A manera de resumen, que dice la moral católica sobre la sexualidad humana. Primero describe que es el amor verdadero, como entrega personal de uno mismo.
1. La Sexualidad Humana en el Plan de Dios
Los Primeros Cristianos
Hay una gran diferencia entre lo que es lo "normal" y lo "corriente". Aunque muchas
personas se suicidaran, eso no lo haría normal; osea aunque sea muy común no por eso
está bien. Aunque mucha gente no viva la castidad, nunca será algo normal. Normal
viene de "norma", lo que se apega a las reglas, en este caso, a lo que somos como
personas. En ese sentido se puede decir que normal es Jesucristo Nuestro Señor, que nos
enseña a tener una vida cristiana normal y feliz.
Los cristianos de todos los tiempos hemos tenido que luchar siempre por guardar la
castidad. El Papa Benedicto XVI, hablando de la situación de la familia en los tiempos de
San Pablo dice: "La familia romana era seria, y el marido y padre era jefe absoluto. La
mujer tenía dignidad, era apreciada, y llegó un momento en que gozó de una libertad
completa. Demasiado completa... Un escritor latino dice con sentido de humor que las
matronas romanas contaban los años por los maridos que habían tenido… Exagerado
cuanto queramos, pero fiel reflejo de una situación moral prácticamente desastrosa.
(...) ¿Y qué decir del hombre en la vida familiar y social? Ya es de suponer. Al hombre
no le ataba nada ni nadie. Para saber la moralidad del hombre, mejor que acudir a
cualquier historiador pagano, basta leer al mismo Pablo en el primer capítulo de la carta
a los de Roma. No había vicio en el cual el hombre no se pudiera cebar.
(...) Sin embargo, se ha hecho una observación muy atinada por historiadores
objetivos. No hay que exagerar demasiado. En muchas partes del Imperio, que era muy
grande, los campesinos sobre todo estaban aferrados a costumbres suyas muy sanas. "
(Algo más sobre el Imperio. Benedicto XVI, Audiencia en el año paulino)
Como conclusión: debemos saber que todos los cristianos de la historia hemos tenido
que luchar para ser puros, y que tenemos para eso toda la ayuda de Dios. No debemos
caer en la tentación de pensar que otro tiempo fue mejor, o que hoy en día no es posible
cumplir los mandamientos que nos dejó Jesucristo.
2. Hombre y Mujer los creó...
En el libro del génesis se narra la creación del hombre y la mujer. Desde la primera
página de la Biblia el hombre y la mujer son presentados en pareja y con mutua atracción
afectiva (ver Gn 2, 23). Dios creó la sexualidad como algo bueno, cuando es ordenado a
su fin en el matrimonio.
El buen ejercicio de nuestra sexualidad requiere autodominio, porque sino acabaría
siendo una pasión instintiva como en los animales. Para alcanzar ese autodominio se
precisa la ayuda de la gracia de Dios, que recibimos especialmente en los Sacramentos.
Según el plan de Dios, el uso de la sexualidad humana entre el hombre y la mujer
debe estar abierto a la procreación. Por eso, la moral católica enseña que el uso lícito de
la sexualidad se da exclusivamente en el matrimonio.
El Amor Verdadero
En sentido amplio la palabra amor se puede referir a una atracción o inclinación de la
voluntad que uno puede tener por un bien, pero aquí vamos a hablar específicamente del
amor entre un hombre y una mujer, que pueden estar empezándose a conocer, o que son
casados, y de como ha de llegar a ser verdadero y pleno.
1. Atracción física. Éste es un primer impulso, el que puede suceder al recién
conocer una persona. Hay que tener claro que esta atracción no es mala, pero es
lógico que no es suficiente para fundamentar una relación duradera. No sólo no es
suficiente, pues no es para nada lo fundamental. Es posible que hayan personas que
tengan un noviazgo o incluso que se casen basándose simplemente en esto, pero ese
noviazgo y ese matrimonio están destinados al fracaso, pues no tienen un
fundamento sólido. La atracción física y la diversión son los elementos accesorios de
una relación profunda, pero nunca, el motivo de unión y de entrega absoluta
2. Amor interesado. Es muy parecido al anterior, pero por lo menos incluye un
intercambio de bienes. Puede suceder en la amistad -por ejemplo- que alguien diga
que es mi amigo, pero talvez porque tengo carro y le doy jalón. O soy amigo de aquel
porque tiene dinero y me invita a comer de vez en cuando. Una relación de pareja no
puede mantenerse tampoco basándose únicamente en la atracción física y en el
interés egoísta de unos determinados bienes: dinero, posición social, casa, carros, etc.
El verdadero amor va más allá de un “egoísmo compartido”.
3. 3. Amor benevolente. Hay una diferencia muy grande entre el anterior y éste; pues
se da un paso grande: empiezo a interesarme por la otra persona por lo que es, no por
lo que tiene, o me da. Todavía más, no sólo "me interesa" por lo que es, sino que
quiero el bien de la otra persona "sin ningún interés". Un amor desinteresado es el
que busca la felicidad de la otra persona, le dedica tiempo, aunque a veces tenga que
sacrificar otras cosas. Un noviazgo basado en este amor desinteresado es la
plataforma ideal para prepararse para el matrimonio. Si en un matrimonio ambos
procuran alimentar este amor, entonces se puede decir que hay un amor real y
verdadero. El amor verdadero requiere conocimiento de la otra persona. El amor en
este sentido contiene un riesgo: el de no ser correspondido. Pues para que haya una
verdadera relación de amor, el amor debe ser mutuo. Yo quiero el bien para el otro, y
la otra persona me ama de la misma manera a mí. El noviazgo es el momento en que
se madura este amor, y se espera ser correspondido.
4. Amor verdadero y total: la entrega de uno mismo. San Pablo dice en su
carta a los Efesios "Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se
entregó a sí mismo por ella" (Ef 5, 25). De manera que el verdadero amor debe
fundamentarse en esa entrega total de Cristo en la cruz. También dice Nuestro Señor
en el evangelio: “Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos”
(Jn 15, 13) de manera explícita nos enseña Jesucristo en que consiste el amor
auténtico.
Para la mayoría de personas, esta entrega total no llega hasta el derramamiento de
sangre como Cristo en la cruz. Se concreta en el respeto, cariño, en dar del propio
tiempo, prescindir de muchas cosas por el bien de la otra persona y de la relación,
poner en primer lugar la familia y la esposa antes que las aficiones y los amigos;
también esforzarse por ganar lo suficiente para vivir bien, sobriamente y con cierta
holgura, pero que ese trabajo no sea obstáculo para dar tiempo valioso a la familia;
etc. Éste amor no es facil de construir. Se necesita una confianza verdadera basada
en la sinceridad, se necesita un respeto mutuo, afinidad, aprender de los errores,
compromiso, fidelidad, etc.
4. Castidad para los Solteros. Abstinencia.
Jesucristo dijo: "Bienaventurados los limpios de corazón por que ellos verán a Dios"
(Mt 5,8). Jesucristo dijo esto en el sermón de la montaña, y con esto nos quiere enseñar
que la castidad es algo positivo, pues no consiste sólo en "no hacer" sino sobre todo en
aprender a amar. Amamos a Dios cuando vivimos la castidad, y estamos en mejor
disposición de verle (en la oración, en los acontecimientos), sobre todo verle cara a cara
un día en el cielo. La Castidad no es la virtud más importante (la más importante es la
caridad, el amor) pero sin ella, no se puede entrar al cielo. San Pablo dice en su carta a
Tesalónica: "Esta es la voluntad de Dios: su santificación; que se alejen de la fornicación,
que cada uno de ustedes sepa poseer su cuerpo con santidad y honor" (1 Tes 4, 3-6).
En resumen, ¿Qué es la castidad? La Castidad es la virtud que ordena las tendencias
sexuales en el hombre y en la mujer según la voluntad de Dios. Esto se concreta para los
solteros en guardar una completa abstinencia. Esta abstinencia tiene el sentido de
espera, una espera esforzada por encontrar la propia vocación, una espera que nos
enseña a amar con todo el corazón.
Son pecados contra la castidad:
● Los malos pensamientos
● Los malos deseos
● La masturbación
● La fornicación
● La pornografía
● Etc.
Recuerda que no es lo mismo sentir y consentir. Sentir es como ver un anuncio
publicitario por la calle que contiene imágenes indecentes y apartar la vista de
inmediato. Consentir sería detenerse a ver, descender a los detalles. Debemos cortar
inmediatamente cuando se asoma la tentación.
Castidad en el Noviazgo. Abstinencia.
La abstinencia que deben guardar los novios es la misma de la que debe una persona
que no está en un noviazgo. Esta condición (la del novio) no es un estado propiamente,
sino más bien una preparación al matrimonio.
La finalidad del noviazgo es que ella y él se conozcan muy bien, como preparación
5. para en un futuro cercano o lejano formar una familia.
Algunos puntos importantes:
1. Desde el principio, un noviazgo debe ser una preparación para el matrimonio. Esto
no quiere decir que necesariamente tenga que terminar en una boda, pero no debe
perderse de vista que es una preparación para eso. En ese sentido, una persona está
preparada para llevar un noviazgo sano cuando tiene un proyecto de familia cristiana,
aunque que sea en varios años adelante.
2. Con su novia, debe ser respetuoso. Hay dos extremos: pensar que se peca
mientras no se tenga una relación sexual (Esto no es cierto) o pensar que no debo
acercarme a mi novia más de dos metros de distancia (que tampoco es cierto). Lo
sano está en saber que el cariño que se manifiesta en una caricia, en un beso o un
abrazo nunca debe convertirse en algo apasionado. Se sabe que uno no está viviendo
la castidad en ese noviazgo cuando se está dejando llevar por las pasiones. Otra
manera de verlo: los novios deben comportarse, aunque estén solos, como si
estuvieran sus padres enfrente (tanto los de ella como los de él), sin tener nada de
que avergonzarse.
Recuerda que para encontrar la felicidad debes vivir bien tu vida afectiva. Si uno sabe
llevar sanamente el noviazgo, será fuente de alegrías, aprendizaje y oportunidad de amar
a Dios.
Quien quiera leer más del asunto, encontré un buen lugar, que pueden consultar:
• "Valores en el Noviazgo" (http://www.encuentra.com/documento.php?
f_doc=2786&f_tipo_doc=9) .
• “Razones para terminar un noviazgo” (http://www.encuentra.com/documento.php?
f_doc=5836&f_tipo_doc=9)
6. Castidad Matrimonial
La castidad matrimonial se resume en una palabra: FIDELIDAD. Fidelidad en las
palabras, en los pensamientos, en las acciones. ¿Te sorprende que exista castidad
matrimonial? El matrimonio no es un tiempo para dar rienda suelta a las pasiones, sino
para seguir alimentando ese amor, que ahora llega a su plenitud. Las personas tenemos
defectos y virtudes, y los que se casan deben saberlo muy bien. Los esposos deben
aprender a quererse con los defectos.
Las relaciones sexuales son algo escencial del matrimonio. No se reduce a una
actividad placentera y aislada. Se necesita integrar lo erótico e instintivo en la entrega
personal y requiere mucho ejercicio de diálogo, transparencia y aceptación del otro. El
sexo suscita, cuando se realiza según el plan de Dios los más fuertes sentimientos de
pertenencia y comunión.
Los esposos deben respetarse también en la esfera sexual. Un hombre (y una mujer)
puede tener malos pensamientos y deseos también contra su cónyuge, pues si le desea
usar como una cosa, ese deseo o pensamiento ofende a Dios y a su esposa (esposo). Un
hombre casado debe ser prudente en el trato con las mujeres, hasta más que una
persona soltera, pues el soltero está abierto a empezar una nueva relación con otra
persona, mientras que el hombre casado debe luchar por ese amor, y así será muy
delicado en mantener esa promesa que dio origen a su matrimonio.
La fidelidad incluye también (además de no fijarse el hombre en otra mujer) el estar
siempre abierto a tener los hijos que Dios quiera mandarles. El comrpomiso de amor del
matrimonio auténtico incluye esta entrega a los hijos.
Es contrario a la ley de Dios y al verdadero amor lo siguiente:
1. Anticonceptivos. La sexualidad dentro del matrimonio debe estar siempre
abierta a la vida. El fin del uso de los anticonceptivos, incluso en el matrimonio, es la
búsqueda desordenada del placer por el placer.
2. Preservativos. De estos se puede decir lo mismo que los anticonceptivos, pues
van en contra de nuestra naturaleza dada por Dios.
3. Píldoras abortivas. Algunos fármacos que se venden con el título de
“contraceptivos” pueden llegar a ser una forma de aborto, porque hacen terminar una
vida que recién comienza. Usar este tipo de fármacos, incluyen la posibilidad de matar
una vida, por tanto están gravemente en contra de la ley de Dios y la dignidad de la
7. persona humana.
4. Inseminación artificial. Éste y otros métodos no naturales de tener hijos están
fuera del plan de Dios, y de la dignidad de las personas. Nosotros somos fruto del
amor de nuestros padres, no de un científico o de un laboratorio. Además la
manipulación de embriones requiere muchas veces desechar embriones, que son
personas vivas, cosa que es muy grave y no podemos permitirla.
El Celibato Apostólico
Dios nos ama a cada uno de nosotros de manera particular. Para él cada uno somos
alguien único e irrepetible, y para cada uno de nosotros Dios tiene una misión en la vida.
Aunque para muchas personas Dios quiere que formen una familia cristiana, algunos les
pide que le amen con un amor más puro, más desinteresado, más sacrificado.
El Celibato apostólico no significa ignorancia o desprecio hacia el amor humano.
Alguien que recibe este don de parte de Dios, no lo acepta porque no le gusten las
personas del otro sexo, sino más bien porque le entrega todo eso a Dios.
El celibato comporta una vocación de entrega a Dios y al apostolado. Un célibe se
diferencia mucho de un soltero, pues el célibe ya ha encontrado su camino, y debe ser
fiel a ese compromiso recibido de Dios. El celibato es un don de Dios que reciben tanto
sacerdotes como laicos.
8. Medios para Vivir la Castidad
La castidad es signo de la presencia de la gracia de Dios en el cristiano. Para que el
hombre y la mujer sepan relacionarse con un amor limpio y puro necesitan la ayuda del
Espíritu Santo. Esta ayuda no elimina las tentaciones ni el egoísmo, pero se alcanza con:
La oración y la devoción a la Santísima Virgen. A la Santísima Virgen María le
agrada mucho la virtud de la Santa Pureza. Es muy importante acudir a su intercesión
cuando se asome la tentación. Además, vale la pena pedirle siempre que seamos fieles al
amor que Dios nos ha mostrado por Jesús. Todas las virtudes necesarias para vivir la
castidad las tiene la virgen en grado infinito: modestia, pudor, humildad, sinceridad, etc.
Una oración que te puede servir:
Bendita sea tu pureza A tí celestial princesa,
Bendita sea tu pureza Virgen sagrada María,
y eternamente lo sea Yo te ofrezco en este día
pues todo un Dios se alma vida y corazón
recrea
en tan graciosa belleza Mírame con compasión,
no me dejes madre mía.
La frecuencia de los sacramentos. Principalmente el de la penitencia y la
eucaristía. Dios nos quiere dar su gracia, pero necesita que nosotros queramos recibirla.
Vale la pena recordar que para recibir válidamente el perdón de Dios es absolutamente
necesario un arrepentimiento verdadero de las faltas cometidas. Para esto hay que seguir
los pasos para una confesión bien hecha (examen, contrición, propósito, confesión,
penitencia). La comunión es prenda de vida eterna, pues dijo Jesús “Yo soy el pan vivo,
bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre” (Jn 6, 51a).
Para vivir la castidad necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo, y su ayuda nos
viene sobre todo a través de los sacramentos.
El huir con valentía de las ocasiones de pecar. Son ocasiones de pecar ciertas
conversaciones, lecturas, lugares, etc. En este caso ser valiente consiste precisamente en
huir. Como dice San Josemaría en camino “No tengas la cobardía de ser "valiente":
¡huye!” (C132).
La Humildad. El que desea vivir la Santa Pureza, ha de acogerse humildemente a
Dios, sabiendo que sólo no puede hacer nada. Esta humildad se manifiesta sobre todo en
ser sincero en la confesión, y obedecer los consejos recibidos de parte de Dios por medio
9. del confesor.
La Mortificación. Sé mortificado en las comidas, con la vista, con la curiosidad, y
con la gracia de Dios, te será más fácil dominarte y vivir la Santa Pureza.
Guardar el Corazón
Quizá con demasiada frecuencia se centra la lucha por la pureza de una persona en
los aspectos relativos al sexto mandamiento. Y quizá también con demasiada frecuencia
esa lucha no se centra en vivir el noveno. Y este mandamiento, bien vivido, valga decirlo,
es la clave para vivir el sexto.
El noveno nos habla de los pecados interiores: “no consentirás pensamientos ni
deseos impuros”. Si la lucha se ha ganado en el corazón, la victoria exterior está
asegurada, ya que toda acción humana está siempre antecedida por un propósito
interior. Si la lucha se perdió allá dentro, la derrota -total o parcial, de obra o de palabra-,
también se ha producido ya: “en verdad os digo que todo el que mira a una mujer
deseándola, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt. 5, 18), pues “es del interior del
hombre de donde proceden”, nos sigue diciendo Jesús, “los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los robos...” (Mt 15, 8).
Pero la pureza interior que se nos manda en este precepto -importa mucho
entenderlo-, va más allá de lo puramente sexual, ya que prescribe también el orden en
los afectos del corazón. Al corazón hay que guardarlo, cuidarlo, orientarlo. Siete cerrojos
necesita, pues su fuerza -que es el amor- es la mayor de todas: bien encauzada, nos
santifica; desbocada, nos destruye. ¡Cuántos matrimonios deshechos, cuántas
vocaciones frustradas, por descorrer los cerrojos! ¡Cuántos enamoramientos, y cuántos
sufrimientos, por los descuidos en la afectividad!
Enseguida, debemos considerar que el amor verdadero viene con el sacrificio y la
entrega, después de mucho tiempo de haberse probado, y es el que busca el bien de la
persona amada. El sacrificio es la piedra de toque del amor (aunque, bien lo sabemos,
mucho se ha distorsionado esta palabra, la más grande, pues Dios es amor).
Los afectos se ordenan, el corazón encuentra su paz cuando busca no lo que halaga
la vanidad y exacerba el egoísmo, sino cuando se vacía del yo para que lo llene Dios,
cuando de verdad se le sirve a Él en nuestro prójimo. Y entonces sí, el cristiano podrá
empezar a entender que debe tener puestos los cerrojos para no enamorarse de quien no
debe, o que no debe enamorarse de tal modo y con tal falta de control que ese amor lo
obceque y le impida reaccionar como cristiano, hijo de un Dios que es Padre y a quien
debe dar su mayor y mejor amor.