1. Se avecina tormenta en Brasil
Publicado en La VANGUARDIA, 24.09.06
El próximo domingo, día 1 de octubre, los brasileños y brasileñas mayores de
18 años (facultativo a partir de los 16) están obligados legalmente a votar. Los
125 millones de electores decidirán con su voto la composición del Congreso
Nacional, de las Cámaras “Estatales” (26 Estados más el Distrito Federal), los
nombres de los gobernadores de cada Estado y el futuro Presidente de la
República Federal de Brasil durante los próximos cuatro años.
Cada elector deberá digitar en total 21 veces el teclado de las urnas
electrónicas de la “Justiça Eleitoral” para emitir sus preferencias. Brasil ha
desarrollado un sistema de votaciones electrónicas mediante las cuales, el
ciudadano elige su diputado federal, su diputado estatal, su senador, su
gobernador y su presidente en función del número que le es otorgado. Aquél
que vote por Lula marcará el 13 y los que lo hagan por Geraldo Alckmin, el 45.
Añadiendo una dificultad: los senadores tienen un código de 3 números, los
diputados estaduales de 5 y los federales de 4. No es de extrañar que la
administración electoral esté repartiendo 79 millones de “chuletas” para los más
despistados. Aquél que nunca se ha dejado las llaves en casa que tire la
primera piedra.
Más allá de las particularidades del sistema, éste pone de manifiesto uno de los
elementos principales de la política en Brasil: el representante se emancipa (en
un sistema de listas abiertas) de un partido político o de un grupo
parlamentario. Es decir, el ciudadano prioriza la personalidad y las propuestas
del candidato en particular y no un conjunto de directivas ideológicas
defendidas por el partido al que pertenece. Esta concepción de la política es la
base del “clientelismo” y de la alta volatilidad del electorado que afecta gran
parte de las frágiles democracias latinoamericanas. Cabe un matiz sobre las
consecuencias de un sistema de listas abiertas que probablemente no serían
las mismas en Europa, donde existe una cultura política y una consolidación
democrática que favorece el “pedir cuentas” o “accountability” hacia el mundo
político. No es casualidad si todo el mundo en Brasil tiene “un amigo” o “un
2. conocido” que se presenta a diputado estadual y te ofrece la pegatina de éste
con su número y su nombre para ponerla en el coche. Este vínculo político
puede explicar que 47% de los brasileños se consideren de “derechas” frente a
solo 30% de “izquierdas” y que no obstante la última encuesta realizada por
Pesquisa Datafolha atribuya al candidato del Partido de los Trabajadores más
del 50% de los votos frente a 27% para la coalición liderada por el partido
conservador PSDB.
Ya no es ningún secreto que Lula y el PT no son aquél partido “socialista-
revolucionario” que ganó las elecciones en 2003 con barba, con camisa, y sin
corbata. Ni tampoco es ya ningún secreto que la gran mayoría de votantes pro-
Lula en aquél entonces fueron ciudadanos de la clase media-alta y grupos
intelectuales. Esclarecedoras son las últimas declaraciones del banquero y
fundador del banco brasileño Itaú Egydio Setúbal, al diario Folha de São Paulo
afirmando que no existe una gran diferencia entre el candidato Geraldo Alckmin
y Lula: “los dos son conservadores en el plano económico, de allí que no exista
absolutamente ninguna señal de tensión financiera en el mercado, gane quién
gane”.
Sin embargo, las elecciones de octubre 2006 van a deparar un duelo ideológico
apasionante relacionado con dos temas de gran trascendencia en la opinión
pública: la corrupción que ha ido desgastando la imagen del PT y el problema
de la seguridad en São Paulo debido a la ofensiva del PCC (Primer Comando
da Capital) que lidera el crimen organizado en la ciudad. Durante el último año
la corrupción ha azotado al gobierno con varios escándalos de malversación de
fondos y desviación de dinero público. El último escándalo, como un “déjà-vu”
del famoso caso Watergate, ha puesto en evidencia a dos diputados petistas
que mediante sobornos estaban a punto de conseguir un dossier inculpando al
candidato de la oposición. Se prevé que el partido del Presidente sea el gran
perdedor de estas elecciones. La oposición ha aprovechado la situación para
promover en todos los medios de telecomunicación a su candidato como “el
gerente” honesto que triunfó como médico y gobernador de São Paulo antes de
presentarse a Presidente. Del otro lado de la bancada, Lula intenta aislarse de
todos los daños colaterales que su partido está desatando y mantener la
3. imagen de “líder” que sigue dándole tan buen resultado. La batalla de los “alias”
está pues servida en Brasil, algo que parece estar de moda después del mítico
conflicto que libraron en Italia “Il professore” contra “Il cavaliere”.
Así pues se avecina una última semana de infarto en Brasilia, la capital federal
del país. Un columnista del Correio Braziliense afirmaba que poco a poco
“todos los ingredientes” están sobre la mesa, y que los brasileños deberían
estar precavidos ya que el postre podría ser bastante amargo, pues al posible
récord de nulos y blancos se añadirían, después de la resaca electoral, todos
los problemas para la gobernabilidad del país con un Presidente y un Congreso
de colores distintos.
En este sentido no deja de ser curiosa la reciente auto-comparación de Lula
con Getúlio Vargas. El actual presidente, en un apasionado discurso, retomó
varias veces la famosa última carta que el antiguo dictador populista dirigió a la
nación y afirmó que los pobres “son cada célula de su cuerpo y cada gota de su
sangre”. Y que “los mismos que le estaban difamando eran los que no habían
dejado gobernar a Kubistchek y que habían provocado la muerte de Vargas”.
No sé hasta que punto le conviene a Lula hacer este tipo de paralelismos.
Primero, porque el dictador no dudó en cerrar el Congreso para evitar la
confrontación parlamentaria. Y segundo, porque se suicidó con su revólver en
su despacho en 1954 cuando vio cuestionado su comportamiento ético y
político por el pueblo.
Para seguir las elecciones, visita el Tribunal Superior Electoral
http://www.tse.gov.br/internet/index.html
4. En la sombra de la duda
Publicado en La VANGUARDIA, 01.10.06
Los candidatos han jugado ya sus últimas cartas, y a decir verdad, no son
precisamente “ases”. El segundo periódico más leído en Brasil, Estado de São
Paulo no se ha mordido la lengua al afirmar que la campaña electoral de este
año está demostrando ser “la peor” desde la transición democrática en 1986.
Muchos brasileños comparten este desencanto hacia la clase política que
parece dispuesta a utilizar todo tipo de artimañas con el fin de ocupar la sede
presidencial en el Palacio del Planalto. Y aunque para muchos brasileños la
corrupción sea algo “natural” e “inherente” al sistema, la desilusión y el enfado
han alcanzado su punto álgido esta semana poniendo al descubierto una serie
de excesos y delitos por parte de algunos de los candidatos que lucharán por
los cargos de congresistas, gobernadores, diputados estatales y presidente.
Hace dos días aparecieron en la prensa y televisión nacional las fotografías
policiales mostrando el dinero incautado a los dos diputados petistas acusados
de intento de falsificación y compra ilegal de un “dossier” con el objetivo de
perjudicar la imagen de la oposición. Este hecho desencadenó una avalancha
de acusaciones recíprocas entre los candidatos y un final de campaña tenso. El
Partido de los Trabajadores no tardó en acusar al PSDB liderado por Geraldo
Alckmin y que espera poder disputar una segunda vuelta, de haber “comprado”
las fotografías sobornando a la Policía Federal. A dos días de las elecciones el
PT podía salir fuertemente perjudicado si se asociaba esta instantánea tan
impactante con los detenidos, entre los que se encuentra el que era el
coordinador general de la campaña petista y uno de los asesores especiales
del Presidente. Determinante fue la decisión del Tribunal Superior Electoral que
no tardó en desautorizar todo tipo de intento de frenar por parte del PT la
divulgación de dichas imágenes. El sábado, el monto de billetes estaba en la
portada de todos los periódicos del país. Una jornada de reflexión poco
respetada.
Todo eso ocurría el viernes por la mañana pero por la noche, hubo más. La
Rede Globo, importante propietaria de varios canales brasileños de televisión
5. retransmitió el último debate televisado entre los candidatos a presidente.
Debate que había levantado una fuerte expectación con la posibilidad de poder
ver al fin, a los dos candidatos principales frente a frente después de que Lula
hubiese preferido evitar en las anteriores ocasiones un enfrentamiento de este
tipo. No obstante, el que es hasta hoy Presidente de Brasil y que puede serlo
cuatro años más si gana con más del 50% de los votos cuando acabe el día,
prefirió una vez más no acudir a la cita. En un intento por emular al histórico
presidente francés, el General Charles de Gaulle, durante los primeros
compases de los años 60 cuando llevó a cabo la estrategia de la “silla vacía” en
el Consejo de Ministros de Europa, los telespectadores tuvieron que
conformarse con un sillón vacío y un letrero de letras amarillas que las cámaras
se encargaron de mostrar frecuentemente donde podía leerse: “Lula”.
Para muchos asesores del Presidente éste tuvo que elegir entre el riesgo de la
ausencia o el de un “desastre” al verse desbordado por las críticas personales
y las acusaciones referentes a los recientes escándalos de corrupción. No es
de extrañar que el propio Lula afirmara horas después que “acertó al no ir”. “De
la importancia que tiene enseñar a los brasileños que por el hecho de depositar
la confianza en un político no le exime a éste del deber de promover todos los
eventos electorales que fortalezcan la democracia, no dijo nada”, como critica
la editorial de Folha de São Paulo, otro de los periódicos importantes
brasileños. En Brasil la noticia más descargada en Internet esta semana, a
pesar de los múltiples escándalos de corrupción, tiene que ver con la grabación
de la modelo Daniela Cicarelli y su compañero sentimental en las playas de
Cádiz. La educación y la carrera es la prioridad del 59% de los jóvenes, la
diversión del 49% y la política interesa sólo al 10% según la última encuesta
realizada por el Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos. La
promoción de los instrumentos democráticos es un objetivo que no puede dejar
de defenderse con la excusa de que “ya somos demócratas”, idea que ya
enunció el politólogo italiano Norberto Bobbio sobre la democracia en Europa y
que parece coincidir con las críticas que muchos medios de comunicación le
hacen al presidente.
6. Los últimos días de la campaña electoral animan esta sensación de duda sobre
lo que puede venir después y los tres días de luto decretados a raíz del grave
accidente aéreo en el Estado de Pará se añaden, en este caso de manera
totalmente desgraciada, a esta triste dinámica para que las elecciones no sean
una “fiesta de la democracia”. Sin embargo, el desarrollo del país progresará
proporcionalmente a la eficacia parlamentaria. El éxito político y social
dependerá más que nunca del esfuerzo de colaboración entre los diferentes
partidos para lograr resultados de suma positiva. Y más con probablemente un
Presidente progresista y una cámara conservadora. Para seguir creciendo y
luchar contra la extrema pobreza en la que viven millones de brasileños, al
PSDB de Alckmin y al PT de Lula les conviene entenderse y respetar las reglas
del sistema con especial cautela y prudencia.
Después de la campaña electoral vivida, no deja de ser curioso recordar el
popular dicho brasileño que dice que la esfera política pide mucho, pero se
exige menos. En Brasil durante el día de elecciones no se puede comercializar
ningún tipo de bebida alcohólica, y aquél que sea descubierto consumiendo o
vendiendo deberá rendir cuentas a la justicia. Si bebes, no votes. Del mismo
modo es obligatorio el voto para los mayores de 18 años hasta los 70 años, y
facultativo a partir de los 16 años y para los mayores de 70. Y finalmente, uno
de los elementos más sorprendentes es que ningún ciudadano puede ser
detenido durante las elecciones, cinco días antes o 48 horas después. La
policía federal ya ha informado que tendrá que esperar al martes a primera
hora para proceder a la detención de los implicados en todos los últimos casos
de corrupción y que pueden estar seguros que no “van a olvidarse”.
7. El gerente y el líder
Publicado en La VANGUARDIA, 27.10.06
La noche del 1 de octubre, después de cenar, cuando ya se sabía con casi
certeza que Lula no obtendría el 50% de los votos necesarios para ser
Presidente en la primera vuelta como dispone la Constitución brasileña, decidí
acercarme hasta el Palacio de la Alvorada en Brasilia, sede presidencial. Me
llevé una buena sorpresa. Ni banderas, ni gritos, ni curiosos. Solo una nube de
cámaras de televisión que se agolparon encima del único coche oficial que
salió esa noche del Palacio, el del Vicepresidente, para ir a su domicilio
particular a descansar. A las 22h un silencio gélido se apoderó del lugar.
Parecía bastante claro que para Lula y sus asesores no había absolutamente
nada que festejar. “Hemos cometido errores” fueron las primeras palabras de
Lula a la mañana siguiente.
La segunda vuelta ha estado marcada por una confrontación mucho más
visible y más política entre los dos candidatos en comparación a la anterior a la
primera vuelta. Los estilos, propuestas y estrategias mediáticas han estado
pensados al detalle. Lula se ha visto obligado a bajar de su pedestal para
convencer a los brasileños, y Alckmin ha tenido que presentar un proyecto
sólido para el país más allá de sus críticas.
El actual Presidente, que opta a la reelección, cumple 61 años éste viernes. Su
estrategia política se ha basado en la imagen de “líder” popular que tanta fama
le ha dado. Lula nació en una familia humilde en el Nordeste, la región más
castigada por la pobreza en Brasil, fue obrero metalúrgico y sindicalista antes
de Presidente. Lula acentúa ese pasado frente a la vida acomodada que lleva
hoy en día, e insiste que su propia historia le une a todos aquellos que “sufren y
no tienen esperanza en Brasil”. Los eslóganes de su campaña resumen las dos
principales cualidades que quiere otorgarse: “não troco o certo pelo duvidoso” -
no cambio lo cierto por lo dudoso- y “eu quero Lula de novo com a força do
povo” -quiero Lula de nuevo con la fuerza del pueblo-. Garantías empresariales
y económicas por un lado, políticas populares y sociales por otro. Sin
revolución.
8. Enfrente, Geraldo Alckmin, que obtuvo 41,64% de los votos en la primera
vuelta. Gran parte de su campaña ha consistido en subrayar los recientes
escándalos de corrupción. En la web personal de Alckmin la primera imagen es
una animación de dos ladrones llevándose un carro de dinero. “41 días sin
respuesta” se puede leer en grande, haciendo alusión al escándalo que salpicó
al PT con el intento de compra ilegal de información sobre el partido de
Alckmin. Con 53 años, éste médico especialista en anestesiología, nacido en
São Paulo de familia acomodada, defiende el crecimiento económico y la
creación de empleos como base para el desarrollo social y económico. Se le
conocen 10 mandamientos que él defiende discretamente para ser feliz y
triunfar: levantarse pronto, hacer ejercicio, comer pescado y espinacas,
masajes, acupuntura, tener fe, el poder del abrazo, meditación, dormir
temprano (sin televisión) y por fin, levantarse con luz natural. “O povo quer, o
povo sabe, o povo sente, agora e Geraldo Presidente” – el pueblo quiere, el
pueblo sabe, el pueblo siente, ahora es Geraldo Presidente- es su eslogan de
campaña.
La campaña acabó como empezaba, Lula defendiendo la política social,
Alckmin, la responsabilidad y la ética. El líder contra el gerente. Lula, sin el
dedo meñique de la mano izquierda que accidentalmente perdió en la fábrica y
con corbata. Alckmin, con gran gesticulación maxilar, con una sonrisa continua
y con menos oratoria. Sobriedad y seriedad contra improvisación y carisma en
los debates televisados. El PSDB, partido socialdemócrata brasileño tiene
como símbolo un tucán, y juega con colores azules y amarillos. El PT, partido
de los trabajadores es fiel a la clásica estrella de cinco puntas con un
omnipresente color rojo. La gente muestra la preferencia por el uno o por el
otro con pegatinas de los candidatos en coches, carpetas universitarias,
carritos ambulantes de comida en la calle, camisetas o mobiliario urbano. Si las
elecciones fueran hoy, Alckmin obtendría 39% y Lula 61% de los votos válidos.
En la región central del brasil, donde se sitúa el distrito federal, ha empezado la
época de lluvias. Lluvias tropicales que pueden durar horas, y que provocan un
9. extraño fenómeno natural por el cual, de la tierra, al igual que transeúntes que
aguardasen el momento para pronunciarse, empiezan a salir volando a la vez
centenares de pequeños insectos parecidos a las libélulas formando una
cortina entre la lluvia. La primera vez que lo presencié, protegido bajo un
porche y sin desviar la mirada de los insectos, la joven que tenía al lado
susurró prudentemente: “Van para algún lugar mejor”.
Visite la página de Lula
http://www.lula.org.br/
Visite la página de Alckmin
http://www.geraldo45.org.br/
10. Dormir a Cerbero
Publicado en La VANGUARDIA, 09.11.06
La noche del primer discurso de Lula en 2002 después de ganar las elecciones
presidenciales todos los medios de comunicación internacionales parecían
mirar hacia Brasil. Entonces, Lula apareció solo, con un traje y con corbata.
Serio y sobrio. Un discurso preparado, sencillo y cargado de simbolismo. En la
solapa del traje del Presidente, una estrella roja. El “pin” del PT. En la avenida
Paulista, una de las más importantes de Brasil, en São Paulo, 50 000 personas
ilusionadas celebraron los resultados hasta la madrugada. Hace poco más de
una semana las cámaras del mundo entero volvieron a enfocar a Brasil. Lula
pronunció esta vez su primer discurso rodeado de familiares y grandes figuras
políticas en un ambiente distendido. Se dirigió a los escasos 4000 congregados
en la avenida Paulista vestido con una camiseta sencilla con el lema: “Victoria
de Brasil”. Rodeado por los colores verde, amarillo y azul. El “pin” con la
bandera que ha llevado durante la campaña substituyó, hace una semana, a la
estrella de 2002. Todo cambia. Y nada fue lo mismo.
Tampoco los retos. El que será el 39º Presidente de Brasil, electo con el
número récord en ese país de casi 60 millones de votos se enfrenta a un nada
apacible monstruo de tres cabezas.
La primera cabeza será sin duda el desafío ético. El nuevo gobierno ya no tiene
margen político, social y público para permitirse un solo desliz más y deberá
extremar su sentido de la responsabilidad. A dos semanas de la primera vuelta,
un confiado Lula vio como escándalo tras otro la confianza de los electores
disminuía. Se quedó a 1,4% de la mayoría absoluta y a la mañana siguiente
admitió “que había cometido errores”. Su contrincante no supo aprovechar la
situación. Enfrió sus simpatizantes. Alckmin ha sido el único candidato a
Presidente en Brasil que ha perdido votos en una segunda vuelta. Fue agresivo
en el primer debate televisivo y las encuestas dijeron que perdió votos. Volvió
al sosiego en el segundo y en el tercero presentó su proyecto. Dudó cuando no
tenía tiempo para ello.
11. La segunda cabeza será la del crecimiento económico. Durante la jornada de
reflexión, los dos candidatos escribieron un artículo para la prensa. Como un
último debate, pero esta vez por escrito. Lula tituló su artículo “Una esperanza
renovada” y afirmaba en él que “Brasil debe construir una sociedad menos
pobre y una economía más estable. Estamos listos para ingresar en una nueva
etapa de crecimiento (…) el siguiente paso de nuestra historia”. En su
estrategia regional y con el objetivo de jugar el rol de una potencia en el ámbito
mundial, el crecimiento económico del país es uno de los aspectos que parece
querer priorizar el nuevo Presidente. El crecimiento del PIB anual del 3,5% que
ostenta Brasil es notablemente inferior al de otros países BRIC (Brasil-Rusia-
India-China) como es el caso de China con un índice de crecimiento que ronda
el 10% o India de aproximadamente 8%. Lula afirmó durante la campaña su
intención de “ahorrar en gasto estatal” promoviendo un período de “contención
a largo plazo” para estimular el crecimiento. Una promesa que no va a ser nada
fácil teniendo en cuenta que Lula ha ganado esta elección mayoritariamente
con los votos de las clases sociales más desfavorecidas y beneficiadas por
programas como “Bolsa Familia”, financiados por el Estado.
La tercera cabeza será la de aglutinar a la mayoría de los partidos políticos;
aunque Lula goce ahora mismo de condiciones para la gobernabilidad del país
más favorables de las que se podían prever. Reelecto con más del 60%, Lula
sabe que cuenta con el voluble PMDB como primera fuerza en el Congreso
seguida del PT. Por su lado, la oposición vivirá momentos de tensión interna
para decidir quien liderará el PSDB a partir de ahora y quién será el candidato
para 2010 entre los que destacan el reelecto gobernador de Minas Gerais
Aécio Neves y el actual gobernador de São Paulo José Serra. Todo ello con el
derrotado Alckmin y la sombra del omnipresente Fernando Henrique Cardoso
que pueden tomar cartas en el asunto. En ese marco Brasil deberá trabajar
hacia el equilibrio social, económico y político necesario para la estabilidad y el
crecimiento. La política social y el estimulo a la inversión. La visión
sudamericana y el interés de ser potencia mundial.
Suena como una segunda oportunidad. Y estas siempre son más exigentes.
Depende del reelecto Lula, su partido, la oposición y la sociedad civil. El
12. tricéfalo Cerbero, el can que custodiaba el reino de Hades y que Orfeo logró
apaciguar con su lira, espera a que le canten. Y sin duda, habrá que afinar para
dormirlo.