El protagonismo internacional de China, tanto en lo económico como en lo político despierta dudas sobre la forma en que utilizará en los próximos años esta creciente influencia. Mientras China no se cansa de repetir que su ascenso es pacífico, Estados Unidos frunce el seño
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China, el despertar del dragón
1. Análisis
China, el despertar del
dragón
Diana Campos Candanedo
Febrero de 2006
El protagonismo internacional de China, tanto en lo económico como en lo político
despierta dudas sobre la forma en que utilizará en los próximos años esta creciente
influencia. Mientras China no se cansa de repetir que su ascenso es pacífico, Estados
Unidos frunce el seño.
2. China, el despertar del dragón
¿Es pacífico el ascenso de China? ¿Es un socio estratégico para
Occidente o un competidor que busca dominar el mundo?
Diana Campos Candanedo
TEMA:
El protagonismo internacional de China, tanto en lo económico como en lo político abre un abanico de
dudas sobre la forma en que utilizará en los próximos años esta creciente influencia. Mientras China
repite incesantemente que su ascenso es pacífico, Estados Unidos frunce el seño. Entre la
desconfianza y el desconcierto, Washington ejecuta una política exterior vacilante hacia Pekín, la cual
lleva implícita las dos interrogantes que podrían determinar el futuro las relaciones entre la potencia
más poderosa del mundo y la primera potencia emergente. ¿Se encuentra China en camino de
amenazar la hegemonía estadounidense? ¿Es su ascenso realmente pacífico o busca dominar el
mundo?
RESUMEN:
Para responder a estas dos cuestiones, el siguiente análisis repasa primero la situación actual de
China, desde la óptica de su espectacular crecimiento económico, su mayor inversión en equipo militar
y su creciente proyección exterior. A partir de declaraciones públicas de altos jerarcas de la política
estadounidense, se analizan las razones por las cuales ciertos grupos podrían sentirse amenazados
por el despertar chino.
Seguidamente, se presentan las respuestas de Pekín a estos temores, a través de la teoría del “auge
pacífico” para finalmente concluir que el hecho de que el “gran dragón chino” haya despertado no
significa que comenzará a exhalar fuego, una tesis paranoica que refleja una mentalidad de Guerra
Fría que no corresponde con los tiempos actuales ni con el comportamiento que ha tenido China en los
últimos años.
ANÁLISIS
En octubre de 1999, Gerald Segal, en un artículo publicado por en la revista Foreign Affairs
(http://www.foreignaffairs.com/articles/55401/gerald-segal/does-china-matter), lanzaba la pregunta
“¿Importa China?”. Y respondía por aquel entonces, que Occidente estaba dando más importancia de
la que realmente tenía a la que calificó como “una potencia media de segundo rango”. Seis años
después, algunos se atreven a señalar que si el siglo XX fue de Estados Unidos, el siglo XXI podría ser
de China.
La economía china ha tenido un crecimiento económico promedio de 9% en los últimos años, ha
logrado poner en “jaque comercial” a la primera potencia del mundo (el déficit comercial de EEUU con
China alcanzó los 201.626 millones de dólares en 2005), su economía va en camino de superar a la
3. de Alemania en 2007, a la de Japón en 2015 y a la estadounidense en 2039, según un estudio del
banco de inversión Goldman Sachs.
China tiene además una de las economías más liberales de Asia. En 2003, la afluencia de inversión
exterior en relación con el PIB en China fue del 35% frente al 8% de Corea del Sur, el 5% de India y
sólo el 2% de Japón (según el Financial Times, 15 de septiembre de 2005, p. 11).
China es también la tercera potencia comercial del mundo. En 2004, el índice comercial (porcentaje
que representa el comercio en la economía) de China con respecto al PIB llegó al 70%, superando
ampliamente a EEUU y Japón, cuyos índices se encuentran por debajo del 25%.
Sin embargo, lo que más preocupa a ciertos sectores es que esta potencia emergente se está
comportando como una gran potencia, tanto en el ámbito militar como político.
El gasto militar chino alcanzó en 2004 los 35,4 billones de dólares, cifra que supera a su rival Japón y
la convierte en el quinto país del mundo con mayor inversión en defensa, según el último reporte del
Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). Aunque el Gobierno chino reconozca un
gasto militar significativamente menor (25,500 millones de dólares), vale la pena analizar la tasa
promedio de crecimiento en este renglón en el período 1994-2004, la cual se sitúa en un 14% en
términos reales, un porcentaje que supera con creces la expansión de la economía en igual período,
según el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales.
Además, en sus relaciones internacionales, China ha demostrado una estrategia coherente digna de
las grandes potencias. Ya no un país con pretensiones de potencia que exporta la ideología
comunista. Ahora exporta chips, ordenadores y presencia e intereses globales.
Ha entrado a la Organización Mundial del Comercio (OMC), ocupa un puesto en el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, participa como invitada en las reuniones anuales del G-8, impulsa la
integración regional en Asia-Pacífico a través del proceso ASEAN+3, además de tener una activa
participación en las negociaciones diplomáticas en las crisis de Corea del Norte e Irán.
ALIADOS O ENEMIGOS
Queda bastante claro que ahora China sí importa y mucho. ¿Por qué esto puede ser motivo de
preocupación? Los pronunciamientos públicos de los jerarcas de la política exterior estadounidense
pueden ofrecer algunas pistas.
En el año 2000, la entonces Secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice encendió una luz de
alarma sobre la supuesta amenaza que podría representar China y dio los primeros visos de un
enfriamiento en las relaciones con la administración Bush.
Según Rice, “aunque China no es actualmente un poder de ‘statu quo’, si está buscando alterar el
balance de poder en Asia a su favor. Esto la convierte en un ‘competidor estratégico’ y no en un ‘socio
estratégico’ como decía la administración Clinton”. También destacó que la cooperación china con
4. Irán y Pakistán en la proliferación de tecnología de misiles balísticos representa para EEUU un grave
problema de seguridad. “China hará lo que necesite para realzar su posición estratégica, incluso robar
secretos nucleares e intimidar a Taiwan”, escribió Rice en Foreign Affairs.
En un tono un poco más conciliador, pero también intimidador, el sub-secretario de Estado Robert
Zoellick, dijo en septiembre de 2005 que la forma en que EEUU trate con el creciente poder de China
es una pregunta central en su política exterior y que “tanto en China como en EEUU este ‘auge
pacífico’ ya está causando un vibrante debate” y crea “un caldero de ansiedad” en el mundo.
Todo parece indicar que EEUU no ha decidido aún cómo tratar a China, lo que lleva a una política
exterior incoherente, errática y que en ciertos momentos podría crispar las relaciones bilaterales.
Washington ha estado haciendo bastante por molestar a Pekín, desde vender armamento cada vez
más sofisticado a Taiwán, presionar para que revalúe su moneda—lo cual consiguió en julio de 2005—
, imponer medidas proteccionistas para bloquear el comercio y las inversiones chinas, conspirar para
que se mantenga el embargo europeo de venta de armas. A eso hay que añadir sus constantes
críticas por las relaciones “cordiales” entre China e Irán, Argelia Sudán y Venezuela, los señalamientos
de que China no ha apoyado lo suficiente la lucha anti-terrorista, y que es la responsable del aumento
de los precios del petróleo.
Las declaraciones públicas y los informes de las autoridades estadounidenses llevan a interpretar que
existe en Washington un choque de posiciones entre la esfera diplomática, representada por el
Departamento de Estado (concretamente Robert Zoellick) y la rama militar y seguridad, representada
por el Pentágono y concretamente Donald Rumsfeld.
El Departamento de Estado promueve una China plenamente integrada al sistema internacional y que
coopere con las iniciativas occidentales, mientras que los militares recomiendan una política de
contención ante la supuesta “amenaza” que representa la carrera armamentista china.
Esta última postura se hizo evidente en el último informe del Pentágono sobre “el Poder militar de la
República Popular China”,(http://www.defenselink.mil/news/Jul2005/d20050719china.pdf), publicado
en julio de 2005, y donde se indicaba que el aumento en el gasto militar para la modernización del
Ejército de Liberación Popular (ELP) representa una amenaza a otras fuerzas militares en la región
asiática. Algunos aspectos relevantes del informe son:
• El desarrollo y nuevas adquisiciones bélicas de China sugieren que está buscando tener
capacidad militar más allá de lo que necesita para frenar una posible independencia de Taiwán.
• Esto incluye crear una barrera contra eventuales intervenciones de terceros países, incluido
Estados Unidos, en el caso de darse un conflicto abierto en el Estrecho.
• China está ocultando su verdadera capacidad militar, ya que sus informes son “opacos”, y no
incluyen compras en el extranjero (3.000 millones de dólares anuales únicamente a Rusia),
hecho que duplicaría o triplicaría las cifras oficiales.
5. • El Pentágono calcula que en el 2005, la inversión militar china fue de aproximadamente 90.000
millones de dólares, frente a los 25.000 millones que reconoce Pekín. Esto lo coloca en el
primer lugar en Asia y en el tercer lugar en el ranking mundial de inversión militar, precedido
únicamente por EEUU y Rusia.
• EEUU da la bienvenida a una China próspera y pacífica, pero hay fuerzas fuera del control de
de los planificadores militares, que podrían desviarla de estos objetivos.
El informe concluye con la premisa de que China se enfrenta actualmente a una encrucijada
estratégica: (1) enfocarse en un diálogo benigno y participativo a nivel internacional, (2) ejercer la
dominación regional y expansiva y (3) concentrarse en resolver sus problemas internos. El Pentágono
sugiere que China estaría inclinada a seguir el segundo camino, el de la dominación.
Japón, una vez llamado “Imperio del Sol” también ve amenazada su hegemonía en Asia, y ha
mencionado a China como una amenaza militar potencial, debido a la modernización de sus fuerzas
nucleares, misiles, navales y aéreas, al igual que la expansión de su área de operaciones en el mar.
La paranoia de la amenaza china proviene, a nuestro juicio, de una escuela de pensamiento realista,
profundamente influenciada por una mentalidad de Guerra Fría, donde prevalece la teoría de la
conspiración y una amenaza latente, que justifica el aumento en los presupuestos de defensa para el
mantenimiento de la hegemonía estadounidense.
Amenazas e intereses
En los últimos años EEUU ha estado observado con preocupación el crecimiento de su billonario
déficit comercial con China y cómo su industria pierde terreno, al no lograr competir con los precios de
la mercancía china. Pero cuando la China National Offshore Oil Company intentó adquirir la petrolera
Unocal en julio del año pasado, Washington pensó que las pretensiones chinas estaban llegando
demasiado lejos y bloqueó la operación. Tampoco fue bien recibida la compra de la división de
computadoras personales de IBM por la china Lenovo.
Estos ejemplos muestran que detrás de las tensiones políticas entre Washington y Pekín, se esconden
“intereses vitales”. Para EEUU, su posición de potencia hegemónica le garantiza a un mismo tiempo
mantener su prosperidad económica y el acceso a materias primas. Y son precisamente esas
materias primas, en especial el petróleo, lo que más requiere un país en un proceso tan acelerado de
crecimiento como el que experimenta China.
Ese es el verdadero trasfondo de las preocupaciones de Washington por el auge chino, siendo un
asunto secundario si el mismo es pacífico o no. El concepto de “seguridad” implica no solamente el
ámbito militar, sino también una seguridad económica, misma que a su vez permite financiar la
inversión en equipo bélico.
China es también un buen ejemplo de cómo la prosperidad económica permite sufragar la
modernización militar, lo que a su vez ayuda grandemente a proyectar la imagen de la “gran potencia”,
que no pretende atacar, aunque disponga de los medios para hacerlo.
Para garantizar el acceso a materias primas, en especial el petróleo, China está jugando al ajedrez de
las alianzas con países mal vistos por Washington como Sudán, Irán y Venezuela, y aprovecha
cualquier espacio vacío—por más pequeño que sea—para establecer relaciones comerciales y de
cooperación con tantos otros países.
6. La consecuencia lógica es que su influencia se proyecta en un rango cada vez mayor y con mucho
más simpatía que la que puede generar EEUU, con su política intervencionista y su paranoia terrorista.
El auge pacífico chino
Todo parece indicar que las prioridades actuales de China están más enfocadas al campo económico
y en completar tareas pendientes en el ámbito interno, que en amenazar directamente la hegemonía
estadounidense. China es un gran país, pero aún no puede considerarse como una superpotencia. Y
los chinos lo saben.
Respecto a la posibilidad de que el dragón chino comience a exhalar fuego, el número dos del
Departamento de Estado de EEUU, Robert Zoellick dijo en septiembre de 2005 que “el mundo estará
atento a las evidencias de sus acciones”.
La experiencia histórica del siglo XIX y XX, cuando los países se convertían en potencias a través del
expansionismo territorial agresivo y el saqueo de los recursos naturales ajenos juega en contra de las
intenciones de China de presentarse como una “potencia benévola”.
De allí que Zhen Bijian, padre de la teoría del “auge pacifico” y uno de los intelectuales más influyentes
y cercanos al presidente Hu Jintao repite en todos los foros internacionales que el desarrollo chino
“está vinculado a la globalización económica”, y que es “totalmente innecesario saquear recursos de
otros países mediante la expansión exterior o con colonias de ultramar como lo hicieron Alemania y
Japón en el pasado”. (Diez Puntos de Vista sobre el Ascenso Pacífico de China y las Relaciones entre
China y Europa. 15 de Diciembre de 2005. The Foreign Policy Center).
Por irónico que parezca viniendo de un país “comunista”, Bijian señala que el uso del flujo libre de los
factores de producción en el mercado global—léase globalización—es lo que permitirá a China cubrir
sus necesidades de recursos internacionales.
Ya hemos indicado antes la amplia red de alianzas y acuerdos comerciales que está emprendiendo
China con gran cantidad de países, no solo en Asia y Oriente Medio, sino también en Latinoamérica.
Zhen Bijian, ha señalado que China “no tiene la intención de desafiar ni subvertir el orden internacional
político y económico existente”, algo que tiene mucho sentido, si se piensa que el desarrollo chino se
ha basado precisamente en la globalización, una de las piedras angulares de ese orden internacional
del cual se ha beneficiado ampliamente.
Aunque los artífices del auge pacífico prefieren utilizar el concepto de “socialismo con características
chinas”, lo que ha sucedido en la práctica es que China ha participado activamente en la globalización
y le ha sacado buen provecho, para lo cual ciertamente necesita un entorno internacional pacífico.
Además, que un país experimente un salto al desarrollo no debería alarmar a nadie, aunque sea un
país del tamaño de China. La clave no está en el auge en sí mismo, sino en la forma y los medios
que utilice para obtenerlo, por lo cual valdría la pena preguntarse si ¿ha dado China alguna muestra
de ser una potencia agresiva o de querer rivalizar abiertamente con EEUU?
La respuesta a esta cuestión pasa por evaluar en su justa medida el tan criticado aumento del
presupuesto de defensa, que según Pekín está en los 25.000 millones de dólares y según el
Pentágono en los 90.000 millones.
7. Independientemente de cuál sea la cifra verdadera y aunque las publicadas por el Gobierno chino
estén infravaloradas como señala el Pentágono, estos presupuestos de defensa aún están muy por
debajo de lo que invierte EEUU anualmente en equipo bélico.
Para buscar un “término medio”, utilicemos las cifras del SIPRI, que estima que en el 2004 el gasto
militar estadounidense fue de 455.300 millones de dólares, frente a los 35.400 millones invertidos por
Pekín. Estamos hablando de apenas una décima parte.
Para mayor alarma de Washington, puede esperarse que China siga aumentando todavía más su
capacidad militar en los próximos años. Pero también hay que considerar que está a años luz de
alcanzar y competir militarmente con EEUU.
Se trata, a nuestro juicio, de un proceso natural que responde a varias razones. Primero la posibilidad
de que Taiwan declare su independencia, con lo cual seguramente se daría una invasión china. Pero
también está el hecho de que China comparte fronteras con 14 países, en su mayoría aliados de
EEUU, entre ellos Japón, con quien mantiene tensas relaciones. Por eso necesita tener una
capacidad militar creíble, como política de disuasión ante posibles amenazas, pero no necesariamente
significa que vaya a usarla.
Por otro lado, no parece que China tenga ambiciones territoriales (primero porque ya tiene en sí misma
un tamaño y una población continental) y tampoco exhibe un amplio historial de invasiones exteriores
(exceptuando la invasión del Tibet en 1951). Además ha resuelto pacíficamente sus disputas con
Rusia, Vietnam e India.
Conclusión
A la luz de lo expresado anteriormente, la principal conclusión es que China, lejos de ser un rabioso
dragón dispuesto a expulsar fuego, está demostrando ser un gran y pacífico oso panda con
pretensiones de desarrollo económico y proyección internacional.
La paranoia de la amenaza china, obedece, como hemos dicho, a los resabios de una mentalidad de
Guerra Fría, al ser China un gigantesco país, “comunista” que en ciertos momentos ha tenido la
“osadía” de expresar posiciones que no están alineadas con las de Washington y sus aliados.
No parece que en estos momentos China esté buscando “dominar al mundo”, pero sí camina hacia un
liderazgo en el continente asiático, una región sumamente importante en el aspecto político,
económico y militar. Ello, claro está, podría disminuir la influencia internacional de EEUU y de sus
aliados asiáticos, en especial la de Japón.
Por otro lado, la rivalidad comercial y económica entre China y EEUU está levantando ampollas en
ciertos grupos políticos y empresariales estadounidenses con gran influencia dentro del establishment
de Washington y que son precisamente los que promueven la teoría de la “amenaza china”.
En este sentido, queda claro que EEUU utiliza su posición de hegemonía mundial para tener acceso a
recursos naturales y materias primas, especialmente petróleo y agua, para mantener su prosperidad
económica, mientras que China también ha entrado en la carrera por obtener estos recursos. A
mediano plazo, esta si que puede convertirse en una causa de fricciones más profundas entre ambas
potencias.
Las claves para analizar el comportamiento futuro de China, no están en el auge en sí mismo, sino en
los medios que está utilizando para conseguirlo. China no parece estar dando muestras de querer una
8. confrontación con el status quo, ni de convertirse en un poder hostil, porque sabe que en este
momento no está en condiciones de confrontar, sino de crecer.
De allí que se podría concluir las prioridades actuales de China están enfocadas en buena medida a
factores internos. Es decir, cumplir la gran cantidad de tareas pendientes en cuanto a la desigualdad
existente, los problemas demográficos, el descontento por la falta de libertades individuales, por solo
mencionar algunos lastres que podrían frenar en el futuro su espectacular desarrollo económico.
Así que aquellos que piensan en China como una amenaza latente, están viendo un nuevo “telón de
acero”, donde en realidad apenas hay una cortina de bambú.