El control empresarial es la cuarta y última etapa del proceso administrativo. Implica evaluar los resultados obtenidos frente a lo planeado para corregir desviaciones y errores que mejoren continuamente la empresa. Requiere comparar los resultados reales con los esperados, asegurando que la acción se lleve a cabo según los planes y dentro de la estructura organizacional. Para ser efectivo, el control debe ser simple, adaptable, eficaz, eficiente, continuo y aceptado por todos, enfocándose en áreas estratégicas críticas.