Edición especial de Palabras al Margen con el objetivo de hacer visible en la opinión pública perspectivas de análisis con respecto a la decisión del Procurador de destituir al alcalde Mayor de Bogotá Gustavo Petro. Esperamos brindar a nuestros lectores y lectoras herramientas para pensar nuestra realidad más allá de los análisis convencionales hegemónicos que suelen posicionar los medios masivos de comunicación
Edición especial de Palabras al Margen: diversos análisis sobre destitución del alcalde Mayor de Bogotá Gustavo Petro
1. Edición especial de Palabras al Margen: diversos análisis sobre
destitución del alcalde Mayor de Bogotá Gustavo Petro.
Edición especial de Palabras al Margen con el objetivo de hacer visible
en la opinión pública perspectivas de análisis con respecto a la
decisión del Procurador de destituir al alcalde Mayor de Bogotá
Gustavo Petro. Esperamos brindar a nuestros lectores y lectoras
herramientas para pensar nuestra realidad más allá de los análisis
convencionales hegemónicos que suelen posicionar los medios
masivos de comunicación.
LA DESTITUCIÓN DE PETRO: UNA DECISIÓN POLÍTICA
La decisión del procurador es política. Es la decisión, por un lado, de
acabar con un modelo alternativo de ciudad que está generando
2. políticas democráticas para toda la ciudad y no para unos pocos
privilegiados. Por otro lado, es el ataque violento contra la búsqueda
de la solución política al conflicto social y armado.
Palabras al Margen
Fuente: www.eldiario.com.co
Aunque se cubra con argumentos jurídicos, la destitución de Petro es
tan política como lo son las investigaciones selectivas del procurador.
El periódico El Espectador resumió bien en su editorial del martes lo
que el lunes por la noche se convirtió en un consenso para la mayoría
de líderes de opinión y políticos entrevistados: la decisión del
procurador Ordoñez de destituir al alcalde de Bogotá Gustavo Petro
es desproporcionada, “a todas luces exagerada”1.
Para los que creemos en la democracia, aún en aquella precaria que
tenemos en este país, resulta inverosímil que hoy siga existiendo la
figura de un funcionario con el poder suficiente para pasar por encima
de la voluntad popular e incluso declarar, con pocas garantías, la
muerte política de un personaje público. Por eso, mientras que
algunos hablan de la necesidad de realizar profundas reformas a la
Procuraduría, otros, como Rodrigo Uprimny, aseguran que debe ser
suprimida2.
La fina línea entre derecho y política empieza a borrarse en estas
situaciones en las que una sola persona puede decidir si un error
administrativo es causa suficiente para una destitución. Y esta
decisión política fue la que tomó el procurador contra un alcalde, que
aunque claramente ha tenido fallas de gestión, ha desarrollado un
modelo de ciudad que desde hace tres periodos –aún con las faltas
graves de Samuel Moreno– empezó a aprovechar el importante
crecimiento del PIB de Bogotá para aumentar el gasto social y
preocuparse por la diversidad ciudadana.
Pero la pelea entre el procurador, o mejor entre la clase política que
él representa, y la Bogotá Humana, ya estaba anunciada desde la
elaboración del Plan de Desarrollo de Petro. Superar la segregación
social, adaptar la ciudad al cambio climático y fortalecer el poder
público son, en muchas ciudades del mundo, reformas democráticas
elementales y necesarias, pero no en Bogotá, donde estas reformas
tocan poderosos intereses económicos y políticos. Para poner sólo un
ejemplo, el fortalecimiento de lo público exigía revisar el gran
desequilibrio entre el distrito y las empresas que satisfacen
3. necesidades urbanas colectivas. En el caso particular del servicio de
aseo, esto significaba enfrentarse al oligopolio de las basuras.
Ciertamente Petro cometió errores de planeación y ejecución, que
dan cuenta de su inexperiencia gerencial, pero esto es sólo una parte
de la historia, porque es claro que los operadores privados hicieron
todo lo posible para no dejarse quitar el negocio.
Sin embargo, la Bogotá de hoy no es sólo la de los Progresistas, sino
también la que empezó el Polo hace 10 años con su “Bogotá sin
hambre”. Es la Bogotá plebeya de un electorado que ha apoyado a los
últimos gobiernos de izquierda que, pese a todas sus diferencias y
dificultades, empezaron un modelo de ciudad basado en políticas
sociales profundizadas en la actual administración. La atención
integral a la primera infancia, la jornada extendida en los colegios, la
vivienda de interés prioritario, el aumento en la cobertura en el
régimen subsidiado de salud, la política de víctimas del conflicto, la
disminución de la tarifa de Transmilenio, la gobernanza del agua
(incluyendo el mínimo vital), la protección animal, el nuevo modelo
de reciclaje, el apoyo a la comunidad LGBTI, son algunas de las
medidas que buscan generar una Bogotá más equitativa, incluyente,
diversa y centrada en las problemáticas ambientales.
Pero, además, la administración de Petro, en una importante alianza
con los movimientos sociales y populares del país, le ha dado un
apoyo irrestricto a la paz en Colombia. No sólo convocando junto con
estos movimientos a la gigantesca marcha del 9 de abril, sino
brindando algunas de las condiciones logísticas para el Congreso de
paz y sirviendo de soporte para la más reciente marcha de mujeres
por la paz.
Es por esto que la decisión del procurador es política. Es la decisión,
por un lado, de acabar con un modelo alternativo de ciudad que está
generando políticas democráticas para toda la ciudad y no para unos
pocos privilegiados. Por otro lado, es el ataque violento contra la
búsqueda de la solución política al conflicto social y armado.
Se dice que Pacho Santos estaba calentando motores desde antes de
que el procurador hiciera pública la destitución, así como Miguel
Gómez justamente no inscribió su candidatura al Congreso para hacer
un nuevo show mediático a partir del pasado lunes. La derecha se
mueve premeditadamente para retomar la ciudad. Pero, lo cierto es
que los y las bogotanas están manifestándose masivamente en las
calles y la pelea de la indignación apenas comienza.
4. ***
1http://www.elespectador.com/opinion/editorial/decisiondesproporcionada-articulo-463198
2http://www.elespectador.com/opinion/procuraduria-innecesaria-opeligrosa-columna-453279
DESTITUCIÓN, INHABILIDAD Y REVOCATORIA. TODAS LAS
FORMAS DE LUCHA
Las decisiones y acciones que ha tomado el Procurador General de la
Nación, así como la iniciativa de revocatoria promovida por Miguel
Gómez y la presión ejercida por algunos sectores del Concejo de
Bogotá no se pueden comprender de manera aislada. Son acciones
premeditadas que generan un escenario de desconfianza para la
participación política y democrática.
Andrea Marcela Cely
Fuente: www.revistaelcongreso.com
Desde hace un tiempo se esperaba que alguna de las herramientas
usadas por la derecha en contra del gobierno en Bogotá tuviera
efectos concretos. Se especuló primero con las amenazas de
suspensión, luego inició el proceso de revocatoria y al parecer,
esperaron un año para hacer pública una decisión que no sólo
destituye e inhabilita a un funcionario público, también muestra una
señal clara de disputa en el escenario ideológico y político en el país.
5. Las decisiones y acciones que ha tomado el Procurador General de la
Nación, así como la iniciativa de revocatoria promovida por Miguel
Gómez y la presión ejercida por algunos sectores del Concejo de
Bogotá no se pueden comprender de manera aislada. Son acciones
premeditadas que generan un escenario de desconfianza para la
participación política y democrática. En medio de un escenario como
el que se ha generado alrededor del gobierno en Bogotá, cabe tener
en cuenta que se trata de un sector que lleva más de 10 años sin
verse representado públicamente en la capital. Y en este último
periodo ha perdido fundamentalmente los nichos económicos que
sostenían no sólo a sus familias, sino a sus autodefensas.
Ahora bien, cuando ese es el poder que muestra la derecha en
Bogotá las garantías legales no pueden ser la excusa para dejar de
cuestionar este tipo de comportamientos. Y en ese sentido,
encontramos otro sector que aún sin ser calificado de derecha, confía
en un entramado de normas y marcos legales que permiten este tipo
de acciones y aún más, generan las condiciones para que los
intereses privados primen sobre los públicos. De allí que quienes
consideran que en Colombia se vive un Estado de Derecho, no logren
identificar cómo ese marco sólo garantiza el “derecho a la libre
empresa” que tanto se mofa en citar el Procurador. Y allí se
encuentran, aún sin querer queriendo.
Si seguimos identificando sectores en medio de esta coyuntura, es
importante referenciar también algunas fuerzas políticas que
prefieren callar, omitir juicio alguno o en otros casos han llegado a
promover lecturas que no reconocen en la Bogotá Humana una
posibilidad de transformación social o ciudadana. Y en estos casos, es
necesario generar los espacios de diálogo que permitan gestar un
proceso unitario en contra de esa lógica autoritaria e impositiva que
se está intentando legitimar en el país. No es justo para los sectores
populares y democráticos que esta falta de vida colectiva y ética
política se encuentren por encima de sus condiciones de vida.
Hechos como los que se viven en Bogotá, la experiencia personal de
Piedad Córdoba y la persecución de líderes sociales que se
encuentran presos injustamente, son parte de las acciones concretas
de la derecha para contener alternativas de poder que ocupen los
cargos que ellos tienen y evitar que otros tomen decisiones en contra
de sus intereses privados. En este sentido, el momento político llama
a generar unidad, respaldo y avance en políticas que evidencian una
6. condición de vida distinta para quienes han sido segregados,
excluidos y silenciados especialmente en espacios urbanos.
Sólo hay que asistir a la Plaza de Bolívar en horas de la mañana para
compartir experiencias con personas que bajo un modelo previo de
recolección de basura, eran obligados a vivir en la miseria y sin
reconocimiento social. Pasar un rato más y encontrar a jóvenes
ambientalistas y defensores de la vida que seguirán luchando por
acabar con las corridas, estudiantes que apoyan el aumento en la
inversión para la educación pública, mujeres y personas con
orientación sexual diversa que sienten respeto por sus derechos y
algunas banderas de organizaciones sociales y populares que han
respaldado y generado varios escenarios de movilización en los
últimos meses. Así es que se va gestando la unidad.
Sin embargo, este escenario no puede ser atribuido exclusivamente a
una persona o a una fuerza política en particular. Los programas
adelantados y los lineamientos dados a estas decisiones son sólo una
muestra de la forma que adopta institucionalmente una lucha
histórica por encima de intereses particulares. Y si revisamos con más
atención las jornadas de estos últimos días, se trata de los intereses
colectivos de todo un sector del país que está viviendo desde hace
unos meses posibilidades de acción a través de la movilización. Y que
en respuesta a las acciones premeditadas de la derecha, responde
casi que instintivamente con un rechazo contundente en las calles,
escenario natural y propio que les pertenece y que nunca nadie les
podrá quitar.
LA CONSTRUCCIÓN DE UN MOVIMIENTO SOCIAL POR LA PAZ Y
LO QUE HAY MÁS ALLÁ DE LA DESTITUCIÓN DEL ALCALDE
PETRO
7. La lucha que se vive hoy en el país y el tejido social que se congrega
en las calles no protesta sólo porque quiera defender a una figura
pública como Gustavo Petro, el movimiento social que sale hoy a las
calles, el que protesta, baila y canta, lo hace porque defiende la
democracia y porque así como salió a defender a los campesinos, así
como acompañó a los estudiantes a marchar en contra de la ley 30 y
así como se resiste al abuso de la fuerza pública, también se resiste a
los despropósitos de un procurador que está en contra de la paz.
Emilse Galvis
Fuente: www.elcolombiano.com
Más allá de la destitución de Petro, con la cual no estamos de acuerdo
y en la que se ponen en evidencia los desmanes de un poder
autoritario que se atribuye el derecho de pasar por encima de la
democracia, lo que parece estar en juego en las recientes
movilizaciones populares, que se gestaron principalmente en Bogotá
y que se extendieron a las distintas ciudades de país, es la
construcción de un “Movimiento social y ciudadano por la paz”.
Por supuesto, este movimiento no es algo que haya aparecido de la
noche a la mañana como si fuera el resultado de una simple
indignación. Sin lugar a dudas, las movilizaciones de estos dos días
tienen una directa relación por lo menos con dos antecedentes: por
un lado, las negociaciones de paz en la Habana y, por el otro, el paro
agrario que se levantó en el país hace pocos meses. Veamos en qué
sentido uno y otro se relacionan con un movimiento social que se ha
congregado con fuerza en los últimos años y que hemos visto en
estos días tanto en las calles como en las redes sociales.
En primer lugar diremos que las negociaciones de paz que se
adelantan en la Habana constituyen un antecedente, no sólo por los
diálogos que se llevan a cabo o por los puntos que han sido
acordados, sino porque han puesto sobre la arena política por lo
menos tres discursos dominantes alrededor de la paz: un discurso
oficial y evidente de negociación que mantiene el gobierno nacional
con las Farc, un discurso contra-paz que es el del uribismo y de los
enemigos de la paz que le apuestan a la guerra y a la muerte, y
finalmente, y a nuestro parecer el más importante, un discurso de la
construcción de la paz que es el de los movimientos sociales y
populares, que es diferente del discurso oficial ya que se busca una
paz duradera e integral en un marco amplio de participación política
8. de los trabajadores, estudiantes, sectores populares, mujeres,
indígenas, afros y diversas y múltiples organizaciones sociales y
políticas.
De manera que más que las negociaciones de paz, el antecedente
que se juega en este movimiento político por la paz que grita, que se
vive, que canta en la calles es un movimiento de construcción de la
paz y de la democracia que desborda una reducida negociación y que
reclama y lucha por una transformación integral en el país. Es por
esta lucha y por un movimiento social de la paz que la gente sale a
las calles, es por un movimiento sólido de oposición a las políticas
gubernamentales que desde hace tantos años han golpeado al país y
que han dejado, como lo sabemos, miles de muertes, desastres
ambientales, persecuciones políticas, entre otros. Es por esto que la
gente se organiza y marcha y no por una simple indignación. No se
trata entonces de que el alcalde Petro se apropie ahora de un
movimiento que es más de los campesinos, de los indígenas, de los
estudiantes y de las distintas organizaciones y movimientos sociales
que han venido resistiendo al margen de una democracia
representativa peligrosa que le da sin más el poder a un tipo
oportunista como lo es el procurador Ordoñez. Las movilizaciones van
más allá de la destitución del alcalde, se trata de una defensa de la
democracia y de una defensa de la construcción de la paz ante los
golpes desproporcionados de los enemigos de la paz.
Otro antecedente que debe tenerse en cuenta en las movilizaciones
de estos tres días es el del paro agrario. Hace pocos meses el pueblo
colombiano vivió la más grande movilización de los últimos años con
este paro que desbordó las calles del país entero y que puso en
evidencia la inmensa capacidad de organización de los campesinos
ante un gobierno neo-liberal que intenta arrasar con sus formas de
producción, con sus costumbres y con sus formas de vida. Ante este
paro las ciudades que se habían olvidado del campo tuvieron que
levantarse con ruanas y cacerolas a marchar en contra del gobierno
en medio de un paro que congregó a diversidad de sectores sociales:
estudiantes, maestros, tenderos, trabajadores etc.
También el paro agrario puso en evidencia los alcances
desproporcionados de acuerdos como el TLC que prometían beneficios
para la agricultura y que no dejan de ser contradictorios porque
siempre están unidos con un discurso pro desarrollo del país pero que
en realidad no han dejado más que destrucción si pensamos en las
innumerables consecuencias sociales, ambientales y políticas de las
9. grandes multinacionales petroleras que hacen presencia en el
territorio nacional. El paro agrario, así, fue muestra de una capacidad
de organización del pueblo colombiano que, frente a los abusos
colosales de la fuerza pública, se mantuvo firme y ganó cada vez más
mayor vitalidad con los distintos sectores que se sumaron. En este
sentido, el paro agrario fue una muestra contundente de un
movimiento social que se levanta y que sale a las calles con cada
golpe que el Estado le hace a la democracia.
Si tenemos en cuenta estos dos antecedentes, podemos decir que la
lucha que se vive hoy en el país y el tejido social que se congrega en
las calles no protesta sólo porque quiera defender a una figura
pública como Gustavo Petro, el movimiento social que sale hoy a las
calles, el que protesta, el que baila y canta, lo hace porque defiende
la democracia y porque así como salió a defender a los campesinos,
así como acompañó a los estudiantes a marchar en contra de la ley
30 y así como se resiste al abuso de la fuerza pública, también se
resiste a los despropósitos de un procurador que está en contra de la
paz. La gente sale a las calles porque defiende la democracia, porque
no puede permitir que la alcaldía quede en manos de los enemigos de
la paz y porque no quiere vivir más la guerra que los uribistas quieren
imponer.
PETRO Y LA PLAZA DE BOLÍVAR
El tiro de la decisión, sin calificativos de Ordoñez, le salió por la
culata. En caliente, tal vez es difícil prever el futuro de Petro, pero en
el marco de la Plaza de Bolívar, con una estatua del Libertador
impertérrito, con una camiseta blanca estampada con la palabra
“PETRO”, ayer se experimentaron cosas importantes.
10. Juan Guillermo Gómez
Fuente: www.semana.com
El discurso del Alcalde Mayor de Bogotá en la atiborrada Plaza de
Bolívar, desde el balcón del Palacio Liévano luego de conocida su
destitución por el Procurador General de la Nación, Alejandro
Ordoñez, catapultó a Gustavo Petro como un caudillo de masas. La
decisión de la Procuraduría, que llenó de rabia y sentimiento de
impotencia a millones de colombianos, se convirtió en el vehículo de
aquello que se quería evitar: hacer de Petro un símbolo inequívoco de
la consigna que se barajó oportunamente: “la generación de la paz”.
Como símbolo vivo de “la generación de la paz”, es decir, como
víctima y mártir de una decisión anti-constitucional que borra el
primer derecho ciudadano: la voluntad del voto libre, Petro pronunció
el más importante discurso de su vida pública. Ante una Plaza que no
dejó un solo momento de mostrar su respaldo, que a cada instante lo
interrumpía para corear consignas como sacados de un gran trabajo
colectivo, “Ordóñez paraco/ el pueblo está verraco” o
“Uribe/hijueputa”. El Alcalde destituido interpretó emotiva y
conceptualmente la indignación de los grupos y sectores amplios de
la ciudadanía que allí hicieron presencia viva.
Como hijos de la sombría película del Frente Nacional, no habíamos
tenido la oportunidad de ver un hombre público que encarnara tantas
cosas –la esperanza, la dignidad, la paz- como lo hizo ayer Petro
rodeado de su familia y allegados políticos. La transmisión en directo
de Canal Capital de la larga intervención de Petro, por virtud de la
seriedad del asunto, hizo borrar la distancia y nos sentimos también
parte de la masa que acompañó a Petro en esta hora negra.
Petro desembozó la trama oscura de la decisión de la Procuraduría:
los cálculos políticos que esconde una decisión que deseaba darle la
Alcaldía de Bogotá a Francisco Santos, dado de baja la cabeza del
líder popular. Porque Petro se mostró ayer, desde el preámbulo de su
discurso, como un hombre de cuna modesta, que por el amor al
estudio, por el amor a la historia de Colombia y por el amor a la
justicia social, se hizo político en la adolescencia, se levantó en
armas, firmó la paz como miembro del M-19, acompañó la redacción
de la Constitución del 91 y creyó en la paz, es decir, en la
democracia, es decir, en las leyes. En esa misma fe llamó, en varias
11. ocasiones, sin no dejar de recordar el mar de sangre con que está
entreverada la tortuosa democracia del país, a las FARC para que no
se levanten de La Habana, no solo porque la paz es el camino, sino
porque la guerra es el fascismo.
Petro llamó fascistas a sus enemigos políticos, a aquellos que desde
los albores de la Independencia hasta las mafias organizadas de
narco-paramilitares, han convertido al país en una permanente
cámara de gas. Fascistas, repitió varias y efectivas veces: fascistas a
aquellos que, por su intolerancia, liquidan la nueva Colombia, la
Colombia de la paz, de la justicia y de la esperanza, que ayer Petro
hizo vibrar con su potente voz.
La voz desafiante, la tez trigueña, las angulosas facciones de hombre
popular colombiano, pero sobre todo la seguridad de que entrañaba
un clamor popular, y que sobre todo se vivía una hora histórica,
contribuyeron a darle a la intervención de Petro en el Palacio de
Liévano un aire de sustancialidad. Era como romper el continuum de
la historia del círculo vicioso y tenebroso de las décadas que se
sellaron con la firma en Benidorn y Sitges, entre Laureano Gómez y
Alberto Lleras Camargo, que se ha convertido en el calabozo de la
democracia en Colombia. La posibilidad al fin de ver una luz nueva,
luego de sesenta años en este hueco sin aire ni agua fresca, era la
posibilidad de una alternativa de izquierda –la que significa “La
Bogotá Humana”- que se hace con y para los desamparados, los
marginales, excluidos, los pobres de la tierra, la Bogotá que incluye a
los indígenas, indigentes, LGTBI, a una sociedad arrogante y que
nunca ha querido saber de ellos.
Petro, inevitablemente, hacía revivir, en esa Plaza atestada, que ha
sido el corazón de la democracia rousseneana colombiana, una nueva
Ágora que, cara a cara, pone al político con su ciudadanía activa y
masiva. En ese encarar, la convoca allí a imaginar el país del futuro,
sin Realitos ni Ubérrimos, sin Hacienda Napolés ni Club el Nogal.
Petro hacía revivir pues la diferencia gaitanista entre el “país político”
y el “país nacional”. Allí, en la Plaza de Bolívar estaba el “país
nacional”, la gente del común, aseadoras, tenderos, grupos de rock,
estudiantes universitarios, entremezclados en las mismas consignas,
entremezclados sin distingos entorno a Petro, para decirle “no más” a
Ordoñez, al “país político” y lo que él representa: el más oscuro
legado del fanatismo y el odio civil de la República de Colombia.
12. Petro era un Gaitán rectificado, esto es, un socialista del siglo XXI.
Petro era el contra-odio del fanatismo y el odio que han dominado,
sin solución de continuidad, al país desde que tenemos uso de razón
histórica. La esperable reacción, pero no esa dimensión, de la
decisión del Procurador, es decir, la inesperada reacción del “país
nacional”, apenas tiene antecedentes recientes.
Era la reacción espontánea de la gente común, de la gente que no
negocia el país en cada contrato y hace de cada contrato con la
nación, con la región y el municipio una billonaria cuenta bancaria en
el exterior, está destinada a cambiar los términos de las relaciones
políticas en los próximos años. En este sentido era la reacción contra
el “país político” tradicional, contra el que Petro es la cabeza y el
corazón de esta esperanza, y como caudillo, si cabe la expresión sin
la carga de dominio autoritario que pueda contener: esa ventana de
la generación de la paz y la justicia que clama el país joven.
La desconfianza que en un sector amplio de la población produjo la
administración de Petro en su paso por la Alcaldía de Bogotá, pareció
despejarse en el discurso de ayer ante las multitudes de la Plaza de
Bolívar. El Petro guerrillero, el Petro parlamentario, el Petro Alcalde
quedaron atrás. Ahora hay un Petro nuevo, tras la destitución: el
Petro que habló a la Plaza de Bolívar y la Plaza lo escuchó. Lo
escuchó vibrante, cuajada de entusiasmo, llena de rabia,
jocosamente, con mezcla de tristeza y alegría, más con anhelo de
cambio que con sed de venganza.
Se aludió en el discurso de Petro que lo que se haga en los próximos
días determinará el buen o el mal rumbo que pueda tomar la
campaña que en día de ayer se echó a rodar. De este modo es Petro
el único candidato presidencial, no oficial, que tiene Colombia; el
único genuino, el único líder que convoca en torno a él una idea de
país nuevo, un concepto y un sentimiento, que las cosas podrán
cambiar drásticamente, para mejor.
El tiro de la decisión, sin calificativos de Ordoñez, le salió por la
culata. En caliente, tal vez es difícil prever el futuro de Petro, pero en
el marco de la Plaza de Bolívar, con una estatua del Libertador
impertérrito, con una camiseta blanca estampada con la palabra
“PETRO”, ayer se experimentaron cosas importantes. Pero como la
historia, como lo ensaña Kant, a la luz de los sucesos de la
Revolución francesa, obra en la mayoría y esa mayoría obra
desinteresadamente y pone en ese desinterés el sentimiento y la
13. idea, entonces nosotros también podríamos llamarnos masa
desinteresada, con corazón y cabeza, y contribuir de este modesto
modo a cambiar esta “cosa impenetrable” que solemos identificar con
el genérico pertinaz Colombia.
Sin quererlo, Ordóñez rehízo a Petro. Lo proclamó involuntariamente
un adalid afín ideológico a Correa, Chávez, Lula, Bachelet, Evo…
Como quien dice, el retrógrado Procurador, sacado de los antros
inquisitoriales hispánicos del siglo XVI, nos dio un empujoncito a
participar activa y alegremente en la comunidad de intereses
latinoamericanos de este nuevo siglo.