1. ARISTÓTELES
La felicidad como el bien supremo (Ética a Nicómaco)
Volvamos de nuevo al bien que buscamos, para preguntar qué es. Porque parece que es
distinto en cada actividad y en cada arte; en efecto: es uno en la medicina, otro en la
estrategia, y así en las demás. Pero ¿qué es el bien de cada una? ¿No es aquello por lo
que se hacen las demás cosas? En la medicina es la salud; en la estrategia la victoria; en
la arquitectura la casa; en otros casos, otras cosas, y en toda acción y decisión es el fin,
pues todos hacen por él las demás cosas. De tal modo, que si hay algún fin de todos los
actos, éste será el bien realizable, y si hay varios, serán éstos. Nuestro razonamiento,
después de muchos rodeos, vuelve al mismo punto; pero intentemos aclarar más esto.
Puesto que parece que los fines son varios y algunos de éstos los elegimos por otros,
como la riqueza, las flautas y en general los instrumentos, es evidente que no todos son
perfectos, pero lo mejor parece ser algo perfecto; de suerte que si sólo hay un bien
perfecto, éste será el que buscamos y si hay varios, el más perfecto de ellos.
Llamamos más perfecto al que se persigue por sí mismo que al que se busca por otra
cosa, y al que no se elige nunca por otra cosa, más que a los que se eligen a la vez por sí
mismos y por otro fin, y en general consideramos perfecto lo que se elige siempre por sí
mismo y nunca por otra cosa.
Así parece ser sobre todo la felicidad, pues la elegimos siempre por sí misma y nunca
por otra cosa, mientras que los honores, el placer, el entendimiento y toda virtud los
preferimos, ciertamente, por sí mismos (pues aunque nada resultara de ellas,
desearíamos todas estas cosas); pero también los preferimos en vistas de la felicidad,
pues creemos que seremos felices por medio de ellos. En cambio, nadie busca la
felicidad por estas cosas ni, en general, por ninguna otra.
Parece que también ocurre lo mismo por la autarquía, pues el bien perfecto parece ser
suficiente. Pero no entendemos por suficiencia el vivir por sí solamente y en el
aislamiento, sino también vivir para los padres y los hijos y la mujer, y en general para
los amigos y conciudadanos, puesto que el hombre es por naturaleza social. Pero hay
que tomar estas cosas dentro de ciertos límites, pues extendiéndolo a los padres y a los
descendientes y a los amigos de los amigos, se iría hasta el infinito. Pero esto lo
examinaremos después. Estimamos suficiente lo que por sí sólo, aisladamente, hace
deseable la vida y no necesita nada: y pensamos que es así la felicidad. Es lo más
deseable de todo aun sin añadirle nada; pero es evidente que resulta más deseable si se
le añade el más pequeño de los bienes, pues lo agregado resulta un exceso de bienes y,
entre los bienes, el mayor es siempre más deseable. Parece, pues, que la felicidad es
algo perfecto y suficiente, ya que es el fin de nuestros actos.
Pero tal vez parece cierto y reconocido decir que la felicidad es lo mejor y, sin embargo,
se desearía además que se mostrara con mayor claridad qué es. Acaso se lograría esto si
se comprendiera la obra del hombre. En efecto: del mismo modo que en el caso de un
flautista, de un escultor y de todo artífice, y en general de los que hacen alguna obra o
actividad, parece que lo bueno y el bien están en la obra, así parecerá también en el caso
del hombre, si hay alguna obra que le sea propia ¿Habrá alguna obra y actividades
propias del carpintero y del zapatero, pero ninguna del hombre, sino que será éste
naturalmente improductivo? O bien, así como parece que hay alguna obra propia del ojo
y de la mano y del pie, y en general de cada uno de los miembros, ¿no se atribuirá al
hombre alguna función aparte de éstas? ¿Y cuál será ésta, finalmente? Porque el vivir
parece también común a las plantas, y se busca lo propio. Hay que dejar de lado, por
tanto, la vida de nutrición y la de crecimiento. Vendría después la sensitiva, pero parece
que también ésta es común al caballo, al buey y a todos los animales. Queda por último,
2. cierta vida activa propia del ente que tiene razón; y éste, por una parte, obedece a la
razón; por otra parte, la posee y piensa. Y como esta actividad se dice de dos maneras,
hay que tomar la que es en acto, pues parece que se dice primariamente ésta.
El bien humano es una actividad del alma conforme a la virtud, y si las virtudes son
varias, conforme a la mejor y más perfecta, y además en una vida perfecta. Porque una
golondrina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco hace al hombre dichoso y feliz
un solo día ni un tiempo breve.
Preguntas
1-¿Por qué la felicidad es el fin más perfecto? Explique y dé un ejemplo
2.- Existen diferentes finalidades, todo se realiza por un fin. Mencione y explique dos
propósitos o fines en su vida con sus correspondientes acciones para lograrlo.
JEAN-JAQUES ROUSSEAU (1712-1778)
El valor de la existencia
Todo está en flujo continuo sobre la tierra. Nada conserva una forma constante y
definida, y nuestros afectos que se aficionan a las cosas exteriores pasan y cambian
necesariamente con ellas. Siempre por delante o por detrás nuestro recuerdan el pasado,
que ya no es, o previenen el porvenir, que a menudo no llegará a ser; nada hay firme en
ella a lo que el corazón pueda apegarse. De suerte que no tenemos casi en este mundo
sino el placer que pesa; en cuanto a la felicidad duradera dudo que sea conocida. Apenas
hay en nuestras más vivas alegrías, un instante en el que el corazón pueda decirnos
realmente: Quisiese que este instante durase siempre. ¿Y cómo se puede llamar
felicidad a un estado fugitivo que nos deja todavía el corazón inquieto y vano, que nos
hace desear alguna cosa antes, o querer todavía alguna cosa después?
Pero si hay un estado en que el alma encuentre asiento bastante seguro para descansar
toda entera, y congregar allí todo su ser, sin tener necesidad de recordar el pasado, ni
abrazar el porvenir, donde el tiempo no sea nada para ella, donde el presente dure
siempre, sin que por ello acuse su duración y sin ninguna huella de tránsito, sin ningún
otro sentimiento de privación ni de alegría, de placer ni de pena, de ansia ni de miedo
sino sólo aquel de nuestra existencia, y que tal único sentimiento pueda ocupar entera;
tanto como ese estado dure, quien se halle en él puede llamarse dichoso, no con una
felicidad imperfecta, escasa y relativa, como la que se alcanza en los placeres de la vida,
sino con una felicidad completa, perfecta y llena que no deja en el alma ningún vacío
que se sienta la necesidad de colmar. Tal es el estado en que me hallé con frecuencia en
la isla de San Pedro, en mis solitarios ensueños, ya fuera acostado en mi barca que
dejaba derivar al impulso del agua, o sentado en las orillas del lago agitado, ya fuera en
otro lugar, al borde de un hermoso río o de un arroyo que murmurase sobre los guijos.
¿De qué goza en semejante situación? De nada ajeno a sí, de nada de sí mismo y de la
propia existencia; tanto como ese estado dure, nos bastamos a nosotros mismos, como
Dios. El sentimiento de la existencia despojado de todo otro afecto es por sí mismo un
sentimiento apreciadísimo de contento y de paz, que bastaría él solo para hacer esta
existencia estimada y amable para quien supiese apartar de sí todas las emociones
3. sensuales y terrenas que acuden sin cesar a distraernos y a turbarnos en este mundo la
dicha. Pero la mayor parte de los hombres, presos en continuas pasiones, apenas
conocen ese estado y, no habiéndolo probado más que imperfectamente durante raros
instantes, no conservan sino una noción oscura y confusa, que no les deja apreciar su
encanto.
Preguntas
1- ¿Qué significa que la felicidad es un estado fugitivo que nos hace desear una cosa
antes, o querer todavía alguna cosa después? Explique y de un ejemplo.
2.- ¿A qué se debe la felicidad imperfecta escasa y relativa según Rousseau?
LA PERSONA
La importancia de la persona humana ha ido descubriéndose poco a poco en nuestra
cultura, la noción de persona es de fundamental importancia porque es la fuente última
de la dignidad humana.
Notas que definen a la persona
La inmanencia.-El ser humano tiene mayor interioridad que el resto de los seres vivos.
La intimidad conduce al hombre a su propio interior, conociéndose. Se trata de una
apertura hacia dentro y oculta para los demás. Y desde esta intimidad crece brotando
nuevas metas, planes, creaciones que parecían imprevisibles.
La persona puede manifestar esta intimidad porque es un ente que habla, que se expresa
a través de sus actos y a través de sus creaciones.
La persona humana es capaz de dar, esto se ve especialmente en la capacidad de amar,
en el amor el amante se da por entero a la persona amada y este amor necesita de la
reciprocidad, el don de amar necesita ser recibido, agradecido y correspondido.
Otra característica de la persona es el diálogo con otra intimidad. Una persona sola no
puede manifestarse, ni dar, ni dialogar: se frustraría por completo.
La intimidad: el yo y el mundo interior
Lo íntimo es lo que sólo conoce uno mismo: lo más propio. Intimidad significa mundo
interior, el sentimiento que lo protege es la vergüenza o pudor que cubren
espontáneamente lo íntimo frente a miradas extrañas. Lo íntimo sólo se confía a
personas que están en mi intimidad, pero no a todo el mundo. Todo lo que el hombre
posee pertenece a su intimidad; cuanto más intensamente se tiene, más íntimo es: el
cuerpo, la ropa, el armario, la habitación, la casa, la conversación familiar etc.
La manifestación del cuerpo
La manifestación de la intimidad se realiza a través del cuerpo, del lenguaje y de la
acción. A la manifestación en sociedad de la persona se le llama cultura.
El diálogo: la intersubjetividad
La condición dialógica de la persona es estrictamente social, comunitaria, el lenguaje no
tiene sentido si no es para establecer el diálogo con los demás. La falta de diálogo es el
factor que destruye las comunidades humanas. Existe verdadero diálogo cuando ambos
interlocutores tienen la capacidad de escuchar y compartir su intimidad.
La persona como fin en sí misma
La persona es una realidad absoluta y por ello debe ser siempre respetada. Kant dice:
“Obra de tal modo que trates a la humanidad, sea en tu propia persona o en la persona
de otro, siempre como un fin, nunca sólo como un medio”. No debemos servirnos de las
personas para conseguir nuestros propios fines.
El respeto es primordial porque con ello se está reconociendo su dignidad
4. La persona en el espacio y en el tiempo
Somos nuestro cuerpo y por lo tanto nos encontramos en el espacio y en el tiempo. Esta
situación afecta a la persona, la vida humana se despliega en las coordenadas espacio
temporal.
Gracias a su inteligencia el hombre tiene la capacidad y la constante tendencia a situarse
fuera del tiempo en la medida que es capaz de pensar sobre él, de objetivarlo. El hombre
lucha contra el tiempo, trata de dejarlo atrás, de estar por encima de él.
El primer modo de superar el tiempo es guardar memoria del pasado. La segunda
manera es desear convertir el presente en algo que permanezca, que el amor no muera,
que los momentos felices se detengan, que la muerte no llegue, que exista la eternidad.
Una tercera manera de situarse por encima del tiempo es anticipar el futuro, proyectarse
con la inteligencia y la imaginación hacia él para decidir respecto de él.
La persona como ser capaz de tener
El hombre es un ser racional, pero además de esto tiene otras dimensiones: voluntad,
sentimientos, tendencias y apetitos, conocimiento sensible, historia, proyectos...El
hombre es un ser capaz de tener, un poseedor.
El hombre posee un físico, un tener cognoscitivo y los hábitos.
Los fines de la naturaleza humana
Lo natural en el hombre es, por tanto, el desarrollo de sus capacidades. Ese desarrollo se
dirige a conseguir lo que es objeto de esas facultades, en especial las superiores
(inteligencia y voluntad; verdad y bien). El fin del hombre es la verdad y el bien y
entorno a esto desarrolla su historia.
Pregunta
1.- Explique porqué es necesario el diálogo.
2.- Analice la frase de Kant y vea su alcance.