2. El desarrollo de la obra de Jack Vettriano empieza a cobrar fuerza a partir de 1988, cuando se
sintió preparado para mostrar sus obras en público y presentó dos lienzos en la exposición anual
de la Real Academia Escocesa. Los dos cuadros fueron vendidos el primer día, y Vettriano fue
abordado por varias galerías que querían vender sus otros trabajos. Se mudó a
Edimburgo, cambiando su nombre a Vettriano, agregando una “a” al nombre de soltera de su
madre.
3. A partir de entonces comienza su éxito
en exposiciones en Edimburgo,
Londres, Hon Kong, Johannesburgo y
Nueva York. Las pinturas de Jack
Vettriano son una reminiscencia de las
películas de cine negro, a menudo con
temas románticos o eróticamente
provocadores. En el 2004 será un año
excepcional para el artista, su obra
“The Singing Butler” se vendió en el
Sotheby´s por cerca de 750.000 Libras,
se le concedió el OBE por los Servicios
a las Artes Visuales y fue objeto de un
documental llamado “Jack Vettriano:
The People’s Painter”.
5. Desde 1994-2007, Vettriano estuvo representada por el Portland Gallery en Londres, pero la relación terminó
en junio de 2007. Desde entonces, Vettriano se ha centrado en una variedad de proyectos públicos y
privados, incluyendo el lanzamiento de un nuevo libro, y la pintura de un retrato de Zara Phillips (jinete y nieta
de la reina Isabel II) como parte de un proyecto de caridad para recaudar fondos de caridad para Sport Relief.
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11. "Mi trabajo no es nuevo, pero gusta al público, si alguien prefiere promocionar una cama sucia sin hacer
[velada alusión a Tracey Emin, diva del nuevo arte británico la pasada década], pues, allá ellos", concluye con
cierto resentimiento.
12. l mayordomo cantante fue vendido en 1991
por 4.000 euros, y en 2004 por 970.000 euros.
Los pósters o postales del cuadro le generan
más de medio millón de euros al año. "Cuando
haces una obra, enseguida sabes si se
reproducirá. Quien no puede comprar un
original, disfruta de un póster", añade el
pintor, que comercializa su obra sin pasar por
los marchantes establecidos. Por
eso, también, el sector le tiene ojeriza. "Hay
pocos artistas que controlan comercialmente
su obra; todos mis ingresos van a una
fundación, el día que muera se gastarán en
becas para estudiantes necesitados", explica.
Le importa el papel de los intermediarios, que
otros hagan dinero con su trabajo. Sin
embargo, zanja así la conversación: "Sé que
ahora mismo, en China o en Tailandia están
copiando mis cuadros, eso me da igual, si te
plagian es porque gustas. En Nueva York vi la
copia de uno de mis cuadros; se vendía por
cien dólares".