivo por el cual la guerra atípica no cuenta con doctrina. A través de dos modelos se explica el significado de la guerra atípica con el fin de dejarla meridianamente clara y, se pretende diferenciarla de las demás guerras conocidas. Se hace propicia la ocasión para dejar aclarado dos enfoques sobre la guerra: 1) La guerra cruda o sustantiva 2) La guerra controlada o adjetiva 13
  • 14. La presentación del libro permite acceder a cualquier persona interesada sobre la temática, especialmente a militares, sociólogos, abogados, antropólogos, etc. Por ende, está dirigido a la sociedad en general. En el Capítulo I se mencionan conceptos básicos de la guerra. En el Capítulo II se desarrollan el modelo terrorista y el modelo antiterrorista con los que se sustenta la teoría sobre la Guerra Atípica. En el Capítulo III se transcriben documentos relacionados con la Guerra Cruda o Sustantiva y la Guerra Controlada o Adjetiva añadiendo comentarios que en suma constituyen la base filosófica de la obra. EL AUTOR 14
  • 15. S abemos que el ser humano aprende de las experiencias y este libro, titulado “GUERRA ATIPICA” intenta que el hecho histórico ocurrido en nuestro país, sea una experiencia a tener en cuenta para que nunca más se repita. Y para que no se repita, tenemos que analizar la interacción sostenida con una fundamentación válida como la expresada por el autor, planteamiento inédito, en el que recurre a aspectos filosóficos, éticos y como no, también pragmáticos que permiten a la razón, abrir paso sobre la pasión. Esta guerra atípica que vivió nuestro país principalmente por la década del 80 del siglo pasado, destaca por el impacto en la salud psicológica de todos los peruanos y ahí el espacio que me toca fundamentar, en esta oportunidad mediante un modelo objetivo que permita identificar acciones y consecuencias sin recurrir al clásico modelo especulativo. Para ello, recurro a identificar tres ejes influyentes: El sufrimiento del militar en combate, en comparación al resto de actores. El pago o consecuencia por intervenir directamente. La enseñanza y el aprendizaje social futuro. Para muchos, todos los peruanos que vivieron en la época sufrimos igual, mientras para otros, los actores directos, de uno u otro bando, fueron los más sensibles. Lo cierto es que la población no comprometida también nos con15
  • 16. vertimos en espectadores-protagonistas que vivíamos en zozobra y probablemente tendrán que pasar muchas generaciones para que las secuelas, dejen de ser transmitidas como carga hereditaria a nuestros hijos. Pero si eso significó para los civiles que “no teníamos nada que hacer en el cuento”, ¿Nos podemos figurar lo que significó para los uniformados, militares y policías que en plena ciudad y en cualquier momento se encontraban en medio de una guerra? Por eso, particularizando a las personas que participaron directamente defendiendo a la mayoría de ciudadanos, a quien llamaremos: fuerza militar y del orden, la influencia de la guerra dejó un mar de secuelas diferentes, tanto en ellos como en sus familias, secuelas que se suman a las del resto de la población, incluyendo a quienes la sacaron muy barata, a pesar de su inusual forma de exteriorizar sus frustraciones. El hecho de no saber quién le dispara, ni de donde, ni en qué momento, no necesariamente trastorna, pero de todas maneras altera el comportamiento; desconocer los métodos, las técnicas, las armas para contrarrestar la acción contraria, no solo lleva a conductas erráticas por manipulación espontánea de la situación, también, a efectos controversiales. Sentir una bala rosando el propio cuerpo parapetado ¿Puede ser una experiencia inusual, agradable y enriquecedora? ¿El resto de la población tiene esa experiencia? Y en medio de eso podemos juzgarlos en cuanto hicieron bien o mal, independientemente de la función y el caso en que actuaban? La búsqueda no solo de salvar la vida si no de conservar su salud mental, lleva a una persona que se siente atacada en grado extremo como en la situación relatada, a vender muy cara su derrota y reaccionar hacia el adversario en forma desmedida, por lo que, el ataque tendrá que ser mucho más fuerte y fulminante que el recibido. El sufrimiento natural de una persona de bien que tiene la sensación o la percepción de haber matado a un semejante, conciudadano, para proteger al mismo tiempo a muchos otros, ¿puede ser objetable? Y si se trata de lo que se considera “exceso”, ¿podríamos creer que el militar se divertía mientras lanzaba una ráfaga matando a un grupo, en el instante en que si volteaba lo mataban a él? La pasión política, el revanchismo, el buscar a quien le echamos 16
  • 17. la culpa por eludir una responsabilidad, nos lleva a señalarlo culpable, porque nadie se pone en los huesos de esas personas. Ellos cumplieron profesionalmente con su función, a ellos se les mandó a eso, no a curar heridas sentimentales de determinada población rebelde, ni a brindarles los requerimientos de su reclamo. Pero lo que más aqueja a los militares, es sin duda, la falta de convicción y entereza de quienes los mandaron y el pago o consecuencia por haber demostrado sus competencias, y de allí el gran problema moral y de conducta pro social del país. Porque de allí en adelante, la población en su generalidad, principalmente jóvenes y niños percibe la injusta situación, por lo tanto; no resulta importante o necesario actuar en razón de las normas, impera los propios intereses, se resquebraja la figura de autoridad, dejamos de lado los valores, no tiene importancia el honor, la gloria está en la capacidad de tener riqueza económica, la educación pierde valor, quien mas trampa hace es el más exitoso. César A. Neira M. 17
  • 18. ENFOQUES DE LA GUERRA Nadie tiene derecho hacer un tratado sobre mi vida “Ley de naturaleza es un precepto o norma general, establecida por la razón, en virtud de la cual se prohibe a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de los medios de conservarla.” (Leviatan de Thomas de Hobbes) “El Derecho de Naturaleza, lo que los escritores llaman comunmente Jus naturale, es la libertad que cada hombre tiene que usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida; y por consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin.” (Leviatán de Thomas Hobbes)
  • 19. FACTORES INTERVINIENTES EN LA DOCTRINA MILITAR La Guerra Atípica no tiene DOCTRINA
  • 20.
  • 22.
  • 23. TEORÍA U na teoría es un sistema lógico-deductivo constituido por un conjunto de hipótesis o asunciones, un campo de aplicación (de lo que trata la teoría, el conjunto de cosas que explica) y algunas reglas que permiten extraer consecuencias de las hipótesis y asunciones de la teoría. En general, las teorías sirven para confeccionar modelos científicos que interpreten un conjunto amplio de observaciones, en función de los axiomas, asunciones y postulados, de la teoría. Es muy difícil explicar en detalle qué constituye una teoría a menos que se especifique el ámbito de conocimiento o campo de aplicación al que se refiere, el tipo de objetos a los que se aplica, etc. Por esa razón es posible formular muchas definiciones de teoría. Pero: Una teoría no es el conocimiento que permite el conocimiento. Una teoría no es una llegada, es la posibilidad de una partida. Una teoría no es una solución, es la posibilidad de tratar un problema. En términos militares teoría es el conocimiento especulativo, puramente racional, o también es el conjunto de conocimientos que dan la explicación de un fenómeno. El general Pérez Godoy dijo al respecto lo siguiente: 23
  • 24. “Teoría, es el conjunto de verdades naturales, leyes y preceptos que constituyen la base del conocimiento racional de una ciencia o de un arte”. Ferdinand Foch (1918): “Existe pues una teoría de la Guerra, en primer lugar ella comprende principios”. Napoleón (1798): “Los principios de la guerra son los que han dirigido a los grandes capitanes, cuyas hazañas nos ha trasmitido la historia”. Lo que quiere decir Napoleón es que hay principios claros para la guerra. David Lloyd George (1916): “Si se carece de principios definidos se cae en cambios continuos, trátese de organizaciones, de formaciones o de maniobras”. Yomini señala: “Buenas teorías fundadas en principios verdaderos y justificados por los hechos, son en opinión nuestra, uniendo a ello las lecciones de la historia la verdadera escuela del comando”. Wellisen, célebre autor prusiano afirma: “La teoría no es más que la instrucción, el desarrollo y testimonio de la verdad de las cosas y es tan indispensable que hasta aquella instrucción que empezó materialmente por medio de la experiencia, de la cual sacó todo: la guerra, ha tenido que reducirse a teoría, en el momento en que ha querido elevarse a ciencia y generalizar sus resultados”. En conclusión, la teoría de la guerra se puede dividir en dos partes: 1. 24 Una teoría fundamental, basada en los principios y leyes inmutables de la guerra, verdades naturales que jamás varían;
  • 25. 2. Otra teoría complementaria, constituida por las leyes, reglas, preceptos y procedimientos deducibles de la experiencia; y del estudio de la historia que constantemente se desarrolla por nuevos estudios históricos y experiencias técnicas, enriqueciendo la teoría de la guerra. El origen de la guerra armada es atribuida a Nemrod, de la raza cusita, de quien afirma la Biblia, que empezó a ser poderoso sobre la Tierra (Gen X, 8). Fue el primero que estableció ciudades fortificadas, levantó Nínive en nombre de su hijo Nino, quien por gratitud, ordenó que tributaran a la muerte de su padre, honores divinos bajo el título de Belo. De este último nombre hacen derivar muchos autores la palabra latina bellum que significa guerra. Las guerras pueden tener distintas causas. Pero debe entenderse, que siempre conllevan la misma finalidad militar: el aniquilamiento del enemigo. La mayoría de los tratadistas coinciden en expresar que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Sin embargo, en términos coloquiales no puede determinarse con precisión porque cada uno la concibe desde un punto de vista particular. Por ejemplo: los economistas suelen darle una causa financiera; los moralistas la fundamentan básicamente en la razón para observarla; los antimilitaristas se basan en los “derechos humanos” y el exagerado armamentismo de algunos países; los teólogos, sobre las doctrinas de las religiones. Pero es indubitable que la guerra tiene por origen múltiples causas que dificultan el discernimiento. Para facilitar la explicación podríamos señalar tres causas de la guerra: La conservación de la vida y la procreación. El hombre para conservar la vida y procrear sigue las leyes biológicas. Por 25
  • 26. instinto sabe conservar su propia vida y desde que apareció tuvo que luchar por sobrevivir; igual que a procrear, aprendió por sí mismo sin que alguien le enseñara. El desarrollo social se sustentó primariamente en los instintos de conservación de la vida y de procreación. Hasta nuestros días, es evidente el principio de la supervivencia del más fuerte. El mundo no demuestra tener contemplación con el débil. La debilidad constituye un gran aliciente para el más fuerte; particularmente, para los que codician poder y riquezas. En la realidad, equivocadamente, hemos tratado de promover el amor a la paz mediante el despliegue de la debilidad; pero, esta actitud siempre ha sido aprovechada por los más fuertes para imponer sus condiciones sobre la de los débiles. Así es la naturaleza humana. Si queremos tener una paz duradera, debemos apoyarla con la fuerza de nuestra voluntad de paz, debemos dar a entender que si alguien osara romper nuestra paz; lo haría bajo su propio costo. Aún, cuando las sociedades han evolucionado y ya no predominan los instintos: actualmente, son las necesidades e intereses de naturaleza humana, las que, generalmente, orientan la ética de los pueblos llevándolos a tener como alternativa, la guerra. Pocas agrupaciones sociales basan, hoy, sus actividades en aspiraciones; mas, no pueden dejar de actuar en coherencia con las sociedades del entorno. Las modernas sociedades no pueden constituirse en islas porque el mundo globalizado les alcanza. No se puede eliminar por muchas razones la rivalidad entre civilizaciones. Perdura la pasión económica y se expande el derecho a la propiedad porque ambas otorgan poder. En este sentido Rousseau (El Contrato Social) dijo: 26
  • 27. “Hagan desaparecer de la tierra todas las propiedades y entonces se librarán de las angustias de la guerra”. La pasión económica cada vez se fija más en el espíritu humano. Los problemas que más agobian a los pueblos son de carácter económico. Nadie puede negar que todas las guerras hayan tenido alguna connotación económica. El progreso social, normalmente, produce la lucha de clases dentro del mismo país. El poder político, es consecuencia del estado social. Cuando el estado social progresa y aumenta su influencia, aparece la aspiración por el mando político. Grandes tratadistas señalan que la guerra es la continuación de la política. El avance de la ciencia y de la tecnología involucra a todas las sociedades del mundo; este avance generalmente se da primero en el campo bélico. 27
  • 28. PRINCIPIOS DE LA GUERRA “Lograr la superioridad militar en el lugar decisivo y en el tiempo preciso”. Masa en este sentido, no significa solo “más hombres”. “La superioridad militar” también puede ser alcanzada si tiene superioridad en armas, liderazgo, moral, y formación. 28
  • 29. Define un objetivo decisivo y alcanzable para cada operación militar. El propio objeto de la guerra (el objetivo) es la destrucción de la fuerza enemiga (eliminar). Agarre, conserve, y explote la iniciativa. La mejor defensa es el ataque.
  • 30. Pulsee al enemigo a la vez elija el lugar y la forma para la cual él está sin preparación. “Logre su objetivo antes que el enemigo pueda reaccionar”. Asigne la energía básica mínima a los esfuerzos secundarios. No malgaste sus fuerzas. Haga uso correcto de ellas para alcanzar la misión. Emplee los elementos que le aseguren el cumplimiento de la misión. 30
  • 31. Ponga al enemigo en una posición de desventaja. Posicione sus recursos militares para cumplir la misión Para cada objetivo, debe haber un esfuerzo unificado y una persona responsable para tomar las decisiones. Está íntimamente relacionado con la obediencia debida.
  • 32. Nunca permita que el enemigo adquiera una ventaja inesperada. Controle todo riesgo que pueda afectar su estado. El principio reconoce que los planes y las órdenes deben adaptarse a la situación. 32
  • 33. Algo más que nos ayudará a explicar la idea de la Guerra Atípica, son sus fundamentos. En ese sentido recurrimos a mencionar lo siguiente: si las cosas no tuvieran un principio, no existirían. La guerra no escapa a esta idea. Los principios de la guerra, como tales, están en cualquier tipo de guerra aún en las guerras que podrían crearse como podemos corroborar con la guerra irrestricta. Entonces, es pertinente revisar esos principios para comprender los modelos con que se explican la concepción de la guerra atípica. El Reino Unido aplica 10 principios de la guerra: 1.- Selección y mantenimiento de la puntería Defina el estado del extremo y asegúrese de que toda la estrategia esté dirigida hacia la realización de él. 2.- Concentración de la fuerza Haga el mejor uso de energía militar para alcanzar las punterías del comandante abrumando la capacidad militar del enemigo. 3.- Economía del esfuerzo Haga el uso eficiente de fuerzas, energía conservadora y material para prevenir el agotamiento innecesario. 4.- Mantenimiento de la moral Prevenga lo suyo: fuerza de la voluntad para luchar. 5.- Acción ofensiva Mantenga el tempo operacional atacando al enemigo. 6.- Flexibilidad Responda a los cambios o a los ataques inesperados y a fin de modificar sus planes. 33
  • 34. 7.- Cooperación Asegúrese de que los componentes marítimos, de la tierra y del aire trabajen al unísono para alcanzar el estado planeado. 8.- Seguridad Evite que el enemigo se beneficie de lapsos en todas las etapas del proceso militar. 9.- Sorpresa Agarre la iniciativa atacando al enemigo en el momento oportuno. 10.- Sustainability Fuerzas de la ayuda, del combustible y de la guía para mantener capacidad operacional. Estimamos que señalar los principios anteriores resulta suficiente demostración de su importancia. Países como Rusia y Japón, entre otros, también cuentan con similares principios, todos tienen el mismo propósito. Trataremos de dar una idea sobre el origen y sobre el proceso deductivo de ellos. Asumamos lo siguiente: “Fuerzas superiores vencen a fuerzas inferiores.” Es de suponer que los conductores de las guerras más remotas no tenían de donde sacar enseñanzas. Seguramente, que ninguno de ellos estudió a sus antecesores; pero todos tuvieron que subordinar sus operaciones de guerra a esa verdad natural e inconmovible que establece el triunfo de las fuerzas superiores sobre las fuerzas inferiores. Por definición, un principio es la base, razón o fundamento sobre el que se procede discurriendo sobre cualquier cosa. El éxito del fuerte sobre el débil dentro de las operaciones militares siempre se ha puesto en evidencia; por lo menos, la necesidad de contar con fuerzas superiores, ha sido la necesidad de todos los jefes. Los que se basaron, se fundamentaron, procedieron e hicieron discurrir sus operaciones sobre esta verdad y obtuvieron éxito. Por esta razón 34
  • 35. se le considera como principio de masa en la guerra. Los grandes guerreros lo aplicaron guiados por su genio. Es este el que ha dado origen a los principios de la guerra. La aplicación de ellos dependerá de la situación y el empleo del buen juicio y sentido común. Son los procedimientos de ejecución los que varían de acuerdo al progreso que la ciencia y el desarrollo de las actividades humanas, que hace adaptarlos a las condiciones del medio y de la época. Sabemos que hoy, la técnica cambia mucho más velozmente que hace veinte años; consecuentemente, los procedimientos deben ser diferentes. Quien no se adecua, y se queda en el tiempo, tiende a morir; es decir, a perder la guerra. Antes de enfocarnos en la idea central del título es necesario hacer algunas precisiones. 35
  • 36. La primera precisión es el concepto de guerra. Empezaremos preguntando: ¿Qué finalidad tiene que le disparen una bala al enemigo? ¿Qué finalidad tiene disparar una ráfaga de balas al enemigo? ¿Qué finalidad tiene hacer explotar una bomba atómica en una ciudad? Puede el lector agregar más preguntas de esta índole para que vaya calando el concepto que estamos tratando. Filósofos como Sung Tzu1 han llegado a la conclusión (la suscribimos plenamente) de que la guerra significa vida o muerte, supervivencia o exterminio; es decir, es el acto más inhumano que realiza el hombre ¡Pero existe! Sung Tzu también llegó a concebir la guerra como “el tao de engaño”, frase que tiene relación directa con su origen porque ninguna guerra tiene razón de realizarse, salvo las que se originan en la mentira; siendo así, la humanidad debería tomar todas las acciones pertinentes contra quienes le dan origen y la promueven; contra quienes la inician; contra quienes deciden su ejecución. Resultaría plausible aplicar la regla de oro que subyace en la defensa del derecho a la vida y los principios humanos: “Aquel que atropella un derecho ajeno, hace renuncia de sus propios derechos”. No hay razón alguna para hacer una guerra, bastan pretextos para llevarla a cabo. La historia y los principios demuestran normalmente, que ninguna de las guerras ha tenido razón para ejecutarse porque la razón es humana y la guerra es inhumana. Pero la guerra existe y siendo el camino de la mentira (Zung Tsu) normalmente con ambiciones económicas, sus promotores, usan su brazo político para correr traslado de su responsabilidad a quienes solo son instrumentos de esas decisiones. La gran mayoría de tratadistas han sido claros en señalar que la guerra es una decisión política mas no militar. Por ejemplo, en el Perú, donde se ha experimentado la guerra atípica (antiterroris- 1 Sun Tzu fue el autor del más antiguo tratado militar chino, “El arte de la guerra”, que se estima que fue escrito alrededor del 500 a.C. 36
  • 37. ta), constitucionalmente y de facto el poder militar está subordinado al poder político; pero, son los militares quienes están respondiendo equivocadamente ante el Poder Judicial por las decisiones del poder político. Como se podrá colegir de la lectura del presente libro, este poder político es el único que puede cambiar el Estado de derecho al Estado de excepción a través del Poder Legislativo (Congreso de la República) para que los militares ejecuten la guerra pues mientras esté vigente el Estado de derecho no existe guerra alguna. Pero, habiendo sido el Perú considerado como uno de los países fallidos, principalmente, por la incapacidad de los políticos para gobernar, así como el altísimo nivel de corrupción, igual complacencia al terrorismo y al narcotráfico, con mala calidad de la educación, crítica seguridad ciudadana, políticos que incumplen su promesas pero que reciben los sueldos más altos dentro del Estado, entre otros puntos como escudarse en la palabra: Democracia, venida a menos porque no existe el principio de igualdad, principalmente en el Poder Judicial, posibilitando que ocurra cualquier cosa diferente al verdadero modelo democrático. Mientras predominen instintos, necesidades e intereses en los responsables de la administración de justicia y en los políticos de turno, no se podrá decir que existe Justicia en una organización social; consecuentemente, no existe democracia por ser la justicia un principio sine qua non de ella. Tendrán que ser las aspiraciones y los principios el camino al respeto del estado de derecho. Suficientes razones para entender la guerra y las acciones de los militares verdaderos y únicos paladines de la paz. Todas las guerras se llevan a cabo en estados de excepción. No existe en la historia universal una guerra realizada dentro del Estado de derecho. Sin embargo, existen organizaciones mundiales (políticas) que por el solo hecho de tener nombre rimbombante pretenden dar lineamientos “civilizados” para que las acciones se encuadren en los derechos humanos, cuyo primer derecho es la vida. Hipócritamente pretenden “lavar la cara” a la guerra. Se alejan de las causas y dictan medidas para castigar las consecuencias, abriendo una ventana para que los victimarios se conviertan en víctimas; para que los abusadores tomen la imagen de abusados. Contradicción de los políticos, quienes promueven guerras pero dicen preocuparse por el derecho a la vida. 37
  • 38. Vale extender la precisión sobre la experiencia de la guerra pues solamente puede comprenderla quien se ha encontrado en el momento en el que el siguiente instante es la muerte. Los que se encuentren preparados para ese instante, sobrevivirán y por ende ganarán la guerra, mientras que quienes mueran la perderán. Esa es la guerra, cruel, salvaje2 (tan salvaje que los militares rugimos en el ataque), inhumana y maldita. No es como la conciben desde sus escritorios los políticos. En una guerra pueden aflorar actos que nadie podría prever, ni uno mismo. Nadie puede sustraerse a la responsabilidad que le alcanza, menos correrle traslado al ejecutante aún cuando este se haya preparado exclusivamente para ejercer la guerra. En ella se encuentran involucrados todos quienes toman conocimiento de su desarrollo, sin excepción; pero, quien prende la chispa es uno y único responsable directo. Solo una persona es necesaria para prender una chispa. Sin embargo, a la mayoría le resulta muy fácil hablar de la guerra como un hecho social coherente con principios éticos privilegiando algún tipo de respeto pero, sin respetar la vida. Pero no solo es la falta de conocimiento y experiencia la culpable de esa forma de percibir la guerra y creer que con solo seguir minuciosamente, su desarrollo obtuvo la calificación pertinente. También contribuye a ese desenfoque la fractura que hay entre las leyes y las acciones ciudadanas toda vez que nadie quiere cumplir las leyes, nadie se involucra ante el incumplimiento realizado por culpables y para muchos es muy cómodo vivir cerca de un delincuente quien con una “parrillada” le gana su incondicionalidad. Si tiene como vecino a un narcotraficante le resulta mejor “no estar enterado” de sus actividades. Vemos en las calles personas que arrebatan carteras, celulares, paquetes o asaltan a transeúntes o vehículos y nadie interviene. Tenemos autoridades que dejan libres a los delincuentes porque el producto de sus fechorías “no es significativo”. Dicen que mejor es un mal arreglo que un buen juicio originando que todo discurra por el cauce de la corrupción. En ese espacio entre las leyes y las acciones ciudadanas crece el embrión del terrorismo. En algunos países se han producido actos de violencia que representan graves ataques contra los derechos humanos, esa violencia se llama terroris2 38 Incontrolado, violento o fuera de las normas establecidas.
  • 39. mo, crimen masivo que pretende generar un ambiente de angustia y zozobra mediante prácticas inhumanas tales como: cochebomba en lugares con población civil, secuestros, torturas y desapariciones forzadas, ataque al patrimonio de los servicios públicos esenciales. De lo dicho, colegimos que resulta absolutamente injusto castigar al que hace uso de su derecho a la defensa porque nadie, absolutamente nadie ni el mismo lector sabe a priori cómo va a reaccionar ante un estímulo cuando de la propia vida se trata. La guerra es una imposición, no es una negociación. Es la aplicación de la ley del más fuerte. La guerra es un hecho no un dicho. ¡Pero la guerra existe! y nadie está exento de alguna responsabilidad. Si alguien cree no tenerla que tire la primera piedra. La siguiente precisión corresponde al término conocimiento. Sobre este punto se debe tener claro que toda persona en su desarrollo intelectual obtiene conocimientos por cultura lo cual le otorga cierta posición dentro de la temática que trate. Diferente del conocimiento profundo que alcanza el especialista y mayor es la diferencia con la del experto quien agrega al conocimiento del especialista, la experiencia y la acción que lo convierten en perito. 39
  • 40. Bien dicen que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. A estos conocimientos puede trascender el obtenido a nivel filosófico. Esta precisión es necesaria para validar los conceptos que corresponden a temas como el tratado en el presente libro. Todos pueden opinar sobre cualquier temática pero nadie debe tener dudas que los expertos son los mejores calificados para emitir opinión en lo que se trate y siendo este tema el más delicado de los que se puedan imaginar, resulta pertinente aclararlo. Así pues, resultaría muy soberbia la persona no calificada que pretenda imponer su opinión sobre la del experto por el solo hecho de haberse involucrado en algún tema particular relacionado con la guerra. Peor usando ideas generales. Por lo dicho, puede entenderse las variadas opiniones generadas por ciertos enfoques personales que conllevan intereses políticos o se deban a que su opinión se basa en la de alguien que tiene cierto renombre, pero no es experto en el tema y dijo algo en el sentido de su propio enfoque, mas técnicamente, eso resulta siendo un sofisma. En el tema de la guerra existen expertos y algunos especialistas. 40
  • 41. Otra precisión está referida a lo que significa la excepción: “La excepción es más importante que la regla, ya que la regla no prueba nada y la excepción lo prueba todo; no solo confirma la regla sino también su existencia, que deriva solo de la excepción”. Carl Schmitt 3 A pesar de que sobre este concepto existen innumerables trabajos filosóficos como el realizado por Carl Schmitt quien resume “lo normal, nada prueba; la excepción, todo” existe opinión mediante la que pretenden forzar la idea por la cual la excepción está subordinada a la regla, pero es obvio que solo se trata de una opinión interesada en hacer prevalecer esa idea sobre la que ha sido claramente definida por los expertos. Conocer que la excepción se define como la cosa que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie (Salvat, 2004) es importante, porque las guerras se llevan a cabo en estados de excepción. La experiencia consolida el siguiente aforismo: “la excepción confirma la regla”. Por lo que no quedan dudas que este concepto nos dice que la excepción esta fuera de la regla y la regla fuera de la excepción. Nada de lo que pertenece a la regla, pertenece a la excepción y viceversa. En el estado de excepción todo vale porque no hay reglas. Dos coroneles chinos (Liang y Xiangsui) en los estudios que han realizado sobre la guerra irrestricta4 dicen que la primera regla de esa guerra es que no hay reglas, nada está prohibido; lo que quiere decir que están hablando de la excepción (donde no hay reglas). Cuando se habla de excepción las reglas quedan de lado o suspendidas, sin ningún valor. Podrán recobrar su valor al restablecerse la regla y consecuentemente la excepción no existirá. ¿Legalmente, podría existir el abuso donde no hay reglas? 3 Carl Schmitt (Plettenberg, Prusia, Imperio Alemán, 11 de julio de 1888 – ibídem, 7 de abril de 1985) fue un jurista de Estado alemán. 4 “LA GUERRA IRRESTRICTA”. Liang y Xiangsui. 41
  • 42. Según John McCormick, Ibíd., 224: “Las excepciones son hechos y situaciones que no han entrado o estado nunca en el mundo de las reglas jurídicas, porque no pertenecen al mismo. No son cosas jurídica stirctu censu. En otras palabras; lo excepcional no puede entrar en el mundo de las reglas jurídicas, es lo que no requiere ni admite ley y, tal vez, la ley no hace otra cosa que preverlo y advertirlo sin poderlo inordinar en su reglamentación. “La excepción no puede ser circunscrita fácticamente ni se puede hacerla coincidir con una norma previa…de hecho, reta una codificación general” 5 ¿Qué pasaría si a una excepción se la hace coincidir con una norma? En primer lugar, es imposible porque desaparecería la excepción y si desaparece la excepción desaparece el sustento más importante de la norma; empero, si en algún lugar del mundo alguien podría hacerlo estaríamos hablando de un loco con poder; es decir, de un abusivo. En conclusión, la norma y la excepción no conviven; no pueden existir al mismo tiempo; solo una de ellas es válida en su tiempo. Todo conocimiento es válido cuando se sostiene en su tiempo, en su espacio y en su lugar; entonces, argumentar su coexistencia, es una falacia. Por tanto, la norma está en la paz y la excepción está en la guerra. Y ambas, son mutuamente excluyentes. 5 42 John McCormick, ibid., 224
  • 43. Para esta precisión transcribo el trabajo de Mariano Arnal 6 quien pone en claro y en su verdadera dimensión este concepto, con anotaciones del autor. “Está formada por el radical terror y por el sufijo –ista, que es el que me interesa en este momento. Veamos qué es eso de –ista. María Moliner lo define con absoluta claridad: 1. Sufijo con que se forman nombres de agente, oficio o profesión: almacenista, taxista, dentista. 2. Nombres adjetivos de partidario de, o adicto a lo que expresa la misma raíz con la terminación “-ismo”: carlista, modernista, fatalista. Es decir que allí donde hay un –ismo, un –ista es un partidario o un adicto a ese –ismo. Es la lengua la que quiere que así sea, y por tanto es siempre así. Si comunista es el partidario o adicto del comunismo, y nacionalista el partidario o adicto del nacionalismo, terrorista no será solo el que ejerce el ficio del terror, como el taxista ejerce el oficio del taxi o el editorialista ejerce el de los editoriales; no será solo ese, sino también y no en último lugar, el que es 6 Mariano Arnal. www.elalmanaque.com/politica/TERRORISTA.htm 43
  • 44. partidario o adicto del terrorismo. Es lógico que así sea, porque sin el soporte ideológico del terrorismo que los viste y los santifica, los actos de terror se convierten en meros delitos comunes, que también causan terror, sobre todo los más violentos…” Esto es lo que persiguen los “caviares”, “…y sin embargo no pasan por ello a llamarse actos terroristas, y menos aún “de terrorismo”, puesto que no tienen una doctrina que los defienda, los justifique, los santifique y les asigne categoría, dignidad y discurso. Eso es lo que manda la lengua. Los conceptos de terrorismo y terrorista no se deben tanto al terror como a la ideología sobre el empleo político del terror. De ahí que terroristas propiamente dichos no son tanto los que aterrorizan, que todos los criminales lo hacen, sino los que en uno u otro grado comulgan con las ideas que defienden, comprenden, toleran y tratan con una especial deferencia a los que practican el terror con fines políticos. Toca pues redefinir al terrorista, y hay que hacerlo desde el terrorismo, precisamente desde el ismo, desde la adicción a sus doctrinas. Para el terror sin –ismos, tiene nuestra lengua los adjetivos aterrador y terrorífico, que se aplican a todo acto que causa terror. Para saltar de ahí al –ismo hay que ponerle cara y ojos al terror, hay que engalanarlo, hay que construir en torno a él un cuerpo de doctrina, hay que crear fuertes corrientes que penetren en el tejido social, como se tuvo que hacer con el liberalismo en su día, y luego con el capitalismo, el comunismo, el socialismo, el nacionalismo. Si las doctrinas y tendencias no impregnan el pensamiento y la acción, se agotan en sí mismas. Por eso en el examen del terrorismo como ideología política no hay más que ver cómo todo el tejido social ha dado carta de naturaleza a esa ideología. No hay más que echar un vistazo a las iglesias que frecuentan los nacionalistas, a los tribunales que juzgan a los terroristas y a las cárceles en que están alojados los terroristas presos, en condiciones envidiadas por los presos comunes; no hay más que ver y oír las constantes piruetas de los políticos en sus esfuerzos por no llamar a cada uno por su nombre…” Los actos que realizan los terroristas según los “caviares” se llaman “atentados” = acto contra cualquier persona o cosa con la finalidad de alterar el orden establecido. Pero, las “matanzas” las hacen quienes combaten a los 44
  • 45. terroristas. “…para entender que el terrorismo como doctrina ha calado muy hondo, y ha sido asumido no solo por la iglesia, por los tribunales (según el Constitucional, los dirigentes del partido de los terroristas no eran terroristas; y en todo caso no se debía castigar con excesivo rigor su apología del terrorismo), por el estado y por los políticos, sino que incluso las víctimas vivientes (las mortales ya no; recordemos a Ernest Lluc) le reconocen algún tipo de legitimidad al terrorismo, y por eso han asumido convivir con él. No debieran pues ofenderse de que les llamen terroristas los que en diversos grados entienden y asumen la ideología en que se mueve el terrorismo, porque se trata sobre todo de un fenómeno ideológico. Ni debería sentirse molesto el brazo político de Eta, llámese Hb o Eh, si se le llama con toda propiedad partido terrorista (mejor con artículo determinado); ni debieran molestarse el tribunal constitucional, y el supremo, y la audiencia nacional si se les denomina proterroristas, y muchos opinadores de oficio si se les califica de filoterroristas.” La última precisión se relaciona con el concepto del término atípico. Toda acción que no está establecida en alguna doctrina es atípica porque no encaja en el modelo que cada doctrina establece sino por lo contrario se aparta de ellas. Por tanto, a lo que es atípico no se puede aplicar lo que se establecen en 45
  • 46. alguna doctrina. La mejor idea nos la da el derecho penal en el que se considera atípicas aquellas acciones que no se adecuan a la norma penal prescrita por lo que no son punibles. Según Mauricio Ciciliano7: “Desde el punto de vista psicopedagógico podemos decir que atípico es un acto que no está basado en ningún modelo o tipo”. En conclusión, lo atípico no tiene doctrina. 7 Mauricio Aguilar Ciciliano. Correo: aguilarciciliano@yahoo.com Grado académico: Licenciado en Letras; Maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz. 46
  • 47. Hacemos un resumen sobre el concepto de guerra: Sun Tzu “La guerra es el mayor conflicto de Estado, la base de la vida y la muerte, el Tao (el camino, la vía, el método, la dirección o el curso principal,) de la supervivencia y la extinción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente”. Sun Tzu “La guerra, es el Tao del engaño” Karl Von Clausewitz “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Richard Holmes “La guerra es una experiencia universal que comparten todos los países y todas las culturas”. El Instituto de Investigación de la Paz Internacional de Suecia Define la guerra como todo aquel conflicto armado que cumple dos requisitos: • enfrentar al menos una fuerza militar, ya sea contra otro u otros ejércitos o contra una fuerza insurgente y • haber muerto mil o más personas. General George Patton “El objetivo de la guerra no es morir por tu país, sino hacer que otro bastardo muera por el suyo.” “El patriotismo en el campo de batalla consiste en conseguir que algún desgraciado muera por su país antes de que él consiga que tú mueras por el tuyo”. (Comentario: de estos términos se puede colegir el significado de la obediencia debida). 47
  • 48. Agregamos un nuevo enfoque para incrementar el bagaje: GUERRA IRRESTRICTA Dos coroneles de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación de China (EPL), Qiao Liang y Wang Xiangsui, describen que los motivos que hacen “pensar en nuevas estrategias se dan cuando se enfrentan a situaciones que se tornan muy tensas y a las preocupaciones que cada uno ha tenido durante los últimos diez años en lo que concierne a temas militares”. Su trabajo lo publicaron en febrero de 1999 titulándolo La guerra irrestricta. Liang y Xiangsui iniciaron de esta manera una revolución en el campo de las teorías de la guerra. “La primera regla de la Guerra Irrestricta es que no hay reglas, nada está prohibido”. Los Coroneles chinos alertaban al mundo que las nuevas amenazas sobrepasan el ámbito estrictamente militar y que se emplearían métodos vedados por las leyes internacionales. Bajo este punto de vista, la guerra se desborda fuera del campo de batalla y los métodos empleados se multiplican a todos los ámbitos de las naciones y la tecnología. 48
  • 50.
  • 51. INTRODUCCIÓN A LA GUERRA ATÍPICA E n uno de los pasajes del libro, Qiao y Wang vislumbran el futuro de la guerra en la cual “el joven soldado que tenga que cumplir sus órdenes preguntará: ¿dónde está el campo de batalla?, la respuesta debería ser: “en todas partes”. Se espera que lo expuesto facilite la comprensión de la temática. Con las precisiones vistas al principio del libro sobre guerra, excepción, conocimiento y terrorista; las dos caras de la guerra: guerra “cruda” y guerra “controlada”; la guerra irrestricta; y los Principios de la Guerra, podemos explicar la teoría de la guerra atípica. Es la guerra declarada por terroristas contra el Estado de derecho (democracia). En el Perú fue declarada al Estado democrático existente. Su fuente de existencia se encuentra en el hecho que sus elementos son desconocidos y actúan encubiertos dentro de la población civil misma que en el estado de derecho esta protegida no normas humanitarias y leyes 51
  • 52. propias de cada país, y no es posible determinar su valor militarmente. Por tanto, resulta imposible manejar los factores aplicables a las diversas guerras definidas a través de la historia militar (Misión, Enemigo, Terreno y Condiciones Meteorológicas), factores que dan origen a las Doctrinas Militares; por tanto, no tiene doctrina. Es la antítesis de lo doctrinario. Las guerras doctrinariamente incluyen dos “partes” o fuerzas opositoras (Fuerzas Amigas y Fuerzas Enemigas) claramente delimitadas. En la Guerra Atípica la “parte” agresora no se puede delimitar, es desconocida como un fantasma, nadie sabe quién es el enemigo y nadie se declara como tal salvo flagrancia, aunque después en el estado de derecho valiéndose de sus ideólogos recurren a la solicitud de pruebas para evadir responsabilidades y atacar a sus contrarios e incluso conseguir reparaciones dinerarias significativas de parte del Estado que ninguno de los defensores de la democracia ha podido conseguir ni siquiera han sido considerados en ese aspecto. Nadie tiene interés en ser identificado como terrorista, consecuentemente por ese lado doctrinario, no hay enemigo; entonces, no existe parte interesada conocida para aplicar las doctrinas de guerra. Siendo así, para este estudio se le considera como la otra “parte” (enemigo), solo como una etiqueta para mencionar su existencia que como se ha mencionado es fantasmal. En términos concretos, esta es la Guerra en la que no es posible aplicar doctrinas de las diversas formas de guerras (regulares y/o irregulares) desarrolladas en el mundo, porque los factores que sirven para formular estas doctrinas resultan inaplicables, toda vez que la fuerza enemiga no se puede delimitar. La guerra atípica se caracteriza porque uno de sus elementos actúa: ► Encubierto dentro de la población civil, con el objetivo de no ser identificados. ► Escondiendo su dimensión e incluyendo dentro de sus efectivos hombres, mujeres, ancianos y niños para acusar a las fuerzas del orden de abusivas y desprestigiarlas mediáticamente. 52
  • 53. ► Atacando a las fuerzas del orden y afectando su moral. ► Eliminando a las autoridades legítimamente constituidas. Llegado a este punto, el autor considera pertinente explicar el caso ocurrido en el Perú mediante el empleo de modelos, para facilitar la comprensión de la guerra atípica. 53
  • 54. MODELO.- Es la representación simplificada de la realidad, sustentada con un esquema teórico. La realidad es objeto de una continua evaluación técnico-científica. Filosofía maoísta-leninista modificada por Abimael Guzmán para imponer en el Perú la ideología de la agrupación terrorista-genocida Sendero Luminoso. Organización escalonada hasta el nivel célula terrorista encargada de las acciones de terror contra el Estado peruano. Fuerza operativa no identificable, mimetizada dentro de la población civil con el fin de confundir a la opinión pública ante acciones de las fuerzas del orden para desacreditarlas. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Tomar el gobierno del país para destruir la democracia e implantar un socialismo diseñado por el camarada Abimael Guzmán (a) presidente Gonzalo. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Eliminar a las autoridades legalmente constituidas en los lugares más alejados en el interior del territorio para subordinar incondicionalmente a la población. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Formar sus cuadros con hombres, ancianos, mujeres y niños para crear en la opinión pública rechazo a las Fuerzas del Orden cuando intervengan contra ellos. 54
  • 55. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Alcanzar el equilibrio estratégico para enfrentarse a las fuerzas del orden. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Realizar alianzas estratégicas con elementos al margen de la ley (narcotraficantes) para conseguir recursos. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Infiltrar el poder judicial para liberar a los terroristas. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Mantener sus elementos operativos en el anonimato para imposibilitar la probanza de su participación en el Poder Judicial y aparecer como víctimas de abuso. ► OBJETIVO ESTRATÉGICO TERRORISTA: Ganar apoyo interno y externo de organizaciones afines para fortalecer su posición. ► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de Sorpresa) Causar daños a la infraestructura del país en los lugares menos protegidos sin importar la presencia de seres humanos y atemorizar al pueblo peruano para subordinarlo mentalmente. ► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de masa) Con el menor contingente (célula terrorista) causar la mayor cantidad de bajas a los defensores de la democracia para afectar la moral porque constituye la fuerza espiritual más importante en la guerra, mediante ella el ser humano hace aflorar los principales valores que ha cultivado, los mismos que tiene que defender aún sacrificándose. ► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de Seguridad) Operar y mantener a sus integrantes en absoluto anonimato para neutralizar la intervención de las fuerzas del orden y evitar bajas en la organización terrorista. 55
  • 56. ► OBJETIVO OPERACIONAL: (Principio de Objetivo). Atacar sorpresivamente objetivos seleccionados causando la mayor destrucción posible para crear terror en la población. El modelo impuesto por los terroristas tenía como criterio fundamental: imposibilitar la identificación de sus elementos (atípico), obteniendo muchas ventajas, tal como: aparecer ante el mundo como víctimas inocentes porque se mimetizaban en la población; de esa forma lograban desprestigiar a las Fuerzas del Orden explotando los medios de comunicación por sus ideólogos, por los políticos extremistas, por las organizaciones afines (internas y externas), por intereses económicos y por las personas con falta de entendimiento, escaso sentido común y poco criterio pero que responden positivamente al llamado mediático del entorno terrorista (Sugerencia: vuelva a leer el concepto de terrorista inserto en el presente libro). Fuerza entrenada para ganar la guerra (sobrevivir al momento en que el siguiente instante es la muerte); es decir, para eliminar al enemigo (ganarle la iniciativa para sobrevivir). La debida obediencia siempre se usó como la piedra angular para desarrollar los reflejos necesarios para sobrevivir en las acciones de esta guerra; porque permite al jefe, responsable de las vidas de sus subordinados, prepararlos para reaccionar más rápido que el enemigo en el momento crucial de encontrarse entre la vida y la muerte. De esa manera se elimina la fracción de tiempo que emplearía, el subordinado, en pensar si debe o no obedecer la orden, fracción que otorgaría la iniciativa al enemigo y consiguiente muerte del elemento del orden. Esta fuerza basa sus acciones de guerra en la reacción más rápida que la del enemigo gracias al entrenamiento eminentemente técnico. Siempre tiene que adelantarse a la acción terrorista. 56
  • 57. Sus operaciones se encuadran en doctrinas preestablecidas y concordadas con las normas nacionales e internacionales, actuando también de acuerdo a situaciones excepcionales para garantizar la Defensa Nacional, incluyendo cualquier forma de guerra a la que tiene el deber ineludible de adaptarse. Para combatir a los terroristas en el marco de la Guerra Atípica se creó una unidad especial basada en su filosofía (debida obediencia) y en los siguientes principios de la guerra: ► Masa: Utilización de expertos y especialistas para incrementar la superioridad combativa. ► Sorpresa: Respuesta atípica, distinta a la doctrinaria. ► Seguridad: Empleo del secreto y del compartimentaje. ► Ofensiva: Alcanzar el objetivo final de destruir al enemigo y su voluntad de lucha. ► Simplicidad: Explicación clara de procedimientos y medios. ► Maniobra: Ubicación en lugares apropiados para lograr los resultados esperados. ► Economía de las Fuerzas: Empleo mínimo de esfuerzos secundarios. ► Objetivo: Eliminar al enemigo -los terroristas- 57
  • 58. Los fundamentos para el modelo antiterroristas son: Infiltración de la organización terrorista con agentes de inteligencia (personal experto y/o especialista) para la identificación precisa de sus elementos que conformaban los escalones y para determinar las formas de su accionar; también, para obtener informaciones de carácter secreto que permitieron tener certeza de las acciones y de los terroristas que intervinieron en el planeamiento de ellas. Además, se usó para conocer las estrategias y los objetivos de los terroristas que permitieron diseñar las acciones especiales pertinentes para neutralizarlos y vencerlos. Tomar conocimiento del entorno terrorista (interno y externo). Combatir el terrorismo con acciones atípicas para neutralizar la iniciativa en sus operaciones. El primer producto de la guerra, es la muerte. En la guerra, matar es absolutamente válido. La muerte en la guerra equivale a la derrota. Los militares nos preparamos para la victoria; es decir, para vivir. No vamos a la guerra a morir1 ; nuestra decisión es seguir vivos y que el enemigo sea el derrotado. Sabemos que podemos morir y aceptamos por los valores que cultivamos para defender, en nombre de todos los seres humanos de buena fe, nuestra amada Patria. 1 www.scribd.com/doc/12990505/Resumen-Leviatan “El más apremiante y poderoso es el impulso de subsidencia o auto conservación. La fuente de mayor repulsión y temor es la muerte. Es también el único deseo que afecta a todos por igual; toda persona desea mantenerse viva.” 58
  • 59. La guerra atípica, como toda guerra, se desarrolla en un estado de excepción, donde no hay leyes ni reglas de ningún tipo. La forma de la guerra depende de las acciones de las dos partes intervinientes: la agresora y la agredida. La primera representa el estímulo y la segunda la reacción. Nadie puede saber cómo reaccionará ante un estímulo cuando de la vida se trata. Solo existe doctrina para las guerras en que las dos partes están delimitadas pues ella nace de los factores que en principio son: misión, enemigo, terreno y condiciones meteorológicas. Los factores de la guerra son aquellos recursos, materiales o no, que al ser estudiados y analizados solos y/o combinados en el proceso de preparación agregan valor para la concepción de estrategias y elaboración de tácticas para las operaciones que en suma conforman la doctrina. Sin estos factores no hay doctrina. Existe el derecho natural y legal de autodefensa o de legítima defensa contra el enemigo cuando ataca injustamente a un pueblo. Si se niega este derecho de legítima defensa se robustece al agresor y se pone en peligro la paz de los pueblos. La Constitución Política del Perú asigna a las FF AA la Defensa Nacional y dentro de ella se considera la guerra. Empero la guerra es una decisión política y no militar. Ninguna ley está por encima de la Constitución. 59
  • 60. Los principios de la guerra son los únicos elementos válidos para emplearse en cualquier tipo de guerra, por eso se han tenido en cuenta para desarrollar los modelos de la guerra atípica. Ninguna doctrina sobre la guerra, es aplicable a los modelos de este conflicto, porque toda doctrina existente se basa en dos fuerzas beligerantes bien delimitadas: amigo y enemigo. Es imposible construir doctrina en aquella guerra que no permite delimitar una de las fuerzas actoras. ¿Quién es? ¿Dónde está? ¿Cuál es su valor? La respuesta del Estado Peruano a la agresión llevada a cabo por los terroristas, se dio conforme a la reconocida ley natural que trasciende a las leyes sociales de un estado de derecho que dice: “A toda fuerza se opone una igual; pero en sentido contrario”. 60
  • 61. OTRO SI DIGO • • • Principio divino basado en las leyes de la creación del universo. Fundamento del Principio Jurídico de Igualdad. Principio sine qua non de la Democracia. Organización del estado encargada de administrar justicia basada en leyes humanas con criterio subjetivo denominado “criterio de conciencia” del juzgador, por ende, distinto al principio divino al que aspiramos los seres humanos. 61
  • 62.
  • 63. “la guerra no es un juego...”
  • 64.
  • 66.
  • 67. A.- GUERRA “CRUDA” 1 O GUERRA SUSTANTIVA A continuación haremos una transcripción de uno los trabajos más destacados relacionados a la temática de este libro con comentarios del autor. ESTUDIO FILOSÓFICO RELACIONADO CON LA GUERRA Texto de 1932 con un prólogo y tres corolarios de Carl Schmitt Traducido de la edición de 1963 por Dénes Martos (EXTRACTO) Esta nueva versión del escrito sobre El concepto de lo político de Carl Schmitt, contiene el texto original y completo de la edición de 1932. En el Epílogo de 1932 se destacaba el carácter estrictamente didáctico del trabajo y se resaltaba expresamente que todo lo que aquí se dice acerca del concepto de lo político debe entenderse como “el encuadramiento teórico de un problema inmensurable”. En otras palabras: se trataba de establecer un marco para determinadas cuestiones científico-jurídicas, a los efectos de ordenar una temática enmarañada y para hallar la estructura de sus conceptos. Este trabajo no puede comenzar con definiciones esenciales atemporales. Por el contrario, 1 Cruel, despiadado o muestra con excesivo realismo lo que puede resultar extremadamente desagradable. 67
  • 68. se inicia con criterios; tanto como para no perder de vista a la materia y a la situación. Principalmente se trata en esto de la relación y de la contraposición de los conceptos de estatal y político por un lado, y de guerra y enemigo por el otro, a los efectos de entender su contenido informativo para este campo conceptual... ” [1] Esta temática, facilita la comprensión de nuestro trabajo. Quien destruya las diferenciaciones clásicas de la guerra entre Estados y las limitaciones que se basan en ellas, tiene que saber lo que hace. Revolucionarios profesionales como Lenin y Mao Tse-tung lo sabían. Algunos juristas profesionales no lo saben. Ni siquiera se dan cuenta de cómo los conceptos clásicos de la guerra controlada resultan utilizados como armas por la guerra revolucionaria, armas a las cuales se las emplea de un modo puramente instrumental, sin compromisos y sin la obligación de reciprocidad. Esa es la situación. Un contexto tan ambiguo e intermedio de forma y de deformación, de Guerra y de Paz, presenta cuestiones incómodas e ineludibles que contienen un auténtico desafío. La palabra alemana herausforderung (desafío) expresa aquí tanto el sentido de un challenger como el de una provokation. En la guerra irregular actual, tal como se ha desarrollado a partir de 1932 en la guerra chino-japonesa, luego en la segunda guerra mundial y finalmente después de 1945 en Indochina y en otros países, se unen dos procesos contradictorios; dos especies completamente diferentes de la guerra y de la enemistad. En primer lugar, hay una resistencia autóctona, esencialmente defensiva, que el pueblo de un país le opone a la invasión extranjera y, en segundo lugar, está el apoyo y la dirección de una resistencia así por parte de terceras potencias interesadas y mundialmente agresivas. El partisano, que para la conducción bélica clásica no era más que un “irregular”, se ha convertido en el ínterin, si bien no en una figura central, aún así en una figura clave de la conducción bélica revolucionaria mundial. Recuérdese tan solo la máxima clásica 68
  • 69. con la que los ejércitos prusiano-alemanes esperaban vencer a los partisanos: “la tropa combate al enemigo; de los merodeadores se encarga la policía. También en esa otra especie moderna de la guerra actual, en la llamada guerra fría, se rompen todos los pilares conceptuales que hasta ahora soportaban al sistema tradicional de limitación y contención de la guerra...”. El rompimiento de cualquier pilar conceptual conlleva la creación de nuevos conceptos. “…La guerra fría se burla de todas las diferenciaciones clásicas sobre la guerra y la paz y la neutralidad, la política y la economía, lo militar y lo civil, combatientes y no-combatientes — y solamente no desprecia la diferenciación entre amigo y enemigo; diferenciación ésta que hace a su origen y a su esencia. No es ningún milagro que la antigua palabra inglesa foe ha despertado de su arcaico sueño de cuatrocientos años y, desde hace dos décadas, ha vuelto a ponerse nuevamente en uso al lado de enemy. ¿Cómo podría ser posible mantener viva una reflexión sobre la diferenciación entre el amigo y el enemigo en una época que produce medios de aniquilamiento nucleares y simultáneamente borra la diferencia entre la guerra y la paz? El gran problema sigue siendo el de ponerle límites a la guerra y esto, cuando no se conecta por parte de ambos bandos con una relativización de la enemistad, termina siendo o bien un juego cínico, la orquestación de un dog fight, o bien no es sino un pueril autoengaño. [8] Marzo de 1963 Carl Schmitt Los conceptos de amigo y enemigo deben tomarse en su sentido concreto y existencial; no como metáforas o símbolos; no entremezclados y debilitados mediante concepciones económicas, morales o de otra índole; menos todavía psicológicamente y en un sentido privado-individualista como expresión de 69
  • 70. sentimientos y tendencias privadas. No son contraposiciones normativas ni “puramente espirituales”. El liberalismo, con su típico dilema entre espíritu y economía (a ser tratado más adelante), ha intentado diluir al enemigo convirtiéndolo en un competidor por el lado de los negocios y en un oponente polemizador por el lado espiritual. Dentro del ámbito de lo económico ciertamente no existen enemigos sino tan solo competidores y en un mundo absolutamente moralizado y ético quizás solo existan adversarios que polemizan. Sin embargo, que se lo considere — o no — detestable; y, quizás, que hasta se quiera ver un remanente atávico de épocas bárbaras en el hecho de que los pueblos todavía siguen agrupándose realmente en amigos y enemigos; o bien que se anhele que la diferenciación desaparecerá algún día de la faz de la tierra; o que quizás sea bueno y correcto fingir por razones pedagógicas que ya no existen enemigos en absoluto; todo eso está aquí fuera de consideración. Aquí no se trata de ficciones y normatividades sino de la realidad existencial y de la posibilidad real de esta diferenciación. Se podrán compartir — o no — las esperanzas o las intenciones pedagógicas mencionadas; pero que los pueblos se agrupan de acuerdo a la contraposición de amigos y enemigos, que esta contraposición aún hoy todavía existe y que está dada como posibilidad real para todo pueblo políticamente existente, eso es algo que de modo racional no puede ser negado. El enemigo no es, pues, el competidor o el opositor en general. Tampoco es enemigo un adversario privado al cual se odia por motivos emocionales de antipatía. “Enemigo” es solo un conjunto de personas que, por lo menos de un modo eventual — esto es: de acuerdo con las posibilidades reales — puede combatir a un conjunto idéntico que se le opone. Enemigo es solamente el enemigo público, porque lo que se relaciona con un conjunto semejante de personas — y en especial con todo un pueblo — se vuelve público por la misma relación…” El concepto de enemigo también es muy importante para comprender el tema desarrollado en el presente libro. “…El enemigo es el hostis, no el inmicus en un sentido amplio; el polemios, no el echthros. [17]. El idioma alemán, al igual que otros idiomas, no distingue entre el “enemigo” privado y el político, por lo que se vuelven posibles muchos malentendidos y falsificaciones. El tantas veces citado pasaje “amad a 70
  • 71. vuestros enemigos” (Mateo 5,44; Lucas 6,27) en realidad dice: “diligite inimicos vestros” — agapate tous echtrous hymon — y no diligite hostes vestros; por lo que no se habla allí del enemigo político. [18] En la milenaria lucha entre el cristianismo y el islam jamás a cristiano alguno se le ocurrió tampoco la idea de que, por amor, había que ceder Europa a los sarracenos o a los turcos en lugar de defenderla. Al enemigo en el sentido político no hay por qué odiarlo personalmente y recién en la esfera de lo privado tiene sentido amar a nuestro “enemigo”, vale decir: a nuestro adversario. La mencionada cita bíblica no pretende eliminar otras contraposiciones como las del bien y del mal, o la de lo bello y lo feo, por lo que menos aun puede ser relacionada con la contraposición política. Por sobre todo, no significa que se debe amar a los enemigos del pueblo al que se pertenece y que estos enemigos deben ser apoyados en contra del pueblo propio. La contraposición política es la más intensa y extrema de todas, y cualquier otra contraposición concreta se volverá tanto más política mientras más se aproxime al punto extremo de constituir una agrupación del tipo amigoenemigo. En el interior de un Estado — que como unidad política organizada toma, por sí y como conjunto, la decisión sobre la amistad-enemistad, — y además, junto a las decisiones políticas primarias y en defensa de la decisión tomada, surgen luego numerosos conceptos secundarios de lo “político”. Por de pronto, surgen merced a la equiparación de lo político con lo estatal tratada en el primer punto. Esta equiparación hace que, por ejemplo, la “política de Estado” confronte con las posiciones político-partidarias; o que se pueda hablar de la política religiosa, la política educativa, la política comunal, la política social, etc. del propio Estado. Aunque a pesar de todo incluso aquí subsiste, y es constitutivo para el concepto de lo político, una contraposición y un antagonismo dentro del Estado — bien que, en todo caso, relativizados por la existencia de la unidad política estatal, abarcadora de todas las demás contraposiciones. [19] Por último, se desarrollan también otras especies aun más atenuadas de “política”, distorsionadas hasta lo parasitario y caricaturesco, en las cuales solo queda algún remanente antagónico de la agrupación amigo-enemigo original; aspecto este que se manifiesta en disputas e intrigas, tácticas y prácticas de toda índole, y que describe como “política” a los negociados y a las manipulaciones más extrañas. Pero que la esencia de la relación política sigue manteniéndose en la referencia a una contraposición concreta, 71
  • 72. lo expresa el vocabulario cotidiano incluso allí en dónde la conciencia plena del “caso decisivo” se ha perdido. Esto puede verse diariamente en dos fenómenos fácilmente verificables. En primer lugar, todos los conceptos, ideas y palabras políticas poseen un sentido polémico; tienen a la vista una rivalidad concreta; están ligadas a una situación concreta cuya última consecuencia es un agrupamiento del tipo amigo-enemigo (que se manifiesta en la guerra o en la revolución)…” En este orden de ideas subyace la afirmación que dice: la guerra es un recurso de la política “… y se convierten en abstracciones vacías y fantasmagóricas cuando esta situación desaparece. Palabras como Estado, república [20], sociedad, clase, y más allá de ellas: soberanía, Estado de Derecho, absolutismo, dictadura, plan, Estado neutral o total, etc. resultan incomprensibles si no se sabe quien in concreto habrá de ser designado, combatido, negado y refutado a través de una de ellas [21] . El carácter polémico domina sobre todo, incluso sobre el empleo de la misma palabra “político”; tanto si se califica al oponente de “impolítico” (en el sentido de divorciado de la realidad o alejado de lo concreto) como si, a la inversa, alguien desea descalificarlo denunciándolo de “político” para colocarse a si mismo por sobre él autodefiniéndose como “apolítico” (en el sentido de puramente objetivo, puramente científico, puramente moral, puramente jurídico, puramente estético, puramente económico, o en virtud de alguna pureza similar). En segundo lugar, en las expresiones usuales de la polémica intra-estatal cotidiana, frecuentemente se emplea hoy el término “político” como sinónimo de “político-partidario”. La inevitable “subjetividad” de todas las decisiones políticas — que no es sino un reflejo de la diferenciación amigo-enemigo inmanente a todo comportamiento político — se manifiesta aquí en las mezquinas formas y horizontes de la distribución de cargos y prebendas políticas. La demanda de una “despolitización” significa, en este caso, tan solo una superación del partidismo etc. La ecuación político=partidario es posible cuando pierde su fuerza la concepción de la unidad política (del “Estado”), abarcadora y relativizadora de todos los partidos políticos internos conjuntamente con sus rivalidades, a consecuencia de lo cual las contraposiciones internas adquieren una intensidad mayor que 72
  • 73. la contraposición común externa frente a otro Estado. Cuando dentro de un Estado las contraposiciones partidarias se han vuelto las contraposiciones políticas por excelencia, hemos arribado al punto extremo de la secuencia posible en materia de “política interna”; esto es: los agrupamientos del tipo amigo-enemigo relativos a la política interna, y no a la política exterior, son los que se vuelven relevantes para el enfrentamiento armado. En el caso de semejante “primacía de la política interna”, la posibilidad real del combate, que siempre tiene que estar presente para que se pueda hablar de política, se refiere por lo tanto a la guerra civil y ya no a la guerra entre unidades organizadas de pueblos (Estados o Imperios). [22] Al concepto de enemigo y residiendo en el ámbito de lo real, corresponde la eventualidad de un combate. En el empleo de esta palabra hay que hacer abstracción de todos los cambios accidentales, subordinados al desarrollo histórico, que ha sufrido la guerra y la tecnología de las armas. La guerra es el combate armado entre unidades políticas organizadas; la guerra civil es el combate armado en el interior de una unidad organizada (unidad que se vuelve, sin embargo, problemática debido a ello). Lo esencial en el concepto de “arma” es que se trata de un medio para provocar la muerte física de seres humanos. Al igual que la palabra “enemigo”, la palabra “combate” debe ser entendida aquí en su originalidad primitiva esencial. No significa competencia, ni el “puramente espiritual” combate dialéctico, ni la “lucha” simbólica que, al fin y al cabo, toda persona siempre libra de algún modo porque, ya sea de una forma o de otra, toda vida humana es una “lucha” y todo ser humano un “luchador”. Los conceptos de amigo, enemigo y combate reciben su sentido concreto por el hecho de que se relacionan especialmente con la posibilidad real de la muerte física y mantienen esa relación. La guerra proviene de la enemistad puesto que ésta es la negación esencial de otro ser…”. 73
  • 74. “… La guerra es solamente la enemistad hecha real del modo más manifiesto. No tiene por qué ser algo cotidiano, algo normal; ni tampoco tiene por qué ser percibido como algo ideal o deseable. Pero debe estar presente como posibilidad real si el concepto de enemigo ha de tener significado. Consecuentemente, de ninguna manera se trata aquí de sostener que la existencia política no es más que una guerra sangrienta y cada acción política una operación de combate militar; como si cada pueblo estuviese ininterrumpida y constantemente puesto ante la alternativa de amigo o enemigo en su relación con cualquier otro pueblo y lo correcto en política no pudiese residir justamente en evitar la guerra. La definición de lo político aquí expuesta no es ni belicista, ni militarista, ni imperialista, ni pacifista. Tampoco constituye un intento de presentar a la guerra victoriosa, o a la revolución triunfante, como un “ideal social”, ya que ni la guerra ni la revolución constituyen algo “social” o “ideal”. Es definición de política pura sin considerar los intereses connaturales de los políticos sin los que no existe política. “… [23] [24] El combate militar en si mismo no es la “continuación de la política por otros medios” como reza la famosa frase, generalmente mal citada, de Clausewitz.”… El significado entre combate militar y guerra es diferente Por ende, la cita de Von Clausewitz es pertinente. Para mayor luz, la guerra tiene principios. “… [25] El combate militar, en tanto guerra, tiene sus propios puntos de vista y sus propias reglas estratégicas, tácticas y demás, pero todas ellas dan por establecido y presuponen que la decisión política de definir quién es el enemigo ya ha sido tomada. En la guerra los contendientes se enfrentan como tales, normalmente hasta diferenciados por medio de un “uniforme”, y por ello la diferenciación de amigo y enemigo ya no constituye un problema 74
  • 75. político que el soldado combatiente tenga que resolver...”. Esta “diferenciación” entre amigo y enemigo es imprescindible para que ya no constituya un problema político. “… Por esto es que resultan acertadas las palabras del diplomático inglés que decía que el político está mejor adiestrado para el combate que el soldado, puesto que el político combate durante toda su vida mientras que el soldado solo lo hace excepcionalmente”… Lo mencionado corrobora la cita de Von Clausewitz: “La guerra no es ni el objetivo, ni el propósito de la política. “ Sin embargo, es un recurso. … “Ni siquiera es su contenido. Con todo, es el presupuesto — en tanto posibilidad real permanentemente existente — que define el accionar y el pensar del ser humano de un modo especial, suscitando con ello un comportamiento específicamente político…”. Si el nacimiento de las ideas está en el ser humano, el accionar político también tiene que responder a ello. “…Por eso es que el criterio de la diferenciación entre amigos y enemigos tampoco significa, de ninguna manera, que un determinado pueblo deba ser eternamente el enemigo o el amigo de otro determinado pueblo; o bien que una neutralidad no sea posible o que no pueda ser políticamente razonable. Es tan solo que el concepto de la neutralidad, como todo concepto político, también está subordinado al prerrequisito último de una posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo. Si sobre la faz de la tierra existiese tan solo la neutralidad, no solo sería el fin de la guerra; sería también el fin de la neutralidad misma — de la misma forma en que cualquier política, incluso una política de evitar el combate, termina cuando desaparece en forma absoluta toda posibilidad real de que se produzcan combates. Lo concluyente es siempre tan solo que exista la 75
  • 76. posibilidad del caso decisivo del combate real, y de la decisión respecto de si este caso está, o no está dado. Que el caso se produzca solo en forma excepcional no anula su carácter determinante sino, por el contrario, lo fundamenta. Si bien las guerras no son hoy tan numerosas y frecuentes como antaño, no por ello ha dejado de aumentar su arrolladora furia total, en la misma y quizás hasta en mayor medida aún que en la que ha disminuido su número y su cotidianeidad. Aún hoy el “casus belli” sigue siendo el caso planteado “en serio”. Podemos decir que aquí, al igual que en otras cuestiones, es justamente la excepción la que adquiere un significado especialmente decisivo y pone al descubierto el núcleo de las cosas. Porque recién en el combate real queda demostrada la consecuencia extrema del agrupamiento político en amigos y enemigos. Es desde esta más extrema posibilidad que la vida del ser humano adquiere su tensión específicamente política. Un mundo en el cual la posibilidad de un combate estuviese totalmente eliminada y desterrada, una globo terráqueo definitivamente pacificado sería un mundo sin la diferenciación de amigos y enemigos y, por lo tanto, sería un mundo sin política. Podría existir en él toda una variedad de interesantes contraposiciones, contrastes, competencias e intrigas de toda clase; pero razonablemente no podría existir una contraposición en virtud de la cual se puede exigir del ser humano el sacrificio de la propia vida y en virtud de la cual se puede autorizar a seres humanos a derramar sangre y a dar muerte a otros seres humanos. Para una definición del concepto de lo político (o política?), tampoco aquí se trata de demostrar si se considera deseable arribar a un mundo así, sin política, como un estado ideal de cosas. El fenómeno de lo político se hace comprensible solamente a través de su relación con la posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo, más allá de los juicios de valor religiosos, morales, estéticos o económicos que de lo político se hagan a consecuencia de ello. La guerra, en tanto medio político más extremo, revela la posibilidad de esta diferenciación entre amigos y enemigos, subyacente a toda concepción política, y es por eso que tiene sentido solamente mientras esta diferenciación 76
  • 77. se halle realmente presente en la humanidad o, al menos, mientras sea realmente posible. Por el contrario, una guerra librada por motivos “puramente” religiosos, “puramente” morales, “puramente” jurídicos o “puramente” económicos, carecería de sentido. De las contraposiciones específicas de estas esferas de la vida humana no se puede derivar el agrupamiento amigo-enemigo y, por lo tanto, tampoco se puede derivar una guerra. Una guerra no tiene por qué ser algo devoto, algo moralmente bueno, ni algo rentable. En la actualidad probablemente no es ninguna de esas cosas. Esta simple conclusión se enmaraña, la mayoría de las veces, por el hecho de que las contraposiciones religiosas, morales y de otro tipo se intensifican hasta alcanzar la categoría de contraposiciones políticas y con ello pueden producir el decisivo agrupamiento combativo de amigos y enemigos. Pero en cuanto se llega a este agrupamiento combativo, la contraposición decisiva ya no es más puramente religiosa, moral o económica, sino política. La cuestión en ese caso es siempre tan solo la de si un agrupamiento del tipo amigo-enemigo está, o no, dada como posibilidad concreta, o como realidad; más allá de cuales hayan sido los motivos humanos lo suficientemente fuertes como para producir ese agrupamiento. Nada puede escapar a este rasgo consecuencial de lo político. Si la oposición pacifista a la guerra pudiese hacerse tan fuerte como para llevar a los pacifistas a la guerra contra los no-pacifistas; si esa oposición desatase una “guerra contra la guerra”, con ello no haría más que probar que tiene realmente fuerza política porque, en dicho caso, sería lo suficientemente fuerte como para agrupar a los seres humanos en amigos y enemigos. Si la determinación de evitar la guerra se hace tan fuerte que ya no retrocede ni ante la guerra misma, es simplemente porque se ha vuelto un móvil político, es decir: afirma, aunque más no sea como eventualidad extrema, a la guerra y hasta al sentido de la guerra. En la actualidad esta parece haberse constituido en una forma especialmente extendida de justificar las guerras. La guerra se desarrolla así bajo la consigna de ser siempre la “última y definitiva guerra de la humanidad”. Guerras de esta índole son, por necesidad, guerras especialmente violentas y crueles porque, transponiendo lo político, rebajan al enemigo simultáneamente tanto en lo moral como en las demás categorías, y se ven forzadas a hacer de 77
  • 78. él un monstruo inhumano que no solo debe ser repelido sino exterminado, por lo que ya no es tan solo un enemigo que debe ser rechazado hacia dentro de sus propias fronteras. Sin embargo, en la posibilidad de tales guerras puede demostrarse con especial claridad que la guerra, como posibilidad real, todavía existe en la actualidad y ello es lo único relevante en cuanto a la diferenciación entre amigos y enemigos y en cuanto a la comprensión de lo político. [26] 1. En relación a la guerra, el enemigo es hoy el concepto primario. En todo caso esto no es de aplicación para guerras competitivas, batallas de gabinete, duelos y otras formas similares de guerras tan solo “agonales”. Las luchas agonales despiertan más la imagen de una acción que la de un estado de cosas. Si uno aplica la antigua y al parecer inevitable distinción entre la “guerra en tanto acción” y la “guerra en tanto estado de cosas (status)”, entonces en la guerra-acción — ya en las batallas y en las operaciones militares, es decir: en la acción misma, en las hostilities — está dado un enemigo como oponente (en tanto opuesto), y está dado de una manera tan visible y presente que ya no es necesario presuponerlo…” Este concepto es pertinente mientras que el enemigo es posible delimitarlo debido a que es visible. “…Distinta es la guerra en tanto estado de cosas (status). En ella el enemigo existe aún cuando las inmediatas y agudas hostilidades y las operaciones bélicas hayan cesado. Bellum manet, pugna cessat. Aquí la enemistad es manifiestamente la precondición del estado de guerra. En la concepción general de “guerra”, puede pesar más lo uno o lo otro, ya sea la guerra en tanto acción como la guerra en tanto estado de cosas. Con todo, ninguna guerra puede resolverse íntegramente en la acción desnuda, de la misma forma en que no puede permanecer siendo “estado de cosas” sin acciones. 78
  • 79. La llamada guerra total tiene que ser total tanto en cuanto acción como en cuanto estado de cosas, si ha de ser realmente total. Por lo tanto toma su sentido a partir de una enemistad preexistente, conceptualmente real. Por eso es que puede ser comprendida y definida solo a partir de la enemistad. La guerra en este sentido total es todo lo que (en materia de acciones y situaciones) surge de la enemistad”… El estado de guerra y la acción de guerra, son conceptos importantes para comprender la guerra teóricamente. De los dos, el segundo concepto es el que brinda la oportunidad de conocerla. … ”Carecería de sentido decir que la enemistad surge recién de la guerra, o recién de la totalidad de la guerra, o degradar la enemistad a la categoría de mero epifenómeno de la totalidad de la guerra. Se dice, con una expresión harto repetida, que en el verano de 1914 los pueblos europeos “ingresaron en la guerra como sonámbulos”. En realidad se deslizaron progresivamente hacia la totalidad de la guerra por el modo en que la guerra continental, militar, de combatientes efectivos, y la guerra económica inglesa: extramilitar, naval y de bloqueos, se impulsaron mutuamente (por la vía de las represalias) y se incrementaron hasta alcanzar su totalidad. Aquí, por lo tanto, la totalidad de la guerra no surgió de una enemistad total preexistente sino que, por el contrario, la totalidad de la enemistad creció a partir de una guerra que se fue haciendo progresivamente total. El fin de una guerra semejante necesariamente no fue un “Tratado” ni una “paz”, y menos aún un “Tratado de Paz” en el sentido del Derecho Internacional, sino una sentencia condenatoria impuesta por los vencedores al vencido. Este último es tanto más catalogado póstumamente de enemigo mientras más vencido se encuentre. 2. En el sistema de pactos de la política de posguerra establecido en Ginebra, el agresor queda definido como enemigo. Agresor y agresión se describen taxativamente: el que declare la guerra, el que transponga una frontera, el que no respete determinados procedimientos y determinados plazos, etc. es un agresor y un violador de la paz. La estructura conceptual del Derecho Internacional se hace aquí progresivamente criminalista y orientada al Derecho Penal. El agresor, en el Derecho Internacional, se convierte en lo que hoy 79
  • 80. es en el Derecho Penal, es decir: en el delincuente, en el “autor del hecho” ; un “autor” que en realidad debería ser designado como “criminal” porque su supuesto hecho en realidad se considera como un crimen. [60] Los juristas de la política de postguerra generada en Ginebra consideraron esta criminalización y objetivación de la agresión y del agresor como un avance jurídico del Derecho Internacional. Pero el sentido más profundo de estos esfuerzos realizados para definir al “agresor” y precisar el hecho de la “agresión” es el de construir un enemigo y, con ello, darle un sentido a una guerra que no tiene sentido. Mientras más automática y mecánica se vuelva la guerra, tanto más automáticas y mecánicas se vuelven tales definiciones. Durante la época de la auténtica guerra de combatientes, el declarar la guerra, si uno se sentía amenazado u ofendido con fundamento, no tenía por qué ser una vergüenza ni una tontería política sino que hasta podía constituir una cuestión de honor (Ejemplo: la declaración de guerra del Emperador Francisco José a Francia e Italia en 1859). En la actualidad, según el Derecho Internacional de Ginebra surgido durante la postguerra, esto debe ser convertido en un hecho criminal puesto que el enemigo tiene que ser convertido en delincuente. 3. Amigo y enemigo tienen en las diferentes lenguas y grupos lingüísticos una estructura lógica e idiomática distinta. Según el sentido lingüístico alemán (como en muchos otros idiomas) el “amigo” es solamente el camarada del mismo linaje. Originalmente, por lo tanto, el amigo es solo el amigo de sangre, el pariente de la misma sangre, o el “emparentado” mediante matrimonio, hermandad de juramento, adopción, o instituciones similares. Probablemente recién a través del pietismo y los movimientos análogos, que encontraron al “amigo del alma” por el camino del “amigo de Dios”, es que surgió esa privatización y psicologización del concepto de amigo, típica del Siglo XIX y que aún hoy se halla ampliamente difundida. La amistad se convirtió así en una cuestión de sentimientos de simpatía privados; por último hasta con coloración erótica dentro de una atmósfera al estilo Maupassant. La etimología de palabra alemana para “enemigo” (feind) no es determinable de un modo tan claro. Su raíz original, según el Diccionario de Grimm, se halla “no esclarecida aún”. Según los diccionarios de Paul, Heyne y Weigand significaría (en conexión con fijan = odiar) “el odiado”. No deseo entrar en 80
  • 81. una polémica con los filólogos. Prefiero quedarme simplemente en que “enemigo” (Feind), según su sentido idiomático original, denota a alguien contra el cual se lleva a cabo una hostilidad (Fehde). Hostilidad (Fehde) y enemistad (Feindschaft) aparecen juntas desde el principio. Como señala Karl Von Amira (Grundriß des Germanischen Rechts, 3ª Edición, 1913, Pág.. 238) la palabra Fehde indica “por de pronto solo la situación de quien está expuesto a una contienda mortal”. Con el desarrollo de las diferentes clases y formas de hostilidad se transforma también el enemigo, es decir: el hostil-contendiente. La mejor manera de ilustrar esto es a través de la diferenciación medieval entre contiendas caballerescas y contiendas no caballerescas (Cf. Claudius Frhr. Von Schwerin, Grundzüge der Deutschen Rechtsgeschichte, 1934, Pág. 195). La contienda caballeresca conduce a formas fijamente establecidas y, con ello, a la concepción agonal del contendiente. En otros idiomas, el enemigo está designado idiomáticamente solo de modo negativo como no-amigo. Así sucede en los idiomas romances desde que, en la paz universal de la Pax Romana establecida dentro del Imperio Romano, palideció el concepto de hostis o se volvió una cuestión de política interna: amicus-inimicus; ami-ennemi; amico-nemico etc. También en los idiomas eslavos el enemigo es el no-amigo: prijatelj-neprijatelj, etc. [61] En inglés, la palabra enemy ha desplazado completamente a la palabra germánica foe (que originalmente denotó solo al contrincante en la lucha mortal y luego a cualquier enemigo). [62] 4. Allí en dónde la guerra y la enemistad constituyen procesos o fenómenos determinables con seguridad y sencillamente comprobables, todo lo que no es guerra puede llamarse eo ipso paz y todo lo que no es enemigo puede llamarse eo ipso amigo. A la inversa: allí en dónde la paz y la amistad constituyen evidente y normalmente lo dado, todo lo que no sea paz puede volverse guerra y todo lo que no sea amistad puede volverse enemistad. En el primer caso es la paz y en el segundo es la guerra lo que queda determinado por la negación de lo determinadamente dado. Por la misma razón, en el primer caso el amigo es el no-enemigo y, en el segundo caso, el enemigo es el no-amigo. Por ejemplo, de esta consideración del amigo como no-enemigo partió la concepción de Derecho Penal referida a “Acciones Hostiles Contra 81
  • 82. Estados Amigos” (Cf. Cuarta Sección de la Segunda Parte del Código Penal Alemán, §§ 102-104) por la cual un Estado amigo es todo Estado con el cual el Estado propio no se encuentre en una situación de guerra. Según esto, en Mayo y Septiembre de 1938, el Estado Checoslovaco bajo la presidencia de Benesch ¡hubiera sido un Estado amigo del Reich Alemán! Esta cuestión (¿cuál concepto está tan determinantemente dado que, por medio de él, se puede determinar por la negativa al otro concepto?) es necesaria aunque más no sea porque hasta ahora todas las interpretaciones del Derecho Internacional sobre si una acción es, o no, bélica han partido del supuesto que la disyunción de guerra y paz es absoluta y excluyente, es decir: que espontáneamente y sin tercera posibilidad ha de suponerse la existencia de uno (ya sea guerra o paz) si el otro no existe. Inter pacem et bellum nihil est medium [63] En ocasión del avance de Japón contra China en 1931/32 por ejemplo, para la delimitación de las represalias militares (que aún no implicaban una guerra) se trabajó sobre la guerra constantemente con esta mecánica conceptual. Este nihil medium es, sin embargo, justamente la cuestión que atañe a la situación esencial. En forma correcta la pregunta de Derecho Internacional debe formularse de la siguiente manera: las medidas militares coercitivas, en especial las represalias militares, ¿son, o no son, conciliables con la paz?. Y, si no lo son, ¿constituyen por ello una guerra? Esta sería una pregunta que parte de la paz como ordenamiento concreto. El mejor fundamento para esto lo hallo en un escrito de Arrigo Cavaglieri del año 1915 [64] . Allí expresa en relación al tema: las medidas militares coercitivas son irreconciliables con la paz; por lo tanto constituyen guerra. Lo interesante en esta línea de pensamiento es la concepción de la paz como orden concreto y cerrado, y como el concepto más fuerte, por lo que se convierte en determinante. Otras interpretaciones usuales son menos claras en el posicionamiento de la pregunta y se mueven en el vacío ambivalente de una alternativa conceptual pseudopositivista. Sea que uno supone la guerra porque no hay paz, o bien supone la paz porque no hay guerra, en ambos casos debería preguntarse primero si realmente no existe ninguna tercera posibilidad, ninguna posibilidad intermedia, si el nihil medium es realmente cierto. De existir sería, naturalmente, 82
  • 83. una anormalidad; pero sucede que también existen situaciones anormales. De hecho, hoy existe una situación intermedia así, que se encuentra entre la guerra y la paz; una situación en la cual se entremezclan ambas cosas. La misma tiene tres causas: en primer lugar las imposiciones de paz de París; en segundo lugar el sistema de prevención de guerras de la postguerra con el Pacto Kellogg y la Sociedad de las Naciones; y en tercer lugar la expansión de la concepción de la guerra a las actividades no militares (económicas, propagandísticas, etc.) de la enemistad. En realidad, las mencionadas imposiciones de paz querían hacer de la paz una “continuación de la guerra por otros medios”. Llevaron el concepto de enemigo tan lejos que se terminó anulando no solo la diferenciación entre combatientes y no-combatientes sino hasta la de guerra y paz. Sin embargo, simultáneamente buscaron la forma de legalizar — y, por la vía de la ficción jurídica, convertir en un status quo normal y definitivo de paz — a este estado intermedio e indeterminado entre guerra y paz que deliberadamente mantuvieron abierto. La lógica jurídica típica de la paz, los típicos supuestos jurídicos de los cuales el jurista puede y debe partir en una situación auténticamente pacificada, fueron injertados en esta anormal situación intermedia. Al principio esto pareció ser ventajoso para las potencias triunfantes puesto que, por un tiempo, pudieron jugar a deux mains y, suponiendo ya sea la guerra o la paz, en cualquiera de los casos tenían a la legalidad de Ginebra de su lado siendo que podían clavar en la espalda de sus contrincantes conceptos de esta legalidad tales como violación de pacto, agresión, sanciones, etc. En semejante estado intermedio entre la guerra y la paz desaparece el sentido racional que bajo otras circunstancias puede tener la determinación de la guerra por la paz, o de la paz por la guerra, es decir: la determinación de uno de los conceptos por medio del otro. No es solo que la declaración de guerra se vuelve peligrosa porque pone al declarante espontáneamente en una posición culposa. Además de ello deja de tener sentido la calificación de “bélica” o “pacífica” aplicada a cualquier acción militar o no-militar puesto que las acciones no-militares pueden constituir acciones hostiles de la manera más efectiva, inmediata e intensiva mientras que, a la inversa, es posible llevar a cabo acciones militares bajo solemnes y enérgicas declaraciones de intenciones amistosas. 83
  • 84. En la práctica, la alternativa entre la guerra y la paz en una situación intermedia semejante se hace aún más importante porque, en ella, todo se convierte en ficción y suposición jurídica; ya sea que uno suponga que todo lo que no es paz es guerra, o a la inversa, que todo lo que no es guerra por ello espontáneamente ya es paz. Este es el conocido “palo con dos puntas”. Cualquiera puede argumentar en cualquiera de los dos sentidos tomando el palo por cualquiera de los dos extremos. Aquí, todos los intentos por dar una definición de la guerra tienen que terminar, en el mejor de los casos, en un decisionismo totalmente subjetivo y voluntarista: la guerra existe cuando alguna parte que pasa a la acción quiere la guerra Puede existir o no la guerra; pero el concepto siempre existirá. En una notable y bien construida monografía recientemente aparecida sobre el concepto bélico en el Derecho Internacional se dice que: “La voluntad de las partes combatientes es el único carácter diferenciador que queda. Si está orientada a desarrollar las medidas coercitivas de un modo bélico imperará la guerra; de otro modo la paz”. [65] Desgraciadamente, este “de otro modo la paz” no es cierto. De acuerdo a ello, la voluntad de un solo Estado es suficiente para satisfacer el concepto de la guerra (Agrega el Autor de la Guerra Atípica: el concepto de guerra existe con o sin voluntad de uno o más Estados), indistintamente de la parte que tenga esa voluntad. [66] Con todo, un decisionismo como este se condice con la situación concreta. Se manifiesta de un modo correspondiente en que, por ejemplo, el carácter político de una disputa de Derecho Internacional queda determinado solo de un modo puramente decisorio por la voluntad de cada contendiente. Con ello también aquí la voluntad se convierte en el “criterio inmediato de lo político”. [67] Pero ¿qué significa esto para nuestra pregunta sobre la relación entre la guerra y la paz? Muestra que la enemistad, el animus hostilis se ha convertido en el concepto primario. En el actual estado intermedio entre guerra y paz esto tiene una relevancia completamente diferente a la que tuvo en anteriores “teorías voluntaristas” o “subjetivas” del concepto de guerra. En todas las épocas han existido guerras “a medias”, “parciales”, “imperfectas”, “limitadas” y “solapadas” y la expresión de “war disguised”, utilizada 84