La liturgia es la celebración del culto divino realizada por la Iglesia, que expresa la vida nueva de la comunidad creyente en Cristo. Toda la comunidad cristiana, incluyendo a los laicos y a los sacerdotes escogidos por Dios, participa en la liturgia mediante la celebración de los sacramentos como el bautismo, la eucaristía y la penitencia. Las diferentes iglesias han desarrollado diversos ritos litúrgicos que enriquecen la tradición de la Iglesia universal.
3. En determinados momentos de nuestra vida, en medio de nuestras actividades, muchas veces nos preguntamos cuál es el sentido de lo que hacemos y nos cuesta trabajo comprender hacia dónde vamos. En realidad somos concientes que buscamos la felicidad y reconocemos que la plenitud no podemos alcanzarla en esta vida.
4. Dios, desde hace mucho tiempo ha respondido a nuestras inquietudes y necesidades y se nos ha revelado, inclusive ¡nos ha entregado a su propio Hijo para nuestra salvación y realización¡
5. La fe, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 26, es la respuesta del hombre al Dios amoroso que se ha acercado a nosotros. Esta respuesta, se confiesa en el Credo, se vive en la práctica de los mandamientos y en la oración, y se celebra en la liturgia.
6. Dicha liturgia es una acción de la Iglesia que expresa la vida nueva de la comunidad que cree en Cristo. Es una celebración en la que se hace presente y se actualiza el misterio de la salvación. Por eso es importante participar de una manera plena, conciente y activa en las celebraciones litúrgica, como nos invita la Sacrosanctum Concilium en el número 11.
7. Cuando participamos en la liturgia manifestamos la comunión que existe entre Dios y nosotros, su pueblo. En realidad la liturgia es la celebración del culto divino, es anuncio del evangelio de una manera siempre actual, es caridad llevada a la práctica.
8. Entonces, toda la comunidad cristiana es quien celebra la liturgia, es decir el Cuerpo Místico de Cristo unido a su Cabeza, Cristo. La acción litúrgica, por tanto no es privada, pues la realiza el pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos.
9. Mediante el bautismo somos incorporados a la Iglesia. Y este mismo bautismo, por la unción del Espíritu Santo nos consagra como casa espiritual y sacerdocio santo, nos posibilita a celebrar los misterios sagrados.
10. Algunos miembros de la comunidad son llamados por Dios para llevar a cabo un servicio especial. Los sacerdotes son escogidos y consagrados mediante el sacramento del Orden y el mismo Espíritu que nos unge en el bautismo, les da la facultad para actuar en representación de Cristo-Cabeza, para el servicio de los demás (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1142). Es en la Eucaristía, sobre todo, que el Obispo lleva a cabo su servicio y en comunión con él, se realiza el servicio de los presbíteros y los diáconos.
12. Es muy importante señalar que desde los primeros cristianos, las Iglesias de Dios celebran en todo lugar el Misterio Pascual, según la enseñanza de los Apóstoles. Cada una de las Iglesias, según su tradición y cultura desarrollaron diferentes ritos, que constituyen tradiciones litúrgicas que se enriquecen mutuamente y se mantienen fieles a la tradición y misión de la Iglesia: que el Misterio de Cristo se dé a conocer a todos los pueblos.
13. Nos damos cuenta que la celebración litúrgica se vincula íntimamente a la cultura de los diferentes pueblos, porque todos los hombres estamos llamados, mediante la propia cultura asumida y transfigurada por Cristo, a glorificar al Padre en un solo Espíritu (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1204).
14. Podemos considerar como celebración litúrgica los sacramentos de la Iglesia, mismos que clasificamos de la siguiente manera: Sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Sacramentos de la curación: Penitencia y Reconciliación; y Unción de los enfermos. Sacramentos al servicio de la comunidad: Orden sacerdotal y Matrimonio.
15. Todos los sacramentos tienen como fin último la Pascua definitiva del cristiano, es decir, que a través de la muerte podamos entrar a la vida del Reino. Por esta razón la celebración de las exequias constituye también una celebración.