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3
el imaginero
(cuentos breves)
Elvis Herrada Erquiaga
4
© Elimaginero
© ElvisHerradaErquiaga
© FondoEditorialCulturaPeruana,2009
Diseñográfico: JorgeLuisT asayco Altuna
Prohibidalareproducciónparcialototalporcualquierme-
diosinautorizaciónexpresadelautor.
FondoEditorialCulturaPeruana E.I.R.L.
Jr.IcaNº668-Lima1
Teléfonos:(51)(1)330-3024 (51)(1)9632-9919
RUC: 20510351861
ImpresoenPerú/PrintedinPeru
5
A manera de introducción
Esta serie de micro-cuentos reunidos bajo el nombre
de «El Imaginero» es un conjunto de prosas minimalistas
que individualmente relatan episodios ficticios de un pro-
tagonista que toma a la ciudad –en este caso Lima- como
locación de sus aventuras y desventuras.
En algunos casos son sueños interpretados por un
ápice de realismo, sin embargo, se puede denotar que
en su conjunto encierra tres puntos claves con la cual in-
terpretar la lectura: la primera es el amor, que en casi to-
dos los textos se encuentra presente debido a una mani-
festación universal del ser humano, la segunda es el odio,
que es otro instinto natural del hombre y que por ser el
antítesis del primero ocupa un lugar especial en la obra y
que sumado al amor concluyen en la muerte, que es el
tercer punto clave dentro de las historias mínimas aquí
relatadas.
El lenguaje utilizado por el autor es denominado co-
loquialismo de vanguardia, que infiere en la fluidez de
las palabras y en la dejadez de la prosa con ritmo silábico
o asonantado, hacia el texto con denominación creacio-
nista o ultraísta. Cabe resaltar que los micro-cuentos guar-
dan una relación entre sí más no un orden general, por
esto es que se puede variar los tiempos e incluso diversi-
ficar los escenarios.
6
7
Para acercarse al imaginero
La literatura es fuego. El fuego es una llama incandes-
cente que crece según la ira del hombre. El hombre es un
animal político. Los animales no razonan sobre las cosas
que ocurren a su alrededor. La razón ha contraído Alz Hei-
mer en los últimos siglos, y se va olvidando del orden de
las cosas: La literatura incendió el mundo moderno con pa-
labras que aún arden en la piel. Destruyó las formas bási-
cas de la narración y propuso un nuevo orden de las imá-
genes.
Entonces las palabras se hacen balas salvavidas que
penetran en la sien, revientan el cerebro y los sesos des-
perdigados mejoran el paisaje urbano del cuento. Un pe-
queño relato se puede convertir en una bomba incendia-
ria. Un verso, su mecha peligrosa. Una novela, Hiroshima.
En el juego de la ficción la naturaleza sobra. Sobran el
tiempo y el clima. Sobran los motivos. Todo se centra en
el sonido de las palabras cuando afinan un buen acorde,
cuando logran una imagen en buena resolución. Una fra-
se aromática bañada de dulzura podría convertirse en la
mejor manera de reivindicar la estética de la palabra.
En un mundo ahorcado por la angustia, donde el va-
lor del arte está reducido a la coima y la ponzoña, a la
prostitución de la hipocresía civilizada y la economía del
8
signo, donde la belleza juega sus últimos capítulos, es
favorable la aparición de artefactos de ataque contunden-
te y peligrosa adicción.
El Imaginero es un consolidado de sueños, un puño
cerrado que golpea la piel mofletuda de una generación
alimentada del desencanto. Un abanico de combis asesi-
nas que vuelan sobre un basural llamado Perú.
Elvis Herrada proviene de las canteras desenfreno y
aprendió a escribir antes de ser expulsado de un útero
para cumplir una condena cruel: ser poeta.
Juan José Sandoval Zapata
9
CUARTO
Hay noches de duelo en mi habitación, días de
verano y tardes donde quiero sacarle la mier-
da a cualquiera. También partes mediana-
mente oscuras donde se esconden mis escrú-
pulos; y penas que observan tras la imagen
de Mundhoney en 25 x 10 cm. No existe foto-
grafía mía alguna, pero hay un espejo decora-
do con semen y grasa de acné que se burla
diariamente. Bob Marley escapa de su gélido
soporte y saluda, me invita a fumar tempra-
no para entender el día. Luego, la rutina. Des-
pués, el estrés. Más tarde, calaveras velan mi
sueño con sus gritos de ultratumba y los lla-
mados de la canción perdida en repetición. Ahí
despiertan los amigos reciclados en caja de
zapatos, junto a la hierba, los papeles y ese
tequila sin acabar que dejó Mike Love.
Hay personas bebiendo y leyendo a Bukowski
en el respaldar de mi cama, pero nadie me in-
vita a tomar. Será hora de insultar y largarlos
de mi cuarto-bar, antes de que pierda ese des-
tello que me hace pensar. Sólo contigo.
CUARTO
10
ATRAPADO
No me jodas. Tengo que morderle la oreja,
conectarle jabs en el cerebro, patearle entre
las piernas, zamparle un cabezazo y hacerle el
amor sobre la lona. Inútil será contar hasta
diez, cuando sólo necesito tres para mi precoz
satisfacción.
No se levantará a menos que yo lo diga o cuan-
do Don King deje de espiar tras la cerradura.
Tengo suficientes esteroides para noquearla
en el primer round y seguir tumbándola los
siguientes dieciséis asaltos. Los únicos puntos
que ganará son los que cerrarán su corte fa-
cial.
Aún así, estaré ahí, atrapado en el cuadrilátero
de plástico esperando acabar con el reflejo dan-
tesco que he creado.
ATRAPADO
11
BURBUJA
Hay una burbuja traslúcida que no podrás re-
ventar, aquella que te hace renegar cuando
me haces el amor virtual. A veces, flota sobre
mí y me atrapa como crack bajo la lengua, me
diluye con saliva para luego escupirme en la
Plaza Francia junto a los maricas y mi amiga
soledad.
Creerás que es fácil penetrar esa esfera deli-
cada, con tus manos de porcelana y lengua
asfaltada; sólo necesitas embriagarme en al-
gún bar, acariciarme los cabellos sin tu fingir
natural, regalarme un trocito de tu eyacula-
ción feminal y luego, cuando despierte, asesi-
narme en el lugar. ¿Podrás?
BURBUJA
12
DESAMPARADO
Estoy corriendo junto a mi duende por la ala-
meda ribereña cerca al río Rímac, inhalando
Terokal en nuestra bolsita verde transparen-
te y escupiendo maldiciones al cuarto men-
guante que desaparece entre tu sombra.
Dicen que los rieles del tren se calientan al lle-
gar la locomotora. Esta vez, pegaremos nues-
tras mejillas fuertemente contra el hierro para
olvidarnos de tu llegada y también destruire-
mos las flores amarillas que te esperan en la
Estación Desamparados; eso sí, te regalare-
mos nuestros globos oculares apanaditos con
polvito de cocaína. ¿Comerás?
DESAMPARADO
13
ELIMINAR
No es fácil ser el que camina entre gente in-
consciente, pensando en qué sucederá si a Dios
se le ocurre eliminar. En algunos casos, no le
vasta un terremoto de altos grados, un incen-
dio forestal, una epidemia virulenta o el can-
tar de los que no están. Seguro nos auguran
proféticas trompetas bañadas en oro sonando
a nuestro alrededor justo en el instante en que
nos perdemos entre rutinas y sincretismo. El
supremo necesita aumentar la tasa de mor-
talidad para poder equilibrar.
No es fácil ser el que pierde la cordura y dis-
para odio entre los peatones, pensando que
así todo pueda cambiar. Destino hay.
ELIMINAR
14
ESTANCIA
Voy a dispararte en la sien mil excusas por mi
suicidio si quieres, pero antes tendrás que
bailar desnuda en el frontis del Palacio de Jus-
ticia. No lo hagas bajo cortinas de humo gene-
radas por el skunk, tampoco con recuerdos de
alcoba sin sexo marital, sólo hazlo sobre pe-
dazos de corazón artificial y esas plumas invi-
sibles que robaste de mi almohada.
Hoy es jueves y no te escucho gritar los bole-
ros de antaño, mucho menos gemir un falso
orgasmo premeditado con una botija de ca-
china, cuando me estimulo en el baño.
Ayer te quise de madrugada; ojalá mañana
camines sobre mi techo mojado con tu pijama
traslúcido. Bonita ternura.
ESTANCIA
15
ARTIFICIALEZA
Me conmueve la sutileza de tus lágrimas gri-
ses entre condones estriados. Algunos con res-
tos de semen y otros con mentiras. Tu silueta
falaz frente al espejo te muestra linda en el
reflejo, y puedes creerle como yo cuando me
amas. No tienes bellos ojos porque son rubíes
atornasolados por el lente de contacto, aun así
puedes ver tras ellos y clavar dagas a distan-
cia. Eres pura como concubina adoctrinada, y
también rezo de los arcángeles en el purgato-
rio. Yo estuve ahí esperando tu regreso, en-
tonando canciones de amor cerca de la hogue-
ra, con Lucifer como corista y Dios como tes-
tigo; aun así permaneces en la caldera acosta-
da con tus demonios irreales. Eras.
ARTIFICIALEZA
16
AUSENCIA
Hay una calle que aún no he visitado en esta
ciudad. Dicen que por ahí transitan prostitu-
tas que llevan flores en los cabellos y grandes
aros de metal en la vulva. Los hombres las
buscan, pero ellas los alejan con fétidos olores
que emanan de sus glúteos. Nunca están dis-
puestas al mejor postor, pero llevan nombres
de sementales en las frentes y ansias por for-
nicar.
Las encontré fuera del Palacio Gubernamen-
tal buscando lo que no van a encontrar, cami-
nado por donde fui alguna vez y recordando
lo que no hicimos. Les pregunté qué es la mier-
da y me respondieron con besos. Me dieron
de beber vino malbec y terminamosdurmien-
do en el hall del Club Nacional. Desde ahí ten-
go pesadillas eróticas regresivas y ese amar-
gor en los labios que no quitará tu ausencia.
AUSENCIA
17
DESEOS
No pretendo alterar tus sentidos con mis arias
de pederasta católico, ni tampoco enseñarte
el flácido pene que escondo bajo la sotana de
acólito. El efecto del vino y la hostia, pueden
hacerme encontrar la razón y llevarme a bai-
lar en el púlpito ceremonial.
He tenido duendes limpiando el atrio y peque-
ños diablillos que cambiaban los focos de la
parroquia desinteresadamente. También bailé
con María madre en el centro del altar mien-
tras la serpiente interpretabasalmos testimo-
niales, pero dejamos de hacerlo cuando la hoja
de afeitar cortó su mejilla y el rastrero huyó
despavorido. También oré por ellos bajo las
sábanas celestes del padre, con una linterna
catalítica y un cáliz rebalsando de lágrimas.
Hoy también estuve recogiendo deseos con
San Martín de Porras y los colocamos en un
sobre dirigido a Changó; posiblemente los con-
ceda con su velita negra.
DESEOS
18
SUPERFICIAL
Un cigarrillo sobre aceite quemado y te miro
caminar sobre ello... sin tocarlo. ¿Puedes
creerlo? No voy a encender otro petardo
mientras tú cantas «Bye, bye, love», pero pue-
do escucharte tras la vitrina de acertijos punk;
como lo hago diariamente con los demás y sus
voces coloquiales adueñándose de la ciudad, y
también a los estúpidos que saben de rock en
el backstage. Yo no tengo un All Acces, pero
te puedo enseñar mis pulmones si me das tu
navaja. No tengo zona VIP en tu concierto de
escarlatas aparatosas y gritos inelocuentes
porque yo no soy el de tu canción. Aún así,
flotas sobre la muchedumbre de gente, como
el taladro sobre una sonrisa de algodón. Ahí.
SUPERFICIAL
19
SECO
¿Quién será el que próximamente intente el
dolor? Sé que no soy yo ni los muertos que
recojo y escondo en el ropero. Capaz eres tú y
tu silueta de niña gala, con su gabardina y su
porcelana, coca-cola y brackets transparen-
tes; con su látigo invisible y escamas de luces
peatonales. No creas que es fácil, tienes que
beber lo mínimo que puedas porque te seca-
rás, no como la tía Martha y su hoja de coca
soleada, pero sí como ver en el espacio asfal-
tado ese imperfecto espectro violáceo que
huye con su diamante bruto, entre las pier-
nas. Seco y duro; como la nariz al pasar la coca
los viernes en el Queirolo. Después, bajas y
pierdes. Luego, no hay dolor. Y gritas:
¡¡¡AAHHH!!!
SECO
20
ESTÚPIDO
Quiero hacerte el amor con mi disfraz de co-
nejo rosa.
Quiero infectar tu herida con lágrimas azules.
Quiero gritarte boleros de la posguerra, mi-
rando en el cielo las estrellas.
Quiero tragar un puercoespín bebé.
Quiero un Volkswagen para atropellarte.
Quiero borrar Octubre del calendario.
Quiero lanzarme de la azotea del Swissotel,
sobrio.
Quiero orinarme los pantalones y acostarme
con la Virgen María.
Quiero golpear a los pobladores de la huaca
Huallamarca.
Quiero amanecer trovando con Silvio Rodrí-
guez por la avenida El Rosario, como siempre.
Quiero tocar «Rape Me» en el velorio de mis
padres.
Quiero fornicarte con mi flácido pene y no ca-
lentarte solamente.
Quiero calar tu nombre con la hoja de afeitar
oxidada, en mi corazón.
ESTÚPIDO
21
Quiero llevarte a ninguna parte y recordar lo
que no fue.
Quiero seguir esperándote junto a Ricardo
Palma en la alameda que lleva su nombre.
Pero, sobre todo, quiero no pensar en ti.
22
CARARRASPADA
Voy a 120 tragos por hora en plena avenida
central montado en mi bicicleta de juguete. No
quiero esquivar borrachines que conducen
autos importados ni escaparme del drogado
policía que asalta con su Pathfinder a los que
escapan de la luz. Igual seré atropellado.
Posiblemente me detenga para verte cruzar el
puente peatonal, y también puedo saltar con-
tigo, pero no dejaré que lo hagas sin tussaddles
jumping; y también puedo raspar mi mejilla
derecha contra el asfalto para que no me vuel-
van a tocar tus labios, pero no pidas que deje
mis vicios por tu corazón indiferente.
Ayer seguí dribleando a señores de saco y cor-
bata de la tribuna occidental de mi país, sin
darme cuenta de que el pseudounderground
que maneja es solo una careta con moretones
comprados a crédito en la tienda de moda. Hoy
escapo de mi habitación monocromáticapara
enrumbarme en la ciclovía del Alprazolam y
farmacia, mientras el extraño te coge sobre
mi sábana gris. Te veo.
CARARRASPADA
23
ECLIPSADO
A mí tampoco me gusta tu novio; es más, de-
testo a los que se te acercan y esos que dicen
que te harán sentir mejor; también a los que
lloran dentro del microbús encogiendo la ca-
beza entre sus piernas, esperando la nerviosa
caricia de alguien en su nuca. Soy igual a los
demás, pero no soy lo mismo. Me parece indi-
ferente pensar en el tipo que te besa a oscu-
ras, el que te seduce por messenger, el que
mete sus manos entre tus piernas o el que
escribe debajo del sofá con las cenizas del ha-
chís. El que roba fármacos a tu madre. No me
interesa saber si alguien te moja la mano con
sudor azul, o si escupen mentiras para asimi-
lar el dolor; también nadé desnudo en el es-
tanque de sanguijuelas y no logré sobrevivir.
Sé que es imposible que dos planetas vuelvan
a chocar, lo repite constantemente Calamaro
en versión Bob Dylan, aquí junto a Soledad,
en la triste brisa de este mediodía eclipsado.
ECLIPSADO
24
NEGRO
No duermo y tengo los ojos como escarapelas
en plena avenida central. He caminado por
más de ocho horas mirando el finito acercarse
con aroma de victoria. Le sonreí con mis dien-
tes postizos para evitar conversar con ella; es
que la cocaína no puede hacerte sonreír natu-
ralmente, siempre queda la sensación de que
falta más hipocresía. He tomado seis litros de
aguardiente que sancochan tu saliva de mis
labios, pero aún no logro vomitar. He visto
estrellarme contra tu rostro cien veces espe-
rando el KO. He comprendido la existencia de
la raíz de menos uno en la época de la con-
temporaneidad, cuando siempre pensé que tu
camiseta de Einstein era honesta. No creo es-
tar en ningún lado, pero hay una intensa luz
que ennegrece mi camino. Ojalá no sea una
linterna de baterías pirata.
NEGRO
25
PAYASO
Soy cuando escribo cartas de amor y prometo
casarme contigo en la iglesia más bonita y cos-
tosa de esta ciudad, aunque mi flor de plástico
se quede sin agua para chisguetear o se aca-
ben las pilas del electrocutador de manos; al
final, una patada que reciba en el culo nos hará
carcajear, y posiblemente te haga el amor.
También lo soy cuando cierro los ojos al be-
sarte, cuando me hago el muerto, cuando pier-
do mi virginidad y la independencia de la que
me suelo burlar, cuando me emborrachoen el
Sheraton sin saber en qué piso debo acabar y
también cuando salgo a cazar. Soy un clown
de ojos reventados y cortes faciales, de zapa-
tos sucios con cemento, de tragos gratis y rea-
les, como Fellini sin su Julieta. Como el Infier-
no sin el cielo. Como chispitas multicolores
saliendo de un corazón plastificado.
PAYASO
26
ÁNGEL
Las cosas pueden salir bien cuando uno se lo
propone. Encerrado en el baño o en medio de
una fiesta universitaria, con litros de cerveza
que ocultan la tristeza en cada sorbo ensali-
vado. La alegría puede ser parte de todos
cuando se está ebrio, o stone, o todo. «Terri-
torial Pissings» va a sonar toda la noche re-
cordándote lo borracho que eres junto a la
imagen de Warhol vislumbrándose en pop.
Multicolor. Multifacético. Multiplicándose
constantemente tras cada trago alcoholizado
que anunciará la resaca. El dormitar del ayer
en horas de la madrugada y las náuseas que
posteriormente decorarán tu habitación. Des-
pierta. Recoge tu vómito amarillo y recíclalo
en esa bolsa gris junto a tu riñón. Hazme sa-
ber que esa alegría no es más que una menti-
ra decorada con rodajas rojas de corazón. Ayer
bebía contigo.
ÁNGEL
27
CRISÁLIDA
Me parece imposible creer que sólo dos veces
en mi vida he logrado matar mariposas con la
pestaña. Claro que mirar luego es difícil, mu-
cho más cuando hay tres tipos juntos espe-
rando correr con tu soledad, pretendiendo
escapar con ese rato que a nadie prestas. No
sé si ellas pueden prever el futuro, o si sus
entrañas son de mal agüero, o si tienen algún
tipo de feromona indispensable para los clep-
tómanos de espacios.
La muerte puede estar a la vuelta de la esqui-
na, pero quién mierda ha doblado esa calle
sabiendo lo que le espera. No sé si los lepidóp-
teros me quieren más que los ladrones; pero
cómo puedo caminar sin pensar en que pue-
des obstruirme la retina y no darme cuenta
de que eres tú quien trae a los enemigos. No
entiendo por qué estás presente cuando esto
sucede, pero sí creo que hay una última ter-
cera vez para no ver más. Espero.
CRISÁLIDA
28
PERDIDO
Puedes caminar solo todo el tiempo, tejiendo
ideas que no sabes si se harán realidad. Pue-
des perderte por una semana en alcohol y
marihuana, heroína, cocaína, pasta, LSD, jugo
de naranja con vodka, y seguir flotando en la
nada. Es el momento en que da igual perder-
se o encontrarse. El camino está obstruido y
tu visión opaca por el esmog de los muertos
que caminan tropezándose.
Puedes extraviarte todo un mes completo y
sentarte en la banca del parque frente al ma-
lecón, esperando que Cobain te empuje al va-
cío. Tienes tres segundos para recordar tu
vida o una botella de Jack Daniels para vomi-
tarlo en el retrete, antes de enfrentarte al suelo
cara a cara. No vas a rebotar, pero sí sentirás
como Mike Tyson te conecta miles de jabs en
el cerebro.
Puedes seguir escapando dentro de tu cuarto
y morderte los labios para que no te escuchen
gritar, puedes llorar frente a la fotografía de
tu madre bailando con la abuela difunta, o
PERDIDO
29
masturbarte bajo la cama con el recuerdo de
la chica que te abandonó en el bar donde te
golpearon miles de veces, por tu estúpida
manera de ser.
Puedes despertar en una orgía donde todos
quieren meterte el dedo al culo, solo porque
pareces indefenso y un ignorante robot subor-
dinado. Puedes seguir buscando, pero no en-
cuentras nada parecido a lo que deseas, siem-
pre están las demoledoras de sueños y ese for-
zoso aterrizaje de botellas quebrándose en tu
interior. ¿Estás?
30
GUNNAR
¿Dónde están los duendes? Ayer me comentó
un animal que los vio irse en varios grupos
junto a mis juguetes preferidos. Antes asalta-
ron la ciudad llevándose consigo a todos los
primogénitos recién nacidos. Gunnar está ahí,
con su botella de amoniaco por la mitad y dis-
parando bossa-novas al espectro lunar, car-
gando en su espalda esa tranquilidad de ex-
tremidades menudas que también quiere es-
capar. ¿A dónde van? Dicen que las aves llo-
ran estiércol frente a la vieja cabaña de ma-
dera ubicada entre las Torres que no cesan
de quemar. Allí matarán gigantes increíbles
con sus piedras carmesí, para ofrecerlos como
trofeos a su venerada esfinge violácea, la que
sólo aparece en horario crepuscular. ¿Estaré
ahí?
GUNNAR
31
EBRIO
Mil vasos con Ballantines cayendo sincroniza-
dos en su estómago sin fondo. Cayendo. Sin-
cronizados. Estómago. Sin fondo. Perforando
los intestinos rosados que se conectan al co-
razón. Destrózalo. Incomunícalo. Mientras
gentes miran alrededor, gentes mientras es-
peculan en su interior. El corazón cae. Los bra-
zos caen. Un cuerpo cae. Asfalto amortiguan-
do el embutido ensangrentado que olvida tras
su huida aquel músculo grasiento incrustado
entre «What kind of love» y «Barco sin puer-
to» de German Bense. Sangre tibia con restos
de semen se evaporizan como alcohol entre
sus labios, mientras él se observa dentro de
su estómago embriagándose constantemen-
te. No se irá.
EBRIO
32
DEPRISA
Estoy corriendo a cien por hora y no voy a
detenerme. Me destrozaré contra las paredes
y aún así no voy a parar. Me han dicho miles
de veces que una costilla se puede quebrar,
pero no romper. Que siempre estará ahí con
sus vasos llenos de vodka y su media capita
de naranja; riendo diplomáticamente en un
cuarto piso del Marriott abarrotado de gen-
tes extrañas, esperando mi veloz carrera.
Hasta allí llegué, a tropezones contracorrien-
te. Tragándome las balas para escupirlas en
ráfagas mientras te veo mirarme en pleno alu-
cine al caer (según el Absolut, a 0.045 milési-
mas de segundo) contra el pavimento. Y no
me detendré así traspase la astenósfera y li-
tósfera, y el mismísimo culo del mundo, para
volver mi regreso a ti y encerrarme en tu jau-
la de hamster donde perseguiré a mil por hora
la tristeza. Pequeño animal.
DEPRISA
33
CONECTANDO...
Amanecí trovando una vieja canción de ayer.
Cantándole a mi tristeza la nostálgica melodía
que gritaba en antaño, cuando el revólver cus-
todiaba mi sien días antes del amanecer frus-
trado. Estoy viéndote a través del monitor y
golpeo fuertemente las teclas. Te escucho y
me río solo. Aunque muda estás. Fría como el
hardware de mi PC. Mimetizada como los
softwares en mis programas. Río y lloro. Aun-
que lejana estás, y por más cercanía que haya,
perdura el trauma de no poder hablar. Silen-
cio perdido, como virus Big Bear en sistema
de programación. Escape. Salida. Ctrl + Alt +
Supr. Extiende tu mano a través del monitor
de 14", despréndete del mouse y el teclado
omnipresente, y grítale a la pantalla que tú
estás del otro lado, no la oscura careta delnic-
kname atiborrado de amigos pretendientes.
Estoy buscándote.
CONECTANDO...
34
COMPOSICIÓN
Cutervo said:
Me gustaría
Cutervo said:
besar
Cutervo said:
las mejillas
Cutervo said:
rosas
Cutervo said:
bajo
Cutervo said:
tus pómulos
Cutervo said:
tiernos.
Escala decreciente de fonemas. Composi-
ción para doce personas, en Luna Nueva
sobre Tomás Marsano.
COMPOSICIÓN
35
¡GOL!
Patéalo de modo que se eleve para tomar una
curva lateral derecha, gire irrefrenablemente
hacia fuera y se incruste como un cometa ex-
traviado en el vértice del rectángulo irrompi-
ble. Un desfase de corazones alborotados y la
secuencia prolongada de un grito austero:
¡Gol! ¿Conoces la libido? Son como miles de
almas empinadas desde la parte superior alta
de la tribuna hasta el estrechamiento de las
rejas contra el cuerpo, a mucha presión. A
veces tardo en entender la explosión que pro-
duce el avistamiento de lo etéreo sin abrir los
ojos, pero siento como mi corazón se enerva
ante el aroma de tu limoncito cuando me grita
que estás aquí, viviendo en carne propia los
fluidos adrenalínicos segregados de la única
anotación. Limbo, primera sensación por tu
huida tras la victoria.
¡GOL!
36
VIAJAR
A veces tengo la sensación de que floto sobre
la superficie gastada de la brea que reviste
nuestra geografía. Observándome, busco la
hebra de hielo en mi interior y deduzco que
esta transición es el epílogo de un viaje hacia
la incertidumbre diaria, donde humanos se
apoderan del espacio aglutinándose aire, tie-
rra y fuego en su interior para evitar com-
partir.
Sus ojos no te pueden engañar, las madres lá-
grimas son verosímiles frente al esmog invi-
sible que emana del hombre. Tienes que vo-
lar para poderlos evitar. Los veo ayer, hoy y
siempre, con sus rostros de niños recompen-
sados por alguna travesura que nadie notó.
Entiendo que hay idiotas en la tierra, pero no
entiendo por qué Dios intercambia los pape-
les de un filme pornográfico de los años 30,
que se proyecta en el ecran deteriorado de mi
ciudad. Sexo bizarro de conservadores en ple-
no fellatio social. Coloquio urbano sexual con
expositores sin experiencia. Rostros transpa-
VIAJAR
37
rentes que te acechan cuando se acercan.
¿Puedes evitar la embestida? Espero viajar
sólo contigo.
38
DESAPARECIDO
¿Qué hago con mi gaseosa invisible? Putama-
dre, otra vez la misma pregunta y el envase
está vacío. No entiendo cómo puede salir el lí-
quido de una botella sin destapar, no entiendo
cómo puede evaporarse cuando no tiene gas,
ni mucho menos el por qué mi estómago está
limpio desde que compré el producto. Sé que
es inexplicable el cómo las cosas desaparecen
cotidianamente. He buscado entre muladares
el paradero final de las desapariciones, pero me
di de cara contra el suelo cuando te observé
hurtándolos. No tienes que devolverlos porque
todos ya saben que tu piel es una esponja de lo
ajeno. Succionas pertenencias para crear tu
plástica identidad. Sólo acuérdate de mi gaseo-
sa cuando llegues a vomitar lo recaudado. Cuí-
date de las lánguidas comadrejas que se escon-
den bajo la máscara de la eternidad, porque
besarás sus falaces pies sin darte cuenta de que
lo haces. Esconde el extraviado fusil de mi pa-
dre para disparar a la cabeza de tu fiscalizador,
justo cuando él salte al vacío. ¿Hacia dónde irá?
DESAPARECIDO
39
FIEBRE
Seguro que lavaste de tus dientes antes del
desayuno. Mamá no te regañará esta vez por-
que dejaste el baño sucio. Siempre olvidas
bajar la palanca o enjuagar el lavamanos des-
pués del aseo matutino. Suerte que hoy es-
tás enfermo. Bebes esencia de café negro con
una onza de agua hervida para digerir el ibu-
profeno 800 que te calmará la fiebre. Eres
alérgico a la ampicilina, pero no tienes otra
opción. Sabes que luego tu cuerpo enroncha-
rá, sudarás y no podrás ver más allá de los
elefantes rosas que obstruyen tu camino ha-
cia la salud. Gritas un gracias al silencio y ríes
escandalosamente del ave que se atoró con
la migaja de pan. Pateas el cuadro de paisaje
costumbrista, y le envías un beso aéreo a
mamá. Te quiero, murmuras entre tus dien-
tes negros. Buscas la salida por la puerta tra-
sera, pero un Minotauro te obliga a retroce-
der. Caes sobre lodo limpio y ensucias los za-
patos oxidados. Nadas sobre el charco frío
que inmediatamente hierve a 40°. Exhaus-
FIEBRE
40
to, miras los ladrillos caravista de tu techo,
soñando en la suave espuma de tu convul-
sión. Ella vendrá.
41
MÍA
Aquella vez la encontré dentro de una bolsa
de papel. Era meses menor que yo, pero fu-
maba como adulto. Un día me invitó a su casa
de cartón. Pinté su refugio con plumones in-
delebles, mientras ella calaba en mi cuero fra-
ses que no reconocía en el momento. Me dijo
que fumara de su cigarrillo verde. Yo escupí
en el suelo de papel. Lloró. No recuerdo más.
Su nombre está en las de paredes de donde
vivo, junto a una fotografía de Barret delante
de las pirámides. Bebo ron con agua y consu-
mo cannabis THC al mismo tiempo que rayo
las paredes de mi cuarto con crayones grue-
sos. Detesto las lactosas y la teta fría. Son las
ocho de la noche y estoy con el pañal sucio.
¿Estás ahí?
MÍA
42
AMISTAD
Los amigos desaparecen cuando aparece un
culo. Parece que la premisa de los individuos
tiene carácter sexual, y esto puede ser corro-
borado por la mayoría de moradores de este
planeta. No importa qué tan bueno sea el culo,
o qué tan malo, o qué tan fofo, o de quién fue,
lo que interesa es el culo. Ni siquiera importa
de qué sexo sea el culo. Lo que importa es eso.
Luego buscas la forma de tomar ese culo y
hacerlo tuyo. Puedes escupir a tu amigo en el
rostro y mandarlo a la mierda las veces que
quieras, porque seguramente él sabe —tan
bien como tú— que lo único que deseas es el
culo. No se puede enfadar, porque entiende
tu lógica. Tan simple como tener tripas de ce-
mento y defecar concreto para base mezclado
con sangre. Sencillo. Entonces te miras al es-
pejo y el reflejo dice que tu rostro es un culo
con granos y vellos sudados, y te ves atracti-
vo, y puedes ser carne de carroña para bui-
tres verdes con rabo de paja que vuelan so-
bre ti esperando devorarte; y puedes olvidarte
AMISTAD
43
de ti y dilatar tu ano lo más que puedas para
tus amigos porque ellos te desean, y, además,
saben que no te vas a molestar, porque tú
entiendes —tanto como ellos— que lo único
que desean es un culo. No importa de dónde
aparezca, el culo es lo que interesa. Claro y
también la amistad.
44
45
Índice
A manera de introducción / 5
Para acercarse al imaginerio / 7
CUARTO / 9
ATRAPADO / 10
BURBUJA / 11
DESAMPARADO / 12
ELIMINAR / 13
ESTANCIA / 14
ARTIFICIALEZA / 15
AUSENCIA / 16
DESEOS / 17
SUPERFICIAL / 18
SECO / 19
ESTÚPIDO / 20
CARARRASPADA/ 22
ECLIPSADO / 23
NEGRO / 24
PAYASO / 25
ÁNGEL / 26
CRISÁLIDA / 27
PERDIDO / 28
GUNNAR / 30
EBRIO / 31
DEPRISA / 32
CONECTANDO... / 33
COMPOSICIÓN / 34
¡GOL! / 35
VIAJAR / 36
DESAPARECIDO / 38
FIEBRE / 39
MÍA / 41
AMISTAD / 42
46
e l i m a g i n e r o
(cuentos breves)
de Elvis Herrada Erquiaga
Se terminó de imprimir en
el mes de abril de 2009
en los talleres gráficos del
Fondo Editorial Cultura Peruana
jirón Ica Nº 668 - Lima 1
Telef.: 330-3024
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Microcuentos líricos de la ciudad de Lima

  • 1. 1
  • 3. 4 © Elimaginero © ElvisHerradaErquiaga © FondoEditorialCulturaPeruana,2009 Diseñográfico: JorgeLuisT asayco Altuna Prohibidalareproducciónparcialototalporcualquierme- diosinautorizaciónexpresadelautor. FondoEditorialCulturaPeruana E.I.R.L. Jr.IcaNº668-Lima1 Teléfonos:(51)(1)330-3024 (51)(1)9632-9919 RUC: 20510351861 ImpresoenPerú/PrintedinPeru
  • 4. 5 A manera de introducción Esta serie de micro-cuentos reunidos bajo el nombre de «El Imaginero» es un conjunto de prosas minimalistas que individualmente relatan episodios ficticios de un pro- tagonista que toma a la ciudad –en este caso Lima- como locación de sus aventuras y desventuras. En algunos casos son sueños interpretados por un ápice de realismo, sin embargo, se puede denotar que en su conjunto encierra tres puntos claves con la cual in- terpretar la lectura: la primera es el amor, que en casi to- dos los textos se encuentra presente debido a una mani- festación universal del ser humano, la segunda es el odio, que es otro instinto natural del hombre y que por ser el antítesis del primero ocupa un lugar especial en la obra y que sumado al amor concluyen en la muerte, que es el tercer punto clave dentro de las historias mínimas aquí relatadas. El lenguaje utilizado por el autor es denominado co- loquialismo de vanguardia, que infiere en la fluidez de las palabras y en la dejadez de la prosa con ritmo silábico o asonantado, hacia el texto con denominación creacio- nista o ultraísta. Cabe resaltar que los micro-cuentos guar- dan una relación entre sí más no un orden general, por esto es que se puede variar los tiempos e incluso diversi- ficar los escenarios.
  • 5. 6
  • 6. 7 Para acercarse al imaginero La literatura es fuego. El fuego es una llama incandes- cente que crece según la ira del hombre. El hombre es un animal político. Los animales no razonan sobre las cosas que ocurren a su alrededor. La razón ha contraído Alz Hei- mer en los últimos siglos, y se va olvidando del orden de las cosas: La literatura incendió el mundo moderno con pa- labras que aún arden en la piel. Destruyó las formas bási- cas de la narración y propuso un nuevo orden de las imá- genes. Entonces las palabras se hacen balas salvavidas que penetran en la sien, revientan el cerebro y los sesos des- perdigados mejoran el paisaje urbano del cuento. Un pe- queño relato se puede convertir en una bomba incendia- ria. Un verso, su mecha peligrosa. Una novela, Hiroshima. En el juego de la ficción la naturaleza sobra. Sobran el tiempo y el clima. Sobran los motivos. Todo se centra en el sonido de las palabras cuando afinan un buen acorde, cuando logran una imagen en buena resolución. Una fra- se aromática bañada de dulzura podría convertirse en la mejor manera de reivindicar la estética de la palabra. En un mundo ahorcado por la angustia, donde el va- lor del arte está reducido a la coima y la ponzoña, a la prostitución de la hipocresía civilizada y la economía del
  • 7. 8 signo, donde la belleza juega sus últimos capítulos, es favorable la aparición de artefactos de ataque contunden- te y peligrosa adicción. El Imaginero es un consolidado de sueños, un puño cerrado que golpea la piel mofletuda de una generación alimentada del desencanto. Un abanico de combis asesi- nas que vuelan sobre un basural llamado Perú. Elvis Herrada proviene de las canteras desenfreno y aprendió a escribir antes de ser expulsado de un útero para cumplir una condena cruel: ser poeta. Juan José Sandoval Zapata
  • 8. 9 CUARTO Hay noches de duelo en mi habitación, días de verano y tardes donde quiero sacarle la mier- da a cualquiera. También partes mediana- mente oscuras donde se esconden mis escrú- pulos; y penas que observan tras la imagen de Mundhoney en 25 x 10 cm. No existe foto- grafía mía alguna, pero hay un espejo decora- do con semen y grasa de acné que se burla diariamente. Bob Marley escapa de su gélido soporte y saluda, me invita a fumar tempra- no para entender el día. Luego, la rutina. Des- pués, el estrés. Más tarde, calaveras velan mi sueño con sus gritos de ultratumba y los lla- mados de la canción perdida en repetición. Ahí despiertan los amigos reciclados en caja de zapatos, junto a la hierba, los papeles y ese tequila sin acabar que dejó Mike Love. Hay personas bebiendo y leyendo a Bukowski en el respaldar de mi cama, pero nadie me in- vita a tomar. Será hora de insultar y largarlos de mi cuarto-bar, antes de que pierda ese des- tello que me hace pensar. Sólo contigo. CUARTO
  • 9. 10 ATRAPADO No me jodas. Tengo que morderle la oreja, conectarle jabs en el cerebro, patearle entre las piernas, zamparle un cabezazo y hacerle el amor sobre la lona. Inútil será contar hasta diez, cuando sólo necesito tres para mi precoz satisfacción. No se levantará a menos que yo lo diga o cuan- do Don King deje de espiar tras la cerradura. Tengo suficientes esteroides para noquearla en el primer round y seguir tumbándola los siguientes dieciséis asaltos. Los únicos puntos que ganará son los que cerrarán su corte fa- cial. Aún así, estaré ahí, atrapado en el cuadrilátero de plástico esperando acabar con el reflejo dan- tesco que he creado. ATRAPADO
  • 10. 11 BURBUJA Hay una burbuja traslúcida que no podrás re- ventar, aquella que te hace renegar cuando me haces el amor virtual. A veces, flota sobre mí y me atrapa como crack bajo la lengua, me diluye con saliva para luego escupirme en la Plaza Francia junto a los maricas y mi amiga soledad. Creerás que es fácil penetrar esa esfera deli- cada, con tus manos de porcelana y lengua asfaltada; sólo necesitas embriagarme en al- gún bar, acariciarme los cabellos sin tu fingir natural, regalarme un trocito de tu eyacula- ción feminal y luego, cuando despierte, asesi- narme en el lugar. ¿Podrás? BURBUJA
  • 11. 12 DESAMPARADO Estoy corriendo junto a mi duende por la ala- meda ribereña cerca al río Rímac, inhalando Terokal en nuestra bolsita verde transparen- te y escupiendo maldiciones al cuarto men- guante que desaparece entre tu sombra. Dicen que los rieles del tren se calientan al lle- gar la locomotora. Esta vez, pegaremos nues- tras mejillas fuertemente contra el hierro para olvidarnos de tu llegada y también destruire- mos las flores amarillas que te esperan en la Estación Desamparados; eso sí, te regalare- mos nuestros globos oculares apanaditos con polvito de cocaína. ¿Comerás? DESAMPARADO
  • 12. 13 ELIMINAR No es fácil ser el que camina entre gente in- consciente, pensando en qué sucederá si a Dios se le ocurre eliminar. En algunos casos, no le vasta un terremoto de altos grados, un incen- dio forestal, una epidemia virulenta o el can- tar de los que no están. Seguro nos auguran proféticas trompetas bañadas en oro sonando a nuestro alrededor justo en el instante en que nos perdemos entre rutinas y sincretismo. El supremo necesita aumentar la tasa de mor- talidad para poder equilibrar. No es fácil ser el que pierde la cordura y dis- para odio entre los peatones, pensando que así todo pueda cambiar. Destino hay. ELIMINAR
  • 13. 14 ESTANCIA Voy a dispararte en la sien mil excusas por mi suicidio si quieres, pero antes tendrás que bailar desnuda en el frontis del Palacio de Jus- ticia. No lo hagas bajo cortinas de humo gene- radas por el skunk, tampoco con recuerdos de alcoba sin sexo marital, sólo hazlo sobre pe- dazos de corazón artificial y esas plumas invi- sibles que robaste de mi almohada. Hoy es jueves y no te escucho gritar los bole- ros de antaño, mucho menos gemir un falso orgasmo premeditado con una botija de ca- china, cuando me estimulo en el baño. Ayer te quise de madrugada; ojalá mañana camines sobre mi techo mojado con tu pijama traslúcido. Bonita ternura. ESTANCIA
  • 14. 15 ARTIFICIALEZA Me conmueve la sutileza de tus lágrimas gri- ses entre condones estriados. Algunos con res- tos de semen y otros con mentiras. Tu silueta falaz frente al espejo te muestra linda en el reflejo, y puedes creerle como yo cuando me amas. No tienes bellos ojos porque son rubíes atornasolados por el lente de contacto, aun así puedes ver tras ellos y clavar dagas a distan- cia. Eres pura como concubina adoctrinada, y también rezo de los arcángeles en el purgato- rio. Yo estuve ahí esperando tu regreso, en- tonando canciones de amor cerca de la hogue- ra, con Lucifer como corista y Dios como tes- tigo; aun así permaneces en la caldera acosta- da con tus demonios irreales. Eras. ARTIFICIALEZA
  • 15. 16 AUSENCIA Hay una calle que aún no he visitado en esta ciudad. Dicen que por ahí transitan prostitu- tas que llevan flores en los cabellos y grandes aros de metal en la vulva. Los hombres las buscan, pero ellas los alejan con fétidos olores que emanan de sus glúteos. Nunca están dis- puestas al mejor postor, pero llevan nombres de sementales en las frentes y ansias por for- nicar. Las encontré fuera del Palacio Gubernamen- tal buscando lo que no van a encontrar, cami- nado por donde fui alguna vez y recordando lo que no hicimos. Les pregunté qué es la mier- da y me respondieron con besos. Me dieron de beber vino malbec y terminamosdurmien- do en el hall del Club Nacional. Desde ahí ten- go pesadillas eróticas regresivas y ese amar- gor en los labios que no quitará tu ausencia. AUSENCIA
  • 16. 17 DESEOS No pretendo alterar tus sentidos con mis arias de pederasta católico, ni tampoco enseñarte el flácido pene que escondo bajo la sotana de acólito. El efecto del vino y la hostia, pueden hacerme encontrar la razón y llevarme a bai- lar en el púlpito ceremonial. He tenido duendes limpiando el atrio y peque- ños diablillos que cambiaban los focos de la parroquia desinteresadamente. También bailé con María madre en el centro del altar mien- tras la serpiente interpretabasalmos testimo- niales, pero dejamos de hacerlo cuando la hoja de afeitar cortó su mejilla y el rastrero huyó despavorido. También oré por ellos bajo las sábanas celestes del padre, con una linterna catalítica y un cáliz rebalsando de lágrimas. Hoy también estuve recogiendo deseos con San Martín de Porras y los colocamos en un sobre dirigido a Changó; posiblemente los con- ceda con su velita negra. DESEOS
  • 17. 18 SUPERFICIAL Un cigarrillo sobre aceite quemado y te miro caminar sobre ello... sin tocarlo. ¿Puedes creerlo? No voy a encender otro petardo mientras tú cantas «Bye, bye, love», pero pue- do escucharte tras la vitrina de acertijos punk; como lo hago diariamente con los demás y sus voces coloquiales adueñándose de la ciudad, y también a los estúpidos que saben de rock en el backstage. Yo no tengo un All Acces, pero te puedo enseñar mis pulmones si me das tu navaja. No tengo zona VIP en tu concierto de escarlatas aparatosas y gritos inelocuentes porque yo no soy el de tu canción. Aún así, flotas sobre la muchedumbre de gente, como el taladro sobre una sonrisa de algodón. Ahí. SUPERFICIAL
  • 18. 19 SECO ¿Quién será el que próximamente intente el dolor? Sé que no soy yo ni los muertos que recojo y escondo en el ropero. Capaz eres tú y tu silueta de niña gala, con su gabardina y su porcelana, coca-cola y brackets transparen- tes; con su látigo invisible y escamas de luces peatonales. No creas que es fácil, tienes que beber lo mínimo que puedas porque te seca- rás, no como la tía Martha y su hoja de coca soleada, pero sí como ver en el espacio asfal- tado ese imperfecto espectro violáceo que huye con su diamante bruto, entre las pier- nas. Seco y duro; como la nariz al pasar la coca los viernes en el Queirolo. Después, bajas y pierdes. Luego, no hay dolor. Y gritas: ¡¡¡AAHHH!!! SECO
  • 19. 20 ESTÚPIDO Quiero hacerte el amor con mi disfraz de co- nejo rosa. Quiero infectar tu herida con lágrimas azules. Quiero gritarte boleros de la posguerra, mi- rando en el cielo las estrellas. Quiero tragar un puercoespín bebé. Quiero un Volkswagen para atropellarte. Quiero borrar Octubre del calendario. Quiero lanzarme de la azotea del Swissotel, sobrio. Quiero orinarme los pantalones y acostarme con la Virgen María. Quiero golpear a los pobladores de la huaca Huallamarca. Quiero amanecer trovando con Silvio Rodrí- guez por la avenida El Rosario, como siempre. Quiero tocar «Rape Me» en el velorio de mis padres. Quiero fornicarte con mi flácido pene y no ca- lentarte solamente. Quiero calar tu nombre con la hoja de afeitar oxidada, en mi corazón. ESTÚPIDO
  • 20. 21 Quiero llevarte a ninguna parte y recordar lo que no fue. Quiero seguir esperándote junto a Ricardo Palma en la alameda que lleva su nombre. Pero, sobre todo, quiero no pensar en ti.
  • 21. 22 CARARRASPADA Voy a 120 tragos por hora en plena avenida central montado en mi bicicleta de juguete. No quiero esquivar borrachines que conducen autos importados ni escaparme del drogado policía que asalta con su Pathfinder a los que escapan de la luz. Igual seré atropellado. Posiblemente me detenga para verte cruzar el puente peatonal, y también puedo saltar con- tigo, pero no dejaré que lo hagas sin tussaddles jumping; y también puedo raspar mi mejilla derecha contra el asfalto para que no me vuel- van a tocar tus labios, pero no pidas que deje mis vicios por tu corazón indiferente. Ayer seguí dribleando a señores de saco y cor- bata de la tribuna occidental de mi país, sin darme cuenta de que el pseudounderground que maneja es solo una careta con moretones comprados a crédito en la tienda de moda. Hoy escapo de mi habitación monocromáticapara enrumbarme en la ciclovía del Alprazolam y farmacia, mientras el extraño te coge sobre mi sábana gris. Te veo. CARARRASPADA
  • 22. 23 ECLIPSADO A mí tampoco me gusta tu novio; es más, de- testo a los que se te acercan y esos que dicen que te harán sentir mejor; también a los que lloran dentro del microbús encogiendo la ca- beza entre sus piernas, esperando la nerviosa caricia de alguien en su nuca. Soy igual a los demás, pero no soy lo mismo. Me parece indi- ferente pensar en el tipo que te besa a oscu- ras, el que te seduce por messenger, el que mete sus manos entre tus piernas o el que escribe debajo del sofá con las cenizas del ha- chís. El que roba fármacos a tu madre. No me interesa saber si alguien te moja la mano con sudor azul, o si escupen mentiras para asimi- lar el dolor; también nadé desnudo en el es- tanque de sanguijuelas y no logré sobrevivir. Sé que es imposible que dos planetas vuelvan a chocar, lo repite constantemente Calamaro en versión Bob Dylan, aquí junto a Soledad, en la triste brisa de este mediodía eclipsado. ECLIPSADO
  • 23. 24 NEGRO No duermo y tengo los ojos como escarapelas en plena avenida central. He caminado por más de ocho horas mirando el finito acercarse con aroma de victoria. Le sonreí con mis dien- tes postizos para evitar conversar con ella; es que la cocaína no puede hacerte sonreír natu- ralmente, siempre queda la sensación de que falta más hipocresía. He tomado seis litros de aguardiente que sancochan tu saliva de mis labios, pero aún no logro vomitar. He visto estrellarme contra tu rostro cien veces espe- rando el KO. He comprendido la existencia de la raíz de menos uno en la época de la con- temporaneidad, cuando siempre pensé que tu camiseta de Einstein era honesta. No creo es- tar en ningún lado, pero hay una intensa luz que ennegrece mi camino. Ojalá no sea una linterna de baterías pirata. NEGRO
  • 24. 25 PAYASO Soy cuando escribo cartas de amor y prometo casarme contigo en la iglesia más bonita y cos- tosa de esta ciudad, aunque mi flor de plástico se quede sin agua para chisguetear o se aca- ben las pilas del electrocutador de manos; al final, una patada que reciba en el culo nos hará carcajear, y posiblemente te haga el amor. También lo soy cuando cierro los ojos al be- sarte, cuando me hago el muerto, cuando pier- do mi virginidad y la independencia de la que me suelo burlar, cuando me emborrachoen el Sheraton sin saber en qué piso debo acabar y también cuando salgo a cazar. Soy un clown de ojos reventados y cortes faciales, de zapa- tos sucios con cemento, de tragos gratis y rea- les, como Fellini sin su Julieta. Como el Infier- no sin el cielo. Como chispitas multicolores saliendo de un corazón plastificado. PAYASO
  • 25. 26 ÁNGEL Las cosas pueden salir bien cuando uno se lo propone. Encerrado en el baño o en medio de una fiesta universitaria, con litros de cerveza que ocultan la tristeza en cada sorbo ensali- vado. La alegría puede ser parte de todos cuando se está ebrio, o stone, o todo. «Terri- torial Pissings» va a sonar toda la noche re- cordándote lo borracho que eres junto a la imagen de Warhol vislumbrándose en pop. Multicolor. Multifacético. Multiplicándose constantemente tras cada trago alcoholizado que anunciará la resaca. El dormitar del ayer en horas de la madrugada y las náuseas que posteriormente decorarán tu habitación. Des- pierta. Recoge tu vómito amarillo y recíclalo en esa bolsa gris junto a tu riñón. Hazme sa- ber que esa alegría no es más que una menti- ra decorada con rodajas rojas de corazón. Ayer bebía contigo. ÁNGEL
  • 26. 27 CRISÁLIDA Me parece imposible creer que sólo dos veces en mi vida he logrado matar mariposas con la pestaña. Claro que mirar luego es difícil, mu- cho más cuando hay tres tipos juntos espe- rando correr con tu soledad, pretendiendo escapar con ese rato que a nadie prestas. No sé si ellas pueden prever el futuro, o si sus entrañas son de mal agüero, o si tienen algún tipo de feromona indispensable para los clep- tómanos de espacios. La muerte puede estar a la vuelta de la esqui- na, pero quién mierda ha doblado esa calle sabiendo lo que le espera. No sé si los lepidóp- teros me quieren más que los ladrones; pero cómo puedo caminar sin pensar en que pue- des obstruirme la retina y no darme cuenta de que eres tú quien trae a los enemigos. No entiendo por qué estás presente cuando esto sucede, pero sí creo que hay una última ter- cera vez para no ver más. Espero. CRISÁLIDA
  • 27. 28 PERDIDO Puedes caminar solo todo el tiempo, tejiendo ideas que no sabes si se harán realidad. Pue- des perderte por una semana en alcohol y marihuana, heroína, cocaína, pasta, LSD, jugo de naranja con vodka, y seguir flotando en la nada. Es el momento en que da igual perder- se o encontrarse. El camino está obstruido y tu visión opaca por el esmog de los muertos que caminan tropezándose. Puedes extraviarte todo un mes completo y sentarte en la banca del parque frente al ma- lecón, esperando que Cobain te empuje al va- cío. Tienes tres segundos para recordar tu vida o una botella de Jack Daniels para vomi- tarlo en el retrete, antes de enfrentarte al suelo cara a cara. No vas a rebotar, pero sí sentirás como Mike Tyson te conecta miles de jabs en el cerebro. Puedes seguir escapando dentro de tu cuarto y morderte los labios para que no te escuchen gritar, puedes llorar frente a la fotografía de tu madre bailando con la abuela difunta, o PERDIDO
  • 28. 29 masturbarte bajo la cama con el recuerdo de la chica que te abandonó en el bar donde te golpearon miles de veces, por tu estúpida manera de ser. Puedes despertar en una orgía donde todos quieren meterte el dedo al culo, solo porque pareces indefenso y un ignorante robot subor- dinado. Puedes seguir buscando, pero no en- cuentras nada parecido a lo que deseas, siem- pre están las demoledoras de sueños y ese for- zoso aterrizaje de botellas quebrándose en tu interior. ¿Estás?
  • 29. 30 GUNNAR ¿Dónde están los duendes? Ayer me comentó un animal que los vio irse en varios grupos junto a mis juguetes preferidos. Antes asalta- ron la ciudad llevándose consigo a todos los primogénitos recién nacidos. Gunnar está ahí, con su botella de amoniaco por la mitad y dis- parando bossa-novas al espectro lunar, car- gando en su espalda esa tranquilidad de ex- tremidades menudas que también quiere es- capar. ¿A dónde van? Dicen que las aves llo- ran estiércol frente a la vieja cabaña de ma- dera ubicada entre las Torres que no cesan de quemar. Allí matarán gigantes increíbles con sus piedras carmesí, para ofrecerlos como trofeos a su venerada esfinge violácea, la que sólo aparece en horario crepuscular. ¿Estaré ahí? GUNNAR
  • 30. 31 EBRIO Mil vasos con Ballantines cayendo sincroniza- dos en su estómago sin fondo. Cayendo. Sin- cronizados. Estómago. Sin fondo. Perforando los intestinos rosados que se conectan al co- razón. Destrózalo. Incomunícalo. Mientras gentes miran alrededor, gentes mientras es- peculan en su interior. El corazón cae. Los bra- zos caen. Un cuerpo cae. Asfalto amortiguan- do el embutido ensangrentado que olvida tras su huida aquel músculo grasiento incrustado entre «What kind of love» y «Barco sin puer- to» de German Bense. Sangre tibia con restos de semen se evaporizan como alcohol entre sus labios, mientras él se observa dentro de su estómago embriagándose constantemen- te. No se irá. EBRIO
  • 31. 32 DEPRISA Estoy corriendo a cien por hora y no voy a detenerme. Me destrozaré contra las paredes y aún así no voy a parar. Me han dicho miles de veces que una costilla se puede quebrar, pero no romper. Que siempre estará ahí con sus vasos llenos de vodka y su media capita de naranja; riendo diplomáticamente en un cuarto piso del Marriott abarrotado de gen- tes extrañas, esperando mi veloz carrera. Hasta allí llegué, a tropezones contracorrien- te. Tragándome las balas para escupirlas en ráfagas mientras te veo mirarme en pleno alu- cine al caer (según el Absolut, a 0.045 milési- mas de segundo) contra el pavimento. Y no me detendré así traspase la astenósfera y li- tósfera, y el mismísimo culo del mundo, para volver mi regreso a ti y encerrarme en tu jau- la de hamster donde perseguiré a mil por hora la tristeza. Pequeño animal. DEPRISA
  • 32. 33 CONECTANDO... Amanecí trovando una vieja canción de ayer. Cantándole a mi tristeza la nostálgica melodía que gritaba en antaño, cuando el revólver cus- todiaba mi sien días antes del amanecer frus- trado. Estoy viéndote a través del monitor y golpeo fuertemente las teclas. Te escucho y me río solo. Aunque muda estás. Fría como el hardware de mi PC. Mimetizada como los softwares en mis programas. Río y lloro. Aun- que lejana estás, y por más cercanía que haya, perdura el trauma de no poder hablar. Silen- cio perdido, como virus Big Bear en sistema de programación. Escape. Salida. Ctrl + Alt + Supr. Extiende tu mano a través del monitor de 14", despréndete del mouse y el teclado omnipresente, y grítale a la pantalla que tú estás del otro lado, no la oscura careta delnic- kname atiborrado de amigos pretendientes. Estoy buscándote. CONECTANDO...
  • 33. 34 COMPOSICIÓN Cutervo said: Me gustaría Cutervo said: besar Cutervo said: las mejillas Cutervo said: rosas Cutervo said: bajo Cutervo said: tus pómulos Cutervo said: tiernos. Escala decreciente de fonemas. Composi- ción para doce personas, en Luna Nueva sobre Tomás Marsano. COMPOSICIÓN
  • 34. 35 ¡GOL! Patéalo de modo que se eleve para tomar una curva lateral derecha, gire irrefrenablemente hacia fuera y se incruste como un cometa ex- traviado en el vértice del rectángulo irrompi- ble. Un desfase de corazones alborotados y la secuencia prolongada de un grito austero: ¡Gol! ¿Conoces la libido? Son como miles de almas empinadas desde la parte superior alta de la tribuna hasta el estrechamiento de las rejas contra el cuerpo, a mucha presión. A veces tardo en entender la explosión que pro- duce el avistamiento de lo etéreo sin abrir los ojos, pero siento como mi corazón se enerva ante el aroma de tu limoncito cuando me grita que estás aquí, viviendo en carne propia los fluidos adrenalínicos segregados de la única anotación. Limbo, primera sensación por tu huida tras la victoria. ¡GOL!
  • 35. 36 VIAJAR A veces tengo la sensación de que floto sobre la superficie gastada de la brea que reviste nuestra geografía. Observándome, busco la hebra de hielo en mi interior y deduzco que esta transición es el epílogo de un viaje hacia la incertidumbre diaria, donde humanos se apoderan del espacio aglutinándose aire, tie- rra y fuego en su interior para evitar com- partir. Sus ojos no te pueden engañar, las madres lá- grimas son verosímiles frente al esmog invi- sible que emana del hombre. Tienes que vo- lar para poderlos evitar. Los veo ayer, hoy y siempre, con sus rostros de niños recompen- sados por alguna travesura que nadie notó. Entiendo que hay idiotas en la tierra, pero no entiendo por qué Dios intercambia los pape- les de un filme pornográfico de los años 30, que se proyecta en el ecran deteriorado de mi ciudad. Sexo bizarro de conservadores en ple- no fellatio social. Coloquio urbano sexual con expositores sin experiencia. Rostros transpa- VIAJAR
  • 36. 37 rentes que te acechan cuando se acercan. ¿Puedes evitar la embestida? Espero viajar sólo contigo.
  • 37. 38 DESAPARECIDO ¿Qué hago con mi gaseosa invisible? Putama- dre, otra vez la misma pregunta y el envase está vacío. No entiendo cómo puede salir el lí- quido de una botella sin destapar, no entiendo cómo puede evaporarse cuando no tiene gas, ni mucho menos el por qué mi estómago está limpio desde que compré el producto. Sé que es inexplicable el cómo las cosas desaparecen cotidianamente. He buscado entre muladares el paradero final de las desapariciones, pero me di de cara contra el suelo cuando te observé hurtándolos. No tienes que devolverlos porque todos ya saben que tu piel es una esponja de lo ajeno. Succionas pertenencias para crear tu plástica identidad. Sólo acuérdate de mi gaseo- sa cuando llegues a vomitar lo recaudado. Cuí- date de las lánguidas comadrejas que se escon- den bajo la máscara de la eternidad, porque besarás sus falaces pies sin darte cuenta de que lo haces. Esconde el extraviado fusil de mi pa- dre para disparar a la cabeza de tu fiscalizador, justo cuando él salte al vacío. ¿Hacia dónde irá? DESAPARECIDO
  • 38. 39 FIEBRE Seguro que lavaste de tus dientes antes del desayuno. Mamá no te regañará esta vez por- que dejaste el baño sucio. Siempre olvidas bajar la palanca o enjuagar el lavamanos des- pués del aseo matutino. Suerte que hoy es- tás enfermo. Bebes esencia de café negro con una onza de agua hervida para digerir el ibu- profeno 800 que te calmará la fiebre. Eres alérgico a la ampicilina, pero no tienes otra opción. Sabes que luego tu cuerpo enroncha- rá, sudarás y no podrás ver más allá de los elefantes rosas que obstruyen tu camino ha- cia la salud. Gritas un gracias al silencio y ríes escandalosamente del ave que se atoró con la migaja de pan. Pateas el cuadro de paisaje costumbrista, y le envías un beso aéreo a mamá. Te quiero, murmuras entre tus dien- tes negros. Buscas la salida por la puerta tra- sera, pero un Minotauro te obliga a retroce- der. Caes sobre lodo limpio y ensucias los za- patos oxidados. Nadas sobre el charco frío que inmediatamente hierve a 40°. Exhaus- FIEBRE
  • 39. 40 to, miras los ladrillos caravista de tu techo, soñando en la suave espuma de tu convul- sión. Ella vendrá.
  • 40. 41 MÍA Aquella vez la encontré dentro de una bolsa de papel. Era meses menor que yo, pero fu- maba como adulto. Un día me invitó a su casa de cartón. Pinté su refugio con plumones in- delebles, mientras ella calaba en mi cuero fra- ses que no reconocía en el momento. Me dijo que fumara de su cigarrillo verde. Yo escupí en el suelo de papel. Lloró. No recuerdo más. Su nombre está en las de paredes de donde vivo, junto a una fotografía de Barret delante de las pirámides. Bebo ron con agua y consu- mo cannabis THC al mismo tiempo que rayo las paredes de mi cuarto con crayones grue- sos. Detesto las lactosas y la teta fría. Son las ocho de la noche y estoy con el pañal sucio. ¿Estás ahí? MÍA
  • 41. 42 AMISTAD Los amigos desaparecen cuando aparece un culo. Parece que la premisa de los individuos tiene carácter sexual, y esto puede ser corro- borado por la mayoría de moradores de este planeta. No importa qué tan bueno sea el culo, o qué tan malo, o qué tan fofo, o de quién fue, lo que interesa es el culo. Ni siquiera importa de qué sexo sea el culo. Lo que importa es eso. Luego buscas la forma de tomar ese culo y hacerlo tuyo. Puedes escupir a tu amigo en el rostro y mandarlo a la mierda las veces que quieras, porque seguramente él sabe —tan bien como tú— que lo único que deseas es el culo. No se puede enfadar, porque entiende tu lógica. Tan simple como tener tripas de ce- mento y defecar concreto para base mezclado con sangre. Sencillo. Entonces te miras al es- pejo y el reflejo dice que tu rostro es un culo con granos y vellos sudados, y te ves atracti- vo, y puedes ser carne de carroña para bui- tres verdes con rabo de paja que vuelan so- bre ti esperando devorarte; y puedes olvidarte AMISTAD
  • 42. 43 de ti y dilatar tu ano lo más que puedas para tus amigos porque ellos te desean, y, además, saben que no te vas a molestar, porque tú entiendes —tanto como ellos— que lo único que desean es un culo. No importa de dónde aparezca, el culo es lo que interesa. Claro y también la amistad.
  • 43. 44
  • 44. 45 Índice A manera de introducción / 5 Para acercarse al imaginerio / 7 CUARTO / 9 ATRAPADO / 10 BURBUJA / 11 DESAMPARADO / 12 ELIMINAR / 13 ESTANCIA / 14 ARTIFICIALEZA / 15 AUSENCIA / 16 DESEOS / 17 SUPERFICIAL / 18 SECO / 19 ESTÚPIDO / 20 CARARRASPADA/ 22 ECLIPSADO / 23 NEGRO / 24 PAYASO / 25 ÁNGEL / 26 CRISÁLIDA / 27 PERDIDO / 28 GUNNAR / 30 EBRIO / 31 DEPRISA / 32 CONECTANDO... / 33 COMPOSICIÓN / 34 ¡GOL! / 35 VIAJAR / 36 DESAPARECIDO / 38 FIEBRE / 39 MÍA / 41 AMISTAD / 42
  • 45. 46 e l i m a g i n e r o (cuentos breves) de Elvis Herrada Erquiaga Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2009 en los talleres gráficos del Fondo Editorial Cultura Peruana jirón Ica Nº 668 - Lima 1 Telef.: 330-3024