2. Los primeros cristianos se consideraban parte constituyente de su
mismo mundo: “lo que es el alma para el cuerpo, eso son los cristianos
en el mundo” (Epístola a Diogneto) .
No se distinguían de los demás hombres de su tiempo, ni por su vestido,
ni por sus insignias, ni por tener una ciudadanía diferente.
Cada uno de los primeros cristianos ocupaba un lugar en la
estructura social de su tiempo, el mismo que tenía antes de
convertirse. Si era esclavo no perdía su condición al hacerse
cristiano aunque su vida adquiriese una dimensión sobrenatural.
Esa actitud cristiana lleva a una apertura grande para asimilar los
valores positivos, que existían en el paganismo . Así comentará S.
Justino de los pensadores paganos: “cuanto, pues, de bueno está
dicho en todos ellos, nos pertenece a nosotros los cristianos”. (cfr.
Enciclopedia GER, Cristianos, Primeros II. Espiritualidad)
3. Los cristianos no se diferencian ni por el país donde habitan,
ni por la lengua que hablan, ni por el modo de vestir. No se
aíslan en sus ciudades, ni emplean lenguajes particulares: la
misma vida que llevan no tiene nada de extraño. Su doctrina
no nace de disquisiciones de intelectuales ni tampoco siguen,
como hacen tantos, un sistema filosófico, fruto del
pensamiento humano. Viven en ciudades griegas o extranjeras,
según los casos, y se adaptan a las tradiciones locales lo
mismo en el vestir que en el comer, y dan testimonio en las
cosas de cada día de una forma de vivir que, según el parecer
de todos, tiene algo de extraordinario”. (vid. Autor
desconocido, Siglo II-III, Carta a Diogneto)
4. Observan exactamente los
mandamientos de Dios,
viviendo santa y
justamente, así como el
Señor Dios les ha mandado;
le rinden gracias cada
mañana y cada tarde, por
cada comida o bebida y todo
otro bien... ". (ARISTIDES,
Siglo II, La Apología
5. Socorren a quienes los ofenden, haciendo que se vuelvan
amigos suyos; hacen bien a los enemigos. No adoran
dioses extranjeros; son dulces, buenos, pudorosos,
sinceros y se aman entre sí; no desprecian a la viuda;
salvan al huérfano; el que posee da, sin esperar nada a
cambio, al que no posee. Cuando ven forasteros, los
hacen entrar en casa y se gozan de ello, reconociendo en
ellos verdaderos hermanos, ya que así llaman no a los que
lo son según la carne, sino a los que lo son según el alma.
Cuando muere un pobre, si se enteran, contribuyen a sus
funerales según los recursos que tengan; si vienen a saber
que algunos son perseguidos o encarcelados o
condenados por el nombre de Cristo, ponen en común
sus limosnas y les envían aquello que necesitan, y si
pueden, los liberan; si hay un esclavo o un pobre que deba
ser socorrido, ayunan dos o tres días, y el alimento que
habían preparado para sí se lo envían, estimando que él
también tiene que gozar, habiendo sido como ellos llamado
a la dicha”. (ARISTIDES, Siglo II, La Apología)
6. En uno de los primeros textos cristianos, San Justino explica cómo se
celebraba la eucaristía en los primeros tiempos.
“El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo
sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.
Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas .
Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para
incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
7. catacumbas
Durante el primer siglo, los
cristianos de Roma no tuvieron
cementerios propios. Si poseían
terrenos, enterraban en ellos a sus
muertos. Si no, recurrían a los
cementerios comunes que usaban
también los paganos. Por este
motivo, San Pedro fue enterrado
en la "necrópolis" (ciudad de los
muertos) de la Colina Vaticana,
abierta a todos; del mismo modo,
San Pablo fue sepultado en una
necrópolis de la Vía Ostiense.
8. En la primera mitad del siglo segundo,
después de tener algunas concesiones y
donaciones, los cristianos empezaron a
enterrar a sus muertos bajo tierra. Y así
comenzaron las catacumbas. Muchas de ellas
se excavaron y se ampliaron alrededor de los
sepulcros de familias cuyos propietarios, recién
convertidos, no los reservaron sólo para los
suyos, sino que los abrieron a sus hermanos en
la fe. Andando el tiempo, las áreas funerarias se
ensancharon, a veces por iniciativa de la misma
Iglesia. Es típico el caso de las catacumbas de
San Calixto: la Iglesia asumió directamente su
administración y organización, con carácter
comunitario.
Con el edicto de Milán, promulgado por los
emperadores Constantino y Licinio en febrero
del año 313, los cristianos dejaron de sufrir
persecución. Podían profesar su fe libremente,
construir lugares de culto e iglesias dentro y
fuera de las murallas de la ciudad y comprar
lotes de tierra sin peligro de que se les
confiscasen. Sin embargo, las catacumbas
siguieron funcionando como cementerios
regulares hasta el principio del siglo V, cuando
la Iglesia volvió a enterrar exclusivamente en la
superficie y en las basílicas dedicadas a mártires
importantes.
9. Los símbolos
Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad mayoritariamente
pagana y hostil. Desde la persecución de Nerón (64 después de Cristo) se
consideraba que su religión era "una superstición extraña e ilegal". Los
paganos desconfiaban de los cristianos y se mantenían a distancia,
sospechaban de ellos y los acusaban de los peores delitos. Los perseguían,
los encarcelaban y los condenaban al destierro o a la muerte.
Como no podían profesar abiertamente su fe, los cristianos se valían
de símbolos que pintaban en los muros de las catacumbas y, con mayor
frecuencia, grababan en las lápidas de mármol que cerraban las tumbas.
Como a todos los antiguos, a los cristianos les agradaba mucho el
simbolismo. Los símbolos expresaban visiblemente su fe. El término
"símbolo" se aplica a un signo concreto o a una figura que, de acuerdo con
la intención del autor, evoca una idea o una realidad espiritual. Los
símbolos más importantes son el Buen Pastor, el "orante", el monograma
de Cristo y el pez.
10. El Buen Pastor con la oveja sobre los hombros representa a Cristo salvador y al alma que ha
salvado. Este símbolo se encuentra con frecuencia en los frescos, en los relieves de los
sarcófagos, en las estatuas, así como grabado sobre las tumbas.
11. El orante: esta figura, representada con los brazos abiertos, es símbolo del
alma que vive ya en la paz divina.
12. El monograma de Cristo está formado por dos letras del alfabeto griego: la X (ji) y la P (ro) superpuestas. Son las dos
primeras letras de la palabra griega "Christòs" (Jristós), es decir, Cristo. Este monograma, puesto en una tumba, indicaba
"Christòs"
que el difunto era cristiano.
13. El pez. En griego se dice "IXTHYS" (Ijzýs). Puestas en vertical, estas letras forman un acróstico: "Iesús
Jristós, Zeú Yiós, Sotér" = Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. Acróstico es una palabra griega que
significa la primera letra de cada línea o párrafo. Es un símbolo muy difundido de Cristo, emblema y
compendio de la fe cristiana.
14. La paloma con el ramo de olivo en el pico es símbolo del alma
en la paz divina
15. El Alfa y la Omega son la primera y la última letra del alfabeto griego.
Significan que Cristo es el principio y el fin de todas las cosas.
16. El ancla es el símbolo de la salvación, símbolo del alma que ha
alcanzado felizmente el puerto de la eternidad .
17. El ave fénix, ave mítica de Arabia que, según creían los antiguos, renace de sus
cenizas después de un determinado número de siglos, es el símbolo de la
resurrección.
18. Los símbolos y los frescos
son como un Evangelio en
miniatura, una síntesis de la
fe cristiana.