1. ANÓNIMO
Érase una vez, una hombre llamado Nai Ha, que vivía en
una pequeña aldea cerca del río Mekong y amaba el oro
más que cualquier otra cosa en el mundo. Tanto le
gustaba el oro que consumía todo su tiempo en descubrir
cómo convertir las cosas en oro. Poco a poco, se fue
haciendo más pobre porque todo su dinero lo utilizaba
para experimentar, y así llegó un día en que Nai Ha no
pudo mantener a su familia.
Su esposa, agobiada por el problema de Nai Ha, pidió
ayuda a su padre, a ver si éste le podía quitar las ideas de
la cabeza a Nai Ha.
Así, al cabo de unos días Nai Ha fue invitado por su
suegro a comer. Mientras comían el suegro de Nai Ha le
dijo:
-¡Ja, ja, ja! Ya me ha dicho mi hija que tú también te
dedicas al arte mágico de la obtención de oro. Como eres
el marido de mi querida hija te dire un secreto - el suegro
miró a los lados y bajo mucho la voz - tengo la fórmula
para obtener oro.
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2. Nai Ha, muy contento y nervioso, le preguntó al suegro
cuál era el secreto.
-¡Sólo necesito una cosa para poner en marcha la fórmula
pero necesito tu ayuda!
-¡Claro que te ayudaré! Sólo dime que quieres que haga.
- Lo que necesitamos son tres kilos de aquella pelusa que
crece bajo las hojas de banano o cambures. Atención: las
hojas que tomaras, aquellas pelusas, deben ser de los
árboles de bananos que tú mismo has plantado y
cultivado en tus campos. Cuando hayas recogido
bastante pelusa, tráemela, juntos haremos el oro.
Nada más llegar a casa, Nai Ha le contó el pacto que
había hecho con su suegro y al día siguiente la familia ya
estaba plantando árboles de bananos o cambures.
Con el tiempo las plantas crecieron, y con mucho cuidado
Nai Ha sacaba de cada hoja la ligera pelusa. Estaba tan
concentrado en el proyecto que ni se daba cuenta que la
esposa y los hijos recogían los bananos y cada día los
llevaban a vender al mercado de la aldea.
Después de 3 años de intenso trabajo, Nai Ha había
recogido poco más de medio kilo de pelusa:
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3. un trabajo fatigoso, pero Nai Ha sólo pensaba en el pacto
con su suegro y los 3 kilos de pelusa de banano.
Al cabo de muchos años, Nai Ha logró recoger 3 kilos de
la blanca pelusa que le había pedido el suegro. La puso en
un cesto y se la llevó al anciano.
-¡Qué bien! Seguiste mis indicaciones y has trabajado
mucho- dijo el suegro.- Sólo queda convertirlos en oro.
Abre la puerta del fondo.
Nai Ha se precipitó hacia la puerta y quedo como
paralizado a la vista de tantos pedacitos de oro que había
en la mesa, destellaban al sol. Alrededor de la mesa,
estaban sentados la esposa y los hijos de Nai Ha.
-Esto es lo que hemos ganado vendiendo nuestros
buenos bananos en estos 10 años dijo amablemente la
esposa de Nai Ha.
-Nai Ha, eres un hombre rico de verdad - dijo su suegro -
Así es cómo se convierten las cosas en oro y durante
todos estos años lo has hecho casi sin darte cuenta.
Ahora tienes que seguir haciéndolo.
Y así fue, Nai Ha siguió el consejo de su suegro y trabajo
junto con su familia para conseguir vivir
desahogadamente.
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*Cuentos Infantiles con Valores 5
4. Relfexión
Así como Nai Ha estaba obsesionado con hacer
oro, las personas vivimos con obsesiones que
nos hacen olvidar aquello que es más
importante. Logramos aferrarnos tanto a una
idea que no encontramos alternativas con las
cuales puedo lograr, de una manera más
sencilla, cumplir esas ideas. Nai Ha logró
obtener una muy buena lección que puede
serte útil, si quieres algo, recuerda que debes
trabajar duro y con dedicación para poder
obtenerlo.
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