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Traducción: Alicia B. Gutiérrez

                                  pierre bourdieu
                                  el sentido social
                                  del gusto
                                  elementos para una
                                  sociología de la cultura




                                     siglo veintiuno
Índice
  siglo veintiuno editores argentina, •·•·
  Guatemala 4824 (c1425BUP), Buenos Aires, Argentina
  siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
  Cerro del Agua 248, Delegación Coyoacán (043 10), D.F., México
  siglo veintiuno de españa editores, s.a.
  Sector Foresta n• 1, Tres Cantos (28760), Madrid, E5paña




  Bourdieu, Pierre
                                                                                    A modo de introducción. Los conceptos centrales
  El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la                  en la sociología de la cultura de Pierre Bourdieu
  cultura- 1a ed.- 1a reimp.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores,                 Alicia B. Gutiérrez                                         9
  2010.
  288 p. ; 23x 15,5 cm.- (Biblioteca Clásica de Siglo Veintiuno)
                                                                                    1.   Cuestiones sobre el arte a partir de una escuela
  Traducido por: Alicia Gutiérrez // ISBN 978-g87-62g- 123- 1                            de arte cuestionada
  1. Sociología de la Cultural. I. Gutiérrez Alicia, Trad. Il . Título
                                                                                   2.    Los museos y su público
  CDD 306                                                                                                                                     43

  Una versión de esta oúra fue publicada en 2003 por tl srlúJ AurelitJ Rivl'ra,    3· El campesino y la fotografía
  mn el titulo Creencia artística y bienes simbólicos. Elementos para                 Pierre Bourdieu y Marie-Claire Bourdieu
  una sociología de la cultura.

  ut                    dans ¡, ctul!-e du Prograrnme tl'Aide a la Publiallion     4· Sociología de la percepción estética
  Victoria OcarnfJO, bénijirie du soutien de Culturesfmna, opérateur du
                                                                                                                                              65
  Ministire Frllll(ais rúos AJJairu Etrcmg"es el l:'uropéennes, tlu Ministh-e
                                                                                   5· El mercado de los bienes simbólicos
  Franc-ais de la Culture el de la Cmnrnunica/ion el du Servía de CoofJératimt                                                               85
  d d 'A ction Cul/urtlle de li mbasJtule de FrlliU" en A rgmtine.
                                                                                   6. La producción de la creencia. Contribución a una
  Esta obra, publicada en e l marco del Programa de Ayuda
  a la Publicació n Victoria Or:unpo, cuenta con el apoyo de
                                                                                      economía de los bienes simbólicos
  Culturesfrance, operador C:d Ministerio Francés de Asun tos
  Extranjeros y Europeos. del illiniste rio Francés de la C1dtura y de la         7 · Consumo cultural
  Comunicación y ele! Servicio de Cooperación y de Acción Cultural
  de la Emb;'_jada de Francia en Argentina.
                                                                                  8. La génesis social de la mirada
IC> 20 1o, Siglo Veintiuno Editores

  Diseño de colección: tholi:.n kunst                                             9· Sobre el relativismo cultural

  Disei1o d.: cubierta: Pe ter Tjebbes                                            Io. La lectura: una práctica cultural
                                                                                    Pierre Bourdieu y Roger Chartier                        253
  ISilN   978-g87-62g- 123· t

  Impreso en Grafinor 1 1 Gral. Lamadrid 1576, Villa Ballester,                   11.   Resistencia
  en el mes de agosto de :w 1o                                                                                                              275
  Hecho el depósito r¡u.: 111arca la l.:y 1 1.723                                 Nota sobre los textos
  Impreso en Argetllin.t// Mad.: in Argentina
A modo de introducción
         Los conceptos centrales en la sociología
         de la cultura de Pierre Bourdieu
          Alicia B. Gutiérrez




           La intención de Pierre Bourdieu de construir elementos que
permitan fundamentar una sociología de la cultura se encuentra ya en
los comienzos de su producción científica y ha estado presente como
preocupación en muchos de sus trabajos.
  A lo largo de más de cuarenta años de reflexiones teóricas e investiga-
ciones empíricas, Bourdieu construyó una serie de conceptos articulados
en una lógica de análisis específica que, superando distintas dicotomías
que fueron planteadas en el origen mismo de las ciencias sociales, permi-
ten comprender y explicar diversos fenómenos sociales, entre los cuales,
sin duda, ocupan un lugar importante aquellos que están ligados a los
distintos ámbitos de producción y consumo de bienes simbólicos.
   Evidentemente, Jos dos conceptos centrales de su teoría, campo y habi-
tus, han mostrado diferentes grados de explicitación en todos esos años
de trabajo y en diferentes momentos y contextos de producción. Reto-
mar brevemente sus principales características a modo de introducción,
y hacer referencia también a los otros conceptos a los que están asocia-
dos, implica ese reconocimiento y un intento de sistematizar ideas que se
encuentran en distintos escritos del autor.
   En la génesis del concepto de campo hay una intención de indicar una
necesaria dirección en la investigación empírica, definida negativamente
como reacción frente a la interpretación interna y frente a la explicación
externa de ciertos fenómenos. 1 Es decir, con la construcción de la no-
ción de "campo", Bourdieu comenzó a tomar distancias, en relación con
el análisis de las obras culturales, tanto del formalismo que otorga a los
ámbitos de producción de sentido un alto grado de autonomía cuanto
del reduccionismo (especialmente presentes en los trabajos de Lukács y
Goldman) que se empeña en relacionar directamente las formas artísti-


        1 P. Bourdieu, "The Cenesis of the Concepts of Habitus and Field", Sociorri-
          ticinn (Pittsburg-Montepellier), en TIU!ories and Persputiws, ll, n• 2, 1985,
          pp.14-24.
A MODO DE INTRODUCCIÓN 11
10 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO


cas con las formas sociales. Las explicaciones que recurren a la evolución                     individuo, el grupo, las interacciones. Pensar relacionalmente es centrar
interna de las ideas o de las formas artísticas en sí mismas, como una                         el análisis en la estructura de las relaciones objetivas -lo que supone un
suerte de universo "puro" y alejado del mundo social que los produce,                          espacio y un momento determinado- que establece las formas que pue-
y las explicaciones que identifican sin más una producción estética con                        den tomar las interacciones y las representaciones que los agentes tienen
la clase social a la que perte nece su productor, cometiendo "el error                         de la estructura y de su posición en la misma, de sus posibilidades y sus
de cortocircuito'? tienen algo en común: el hecho de ignorar que las                           prácticas.
prácticas que se analizan se insertan en un universo social específico, un                        Entendido como un sistema de posiciones y de sus relaciones objetivas,
campo de producción específico, definido por sus relaciones objetivas.                         el campo, en sentido general, asume también una existencia temporal,
   Así, para construir la noció n de "campo", en 1966 Bourdieu parte de                        lo que implica introducir la dimensión histórica en el modo de pensa-
una primera formulación del campo intelectual como universo relati-                            miento relacional y con ello tomar distancias respecto de la tradición
vamente autónomo, inspirado en una relectura de los análisis de Max                            estructuralista y conformar una perspectiva analítica autodefinida como
Weber consagrados a la sociología de las                En "A la vez contra                    "estructuralismo constructivista ". 6
Weber y con Weber", 4 una reflexión sobre el análisis que él propone acer-                        Conceptualizados como "espacios dejuego históricamente constituidos
ca de las relaciones entre sacerdotes, profetas y magos, Bourdieu opone                        con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias"/
una visión relacional del fenómeno, frente a la visión interaccionista de                      los distintos campos sociales presentan una serie de propiedades genera-
Weber. Pretende, así,                                                                          les que, adoptando ciertas especificidades, son válidas para campos tan
                                                                                               diferentes como el económico, el político, el científico, el literario, el
    subordinar el análisis de la wgica de las interacciones -que pueden                        educativo, e l intelectual, el del deporte, el de la religión, etc.
    establecerse entre agentes directamente en presencia- y, en                                   Así, en su aprehensión sincrónica, se trata de espacios estructurados
    particular, las estrategias que ellos se oponen, a la construcción                         de posiciones a las cuales están ligadas cierto número de propiedades
    de las estructuras de las relaciones objetivas entre las posiciones                        que pueden ser analizadas independientemente de las características de
    que ellos ocupan en el campo religioso, estructura que determina                           quienes las ocupan y se definen, entre otras cosas, definiendo lo que está
    las formas que pueden tomar sus interacciones y la representa-                             en juego (enjeu) y los intereses específicos de un campo, que son irreduc-
    ción que pueden tener de                                                                   tibles a los compromisos y a los intereses propios de otros campos. Cada
                                                                                               campo engendra así el interés (illusio) que le es propio, que es la condi-
Pasando de las interacciones a las relaciones se hace evidente que Bour-                       ción de su funcionamiento. 8 La noción de interés o de illusio se opone
dieu retoma de una larga tradición estructuralista el modo de pensa-                           no sólo a la de desinterés o gratuidad, sino también a la de indiferencia:
miento relacional, que identifica lo real con relaciones, por oposición al
pensamiento sustancialista, visión común del mundo social que sólo re-                             La illusio es lo opuesto a la ataraxia: es el hecho de estar llevado
conoce como realidades aquellas que se ofrecen a la intuición directa: el                          a invertir (investz), tomado en el juego y por el juego. Estar in-
                                                                                                   teresado es acordar a un juego social determinado que lo que
                                                                                                   allí ocurre tiene un sentido, que sus apuestas son importantes y
                                                                                                   dignas de ser perseguidas. 9
        2 P. Bourdieu, "Objetivar al sujeto objetivante", Cosas dichas, Buenos Aires,
          Gedisa, 1988, p. 99.
        3 P. Bourdieu, "Charnp lntellectuel et Project Créateur", en ú.s Temps Moderms,
          n• 246, pp. 865-906. ["Campo intelectual y proyecto creador", en Pouillon et                 6 P. Bourdieu, "Espacio social y poder simbólico", Cosas dichas, ob. cit., pp.
          aL, Problnnas del eslnuturalismo, México, Siglo XXI, 1967.)                                    127-142.
        4 P. Bourdieu, "Puntos de referencia", Cosas duhas, ob. cit., p. 57.                           7 P. Bourdieu, "El interés del sociólogo", C-osas dichas, ob. cit., p. 108.
        5 P. Bourdieu, "Une interprétation de la théorie de la religion selon Max                      8 P.             "Algunas propiedades de los campos", Sociología y cultura, Méxi-
          Weber", en Archives européennes de sociologie, XI!, ! , p. 5, subrayado del autor.             co, GnJalbo, pp. 135-141.
          ["Una interpretación de la teoría de la religión según Max Weber", en P.                     9 P. Bourdieu y L. Wacquant, Rí!fxmsM, j><rnr une Anthropologie rijkxive, París, Seuil,
          Bourdieu, lntekctualts, poütica y poder, Buenos Aires, EUDEBA, 1999.]                          1992, p. 92. [Respuestas. Por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995. ]
12 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                                                              A MODO DE INTRODUCCIÓN 13


Al no reducir los fines de la acción a fines económicos, esta noción de                              juego: "Todo campo es el lugar de una lucha más o menos declarada por
illusio-y también de inversión (investissement) o de libido-10 implica acor-                         la definición de los principios legítimos de división del campo"!'
dar a cierto juego social que él es importante, que vale la pena luchar por                              Pero el campo social como campo de luchas no debe hacemos olvi-
lo que allí se lucha, que es posible tener interés por el desinterés -en sentido                      dar que los agentes comprometidos en ellas tienen en común un cierto
estrictamente económico- y obtener beneficios de ello -en especial sim-                               número de intereses fundamentales, todo aquello que está ligado a la
bólicos-, como en el caso de aquellos universos sociales que se explican                              existencia del campo como una suerte de complicidad básica, un acuer-
por la economía de los bienes simbólicos.                                                             do entre los antagonistas acerca de lo que merece ser objeto de lucha,
    Por otra parte, la estructura de un campo es un estado -en el sentido                             el juego, las apuestas, los compromisos, todos los presupuestos que se
de momento histórico- de la distribución, en un momento dado del tiem-                                aceptan tácitamente por el hecho de entrar en el juego.
po, del capital específico que allí está en juego. Se trata de un capital                                Para que un campo funcione es necesario que haya gente dispuesta
que ha sido acumulado en el curso de luchas anteriores, que orienta                                   a jugar el juego, que esté dotada de los habitus que implican el conoci-
las estrategias de los agentes que están comprometidos en el campo y                                  miento y el reconocimiento de las leyes inmanentes al juego, que crean
que puede cobrar diferentes formas, no necesariamente económicas,                                     en el valor de lo que allí está en juego. La creencia es, a la vez, derecho de
como el capital social, el cultural, el simbólico, y cada una de sus sub-                             entrada a un juego y producto de la pertenencia a un espacio de juego.
especies.                                                                                             Esta creencia no es una creencia explícita, voluntaria, producto de una
     En "Con Marx contra Marx", 11 como en el caso de la noción de inte-                              elección deliberada del individuo, sino una adhesión inmediata, una su-
 rés, la noción de capital rompe con la visión economicista de los fenó-                              misión dóxica al mundo y a las exhortaciones de ese mundo.
 menos sociales y sugiere la posibilidad de considerar una amplia gama                                   Un aspecto                 de la dinámica de los campos-cuyo principio
 de recursos susceptibles de generar interés por su acumulación y de ser                              reside en la configuración particular de su estructura, en las distancias y
 distribuidos diferencialmente en los espacios de juego, generando posi-                              acercamientos de las diferentes fuerzas que allí se enfrentan- se funda-
 ciones difere nciales en el marco de estructuras de poder. En ese sentido,                           menta en la dialéctica que se establece entre productores y consumido-
 puede decirse también que la estructura de un campo es un estado de las                              res de los diferentes tipos de bienes en juego. Pero también, en lo que
 relaciones de fuerza entre las instituciones y/o los agentes comprometi-                             se refiere a la autonomía relativa de los campos, dentro de una de lógica
 dos en el juego.                                                                                     de mercado, es importante la existencia de intermediarios, algunos de los
    Además de un campo de fuerzas, un campo social constituye un campo                                cuales actúan como instancias de consagración y legitimación específicas
 de luchas destinadas a conservar o a transformar ese campo de fuerzas.                               del campo, y el surgimiento de la diversificación y de la competencia
 Es decir, es la propia estructura del campo, en cuanto sistema de diferen-                           entre productores y consumidores.
 cias, Jo que está permanentemente en juego. En definitiva, se trata de la                               Las constantes definiciones y redefiniciones de las relaciones de fuerza
 conservación o de la subversión de la estructura de la distribución del                              (definiciones y redefiniciones de posiciones) entre las instituciones y los
 capital específico, que orienta a los más dotados del capital específico a                           agentes comprometidos en un campo, así como las de los límites de cada
 estrategias de ortodoxia y a los menos capitalizados a adoptar estrategias                           campo y sus relaciones con los demás campos, implican una redefinicíón
 de herejía. 12 Ahora bien, las luchas para transformar o conservar la es-                            permanente de la autanomía relativa de cada uno de ellos.
  tructura del juego llevan implícitas también luchas por la imposición de                               El surgimiento del mercado específico señala históricamente el surgi-
 una definición del juego y de los triunfos necesarios para dominar en ese                            miento del campo específico, con sus posiciones y sus relaciones entre
                                                                                                      posiciones. Podría decirse entonces que a mayor desarrollo del mercado
                                                                                                      propio, mayor autonomía del campo respecto de los demás, o que la

         1O P. Bourdieu, Raiso11S pratiqtus 1ur la tlu'orit de l'action, París, Seuil, 1994. [Raw-
            1/ts prácticas sobre la teoría de la acoÓII, Barcelona, Anagrama, 1997.]
         11 P. Bourdieu, "Puntos de referencia", oh. cit., p. 57.                                            13 P. Bourdieu, "Espacio social y génesis de    'clases'", en Esparios, n° 2, Buenos
         12 P. Bourdieu, "Algunas propiedades de los campos", oh. cit.                                          Aires, p. 28.
14 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                                                   A MODO DE INTRODUC CIÓN 15         1
     influencia de los otros campos (económico, político, etc.) varía según el                             todo esto, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la
     grado de complejidad o de desarrollo del campo como campo específi-                                   acción organizadora de un director de orquesta. 16
     co, que posee leyes de funcionamiento propias, que actúan mediatizando
     la incidencia de otros campos.                                                                    Producto de la historia, el habitus es lo social incorporado - estructura es-
        Hablar de autonomía relativa supone pues, por un lado, analizar las                             tructurada- que se ha encarnado de manera duradera en el cuerpo como
     prácticas en el sistema de relaciones específicas en que están insertas, es                       una segunda naturaleza, naturaleza socialmente constituida. El habitus
     decir, según las leyes de juego propias de cada campo, leyes que mediati-                         no es propiamente "un estado del alma", es un "estado del cuerpo", es
     zan la influencia de los demás espacios de juego, pero supone también la                          un estado especial que adoptan las condiciones objetivas incorporadas y
     presencia de los demás campos que coexisten en el espacio social global,                          convertidas así en disposiciones duraderas, maneras duraderas de mante-
     cada uno de ellos ejerciendo su propia fuerza, en relación con su peso                            nerse y de moverse, de hablar, de caminar, de pensar y de sentir que se
     específico.                                                                                       presentan con todas las apariencias de la naturaleza.
        Asociado a la noción de ethos y de hexis, el concepto de habitus es                               Por otro lado, al ser inculcadas dentro de las posibilidades y las impo-
     introducido por Bourdieu hacia 1968 y cobra especial importancia en                              sibilidades, las libertades y las necesidades, las facilidades y las prohibi-
     1970, con La reproducción, 14 centrada especialmente en el análisis del                          ciones inscriptas en las condiciones objetivas, estas disposiciones duraderas
     papel de la escuela en la reproducción de las estructuras sociales, don-                          (en términos de lo pensable y lo no pensable, de lo que es para nosotros o no
     de la acción pedagógica (en tanto violencia simbólica), y más precisa-                            lo es, lo posible y lo no posible,) son objetivamente compatibles con esas con-
     mente el trabajo pedagógico, es concebido como trabajo de inculca-                               diciones y de alguna manera preadaptadas a sus exigencias. Como inte-
     ción, que tiene una duración suficiente como para producir un habitus                            riorización de la exterioridad, el habitus hace posible la producción libre de
     capaz de perpetuarse y, de ese modo, reproducir las condiciones obje-                            todos los pensamientos, acciones, percepciones, expresiones, que están
     tivas reproduciendo las relaciones de dominación-dependencia entre                               inscriptos en los límites inherentes a las condiciones particulares -histó-
     las clases.                                                                                      rica y socialmente situadas- de su produccióp: en todos los ámbitos, aun
        Especialmente en El sentido práctico, 15 Bourdieu se propone rescatar la                      los aparentemente más "individuales" y "personales" como pueden ser
     dimensión activa, inventiva, de la práctica y las capacidades generadoras                        los gustos y las preferencias estéticas.
     del habitus, rescatando de ese modo la capacidad de invención y de im-                               El habitus es, por un lado, objetivación o resultado de condiciones
     provisación del agente social. Aquí los habitus son:                                             objetivas y, por otro, es capital, principio a partir del cual el agente de-
                                                                                                      fine su acción en las nuevas situaciones que se le presentan, según las
         sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructu-                               representaciones que tiene de ellas. En este sentido, puede decirse que
         ras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras                                 el habitus es, a la vez, posibilidad de invención y necesidad, recurso y
         estructurantes, es decir como principios generadores y organi-                               limitación.
         zadores de prácticas y de representaciones que pueden estar                                     Es decir, en tanto estructura estructurante el habitus se constituye en un
         objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda cons-                               esquema generador y organizador, tanto de las prácticas sociales como
         ciente de fines ni el dominio expreso de las operaciones nece-                                   las percepciones y apreciaciones de las propias prácticas y de las prác-
         sarias para alcanzarlos, objetivamente "regladas" y "regulares"                              ticas de los demás agentes. Sin embargo, esas prácticas sociales no se
         sin ser en nada el producto de la obediencia a reglas y, siendo                              deducen directamente de las condiciones objetivas presentes, ni sólo de
                                                                                                      las condiciones objetivas pasadas que han producido el habitus, sino de
                                                                                                      la puesta en relación de las condiciones sociales en las cuales se ha consti-
l,           14 P. Bourdieu yJ.-C Passero n , T..a &prodttclion, París, Minuit, 1970. [La reproduc-
                ción, Barcelo na , Laia, 1977.)
             15 P. Bourdieu, l -e sen.s pratique, París, Minuit, 1980. [El sentido práctico, Buenos
                Aires, Siglo XXI , 2007] .                                                                   16 Ob. cit., pp. 88-89.
16   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                                A MODO DE INTRODUCCIÓN       17

tuido el habitus que las ha engendrado y de las condiciones sociales de          máticas. Ponerlas en funcionamiento en la construcción de una sociolo-
su puesta en marcha.                                                             gía de la cultura supone subrayar que la relación dialéctica entre campo
    Hablar de habitus, entonces, es también recordar la historicidad del         y habitus permite romper, por un lado, con la visión común del atte
agente (sumando la dimensión histórica a la dimensión relacional), es            como "proyecto creador", como expresión de una pura libertad, y, por
plantear que lo individual, lo subjetivo, lo personal es         es produc-      otro, con la actitud metodológica que erróneamente relaciona de mane-
to de la misma historia colectiva que se deposita en los cuerpos y en las        ra directa la obra artística con la posición de clase de su productor.
cosas.                                                                              Para recordar también que las cosas en apariencia más puras, más su-
    Unidad sistemática que sistematiza todas las prácticas, el habitus es        blimes, menos sujetas al mundo social, las cosas del arte, no son diferen-
sentilÚJ práctico (sentido del juego social) y tiene una lógica propia, que      tes de los otros objetos sociales y sociológicos y que su "purificación",
es necesario aprehender para poder explicar y comprender las prácti-             su "sublimación" y su "alejamiento" del mundo cotidiano son resultado
cas. La lógica de la práctica es una lógica paradójica: lógica en sí, sin re-    de las relaciones sociales específicas que constituyen el universo social
flexión consciente ni control lógico. Es irreversible, está ligada al tiempo     específico donde se producen, se distribuyen, se consumen y se genera
del juego, a sus urgencias, a su ritmo; está asociada a funciones prácticas      la creencia en su valor: es la problemática de la autonomía del campo ar-
y no tiene intereses formales: quien está inmerso en el juego se ajusta a        tístico la que conduce a definir, pues, las "reglas del arte". Las diferentes
 lo que pre-vé, a lo que anticipa, toma decisiones en función de las pro-        dimensiones implicadas, el contenido específico que adopta cada una de
 babilidades objetivas que aprecia global e instantáneamente, y lo hace          las categorías, sus relaciones con las demás, la lógica que las entrelaza, las
 en la uwncia de la práctica, "en un abrir y cerrar de ojos, en el calor de      rupturas que implican su puesta en marcha y las posibilidades de cons-
 la acción ". 17 Y como es resultado de un proceso de incorporación en la        tntcción de este ámbito de la realidad social se encuentran minuciosa y
 práctica y por la práctica, el sentido práctico no puede funcionar fuera       detenidamente detalladas en las páginas siguientes.
 de toda situación, en la medida en que impulsa a actuar en relación con            Campo, capital, illusio, creencia, habitus, estrategia, etc., son, pues, no-
 un espacio objetivamente constintido como estructura de exigencias,            ciones centrales que el lector encontrará a lo largo de estos artículos, co-
 como las "cosas a hacer", ante una situación determinada: es lo que los        brando las formas y las especificidades que les confieren, por una parte,
 deportistas llaman "el sentido del juego".                                     los diferentes dominios de producción, de distribución y de consumo
     El habitus es el instrumento de análisis que permite dar cuenta de         de los bienes simbólicos y, por otra, los distintos momentos y contextos
 las prácticas en términos de estrategias, dar razones de ellas, sin hablar     de producción que, en este caso, abarcan un período de treinta y cinco
 propiamente de prácticas racionales. Dentro de este contexto, los agentes      años de trabajo.
 sociales son razonables, no cometen "locuras" ("esto no es para nosotros")         La selección de los once artículos que componen El sentido social del
 y sus estrategias obedecen a regularidades y forman configuraciones cohe-      gusto -todos ellos inéditos en lengua española- y el itinerario sugerido
  rentes y socialmente inteligibles, es decir, socialmente explicables, por     para su abordaje son obra de Pierre Bourdieu.
  la posición que ocupan en el campo que es objeto de análisis y por los            Nueve de ellos son de su exclusiva autoría y dos fueron escritos en co-
  habitus incorporados.                                                         laboración, uno con                     Bourdieu y otro con Roger Chartier.
                                                                                Cada uno de los textos asume con especial particularidad un aspecto del
 ¿Por qué retomar aquí las características más importantes de los concep-                   de los bienes culturales: el origen del campo intelectual de las so-
 tos clave y la manera como se articulan en la sociología de Bourdieu?                      europeas y su dinámica, el campo de la producción (amplia y res-
   Para recordar que son las mismas categorías analíticas las que permi-        tnng¡da) con las diferentes posiciones y tomas de posición de los produc-
 ten explicar y comprender los distintos ámbitos de la compleja realidad               de las diferentes obras, el del consumo y las disposiciones estéticas
 social y habilitan a construir científica y metódicamente diversas proble-     asoctadas, la constitución de la creencia en el valor de lo que allí se juega,
                                                                                las posibilidades y las imposibilidades ligadas al espacio social global.
                                                                                    El conjunto de los textos termina con dos entrevistas que constituyen
          17 Ibídem.                                                            las producciones más recientes que aquí se presentan. Ellas muestran
18 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO


explícitamente un aspecto fundamental: las relaciones entre el arte y la
                                                                                          1.Cuestiones sobre el arte a partir
política y las posibilidades de subvertir las legitimaciones del juego artís-
tico. Tal vez sea una manera pudorosa de recordamos que, a diferencia                     de una escuela de arte cuestionada
de muchos otros intelectuales contemporáneos comprometidos en jue-                        [Intervención de Pierre Bourdieu
gos muy específicos, Bourdieu asoció sus producciones, sus apuestas y                     en la Escuela de Bellas Artes de Nimes]
sus luchas a diferentes ámbitos sociales, evidenciando que, más allá de
sus fuertes condicionamientos, es posible cuestionar las relaciones de
dominación impuestas.

                                                                                          APERTURA
                                                                                          por Nadine Descendre

                                                                                            Como parte de su investigación, Pierre Bourdieu aceptó venir
                                                                                a la Escuela de Bellas Artes de Nimes para reflexionar junto con uste-
                                                                                des sobre (o a partir de) la situación de una escuela de arte, y estamos
                                                                                muy honrados por su interés. Esperamos poder hallar ahora o más tarde
                                                                                las respuestas a las preguntas que haría falta formular (y entablar, todos
                                                                                juntos, un intercambio animado, pues estamos en una situación de bús-
                                                                                queda y todo el mundo debe poder exponer con absoluta libertad las
                                                                                pregun tas que verdaderamente le surjan). Una escuela de arte tiene sus
                                                                                propias prácticas, que le son específicas y que gozan -es necesario decir-
                                                                                lo- de una cierta autonomía [en las obras que alimentan esta práctica].
                                                                                ¡Y es verdad que semejante cosa molesta a algunos!
                                                                                   Pierre Bourdieu es etnólogo y sociólogo y reivindica también esa li-
                                                                                bertad, en particular con relación a Jos medios de comunicación, a la
                                                                                 política, al dinero y a los diversos mandarinatos de la cultura. Por esta
                                                                                 razón, estamos particularmente atentos a la mirada que tiene sobre las
                                                                                artes visuales y las escuelas de arte, y conmovidos por su presencia.




                                                                                PRESENTACIÓN
                                                                                por Ines Champey

                                                                                Quisiera agradecer a Nadine Descendre por haber recopilado las pre-
                                                                                guntas dirigidas a Pierre Bourdieu, y agradecer también a todos Jos
                                                                                estudiantes que han dedicado tiempo para reflexionar y redactar esas
                                                                                preguntas, muchas de ellas muy desarrolladas, otras más breves, más in-
                                                                                cisivas, otras más abstractas. De hecho, le solicité a Pierre Bourdieu que
                                                                                este año dictara algunos cursos en el College de France sobre la revo-
4· Sociología de la percepción estética




             La observación determina que los productos de la actividad
humana socialmente designados como obras de arte (por su exposición
en museos, entre otros signos de consagración) pueden ser objeto de
percepciones muy diferentes, desde una percepción propiamente artís-
tica, es decir, socialmente reconocida como adecuada a su significación
específica, hasta una percepción que no difiere ni en su lógica ni en su
modalidad de la que se aplica en la vida cotidiana a los objetos cotidia-
nos. Producto de una historia particular en una sociedad particular, esta
distinción se impone con lo arbitrario del hecho social. La mejor prueba
de ello es, sin duda, el inevitable fracaso al que está condenado el aná-
lisis esencialista de la percepción propiamente estética cuando, por no
realizar una última "reducción", omite tomar en cuenta las condiciones
sociales de posibilidad de la experiencia vivida de la obra de arte a la cual
se aplica. Sin duda, la fenomenología de la experiencia estética no vuelve
a caer por azar en el círculo donde se encerraba la fenomenología de
la experiencia de lo sagrado, condenada a oscilar de modo indefinido
entre el punto de vista del sujeto y el del objeto, entre lo "numinoso" y el
 Msentimiento de lo numinoso": si la obra de arte es, como observa Envin
Panofsky, lo que demanda ser percibido según una intención estética
 (dnnands to be experienced esthetically) y si, por otra parte, todo objeto, natu-
ral o artificial, puede ser percibido de acuerdo con esa intención, ¿cómo
escapar a la conclusión de que es la intención estética la que "hace" la
        de arte? Para salir del círculo, Panofsky asigna a la obra de arte una
  Intención" en el sentido escolástico, intención objetiva que contradice
 la              puramente "práctica", del mismo modo que, aplicada a un
          técnico -un semáforo, por ejemplo-, la percepción estética cons-
 tituye de alguna manera una negación práctica de la intención objetiva
 de_ ese objeto que demanda una respuesta "práctica" -pisar el freno-.
 Asd1• en el seno de la categoría de los objetos producidos por el hombre,
   efinidos por opostcwn a 1 o b"
                      · ·•      os            natura1 1a categon•a de los obje-
                                                     es,
66   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                              SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA              67

tos de arte se definiría por el hecho de que reclama ser percibida según                   de abordar los objetos socialmente designados como obras de arte, es
una intención propiamente estética, es decir, en su forma más que en                       decir, como objetos que a la vez exigen y merecen ser percibidos según
su función. Pero ¿cómo volver operativa tal definición? Panofsky obseP;a                   una intención propiamente estética que los reconoce y constituye como
que es casi imposible determinar científicamente en qué momento un                         obras de arte, se imponen con la necesidad arbitraria de los hechos nor-
objeto producido por el hombre se transforma en una obra de arte, es                       mativos -en los que lo contrario no es contradictorio sino simplemente
decir, en qué momento la forma se impone sobre la función: "Cuando                         imposible o improbable-. Paradoja de la legitimidad, la imposición de un
escribo a un amigo para invitarlo a cenar, mi carta es, en primer lugar,                   arbitrario puede efectuarse en la medida en que el arbitrario objetivo es
un instrumento de comunicación; pero mientras más atención presto a                        desconocido como tal y reconocido como autoridad necesaria: decir "es
la forma de mi escritura, más tiende a transformarse en una obra de ca-                    necesario" es reconocer e ignorar a la vez que se pueda hacer de otro
ligrafía; mientras más atento estoy a la forma de mi lenguaje, más tiende                          El principium divisionis, que establece la admiración adecuada de
a transformarse en una obra literaria o poética". 1 ¿Significa esto que la                 los objetos que merecen y exigen ser admirados, sólo puede ser tomado
línea que separa el mundo de los objetos técnicos y el mundo de los obje-                 como una categoría a priori de aprehensión y de apreciación en la me-
tos estéticos depende de "la intención" del productor de dichos objetos?                  dida en que las condiciones históricas y sociales de la producción y de
De hecho, esta "intención" es el producto de las normas y convenciones                    la reproducción de la disposición propiamente estética -ese producto
sociales que definen la frontera siempre incierta y cambiante entre los                   de la historia que debe ser reproducido por la educación- implican el
simples objetos técnicos y los objetos de arte: "El gusto clásico -observa                olvido de dichas condiciones históricas y sociales. La historia del gusto,
Panofsky- exigía que las cartas privadas, los discursos oficiales y los es-               individual o colectivo, basta para desmentir la ilusión de que objetos tan
cudos de los héroes fueran artísticos( ... ) mientras que el gusto moderno                complejos como las obras de arte, producidas según leyes de construc-
exige que la arquitectura y los ceniceros seanjuncionales".2 Sin embargo,                 ción elaboradas a lo largo de una historia relativamente autónoma, sean
la aprehensión y la apreciación de la obra dependen también de la in-                     capaces de suscitar, únicamente por sus propiedades formales, preferen-
tención del espectador -que a su vez es función de las normas conven-                     cias naturales. Sólo una autoridad pedagógica puede quebrar continua-
cionales que rigen la relación con la obra de arte en una cierta situación                mente el círculo de la "necesidad cultural", condición de la educación
histórica y social-, y de la aptitud del espectador para conformarse a esas               que supone la educación. La acción propiamente pedagógica tiene así
normas, por lo tanto de su experiencia y de su formación artística. La                    la capacidad de generar la necesidad de su propio producto y la mane-
única manera de salir de la aporía es tratar la percepción propiamente                    ra adecuada de satisfacerla. Designando y consagrando ciertos objetos
"artística" de la obra de arte, es decir, la percepción considerada como la               como dignos de ser admirados y apreciados, ciertas instancias -como la
única legítima en una sociedad dada, como un hecho social, cuya necesi-                   familia o la escuela, que están investidas del poder delegado de imponer
dad es determinada "por una institución arbitraria", como decía Leibniz
al traducir el ex instituto de la escolástica. Al no estar unida por ninguna
                                                                                                  3 Al hablar de cultura legítima, hay que recordar que la dominación de la cul·
clase de relación interna a la "naturaleza de las cosas" o a la "naturaleza
                                                                                                    tura dominante se impone más completamente cuando menos aparece como
humana", no puede ser deducida de ningún principio, sea físico o bioló-                             tal y cuando logra, por tanto, obtener el reconocimiento de su legitimidad,
gico. Al tener existencia y valor sólo en función de una historia particular                                          implícito en el desconocimiento de su verdad objetiva. Legi-
                                                                                                    um•dad no es legalidad: si los individuos de las clases más desfavorecidas en
o, si se quiere, de una tradición, se impone con una necesidad no lógica,                           materia de cultura reconocen casi siempre, de manera directa o indirecta la
es decir, universal, incluso -si se permite la expresión- socio-lógica.                             legitimidad de .las reglas estéticas pro puestas por la cultura legítima,
   La distinción entre las obras de arte y los otros objetos producidos Y                           pasar       su VIda, de Jacto, fuera del campo de aplicación de esas reglas sin
                                                                                                    d1scuur, sm embargo, su legitimidad, es decir, la pretensión de ser univer-
la defmición (que es indisociable) de la manera propiamente estética                                           reconocidas. La regla que define la práctica legítima puede no
                                                                                                    determmar en           las conductas, puede no tener más que excepciones; no
                                                                                                            la             de la experiencia que acompaña a esas conductas (por
         1 E. Panofsky, Meaning in the Visual Arts, Nueva York, Doubleday Anchor Books.             eJemplo, la verguenza cultural) y puede no ser pensada y reconocida, sobre
           1975, p. 12.                                                                             todo cuando es transgredida, como la regla que rige las prácticas culturales
         2 E. Panofsky, ibíd., p. 13.                                                               cuando se pretenden legítimas.
68   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                                        SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA                 6g

un arbitrario cultudtl, es decir, en el caso particular, el arbitrario de las                       de juristas profesionales; y como observa Max Weber, la "racionalización"
admiraciones- pueden imponer un aprendizaje al término del cual di-                                 de la religión debe su lógica propia, relativamente independiente de las
chas obras aparecerán como intrínseca o, mejor, naturalmente dignas de                              condiciones económicas, al hecho de que depende del desarrollo de un
ser admiradas o apreciadas.4 En la medida en que produce una cultura                                cuerpo sacerdotal dotado de tendencias y de intereses propios; así, el pro-
(en el sentido de competencia), que es la interiorización del arbitrario                            ceso que conduce a la constitución del arte en tanto arte es correlativo de
cultural, la educación familiar o escolar tiene por efecto ocultar cada vez                         una transformación de la relación que los artistas mantienen con los no
más completamente, por inculcación de lo arbitrario, lo arbitrario de la                           artistas y, por ello, con los otros artistas, transformación que conduce a la
inculcación, es decir, de las cosas inculcadas y de las condiciones de su                          constitución de un campo intelectual y artístico relativamente autónomo
inculcación.                                                                                       y a la elaboración correlativa de una definición nueva de la función de l
   Si es necesario recordar también las condiciones sociales de posibili-                          artista Yde su arte. El movimiento hacia la autonomía que se inició en la
dad de la representación dominante de la manera legítima de abordar                                Florencia del siglo xv con la afirmación de una legitimidad propiamente
las obras de arte -es decir, las condiciones sociales de producción del                            artística, es decir, del derecho de los artistas a legislar absolutamente en
ideal de un gusto "desinteresado" y de los "hombres de gusto" capaces                              su orden, el de la forma y el estilo, ignorando las exigencias externas de
de obedecer en su percepción o su producción de la obra de arte a los                              la demanda social subordinada a intereses religiosos o políticos ("non
cánones de una "estética pura"-, es porque la definición completa del                             puó essere belleza e utilita", dice Leonardo da Vinci) , se vio interrumpido
gusto en su función social de signo de distinción excluye precisamente                            durante casi dos siglos por la influencia de la monarquía absoluta y la
la conciencia de esas condiciones. El ideal de la percepción "pura" de la                         iglesia (con la Contrarreforma), ambas preocupadas por asignar un "lu-
obra de arte en tanto que obra de arte es el producto de un largo trabajo                         gar" social y una tarea (por ejemplo, la función de la Academia) a la ca-
de "depuración": comenzado en el momento en que la obra de arte se                                tegoría de los artistas, recortados de los trabajadores manuales sin estar
despoja de sus funciones mágicas o religiosas, ese proceso de autono-                             integrados a las clases dominantes, y tomó un nuevo principio con el ro-
mización se lleva a cabo paralelamente a la constitución de una catego-                           manticismo, ligado, de manera más o menos directa según las naciones,
ría relativamente autónoma de profesionales de la producción artística,                          a una secesión de los intelectuales y los artistas que es, sin duda, el rever-
cada vez más inclinados a no conocer otras reglas que las de la tradición                        so de una exclusión e, incluso, de una marginación. Así, la constitución
propiamente artística recibida de sus predecesores, que les proporciona                          progresiva de un campo intelectual relativamente autónomo va a la par
un punto de partida o un punto de ruptura y los coloca cada vez más en                           de la explicitación y la sistematización de los principios de la legitimidad
condiciones de liberar su producción y sus productos de toda servidum-                           propiamente estética: afirmar la primacía de la manera de decir sobre la
bre social, se trate de las censuras morales y programas estéticos de una                        cosa dicha y, por ello, de la forma sobre la función; sacrificar el "tema",
iglesia preocupada por el proselitismo, o de los controles académicos y                          en otro tiempo directamente sometido a la demanda, a la manera de tra-
los encargos de un poder político inclinado a ver en el arte un instru-                          tarlo, al juego puro de los colores, los valores y las formas; constreñir el
mento de propaganda. Dicho de otro modo, como observa Engels en                                              para constreñir la atención al lenguaje y a las correspondencias
una carta a Conrad Schmidt, la aparición del derecho en tanto derecho,                           esotencas de los sonidos y del sentido; todo esto vuelve, en definitiva, a
es decir, en tanto "dominio autónomo", es correlativa de los progresos                           afirmar la especificidad y la insustituibilidad del productor poniendo el
de la división del trabajo que conducen a la constitución de un cuerpo                           acento sobre el aspecto más específico y más irreemplazable del acto de
                                                                                                 producción artística.'' Es necesario citar a Delacroix: "Todos los temas
         4 Los hijos de las familias cultivadas que siguen a     padres en sus visitas
           a museos o exposiciones toman prestado de ellos, de alguna manera, su
           disposición a la pr.ktica, e l tiempo para adquirir a su turno la disposiciún a               5 No_'><.' puede pretender reconstn.ir aquí e l sistema completo de los fac tores
           practicar que nacerá de una práctica arbitraria y. en un principio, arbitrana-                  socmles q_ han posibilitado los progresos del campo intelectual hacia la
                                                                                                                       ue
           mente impuesta. Basta reemplazar museo por iglesia para ver que en ese caso                                    baste con mencionar uno de los más importantes, a saber, la
           se tiene la ley de la transmisión tradicional de las disposiciones o, si se quiere.             consutuc•on de un público anónimo, incapaz de ejercer sobre los artistas
           de la reproducción de lo., llabitus.                                                            un control explícito y de formular demandas expresas. (Cf. P. Bourdieu ,
70   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO

                                                                                                                               SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÍTICA 71
devienen buenos por el mérito del autor. ¡Oh, joven artista!, ¿esperas
un tema? Todo es tema, el tema eres tú mismo, son tus impresiones, tus                    ese "derecho de                 que es.. acceso al arte Jaque expresa Ortega
emociones ante la naturaleza. Debes mirar en ti, y no a tu alrededor ".6 El               y Gasset cuando denuncia como Impopular 0 incluso antipopular" un
verdadero tema de la obra de arte no es otra cosa que el artista mismo, es                           es ini.nteligible para los burgueses: "el arte nuevo, por su sola
decir, el sujeto creador de la obra de arte, su manera y su estilo, marcas                eXIstencia, obhga al buen burgués a confesarse lo que es: un buen bur-
infalibles de su dominio del "oficio". Así, la conquista de la primacía de                gués, un ser indigno de los sentimientos estéticos, ciego y sordo a toda
la forma sobre la función es la expresión más específica de la autonomía                           pura. Pero         inflige impunemente tal tratamiento después de
del artista y de su pretensión de detentar e imponer los principios de una                Cien anos       exaltac10n del pueblo y de adulaciones de toda especie a la
legitimidad propiamente estética. Porque exige categóricamente del espec-                 masa. Habituada a dominar en todo, la masa se siente ofendida en sus
tador una disposición que el arte anterior exigía de él sólo condicional-                              del           por el arte nuevo, arte de privilegio, de nobleza
mente, el arte moderno y, en particular, el arte abstracto (que aboliendo                 de espmtu, de anstocracia del instinto".'
el "tema" consagra el triunfo absoluto de la forma y, al mismo tiempo,                      Así, el modo de producción propiamente estético es el producto -o el
del artista), instauran una relación radicalmente nueva entre la obra (o                                   de una transformación del modo de producción artístico:
el artista) y su público o, lo que viene a ser lo mismo, entre la forma, de la           a la                           del         capaz de aplicar la intención pura
cual el artista es el único amo, y la función de la obra. Este arte por el arte          de una                         a un objeto cualquiera, como Maree! Duchamp
es, en efecto, un arte para el artista o, mejor, para los artistas, ya que en            cuando enVIa un unnano al Salón de los Independientes de Nueva York
lo sucesivo la obra de arte y el artista recibirán su función de la estructura                       .la infinita disponibilidad del esteta capaz de aplicar ]a
del campo intelectual, en tanto sistema de relaciones entre posiciones                                         estética a todo objeto, haya 0 no haya sido producido
sociales a las cuales están asociadas posiciones intelectuales. Excluidos                        esa              Sin duda no es por azar que las máscaras de Oce-
del poder político y económico, arrojados por la mayoría en la miseria                   ama y los fetiches dogones hayan dejado los museos de etnografía para
dorada de la vida de bohemio, los artistas encuentran en la contestación                 en trar en las exposiciones de arte en el momento en que, con el arte
simbólica del orden burgués que los excluye (al menos tanto como ellos                               la       de arte afirmaba, sin concesiones ni excepciones, su
lo excluyen) una manera de revertir simbólicamente su relación hacia                     pretensiOn        Imponer a la percepción de la obra las normas puras de
su situación objetiva, es decir, hacia la relación que se establece objetiva-           su                  Pero el olvido de las condiciones históricas y sociales de
mente entre quienes detentan el poder y los artistas o los intelectuales,                               de            de percepción presentadas como las categorías
coaccionados a pagar la autonomía que les es concedida por su despla-                   a Pnon de una estetlca formal no conduce sólo al etnocentrismo a con-
zamiento hacia prácticas destinadas a permanecer simbólicas, sean sim-                  trapelo de un falso universalismo del gusto que, como la ciencia según
bólicamente revolucionarias o revolucionariamente simbólicas. La obra                   Descartes, permanecería idéntico en su esencia -cualquiera fuera la na-
de arte moderno es la réplica más específica a la posición del artista,                           del obje.to al. cual se aplica-, como el sol que permanece igual
condenado por la división del trabajo de dominación al interior de las                  sm Importar la d1vers1dad de los objetos que ilumina.s
clases dominantes a ocupar un rango inferior en un universo en el cual
sus antepasados no eran admitidos: ¿no iguala ella a todos los especta-
dores al excluir a los que excluyen y arrojar en la barbarie las fracciones                     7 J. Ortega YGasset, La tkshumanizacich¡ del arte, Madrid, Revista de Occidente
                                                                                                   1• ed., 1925, 7• ed., 1962, p. 7.                                            '
no intelectuales de las clases dirigentes -algo que el arte de las épocas
                                                                                                8 En _una época en_ que tantos sociólogos, bajo la influencia del estructu-
                                                                                                                   la
anteriores jamás había hecho, al menos hasta ese grado-? Es la indigna-                                        atra1dos      u_na teoña pura de la sociología, seña sin duda
ción escandalizada del "burgués" excluido (al menos por un tiempo) de                             uul                socwlog1a de la teoña pura esbozada aquí y analizar las
                                                                                                 condiCIOnes soc1ales de la aparición de teoñas puras de las ¡ · ·     ·
                                                                                                 como 1 d K 1          S                                        ogtcas unpuras
                                                                                                 d       as e e sen, aussure, Walras, y de una ciencia formal e inmanente
                                                                                                   e 1arte tal      la que propone Wóllflin. Puede verse, en este último caso
           "Champ imellectuel et projet créateur", Tnnps Modernes, n° 246, noviembre,
                                                                                                         amb1c1on de desprender las propiedades fonnales de toda            -- '
           1966, pp. 865-906.)                                                                   arust1 po "bl
                                                                                                        ca               -                                            expres1on
         6 E. Delacroix, CEuvres litth'aires, París, Gres, 1923, vol. I, p. 76.                  d         . SI e supoma ya consumado el proceso de autonomitación y de
                                                                                                   epurac16n     la obra de arte y de la percepción arústica; pero, además el
                                                                                                 fonnal1smo f!JISta de esta teoña de la historia autónoma del arte que
SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA                  73
72   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO

                                                                                                       _propiamente artística, dominio práctico, adquirida por la fre-
    Una estética que confiere a la manera de percibir la primacía sobre                                   de      .obras o por un aprendizaje explícito de un código
la cosa percibida proporciona recursos inagotables para la búsqueda de                       propiamente arusuco, es decir, de un sistema de clasificación que permi-
la distinción: en efecto, tiende a operar, entre quienes poseen el modo                      te sttuar cada elemento de un universo de representaciones artísticas en
adecuado y quienes no disponen de tiempo libre o medios para ftiar                           una        que                      definida con relación a la clase cornple-
en la obra de arte la mirada "depurada" y "desinteresada" que ella exi-                      rnentana (constitUida por todas las representaciones artísticas conscien-
ge, una diferencia tajante, de todo o nada, que la ilusión del a priori                      te o inconscientemente excluidas). 9 La percepción ingenua, es decir, no
-<>tro nombre de lac inconsciencia de la historia- tiende a considerar una                   específica, al apoyarse sobre el conocimiento previo de la división en
distinción de esencia o de naturaleza; además, por el hecho de que la                        clases complementarias del universo de los significantes y del universo de
depuración formal de la percepción estética tiene por contrapartida la                       los significados, trata los e lementos de la representación (hojas o nubes)
extensión indefinida del campo de sus objetos, tiende a abolir las seguri-                   corno indicaciones o signos investidos de una función de pura denota-
dades confortables de una estética realista que sólo demanda que se sepa                     ción ("es un álamo", "es una tormenta"); por el contrario, la percepción
 lo que es necesario admirar y autoriza y favorece las repeticiones sin fin
 y los innumerables excesos del refinamiento que definen el esnobismo.
 En efecto, nada sabría garantizar la pureza íntima e inefable de la mira-                            9 Sería             para      más preciso, proceder al análisis comporuncial de
 da, ni siquiera la pureza de la cosa mirada ya que la pureza de una obra                               los grandes_tipos de Sistemas de clasificación implícitamente utilizados, en
 puede incluso duplicar el mérito de una mirada pura, aun reforzando                                    d1ferentes epocas y en                medios, para distinguir y ordenar las obras
                                                                                                        de arte. Hab1endo defimdo las grandes dimensiones de las diferentes taxono-
 la sospecha de su impureza. Puede verse el rendimiento social de esta                                  mías estéticas, es decir, las cualidades            en un sistema de clasificación
 estética del modo, adecuada para proporcionar a los estetas el medio de                                          podría intentar definirlos de manera operacional constituyendo
 marcar, mejor que nunca, la diferencia de esencia que los separa del "co-                                   sene             de obras testigo que poseyeran esas cualidades en grados
                                                                                                                 y                 como referentes para ordenar cualquier obra que
 mún", permitiéndoles al mismo tiempo poner entre e llos una infinidad                                  presentara       cuahdad en un grado determinado. Sin embargo, habría
 de diferencias infinitesimales.                                                                                   cmdad.o de tomar las operaciones recomtruidas por medio de tal
                                                                                                        d•sposmvo                    .como el funcionamimto rtal del juicio de gusto: si es
     Si el consumo adecuado de obras de arte está predispuesto a cumplir
                                                                                                                que el                     o la atribución suponen o/Jjttivammtt la elimi-
  una función social de distinción, es porque la aptitud para realizar el                               nac•on de las pos1b1hdades con las cuales se relaciona negativamente la clase,
  ideal histórico de la percepción "pura", al precio de una r uptura con la                                  engloba la posibilidad estilística efectiv.amente realitada en tal obra par-
                                                                                                        ucular, tod?. parece                  incluso enu·e los especialistas, las categorías
  percepción cotidiana, es producto de un tipo particular de condiciones                                de percepc10n y de aprecmc1on permanecen relativamente poco sistemati 1 a-
  sociales. La obra de arte considerada corno bien simbólico (y no corno                                das y que, en la            en que son actuadas más que pensadas como tales,
  bien económico, aunque siempre lo sea) sólo existe corno tal para quien                               obedecen a        log•ca        no tiene nunca en acto el rigor que le confieren
                                                                                                        las reconstrucciones. As1, por ejemplo, como lo demuestra e l análisis de las
  posee los medios de apropiársela mediante el desciframiento, es decir,                                P.referencias expresadas delante de las series experimentales de reproduc-
  para quien posee el código históricamente constituido, reconocido so-                                 CIOnes de            o de               tan unidimensionales como es posible,
  cialmente como la condición de apropiación simbólica de las obras de                                  una ob.ra es            el Objeto de un juicio sincritico antes que sintético, en
                                                                                                        el      mtervtenen, de un modo difícil de determinar y muy variable según
  arte ofrecidas a una sociedad determinada en un momento dado del                                      el. mvel de                           (él mismo muy estrechamente ligado al
   tiempo. La observación determina, en efecto, que la capacidad para des-                               mvel de mstrucCion y a lmvel cultural de la familia de origen), la celebridad
   cifrar las características propiamente estilísticas es función de la com-                                 autor Yde la obra, e l "realismo" de la representación, el género, 0 , más
                                                                                                        s•mplemente: la naturaleza del objeto representado. Antes de concluir que
                                                                                                         las              expresadas         los sujetos más cultivados sólo se inspiran en
                                                                                                         un mteres puro por las prop1edades exclusivamente formales de la obra de
            sociedades y épocas dife1 entes a un sistema único de interrogación ' de cla·               arte, como             sugerirlo elecciones menos conformistas o un discuf'IO
                       conduce evidentemente a una forma de etnocentrismo. Wilhchn                      que con               acarrea los vestigios estereotipados de los comentarios de
            Worringer denunciaba, JX>r ejemplo, el error de hablar de una "estética                                        es n;cesario pensar que, m todos Los ni-wles dt compttmcia, e1
            gótica", puesto que la idea de belleLa está implicada en el tém1ino "estética"              JUICIO de g_usto se guta por las marcas más o menos gruesas y las señales m;h 0
            (aparecido en e l siglo XVIII) y a la vetes perfectamente extraña, en su opi-                menos su u les adecuadas para desencadenar las conduc•q· 0 1as opm•ones < <
                                                                                                         b                                                            ""'          · ·     1
            nión, al espíritu gótico (W. W01-ringer, Form in Gothic, traducción del alemán                 uen tono, al menos tanto como por las propiedades intrínsecas de la obra
            de 11. Read, Nueva York, Schocken Books, 1957, p. 11).
74   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO
                                                                                                                                 SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA               75
provista de una competencia propiamente artística se remite a los rasgos
propiamente estilísticos, es decir, a la manera de tratar las hojas o las nu-                olvidados, debido a una inversión del gusto y una larga decadencia de la
bes característica de un estilo como modo particular de representación,                      investigación erudita, olvidados durante cien o ciento cincuenta años.
situando la posibilidad estilística realizada -típica de la clase constituida                ¿Qué ocurriría si se les volviera a prestar atención? Es fácil de prever que,
por el conjunto de las obras de una época, una escuela o un autor- en                        en una primera fase, el análisis comenzaría a distinguir en esos mate-
el universo de las posibilidades estilísticas. 10 Así, la aprehensión de los                 riales mudos varias entidades más simbólicas que históricas. La primera
rasgos estilísticos que definen la originalidad de las obras de una época                    llevaría el nombre símbolo de Manet, que absorbería una parte de la
con relación a las de otra época, o, en el interior de esta clase, de las                    producción juvenil de Renoir, e incluso, creo, algunos Gervex, sin contar
obras de una escuela o un agrupamiento artístico con relación a otro, o                      todo Gonzales, todo Morizot y todo el joven Monet; en cuanto al Monet
incluso, de las obras de un autor con relación a los otros autores de su                     más tardío, también convertido en símbolo, abarcaría casi todo Sisley,
escuela o su época, o también de una obra particular de            autor con                 una buena parte de Renoir, y, peor, algunas docenas de Boudin, varios
relación al conjunto de su obra, es indisociable de la aprehensión de las                    Lebour y varios Lépine. No se excluye de ningún modo que algunos Pis-
redundancias estilísticas, es decir, de la captación de los rasgos típicos de                sarro e incluso, recompensa poco halagüeña, más de un Guillaumin fue-
la materia pictórica que definen un estilo. En resumen, la captación de                      ran en tal caso atribuidos a Cézanne." 11 Al estudiar las representaciones
las semejanzas supone la referencia implícita o explícita a las diferencias                  sucesivas de la obra de Caravaggio, Beme Joffroy muestra que la imagen
y viceversa.                                                                                 privada que los individuos de una época determinada se hacen de una
   Como productos de la historia reproducidos por la educación difusa                       obra es función de la imagen pública de dicha obra y que ella es producto
o metódica, los códigos artísticos disponibles para una época y una clase                   de los instrumentos de percepción, constituidos a lo largo de la historia
social determinadas constituyen el principio de diferenciaciones perti-                     y, por lo tanto, variables a lo largo de la historia, que la sociedad les
nentes que los agentes pueden operar en el universo de las representa-                                      "Sé bien lo que se dice de las querellas de atribución: que
ciones artísticas según un sistema institucionalizado de clasificación que                  no Uenen nada que ver con el arte, que son mezquinas y que el arte es
le es propio, acercando obras que otras épocas distinguían, separando                       grande( ... ). La idea que nos hacemos de un artista depende de las obras
obras que otras épocas acercaban, de modo que a los individuos les cues-                    que se le atribuyen y, lo queramos o no, esa idea global que nos hacemos
ta concebir otras diferencias que las que el sistema de clasificación dispo-                de él tiñe nuestra mirada sobre cada una de sus obras". 12 Así, la historia
nible les permite pensar. "Supongamos -escribe Longui- que los natura-                      de los instrumentos de percepción de la obra es el complemento indis-
listas e impresionistas franceses, entre 1860 y 1880, no hubieran firmado                   pensable de la historia de los instrumentos de producción de la obra en
sus obras y no hubieran tenido a su lado, como heraldos, a críticos y                       la medida en que toda obra es construida, de alguna manera, dos veces,
periodistas de la inteligencia de un Geffroy o un Duret. Imaginémoslos                      por el productor y por el consumidor, o mejor aún, por la sociedad a la
                                                                                            cual pertenece el consumidor.
                                                                                               La legibilidad de una obra de arte es función, para una sociedad dada,
         10 Las leyes que rigen la percepción de la obra de arte son un caso particular
            de las leyes de desciframiemo y, por ello, leyes de la comunicación y de la     de la distancia entre el código que exige objetivamente la obra conside-
            difusión cultural. Cualquiera que fuera la namraleza del mensaje -profecía      rada Yel código artístico disponible; para un individuo particular, de la
            religiosa, discurso político, imagen publicitaria, objeto técnico, etc.-, su
            recepción depende de las categorías de percepción y de apreciación de los
            receptores. De ello se deriva que, en una sociedad diferenciada, se establece
            w1a relación estrecha entre la naturaleza y la calidad de las infonnaciones            11 R l..ongui, citado por A. Berne Joffroy, Le dossin Caravage. París, Minuit,
            emitidas y la estructura del público, siendo su "legilibilidad" y su eficacia             1959, pp. 100.101.
            tanto más fuertes en la medida en que encuentran más directamente las                  12 A. Bernejoffroy, ob. ciL, p. 9. Sería necesario examinar sistemáticamente
            expectativas, implícitas o explícitas, que los receptores deben sobre todo a              la relación que se establece entre la transfonnación de los instrumentos de
            su educación familiar y a sus condiciones sociales (y también, en materia de              percept.ión Yla de los instrumentos de producción artística· la evolución
            cultura erudita al menos, a su educación escolar) y en la medida en que la                de la          pública de las obras pasadas está                    ligada a la
            presión difusa del grupo de referencia las mantiene, sostiene y refuerza por                         del_ arte.       observa Lionello Venturi, Vasari descubre a Ciotto
            apelaciones incesantes a la norma.                                                        a parur de M•guel Angel; Belloni repiensa a Rafael a partir de Carrache y de
                                                                                                      Poussm.
76   EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                                      SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA               77

 distancia entre el código que exige la obra y la competencia individual,                         sistema de relaciones de oposición y complementariedad entre valores y
 definida por el grado en que el código social, más o menos adecuado, se                          colores (en determinado retrato, los colores del sombrero, la chaqueta y
 domina. Por el hecho de que las obras que constituyen el capital artístico                       la pared situada en segundo plano), pasan de alguna manera a través de
 de una sociedad exigen códigos desigualmente complejos y refinados,                              la cualidad sensible sin detenerse en ella y, "situándose inmediatamente
 por lo tanto susceptibles de ser adquiridos con mayor o menor facilidad                          en su sentido", para hablar como Husserl, captan directamente en ella un
 y rapidez mediante un aprendizaje institucionalizado o no, e llas se ca-                         significado fisiológico o psicológico, interpretando por ejemplo, como lo
 racterizan por niveles de emisión diferentes: la legibilidad de una obra                         hace la percepción cotidiana, una emoción en el rubor de una tez. 15 Así,
 de arte para un individuo particular es, pues, función de la distancia entre                     al no disponer de los medios para percibir las obras de arte en lo que
 el nivel de             definido como el grado de complejidad intrínseco                         nen de más específico, esos espectadores les aplican inconscientemente el
 del código exigido por la obra, y el nivel de recepción, definido como el                        código válido para descifrar los objetos del mundo familiar, es decir, los es-
grado en el cual este individuo domina el código social, él mismo más o                           quemas de percepción que orientan sus juicios prácticos: la interpretación
menos adecuado al código exigido por la obra. En otros términos, cada                             asimiladora que lleva a aplicar a un universo extraño todos los esquemas
individuo posee una capacidad definida y limitada de aprehensión de la                            de interpretación disponibles se impone, en efecto, como el único medio
 "información" propuesta por la obra, capacidad que es función del cono-                          para restaurar la unidad de una percepción integrada. Como observa Pa-
cimiento que tiene del código genérico del tipo de mensaje considerado,                           nofsky, esta aprehensión ingenua se funda en "la experiencia existencial",
sea la pintura en su conjunto, sea la pintura de tal época, de tal escuela                        es decir, en las propiedades sensibles de la obra (por ejemplo, cuando se
o de tal autor. Cuando el mensaje excede sus posibilidades de aprehen-                            describe un durazno como aterciopelado o un encaje como vaporoso), o
sión, al espectador sólo le queda la opción de desinteresarse por lo que                          en la experiencia emocional que esas propiedades suscitan (cuando se ha-
percibe como un abigarramiento sin sentido, como un juego de formas o                             bla de colores sobrios o alegres). Pero siempre tiende a superar el nivel de
de colores desprovisto de toda necesidad; o de aplicar los códigos de que                         las sensaciones y los afectos, es decir, la "comprensión" de las cualidades
dispone, sin interrogarse si son adecuados o pertinentes. 14                                      expresivas y, por decirlo de algún modo, "fisionómicas" de la obra: en efec-
    Si es dificil describir "la estética" que se expresa en las preferencias o las                to, quienes carecen de los medios para acceder a una percepción "pura"
prácticas de la mayoría de otro modo que no sea en términos negativos es                          incorporan en su percepción de la obra de arte los intereses y las expecta-
porque esta estética en sí (y no para sí) se funda menos sobre un rechazo                         ti'as que sustentan su percepción cotidiana, consagrándose de esa forma
que sobre una privación. Al no disponer de los instrumentos de percepción                         a una "estética" funcionalista que no es sino una dimensión de su estética
indispensables para discernir los rasgos estéticamente pertinentes que una                        o, mejor, de su ethos de clase. Expresión sistemática de una disposición as-
obra comparte con la clase de las obras del mismo estilo y sólo con ellas,                        cética que se manifiesta también en las otras dimensiones de la existencia,
los espectadores menos cultivados se ven en la imposibilidad de considerar                        el respeto incondicional hacia la cultura y el arte consagrado destina a
la obra de arte como tal, no vinculándola a otra cosa que a ella misma. Por                       los pequeñoburgueses a una buena voluntad cultural perfectamente pura
ejemplo, en lugar de captar el color de un rostro como un elemento de un                          aunque vacía, que se nutre de la contemplación del trabajo bien hecho,
                                                                                                  del culto del trabajo por el trabajo que proporciona el sustituto ético de la
                                                                                                  estética del arte por el arte. En cuanto a las clases populares, condenadas
        13 E.., evidente que el ni,el de emisión no se puede definir de modo absoluto
           por el hecho de que la obra misma puede ofrecer                          de
           diferentes según el modo de recepcióu del espectador, y puede, por ejemplo.
           satisfacer el interés por la anécdota y el contenido informativo (histórico, en               15M. C.olin Thompson ha demosu·ado, a través de una serie de experimentos,
           particular) o atraer por sus propiedades formales.                                              que, incluso cuando es interpelada por una consigna expreo;a, la captación
        14 Es sobre la base de la correspondencia entre el nivel de emisión del memaje                     de los colores en su significación propiameute estética, es decir, en sus rela-
           (o, si se quiere, su legibilidad modal) y la estructura del público, tratado                    cioru>s internas, es extremadamente rara (incluso entre los adolescentes que
           como indicador del nivel modal de recepción, como se ha podido construir                        han finalizado estudios secundarios), ya que la atención de los espectadores
           un modelo matemático de la frecuentación d<• los museos (Cf. P. Bourdieu                        se dirige más bien a la significación anecdótica o narrativa de la imagen (C.
           y A. Oarbe l, L 'amQUr l'art, IRs musées européens et leur publique, 2° ed., ParÍ'>,            Thompso n, Reponse to Colour, Corsham, Research Center in An Education,
           Minuit, l969, p. 120vss.).                                                                      1965).
78 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO                                                                                      SOCIOLOGiA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA             79


 por las urgencias de la vida a una disposición pragmática que casi no pre-      ciframiento es independiente del grado de adecuación del código que
 dispone a considerar y comprender como tales los productos ateleológicos        pone en práctica, ya que quienes están más desprovistos ante las obras
 de la actividad propiamente arústica, casi totalmente desprovistas de ese       de cultura erudita sólo logran escapar del desconcierto aplicándoles el
 arsenal de palabras que, en el primer grado de la iniciación arústica, per-     código de la experiencia cotidiana, excluyendo así la posibilidad de des-
 miten al menos nombrar las diferencias y constituirlas como tales al nom-       cubrir los fundamentos objetivos de su ceguera cultural, mientras que los
 brarlas -<:amo l{>s nombres propios de pintores célebres que funcionan en       más cultivados ignoran la cuestión de las condiciones de posibilidad del
 tanto categorías genéricas o los nombres de escuelas o épocas como "los         desciframiento de un sentido que les parece evidente. Panofsky observa
 Impresionistas", "los Holandeses" o "el Renacimiento"- están destinadas a       que en el cuadro de Roger van der Weyden, Los tres magos, el espectador
 percibir como indistintas todas las obras que no revelan de inmediato un        cultivado percibe de inmediato la representación de una aparición, la de
 sentido cuando se les aplica el código que permite aprehender los objetos       un niño en quien reconoce al" niño Jesús". ¿Cómo sabemos que se trata
 cotidianos como significantes.                                                  de una aparición? El halo de rayos dorados que rodea al niño no podría
    Se podrá objetar que es en otros dominios y en otras situaciones, y en       constituir una prueba suficiente ya que también se lo encuentra en re-
 particular en y frente a todas las formas del juego de sociabilidad -fiestas,   presentaciones de la natividad en que el niño Jesús es "real". Se llega a
 competencias o pruebas físicas o intelectuales, juegos de palabras o inter-     esa conclusión porque el niño se mantiene en el aire, sin soporte visible,
 cambios de bromas, etc.- como se expresa la disposición "estética" de los       lo que también habría ocurrido con una representación no muy diferen-
 que no tienen tiempo de ocio, como el artista o el esteta, de "vivir para       te -si el niño hubiera estado sentado sobre un cojín (como en el modelo
ver", según la frase de Simmel: de hecho, en la medida en que tiende a           que verosímilmente ha utilizado Roger van der Weyden)-. Sin embargo,
 transformar las relaciones sociales en formas puras de la sociabilidad,         se pueden invocar centenas de representaciones en que seres humanos,
 desprovistas de toda otra finalidad que el éxito de la comunicación, el         animales u objetos inanimados parecen suspendidos en el aire contra
juego de sociabilidad, como el arte, instaura por un momento un mundo            la ley de gravedad sin que por ello se presenten como apariciones. Por
artificial donde, por la gracia del estilo, capaz de dar una forma común         ejemplo, en una miniatura de los Evangelios de Otón lli, hay una ciudad
a las significaciones más personales, se eliminan simbólicamente las dife-       representada en el centro del espacio vacío mientras que los personajes
rencias y los conflictos de la existencia cotidiana. Pero si, desde el punto     que participan en la acción se mantienen sobre el suelo; se trata de una
de vista de la sociología que trata los sistemas de valores como hechos          ciudad bien real, el lugar de la resurrección de los jóvenes representados
que difieren sólo por su imperatividad y su orientación última, esas prác-       en primer plano. Si "en una fracción de segundo y de modo casi auto-
ticas u otras semejantes -se trate de deporte, decoración, cocina o vesti-       mático" interpretamos al personaje aéreo como una aparición, mientras
menta- pueden ser descriptas como pertenecientes objetivamente a la es-          que no otorgamos ninguna connotación milagrosa a la ciudad que flota
tética, se sucumbiría a una suerte de etnocentrismo invertido que encuentra      en el aire, es porque "leemos lo que vemos en función de lo que sabemos
allí la expresión de una "estética popular" olvidando que las experiencias       acerca de la manera, variable según las condiciones históricas, de expre-
asociadas a esas prácticas no tienen nada que ver con la búsqueda de la          sar a través de formas los objetos y los acontecimientos históricos": más
belleza en sí y para sí, incluso cuando pueden ser descriptas como análo-         precisamente, cuando desciframos una miniatura de alrededor del año
gas en otro orden al que la contemplación de las obras de arte procura            1000, manejamos inconscientemente el presupuesto de que el espacio
a los artistas y estetas.                                                        vacío sirve sólo de plano de fondo abstracto e irreal en lugar de integrar-
   La ilusión de la comprensión inmediata que condena a los especta-             se en un espacio unitario, en apariencia natural, donde lo sobrenatural
dores desprovistos de toda competencia específica a una comprensión              Ylo milagroso pueden surgir como tales. 16 Entonces, porque obedece in-
ilusoria, fundada sobre la interpretación asimiladora, no difiere en sn          conscientemente a las reglas que rigen un tipo particular de representa-
principio de la que determina que espectadores más avisados apliquen
a las obras de su tiempo o de otra tradición esquemas de percepción y                    16 E. Panofsky, "lconography and Iconology. An Introduction to the Study of
de apreciación adquiridos por la frecuentación de las obras de los siglos                   Renaissance Art", The Meaning in the Visual Arts, Nueva York, Doubleday and
precedentes. En efecto, el grado de conciencia de la operación de des-                      Co., 1955, pp. 33-35.
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Sociología del gusto. Bordieu

  • 1. Traducción: Alicia B. Gutiérrez pierre bourdieu el sentido social del gusto elementos para una sociología de la cultura siglo veintiuno
  • 2. Índice siglo veintiuno editores argentina, •·•· Guatemala 4824 (c1425BUP), Buenos Aires, Argentina siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. Cerro del Agua 248, Delegación Coyoacán (043 10), D.F., México siglo veintiuno de españa editores, s.a. Sector Foresta n• 1, Tres Cantos (28760), Madrid, E5paña Bourdieu, Pierre A modo de introducción. Los conceptos centrales El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la en la sociología de la cultura de Pierre Bourdieu cultura- 1a ed.- 1a reimp.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, Alicia B. Gutiérrez 9 2010. 288 p. ; 23x 15,5 cm.- (Biblioteca Clásica de Siglo Veintiuno) 1. Cuestiones sobre el arte a partir de una escuela Traducido por: Alicia Gutiérrez // ISBN 978-g87-62g- 123- 1 de arte cuestionada 1. Sociología de la Cultural. I. Gutiérrez Alicia, Trad. Il . Título 2. Los museos y su público CDD 306 43 Una versión de esta oúra fue publicada en 2003 por tl srlúJ AurelitJ Rivl'ra, 3· El campesino y la fotografía mn el titulo Creencia artística y bienes simbólicos. Elementos para Pierre Bourdieu y Marie-Claire Bourdieu una sociología de la cultura. ut dans ¡, ctul!-e du Prograrnme tl'Aide a la Publiallion 4· Sociología de la percepción estética Victoria OcarnfJO, bénijirie du soutien de Culturesfmna, opérateur du 65 Ministire Frllll(ais rúos AJJairu Etrcmg"es el l:'uropéennes, tlu Ministh-e 5· El mercado de los bienes simbólicos Franc-ais de la Culture el de la Cmnrnunica/ion el du Servía de CoofJératimt 85 d d 'A ction Cul/urtlle de li mbasJtule de FrlliU" en A rgmtine. 6. La producción de la creencia. Contribución a una Esta obra, publicada en e l marco del Programa de Ayuda a la Publicació n Victoria Or:unpo, cuenta con el apoyo de economía de los bienes simbólicos Culturesfrance, operador C:d Ministerio Francés de Asun tos Extranjeros y Europeos. del illiniste rio Francés de la C1dtura y de la 7 · Consumo cultural Comunicación y ele! Servicio de Cooperación y de Acción Cultural de la Emb;'_jada de Francia en Argentina. 8. La génesis social de la mirada IC> 20 1o, Siglo Veintiuno Editores Diseño de colección: tholi:.n kunst 9· Sobre el relativismo cultural Disei1o d.: cubierta: Pe ter Tjebbes Io. La lectura: una práctica cultural Pierre Bourdieu y Roger Chartier 253 ISilN 978-g87-62g- 123· t Impreso en Grafinor 1 1 Gral. Lamadrid 1576, Villa Ballester, 11. Resistencia en el mes de agosto de :w 1o 275 Hecho el depósito r¡u.: 111arca la l.:y 1 1.723 Nota sobre los textos Impreso en Argetllin.t// Mad.: in Argentina
  • 3. A modo de introducción Los conceptos centrales en la sociología de la cultura de Pierre Bourdieu Alicia B. Gutiérrez La intención de Pierre Bourdieu de construir elementos que permitan fundamentar una sociología de la cultura se encuentra ya en los comienzos de su producción científica y ha estado presente como preocupación en muchos de sus trabajos. A lo largo de más de cuarenta años de reflexiones teóricas e investiga- ciones empíricas, Bourdieu construyó una serie de conceptos articulados en una lógica de análisis específica que, superando distintas dicotomías que fueron planteadas en el origen mismo de las ciencias sociales, permi- ten comprender y explicar diversos fenómenos sociales, entre los cuales, sin duda, ocupan un lugar importante aquellos que están ligados a los distintos ámbitos de producción y consumo de bienes simbólicos. Evidentemente, Jos dos conceptos centrales de su teoría, campo y habi- tus, han mostrado diferentes grados de explicitación en todos esos años de trabajo y en diferentes momentos y contextos de producción. Reto- mar brevemente sus principales características a modo de introducción, y hacer referencia también a los otros conceptos a los que están asocia- dos, implica ese reconocimiento y un intento de sistematizar ideas que se encuentran en distintos escritos del autor. En la génesis del concepto de campo hay una intención de indicar una necesaria dirección en la investigación empírica, definida negativamente como reacción frente a la interpretación interna y frente a la explicación externa de ciertos fenómenos. 1 Es decir, con la construcción de la no- ción de "campo", Bourdieu comenzó a tomar distancias, en relación con el análisis de las obras culturales, tanto del formalismo que otorga a los ámbitos de producción de sentido un alto grado de autonomía cuanto del reduccionismo (especialmente presentes en los trabajos de Lukács y Goldman) que se empeña en relacionar directamente las formas artísti- 1 P. Bourdieu, "The Cenesis of the Concepts of Habitus and Field", Sociorri- ticinn (Pittsburg-Montepellier), en TIU!ories and Persputiws, ll, n• 2, 1985, pp.14-24.
  • 4. A MODO DE INTRODUCCIÓN 11 10 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO cas con las formas sociales. Las explicaciones que recurren a la evolución individuo, el grupo, las interacciones. Pensar relacionalmente es centrar interna de las ideas o de las formas artísticas en sí mismas, como una el análisis en la estructura de las relaciones objetivas -lo que supone un suerte de universo "puro" y alejado del mundo social que los produce, espacio y un momento determinado- que establece las formas que pue- y las explicaciones que identifican sin más una producción estética con den tomar las interacciones y las representaciones que los agentes tienen la clase social a la que perte nece su productor, cometiendo "el error de la estructura y de su posición en la misma, de sus posibilidades y sus de cortocircuito'? tienen algo en común: el hecho de ignorar que las prácticas. prácticas que se analizan se insertan en un universo social específico, un Entendido como un sistema de posiciones y de sus relaciones objetivas, campo de producción específico, definido por sus relaciones objetivas. el campo, en sentido general, asume también una existencia temporal, Así, para construir la noció n de "campo", en 1966 Bourdieu parte de lo que implica introducir la dimensión histórica en el modo de pensa- una primera formulación del campo intelectual como universo relati- miento relacional y con ello tomar distancias respecto de la tradición vamente autónomo, inspirado en una relectura de los análisis de Max estructuralista y conformar una perspectiva analítica autodefinida como Weber consagrados a la sociología de las En "A la vez contra "estructuralismo constructivista ". 6 Weber y con Weber", 4 una reflexión sobre el análisis que él propone acer- Conceptualizados como "espacios dejuego históricamente constituidos ca de las relaciones entre sacerdotes, profetas y magos, Bourdieu opone con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias"/ una visión relacional del fenómeno, frente a la visión interaccionista de los distintos campos sociales presentan una serie de propiedades genera- Weber. Pretende, así, les que, adoptando ciertas especificidades, son válidas para campos tan diferentes como el económico, el político, el científico, el literario, el subordinar el análisis de la wgica de las interacciones -que pueden educativo, e l intelectual, el del deporte, el de la religión, etc. establecerse entre agentes directamente en presencia- y, en Así, en su aprehensión sincrónica, se trata de espacios estructurados particular, las estrategias que ellos se oponen, a la construcción de posiciones a las cuales están ligadas cierto número de propiedades de las estructuras de las relaciones objetivas entre las posiciones que pueden ser analizadas independientemente de las características de que ellos ocupan en el campo religioso, estructura que determina quienes las ocupan y se definen, entre otras cosas, definiendo lo que está las formas que pueden tomar sus interacciones y la representa- en juego (enjeu) y los intereses específicos de un campo, que son irreduc- ción que pueden tener de tibles a los compromisos y a los intereses propios de otros campos. Cada campo engendra así el interés (illusio) que le es propio, que es la condi- Pasando de las interacciones a las relaciones se hace evidente que Bour- ción de su funcionamiento. 8 La noción de interés o de illusio se opone dieu retoma de una larga tradición estructuralista el modo de pensa- no sólo a la de desinterés o gratuidad, sino también a la de indiferencia: miento relacional, que identifica lo real con relaciones, por oposición al pensamiento sustancialista, visión común del mundo social que sólo re- La illusio es lo opuesto a la ataraxia: es el hecho de estar llevado conoce como realidades aquellas que se ofrecen a la intuición directa: el a invertir (investz), tomado en el juego y por el juego. Estar in- teresado es acordar a un juego social determinado que lo que allí ocurre tiene un sentido, que sus apuestas son importantes y dignas de ser perseguidas. 9 2 P. Bourdieu, "Objetivar al sujeto objetivante", Cosas dichas, Buenos Aires, Gedisa, 1988, p. 99. 3 P. Bourdieu, "Charnp lntellectuel et Project Créateur", en ú.s Temps Moderms, n• 246, pp. 865-906. ["Campo intelectual y proyecto creador", en Pouillon et 6 P. Bourdieu, "Espacio social y poder simbólico", Cosas dichas, ob. cit., pp. aL, Problnnas del eslnuturalismo, México, Siglo XXI, 1967.) 127-142. 4 P. Bourdieu, "Puntos de referencia", Cosas duhas, ob. cit., p. 57. 7 P. Bourdieu, "El interés del sociólogo", C-osas dichas, ob. cit., p. 108. 5 P. Bourdieu, "Une interprétation de la théorie de la religion selon Max 8 P. "Algunas propiedades de los campos", Sociología y cultura, Méxi- Weber", en Archives européennes de sociologie, XI!, ! , p. 5, subrayado del autor. co, GnJalbo, pp. 135-141. ["Una interpretación de la teoría de la religión según Max Weber", en P. 9 P. Bourdieu y L. Wacquant, Rí!fxmsM, j><rnr une Anthropologie rijkxive, París, Seuil, Bourdieu, lntekctualts, poütica y poder, Buenos Aires, EUDEBA, 1999.] 1992, p. 92. [Respuestas. Por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995. ]
  • 5. 12 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO A MODO DE INTRODUCCIÓN 13 Al no reducir los fines de la acción a fines económicos, esta noción de juego: "Todo campo es el lugar de una lucha más o menos declarada por illusio-y también de inversión (investissement) o de libido-10 implica acor- la definición de los principios legítimos de división del campo"!' dar a cierto juego social que él es importante, que vale la pena luchar por Pero el campo social como campo de luchas no debe hacemos olvi- lo que allí se lucha, que es posible tener interés por el desinterés -en sentido dar que los agentes comprometidos en ellas tienen en común un cierto estrictamente económico- y obtener beneficios de ello -en especial sim- número de intereses fundamentales, todo aquello que está ligado a la bólicos-, como en el caso de aquellos universos sociales que se explican existencia del campo como una suerte de complicidad básica, un acuer- por la economía de los bienes simbólicos. do entre los antagonistas acerca de lo que merece ser objeto de lucha, Por otra parte, la estructura de un campo es un estado -en el sentido el juego, las apuestas, los compromisos, todos los presupuestos que se de momento histórico- de la distribución, en un momento dado del tiem- aceptan tácitamente por el hecho de entrar en el juego. po, del capital específico que allí está en juego. Se trata de un capital Para que un campo funcione es necesario que haya gente dispuesta que ha sido acumulado en el curso de luchas anteriores, que orienta a jugar el juego, que esté dotada de los habitus que implican el conoci- las estrategias de los agentes que están comprometidos en el campo y miento y el reconocimiento de las leyes inmanentes al juego, que crean que puede cobrar diferentes formas, no necesariamente económicas, en el valor de lo que allí está en juego. La creencia es, a la vez, derecho de como el capital social, el cultural, el simbólico, y cada una de sus sub- entrada a un juego y producto de la pertenencia a un espacio de juego. especies. Esta creencia no es una creencia explícita, voluntaria, producto de una En "Con Marx contra Marx", 11 como en el caso de la noción de inte- elección deliberada del individuo, sino una adhesión inmediata, una su- rés, la noción de capital rompe con la visión economicista de los fenó- misión dóxica al mundo y a las exhortaciones de ese mundo. menos sociales y sugiere la posibilidad de considerar una amplia gama Un aspecto de la dinámica de los campos-cuyo principio de recursos susceptibles de generar interés por su acumulación y de ser reside en la configuración particular de su estructura, en las distancias y distribuidos diferencialmente en los espacios de juego, generando posi- acercamientos de las diferentes fuerzas que allí se enfrentan- se funda- ciones difere nciales en el marco de estructuras de poder. En ese sentido, menta en la dialéctica que se establece entre productores y consumido- puede decirse también que la estructura de un campo es un estado de las res de los diferentes tipos de bienes en juego. Pero también, en lo que relaciones de fuerza entre las instituciones y/o los agentes comprometi- se refiere a la autonomía relativa de los campos, dentro de una de lógica dos en el juego. de mercado, es importante la existencia de intermediarios, algunos de los Además de un campo de fuerzas, un campo social constituye un campo cuales actúan como instancias de consagración y legitimación específicas de luchas destinadas a conservar o a transformar ese campo de fuerzas. del campo, y el surgimiento de la diversificación y de la competencia Es decir, es la propia estructura del campo, en cuanto sistema de diferen- entre productores y consumidores. cias, Jo que está permanentemente en juego. En definitiva, se trata de la Las constantes definiciones y redefiniciones de las relaciones de fuerza conservación o de la subversión de la estructura de la distribución del (definiciones y redefiniciones de posiciones) entre las instituciones y los capital específico, que orienta a los más dotados del capital específico a agentes comprometidos en un campo, así como las de los límites de cada estrategias de ortodoxia y a los menos capitalizados a adoptar estrategias campo y sus relaciones con los demás campos, implican una redefinicíón de herejía. 12 Ahora bien, las luchas para transformar o conservar la es- permanente de la autanomía relativa de cada uno de ellos. tructura del juego llevan implícitas también luchas por la imposición de El surgimiento del mercado específico señala históricamente el surgi- una definición del juego y de los triunfos necesarios para dominar en ese miento del campo específico, con sus posiciones y sus relaciones entre posiciones. Podría decirse entonces que a mayor desarrollo del mercado propio, mayor autonomía del campo respecto de los demás, o que la 1O P. Bourdieu, Raiso11S pratiqtus 1ur la tlu'orit de l'action, París, Seuil, 1994. [Raw- 1/ts prácticas sobre la teoría de la acoÓII, Barcelona, Anagrama, 1997.] 11 P. Bourdieu, "Puntos de referencia", oh. cit., p. 57. 13 P. Bourdieu, "Espacio social y génesis de 'clases'", en Esparios, n° 2, Buenos 12 P. Bourdieu, "Algunas propiedades de los campos", oh. cit. Aires, p. 28.
  • 6. 14 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO A MODO DE INTRODUC CIÓN 15 1 influencia de los otros campos (económico, político, etc.) varía según el todo esto, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la grado de complejidad o de desarrollo del campo como campo específi- acción organizadora de un director de orquesta. 16 co, que posee leyes de funcionamiento propias, que actúan mediatizando la incidencia de otros campos. Producto de la historia, el habitus es lo social incorporado - estructura es- Hablar de autonomía relativa supone pues, por un lado, analizar las tructurada- que se ha encarnado de manera duradera en el cuerpo como prácticas en el sistema de relaciones específicas en que están insertas, es una segunda naturaleza, naturaleza socialmente constituida. El habitus decir, según las leyes de juego propias de cada campo, leyes que mediati- no es propiamente "un estado del alma", es un "estado del cuerpo", es zan la influencia de los demás espacios de juego, pero supone también la un estado especial que adoptan las condiciones objetivas incorporadas y presencia de los demás campos que coexisten en el espacio social global, convertidas así en disposiciones duraderas, maneras duraderas de mante- cada uno de ellos ejerciendo su propia fuerza, en relación con su peso nerse y de moverse, de hablar, de caminar, de pensar y de sentir que se específico. presentan con todas las apariencias de la naturaleza. Asociado a la noción de ethos y de hexis, el concepto de habitus es Por otro lado, al ser inculcadas dentro de las posibilidades y las impo- introducido por Bourdieu hacia 1968 y cobra especial importancia en sibilidades, las libertades y las necesidades, las facilidades y las prohibi- 1970, con La reproducción, 14 centrada especialmente en el análisis del ciones inscriptas en las condiciones objetivas, estas disposiciones duraderas papel de la escuela en la reproducción de las estructuras sociales, don- (en términos de lo pensable y lo no pensable, de lo que es para nosotros o no de la acción pedagógica (en tanto violencia simbólica), y más precisa- lo es, lo posible y lo no posible,) son objetivamente compatibles con esas con- mente el trabajo pedagógico, es concebido como trabajo de inculca- diciones y de alguna manera preadaptadas a sus exigencias. Como inte- ción, que tiene una duración suficiente como para producir un habitus riorización de la exterioridad, el habitus hace posible la producción libre de capaz de perpetuarse y, de ese modo, reproducir las condiciones obje- todos los pensamientos, acciones, percepciones, expresiones, que están tivas reproduciendo las relaciones de dominación-dependencia entre inscriptos en los límites inherentes a las condiciones particulares -histó- las clases. rica y socialmente situadas- de su produccióp: en todos los ámbitos, aun Especialmente en El sentido práctico, 15 Bourdieu se propone rescatar la los aparentemente más "individuales" y "personales" como pueden ser dimensión activa, inventiva, de la práctica y las capacidades generadoras los gustos y las preferencias estéticas. del habitus, rescatando de ese modo la capacidad de invención y de im- El habitus es, por un lado, objetivación o resultado de condiciones provisación del agente social. Aquí los habitus son: objetivas y, por otro, es capital, principio a partir del cual el agente de- fine su acción en las nuevas situaciones que se le presentan, según las sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructu- representaciones que tiene de ellas. En este sentido, puede decirse que ras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras el habitus es, a la vez, posibilidad de invención y necesidad, recurso y estructurantes, es decir como principios generadores y organi- limitación. zadores de prácticas y de representaciones que pueden estar Es decir, en tanto estructura estructurante el habitus se constituye en un objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda cons- esquema generador y organizador, tanto de las prácticas sociales como ciente de fines ni el dominio expreso de las operaciones nece- las percepciones y apreciaciones de las propias prácticas y de las prác- sarias para alcanzarlos, objetivamente "regladas" y "regulares" ticas de los demás agentes. Sin embargo, esas prácticas sociales no se sin ser en nada el producto de la obediencia a reglas y, siendo deducen directamente de las condiciones objetivas presentes, ni sólo de las condiciones objetivas pasadas que han producido el habitus, sino de la puesta en relación de las condiciones sociales en las cuales se ha consti- l, 14 P. Bourdieu yJ.-C Passero n , T..a &prodttclion, París, Minuit, 1970. [La reproduc- ción, Barcelo na , Laia, 1977.) 15 P. Bourdieu, l -e sen.s pratique, París, Minuit, 1980. [El sentido práctico, Buenos Aires, Siglo XXI , 2007] . 16 Ob. cit., pp. 88-89.
  • 7. 16 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO A MODO DE INTRODUCCIÓN 17 tuido el habitus que las ha engendrado y de las condiciones sociales de máticas. Ponerlas en funcionamiento en la construcción de una sociolo- su puesta en marcha. gía de la cultura supone subrayar que la relación dialéctica entre campo Hablar de habitus, entonces, es también recordar la historicidad del y habitus permite romper, por un lado, con la visión común del atte agente (sumando la dimensión histórica a la dimensión relacional), es como "proyecto creador", como expresión de una pura libertad, y, por plantear que lo individual, lo subjetivo, lo personal es es produc- otro, con la actitud metodológica que erróneamente relaciona de mane- to de la misma historia colectiva que se deposita en los cuerpos y en las ra directa la obra artística con la posición de clase de su productor. cosas. Para recordar también que las cosas en apariencia más puras, más su- Unidad sistemática que sistematiza todas las prácticas, el habitus es blimes, menos sujetas al mundo social, las cosas del arte, no son diferen- sentilÚJ práctico (sentido del juego social) y tiene una lógica propia, que tes de los otros objetos sociales y sociológicos y que su "purificación", es necesario aprehender para poder explicar y comprender las prácti- su "sublimación" y su "alejamiento" del mundo cotidiano son resultado cas. La lógica de la práctica es una lógica paradójica: lógica en sí, sin re- de las relaciones sociales específicas que constituyen el universo social flexión consciente ni control lógico. Es irreversible, está ligada al tiempo específico donde se producen, se distribuyen, se consumen y se genera del juego, a sus urgencias, a su ritmo; está asociada a funciones prácticas la creencia en su valor: es la problemática de la autonomía del campo ar- y no tiene intereses formales: quien está inmerso en el juego se ajusta a tístico la que conduce a definir, pues, las "reglas del arte". Las diferentes lo que pre-vé, a lo que anticipa, toma decisiones en función de las pro- dimensiones implicadas, el contenido específico que adopta cada una de babilidades objetivas que aprecia global e instantáneamente, y lo hace las categorías, sus relaciones con las demás, la lógica que las entrelaza, las en la uwncia de la práctica, "en un abrir y cerrar de ojos, en el calor de rupturas que implican su puesta en marcha y las posibilidades de cons- la acción ". 17 Y como es resultado de un proceso de incorporación en la tntcción de este ámbito de la realidad social se encuentran minuciosa y práctica y por la práctica, el sentido práctico no puede funcionar fuera detenidamente detalladas en las páginas siguientes. de toda situación, en la medida en que impulsa a actuar en relación con Campo, capital, illusio, creencia, habitus, estrategia, etc., son, pues, no- un espacio objetivamente constintido como estructura de exigencias, ciones centrales que el lector encontrará a lo largo de estos artículos, co- como las "cosas a hacer", ante una situación determinada: es lo que los brando las formas y las especificidades que les confieren, por una parte, deportistas llaman "el sentido del juego". los diferentes dominios de producción, de distribución y de consumo El habitus es el instrumento de análisis que permite dar cuenta de de los bienes simbólicos y, por otra, los distintos momentos y contextos las prácticas en términos de estrategias, dar razones de ellas, sin hablar de producción que, en este caso, abarcan un período de treinta y cinco propiamente de prácticas racionales. Dentro de este contexto, los agentes años de trabajo. sociales son razonables, no cometen "locuras" ("esto no es para nosotros") La selección de los once artículos que componen El sentido social del y sus estrategias obedecen a regularidades y forman configuraciones cohe- gusto -todos ellos inéditos en lengua española- y el itinerario sugerido rentes y socialmente inteligibles, es decir, socialmente explicables, por para su abordaje son obra de Pierre Bourdieu. la posición que ocupan en el campo que es objeto de análisis y por los Nueve de ellos son de su exclusiva autoría y dos fueron escritos en co- habitus incorporados. laboración, uno con Bourdieu y otro con Roger Chartier. Cada uno de los textos asume con especial particularidad un aspecto del ¿Por qué retomar aquí las características más importantes de los concep- de los bienes culturales: el origen del campo intelectual de las so- tos clave y la manera como se articulan en la sociología de Bourdieu? europeas y su dinámica, el campo de la producción (amplia y res- Para recordar que son las mismas categorías analíticas las que permi- tnng¡da) con las diferentes posiciones y tomas de posición de los produc- ten explicar y comprender los distintos ámbitos de la compleja realidad de las diferentes obras, el del consumo y las disposiciones estéticas social y habilitan a construir científica y metódicamente diversas proble- asoctadas, la constitución de la creencia en el valor de lo que allí se juega, las posibilidades y las imposibilidades ligadas al espacio social global. El conjunto de los textos termina con dos entrevistas que constituyen 17 Ibídem. las producciones más recientes que aquí se presentan. Ellas muestran
  • 8. 18 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO explícitamente un aspecto fundamental: las relaciones entre el arte y la 1.Cuestiones sobre el arte a partir política y las posibilidades de subvertir las legitimaciones del juego artís- tico. Tal vez sea una manera pudorosa de recordamos que, a diferencia de una escuela de arte cuestionada de muchos otros intelectuales contemporáneos comprometidos en jue- [Intervención de Pierre Bourdieu gos muy específicos, Bourdieu asoció sus producciones, sus apuestas y en la Escuela de Bellas Artes de Nimes] sus luchas a diferentes ámbitos sociales, evidenciando que, más allá de sus fuertes condicionamientos, es posible cuestionar las relaciones de dominación impuestas. APERTURA por Nadine Descendre Como parte de su investigación, Pierre Bourdieu aceptó venir a la Escuela de Bellas Artes de Nimes para reflexionar junto con uste- des sobre (o a partir de) la situación de una escuela de arte, y estamos muy honrados por su interés. Esperamos poder hallar ahora o más tarde las respuestas a las preguntas que haría falta formular (y entablar, todos juntos, un intercambio animado, pues estamos en una situación de bús- queda y todo el mundo debe poder exponer con absoluta libertad las pregun tas que verdaderamente le surjan). Una escuela de arte tiene sus propias prácticas, que le son específicas y que gozan -es necesario decir- lo- de una cierta autonomía [en las obras que alimentan esta práctica]. ¡Y es verdad que semejante cosa molesta a algunos! Pierre Bourdieu es etnólogo y sociólogo y reivindica también esa li- bertad, en particular con relación a Jos medios de comunicación, a la política, al dinero y a los diversos mandarinatos de la cultura. Por esta razón, estamos particularmente atentos a la mirada que tiene sobre las artes visuales y las escuelas de arte, y conmovidos por su presencia. PRESENTACIÓN por Ines Champey Quisiera agradecer a Nadine Descendre por haber recopilado las pre- guntas dirigidas a Pierre Bourdieu, y agradecer también a todos Jos estudiantes que han dedicado tiempo para reflexionar y redactar esas preguntas, muchas de ellas muy desarrolladas, otras más breves, más in- cisivas, otras más abstractas. De hecho, le solicité a Pierre Bourdieu que este año dictara algunos cursos en el College de France sobre la revo-
  • 9. 4· Sociología de la percepción estética La observación determina que los productos de la actividad humana socialmente designados como obras de arte (por su exposición en museos, entre otros signos de consagración) pueden ser objeto de percepciones muy diferentes, desde una percepción propiamente artís- tica, es decir, socialmente reconocida como adecuada a su significación específica, hasta una percepción que no difiere ni en su lógica ni en su modalidad de la que se aplica en la vida cotidiana a los objetos cotidia- nos. Producto de una historia particular en una sociedad particular, esta distinción se impone con lo arbitrario del hecho social. La mejor prueba de ello es, sin duda, el inevitable fracaso al que está condenado el aná- lisis esencialista de la percepción propiamente estética cuando, por no realizar una última "reducción", omite tomar en cuenta las condiciones sociales de posibilidad de la experiencia vivida de la obra de arte a la cual se aplica. Sin duda, la fenomenología de la experiencia estética no vuelve a caer por azar en el círculo donde se encerraba la fenomenología de la experiencia de lo sagrado, condenada a oscilar de modo indefinido entre el punto de vista del sujeto y el del objeto, entre lo "numinoso" y el Msentimiento de lo numinoso": si la obra de arte es, como observa Envin Panofsky, lo que demanda ser percibido según una intención estética (dnnands to be experienced esthetically) y si, por otra parte, todo objeto, natu- ral o artificial, puede ser percibido de acuerdo con esa intención, ¿cómo escapar a la conclusión de que es la intención estética la que "hace" la de arte? Para salir del círculo, Panofsky asigna a la obra de arte una Intención" en el sentido escolástico, intención objetiva que contradice la puramente "práctica", del mismo modo que, aplicada a un técnico -un semáforo, por ejemplo-, la percepción estética cons- tituye de alguna manera una negación práctica de la intención objetiva de_ ese objeto que demanda una respuesta "práctica" -pisar el freno-. Asd1• en el seno de la categoría de los objetos producidos por el hombre, efinidos por opostcwn a 1 o b" · ·• os natura1 1a categon•a de los obje- es,
  • 10. 66 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA 67 tos de arte se definiría por el hecho de que reclama ser percibida según de abordar los objetos socialmente designados como obras de arte, es una intención propiamente estética, es decir, en su forma más que en decir, como objetos que a la vez exigen y merecen ser percibidos según su función. Pero ¿cómo volver operativa tal definición? Panofsky obseP;a una intención propiamente estética que los reconoce y constituye como que es casi imposible determinar científicamente en qué momento un obras de arte, se imponen con la necesidad arbitraria de los hechos nor- objeto producido por el hombre se transforma en una obra de arte, es mativos -en los que lo contrario no es contradictorio sino simplemente decir, en qué momento la forma se impone sobre la función: "Cuando imposible o improbable-. Paradoja de la legitimidad, la imposición de un escribo a un amigo para invitarlo a cenar, mi carta es, en primer lugar, arbitrario puede efectuarse en la medida en que el arbitrario objetivo es un instrumento de comunicación; pero mientras más atención presto a desconocido como tal y reconocido como autoridad necesaria: decir "es la forma de mi escritura, más tiende a transformarse en una obra de ca- necesario" es reconocer e ignorar a la vez que se pueda hacer de otro ligrafía; mientras más atento estoy a la forma de mi lenguaje, más tiende El principium divisionis, que establece la admiración adecuada de a transformarse en una obra literaria o poética". 1 ¿Significa esto que la los objetos que merecen y exigen ser admirados, sólo puede ser tomado línea que separa el mundo de los objetos técnicos y el mundo de los obje- como una categoría a priori de aprehensión y de apreciación en la me- tos estéticos depende de "la intención" del productor de dichos objetos? dida en que las condiciones históricas y sociales de la producción y de De hecho, esta "intención" es el producto de las normas y convenciones la reproducción de la disposición propiamente estética -ese producto sociales que definen la frontera siempre incierta y cambiante entre los de la historia que debe ser reproducido por la educación- implican el simples objetos técnicos y los objetos de arte: "El gusto clásico -observa olvido de dichas condiciones históricas y sociales. La historia del gusto, Panofsky- exigía que las cartas privadas, los discursos oficiales y los es- individual o colectivo, basta para desmentir la ilusión de que objetos tan cudos de los héroes fueran artísticos( ... ) mientras que el gusto moderno complejos como las obras de arte, producidas según leyes de construc- exige que la arquitectura y los ceniceros seanjuncionales".2 Sin embargo, ción elaboradas a lo largo de una historia relativamente autónoma, sean la aprehensión y la apreciación de la obra dependen también de la in- capaces de suscitar, únicamente por sus propiedades formales, preferen- tención del espectador -que a su vez es función de las normas conven- cias naturales. Sólo una autoridad pedagógica puede quebrar continua- cionales que rigen la relación con la obra de arte en una cierta situación mente el círculo de la "necesidad cultural", condición de la educación histórica y social-, y de la aptitud del espectador para conformarse a esas que supone la educación. La acción propiamente pedagógica tiene así normas, por lo tanto de su experiencia y de su formación artística. La la capacidad de generar la necesidad de su propio producto y la mane- única manera de salir de la aporía es tratar la percepción propiamente ra adecuada de satisfacerla. Designando y consagrando ciertos objetos "artística" de la obra de arte, es decir, la percepción considerada como la como dignos de ser admirados y apreciados, ciertas instancias -como la única legítima en una sociedad dada, como un hecho social, cuya necesi- familia o la escuela, que están investidas del poder delegado de imponer dad es determinada "por una institución arbitraria", como decía Leibniz al traducir el ex instituto de la escolástica. Al no estar unida por ninguna 3 Al hablar de cultura legítima, hay que recordar que la dominación de la cul· clase de relación interna a la "naturaleza de las cosas" o a la "naturaleza tura dominante se impone más completamente cuando menos aparece como humana", no puede ser deducida de ningún principio, sea físico o bioló- tal y cuando logra, por tanto, obtener el reconocimiento de su legitimidad, gico. Al tener existencia y valor sólo en función de una historia particular implícito en el desconocimiento de su verdad objetiva. Legi- um•dad no es legalidad: si los individuos de las clases más desfavorecidas en o, si se quiere, de una tradición, se impone con una necesidad no lógica, materia de cultura reconocen casi siempre, de manera directa o indirecta la es decir, universal, incluso -si se permite la expresión- socio-lógica. legitimidad de .las reglas estéticas pro puestas por la cultura legítima, La distinción entre las obras de arte y los otros objetos producidos Y pasar su VIda, de Jacto, fuera del campo de aplicación de esas reglas sin d1scuur, sm embargo, su legitimidad, es decir, la pretensión de ser univer- la defmición (que es indisociable) de la manera propiamente estética reconocidas. La regla que define la práctica legítima puede no determmar en las conductas, puede no tener más que excepciones; no la de la experiencia que acompaña a esas conductas (por 1 E. Panofsky, Meaning in the Visual Arts, Nueva York, Doubleday Anchor Books. eJemplo, la verguenza cultural) y puede no ser pensada y reconocida, sobre 1975, p. 12. todo cuando es transgredida, como la regla que rige las prácticas culturales 2 E. Panofsky, ibíd., p. 13. cuando se pretenden legítimas.
  • 11. 68 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA 6g un arbitrario cultudtl, es decir, en el caso particular, el arbitrario de las de juristas profesionales; y como observa Max Weber, la "racionalización" admiraciones- pueden imponer un aprendizaje al término del cual di- de la religión debe su lógica propia, relativamente independiente de las chas obras aparecerán como intrínseca o, mejor, naturalmente dignas de condiciones económicas, al hecho de que depende del desarrollo de un ser admiradas o apreciadas.4 En la medida en que produce una cultura cuerpo sacerdotal dotado de tendencias y de intereses propios; así, el pro- (en el sentido de competencia), que es la interiorización del arbitrario ceso que conduce a la constitución del arte en tanto arte es correlativo de cultural, la educación familiar o escolar tiene por efecto ocultar cada vez una transformación de la relación que los artistas mantienen con los no más completamente, por inculcación de lo arbitrario, lo arbitrario de la artistas y, por ello, con los otros artistas, transformación que conduce a la inculcación, es decir, de las cosas inculcadas y de las condiciones de su constitución de un campo intelectual y artístico relativamente autónomo inculcación. y a la elaboración correlativa de una definición nueva de la función de l Si es necesario recordar también las condiciones sociales de posibili- artista Yde su arte. El movimiento hacia la autonomía que se inició en la dad de la representación dominante de la manera legítima de abordar Florencia del siglo xv con la afirmación de una legitimidad propiamente las obras de arte -es decir, las condiciones sociales de producción del artística, es decir, del derecho de los artistas a legislar absolutamente en ideal de un gusto "desinteresado" y de los "hombres de gusto" capaces su orden, el de la forma y el estilo, ignorando las exigencias externas de de obedecer en su percepción o su producción de la obra de arte a los la demanda social subordinada a intereses religiosos o políticos ("non cánones de una "estética pura"-, es porque la definición completa del puó essere belleza e utilita", dice Leonardo da Vinci) , se vio interrumpido gusto en su función social de signo de distinción excluye precisamente durante casi dos siglos por la influencia de la monarquía absoluta y la la conciencia de esas condiciones. El ideal de la percepción "pura" de la iglesia (con la Contrarreforma), ambas preocupadas por asignar un "lu- obra de arte en tanto que obra de arte es el producto de un largo trabajo gar" social y una tarea (por ejemplo, la función de la Academia) a la ca- de "depuración": comenzado en el momento en que la obra de arte se tegoría de los artistas, recortados de los trabajadores manuales sin estar despoja de sus funciones mágicas o religiosas, ese proceso de autono- integrados a las clases dominantes, y tomó un nuevo principio con el ro- mización se lleva a cabo paralelamente a la constitución de una catego- manticismo, ligado, de manera más o menos directa según las naciones, ría relativamente autónoma de profesionales de la producción artística, a una secesión de los intelectuales y los artistas que es, sin duda, el rever- cada vez más inclinados a no conocer otras reglas que las de la tradición so de una exclusión e, incluso, de una marginación. Así, la constitución propiamente artística recibida de sus predecesores, que les proporciona progresiva de un campo intelectual relativamente autónomo va a la par un punto de partida o un punto de ruptura y los coloca cada vez más en de la explicitación y la sistematización de los principios de la legitimidad condiciones de liberar su producción y sus productos de toda servidum- propiamente estética: afirmar la primacía de la manera de decir sobre la bre social, se trate de las censuras morales y programas estéticos de una cosa dicha y, por ello, de la forma sobre la función; sacrificar el "tema", iglesia preocupada por el proselitismo, o de los controles académicos y en otro tiempo directamente sometido a la demanda, a la manera de tra- los encargos de un poder político inclinado a ver en el arte un instru- tarlo, al juego puro de los colores, los valores y las formas; constreñir el mento de propaganda. Dicho de otro modo, como observa Engels en para constreñir la atención al lenguaje y a las correspondencias una carta a Conrad Schmidt, la aparición del derecho en tanto derecho, esotencas de los sonidos y del sentido; todo esto vuelve, en definitiva, a es decir, en tanto "dominio autónomo", es correlativa de los progresos afirmar la especificidad y la insustituibilidad del productor poniendo el de la división del trabajo que conducen a la constitución de un cuerpo acento sobre el aspecto más específico y más irreemplazable del acto de producción artística.'' Es necesario citar a Delacroix: "Todos los temas 4 Los hijos de las familias cultivadas que siguen a padres en sus visitas a museos o exposiciones toman prestado de ellos, de alguna manera, su disposición a la pr.ktica, e l tiempo para adquirir a su turno la disposiciún a 5 No_'><.' puede pretender reconstn.ir aquí e l sistema completo de los fac tores practicar que nacerá de una práctica arbitraria y. en un principio, arbitrana- socmles q_ han posibilitado los progresos del campo intelectual hacia la ue mente impuesta. Basta reemplazar museo por iglesia para ver que en ese caso baste con mencionar uno de los más importantes, a saber, la se tiene la ley de la transmisión tradicional de las disposiciones o, si se quiere. consutuc•on de un público anónimo, incapaz de ejercer sobre los artistas de la reproducción de lo., llabitus. un control explícito y de formular demandas expresas. (Cf. P. Bourdieu ,
  • 12. 70 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÍTICA 71 devienen buenos por el mérito del autor. ¡Oh, joven artista!, ¿esperas un tema? Todo es tema, el tema eres tú mismo, son tus impresiones, tus ese "derecho de que es.. acceso al arte Jaque expresa Ortega emociones ante la naturaleza. Debes mirar en ti, y no a tu alrededor ".6 El y Gasset cuando denuncia como Impopular 0 incluso antipopular" un verdadero tema de la obra de arte no es otra cosa que el artista mismo, es es ini.nteligible para los burgueses: "el arte nuevo, por su sola decir, el sujeto creador de la obra de arte, su manera y su estilo, marcas eXIstencia, obhga al buen burgués a confesarse lo que es: un buen bur- infalibles de su dominio del "oficio". Así, la conquista de la primacía de gués, un ser indigno de los sentimientos estéticos, ciego y sordo a toda la forma sobre la función es la expresión más específica de la autonomía pura. Pero inflige impunemente tal tratamiento después de del artista y de su pretensión de detentar e imponer los principios de una Cien anos exaltac10n del pueblo y de adulaciones de toda especie a la legitimidad propiamente estética. Porque exige categóricamente del espec- masa. Habituada a dominar en todo, la masa se siente ofendida en sus tador una disposición que el arte anterior exigía de él sólo condicional- del por el arte nuevo, arte de privilegio, de nobleza mente, el arte moderno y, en particular, el arte abstracto (que aboliendo de espmtu, de anstocracia del instinto".' el "tema" consagra el triunfo absoluto de la forma y, al mismo tiempo, Así, el modo de producción propiamente estético es el producto -o el del artista), instauran una relación radicalmente nueva entre la obra (o de una transformación del modo de producción artístico: el artista) y su público o, lo que viene a ser lo mismo, entre la forma, de la a la del capaz de aplicar la intención pura cual el artista es el único amo, y la función de la obra. Este arte por el arte de una a un objeto cualquiera, como Maree! Duchamp es, en efecto, un arte para el artista o, mejor, para los artistas, ya que en cuando enVIa un unnano al Salón de los Independientes de Nueva York lo sucesivo la obra de arte y el artista recibirán su función de la estructura .la infinita disponibilidad del esteta capaz de aplicar ]a del campo intelectual, en tanto sistema de relaciones entre posiciones estética a todo objeto, haya 0 no haya sido producido sociales a las cuales están asociadas posiciones intelectuales. Excluidos esa Sin duda no es por azar que las máscaras de Oce- del poder político y económico, arrojados por la mayoría en la miseria ama y los fetiches dogones hayan dejado los museos de etnografía para dorada de la vida de bohemio, los artistas encuentran en la contestación en trar en las exposiciones de arte en el momento en que, con el arte simbólica del orden burgués que los excluye (al menos tanto como ellos la de arte afirmaba, sin concesiones ni excepciones, su lo excluyen) una manera de revertir simbólicamente su relación hacia pretensiOn Imponer a la percepción de la obra las normas puras de su situación objetiva, es decir, hacia la relación que se establece objetiva- su Pero el olvido de las condiciones históricas y sociales de mente entre quienes detentan el poder y los artistas o los intelectuales, de de percepción presentadas como las categorías coaccionados a pagar la autonomía que les es concedida por su despla- a Pnon de una estetlca formal no conduce sólo al etnocentrismo a con- zamiento hacia prácticas destinadas a permanecer simbólicas, sean sim- trapelo de un falso universalismo del gusto que, como la ciencia según bólicamente revolucionarias o revolucionariamente simbólicas. La obra Descartes, permanecería idéntico en su esencia -cualquiera fuera la na- de arte moderno es la réplica más específica a la posición del artista, del obje.to al. cual se aplica-, como el sol que permanece igual condenado por la división del trabajo de dominación al interior de las sm Importar la d1vers1dad de los objetos que ilumina.s clases dominantes a ocupar un rango inferior en un universo en el cual sus antepasados no eran admitidos: ¿no iguala ella a todos los especta- dores al excluir a los que excluyen y arrojar en la barbarie las fracciones 7 J. Ortega YGasset, La tkshumanizacich¡ del arte, Madrid, Revista de Occidente 1• ed., 1925, 7• ed., 1962, p. 7. ' no intelectuales de las clases dirigentes -algo que el arte de las épocas 8 En _una época en_ que tantos sociólogos, bajo la influencia del estructu- la anteriores jamás había hecho, al menos hasta ese grado-? Es la indigna- atra1dos u_na teoña pura de la sociología, seña sin duda ción escandalizada del "burgués" excluido (al menos por un tiempo) de uul socwlog1a de la teoña pura esbozada aquí y analizar las condiCIOnes soc1ales de la aparición de teoñas puras de las ¡ · · · como 1 d K 1 S ogtcas unpuras d as e e sen, aussure, Walras, y de una ciencia formal e inmanente e 1arte tal la que propone Wóllflin. Puede verse, en este último caso "Champ imellectuel et projet créateur", Tnnps Modernes, n° 246, noviembre, amb1c1on de desprender las propiedades fonnales de toda -- ' 1966, pp. 865-906.) arust1 po "bl ca - expres1on 6 E. Delacroix, CEuvres litth'aires, París, Gres, 1923, vol. I, p. 76. d . SI e supoma ya consumado el proceso de autonomitación y de epurac16n la obra de arte y de la percepción arústica; pero, además el fonnal1smo f!JISta de esta teoña de la historia autónoma del arte que
  • 13. SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA 73 72 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO _propiamente artística, dominio práctico, adquirida por la fre- Una estética que confiere a la manera de percibir la primacía sobre de .obras o por un aprendizaje explícito de un código la cosa percibida proporciona recursos inagotables para la búsqueda de propiamente arusuco, es decir, de un sistema de clasificación que permi- la distinción: en efecto, tiende a operar, entre quienes poseen el modo te sttuar cada elemento de un universo de representaciones artísticas en adecuado y quienes no disponen de tiempo libre o medios para ftiar una que definida con relación a la clase cornple- en la obra de arte la mirada "depurada" y "desinteresada" que ella exi- rnentana (constitUida por todas las representaciones artísticas conscien- ge, una diferencia tajante, de todo o nada, que la ilusión del a priori te o inconscientemente excluidas). 9 La percepción ingenua, es decir, no -<>tro nombre de lac inconsciencia de la historia- tiende a considerar una específica, al apoyarse sobre el conocimiento previo de la división en distinción de esencia o de naturaleza; además, por el hecho de que la clases complementarias del universo de los significantes y del universo de depuración formal de la percepción estética tiene por contrapartida la los significados, trata los e lementos de la representación (hojas o nubes) extensión indefinida del campo de sus objetos, tiende a abolir las seguri- corno indicaciones o signos investidos de una función de pura denota- dades confortables de una estética realista que sólo demanda que se sepa ción ("es un álamo", "es una tormenta"); por el contrario, la percepción lo que es necesario admirar y autoriza y favorece las repeticiones sin fin y los innumerables excesos del refinamiento que definen el esnobismo. En efecto, nada sabría garantizar la pureza íntima e inefable de la mira- 9 Sería para más preciso, proceder al análisis comporuncial de da, ni siquiera la pureza de la cosa mirada ya que la pureza de una obra los grandes_tipos de Sistemas de clasificación implícitamente utilizados, en puede incluso duplicar el mérito de una mirada pura, aun reforzando d1ferentes epocas y en medios, para distinguir y ordenar las obras de arte. Hab1endo defimdo las grandes dimensiones de las diferentes taxono- la sospecha de su impureza. Puede verse el rendimiento social de esta mías estéticas, es decir, las cualidades en un sistema de clasificación estética del modo, adecuada para proporcionar a los estetas el medio de podría intentar definirlos de manera operacional constituyendo marcar, mejor que nunca, la diferencia de esencia que los separa del "co- sene de obras testigo que poseyeran esas cualidades en grados y como referentes para ordenar cualquier obra que mún", permitiéndoles al mismo tiempo poner entre e llos una infinidad presentara cuahdad en un grado determinado. Sin embargo, habría de diferencias infinitesimales. cmdad.o de tomar las operaciones recomtruidas por medio de tal d•sposmvo .como el funcionamimto rtal del juicio de gusto: si es Si el consumo adecuado de obras de arte está predispuesto a cumplir que el o la atribución suponen o/Jjttivammtt la elimi- una función social de distinción, es porque la aptitud para realizar el nac•on de las pos1b1hdades con las cuales se relaciona negativamente la clase, ideal histórico de la percepción "pura", al precio de una r uptura con la engloba la posibilidad estilística efectiv.amente realitada en tal obra par- ucular, tod?. parece incluso enu·e los especialistas, las categorías percepción cotidiana, es producto de un tipo particular de condiciones de percepc10n y de aprecmc1on permanecen relativamente poco sistemati 1 a- sociales. La obra de arte considerada corno bien simbólico (y no corno das y que, en la en que son actuadas más que pensadas como tales, bien económico, aunque siempre lo sea) sólo existe corno tal para quien obedecen a log•ca no tiene nunca en acto el rigor que le confieren las reconstrucciones. As1, por ejemplo, como lo demuestra e l análisis de las posee los medios de apropiársela mediante el desciframiento, es decir, P.referencias expresadas delante de las series experimentales de reproduc- para quien posee el código históricamente constituido, reconocido so- CIOnes de o de tan unidimensionales como es posible, cialmente como la condición de apropiación simbólica de las obras de una ob.ra es el Objeto de un juicio sincritico antes que sintético, en el mtervtenen, de un modo difícil de determinar y muy variable según arte ofrecidas a una sociedad determinada en un momento dado del el. mvel de (él mismo muy estrechamente ligado al tiempo. La observación determina, en efecto, que la capacidad para des- mvel de mstrucCion y a lmvel cultural de la familia de origen), la celebridad cifrar las características propiamente estilísticas es función de la com- autor Yde la obra, e l "realismo" de la representación, el género, 0 , más s•mplemente: la naturaleza del objeto representado. Antes de concluir que las expresadas los sujetos más cultivados sólo se inspiran en un mteres puro por las prop1edades exclusivamente formales de la obra de sociedades y épocas dife1 entes a un sistema único de interrogación ' de cla· arte, como sugerirlo elecciones menos conformistas o un discuf'IO conduce evidentemente a una forma de etnocentrismo. Wilhchn que con acarrea los vestigios estereotipados de los comentarios de Worringer denunciaba, JX>r ejemplo, el error de hablar de una "estética es n;cesario pensar que, m todos Los ni-wles dt compttmcia, e1 gótica", puesto que la idea de belleLa está implicada en el tém1ino "estética" JUICIO de g_usto se guta por las marcas más o menos gruesas y las señales m;h 0 (aparecido en e l siglo XVIII) y a la vetes perfectamente extraña, en su opi- menos su u les adecuadas para desencadenar las conduc•q· 0 1as opm•ones < < b ""' · · 1 nión, al espíritu gótico (W. W01-ringer, Form in Gothic, traducción del alemán uen tono, al menos tanto como por las propiedades intrínsecas de la obra de 11. Read, Nueva York, Schocken Books, 1957, p. 11).
  • 14. 74 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA 75 provista de una competencia propiamente artística se remite a los rasgos propiamente estilísticos, es decir, a la manera de tratar las hojas o las nu- olvidados, debido a una inversión del gusto y una larga decadencia de la bes característica de un estilo como modo particular de representación, investigación erudita, olvidados durante cien o ciento cincuenta años. situando la posibilidad estilística realizada -típica de la clase constituida ¿Qué ocurriría si se les volviera a prestar atención? Es fácil de prever que, por el conjunto de las obras de una época, una escuela o un autor- en en una primera fase, el análisis comenzaría a distinguir en esos mate- el universo de las posibilidades estilísticas. 10 Así, la aprehensión de los riales mudos varias entidades más simbólicas que históricas. La primera rasgos estilísticos que definen la originalidad de las obras de una época llevaría el nombre símbolo de Manet, que absorbería una parte de la con relación a las de otra época, o, en el interior de esta clase, de las producción juvenil de Renoir, e incluso, creo, algunos Gervex, sin contar obras de una escuela o un agrupamiento artístico con relación a otro, o todo Gonzales, todo Morizot y todo el joven Monet; en cuanto al Monet incluso, de las obras de un autor con relación a los otros autores de su más tardío, también convertido en símbolo, abarcaría casi todo Sisley, escuela o su época, o también de una obra particular de autor con una buena parte de Renoir, y, peor, algunas docenas de Boudin, varios relación al conjunto de su obra, es indisociable de la aprehensión de las Lebour y varios Lépine. No se excluye de ningún modo que algunos Pis- redundancias estilísticas, es decir, de la captación de los rasgos típicos de sarro e incluso, recompensa poco halagüeña, más de un Guillaumin fue- la materia pictórica que definen un estilo. En resumen, la captación de ran en tal caso atribuidos a Cézanne." 11 Al estudiar las representaciones las semejanzas supone la referencia implícita o explícita a las diferencias sucesivas de la obra de Caravaggio, Beme Joffroy muestra que la imagen y viceversa. privada que los individuos de una época determinada se hacen de una Como productos de la historia reproducidos por la educación difusa obra es función de la imagen pública de dicha obra y que ella es producto o metódica, los códigos artísticos disponibles para una época y una clase de los instrumentos de percepción, constituidos a lo largo de la historia social determinadas constituyen el principio de diferenciaciones perti- y, por lo tanto, variables a lo largo de la historia, que la sociedad les nentes que los agentes pueden operar en el universo de las representa- "Sé bien lo que se dice de las querellas de atribución: que ciones artísticas según un sistema institucionalizado de clasificación que no Uenen nada que ver con el arte, que son mezquinas y que el arte es le es propio, acercando obras que otras épocas distinguían, separando grande( ... ). La idea que nos hacemos de un artista depende de las obras obras que otras épocas acercaban, de modo que a los individuos les cues- que se le atribuyen y, lo queramos o no, esa idea global que nos hacemos ta concebir otras diferencias que las que el sistema de clasificación dispo- de él tiñe nuestra mirada sobre cada una de sus obras". 12 Así, la historia nible les permite pensar. "Supongamos -escribe Longui- que los natura- de los instrumentos de percepción de la obra es el complemento indis- listas e impresionistas franceses, entre 1860 y 1880, no hubieran firmado pensable de la historia de los instrumentos de producción de la obra en sus obras y no hubieran tenido a su lado, como heraldos, a críticos y la medida en que toda obra es construida, de alguna manera, dos veces, periodistas de la inteligencia de un Geffroy o un Duret. Imaginémoslos por el productor y por el consumidor, o mejor aún, por la sociedad a la cual pertenece el consumidor. La legibilidad de una obra de arte es función, para una sociedad dada, 10 Las leyes que rigen la percepción de la obra de arte son un caso particular de las leyes de desciframiemo y, por ello, leyes de la comunicación y de la de la distancia entre el código que exige objetivamente la obra conside- difusión cultural. Cualquiera que fuera la namraleza del mensaje -profecía rada Yel código artístico disponible; para un individuo particular, de la religiosa, discurso político, imagen publicitaria, objeto técnico, etc.-, su recepción depende de las categorías de percepción y de apreciación de los receptores. De ello se deriva que, en una sociedad diferenciada, se establece w1a relación estrecha entre la naturaleza y la calidad de las infonnaciones 11 R l..ongui, citado por A. Berne Joffroy, Le dossin Caravage. París, Minuit, emitidas y la estructura del público, siendo su "legilibilidad" y su eficacia 1959, pp. 100.101. tanto más fuertes en la medida en que encuentran más directamente las 12 A. Bernejoffroy, ob. ciL, p. 9. Sería necesario examinar sistemáticamente expectativas, implícitas o explícitas, que los receptores deben sobre todo a la relación que se establece entre la transfonnación de los instrumentos de su educación familiar y a sus condiciones sociales (y también, en materia de percept.ión Yla de los instrumentos de producción artística· la evolución cultura erudita al menos, a su educación escolar) y en la medida en que la de la pública de las obras pasadas está ligada a la presión difusa del grupo de referencia las mantiene, sostiene y refuerza por del_ arte. observa Lionello Venturi, Vasari descubre a Ciotto apelaciones incesantes a la norma. a parur de M•guel Angel; Belloni repiensa a Rafael a partir de Carrache y de Poussm.
  • 15. 76 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO SOCIOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA 77 distancia entre el código que exige la obra y la competencia individual, sistema de relaciones de oposición y complementariedad entre valores y definida por el grado en que el código social, más o menos adecuado, se colores (en determinado retrato, los colores del sombrero, la chaqueta y domina. Por el hecho de que las obras que constituyen el capital artístico la pared situada en segundo plano), pasan de alguna manera a través de de una sociedad exigen códigos desigualmente complejos y refinados, la cualidad sensible sin detenerse en ella y, "situándose inmediatamente por lo tanto susceptibles de ser adquiridos con mayor o menor facilidad en su sentido", para hablar como Husserl, captan directamente en ella un y rapidez mediante un aprendizaje institucionalizado o no, e llas se ca- significado fisiológico o psicológico, interpretando por ejemplo, como lo racterizan por niveles de emisión diferentes: la legibilidad de una obra hace la percepción cotidiana, una emoción en el rubor de una tez. 15 Así, de arte para un individuo particular es, pues, función de la distancia entre al no disponer de los medios para percibir las obras de arte en lo que el nivel de definido como el grado de complejidad intrínseco nen de más específico, esos espectadores les aplican inconscientemente el del código exigido por la obra, y el nivel de recepción, definido como el código válido para descifrar los objetos del mundo familiar, es decir, los es- grado en el cual este individuo domina el código social, él mismo más o quemas de percepción que orientan sus juicios prácticos: la interpretación menos adecuado al código exigido por la obra. En otros términos, cada asimiladora que lleva a aplicar a un universo extraño todos los esquemas individuo posee una capacidad definida y limitada de aprehensión de la de interpretación disponibles se impone, en efecto, como el único medio "información" propuesta por la obra, capacidad que es función del cono- para restaurar la unidad de una percepción integrada. Como observa Pa- cimiento que tiene del código genérico del tipo de mensaje considerado, nofsky, esta aprehensión ingenua se funda en "la experiencia existencial", sea la pintura en su conjunto, sea la pintura de tal época, de tal escuela es decir, en las propiedades sensibles de la obra (por ejemplo, cuando se o de tal autor. Cuando el mensaje excede sus posibilidades de aprehen- describe un durazno como aterciopelado o un encaje como vaporoso), o sión, al espectador sólo le queda la opción de desinteresarse por lo que en la experiencia emocional que esas propiedades suscitan (cuando se ha- percibe como un abigarramiento sin sentido, como un juego de formas o bla de colores sobrios o alegres). Pero siempre tiende a superar el nivel de de colores desprovisto de toda necesidad; o de aplicar los códigos de que las sensaciones y los afectos, es decir, la "comprensión" de las cualidades dispone, sin interrogarse si son adecuados o pertinentes. 14 expresivas y, por decirlo de algún modo, "fisionómicas" de la obra: en efec- Si es dificil describir "la estética" que se expresa en las preferencias o las to, quienes carecen de los medios para acceder a una percepción "pura" prácticas de la mayoría de otro modo que no sea en términos negativos es incorporan en su percepción de la obra de arte los intereses y las expecta- porque esta estética en sí (y no para sí) se funda menos sobre un rechazo ti'as que sustentan su percepción cotidiana, consagrándose de esa forma que sobre una privación. Al no disponer de los instrumentos de percepción a una "estética" funcionalista que no es sino una dimensión de su estética indispensables para discernir los rasgos estéticamente pertinentes que una o, mejor, de su ethos de clase. Expresión sistemática de una disposición as- obra comparte con la clase de las obras del mismo estilo y sólo con ellas, cética que se manifiesta también en las otras dimensiones de la existencia, los espectadores menos cultivados se ven en la imposibilidad de considerar el respeto incondicional hacia la cultura y el arte consagrado destina a la obra de arte como tal, no vinculándola a otra cosa que a ella misma. Por los pequeñoburgueses a una buena voluntad cultural perfectamente pura ejemplo, en lugar de captar el color de un rostro como un elemento de un aunque vacía, que se nutre de la contemplación del trabajo bien hecho, del culto del trabajo por el trabajo que proporciona el sustituto ético de la estética del arte por el arte. En cuanto a las clases populares, condenadas 13 E.., evidente que el ni,el de emisión no se puede definir de modo absoluto por el hecho de que la obra misma puede ofrecer de diferentes según el modo de recepcióu del espectador, y puede, por ejemplo. satisfacer el interés por la anécdota y el contenido informativo (histórico, en 15M. C.olin Thompson ha demosu·ado, a través de una serie de experimentos, particular) o atraer por sus propiedades formales. que, incluso cuando es interpelada por una consigna expreo;a, la captación 14 Es sobre la base de la correspondencia entre el nivel de emisión del memaje de los colores en su significación propiameute estética, es decir, en sus rela- (o, si se quiere, su legibilidad modal) y la estructura del público, tratado cioru>s internas, es extremadamente rara (incluso entre los adolescentes que como indicador del nivel modal de recepción, como se ha podido construir han finalizado estudios secundarios), ya que la atención de los espectadores un modelo matemático de la frecuentación d<• los museos (Cf. P. Bourdieu se dirige más bien a la significación anecdótica o narrativa de la imagen (C. y A. Oarbe l, L 'amQUr l'art, IRs musées européens et leur publique, 2° ed., ParÍ'>, Thompso n, Reponse to Colour, Corsham, Research Center in An Education, Minuit, l969, p. 120vss.). 1965).
  • 16. 78 EL SENTIDO SOCIAL DEL GUSTO SOCIOLOGiA DE LA PERCEPCIÓN ESTÉTICA 79 por las urgencias de la vida a una disposición pragmática que casi no pre- ciframiento es independiente del grado de adecuación del código que dispone a considerar y comprender como tales los productos ateleológicos pone en práctica, ya que quienes están más desprovistos ante las obras de la actividad propiamente arústica, casi totalmente desprovistas de ese de cultura erudita sólo logran escapar del desconcierto aplicándoles el arsenal de palabras que, en el primer grado de la iniciación arústica, per- código de la experiencia cotidiana, excluyendo así la posibilidad de des- miten al menos nombrar las diferencias y constituirlas como tales al nom- cubrir los fundamentos objetivos de su ceguera cultural, mientras que los brarlas -<:amo l{>s nombres propios de pintores célebres que funcionan en más cultivados ignoran la cuestión de las condiciones de posibilidad del tanto categorías genéricas o los nombres de escuelas o épocas como "los desciframiento de un sentido que les parece evidente. Panofsky observa Impresionistas", "los Holandeses" o "el Renacimiento"- están destinadas a que en el cuadro de Roger van der Weyden, Los tres magos, el espectador percibir como indistintas todas las obras que no revelan de inmediato un cultivado percibe de inmediato la representación de una aparición, la de sentido cuando se les aplica el código que permite aprehender los objetos un niño en quien reconoce al" niño Jesús". ¿Cómo sabemos que se trata cotidianos como significantes. de una aparición? El halo de rayos dorados que rodea al niño no podría Se podrá objetar que es en otros dominios y en otras situaciones, y en constituir una prueba suficiente ya que también se lo encuentra en re- particular en y frente a todas las formas del juego de sociabilidad -fiestas, presentaciones de la natividad en que el niño Jesús es "real". Se llega a competencias o pruebas físicas o intelectuales, juegos de palabras o inter- esa conclusión porque el niño se mantiene en el aire, sin soporte visible, cambios de bromas, etc.- como se expresa la disposición "estética" de los lo que también habría ocurrido con una representación no muy diferen- que no tienen tiempo de ocio, como el artista o el esteta, de "vivir para te -si el niño hubiera estado sentado sobre un cojín (como en el modelo ver", según la frase de Simmel: de hecho, en la medida en que tiende a que verosímilmente ha utilizado Roger van der Weyden)-. Sin embargo, transformar las relaciones sociales en formas puras de la sociabilidad, se pueden invocar centenas de representaciones en que seres humanos, desprovistas de toda otra finalidad que el éxito de la comunicación, el animales u objetos inanimados parecen suspendidos en el aire contra juego de sociabilidad, como el arte, instaura por un momento un mundo la ley de gravedad sin que por ello se presenten como apariciones. Por artificial donde, por la gracia del estilo, capaz de dar una forma común ejemplo, en una miniatura de los Evangelios de Otón lli, hay una ciudad a las significaciones más personales, se eliminan simbólicamente las dife- representada en el centro del espacio vacío mientras que los personajes rencias y los conflictos de la existencia cotidiana. Pero si, desde el punto que participan en la acción se mantienen sobre el suelo; se trata de una de vista de la sociología que trata los sistemas de valores como hechos ciudad bien real, el lugar de la resurrección de los jóvenes representados que difieren sólo por su imperatividad y su orientación última, esas prác- en primer plano. Si "en una fracción de segundo y de modo casi auto- ticas u otras semejantes -se trate de deporte, decoración, cocina o vesti- mático" interpretamos al personaje aéreo como una aparición, mientras menta- pueden ser descriptas como pertenecientes objetivamente a la es- que no otorgamos ninguna connotación milagrosa a la ciudad que flota tética, se sucumbiría a una suerte de etnocentrismo invertido que encuentra en el aire, es porque "leemos lo que vemos en función de lo que sabemos allí la expresión de una "estética popular" olvidando que las experiencias acerca de la manera, variable según las condiciones históricas, de expre- asociadas a esas prácticas no tienen nada que ver con la búsqueda de la sar a través de formas los objetos y los acontecimientos históricos": más belleza en sí y para sí, incluso cuando pueden ser descriptas como análo- precisamente, cuando desciframos una miniatura de alrededor del año gas en otro orden al que la contemplación de las obras de arte procura 1000, manejamos inconscientemente el presupuesto de que el espacio a los artistas y estetas. vacío sirve sólo de plano de fondo abstracto e irreal en lugar de integrar- La ilusión de la comprensión inmediata que condena a los especta- se en un espacio unitario, en apariencia natural, donde lo sobrenatural dores desprovistos de toda competencia específica a una comprensión Ylo milagroso pueden surgir como tales. 16 Entonces, porque obedece in- ilusoria, fundada sobre la interpretación asimiladora, no difiere en sn conscientemente a las reglas que rigen un tipo particular de representa- principio de la que determina que espectadores más avisados apliquen a las obras de su tiempo o de otra tradición esquemas de percepción y 16 E. Panofsky, "lconography and Iconology. An Introduction to the Study of de apreciación adquiridos por la frecuentación de las obras de los siglos Renaissance Art", The Meaning in the Visual Arts, Nueva York, Doubleday and precedentes. En efecto, el grado de conciencia de la operación de des- Co., 1955, pp. 33-35.