El documento resume las lecturas bíblicas y enseñanzas de Santa Teresa de Jesús para la novena semana del tiempo ordinario. La primera lectura recuerda el deber de honrar el sábado como día dedicado a Dios. Jesús defiende a sus discípulos por arrancar espigas en sábado y afirma que está hecho para el hombre, no al revés. Finalmente, Jesús sana a un hombre en sábado para mostrar que se debe hacer el bien.
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CARMELO DE TERESA, Fr Julio César González Carretti OCD,Novena Semana Tiempo Ordinario
1. NOVENA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Impar. Ciclo B)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Dt. 5, 12-15: Recuerda que fuiste esclavo en Egipto.
La primera lectura nos recuerda los deberes que tenemos para con la
religión, más concretamente, con Dios nuestro Padre. Un día dedicado
exclusivamente al Señor, el sábado, significa que hay que reconocer
que los otros seis días de la semana son también un regalo de Dios
para trabajar, negociar, y el séptimo para honrar y bendecir, alabar y
agradecer todo cuanto Dios ha hecho por su pueblo Israel. El nuevo
pueblo, la Iglesia, celebrará el Domingo como el día del Señor,
centrado todo él, en la Resurrección de Cristo, celebrada en la
Eucaristía dominical. El sábado era un día importante de descanso,
dedicado a honrar a Yahvé, señalado desde los textos más antiguos
(cfr. Ex. 20,8-11; Dt. 5,12-15), como los de más reciente data (cfr. Ex.
23,12; 34,21). El origen de la celebración del sabbat, significaba,
interrumpir el trabajo, día de descanso, reconocer que Dios es el
dueño de la tierra y del tiempo, un derecho que el hombre reconoce;
no trabajar serviría para tomar conciencia de ello. El Decálogo
oficializó todo esto como precepto semanal. Mientras en la primera
versión del Decálogo, la sacerdotal, se acentúa el descanso de Dios
luego de terminar la Creación (cfr. Ex. 20,11), en cambio, la
2. deuteronomista apunta hacia el éxodo hacia la tierra prometida. Allí el
sábado es para Dios, es decir, tenemos una razón geocéntrica,
dedicación a ÉL e imitación ÉL, la observancia del sábado sería la
relación que el hombre establece con Yahvé. En la otra versión, la
razón es antropocéntrica: el sábado es para el hombre, celebrarlo es
para estar en familia, gozar de su libertad y vida social. Esta
motivación social y humanitaria, es una profundización de la salida de
Egipto, y el mandato del reposo en la tierra prometida, es la visión
propia del Deuteronomio. Desde el destierro a Babilonia, el sábado se
convierte en un signo de identificación, hasta llegar a ser un mandato
observado escrupulosamente (cfr. Neh. 13,15-22;1 Mac.2,32-41),
llegando a ser un peso insoportable en los tiempos de Cristo,
perdiendo el sentido de día del Señor, lleno de vida y gozo. Jesús, le
devolvió su carácter humanitario y social, cuando proclama que el
sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado como se
practicaba en ese momento (cfr. Mc. 2, 23-28). Todo un desafío para
esas mentalidades legalistas.
b.- 2Cor.4,6-11: La vida de Jesús se manifiesta en nuestra carne
mortal.
Pablo defiende su ministerio de la predicación de cara a sus enemigos
que lo critican. Él no adultera la palabra, predica con toda sinceridad y
verdad, porque su inspiración viene de Dios (cfr. 2Cor. 3,5-6; 3,1-2;
3,12). Si no todos acogen su palabra, es por sus malas disposiciones,
provocadas por el dios de este mundo, el demonio, impidiéndoles que
conozcan a Cristo, en quien resplandece la imagen de Dios (cfr. 2Cor.
4, 3-4; 2,11; Ef.2,2; Jn. 12,31). La gloria de Dios, inaccesible hasta
ahora reverbera en el Rostro de Cristo, como un tiempo en la faz de
Moisés, ahora contemplamos en Jesús todas las perfecciones divinas
(cfr. Col.1,15; Hb.1,3; Jn.1,18; 2 Cor. 3,7). Los que no aceptan el
evangelio son culpables, no el predicador, ya que ellos no se predican
a sí mismo, para ganar adeptos, sino que hablan únicamente de
Cristo, auténtico Señor (cfr. 1 Cor. 8,6). Es Dios, el que hizo brillar la
3. luz en las tinieblas, ahora ha iluminado sus corazones, para que
anuncien el evangelio, reflejo de la gloria de Dios (v.6). Si bien, Pablo
habla en plural a todos los apóstoles, está pensando en su propio
testimonio, cuando el Señor con su luz iluminó su vida camino de
Damasco (cfr. Gn.1,3; Gal. 1,15-16). En un segundo momento, el
apóstol habla de los ministros de la Iglesia haciendo un contrapunto
entre lo que no son y lo que puede la fuerza extraordinaria de Dios. Es
el modo resalta más la grandeza y poder de Dios en la difusión del
Evangelio. Los vasos de barro, refleja al hombre entero, no sólo su
cuerpo, sujeto a miserias y debilidades, pero llevan un tesoro, el
ministerio de la predicación y reconciliación, han recibido una dignidad
que sólo Dios les podía confiar (cfr. Gn. 2,7). Con imágenes que
hablan de las luchas de los atletas, compara la vida de los apóstoles y
la define como un conjunto de luchas y temblores, victorias en medio
de debilidades, del hombre y la gracia de Dios (vv.8-9). En otras
palabras, llevan en su cuerpo, en su carne la muerte de Jesús, para
que también la vida de Cristo se refleje en su cuerpo. En la mente de
Pablo, el apóstol, el ministro, debe ser una imagen de la vida de
Cristo. En ella encontramos dos aspectos fundamentales: el Cristo
paciente o sufriente, que muere para redimir a los hombres y el Cristo
glorioso, fruto de la pasión, muerte y resurrección. Esa vida se debe
reflejar en sus ministros: tribulaciones, vividas muy unidas a las de
Cristo, hasta forma una unidad, por otra parte, una vida interior capaz
de resistir las tribulaciones, y que a su tiempo, será premiada en el
cielo, junto a Cristo resucitado (cfr. 2Cor. 1,5; Col.1,24). Esa muerte de
Cristo actúa en la vida de los ministros, para que la vida de Cristo la
puedan aprovechar los fieles, pero dejando en claro que quien
comunica esa vida es el primero en participar en ella, es decir, el
apóstol, cuyo hombre interior se renueva día a día, puesta su mirada
en las cosas invisibles, que son eternas (2Cor. 4,16).
c.- Mc. 2,23; 3,6: El Hijo del hombre es Señor, también del sábado.
4. El evangelio nos presenta dos momentos: la disputa de Cristo Jesús,
la cuarta, con los fariseos acerca de lo que está o no permitido realizar
e sábado (vv. 23-27), la curación del hombre de la mano paralizada
(vv.1-6). Arrancar espigas para saciar el hambre no estaba permitido,
según el parecer de los fariseos, por considerarlo un trabajo. Como en
las otras ocasiones Jesús defiende a sus discípulos y da a conocer
una nueva forma de comprender el sábado como día del Señor. Este
día era de reposo absoluto, día consagrado al Señor (cfr. Ex.20,8-11).
La casuística farisea incluía el hecho de la siega y de no espigar, de
ahí que los fariseos pidan explicaciones al Maestro por haber violado
la santidad del sábado sus discípulos. Ellos cuestionan a Jesús desde
la Escritura, la Ley de Moisés, y la tradición de los padres. Jesús les
recuerda el gesto de David y sus compañeros. Comieron los panes
designados para los sacerdotes (vv. 25-26; cfr. 1Sam.21, 2-7; Ex.25,
23ss). Jesús comprende que una ley puede ser derogada con justa
razón; la excepción confirma la regla. De la norma general se hace
una aplicación concreta: queda claro que el hombre está por encima
del sábado, sobre todo cuando está en necesidad su vida o sus
derechos (v. 27). Jesucristo se pone al lado del hombre necesitado, lo
que hace que todo el culto esté sujeto a primero satisfacer las
necesidades básicas del hombre, sus derechos y luego el culto. La ley
fue hecha para promover al hombre, si el sábado conmemoraba la
libertad de la esclavitud de Egipto, la vida nueva, era motivo para una
mayor comunión con Dios Padre. Los discípulos necesitaban
alimentarse, como los soldados de David, para seguir en camino. Si
David derogó una ley en caso de una necesidad, con mayor razón
Jesús, que es Señor del sábado (v.28), Hijo del hombre que también
perdona los pecados, con lo que afirma su autoridad divina (cfr.
Mc.2,10). Palabra fuerte de contenido para conocer quién es Jesús
para los fariseos y sus discípulos. En un segundo momento Jesús
vuele a ingresar en la Sinagoga y viendo ahí un hombre con la mano
paralizada, pregunta a los asistentes, si es lícito en sábado hacer el
bien , en vez del mal, salvar una vida, en vez de destruirla (v. 4). Ellos
5. callaron, Jesús, apenado por la dureza de su corazón, sanó al
enfermo. Ellos, confabulados con los herodianos, piensan en matarlo.
Jesús quiere que la religión sea lo más verdadera posible, restituir el
espíritu de la Ley, su fin la gloria de Dios, restituyendo al hombre su
dignidad, la misma de la que lo había revestido desde el principio. Es
el día del Señor que está al servicio del creyente.
Santa Teresa de Jesús, nos invita a conocernos a nosotros mismo
para andar por la vida con rectitud de intención a la hora de servir a
Dios. “Y, aunque esto del conocimiento propio jamás se ha de dejar, ni
hay alma en este camino tan gigante que no haya menester muchas
veces tornar a ser niño y a mamar y esto jamás se olvide, quizá lo diré
más veces, porque importa mucho , porque no hay estado de oración
tan subido que muchas veces no sea necesario tornar al principio; y en
esto de los pecados y conocimiento propio es el pan con que todos los
manjares se han de comer, por delicados que sean, en este camino de
oración, y sin este pan no se podrían sustentar” (Vida 13,15).
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Tb. 1,3; 2,1-8: Tobías temía más a Dios que al rey.
b.- Mc. 12,1-12: Parábola de los viñadores homicidas.
Esta parábola, expresa la actitud de los administradores, a cuyo
cuidado dejó el dueño la viña, ellos la quieren para sí, arrebatándosela
al hijo. Matarán a todos los enviados, también al hijo, fuera de la viña
(vv. 7-10). Este último pasaje es una referencia al rechazo que sufre
Jesús de parte de los judíos, porque éstos se sienten identificados con
los malos administradores de la viña (v.12; cfr. Mc.11, 15-19.27-33).
La descripción que hace Jesús, los cuidados para con la viña, les hace
venir a la mente a sus oyentes la célebre viña del profeta Isaías,
(Is.5,1-7), que canta el amor de Yahvé por Israel su pueblo y los frutos
agraces que tuvo como respuesta. Jesús es más explícito en condenar
6. la maldad de los administradores que mataron a todos los enviados,
incluido el hijo del dueño de la viña. El propósito era, no dar al dueño,
los frutos que le correspondían. A la confianza del dueño respecto al
respeto por su hijo, el contrapunto lo ponen los administradores, al
heredero hay que matarlo, para quedarse con la viña, revelando así
sus torcidas intenciones (vv. 6-7). Tenemos por una parte el amor de
un padre por su hijo y la voluntad homicida de unos labradores. ¿Qué
hará el dueño de la viña? (v.9). La respuesta hay que situarla no
desde la venganza, sino desde la justicia, el mal, la muerte no tiene la
última palabra. La viña pasará nuevos administradores. Lo que había
sido desechado, la piedra angular, lo muerto, vuelve a la vida; el mal
es vencido por el bien, gracias a la directa intervención de Dios: “fue el
Señor, quien lo hizo y es maravilloso a nuestros ojos” (v.10; cfr.
Sal.118, 22-23). La parábola que describe el amor de Dios por su Hijo
y la maldad e Israel que mata a los profetas, incluido el Mesías, se
transforma en la historia del triunfo del Hijo de Dios, sobre la muerte
surge victoriosa la vida.
Santa Teresa de Jesús, amante de la Iglesia de Jesucristo, procura
hacer lo mejor posible, como es vivir los consejos evangélicos con
toda perfección, para mantener el alto el ideal de la vida consagrada.
“En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago
que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta
desventurada secta. Dime gran fatiga, y como si yo pudiera algo o
fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Y
como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo
quisiera en el ser servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que
pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen
buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir
los consejos evangélicos con toda la perfección… y que todas
ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia y
predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que
pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen a los que ha
7. hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora a la cruz estos
traidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza.” (CV 1,2).
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Tb. 2,9-14: Tobías ciego.
b.- Mc. 12,13-17: El tributo al César.
El relato evangélico nos presenta a fariseos y herodianos juntos, frente
a Jesús, para consultarle acerca del tributo, que como ciudadanos
debían pagar al César; esto no podía ser sino una trampa o una
pregunta capciosa. Si decía que sí, debía pagarlo, se convertía en
idólatra, porque el emperador romano, era considerado una divinidad,
además lo podían acusar de colaborador con el poder imperial. Si su
respuesta era negativa, lo podían acusar de ser un rebelde, soliviantar
al pueblo a la rebelión, y no cumplir la ley establecida por el poder
pagano. Sin embargo, hay que hacer notar que si bien, la pregunta iba
torcida, los fariseos tenían un buen concepto de Jesús lo consideran
veraz y que enseña el camino de Dios (v.14). Le exigen una respuesta
personal, ante un tema de actualidad: pagar o no el tributo al César.
La respuesta debería nacer del campo político y teológico más que
económico: si Jesús reconocía la autoridad del César, que se
declaraba divino, se cuestionaba su fe en Yahvé. El pago era
semejante al tributo al Templo que cada judío debía pagar una vez al
año (cfr. Mt-17,24). Jesús no se deba embaucar, descubre su
hipocresía y pide una moneda, le pasan un denario y formula una
pregunta: ¿De quién es la imagen y la inscripción que hay en la
moneda? Le dijeron que era del César. La respuesta de Jesús es
salomónica: “Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es
de Dios” (v.17). Quedaron maravillados, pero a su vez sorprendidos,
por la palabra de verdad que Jesús les proclama. El derecho del César
era una realidad a considerar pero también el de Dios, lo que
fundamenta el derecho del emperador. Dios sigue siendo el
8. fundamento del derecho del hombre, por lo tanto el primero, quedando
todo referido todo a Dios. Jesús se nos presenta interiormente libre,
alejado de servilismos, capaz de expresar su juicio sobre personas y
acontecimientos. También hoy el cristiano debe expresar su opinión
desde el Evangelio. Jesús educa, para una doble ciudadanía, porque
constructor del Reino, la terrena y celestial. El buen cristiano colabora
en la construcción de la sociedad temporal, desde la honradez de vida,
respetuoso de la autoridad legítimamente elegida, trabaja así para el
Reino de Dios en el campo de la justicia, la paz, la verdad y el amor.
Santa Teresa de Jesús, vivió la experiencia de vivir para Dios, pero
sujeta por las realidades del mundo. “¡Oh, válgame Dios, si hubiera de
decir las ocasiones que en estos años Dios me quitaba, y cómo me
tornaba yo a meter en ellas, y de los peligros de perder del todo el
crédito que me libró! Yo a hacer obras para descubrir la que era, y el
Señor encubrir los males y descubrir alguna pequeña virtud, si tenía, y
hacerla grande en los ojos de todos, de manera que siempre me
tenían en mucho. ¡Oh Señor de mi alma! ¡Cómo podré encarecer las
mercedes que en estos años me hicisteis! ¡Y cómo en el tiempo que
yo más os ofendía, en breve me disponíais con un grandísimo
arrepentimiento para que gustase de vuestros regalos y mercedes! A
la verdad, tomabais, Rey mío, el más delicado y penoso castigo por
medio que para mí podía ser, como quien bien entendía lo que me
había de ser más penoso. Con regalos grandes castigábais mis
delitos.” (V 7,18-19).
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Tob. 3, 1-11.16-17: La desgracia de Sara
b.- Mc. 12, 18-27: Resurrección de los muertos
El evangelio nos presenta otro grupo adversario de Jesús, los
saduceos, partido religioso, sólo aceptaban los cinco primeros libros
9. de las Escrituras, negaban la resurrección, cosa que sí afirmaban los
fariseos, por lo tanto, cercanos a Jesucristo en ese tema. El caso que
le ponen, se basa en la ley del levirato (cfr. Dt. 25, 5; Gn. 38, 8), según
la cual la viuda, debía unirse al hermano del difunto fallecido, para que
le diera descendencia. Engendrar era muy importante para garantizar
continuidad de la familia, aumento del clan, aceleraba la venida del
Mesías, no se dispersaba el patrimonio familiar. En esta hipótesis,
siete hermanos tuvieron a la misma mujer, en la vida eterna, ninguno
le dio descendencia al hermano. La pregunta resulta inaceptable para
quien cree en la resurrección de los muertos (v.23) Jesús no pierde la
ocasión de reprocharles su ignorancia acerca del poder de Dios y de
las Escrituras, que puede crear algo nuevo, más allá de lo que el
hombre puede siquiera imaginar (v.24). La vida futura es la gran
novedad de Dios para los que le pertenecen. Lo más importante de
este pasaje, es la noticia que en la vida eterna, seremos como
ángeles, espíritus celestiales que alaban a Dios y contemplan su
Rostro, por toda la eternidad. Es un anuncio de su propia
Resurrección. Jesús, convalida la fe en la resurrección desde el
Éxodo, libro que ellos aceptaban, cita a Ex. 3, 6: “Yo soy el Dios de
Abraham, de Isaac, el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos sino
de vivos” (v. 26). Dios se compromete con los vivos, no con los
muertos, hace sus promesas a los que viven en su presencia. Queda
claro que el compromiso de Dios, no lo deroga la muerte, porque Dios
es vida, tiene la última palabra, a los suyos, los que entran en
comunión con ÉL les garantiza vida eterna. Es la meta de nuestro
caminar, es verdad, que la vida nos sumerge en medio de las
preocupaciones propias de nuestra sociedad, pero no olvidemos que
todo este mundo pasa, lo único verdadero, es la vida teologal, la fe, la
esperanza y la caridad. Una fe que siendo luminosa también nos
oculta, hasta la vida eterna, la plenitud de su contenido, una
esperanza que nos asegura los bienes que ya poseemos en
esperanza teologal (cfr.Rm.5,1-5), y una caridad que busca la
posesión de Dios y la unión definitiva en conocimiento y amor eterno.
10. Santa Teresa de Jesús, exclama: “Dadnos, Dios mío, Vos a entender
qué es lo que se da a los que pelean varonilmente en este sueño de
esta miserable vida. Alcanzadnos, oh ánimas amadoras, a entender el
gozo que os da ver la eternidad de vuestros gozos, y cómo es cosa
tan deleitosa ver cierto que no se han de acabar. ¡Oh desventurados
de nosotros, Señor mío!, que bien lo sabemos y creemos; sino que
con la costumbre tan grande de no considerar estas verdades, son tan
extrañas ya de las almas, que ni las conocen ni las quieren conocer.
¡Oh ánimas bienaventuradas, que tan bien os supisteis aprovechar, y
comprar heredad tan deleitosa y permaneciente con este precioso
precio!, decidnos: ¿cómo granjeabais con él bien tan sin fin?
Ayudadnos, pues estáis tan cerca de la fuente; coged agua para los
que acá perecemos de sed.” (Excl.13,1ss).
JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- Tob. 6, 10-11; 7, 1. 9-17; 8, 4-10: Os ha traído Dios a mi casa
que mi hija se case contigo.
b.- Mc. 12, 28-34: El mandamiento principal.
Este evangelio, nos presenta una de las últimas discusiones en
Jerusalén, pero que tiene mucho de diálogo, más que de una disputa.
Jesús y el escriba aprecian mutuamente el contenido de sus
afirmaciones. El escriba, había escuchado a Jesús responder a los
saduceos, consideró positiva la tesis sobre la resurrección, por ello se
atreve a hacerle una pregunta sobre el primero de los mandamientos
de la Ley. Quería encontrar el mandamiento que resumiera lo esencial
de la voluntad de Dios. La respuesta de Jesús, no apunta al Decálogo,
sino a la profesión de fe de todo judío: el Shemá Yisrael (v.29; cfr.
Dt.6,5), y el segundo es el amor al prójimo, semejante al que debemos
tenernos a nosotros mismos (v.30; cfr. Lv.19,18). Lo que hace Jesús,
es equiparar ambos mandamientos, estos dos amores, lo que equivale
decir, que amar a Dios es tan importante, como amar al prójimo. Sería
11. difícil cumplir uno, sin cumplir el otro, convirtiéndolo casi en un único
mandamiento. Se trata de una postura que unifica y completa una
actitud interior respecto al amor. Si ama a Dios el hombre requiere una
actitud de entrega de todo su ser: el corazón, la inteligencia, la
voluntad. Toda su energía orientada sin reservas a Dios. El
evangelista sintetiza todo en la unidad de ambos mandamientos: “No
existe otro mandamiento mayor que éstos” (v.31). Este será el
mandamiento principal del cristianismo, la nueva religión. Al maestro
de la Ley le agradó la respuesta de Jesús por eso reconoce que tiene
delante suyo un Maestro (v.32). El maestro comprendió, que lo que él
intuía era verdad, amar a Dios vale tanto como amar al prójimo, y
expresa su acuerdo con ÉL. Jesús a su vez señala la inteligencia del
escriba y alaba su respuesta; ambos coinciden en la correcta
interpretación de la Ley. En este diálogo Jesús reconoce la capacidad
que el diálogo tiene de encontrar la verdad y la inteligencia que el
maestro tiene por eso le manifiesta que no está lejos del Reino de
Dios (v.34). La tarea nuestra será, no sólo conocer la doctrina acerca
de estos mandamientos y cumplirlos, sino comprender que no puedo
conformarme con amar a Dios, sin amar al prójimo, porque de lo
contrario nos engañamos a nosotros mismos (cfr. 1Jn.4,20-21). Ambos
preceptos, o se cumplen juntos, o no se cumplen, por lo tanto, será
labor nuestra revisar en la oración personal, y en el examen de
conciencia, si realmente amamos al prójimo que es lo más concreto,
con lo que podemos comprobar diariamente la calidad de nuestro
amor a Dios. En la oración ciertamente debemos pedir con constancia
al Espíritu Santo (Rm.5,5), que colme de amor divino nuestro corazón,
como lo ha hecho con los místicos, para que podamos corresponder, a
modo humano, al querer de Dios manifestado en Cristo Jesús. Hoy
podemos invertir parte de nuestro tiempo en servir, como Jesús, al
hermano y así cumplir ambos mandamientos para hacer la voluntad de
Dios en nuestra vida.
Santa Teresa de Jesús, nos exhorta a guardar estos dos
mandamientos cimiento de toda perfección cristiana. “Entendamos,
12. hijas mías, que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo,
y mientras con más perfección guardáremos estos dos mandamientos,
seremos más perfectas. Toda nuestra Regla y Constituciones no
sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto con más
perfección. Dejémonos de celos indiscretos, que nos pueden hacer
mucho daño. Cada una se mire a sí.” (1M 2,17).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- Tob. 11, 5-18: Dios devuelve la vista a Tobit, padre de Tobías.
b.- Mc. 12, 35-37: El Mesías, hijo y Señor de David.
Si bien Jesús acepta las preguntas capciosas de los fariseos y
saduceos, es ahora ÉL, el que pregunta a los escribas del templo
acerca del origen del Mesías. Saber quién es Jesús, su identidad, la
va revelando el evangelista cuando nos habla de su filiación divina
para comenzar y concluir, con la confesión del centurión romano (v.35;
cfr. Mc. 1,1; 4,41; 8,27.29; 14,61s; 15,39). Los fariseos enseñaban que
el Mesías sería hijo de David, basados en la promesa de Dios de darle
un dinastía eterna (cfr. 2Sam.7, 8.11-14). A Jesús le interesa develar
la imagen del Mesías, despojarla del excesivo sentido político, con que
lo esperaban las autoridades y pueblo judío. La profecía de Natán,
después del destierro babilónico, despertó la esperanza del Mesías
que restablecería el reino de David. Jesús, escuchó muchas veces ser
identificado, como el hijo de David, aclamaciones que venían del
pueblo, aunque más bien, se identificó con el “Hijo del hombre” más
acorde con el Siervo sufriente de Isaías. La mentalidad judía, no
comprendía un Mesías sufriente, sino más bien triunfante en lo
político, social y espiritual. Si David, lo llama Señor, ¿cómo puede ser
hijo suyo? La respuesta es que siendo en lo humano descendiente de
David, su origen divino, lo hace superior a David. El Sal.110, atribuido
a David dice: “Dijo el Señor a mi Señor” (v.36). Si David habla no
puede identificarse con ninguno de los que denomina Señor, mientras
13. el primero se refiere a Dios, el segundo se refiere al Mesías. La
conclusión es clara: David admite que el Mesías es su Señor,
reconoce ese título divino, superior a él. La clave está en la
Resurrección de Jesús (cfr. Hch.2, 29-35). Habrá que esperar hasta la
Resurrección, para comprender esta realidad de la que el AT, ya había
anunciado. No basta con decir que el Mesías es hijo de David, hay que
comprender que en el hijo de David, en Jesús de Nazaret está
presente también la divinidad. Será la comunidad cristiana, que a la
luz de la experiencia pascual que el Hijo de David, cambió toda su
gloria divina, por el servicio y la cruz para ser Señor y Cristo, para
siempre (cfr. Flp. 2, 6; Col. 2, 2-3). Si los cristianos comprendieron
este itinerario de hacer la kénosis para adquirir la gloria eterna,
también nosotros debemos hacerlo meditando el misterio de
Jesucristo en su pasión y Resurrección.
Santa Teresa de Ávila, nos invita a considerar la vida de Cristo como
contenido fecunda de toda vida de oración. “Llamo yo meditación a
discurrir mucho con el entendimiento de esta manera: comenzamos a
pensar en la merced que no hizo Dios en darnos a su único Hijo, y no
paramos allí, sino vamos adelante a los misterios de toda su gloriosa
vida; o comenzamos en la oración del Huerto y no para el
entendimiento hasta que está puesto en la cruz; o tomamos un paso
de la Pasión, digamos como el prendimiento, y andamos en este
misterio, considerando por menudo las cosas que hay que pensar en
él y que sentir, así de la traición de Judas, como de la huida de los
apóstoles y todo lo demás; y es admirable y muy meritoria oración.”
(6M 7,10).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Tob. 12,1.5-15.20: Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles.
b.- Mc. 12,38-44: Los escribas son juzgados por Jesús y el óbolo
de la viuda.
14. El evangelio nos presenta a Jesús que sigue enseñando en el Templo.
Dos textos, uno se refiere a los escribas y cómo hay que cuidarse de
sus actitudes (vv.38-39), y el otro trata del óbolo de la viuda (vv.41-
44). Las palabras de Cristo, son una advertencia, de cómo esas
actitudes de aparente piedad y santidad externa, no corresponde a las
verdaderas intenciones del corazón pues en ella hay orgullo,
prepotencia (vv.38-39), y afán de riquezas de las viudas (v.40). El
castigo será más severo con ellos, por su hipocresía religiosa. El
verdadero israelita, debe serlo desde lo interior, como también, el
cristiano. Si no nacen de una verdadera religión, las actitudes siempre
pueden caer en la hipocresía. Con frecuencia, Jesús condena la
hipocresía religiosa del tipo que sea, porque lleva al engaño, con lo
más sagrado, como es la religión referida a Dios y a los hombres. Si
hay algo que se necesita hoy, y siempre, es la autenticidad, tanto del
que cree, como del que no tiene religión, pero sigue su conciencia
moral. La verdadera religión, nace del espíritu y de la verdad. El
espíritu humano, es morada de Dios y de la verdad, revelada por Dios
en Cristo a los hombres (cfr. Jn. 4,23), como enseñó Jesús a la
samaritana. En un segundo momento, el evangelista presenta la
actitud de la viuda del templo. Es de alabar la capacidad de dejarse
admirar por lo sencillo, de parte de Jesús, observar el obrar de las
personas menos significativas para los grandes, o que se consideran
tales. Ve como los ricos echaban muchas monedas en los cepillos, la
viuda pobre echó unas monedas: dos leptón, la cuarta parte de un as,
dos cuartos, una minucia si se quiere (vv. 41-42), pero Jesús hace
pública una actitud interior, la generosidad y pureza de intención. Le
bastaba haber echado una moneda dada su situación, pero echó dos
lo que considera mucho, porque dio lo que tenía para vivir, su vida,
mientras que los otros daban de lo que les sobraba (v.44; cfr. Dt. 14,
29; 24,19-21; Jr. 22,3). La viuda es la imagen de la mujer nueva del
evangelio, donde el sacrificio silencioso, es abandono en la bondad de
Dios. La viuda propone una opción a la idea común de riqueza: la
confianza en Dios que no significa la ausencia del compromiso laboral
15. y la ayuda del prójimo, es su única riqueza. Ambos textos, apuestan
por la interioridad, como fuente donde Dios se revela y el hombre le
busca le puede encontrar. Fuente de donde brotan las actitudes de
cara a Dios y a los hombres. Quien vive con trasparencia su fe, es un
aporte para la comunidad eclesial, para su familia, para su profesión,
etc. La verdad nos hace libres, enseña Jesús, porque esa verdad es el
mismo Cristo y su mensaje de salvación.
Santa Teresa de Jesús, enseña que hay que mirarle a ÉL es la
consigna de una cristiana que sabe lo que enseña porque lo vivido.
Dejarse mirar por ÉL, colma de amor el propio corazón. “No os pido
ahora que penséis en El ni que saquéis muchos conceptos ni que
hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro
entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues nunca, hijas,
quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Haos sufrido mil cosas feas
y abominaciones contra Él y no ha bastado para que os deje de mirar,
¿y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le
miréis algunas veces a Él? Mirad que no está aguardando otra cosa,
como dice a la esposa, sino que le miremos. Como le quisiereis, le
hallaréis. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por
diligencia suya.” (CV 26,3)
P. Julio González C.