1. Ruben Cantafio
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Antonio Cantafio Lauro cumple 100 años!
Este 26 de Junio, cumple 100 años de haber nacido, Antonio Cantafio Lauro, y digo cumple,
porque estoy seguro en muchos de nosotros no ha muerto. Su presencia indiscutible en los actos
que llevamos a cabo a diario, están marcados, impregnados, por sus enseñanzas, por sus
historias, sus anécdotas y sus recuerdos. Aun me lo imagino saltando con sus hermanos, en los
techos de sus edificios en Manhattan, donde creció y vivió mucho de su juventud. Era normal
verlos saltar, al jubilarse del colegio, ese que nunca termino, ni allá ni en Trinidad, donde aprendió
su inglés y su muy enrevesada forma de dividir, muy anglosajón por demás.
Tony, como se hacía llamar, había nacido en Ciudad Bolívar, el 26 de Junio de 1914, al poco
tiempo de que los abuelos, Giuseppe Cantafio y Severina Lauro, huyeran de Italia, de la zona de
Calabria después del mortal terremoto que dejo a muchos, como a ellos, en la más inmensa
pobreza. Allí paso sus primeros años, junto a la familia de su mama, los Lauro, que tenía a su
hermano allí también, Antonio Lauro Ventura, nacido también en Pizzo, Calabria, el barbero, papa
del que conocemos hoy en día ( quien era músico y tocaba el Bombardino, una especie de
trompeta o corneta muy celebre en Italia ,Recuerdan las fanfarrias de Garibaldi?), como Antonio
Lauro, el célebre compositor y músico, interprete de la guitarra y el mejor Barítono de los 50, quien
estreno cantando en esa época, florentino y el diablo, junto a Teo Capriles.
En 1919, Decidieron marcharse a Nueva York, vía Trinidad, que era el puerto más importante en
la época para mucho de los inmigrantes que habitaban en el país. Es raro entender porque ese
afán de los Cantafio con Trinidad, pero es que allí habitaban los Martucci, quienes eran los primos
del viejo Giuseppe, era la familia Paterna. En efecto, al llegar a Nueva York, en sus primeros
tiempos viven en casa de Liberato Martuci, primo del abuelo, quien con ellos arribo a la ciudad de
Nueva York el 23 de Julio de 1919 en el SS Ventura, buque que hacia esa travesía con alguna
frecuencia. Como todo inmigrante, entraban por Ellis Island y allí los revisaban, les anotaban,
vacunaban y después de una cuarentena, los dejaban entrar a la ciudad.
Supongo que se vino a Venezuela, al comenzar la segunda guerra mundial por miedo a prestar
servicio o por el célebre cuento de que tenía una hija con una judía y tuvo que huir a Venezuela
porque si no lo lincharían. En efecto, fue el único de los hermanos que regreso acá, los demás se
quedaron en USA e hicieron su vida allá. Los abuelos, los tíos todos y la tía María, se quedaron
allá para siempre.
Aquí llego de nuevo al oriente del país, donde paso muchos de sus años trabajando para la
industria petrolera que se abría paso en nuestro país. El manejo del idioma ingles le servía de
mucho para sus funciones de Capataz, pues le permitía entenderse con los patrones, todos de la
industria petrolera gringa, y a estos le servía de traductor con los obreros. Hizo de camionero
mucho tiempo. Debo admitir que nunca le tuvo miedo al trabajo tesonero, y que amaba viajar por
nuestras carreteras. Siempre fue así. Recuerdo tanto los viajes con él para Acarigua y la isla de
Margarita. Su eterna parada en Guaracarumbo, en la carretera Panamericana, donde desayunaba
siempre sus vísceras y las cosas que le encantaban. Admito que yo solo comía chorizos y
hallaquitas. Ricardo, mi hermano, comía de todo, y Antonio, el Toto, comía más selectivamente.
Quien come Chinchurrias…!!!. EL tenia la costumbre de fumar dentro del carro con el aire
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acondicionado encendido, olor que jamas me disgusto y que aun hoy recuerdo con detalle. Olerlo
me recuerda tanto a el.
Creo que de esa época de Oriente, le quedo su afición por el trago ,solo tomaba whisky( siempre
echaba algunas gotas al suelo, por los santos difuntos), Dimple tres filos de HAIG ( El mejor
whisky de siempre!... decía su propaganda) preferiblemente y Brandy Terry, ese que venía con la
mallita amarilla y a cuya botella le sacaba el diablo ( Era ponerle un fósforo encendido a la botella
cuando esta se acababa), su pasión al fumar cigarrillos ( Astor rojo y después Belmont azul) y su
relación con los árabes, los Yibirin sus grandes amigos y con la comadre Mercedes, una eterna
amiga, con unos ojos grises y verdes muy rallados a quienes se le atribuyo siempre dones de
adivinanza. El espero que ella llegara a casa para morirse en Septiembre de 1984.
Como empezó en la industria del Seguro en nuestro país ?, no lo sé. Pero debe haber sido muy
complicado haber vendido seguros en una época en la que nadie tenía idea sobre el tema y en
una época en que la formación profesional del empresariado era muy escaza. Ciertamente fue
muy bueno y le fue muy bien, pues hasta concursos de venta gano para la American Unión Fire,
precursora de American International. Trabajo también con seguros Ávila y con Seguros la
previsora por muchos años y abrió para estas empresas algunas de sus operaciones en el interior
del país. En Maracaibo y en Maracay donde fue agente exclusivo de seguros Ávila , donde
conoció a mi mama, Belén Milagros Hernández, quien fue su secretaria. Recuerdan que mi mama
se ganó un carro en Selemar y no sabía manejar?
No fue fácil decisión enamorarse y llevar a delante una vida juntos. El , mi papa tenía un
matrimonio, con Armida Pacifico y ella mi mama era mucho más joven que él. Lo que pasa es que
el Señor Cantafio era irresistible, con sus bigotes estilo Clark Gable, su peinado hacia atrás,
exitoso , parrandero y convincente por demás. Le decía a mi mama que las canas de su pecho
eran un lunar blanco que tenía allí. Recuerdo a mi papa como un hombre muy peludo, siempre
muy bien afeitado y mantenido. No creo que se haya dejado de afeitar jamás hasta que su
enfermedad mortal, el cáncer lo alcanzo en 1982. No fueron años fáciles para ellos. De esa
relación nació Antonio José, El Toto, su primogénito quien lleva el nombre de su papa y de sus
dos abuelos, Ricardo Arturo, en honor a Ricardo Corazón de león ( Créanme lo tiene) y el rey
Arturo, y Rubén Eduardo, en honor al Dr. Rubén Halffen, el pediatra que nos vio nacer a todos.
Dijo alguna vez , ya cerca de su muerte, entre su dolor, que habíamos valido la pena tanto
esfuerzo. Que éramos su gran tesoro!. Debo de admitir que de esos amores como los de mi papa
y mi mama, son pocos los que he visto en los tiempos actuales.
De mi papa aprendí tanto. Aprendí su mano siempre en los mediodías, que al llegar del colegio me
acariciaba tanto en mi cabeza, siempre antes de comer. Recuerdo que como hasta que tuve unos
10 años siempre se iba a las seis de la tarde, y compraba canillas, jamos, queso y leche. Lo
esperaba en la puerta de la casa y después se marchaba. Era extraño ver que los papas de mis
amigos si se quedaban en su casa y dormían allí. Debe de haber sido muy difícil haber cambiado
esto, de manera imperceptible comenzó a dormir también en casa. Alguna vez, ya más adulto le
pregunte porque siempre ponía gasolina en la estación de servicio, de los Naranjos de las
mercedes. Cada noche que pude y pude siempre, dormí a mis hijos en su cama, quise brindarle
esa seguridad tan necesaria. Yo según el acostumbraba a decir, era el ultimo de los mohicanos.
Admito haber leído el libro incesantemente para buscar pistas de porque me llamaba así. Jamas
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las encontré en el libro. EN la vida descubrí que yo había nacido ya mi papa muy mayor a sus 51
años, su ultimo tirito!
De mi papa aprendí a tener familia, esa que no es de sangre pero que es para toda la vida. En
casa circulo mucha gente, aún recuerdo cada sábado de mi casa. Fernando Suarez y su hembra,
Rosario la Española, una endemoniada lectora de cartas, quien iba a ser mi padrino pero se
murió, a Félix Pérez y Ana Pérez, padrino de Antonio mi hermano y Ana mi Madrina, quienes nos
dejaron tres primos hermanos para siempre, Betty, mi muy querida Betty, quien hoy habita en
Ottawa, Canadá y es la protectora de mi hijo Carlos Eduardo, muy bien casada con el querendón
Guille, un cubano excepcional! ( Cual no lo es?), Marilena Pérez también casada con el Rodrigo,
con quien finalmente consiguió su felicidad allá en Burgos, España y Leito Perez, quien aún está
en Venezuela, casado con Ginett serrano y con una Beba espectacular. También me dejaron
otras primas, las Villalba Pérez, primas de los Perez también. Jorge, Enrique, Carolina, Marianela,
Margaret y María Angélica, hijos del Morocho y de Margot. Mis primos hermanos para siempre
con quienes pasamos cada vacación, cada Navidad y cada treinta y uno, y hasta los días de
reyes. Es una gente especial, fabulosa de un inmenso corazón y cuyo vínculo con nosotros es más
grande que el de la sangre misma. María Angélica llego a ser hasta la responsable en Canadá de
mi hijo. No tendré vida ni tiempo para agradecerles tanto amor. Eso se lo debo a mi papa.
Estaban siempre al lado de mi papa, el Félix Pérez, el Morocho, el Liborio Lovera, mi padrino ,
Fermin Arango, El genial y muy audaz Ricardo Leon, el Ramonin Granda, el Marcelo Guglielmelli,
mi muy queridísimo Eduardo Cedres, mi gran hermano mayor, siempre digo que le debo tanto, y
espero tomarme algún trago con el cuándo llegue al cielo. Sigue en contacto con nosotros el gran
Julio Gil, un eterno amigo de mi papa y yo su gran admirador, de su jovialidad, de su chiste con
corte intenso, de su cultura y su sapiencia y de su gran elegancia siempre. De el su ópera y su
poesía … Hay mísero de mí, que apurar cielos pretendo!.
Terminaba julio de 1982, mi papa regresaba de Nueva York donde finalmente regreso a ver a sus
hermanos, Benito y tía María, le anunciaban que tenía cáncer en el pulmón. Fue un fatídico día de
julio cuando se me anuncio. Recuerdo bien regresaba temprano de estar con mi novia hoy mi
esposa, cuando en su cuarto, lloroso y sentado en su cama me lo comunico. Peleo intensamente
para que no le ganara. Su operación tan delicada donde por poco lo mata la infección que agarro
en el quirófano de la clínica Sanatrix. Ya estas operaciones no eran tan divertidas como las de la
retina o la de la catarata en la Floresta donde comíamos muy buena pizza y pastichos en un
restaurant italiano que quedaba cerca. En esa operación salió, su doctor Carlos Ayala, en medio
de la operación, con su tapa boca y su guante ensangrentado y nos dijo a Riki y a mi quienes
esperábamos sentados en la escalera… tomen lleven esto a que le hagan la prueba. Era parte del
mediastino de mi papa, el cual estaba lleno absolutamente de Nicotina. El Dr. Ayala con su dedo
índice lo raspo para que viéramos tanta nicotina acumulada.
Se sometió a su radioterapia, y cada sesión le fue consumiendo su cuerpo poco a poco pero
jamás su espíritu. Volvió a levantarse un rato más. Recuerdo una mañana muy temprano, a eso de
las 5 am ya habiéndose recuperado algo más, que se levantó, se ducho, y se afeitaba mientras
oía su radio rumbos y su eterna propaganda… Compre un Lanco y de en el blanco. EL pobre tenía
ya pocas fuerzas y me pidió que lo terminara de afeitar. Aun así , se vistió impecable, se puso su
corbata y su flux. Siempre sus zapatos de vestir de cuero negro.
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Me imagino su preocupación esos días. Éramos nosotros que aun estábamos a medio camino en
la vida. La verdad, cada quien echo pal ante, a su manera y con su suerte y su destino. Mama no
resistió su partida y siempre pienso que decidió morirse poco a poco, con apuro para lograr
alcanzarlo en el cielo y acompañarlo a tomarse su whiskycito de cada día.
Te pido la bendición una vez más Antonio Cantafio Lauro. Una y otra vez, sigues en mis
hermanos, en nuestros hijos y en mi. Tu paso por estos lares no fue en vano. Aprendimos contigo
a ser hombres de bien, a darles todo a nuestros hijos y nuestra familia. Aprendimos a vivir la vida,
limpiamente y honestamente con trabajo tesonero. Fuiste un padre fabuloso, un esposo fabuloso y
un amigo fabuloso. Un lujo de ser humano!
Sea donde sea que estés, sé que estas siempre vigilando por nosotros y por mí.
Rubén Cantafio
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