4. 1. Reconocer que el nuevo nacimiento es un privilegio
otorgado por Dios disponible para todo aquél que
cree.
2. Comprender que es necesario permanecer en Cristo
para producir frutos.
3. Tomar la decisión de crecer en Cristo, subyugando
al “yo” cada día, negándose a sí mismo y
permitiendo que Cristo viva en nosotros.
5. La gracia de Cristo nos brinda la oportunidad de nacer de
nuevo. Su poder obra en nosotros a través de la persona del
Espíritu Santo quien nos ayuda a vencer la batalla diaria
contra el yo, a fin de que podamos experimentar lo que
Pablo describe en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy
crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”
6. Nicodemo era fariseo y un profundo conocedor
de las Escrituras.
El conocía el ministerio de Juan, el Bautista y
entendía claramente la alusión al bautismo por
inmersión cuando Jesús habló de “nacer del
agua”.
También conocía las afirmaciones de Salmo
51:10 y Ezequiel 36:26 que consideran la
importancia de tener un “nuevo corazón”, y
podía entender claramente que era a eso lo que
Jesús se refería cuando mencionó el “nacer del
espíritu”.
En el diálogo de Jesús con Nicodemo (Juan
3:1-15) encontramos a Jesús planteando la
necesidad del nuevo nacimiento. ¿Qué bases
tenía Nicodemo que le permitían entender lo
que Jesús le estaba diciendo?
NACER DE NUEVO
7. “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que
el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5)
“Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4)
“Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne”
(Ezequiel 36:26)
Mientras que el bautismo es la manifestación externa
de nuestro cambio de vida, el nacimiento del Espíritu
es la forma en que el Espíritu transforma nuestro
corazón y nos hace nuevas criaturas.
8. La nueva vida en Cristo no es un remiendo con
algunas reformas externas, sino una completa
“transformación de la naturaleza… y una vida
enteramente nueva” (Elena G. de White, El
Deseado de todas las gentes, p. 143).
Mediante el Espíritu Santo, Cristo nos concede
nuevos pensamientos, sentimientos y
motivaciones. Despierta nuestra conciencia,
cambia nuestra mente, subyuga todo deseo
impuro y nos llena con la dulce paz del cielo..
Este cambio no es un fenómeno instantáneo,
sino un proceso cotidiano que nos hace cada
día más semejantes a Jesús.
¿Cuán amplia es la nueva vida que Cristo
desea ofrecerle al cristiano convertido?
LA NUEVA VIDA EN CRISTO
9. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
El nuevo nacimiento implica
necesariamente una nueva vida.
Aunque la obra del Espíritu –como el
viento– es invisible, sus efectos son
claramente visibles para aquellos que
nos rodean.
Al igual que un bebé recién nacido debe
crecer hasta llegar a ser un adulto, el nuevo
nacimiento no es instantáneo. Debemos
crecer paulatinamente hasta llegar a ser
perfectos, “a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo” (Efesios 4:13)
Despierta nuestra
conciencia.
Cambia nuestra
mente.
Subyuga todo
deseo impuro.
Nos llena con la
dulce paz del
cielo.
¿Qué hace el
Espíritu en
nosotros?
10. A través de la comunión, en una búsqueda
constante de una relación íntima con Jesús,
pidiendo orientación, orando por fuerzas para
obedecer su voluntad, y suplicando que él
llene nuestro corazón con su amor.
Alimentándose de la Palabra y meditando en
ella a fin de que seamos fortalecidos. Jesús
dijo: “Las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida” (Juan 6:63).
Tomar la firme decisión de permanecer en
Jesús cada día.
Al considerar la parábola de la vid (Juan
15:4-10), entendemos que Cristo es la vid y
nosotros las ramas. Es evidente que sin Él
nada podemos hacer (Juan 15:5), pues las
ramas separadas de la fuente de vida no
produce nada y se muere. ¿Cómo nos
mantenemos ligados a la vid?
PERMANECER EN CRISTO
11. “No es el contacto casual con Cristo lo que se necesita, sino el permanecer en
él. Él os llamó a morar con él. No os propone una felicidad pasajera que se
experimente ocasionalmente mediante la búsqueda ferviente del Señor, y que
se desvanece al abocaros a vuestras ocupaciones seculares. Vuestra
permanencia en Cristo aliviana toda tarea necesaria, porque él lleva el peso
de todas las cargas. El hizo provisión para que permanezcáis en él. Esto
significa que debéis estar conscientes de que permanecéis en Cristo, de que
estáis continuamente con Cristo, donde vuestra mente se anima y fortalece
porque la habéis puesto sobre Cristo” Elena G. de White, En lugares celestiales, 18 de
febrero
“Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto
por sí mismo, si no permanece en la
vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí” (Juan 15:4)
12. Aún cuando Dios sepa todo lo que
necesitamos, necesitamos presentarle a Él
nuestras necesidades por medio de la
oración, porque así aprendemos a
despojarnos de nosotros mismos y hacernos
más dependientes de Él.
Aunque no necesitamos impresionar a Dios
con nuestros oraciones interminables y
vanas repeticiones (Mateo 6:5-9), debemos
perseverar en la oración, aferrándonos a sus
promesas, sin importar lo que esté
sucediendo.
Analizando la actitud de Jesús, quien vivía
una vida constante de oración, ¿qué
lecciones podemos extraer para nuestra
vida?
LA ORACIÓN
13. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7)
¿Qué dos cosas son imprescindibles para crecer
espiritualmente y permanecer en Cristo?
• Permanecer en Cristo
implica conocer su
voluntad y vivir de
acuerdo a ella. Esto lo
conseguimos a través
del estudio continuo
de su Palabra.
• A través de la oración,
aprendemos a
vaciarnos de nosotros
mismos y a depender
completamente de él.
14. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7)
Según Jesús, ¿qué condiciones deben cumplir
nuestras oraciones para ser contestadas?
Necesitamos creer que Dios nos
puede responder (Mateo 21:22).
Debemos tener una actitud de
perdón hacia nuestro prójimo
(Marcos 11:25).
Tenemos que subordinar nuestra
voluntad a la voluntad del Padre
(Mateo 6:10; Lucas 22:42).
Cualquier “demora” en la
respuesta no debería
desanimarnos; por el contrario,
necesitamos “orar siempre, y no
desmayar” (Lucas 18:1).
15. Tomar la cruz significa negarnos a nosotros mismos
diariamente. No circunstancialmente, sino todos los días.
No sólo en una parte de nuestro ser, sino toda nuestra
vida.
“Ningún hombre puede despojarse del yo por sí mismo.
Sólo podemos consentir que Cristo haga esta obra.
Entonces el lenguaje del alma será: ‘Señor, toma mi
corazón; porque yo no puedo dártelo. Es tuyo, manténlo
puro, porque yo no puedo mantenerlo por ti. Sálvame a
pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo.
Modélame, fórmame, elévame a una atmósfera pura y
santa, donde la rica corriente de tu amor pueda fluir por mi
alma’” (Elena G. de White, Palabras de vida del gran
Maestro, pp. 123, 124).
A la luz de la Biblia entendemos que, sólo
muriendo al yo podemos tener una vida plena.
Morimos a la vida antigua en el bautismo, pero
descubrimos que las antiguas prácticas y
tendencias del pasado aún están vivos y luchan
para recuperar el control de nuestro ser. Ante
esta realidad, ¿cómo podemos comprender las
afirmaciones de Jesús en Lucas 9:23, 24?
MORIR AL “YO” CADA DÍA
16. “Y decía a todos: Si
alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz
cada día, y sígame”
(Lucas 9:23)
¿Qué significa llevar la cruz?
Elena de White, La fe por la cual vivo, 25 de mayo
Llevar nuestra cruz significa negarnos a
nosotros mismos diariamente. No de
vez en cuando, sino cada día; no solo
una parte de nuestro ser, sino todo.
17. “Todos somos probados en este
tiempo. Hemos sido bautizados en
Cristo; y si estamos dispuestos a
separarnos de todo aquello que
tienda a degradarnos y a hacernos lo
que no debemos ser, recibiremos
fuerza para crecer en Cristo, nuestra
cabeza viviente, y veremos la
salvación de Dios”
Elena G. de White, Consejos para la iglesia, p. 425
18. 1. No tenemos posibilidad de elección respecto de nuestro
primer nacimiento, pero podemos escoger nacer de nuevo
en Cristo a través del bautismo.
2. Tan importante como decidir nacer de nuevo es escoger
cada día permanecer ligado a Cristo.
3. A través de una comunión íntima y sincera, en una vida de
oración y devoción, podemos tener una genuina relación
con Cristo.
4. Hay una lucha permanente contra el viejo hombre, el cual
debe ser sometido cada día por la obra transformadora de
Jesús hecha realidad por medio del Espíritu Santo.
CONCLUSIONES
19. Te invito a bajar y estudiar
cada una de las 13 lecciones
que tratan sobre el tema:
ESTE SERVICIO
ES GRATUITO Y
PUEDES USARLO
Slideshare.net/chucho1943