1. Recursos Renovables
Se denomina recursos al conjunto de capacidades y elementos tanto
naturales como producidos por el hombre, que se pueden utilizar para
producir bienes o servicios o tienen un valor intriseco sin la necesidad
de ser modificados, y que son escasos a relación a su demanda o
potencial.
El impacto cambiario tanto por el ahorro de divisas para el
abastecimiento nacional como por las exportaciones del crudo, será
muy favorable para nuestra economía y los ingresos por otros
conceptos, como regalías impuestos directos y contribuciones
especiales, también nos permitirían una situación física al más
holgada que la presente, pero pensar, como lo hacen algunos políticos
en vísperas de elecciones que donde haya un hueco fiscal se va a
llenar con el oro de cusiana, es un efecto de optimismo.
Se advierte claramente que, como la lechera de marras, no han hecho
cuentas. Además, la experiencia reciente, con las licitaciones
proyectadas para la nueva política petrolera colombiana, si bien es
cierto que no han fracasado del todo, no han arrojado los resultados
óptimos que eran de esperarse, en razón, precisamente, de las cargas
fiscales que el Estado colombiano, gradualmente, les ha impuesto a
las compañías multinacionales y, en no menor grado, por la
inseguridad propia de nuestras condiciones políticas.
Sea de ello lo que fuere, y, en contraste con nuestros recursos
carboníferos, las reservas colombianas de petróleo son insignificantes
a nivel mundial y aun al propio nivel latinoamericano, frente a México y
a Venezuela. Salvo descubrimientos de nuevos campos y una
explotación menos precipitada que la de Caño Limón, estaremos para
el año 2020 de nuevo enfrentados a la necesidad de importar petróleo.
Forzoso será, en consecuencia, buscar fuentes sustitutivas de divisas
que nos sirvan para pagar la factura de los combustibles.
Cualquiera podría pensar que el no producir petróleo constituye un
obstáculo insalvable para el desarrollo económico, pero basta el
2. ejemplo de países como Alemania, Francia, el Japón y, en nuestro
continente, Chile, para llegar a la conclusión de que no es así, si ante
la inminencia de tener que importarlo en todo o en parte nos
anticipamos en un gesto de elemental prudencia a investigar otras
fuentes de divisas para superar la crisis previsible.
Se requieren grandes recursos económicos, investigaciones a fondo
sobre las variedades adaptables a nuestros suelos y a nuestros
climas, pero, sobre todo, desechar la idea de que basta con prohibir la
tala de árboles y esperar pasivamente los resultados de esta
operación de carácter puramente negativo. Se requiere arborizar no
sólo de parte del Estado, como lo vienen haciendo algunas
corporaciones regionales, sino por parte de los particulares, con el
apoyo decidido del Estado. Si proseguimos una agresiva orientación
en materia de reconstruir nuestros bosques, no me cabe la menor
duda de que, para acoger nuestros excedentes, existen los mercados
de ultramar, sin que sea menester pacto alguno de cuotas.
Recursos no Renovables
En el ámbito mundial se han usado los RRNN no renovables de
maneras muy diversas y con resultados muy distintos. Hay países que
los han aprovechado para convertirlos en fuente de recursos para el
beneficio social y el desarrollo sostenible, y hay otros donde han
terminado por alimentar sistemas corruptos, dando lugar a la
destrucción ambiental y social. Revisemos las condiciones e
implicaciones de la extracción de RRNN no renovables en cuatro
economías: Dos de alto ingreso per-cápita y calidad de vida como son
Noruega y Suecia y dos más cercanas a nosotros Chile y Venezuela.
Iniciemos con Noruega, que desde la década de 1960, dio inicio a la
exploración de petróleo y gas en el mar del Norte y sus hallazgos lo
convirtieron en un país petrolero. En el 2012, el 34% de las
exportaciones de Noruega fueron petróleo crudo, y el 25% petróleo
refinado y gas natural. La industria extractiva representa cerca del
25% de su PIB. El Estado tiene una alta participación accionaria en
las industrias estratégicas como petróleo, gas, hidro-eléctricas y
aluminio. En promedio el gobierno controla el 31% de la propiedad en
estas industrias estratégicas. Noruega es quizá uno de los países con
3. régimen de impuestos a los ingresos, tanto de las empresas como de
los individuos, más alto en el mundo.
Un caso cercano es Chile, país donde la minería generó en 2012 el
14,2 % del PIB y el 57 % de las exportaciones. El Estado participa
como socio accionario en la propiedad y gestión extractiva del Cobre,
su principal producto minero. Sin contar con un sistema educativo de
la calidad y accesibilidad del sistema Sueco, sin embargo es quizá el
mejor de America Latina. Además, el gasto social en términos per
cápita es mayor que el de la gran mayoría de países de America
Latina. Chile hoy tiene el ingreso per cápita más alto de América
Latina y dos veces mayor que el colombiano. Su economía es
calificada como una de las más dinámicas del mundo, con alto nivel de
competitividad. Atrae capital extranjero y el sector privado invierte
capital en el exterior. Es el país con mayor inversión de capital de
empresas nacionales en otros países de la región. Chile se caracteriza
por una política macroeconómica sólida y estable desde 1990, cuando
el gobierno empezó a generar superávit y a reducir agresivamente la
deuda pública con el fin de estar en capacidad de hacer política fiscal
anticiclica, y por un importante apoyo a la diversificación de procesos
productivos. Es el país de America Latina que mejor ha logrado
relacionar el desarro.
En Colombia el sector de minería e hidrocarburos representó, según
cálculos de Fedesarrollo, cerca del 8% del PIB en el 2011 y es el
sector con la más importante tasa de crecimiento en nuestra
economía. Según la misma fuente, la participación en las
exportaciones ha llegado a un 70% del valor total de las mismas.
Colombia es en el contexto mundial, uno de los países donde la
industria extractiva juega un papel clave en la dinámica exportadora y
cada día tiene un peso económico mayor en la composición de su PIB.