El documento critica la visión actual de la educación, señalando que los modelos de conducta que se enseñan a los niños y jóvenes fomentan el plagio, la impuntualidad y la falta de respeto por las normas. Además, argumenta que la sociedad actual enfatiza el individualismo y el éxito basado en el dinero por encima del bien común. Finalmente, sostiene que se ha impuesto una teoría "zoológica" sobre la naturaleza humana que justifica el tratamiento de los pobres como inferi
1. VISIÓN ACTUAL DE NUESTRA EDUCACIÓN
PEDRO ORTIZ CABANILLAS
Todos estos modelos de conducta se muestran e imponen a niños y
jóvenes, previamente acostumbrado al plagio de los exámenes, al
incumplimiento de las tareas, a la impuntualidad, a las bajas calificaciones,
al irrespeto por las normas y reglamentos, a la imperfecciones que
fomenta el propio subdesarrollo y, sobre todo, a la anomia prevaleciente
en el mundo dominado por el liberalismo y la enseñanza del axioma según
el cual quien tiene dinero, todo lo puede. Para el sistema social actual,
todo es posible hacer, todo está permitido y solo uno es responsable de
sus actos; de cada quien depende su educación, su salud y, por lo tanto, su
destino y vida. La sociedad no existe, excepto como conglomerado de
individuos libres, que mientras más se estimen a sí mismo, mas egoístas
serán y poco o nada les importara la vida de los demás. El yo, el ego, el
self, aunque se cuida menos que la piel, es lo que se venera, sin saber en
qué consiste, ni que se supone que sea venera. La vida se comparte solo
en las grandes fiestas, en los grandes espectáculos, todos supuestamente
más excitantes mientras más estridentes sean los ritmos y los gritos,
menos líneas o puntos luminosos perturben la oscuridad y mientras más
drogas se consuman. La vida no tiene pasado ni futuro: es solo presente, y
este depende del dinero, sin importar como se obtenga. Y para que los
hombres sean más y mas libres, el Estado tiene que reducirse a su mínima
expresión. Pero, eso sí, con el poder necesario para enlazar o denigrar a
quien corresponda, según la demanda de quienes buscan un voto, un
cargo, una prebenda, e impidiendo que trabajen quienes no tienen las
competencias que el mismo Estado no se las dio.
Por consiguiente, el maestro tiene que saber de qué cata dura es la
sociedad donde tiene que educar. No puede dedicarse a enseñarse como
si todo estuviera en orden, con la vaga idea que el mundo, el
subdesarrollo y las personas sin objetivos son amorales por su propia
naturaleza; presuponiendo que todo está bien y que solo ella, o el, podría
estar al borde de infringir un código de moral que, por añadidura, apenas
conoce; de tal modo que la maestra debe estar convencida, o al maestro
2. convencido, de que basta con repetir a la masa de alumnos los textos que
alguien pone en sus manos, si es que la pone, y seguirlas instrucciones de
un manual sinópticamente aprendido.
En el debate teórico no puede faltar el tema de los objetivos de la
educación y de cómo se deberían cumplir tales objetivos de la educación y
de cómo se deberían cumplir tales objetivos o lograr las competencias. Un
debate que se reduce a tratar de imponer alguna idea del autor más
conocido a través de los medios que el mismo poder económico
trasnacional se encarga de distribuir. De este modo, quien decide el
destino de los pobres, que se supone nunca podrán superar por si mismo
su propia pobreza, es algún representante de la teoría que defiende y
justifica las cosas tal como están.
De aquí nuestro problema fundamental no es tanto el contenido de lo
cual curso, ni el método del cómo enseñarlo: el problema que nos parece
más esencial es que se nos ha impuesto una teoría zoológica acerca de la
naturaleza del sujeto de la educación, que es incompartible con el
desarrollo moral de las personas y la superación de la inmoralidad social.
En el mundo desarrollado no tiene la menor importancia que los niños que
van a la escuela sean animales - superiores, complejos, acabados, o no -,
como dicen las ciencias naturales: basta tener dinero, por ser rico da
poder y eso es suficiente para hacer un ciudadano competente para cubrir
las necesidades del mercado. Además, tratar como animales al resto del
mundo facilita mantener la tranquilidad de la conciencia, de manera que si
los pobres se mueren de hambre, no saben ni dejan trabajar, son
incapaces de crear producir sus propios medios de vida, es problema de
ellos mismos, de su incompetencia genética, de su incompetencia
muscular de su incompetencia cerebral. El hombre desarrollado solo se
valora a sí mismo y niega que llego a ese grado de desarrollo por la
dominación que siempre ejerció sobre los subdesarrollados. Por eso, en
cualquier parte del mundo, a quien tiene poder le encanta bendecir su
destino, su talento, su competencia para inventar, vender y dominar. El es
inocente de los cargos de la explotación de los esclavos, de la
servidumbre, del obrero, del desempleado. Su concepto de sociedad
formada por individuos libres lo vuelve inocente de las necesidades de
3. quienes lo único que puede vender es su fuerza de trabajo, es decir, su
vida misma.
Los maestros son, efectivamente, ubicado en ese ´´sector´´ de la población
que lo único que puede vender a los nuevos propietarios de las empresas
de la educación, donde se ubica el mismo Estado, es su capacidad
personal, no tan formada porque así conviene bienestar de todos. Si la
profesora o el profesor no ha aprendido, aunque fuera porque no tenía
con que comprar su material de estudio, ya no es problema de la empresa.
Y así como en la industria se puede despedir al trabajador mal formado en
la misma empresa, así también “el sector educación”, como empresa,
tiene la competencia de decidir quién ingresa a ella, cuánto debe ganar y
cuando tiene que salir por incompetente: por sus mecanismos de defensa
ha reprimido la culpa, tanto por no pagar impuestos, como por defender
sus ganancias.
Los maestros pueden asociarse como quieran, solo que dentro de los
criterios que la misma empresa estima apropiados a su nivel de
competencias. Pero si la suma de competencias superara a las del
proletariado, real o virtual, la respuesta del empresario consiste , por un
lado, en adjetivarlo como incompetente, con elegancia o en la lengua
vulgar que mejor se entiende; y, por el otro, en convencer al usuario, a los
alumnos y a sus padres de cuán incompetentes son quienes le enseñan,
que son los empleados formados por la propia empresa.
Los maestros tienen que saber, entonces, que la formación de sus
alumnos se da dentro de una estructura social que no es ciertamente
solidaria, libre o justa. Ellos deben saber que su trabajo se realiza, mejor
dicho, se vende, en un mercado donde faltan solidaridad, libertad y
justicia. De modo que para encubrir esta realidad inmoral se aplican muy
bien las ideas de las Ciencias Naturales – La Biología, la Ecología - , que
explican la supuesta naturaleza animal del hombre y se extrapolan a la
educación de los niños y de los hombres en general.
Prof Juber Huaripata
Juber_h@yahoo.com
993236459