La poesía rinde homenaje a Santa Rosa de Lima, describiéndola como una madre tierna con la inocencia de una niña. A pesar de sufrir penas, Santa Rosa se entregó a Dios sin quejas, renunciando a la vanidad mundana para convertirse en santa en el cielo. Aunque quiso salvar al mundo, perdió su alegría y vivió días llenos de oscuridad. Hoy es recordada como la Santa de Lima, con un rostro dulce como las flores de los jardines.