Las cartografías participativas permiten a los ciudadanos volcar sobre un mapa, sin intermediarios, aquellos aspectos que consideran relevantes y que definen el territorio que habitan. Aplicadas al patrimonio, están siendo utilizadas para reflejar los bienes o manifestaciones a las que se reconoce valor y que participan de la creación de la identidad de una comunidad, así como las relaciones y los conflictos que se producen en torno a ellos.
En el presente artículo se exponen cuatro experiencias de cartografías participativas aplicadas al patrimonio: el mapa sonoro de Málaga, la iniciativa Mapeándonos, el taller “Lo que los mapas no cuentan” y el proyecto Málagaturismo. De todos ellos se recogen los objetivos que persiguen, la metodología con la que se han llevado a cabo y las conclusiones a las que se ha llegado al realizarlos.