1. Teoría del consumidor
La teoría del consumidor es una rama de la microeconomía, que estudia el
comportamiento de un agente económicoen su carácter de consumidor de bienes y
de servicios encaminada a la obtención de la curva de demanda del consumidor para los
distintos bienes. Esta teoría relaciona las preferencias, las curvas de indiferencia y
las restricciones presupuestarias a las curvas de demanda del consumidor.
Teoría neoclásica del consumidor
Es la teoría más comúnmente recogida en los manuales de microeconomía. Y entre los
supuestos más fuertes están:
1. Las preferencias del consumidor pueden modelizarse como una función de
utilidad U convexa y al menos dos veces diferenciable.
2. Las funciones de utilidad no varían en el proceso de consumo, esto tiene el efecto de
que el consumidor se comporta igual que si antes de consumir nada decidiera como
distribuir la renta disponible (en lugar de ajustar adaptativamente el consumo a medida
que gasta la renta disponible.
De acuerdo con estas asunciones, fijado un nivel de precios un consumidor perfectamente
racional consumirá cantidades de cada bien de tal manera que la utilidad total sea la
máxima posible compatible con la renta disponible. Es decir, un consumidor racional
consumiría cantidades de bienes de tal manera se cumpla:
Donde el conjunto se refiere al conjunto de valores a los que afecta la restricción
presupuestaria:
Donde:
es el vector de precios (positivos) de los n bienes de la
economía.
es la renta disponible del individuo para el consumo.
Consecuencias
Los supuestos anteriores implican que existe una curva de demanda continua para
cada consumidor.
2. Los supuestos anteriores implican que no existen bienes insubstituibles, es decir,
que una disminución en el consumo de un bien, puede ser compensada con un
mayor consumo de otros bienes. Esta consecuencia ha sido criticada,
argumentando que ciertos bienes, como algunos alimentos, son necesarios y no son
intercambiables por una mayor cantidad de ocio por ejemplo.
Teoría postkeynesiana del consumidor
La teoría del consumidor postkeynesiana difiere abruptamente de la anterior al
admitir que las preferencias tienen una estructura lexicográfica incompatible con la
existencia de una función de utilidad escalar. Así el consumidor dividiría los bienes
entre categorías y preasignaría una parte de la renta a cada categoría distribuyendo
entre los bienes de cada categoría posteriormente el presupuesto. Existe una cierta
evidencia empírica de que los consumidores gastan su dinero de esta manera. Las
ideas básicas proceden de Nicholas Georgescu-Roegen y Herbert Simon de la
escuela behaviorista. Los principios básicos son:
1. Racionalidad procedimiental El consumidor se regiría por reglas o hábitos no
compensadores.
2. Saciedad . Más allá de un umbral finito la necesidad queda satisfecha y consumir
más unidades no aumenta la satisfacción o "utilidad".
3. Separación . El consumidor divide los bienes y necesidades en diversas
categorías, débilmente relacionadas (medidas a partir de las elasticidades-precio
cruzadas).
4. Subordinación Las necesidades están jerarquizadas y subordinadas unas a
otras.
5. Crecimiento . El tiempo y el aumento de ingresos permiten pasar de una
necesidad a otra de forma escalonada.
6. Dependencia . Las necesidades están influidas por la publicidad, las modas, la
cultura y los amigos.
7. HerenciaLas elecciones de hoy están condicionadas por las elecciones de ayer.
De acuerdo con esto a medida que mejora o empeora la renta de un consumidor
las variaciones de las cantidades consumidas serán dependientes de las del
pasado más que decisiones optimizadoras.
Racionalidad procedimental
3. Se ha comprobado empíricamente que la gran mayoría de decisiones de los
consumidores son espontáneas y se basan en rutinas o procedimientos que no
atiende a más de uno o dos criterios. Los consumidores no examinan
sistemáticamente todas las opciones posibles, salvo para ciertos bienes. Los
procedimientos dependen mucho más de la costumbre previa que del análisis
racional de todas las posibilidades. Ese medio para decidir, llamado racionalidad
procedimental, proporciona un medio rápido y sencillo de tomar decisiones, un
procedimiento de optimización riguroso entre todas las posibilidades podría ser
inadecuado. Por tanto, podemos decir, que un consumidor con información
limitada y conocimientos limitados esta siendo racional al escoger métodos
procedimentales de elección, pero este tipo de racionalidad no es la racionalidad
optimizadora que presupone la teoría neoclásica.
Saciedad o saturación
Más allá de cierto umbral finito consumido, una necesidad queda satisfecha y
consumir más unidades asociadas a esa necesidad no aporta ninguna
satisfacción adicional. Eso implica matemáticamente que a partir de cierto valor
finito de la cantidad consumida la derivada de la utilidad marginal se anula
idénticamente. Las consecuencias de este principio han sido analizadas por
Georgescu-Roegen.
Separación
De acuerdo con este principio introducido por Lancaster, el consumidor subdivide
sus elecciones y necesidades en diversas categorías, débilmente relacionadas
unas con otras. Eso implica que los cambios en los índices de precios de un tipo
de productos asociados a una determinadas necesidades, no afecta
prácticamente a las cantidades consumidas de otras categorías, ya que las
categorías son básicamente independientes. Así difícilmente una cantidad
insuficiente de alimento puede ser compensada por una mayor cantidad de oferta
cultural, dado que probablemente el alimento y el deseo de ocio pertenecen a
categorías diferentes de deseos y necesidades.
Este principio postkeynesiano contrasta con las hipótesis típicas de la teoría
neoclásica donde cualquier disminuición en la cantidad proveída para una
necesidad puede ser compensada por una cantidad superior de otro producto.
Subordinación.
4. Las necesidades son a menudo jerarquizadas, subordinadas unas a otras. Este
principio se asocia a menudo a la pirámide de necesidades de Abraham Maslow.
Según el principio de subordinación la distribución del presupuesto no consiste en
maximizar una utilidad entre bienes disponibles, sino que los bienes situados en
un nivel jerárquico no son consumidos a menos que estén mínimamente
satisfechas las necesidades de bienes de los niveles jerárquicos inferiores. Esto
puede implicar en algunos casos que orden de preferencias de combinaciones de
bienes siga un orden lexicográfico. Si eso sucede entonces la función de utilidad
asociada a la utilidad marginal tiene que estar representada por un vector cada
una de cuyas componentes estaría asociada a un determinado nivel jerárquico de
necesidades.1
Crecimiento
Este principio tratado por Georgescu-Roegen y Pasinetti establece, que el tiempo
y el crecimiento de la renta disponible para un consumidor hacen que sus
preferencias evolucionen escalonadamente y el acceder a niveles de renta
superiores hace que se consideren necesidades que previamente no habían sido
consideradas.
Dependencia
El principio de dependencia es el reconocimiento de que los gustos dependen de
la publicidad, las modas, el grupo social al que pertenece el agente económico, y
no simplemente de unos gustos autónomos objetivos. Este principio fue señalado
inicialmente por John Kenneth Galbraith.
Herencia
El principio de herencia establece que las preferencias actuales de un consumidor
dependen de su historia pasada de consumo. Es decir, las elecciones de hoy
están condicionadas por las elecciones de ayer. Esto hace que la dinámica de
consumo a lo largo del tiempo, no depende de maximizar una función de utilidad
objetiva e inmutable, sino que nuestra historia de elecciones pasadas puede ser lo
más determinante en la configuración de nuestros gustos actuales. Esto hace que
las preferencias de los agentes económicos sean altamente dependientes de su
historia vital.
El equilibrio del consumidor
5. El primer intento teórico encaminado a proporcionar una explicación válida de la
formación de la demanda del consumidor es la teoría de la utilidad. Su
fundamento básico se encuentra en el concepto de utilidad, entendiendo por ésta
la capacidad de un bien para satisfacer una necesidad humana.
La utilidad tiene, pues, un carácter objetivo en cuanto es una cualidad que reside
en los bienes, y un carácter subjetivo porque al poseer cada individuo gustos y
apetencias diferentes, la utilidad que reporta un bien a diversas personas también
es diferente.2
La forma de medir las preferencias de una persona sería a través de las funciones
de utilidad. Si consideramos un individuo que se ve en la necesidad de elegir
entre una serie de bienes disponibles (a, b, c, d,.... z), podemos definir una función
de utilidad del tipo:
U0 = f(a, b, c,.... z)
El resultado es el índice de utilidad que produce una determinada combinación o
cesta de los bienes a los que el consumidor se enfrenta.
Enfoque cardinalista
Desde un enfoque cardinalista podemos entender que las combinaciones de
bienes elegidos reportan al individuo una utilidad que puede ser medida y que
atribuye significado a la cuantía de la diferencia entre los valores numéricos que
adopte el índice de utilidad.
Esta teoría es la más antigua, de las que estudian el comportamiento de la
economía doméstica, es importante por el significado de la distinción que hace
entre utilidad marginal y utilidad total.
La utilidad de un bien varia a medida que lo hace la cantidad consumida del
mismo. Se denomina utilidad total a la proporcionada por el conjunto de las
unidades consumidas del bien considerado, es decir, a la suma de las utilidades
que reportan las diversas unidades consumidas. La utilidad total se comporta de
manera que va creciendo a medida que aumenta el consumo de un producto,
hasta un punto máximo a partir del cual empieza a disminuir. A partir de la utilidad
total se define el concepto de utilidad marginal como la variación (incremento o
disminución) de la utilidad total que resulta de la variación de una unidad en el
consumo del bien en cuestión.
6. La utilidad marginal tiene carácter decreciente para todos los niveles de consumo.
En efecto el valor que confiere cualquier consumidor individual a las sucesivas
unidades de un determinado bien, disminuirá de modo sostenido a medida que
aumente su consumo total de ese bien, manteniéndose constante el consumo de
todos los demás bienes.
Así con una determinada renta y dados los precios, el equilibrio del consumidor se
produce cuando se da:3
El significado económico de esta igualdad supone que la utilidad adicional
proporcionada por la última unidad monetaria invertida en la compra y consumo
de un determinado bien debe ser igual para todos los bienes. En efecto si esto no
se produjese la elección habría sido otra.
La deducción de la curva de demanda a partir de la citada igualdad, supone que si
el consumidor ante una subida de precio permanece en la misma combinación de
bienes que antes de la subida quedará fuera del equilibrio. El consumidor para
alcanzar su nuevo equilibrio tendrá que incrementar la utilidad marginal obtenida
de ese producto, lo que dado el carácter decreciente de la misma supone
disminuir el consumo del bien. Por tanto, de esta manera se han obtenido dos
puntos de la curva de demanda de esta persona para el bien A, el resto de los
puntos se obtendrían con la misma mecánica aplicada.
El comportamiento del consumidor bajo la perspectiva ordinalista
7. El enfoque ordinal sólo da importancia a la ordenación de las preferencias. Desde
este punto de vista no es necesario que los individuos asignen un valor numérico
a sus preferencias. Lo importante es que una combinación de bienes proporciona
la misma o menos utilidad que otra. Por este motivo, el concepto de utilidad
aparece ligado a la visión cardinalista de las preferencias. Según este enfoque la
función de utilidad (U) no ha de representar necesariamente una magnitud ordinal
o medible. Es claro que a lo largo del proceso que se expone, el valor numérico
de U no se ha utilizado en absoluto. Esto es así porque lo único relevante es que
curvas de indiferencia que representan mayores niveles de satisfacción deben
corresponder a mayores valores de U. Pero toda la teoría expuesta sería
igualmente válida si los valores numéricos de U1, U2, y U3 hubiesen sido 2, 3 y 4
que si hubiesen sido 4, 6 y 8 o 4, 9, y 16 respectivamente. Esto es así porque lo
único importante de la función (1) es que es capaz de ordenar las combinaciones
de bienes adquiribles por el consumidor de forma que arroje valores más altos
para las combinaciones preferidas a otras.
Este enfoque parte de un consumidor enfrentado a una serie de bienes (X1,
X2...Xn) cuyos precios vienes dados por el mercado (p1,p2...pn) y que dispone de
una renta monetaria (R) para adquirirlos. El problema que se plantea consiste en
determinar cuáles serán las cantidades demandadas de cada uno de los bienes,
habida cuenta de los precios que rigen en el mercado, de su renta y de las
preferencias subjetivas que tiene por cada uno de los bienes.
El paradigma de este consumidor individual consistirá en suponer que actúa de
forma que, a través de las cantidades demandadas de los n bienes, maximiza el
bienestar o satisfacción de sus necesidades individuales. Para ello será, por tanto,
preciso formular de manera explícita y operativa la función de satisfacción o de
preferencias del consumidor para después aplicarle la restricción que supone su
renta y determinar su procedimiento de optimización de su conducta.
Curvas de indiferencia
Comenzando por el caso más simplificado de sólo dos bienes (X e Y) que permite
recurrir a representaciones gráficas, y después se generalizará el resultado para
el problema planteado para dos bienes.
Supongamos que los dos bienes son deseados por el consumidor de forma que a
mayor cantidad poseída de uno de ellos, manteniéndose constante el otro, mayor
será la satisfacción. Supongamos que el consumidor se encuentra con una unidad
8. del bien Y y tres del X. De esta combinación de los dos bienes, el consumidor
obtiene una determinada satisfacción que él reconoce.
Si se reduce ahora en una unidad la cantidad poseída del bien X de forma que
tenga sólo dos unidades del mismo. Esto implicará una disminución de su grado
de satisfacción solo compensable mediante el aumento de la cantidad poseída del
obro bien (Y). Supongamos que el propio consumidor admite que si recibiera a
cambio de esa unidad perdida de X 0,5 unidades de Y se encontraría en la misma
situación que antes. Es decir, su satisfacción sería la misma en el punto B que en
el punto inicial (A). Reduzcamos en otra unidad la cantidad poseída del bien X –
hasta una sola unidad-, y si el consumidor piensa que necesita a cambio 1,5
unidades del bien Y para compensar esta pérdida, el punto C, representará otra
combinación de bienes que, para el consumidor, significa la misma satisfacción
que las representadas por los puntos A y B. Este proceso puede repetirse tantas
veces como quiera de forma que, uniendo todos los puntos que representan
cantidades de bienes cuya posesión implica la misma utilidad o satisfacción para
el consumidor individual, podríamos trazar lo que se llama curva de
indiferencia del mismo.
Una curva de indiferencia es, por tanto, el lugar geométrico de las combinaciones
de bienes poseídas que representan la misma utilidad o satisfacción de las
necesidades para el consumidor individual analizado.
Este proceso puede repetirse para combinaciones iniciales distintas de la A y de
esta forma podría obtenerse una familia de curvas de indiferencia cada una de las
cuales une los puntos que representan combinaciones de X e Y que reportan la
misma satisfacción o utilidad al individuo.
Formalizando un tanto lo expuesto, la familia de curvas de indiferencia puede
venir representada por una función de satisfacción o utilidad que puede
formularse como:
U = U(X, Y) (1)
Donde X e Y son las cantidades realmente poseídas de los bienes X e Y por el
individuo y U es un indicador del grado de satisfacción o utilidad alcanzado por el
mismo. Es evidente que, con arreglo a la expresión (1), los puntos de una curva
de indiferencia determinada cumplirán la propiedad de que U es constante y por
ello una curva de indiferencia genérica puede representarse como:
9. K = U ( X , Y) (2)
Donde k es una constante que indica el nivel de satisfacción alcanzado en
cualquiera de los puntos de la curva de indiferencia.
Propiedades de las curvas de indiferencia.
Cada curva de indiferencia es decreciente. Esto es así porque, como los dos
bienes considerados son deseados por el consumidor, si la cantidad poseída
de uno de ellos aumenta, la única forma de mantener constante el nivel de
satisfacción será disminuir la cantidad poseída del otro.
Dos curvas cualesquiera de indiferencia no pueden nunca cortarse, es decir
tener un punto común. Representado en ella dos curvas de indiferencia cada
una de ellas correspondiente a un nivel distinto de utilidad (U0 y U1).
Supongamos que ambas curvas se cortan en el punto D. Este punto, por
pertenecer a la curva de indiferencia U0 reportará la misma satisfacción que el
punto D´, pero también la misma que el punto D´´ por pertenecer, también, a
la curva de indiferencia de nivel U1. Pero esto es contradictorio porque la
combinación representada por el punto D´ necesariamente ha de reportar
mayor satisfacción al consumidor que la D´´ porque teniendo ambas la misma
cantidad del bien X (OA), la representada por D´ tiene mayor cantidad del bien
Y que la D´´. En consecuencia, la contradicción se debe al cruce de las dos
curvas, que no es posible.
Cada curva de indiferencia representa un mayor nivel de utilidad o satisfacción
cuanto más alejada se encuentre del origen.
Las curvas de indiferencia son convexas respecto al origen de coordenadas.
Esto indica simplemente que a medida que va disminuyendo la cantidad
poseída de un bien el consumidor lo valora más en términos del otro y por
tanto, exige mayores cantidades para resarcir disminuciones adicionales del
bien que se va haciendo más escaso.
Por último, es claro que por cada punto del cuadrante positivo X1 X2 pasa una
y solo una curva de indiferencia y en consecuencia, todo el cuadrante positivo
puede cubrirse con una familia de curvas de indiferencia. Como en el
cuadrante positivo representa todas las posibles combinaciones del los bienes
X1 y X2 que el consumidor puede poseer, es claro que la función (1)
representa la totalidad de las preferencias del individuo porque valora
cualquier posible combinación accesible de bienes.
10. Estamos ya en posesión del primer término del problema de optimización de la
conducta del consumidor individual, a través de la función objetivo a maximizar:
U = U(X , Y) (1)
Que será creciente con X e Y.
Las distintas propiedades de las curvas de indiferencia pueden representarse
matemáticamente a partir de la expresión (3) de la siguiente forma: UX >0 y UY
>0
Esta expresión indica que la utilidad aumenta al aumentar la cantidad poseída de
uno cualquiera de los dos bienes cuando se mantiene constante la cantidad
poseída del otro.
dX/dY = - UY/UX < 0
Esta expresión indica que las curvas de indiferencia son decrecientes.
UX Y < 0 y UY Y < 0
Siendo UX = dU/dX y UX X = d2U/dx12
Estas expresiones indican que, a medida que se dispone de mayor cantidad de un
bien, los aumentos de utilidad derivados de la adquisición de una unidad más del
mismo son cada vez menores. Puesto que UX es el aumento de utilidad derivado
de la última unidad consumida de X se le denomina utilidad marginal del bien X de
forma que la expresión señalada en la letra A significa que las utilidades
marginales son positivas.
]Representación de las restricciones económicas.
¿Qué es lo que impide al consumidor individual obtener un nivel de satisfacción
de sus necesidades tan alto como desee, es decir, un valor de U tan elevado
como quiera? Indudablemente el hecho de que los bienes X e Y son escasos,
tienen un precio, y la renta monetaria de que dispone para adquirirlos está
limitada. Si la renta del consumidor es r, es claro que la cantidad máxima que el
consumidor puede adquirir de los bienes es aquella que implique un gasto total
igual a su renta. Es decir, el consumidor ha de someterse al cumplimiento de la
restricción:
11. El primer miembro es la suma de los desembolsos que es preciso hacer para
adquirir las cantidades X e Y de los bienes X e Y (el producto del precio por la
cantidad adquirida) y el segundo miembro es su renta disponible para el gasto.
La ecuación (2) representa la restricción presupuestaria al problema de
maximización de la utilidad o satisfacción del consumidor y se conoce con el
nombre de recta o ecuación de balance o restricción presupuestaria. Su
representación geométrica en el cuadrante positivo X Y será una recta. Para una
renta monetaria dada tal como, por ejemplo, la r0, la ecuación (2) vendrá
representada por la recta AA´cuyas características geométricas serán:
Ordenadas en el origen: haciendo X nulo en la ecuación (2), que tiene como
interpretación económica el supuesto en que el sujeto dedique toda su renta al
producto X:
Y = r0/PY
Abscisas en el origen: anulando Y en la expresión (2), de manera análoga
significa aquella combinación del consumidor en que dedica toda su renta al
producto Y:
X = r0/PX
Esto indica que cuando mayor sea la renta, manteniéndose constantes los precios
de los bienes, la recta de balance estará más alejada del origen, y las variaciones
de la renta monetaria (r) se reflejarán en desplazamientos paralelos de dicha
recta. En efecto, al variar r los precios no se alteran y, por tanto, la inclinación de
la recta sigue siendo la misma. Un incremento de la renta de r0 a r1 producirá un
desplazamiento de la recta AA´ a la BB´. Manteniéndose constante la renta
monetaria un cambio en los precios que no sea proporcional, cambiará la
inclinación de la recta de balance.. Una disminución del precio de X de pX a p1B
producirá un desplazamiento de la recta de balance de AA´ a AB.
[editar]La resolución del problema del consumidor: el equilibrio.
Tenemos ahora planteado el problema del consumidor en los siguientes términos.
Se trata de maximizar la expresión (1) sometida a la restricción (2). Es un caso de
máximo condicionado.
Los precios de los bienes son un dato para el consumidor que acude al mercado y
la renta del mismo está fijada, de forma que se encuentra determinada la recta de
12. balance que representamos por la recta AA´. El problema es obtener la
combinación de bienes que mayor satisfacción reporta al consumidor.
El consumidor puede adquirir las combinaciones de bienes representadas por
cualquiera de los puntos de la recta AA´. Si se sitúa en un punto F estará sobre
una curva de indiferencia de índice U1, pero esta combinación, aunque accesible
o factible, no será la que mayor utilidad le reporte. En efecto, si sigue
descendiendo sobre su ecuación de balance AA´´ irá accediendo a combinaciones
situadas en curvas de indiferencia más alejadas del origen y, por tanto,
alcanzando mayores niveles de satisfacción.
Esto ocurre así hasta el punto E, porque si el consumidor pasa del mismo en su
camino descendente por la recta de balance empezará de nuevo a encontrar
combinaciones situadas en curvas de indiferencia de índice inferior. Por tanto, el
punto de equilibrio, de máxima satisfacción, es el punto E.
Esta situación de equilibrio se caracteriza por que en ella la curva de indiferencia y
la ecuación de balance son tangentes entre sí, lo que indica que las inclinaciones
geométricas de ambas en el punto E son idénticas. La inclinación de la recta de
balance hemos indicado que era (-Px/Py), la inclinación de la curva de indiferencia
será:
o lo que es lo mismo:
que es la ecuación representativa de la condición de equilibrio o máxima
satisfacción del consumidor y que es conocida como ley de igualdad de las
utilidades marginales ponderadas.
La interpretación económica de la ecuación (3) es que cuantificado en UX el
aumento de la utilidad que le reporta al consumidor la adquisición de la última
unidad del bien X, es decir, su utilidad marginal. El precio de esta adquisición es
pX. Por tanto, el primer miembro de (3) indica la utilidad que le reporta al
consumidor el gasto de pX euros en comprar la última unidad del bien x1 dividido
13. por ese precio, es decir: la utilidad que le reporta al consumidor el último euro
gastado en la adquisición del bien X.
Por tanto la ecuación (3) indica que las últimas unidades monetarias gastadas en
ambos bienes han de reportar la misma utilidad al consumidor por de lo contrario
no se estaría en equilibrio. En efecto, en caso de que el último euro gastado en la
adquisición del X1 reportara más utilidad que la dedicada a Y, debería dedicarse
una parte adicional de renta a la adquisición de X a costa de Y porque esto
incrementaría la utilidad o satisfacción total.