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ISBN: 978-956-353-579-2
Índice
Capítulo 1................................................................................................................................. 1
Ellos realmente llegaron........................................................................................................ 1
Amazonas............................................................................................................................11
Capítulo 2................................................................................................................................21
Ocultamiento de información...............................................................................................21
Segundo contacto................................................................................................................27
Capítulo 3................................................................................................................................34
Ceguera...............................................................................................................................34
Cotidianeidad......................................................................................................................41
Capítulo 4................................................................................................................................49
Capturado............................................................................................................................49
Resurgiendo de entre las sombras........................................................................................53
Capítulo 5................................................................................................................................62
Conociéndonos....................................................................................................................62
Código malicioso..................................................................................................................77
Capítulo 6................................................................................................................................80
Reinicio................................................................................................................................80
Capítulo 7..............................................................................................................................101
Búsqueda infructuosa........................................................................................................101
Plan entre amigos..............................................................................................................112
Capítulo 8..............................................................................................................................120
Hallazgos extraterrestres....................................................................................................120
Entrenamiento productivo.................................................................................................128
Capítulo 9..............................................................................................................................139
Mímesis parcial..................................................................................................................139
Capítulo 10............................................................................................................................163
Economía para principiantes ..............................................................................................163
Puja...................................................................................................................................172
Capítulo 11............................................................................................................................186
Los traidores de Ioss...........................................................................................................186
Capítulo 12............................................................................................................................207
Los verdaderos traidores de Ioss.........................................................................................207
Preparativos antes del viaje ...............................................................................................219
Capítulo 13............................................................................................................................229
La noche más larga.............................................................................................................229
Capítulo 14............................................................................................................................257
Otra perspectiva................................................................................................................257
Para quien me ha cuidado y me ha hecho enojar tanto… TAGU
1
Capítulo 1
Ellos realmente llegaron
Brasil, Lunes 05 de enero de 2015. Base Amazonas.
Si bien el clima amazónico no era del todo agradable, la locación resultaba perfecta para ese tipo
de pruebas, sólo encontrándose población indígena y cero presencia de artefactos electrónicos en
las cercanías. Por estas razones, no era de extrañarse la reasignación de la base experimental de
nuevas tecnologías de bajo perfil a este terreno, que en sus inicios estuvo ubicada –de forma
solapada–enel desierto de Sonora, México,apesarde seruna instalaciónnorteamericana.
El comandante de operaciones John Waterstone, quien luchó activamente en la guerra de Irán en
los años 2012 a 2013, fue designado a esta nueva base experimental para controlar los
procedimientos referentes a la implementación de nuevas aeronaves de espionaje, el proyecto –
endesarrollo–llamado31M224.
Waterstone siempre presentaba un semblante tranquilo, lo que no coincidía con el resto de su
cuerpo, ya que el trabajo en terreno le había dado un aspecto agresivo y corpulento, luciendo sus
1,82 metros de altura. A pesar de su edad, era capaz de trotar con todo el equipaje de un soldado
en situación de guerra, incluso superando a jóvenes promesas bajo su mandato. Sus manos
curtidas por el trabajo, sólidas como rocas, se conservaban expertas en manejo de armas y otras
técnicas, como lo es la reducción de pelaje corporal, lo que es conocido vulgarmente como corte
de cabello. Su bien cuidado bigote lo demostraba, además de su raso peinado, lo que mantenía
ocultaslasincipientescanasrespectivasde suedad.
Bajo el ardiente y húmedo sol amazónico, y a diferencia del calor seco de Irán, el comandante
Waterstone recordaba los últimos meses. El infierno de la guerra. La inconclusa búsqueda de
armas de destrucción masiva, mientras miles de americanos morían a manos de terroristas que
amenazan al mundo con un invierno nuclear. Sí, extrañaba el invierno, pero la nostalgia del frio le
recordaba también porqué había sido designado a esta nueva base. De no haber recibido esa bala
perdida, ¡Oh, Dios! Si la mala suerte tiene nombre, de seguroes John y su apellido, Waterstone. Su
rodilla izquierda había sido destruida en una intervención realizada a un hotel abandonado en
búsqueda de terroristas. Fue hecha añicos. Tuvo que arrastrarse como una pequeña lagartija hasta
encontrar refugio en una habitación del sitio que atacaron, sus 57 años pesaban más en ese
momento,loque adjudicóala cuantiosapérdidade sangre.
Sus oídos zumbaban, con cada segundo que pasaba, se oían más lejanamente los tiros y
explosiones; su visión se volvía cada vez más clara, mientras que las fuerzas se evaporaban de su
cuerpo. Antes de desvanecerse completamente, sintió que era arrastrado por el piso, no le
importabasi era el enemigoono; si lesgustabala carne muerta, ya no erasu problema.
De no ser por la ayuda de su valeroso y jovial comando, no lo habría logrado. Despertó una
semana y media después, su primer sentido en reanimarse fue el oído –y quién no– ya que se
2
escuchaba una estruendosa música de fondo… ¿El idioma? Inglés. ¿El género…? ¿Rock? ¿Metal?
Eso era lo de menos, sabía que estaba en casa, con sus aliados, sus amigos. Al cabo de unos
segundos, todos sus sentidos se reavivaron, lo que hizo notar una gran falta. No sentía su pierna
izquierda. Era de esperarse, con ese tipo de esa herida. Había visto a otros soldados amputados
por esa misma razón; sin embargo, al reincorporarse en la cama notó que nada le faltaba. Al
contrario,le sobraba un yeso y unos fierros insertados en sus huesos. Las armaduras de protección
para soldados no eran basura; la bala no pudo atravesarla del todo, pero la fragmentación de su
rodilla produjo una fractura expuesta y una hemorragia. Tenía anestesia local en la pierna dañada,
lo que tranquilizó su mente, borrando la idea de tener que retirarse del Ejército y volver a casa
como unhéroe desempleadoe inútil.
Al cumplir un mes de descanso, su evacuación del campo de batalla fue inmediata. La siguiente
temporada fue de rehabilitación, la cual no estuvo exenta de dolor y un poco de autocompasión
fingida, para recibir mimos de sus seres queridos. Ahora estaba de servicio nuevamente, con una
pequeñacojera,apoyándosede cuandoencuandoensu bastón,peroactivo.
- Es una suerte que Crab noestuvieraahí– comentópensativoWaterstone.
- ¿Señor?– respondióunoficial que pasabaporlas afuerasde la oficinadel comandante.
- Nada,oficial Natham,sólohablabaconmigomismo.
Era su nieto el que saltaba a su mente, Kevin “Crab” Knight. El hijo del comandante, André
Waterstone, nació cuando este tenía 20 años. André se casó joven, a los 18 –en parte para
desmarcarse de su padre militar– pero no pudo concebir hijos propios, no por falta de intentos,
sino por problemas de fertilidad. Fue a sus 20 años cuando decidió junto a su esposa a adoptar un
niño, dejando en claro que conservarían el nombre original de este, en caso de que quisiera
conocer a su familia biológica cuando fuera adulto. El niño, a pesar de tener más de un año de
edad, se acopló perfectamente a la familia, no preguntando nunca sobre sus orígenes ni
causándole problemasel nollevarel apellidode lafamilia.
El apodo de Kevin le fue impuesto en el orfanato que habitaba por su notable falta de cuello
cuando era pequeño, debido a una gran papada producto de su obesidad. Con el pasar de los años,
comenzó a crecer y a adelgazar, todo gracias a su abuelo John que lo animaba con disciplina a
practicar deportes, lo que hizo que eligiera una carrera militar al completar sus estudios
obligatorios. Sinembargo, lo único que no creció demasiado fue su cuello. Al entrar a la milicia, sus
camaradas se enteraron de su apodo y lo intercambiaron por Krab para hacerlo coincidir con sus
iniciales,porlocual también le conocencomo3K.
3
Y Waterstone no recordaba a su nieto sin razón alguna. Siendo un oficial recién llegado a las filas,
logró ingresar a la base Amazonas, gracias a algunos favores cobrados a ciertos altos mandos por
parte de su abuelo y a su gran desempeño, tanto teórico como práctico. Sus tareas principales
eran la vigilancia del perímetro de la base, la limpieza y reparación de armas, en el caso de que
presentaran fallas; además de estar recibiendo instrucción técnica para el manejo de tecnología
logísticay de aeronavestipodron.
Esto último tenía muy orgulloso y tranquilo a Waterstone, ya que con eso Kevin podría subir de
niveles en la milicia, manteniéndose al mismo tiempo lejos del campo de batalla. Esta era una de
las principales razones por la que solicitó su presencia en la base Amazonas como exigencia para
aceptar su nueva designación como comandante de operaciones. Debido a la diferencia en sus
rangos, John y Kevin no se veían a menudo, lo que cambió aquel día lunes, ya que el teniente a
cargo del oficial Knightdiounpermisoespecial aeste paradar un comunicado al comandante.
- ¡Señor!Oficial Knight –dijoKevin, presentándose asuabuelo,conrecta postura.
- Oficial Knight,descanse.¿Qué lotrae poraquí?
- ¡Un comunicado,señor!
- No seatan vociferante,relájese –respondióWaterstone,sonriendo.
- ¡Disculpe, señor! El proyecto 31M224 dará inicio a las 1200 horas. Se le espera en la sala
de controles enel tiempoindicado.
- Qué bien –respondió pensativo, Waterstone, mientras se secaba el sudor de la frente con
un pañuelo–.¿Cómoesque ustedmanejaestainformación,oficial Knight?
- Fui enviado por el teniente Smith, señor. Creo que fue una especie de reunión que quiso
concertar entre nos…
- No cuestione las decisiones de sus superiores, oficial. Tampoco elucubre sobre eso, no es
su tarea el pensar en las intenciones de sus aliados, sólo debe especular sobre las
intencionesde susenemigos –comunicóescuetamenteWaterstone.
- Sí, señor… – respondióunalicaídoKnight.
- No se deprima, oficial. Creo que su teniente debe entender que nuestros respectivos
rangos no permiten el que nos veamos más a menudo, dele mis saludos y mis
agradecimientos.
4
- ¡Sí, señor! – contestóel oficial,comouncachorro que se levantaal ver llegarasu dueño.
- Ahora, retírese a sus actividades habituales, iré en seguida a la sala de controles. Cuídese y
mantengalamoral alta.
Knight se cuadró ante su comandante y se retiró con presteza. Faltaban pocos minutos para las 12
del día, Waterstone pasó a su baño personal a secarse el sudor y refrescar su rostro. Hecho esto,
se dirigióconpaso firme hastala salade controlesde drones,llegandoalas11:58 horas.
- Oficiales –saludóWaterstone,al entrarenlasala.
- Señor – respondieron al unísono los oficiales, sin dejar de mirar las pantallas de sus
ordenadores yequipos.
- ¿Está todolisto?
- Sí, señor. Solo esperamos sus órdenes para comenzar – indicó el oficial más cercano a
Waterstone.
- Son las 11:59, a las 12 en punto debe comenzar el lanzamiento del proyecto 31M224 –
dictaminóel comandante.
- ¡Sí, señor! – gritarontodos,sinfalta.
El proyecto 31M224 era totalmente diferente a otros proyectos de invisibilidad. No solamente era
un dron fabricado con un material invisible a la radiación electromagnética, sino que también era
invisible para sonares y radares. Era como si no existiera nada ahí, ninguna nave, ni un átomo. Este
nuevo compuesto, el que fue bautizado como vacīvus por sus características registradas en
condiciones de laboratorio, lo convertía en un meta-material perfecto para una aeronave de
espionaje, pero debía probarse suefectividad en la vida real, donde las condiciones no son ideales.
Aparte de estas características, también contaba con un proyectil de pulso electromagnético, para
la inhabilitación de sistemas de defensa enemigos. Y toda esta maravilla estadounidense se iba a
comprobardentrode unospocossegundos.
- Son las 1200 horas, den inicio al lanzamiento del proyecto 31M224, versión 0.1a.
Comiencen el registro de datos de la experiencia – anunció Waterstone, para que los
oficialescomenzaranconel procedimiento.
5
- Comenzando en t menos 10, señor – comunico el oficial Natham, que era el encargado del
lanzamiento y minutos antes se había encontrado a Waterstone, en el pasillo
perpendicularasu oficina.
Los 10 segundos necesarios para el lanzamiento pasaron raudos. La nave se elevó sin problemas y
los militares procedieron a comprobar el sistema de cámaras espías y los ajustes del sistema de
invisibilidad.
- Enciendan el sistema de cámaras, confirmen recepción de imágenes – ordenó el
comandante.
- ¡Visualizando terreno sin problemas! ¿Activo también las cámaras térmicas, señor? –
acotó el oficial Fernández.
- Afirmativo, oficial. Deben comprobarse nuevamente al realizarse el vuelo nocturno
estipulado para esta noche, junto a las cámaras TIR – asintió Waterstone, aclarando la
orden.
- ¡Sí, señor! – respondióel oficial,acatandolaordeninmediatamente.
Luego de sobrevolar la Amazonía por unos minutos y comprobar las cámaras, Waterstone dio la
ordenpara activar lacapa de meta-material añadidaal dron.
- Procedaa vuelovertical yactive lacapa vacīvus.
- Vuelo vertical exitoso a 10.000 pies de altura y capa activada, señor. Procederé a
comprobaciónde coordenadasenradar – comunicóel oficial acargo.
- ¿Últimacoordenadaconocida? – preguntóel héroe cojo.
- - 1° 52' 56.79", -65° 26' 29.94". Nohay visualizaciónenlosradares,señor.
- Confirmen visualmente las coordenadas, comuníquese con los oficiales en terreno –
ordenorápidamente Waterstone.
- Visión de cámaras dispuestas en coordenadas previstas, sin resultados. Comprobación
visual de oficialesenterreno,sinresultados –notificóotrooficial presente.
6
- ¿Producciónde sombra?
- Negativo,señor.
- ¡Señor! – gritócon premurael oficial encargadodel radar.
- Diga,oficial.
- Tengo confirmación en el radar, parece que la capa vacīvus del dron se desactivó y el
vuelovertical se descontroló,moviéndoseunosmetrosde su últimacoordenada.
- Pruebe reiniciando la capa y vuelva al dron a su posición original –mandó Waterstone–.
Comuníquese nuevamente con los oficiales en terreno, para que realicen una
comprobaciónvisual.
- ¡Señor, los oficiales en terreno no perciben nuestro dron! ¡Hay otro objeto acercándose
rápidamente alascoordenadasde nuestranave!
Cuando esto fue dicho, ya era tarde. El oficial a cargo de la capa de invisibilidad había reiniciado el
sistema, apareciendo el dron en el radar junto a otro objeto desconocido, en trayectoria de
colisión. Los reflejos de la nave invisible –que en ese momento brillaba en el cielo– dependían de
la pericia del oficial a cargo; sin embargo, no fue suficiente el tiempo de reacción, lo que produjo
una colisiónaéreaentre losdosartefactos.
- ¡El dron nunca se movió de su posición! ¡La capa vacīvus tampoco fallo, señor! – gritó el
oficial Fernández.
- ¿Contra qué chocamos? ¿Qué tipo de objeto? – preguntó Waterstone, acercándose a los
radareslo más velozmente que le permitíasucojera.
- ¡No lo sabemos, el objeto apareció repentinamente! ¡No está permitido el vuelo de naves
comercialesni privadasporestazona,señor! – respondió Natham.
- ¡El dron está cayendo, además se ha iniciadoel proyectil PEM! – alcanzó a añadir, como un
alarido,otrooficial.
El espectáculo recordaba las celebraciones de año nuevo, como un gran fuego artificial en el cielo,
seguido de un gran estruendo. El dron había recibido un impacto lateral, produciendo un vuelo en
círculos, cayendo como una sámara recién liberada de un arce, humeando. La otra nave logró
7
maniobrar unos metros, estabilizando su vuelo, lo que no duró mucho ya que el proyectil PEM se
disparódesde el dron, desactivandolosaparatos yhaciéndolescaerenpicada.
Las naves se precipitaron a tierra en diferentes direcciones, cayendo sin control alguno por el
pulso electromagnético recién liberado. En la sala de controles de la base militar, los instrumentos
electrónicos también recibieronel influjo del pulso, quedando inhabilitados. Por unos segundos se
hizo un silencio generalizado en la oscurecida habitación, mientras los oficiales observaban al
comandante Waterstone,como obligándoleatomarla palabra.
- Desplieguen a todos los soldados presentes en la base, es prioridad el hallar el objeto
contra el que se estrelló el dron – dijo el comandante, soltando el aliento y dejándose caer
sobre una sillade lasala.
- ¿Cuál será el protocolode recuperacióndel dron,señor? –consultóel oficial Natham.
- ¿No lo ha captado aún, oficial? Ese objeto puede ser una nave tripulada, debemos
encontrar a los posibles sobrevivientes o sus cuerpos, ¡Esa es nuestra prioridad! Apenas
puedan restablecer el funcionamiento de los equipos de comunicaciones, averigüen con
las autoridades brasileñas si era o no una nave comercial o privada y la cantidad de
pasajerospresentes –mascullóirritadoWaterstone.
- ¡Sí, señor! – respondieronlosotrosoficiales,saliendode susrespectivospuestos.
- ¡Señor, no es necesario esperar a comprobar el daño real de los aparatos! Tenemos un
equipo de comunicaciones portátil guardado en un estuche anti - PEM – dio a conocer el
oficial Fernández.
- ¡Excelente! Oficial Natham, siga a Fernández y comiencen las comunicaciones con las
autoridadesrespectivas.
- Inmediatamente,señor–dijeronlosoficiales,saliendode lasala.
Al encontrarse solo en la habitación, la mente del comandante comenzó a trabajar, formulando
ideas de que podría haber ocasionado este accidente. No podía ser un aerolito, tenía que ser algún
tipo de aeronave. El comunicado recibido de la NASA no contemplaba la caída de meteoritos en
estas fechas, menos en las cercanías del Amazonas. El monitoreo de estos objetos ha sido siempre
exhaustivo y los objetos con probabilidades de caer en tierra ya estaban alejados de la órbita
terrestre. ¿Podría ser un satélite con un desperfecto? No, era poco probable que reingresara a la
atmósfera sin desintegrarse antes. ¿Un misil, de quién? Nadie conoce esta instalación; por otra
8
parte, el dron se encontraba en modo invisible… Si era una aeronave, vidas inocentes podrían
estaren peligrooya extintas. Noqueríavíctimasfatales,perolasopciones noeranauspiciosas.
Una decena de soldados salieron en búsqueda del extraño objeto, concurriendo al lugar en que
estaban apostados los oficiales encargados de la comprobación visual del dron. Una vez reunidos,
se formaron grupos de 4 personas y se trianguló manualmente la posible zona de caída e impacto
del aparato, mientras que en la base Amazonas se realizaban las preguntas necesarias a la fuerza
aéreade Brasil y a laagencianacional de aviacióncivil. El reloj marcabalas12:37 PM.
- Comandante, logramos comunicarnos con las autoridades aéreas – notificó el oficial
Nathama Waterstone,que aúnse encontrabasentadoenlasalade controles.
- Cuénteme su respuesta, por favor – replicó Waterstone, con cara de quien sabe lo que
viene acontinuación.
- No erauna nave militar,tampococivil,señor.
La preocupación del desgastado guerrero se desvaneció de su rostro, quitándole un inmenso peso
de encima. Se levantó de su asiento, ganando robustez por el ánimo recién comunicado a través
de esaspalabras.La situaciónhabíacambiadode agobiante a interesante.
- ¡Quiero que encuentren ese objeto, ahora mismo! – mandó el comandante, que parecía
un tiranoarmado de un látigo,decididoagolpeara quienfueraparahacer valersuorden.
La exploración del Amazonas resultaba infructuosa, el tiempo pasaba y eran incontables las veces
que los equipos de búsqueda coincidían en ciertos espacios. El clima no ayudaba tampoco,
obligando a los soldados a detenerse para rehidratar sus sofocados cuerpos. Además, estaba la
preocupación de encontrarse con animales salvajes que atacaran a los oficiales, extremándose la
cautela, ralentizándose labúsqueda.
Cerca del anochecer, una zona de la selva mostraba un leve e intermitente brillo, como una tenue
lámpara fluorescente. Esto llamó la atención de los soldados, que se movilizaron raudamente,
como si se tratara de un llamado proveniente de un superior. Al hallar la fuente del resplandor, el
espectáculo no podía ser menos que desolador y terrible; aun así debía comunicársele
directamente al comandante Waterstoneantesde realizarcualquiermovimiento enlaescena.
El comandante se movilizó inmediatamente hacia el sitio del impacto. A pasos del lugar del
siniestro, se detuvo un momento para sobarse la rodilla izquierda, adolorida por la larga caminata
9
y el descenso de temperatura. Retomando la marcha, lo primero que divisó fue la cegadora
iluminación del emplazamiento, que apuntaba a un objeto plateado de forma ovalada, de grandes
dimensiones, lleno de abolladuras y un gran foradoen su fuselaje. Lo segundo que vio fue sangre y
dos cuerpos, al parecer masculinos, uno de los cuales estaba seccionado en dos –en la parte
estomacal–mientrasel otroreposabatumbadounosmetrosmásallá.
- ¿Qué…?– murmullóWaterstone,nocomprendiendonadade loque teníaen frente.
- ¡Señor! No esperamos su llegada, pero comenzamos a darle primeros auxilios al
sobreviviente, su estado es crítico y debemos llevarle a un hospital – comunicó el oficial
paramédicoque acompañabalabúsqueda.
- ¿Pero quiénes son estos muchachos? ¿Cómo sobrevivió a esa caída? –preguntó el
comandante, que estaba hecho una maraña de dudas en ese momento–. ¡Se suponía que
no era ningúntipode aeronave tripulada!
- Bueno… Al parecer, el sobreviviente salió despedido de su nave al momento del impacto.
El otro no tuvo tanta suerte, se rebanó en dos con una parte del fuselaje, desangrándose
por completo – respondióel oficial,dilucidandoloque pudohaberocurrido.
Los ocupantes del artefacto vestían un traje blanco ceñido al cuerpo que cubría desde su cuello
hasta los pies, incluyendo las manos. Este no presentaba costuras ni uniones, permitiendo ver
fácilmente su fisionomía, denotando una contextura delgada con musculatura trabajada. La altura
del superviviente era de aproximadamente 180 cm, no pudiendo realizarse el mismo análisis visual
al tripulante muerto; sus facciones resultaban parecidas, recordando al tipo caucásico, con cabello
oscuro ondulado de largomediano,yuncolorde ojossin determinar.
El equipo de rescate venía unos pasos atrás de Waterstone, ya que encontrar un acceso para un
helicóptero en medio de la selva no era tarea fácil. Una vez se halló un sitio apropiado para el
aterrizaje del aparato, se evacuó al joven mal herido a un hospital de la capital brasileña y a su
acompañante a la morgue del mismo establecimiento. Al cargarles en sus respectivas camillas, se
notó que eran más livianos de lo que se esperaría, según su contextura, pero no se le dio mayor
importancia. Luego de un corto lapso de tiempo llegaron camiones para cargar la nave, la que
estabasiendodesmanteladaycatalogadapara un posteriorre-ensamblede esta.
Los soldados encargados de desarmar la nave descubrieron algunos datos sobre la procedencia de
sus ocupantes, detalles que sólo complicaron la situación. El fuselaje estaba compuesto de dos
óvalos concéntricos, con una lámina que dividía en dos –en forma desigual– el interior de esta. No
presentaba uniones en ningún sitio, al igual que los trajes de los tripulantes, lo que producía la
10
sensación de estar frente a una construcción hecha de una pieza; complicándose su
desmantelamiento, debiendo cortarse con plasma. Si bien estas características hacían excepcional
al artefacto, lo más sorprendente era la falta de sistema de propulsión, de navegación y la
inexistencia de alguna forma de combustible. Con toda esta información en sus manos, el oficial
Fernándezse dirigióhacia el comandante Waterstone. El reloj marcabalas23:23 PM.
- Señor, debe ver esto – dijo el oficial Fernández, que se acercaba al comandante en
compañía del oficial acargo de registrarlosdatos de la nave reciéndesmantelada.
- ¿Qué sucede? – rezongó Waterstone, cansado de estar a esas horas de la noche en medio
del Amazonas.
- Puede que estemosfrente aunartefacto no manufacturado enlaTierra.
- ¡¿Quiere decir qué…?! – dijo el comandante, interrumpiéndose al ver la expresión del
rostro de su interlocutor.
- Exactamente,señor.Al parecerestamosfrenteaunanave extraterrestre.
11
Amazonas
Brasil,Lunes05 de enerode 2015, 12:06 PM.
La tercera tripulante de la nave giró su cabeza por sobre su hombro para mirar a sus compañeros,
tratando de ponerse de acuerdo en que harían de ahora en adelante, ya que el descubrimiento de
este planeta potencialmente habitable era inmenso. Desde el espacio se veía como una gran gota
de agua con manchones verdes y zonas rocosas, destacándose una gran región verdosa que tenían
en frente, la que podría estar conformada por alguna clase de forma biológica. Su atmósfera, que
era fría en su inicio, se mostraba con una composición adecuada para su respiración; de modo que
decidieron descender y explorar el terreno en forma presencial. La superficie elegida para el
aterrizaje se veía libre y estable, por lo que se aumentó la velocidad de descenso de la nave,
produciéndosede repenteunestrépito noesperado.
- ¿Contra qué chocamos? – preguntó directamente el primer tripulante a la mente de sus
camaradas.
- ¡No lo sé, intentaré estabilizar la nave! – respondió con un agudo y punzante pensamiento
el segundo tripulante, quien era ayudado por la tercera tripulante con toda su fortaleza
mental.
La estabilización de la nave hubiera resultado exitosa, elevándole y aterrizándola en un lugar
propicio, pero un segundo estruendo la sacudió, recibiendo un pulso electromagnético que
sacudió sus cuerpos y apagó los equipos de navegación del artefacto, haciéndoles caer en picada
enla espesaselvaamazónica.
El primer impacto fue contra la copa de los árboles, los que se rompieron como cerillas de fósforo
por el peso del objeto, no amortiguando para nada su caída en el terreno selvático y espantando a
una gran cantidad de aves. La colisión en tierra fue descomunal, produciéndose un chirrido
metálico al fracturarse el fuselaje de la nave y arrastrarse unos metros a lo largo de la selva, para
luego girar sobre si misma varias veces y quedar finalmente inmóvil, en silencio. El único sonido
que quedófue el graznidoquejosode lasavesque huyerondel sitio.
En uno de los giros producto del impacto, la tercera tripulante salió despedida de la nave, cayendo
a más de 200 metros al sur del lugar original de la colisión, mientras que sus compañeros seguían
dentro del artefacto. Otro de los giros creó una hoz con parte del fuselaje, la que en el caos del
accidente terminó segando al primer tripulante como si fuera una espiga de trigo maduro. Al
detenerse la vorágine del aparato siniestrado, el segundo tripulante logró salir de este, quedando
inconsciente porlasmúltiplescontusionesrecibidas.
12
La tercera tripulante cayó inconsciente en terreno firme, rodeado de árboles y un suelo cubierto
de hojas desprendidas de estos. Despertó después de unas horas, con su larga cabellera negra
enredada en las ramas de unos pequeños arbustos. Estaba desorientada, la caída había sido muy
rápida y no sentía su nave ni a sus compañeros de viaje. Sensó1
su cuerpo, encontrando
hematomas en muchas zonas, además de un corte de mediana profundidad a lo largo de su
espalda. Suprimió el dolor y el sangrado de sus heridas para poder levantarse y caminar. La
pérdidade sangre afectó sufuerza,optandopor avanzarapoyándose enlavegetaciónselvática.
La zona presentaba árboles de diverso tamaño, con una coloración predominantemente verde,
muy parecidos a los que ella conocía, pero en cantidades que nunca había presenciado. La
temperatura y la humedad eran altas para lo que estaba acostumbrada, sofocándola y haciéndole
sudar por todoel cuerpo.
A medida que avanzaba por la selva, divisó distintos entes: voladores, de dos y cuatro patas,
algunos que simulaban ser hojas o partes de árboles, entre otros. Se preguntó si esas eran las
formas de vida más evolucionadas de aquel planeta o había algo superior allí; de ser sólo esas
criaturas, sería fácil el arribo de sus compatriotas para establecerse en un planeta de recursos no
agotados.
Sus fuerzas se iban agotando con cada paso que daba, no pudiendo sostener más tiempo el
bloqueo sobre el dolor, liberándose las señales nerviosas. Se sentó, resentida, bajo la sombra de
un árbol. El sudor que corría por su espalda le producía escozor al mezclarse con la poca sangre
que aun fluíade su herida.
Estaba preocupada por sus camaradas y por el estado de la nave, pero debía pensar primero en
ella, en encontrar pronto un refugio para curar sus heridas y obtener algún alimento que ayudase
en su recuperación, así que se puso en marcha nuevamente. El camino estaba cubierto de
vegetación, cubriéndolo con una fresca sombra, y parecía moverse al mismo tiempo que ella.
Sintió un ruido, como pasos entre las hojas y ramas, que le hizo detenerse en medio de la selva,
expectante ante cualquier movimiento extraño. No hubo respuesta. Reinició lentamente su
caminata, cuando percibió algo cayendo sobre ella. Giró velozmente, encontrándose frente a un
animal de cuatro patas, pelaje de color amarillo pálido y motas de color negro; abalanzándose
sobre ellay lanzandounagudo alarido.
Logró evitar que el ser se le abalanzara con un movimiento de su torso –causando una leve
molestia en su espalda– pero el atacante se reincorporó rápidamente para arremeter desde el
lado opuesto, lanzando un golpe con su extremidad superior. Bloqueó el ataque con su brazo
derecho, no sabiendo que la pata del animal estaba dotada de garras, las que se hundieron en ella.
El daño estaba hecho; no obstante, se aproximó a su atacante y contraatacó, golpeándole en el
cuelloconel antebrazoizquierdo, matándoloenel acto.
1 Sensó, de sensar.Examinar a través de sensores.
13
Ahora si se encontraba en problemas, tenía una nueva herida y gastó casi todas sus fuerzas en
aquel breve enfrentamiento. Estaba sedienta, hambrienta, y la sangre comenzaba a huir
nuevamente de su cuerpo. Caminó largos minutos, tambaleándose, creyendo escuchar el sonido
del agua corriendo en las cercanías. Logró salir de la espesura de la selva, llegando a la orilla de un
río; desvaneciéndose y cayendo de espaldas, inconsciente. Su brazo herido quedó en una posición
que lo aproximó al agua, fluyendo algunas gotas de su sangre hasta el caudal amazónico,
emocionandoaunaspirañasque se encontrabancerca.
Despertó repentinamente, sobresaltada, sin saber que había ocurrido. Estaba tendida de espalda
en el piso de una especie de vivienda de forma cilíndrica, compuesta por paredes de ramas secas
de árboles y un techo fabricado con hojas y tallos alargados que emulaban un triángulo. Su cuerpo
estaba cubierto con una clase de paño o tela, el que retiró para poder incorporarse. Sus heridas
habían sido tratadas, unas hojas largas rodeaban la lesión de su brazo derecho y en su espalda
tenía adheridaunacompresa,que cayócuando se levantódel suelo.
Caminó al exterior de la habitación, notando que el sol se había ido ya, sintiendo el frio colándose
por las aberturas de su traje rasgado, el que ya no proporcionaba protección frente a cambios de
temperatura. Fuera de la vivienda, notó la presencia de otras viviendas iguales formando un
semicírculo y, en medio de ellas, una hoguera. Se aproximó lo más raudo que le permitían sus
injurias, buscando el calor del fuego, encontrándose con un ser de características similares a las de
ella.
Era un hombre desnudo –podía catalogarlo así, ya que era igual a los hombres de su raza– de
contextura fornida, piel morena, cabello oscuro y ojos achinados de color café. Este, al verle llegar,
se dirigió a un cúmulo de ramas y tomó una de estas, arrojándola al fuego. Después de esto, se
echó en el piso y comenzó a buscar dentro de lo que parecía ser una bolsa pequeña, extendiendo
posteriormente sumano,ofreciéndole algo.
La tercera tripulante cogió lo que le ofrecía el hombre, entendiendo el porqué de la oferta. Era un
objeto esférico, de color amarillo con tintes rojizos y con un fuerte aroma. Su instinto le dijo que
era alimento, de modo que lo engulló completamente. El sabor era cítrico, como ciertos
preparados enzimáticos alimentarios que conocía, pero totalmente diferente. Las moléculas que
componían ese alimento no se encontraban fácilmente, menos de manera conjunta. Analizó cada
uno de los compuestos del fruto e hizo un perfil de él. Si se alimentaba sólo de ese producto, su
recuperación seria en unos días, suponiendo que la jornada tuviera la misma duración que las de
su planetade origen.
Esa noche pernoctó junto a la fogata, contando el tiempo que faltaba para que la estrella que
reinaba el sistema en el que se encontraba pérdida fuera visible nuevamente, fijándose como
segundametael quedarse despiertahastalallegadadel anochecer.
Al amanecer de ese día –que oficialmente era el martes 06 de enero de 2015– la gente comenzó a
salir de sus chozas, reuniéndose en torno a la hoguera y la visitante. Todos le observaban,
intercambiando palabrasentre ellos, práctica realizada por su especie en ocasiones oficiales y/o de
14
respeto, vocablos inentendibles en ese momento para ella. Su tamaño destacaba, siendo más alta
que los hombres de la tribu. La coloración de su piel también era diferente, como si el sol nunca
hubiera tocado su tez, en comparación con la de los habitantes que estaban acostumbrados a
broncearse completamente. En esa alba dermis destacaba aún más los hematomas recibidos en su
caída, losque todavíale producían un considerabledolor.
De pronto, de la choza central salió una mujer que vestía una corona con láminas de color amarillo,
azul y rojo; unos cables con rectángulos rojos colgando sobre su pecho y en la mano izquierda una
recta rama de árbol que usaba para apoyarse al caminar. Su paso era lento y pesado, lo que hizo
que la visitante analizara más a fondo a la fémina, notando un rasgo olvidado por su raza, era una
anciana.
De hecho, había más ancianos alrededor de la tercera tripulante, que se encontraba de pie junto al
hombre que vigilaba la ahora menguante fogata nocturna. Este rasgo de los habitantes hizo que la
visitante se acercara rápidamente a mirar tal fenómeno, solamente conocido por los textos
antiguos de su raza. Se aproximó directamente a la mujer de la corona, tocándole la cara y
acercando sus concentrados ojos color castaño a los de la anciana, como si quisiera absorberla con
la mirada, captando todos los detalles del arrugado rostro. La gente de la tribu no esperaba tal
reacción, tomándolo de forma graciosa, riendo con sonoras carcajadas y mostrando los dientes de
paso.
Las risas sacaron del trance a la mujer invitada, que soltó el rostro de la anciana, la que procedió a
revisar las heridas de la forastera. La vieja curandera tomó la muñeca izquierda de la joven foránea,
guiándola al interior de su choza, donde realizó el cambio de las compresas que cubrían sus
lesiones. Al terminar las curaciones, comenzó a hablar de una forma rítmica, dando vueltas
alrededor de una vasija que calentaba con antelación. Al rato, tomó una muestra del líquido recién
hervido,depositándoloenunrecipientepequeño yextendiéndoseloparaque lobebiera.
El brebaje contenía trozos de vegetales de diferentes colores, que no parecían provenir de los
típicos árboles que había vistoen la selva. Eran flores, que en su planeta escaseaban, peroestaban
presentes en la pobre vegetación que conservaban. Una vez disminuyó la temperatura del
cocimiento, comenzó a beberlo a sorbos cortos, para saber a qué se enfrentaba. Encontró
compuestos con propiedades bactericidas –microorganismos, problema ya solucionado por sus
pares– y algunos con acción cicatrizante, entre otros. Terminó rápidamente de beber del
recipiente, devolviéndoselo a la anciana y esperando que se lo regresara lleno nuevamente, cosa
que no ocurrió,ya que la viejale condujo alasalidade la choza.
Una vez fuera de la choza, la tercera tripulante fue a recluirse en la habitación en que despertó la
noche anterior y descansó tendida en el piso, mirando al cielo entre las rendijas que se formaban
en el techo, esperando el anochecer. En la tarde, unos niñosle llevaron unos frutos –distintos a los
que había probado anteriormente– y un pescado ahumado, al cual se quedó mirando por largo
rato antes de desmenuzarlo, analizarlo y engullirlo. Con la ingesta diaria de esa dieta, su
recuperación sería muy veloz. Al final de la jornada pudo determinar que la duración de un día
completo equivalía a 30 ciclos, bastante alejados de los 45 a los que estaba acostumbrada, lo que
15
aproximaba el tiempo necesario para su total recuperación a 8 días. Ahora podía descansar
realmente.
Esa noche soñó con el pescado ahumado. Lo imaginó en su hábitat, presumiendo que era el agua,
ya que su configuración fisionómica llevaba a pensar eso. También soñó con los habitantes de la
tribu, especialmente con la curandera y las láminas que conformaban su corona. Estas eran como
unos pequeños mástiles de los que sobresalían una infinidad de vellos, entrelazados por pequeñas
ramificaciones perpendiculares que surgían de estos últimos. Su esquema mental encontró una
correspondencia entre esas láminas y aquel ente volador que divisó. Hizo un acercamiento a una
imagen extraída de ese recuerdo y cambiando las condiciones lumínicas de esta –ya que le vio a
contraluz– logró identificar la presencia de las láminas en el ser, las que de seguro ayudaban a su
sistemade propulsiónaérea.
No quiso seguir soñando, así que enfocó sus esfuerzos en restaurar su cuerpo. Sabía de antemano
que lugares estaban dañados y en que magnitud; remediándolos y priorizando los menos
perjudicados. Resolvió la inflamación de los hematomas, quitando el edema y degradando la
sangre acumulada en estos. Esta última fue fragmentada en moléculas de diferente peso
molecular –segúnla necesidad– las que reabsorbió para reutilizarlas en la reparación de los tejidos
dañados.
Terminó estos procesos en cuestión de unos pocos ciclos, dejando su cuerpo completamente libre
de magulladuras. Ahora quedaba solamente el gran corte de su espalda y la herida corto-punzante
de su brazo derecho, las que dejó para más adelante, ya que necesitaba energía y metabolitos
extras para repararlas. Se durmió profundamente, como en un coma, cortando casi toda recepción
de estímulos exteriores –exceptuando la audición– y ajustó su despertar a 1,25 ciclos después del
amanecer.
1,25 ciclos posteriores al amanecer del tercer día –desde que la viajera cayó en la Tierra– la gente
de la tribu ya estaba trabajando, saliendo todos a realizar sus actividades regulares. La –
nuevamente– blanca forastera despertó y se dirigió a la choza de la curandera para recibir su
curación diaria, sorprendiendo a la anciana por el avance en su recuperación. Luego de cambiarle
las respectivas compresas y darle una porción de su brebaje curativo, le dijo algo mientras sacudía
las manos en el aire –que al parecer tenía que ver con que fuera a alimentarse– y le condujo hacia
el exteriorde lavivienda.
Al quedar libre de su diligencia matutina, salió en búsqueda del cuidador de la fogata, al que
encontró recolectando ramas y trozos de árbol no muy lejos de la tribu. Al verla frente a él, sólo
sonrió y le cargó un montón de palos en los brazos, mientras el cogía otro que tenía apiñado
momento atrás. Caminaron –en silencio– hasta el sitio donde depositaban la leña, colocando la
que cargaban y disponiéndose a salir a buscar más. La joven, que estaba hambrienta y no sabía
cómo comunicárselo al hombre, utilizó por primera vez sus cuerdas vocales en este maravilloso
planeta, emitiendo una letra “a” al aire, lo que llamó la atención del recolector, que se quedó
mirándolaatentamente.
16
El primer contacto estaba hecho, tenía su atención, pero aun no comunicaba su deseo. Pensó que
lo mejor sería utilizar señas, gesticulando como si tuviera un alimento entre las manos y se lo
llevara a la boca para consumirlo. Justo cuando iba acercando su palma a sus labios entreabiertos,
sus intestinos hablaron el lenguaje universal del hambre, los borborigmos2
. El recolector entendió
lo que quería y, mientras soltaba una carcajada, le palmeó los hombros y le condujo a su choza,
donde unosniñosle dieronfrutasyunostrozosde pescadoahumado.
Con el ánimo y las energías repuestas, acompañó nuevamente al hombre en búsqueda de leña,
juntando una gran cantidad de ella. Entrada la tarde, volvió a comer carne de pescado y siguió a
los hombres que se encargaban de la caza de estos, los que estaban reunidos frente al gran río
amazónico. Viéndola en el lugar, le invitaron a montarse sobre unas vainas alargadas apostadas
en la orilla del torrente, las que servían para navegar en el agua, impulsándolas con unas varas
largas hechasde tronco de árbol.
Mientras algunos de los hombres mantenían la navegación de la embarcación, otros comenzaron a
apuntar al agua con unas ramas perfectamente talladas y rectilíneas, las que contaban con un
extremo puntiagudo, en tanto su parte posterior tenía láminas provenientes del ser volador –de
diferentestonalidadesalasde la corona de la anciana– y unasoga delgadaatadaal final de estas.
Para impulsarlas se valían de un tronco delgado y flexible, el cual era tensionado con una cuerda
atada a sus dos extremos. Al posicionar la vara puntiaguda en medio del tenso hilo y aplicar fuerza
para estirarlo –lo que doblaba en parte al madero delgado, produciendo más tensiónen el cordel–
se podía disparar la rama emplumada a grandes distancias, valiéndose de la soga atada a su
extremofinal pararecuperarla.
De ese modo apuntaban y disparaban múltiples veces –atravesando a los peces del río– acercando
la caza al navío al recoger el cordel atado a la flecha, lo que les proveía de una considerable
cantidad de pescado para la tribu. La hospedada deseaba aprender a tirar con esos instrumentos
rudimentarios, por lo que tomó uno entre sus manos y observó atentamente a sus maestros. Se
levantó pasados unos minutos de sostener una concentrada mirada, quedando de pie en la
embarcación; apuntó al río, tensando la cuerda y buscando una potencial víctima, la que encontró
al cabo de unos segundos, tirando de inmediato. Recogió la soga, trayendo consigo la presa
atravesada con la saeta en el medio de ella, resultando ser una piraña que aún se movía y pegaba
tarascones con susafiladosdientes,loque causó larisa de susacompañantes.
Terminaron de pescar antes del anochecer, cargando los pescados en un recipiente cilíndrico –
hecho con varas delgadas entrelazadas– y se dirigieron de vuelta a las chozas. Esa tarde había
resultado muy edificante, pero los nuevos conocimientos no terminaban de llegar, como el
ruidoso caudal amazónico que desemboca siempre enel océano. La temperatura estaba bajando y
era hora de preparar la fogata nocturna, proceso que no había presenciado hasta ahora, por lo
que se acercó al lugardonde se iniciabanlasbrasas.
2 Borborigmos;ruido producido por movimiento de gases en cavidad intestinal.
17
El encargado de iniciar la hoguera era un niño de pequeñas proporciones, de cabello puntiagudo y
piel cobriza, el que utilizaba dos objetos de madera para esto. Contaba con una tabla plana con un
surco a lo largo de ella, ranura que servía para frotar una vara cilíndrica hasta producir un
desprendimiento de calor en el extremo friccionado. Ese ardor era utilizado para avivar una yesca,
la cual al calentarla unas pocas veces, comenzaba a humear débilmente. El adolescente procedió a
frotar sus instrumentos, exhalando aire en las brasas, encendiéndose las llamas, las que
encendieronauna pilade ramas secasy maderosque serían más tarde la fogata final.
Se sentó al lado del joven amo del fuego, extendiéndole las manos para que le prestara sus
herramientas. El muchacho, un poco receloso, se los confío y se recostó en el piso a mirar los
intentos de su aprendiz. La inexperta mujer juntó un poco de yesca y comenzó a frotar la vara en
la ranura de la tabla, ocupando demasiada fuerza en la fricción, destrozando la delgada varilla. El
niño se levantó alarmado del suelo y, frunciendo el ceño, corrió presto a su choza; volviendo con
una nueva rama, más tosca y gruesa que la anterior. Al cabo de unos segundos y después de bajar
la potencia utilizada para frotar, pudo iniciar una pequeña humareda, la que se avivó al soplarla,
liberandolasllamasque la discípuladeseaba,alegrándoseleel rostroporsu logro.
Con esto daba por terminado su día. La noche ya era patente. Caminó hacia su choza y sacó la
manta que le habían prestado, acostándose cerca de las llamas para observar sus relajantes y
azarosos movimientos, durmiéndose con el sonido selvático de fondo. Aquella noche también dejó
unos ciclos para reparar sus heridas, gastando todos los nutrientes no utilizados en las actividades
de ese día en esatarea.
Los siguientes días pasaron raudos y la buena alimentación comenzaba a dar sus frutos. No
solamente lograba reparar las heridas de su brazo y espalda, sino que su cuerpo estaba ganando
peso, quitándole el aspecto delgado con el que llegó desde su planeta –que por razones de
escasez alimentaria no les permitía llegar a su máximo potencial muscular normal– además
bronceándose levementesupiel porlaexposiciónsolar.
Se dedicó a ayudar en las actividades diarias de la tribu mientras recuperaba completamente su
salud, aprendiendo también las técnicas para fabricación de chozas, del arco y flecha, de cuchillos
–tanto de piedra como de madera– de recetas curativas ocupando distintas plantas y de tocados
de plumas;cazandopersonalmentealasaves que utilizóenello.
Al cumplirse el sexto día de su permanencia en la tribu, sus heridas estaban completamente
sanadas, sin mella alguna, tomándole menos tiempo del estimado con anterioridad. Estaba
perfectamente sana y contaba con herramientas básicas para valerse por sí sola en la selva
amazónica en la búsqueda de su nave y sus compañeros. Realizó su última visita a la curandera,
mostrándole los lugares en que solían estar los cortes, presentándose indemnes. La falta de
marcas o cicatrices en la piel de la muchacha asustó un poco a la anciana, de modo que cubrió su
cuerpo ileso con compresas nuevas, para que los demás habitantes no se espantaran con su
milagrosa recuperación.
18
A diferencia de las otras veces, la veterana acompaño a la repuesta hospedada al exterior de la
choza, dejándole esperando en su portal. Se dirigió con paso lento, ayudándose con su bastón, a
las demás viviendas, entrando y saliendo de ellas, siempre con algo más en las manos. Una vez
pasó por todas las habitaciones, toda la gente de la tribu se congregó alrededor de la muchacha,
rodeándola en un gran círculo. La anciana se acercó a ella y le entregó una bolsa hecha de piel de
uno de los entes que la atacó en la selva, la cual tenía en su interior una manta, un arco con varias
flechas,uncuchillotalladoenpiedrayuna gran cantidadde frutossecos.
Entendió que era la despedida, aunque no sabía si se debía a su recuperación o a otras razones. La
vieja mujer se sentó en el piso e hizo que le imitara, tomándole de la muñeca izquierda y tirándole
amablemente hacia abajo. Los adultos comenzaron a hablar de forma rítmica, realizando
movimientos de cuerpo entero, mientras los más jóvenes reían, corrían e intentaban copiar a los
mayores. Bellas muchachas con turgentes cuerpos se acercaron a la anciana con alimentos y
bebidas,ofreciéndoselasaellaprimeroyposteriormente alavisitante.
La fiesta duró unos ciclos, incluso saltándose el tiempo en que los hombres iban a cazar al río. Al
final del festín, la curandera volvió al interior de su choza, trayendo consigo un tocado de plumas
en su mano –idéntico al de ella– y lo depositó en la frente de la muchacha, tomándole de las
manos para levantarla del piso. Le cogió por el rostro, pellizcándole las mejillas y dejándole caer un
beso en el pómulo derecho, entregándole nuevamente la bolsa con los presentes. Toda la tribu se
reunió detrás de la anciana, dejando a la chica sola en su extremo, y comenzaron a elevar sus
manosabiertas,moviéndolas de derechaaizquierdarepetidasveces,mientrassonreían.
La joven tomó la bolsa con su mano derecha, abrazándola cerca de su cuerpo. Estaba agradecida,
de no ser por ellos le habría sido muy difícil sobrevivir, pero no tenía como pagarles, por último si
hubiera entendido suidioma, podría enseñarles algo, aunque era algo difícil tomando en cuenta su
estado tecnológico. Giró sobre sí misma, comenzando su marcha al interior de la selva, e imitó el
movimiento de palmas de sus hospedadores, dedicándole una mirada especial al niño amo del
fuego, al cuidadorde la fogatay a la anciana.
Ya alejada de la tribu, guardó el tocado de plumas en la bolsa y se internó en la selva buscando el
lugar en el que fue encontrada inconsciente. Debía encontrar su sangre perdida para recuperar
ciertos componentes que extravió al sangrar de forma tan profusa. Inició un campo de búsqueda
alrededor de ella emitiendo una señal electromagnética pulsante a través de todo su cuerpo,
pudiendo cubrir hasta 314 senx3
a la redonda, esperando recibir respuesta de sus kozou. Sólo
alcanzó a avanzar unos pocos metros entre la vegetación cuando captó su presencia en las
cercanías, corriendo conligerezahaciael sitio,el que estabaal borde del ríoamazónico.
Recordó que antes de caer desmayada estaba sedienta, llegando a duras penas a la ribera del
caudal, donde se desplomó inconsciente. No había manchas de sangre en el piso, pero ahí estaban
sus kozou, mezclados con los minerales y arcilla del suelo, esperando. Con sus manos cavó un
pequeño agujero, retirando la tierra en exceso y juntando un bocadoen su palma,lo consumió. No
3 1 senx= 0,796178 metros
19
lo tragó inmediatamente, para no producirse tos por el seco aperitivo recién engullido, pero tuvo
que beberunpoco de agua del río para ingerirlodefinitivamente.
Al terminar de beber agua, recibió una nueva señal proveniente del mismo río, pero esta se estaba
desplazando. Dejó su bolsa en el piso y se sentó en la orilla del torrente para enviar mandatos a
sus instrumentos sumergidos, los que comunicaron estar en el interior de un par de pirañas. No
demoró más que algunas décimas de ciclo en controlar a los dos animales, dirigiendo sus
movimientos al lugar en donde se encontraba, mandándoles saltar fuera del agua y caer al lado de
ella. Ya que los peces habían cuidado sus pertenencias todo este tiempo dentro de sus cuerpos,
optó por no matarlos, enviando los kozou al borde exterior de sus agallas y aglomerándolos en
unospequeñospuntos que extirpómanualmente, lesdevolvióal caudal.
Ingirió los instrumentos recién recuperados, pero le faltaban unos más, los que estaban en el
terreno en que cayó al salir despedida de la nave. Rememoró el camino recorrido antes de llegar al
borde del río y caminó sobre sus pasos, llegando al sitio aproximado de su caída. Envió una nueva
señal pulsante, recibiendo dos respuestas simultáneas, una cercana a sus pies y otra a 297,7 senx
de su posición, los cuales comunicaron no pertenecer a ella. Era una respuesta de sus compañeros,
aunque muydébil,loque le preocupóun poco.
Recogió rápidamente la porción de suelo que contenía sus kozou, el que estaba compuesto por
tierra húmeda y hojas degradadas, echándoselo directamente en la boca para mascarlo y tragarlo.
Corrió a toda velocidad a través de la selva, evitando todos los obstáculos que se le presentaban,
saltando grandes porciones de terreno para llegar al lugar en el que podían encontrarse sus
camaradas. A medida que avanzaba, la llamada se hacía más fuerte, aumentando
proporcionalmente su preocupación, debido a que no encontraba rastro alguno de la nave en las
proximidades.
Al llegar al lugar señalado, no encontró nada. No estaban sus camaradas; tampoco la nave.
Solamente había una gran extensión de tierra removida y árboles quebrados, signos que indicaban
una colisión; además de marcas en el piso que seguían un patrón geométrico, formando largas
líneas paralelas a lo largo del terreno. Dejó caer su bolsa, abalanzándose al sitio que contenía los
kozou, que pertenecían al primer tripulante, Kreneo. No entendía lo sucedido, pero parecía ser
que casi toda la sangre de su compañero había sido vaciada en ese suelo, esparciendo sus
maquinarias por la superficie que pisaba, debiendo estar muerto en ese momento. También
parecía ser que alguien se hizocargo del aparato siniestradoy sustripulantes.
No deseaba comer más polvo ni hojas, así que después de excavar los emplazamientos en que se
encontraban los kozou de Kreneo –mezclados con tierra– los recolectó en un agujero que cavó en
el piso, compactado y cubierto con trozos de su traje,el que cortó con el cuchillo de piedra tallada,
dejando al descubierto su espalda y parte de su vientre. Sacó todo el contenido de su bolsa de piel
y se encaminó de vuelta al río, llenándola de agua hasta el tope, ya que las costuras filtraban poco
a poco el fluido.
20
De regreso al sitio del siniestro, hidrató la excavación realizada para que las máquinas se liberaran
de la mezcla en la que estaban, pudiendo moverse libremente por el fluido. Acumuló y organizó
los kozou, formando un largo filamento para que flotara en la superficie de la poza y, sacándolo
con los dedos, se lo introdujo en la boca, donde se deshizo completamente –como ciertos cristales
al entrar en contacto con agua– entrando de forma directa a su torrente sanguíneo a través de las
célulasde sulengua.
Intentó nuevamente contactarse con su nave –ya que su señal era más fuerte que la de los kozou–
notando que estaba rodeada de señales de distintos tipos, diferentes frecuencias, comunicando
información inentendible por todos lados, confundiéndola por un rato. Se tendió en la tierra para
relajarse mientras pesquisaba, logrando filtrar su búsqueda al separar cada ruta de datos, pero
aun así no comprendía su significado, solamente dejándole claro que había formas de vida capaces
de manipulartecnología.
Ese descubrimiento le abrumó al pensar la situación en la que debía encontrarse su colega
sobreviviente –quizás herido de la misma manera que ella o peor– y la nave, la que de seguro
estaba destrozada por la colisión y siendo examinada de forma exhaustiva, temiendo que la
dejaran inoperativa completamente. Se acercaba la tarde y no quedaba tiempo para pensar, debía
encontrar un lugar cómodo para pernoctar y madera para encender una fogata, por lo tanto
comenzóa recolectarramassecas,dejándolas bajounárbol de gran copa.
No alcanzó a prender la yesca cuando algo importante le hizo elevar la mirada al cielo, escuchó un
zumbido proveniente de un transporte volador impulsado por hélices rotatorias –el que se perdió
en el horizonte rápidamente– y, además, captó una señal inequívoca de la presencia de su nave,
una alarma que se enciende sólo en caso de catástrofe para informar su paradero. Ese artefacto
que divisóportabapartesde su vehículoespacial ydebíainterceptarloacomodieralugar.
21
Capítulo 2
Ocultamiento de información
El helicóptero aterrizó de la forma menos parsimoniosa en el helipuerto de la clínica estatal Sao
Paulo, lugar donde eran esperados por médicos y enfermeras del recinto, casi volando las sabanas
de las camillas hospitalarias que esperaban por los pacientes. Se trasladó con prontitud al
sobreviviente, estabilizándolo y controlando sus signos vitales; mientras que el cuerpo del joven
muerto llegó a la morgue del hospital envuelto en una bolsa para cadáveres de color negro,
dejándolo en un refrigerador para posteriormente realizar su autopsia. Los médicos evaluaron el
estado del paciente accidentado. Tenían un sujeto de género masculino, el que se encontraba
inconsciente, con las vías aéreas despejadas, respirando por sí solo, ritmo cardiaco normal y
múltiples traumatismos en todo el cuerpo. Finalizada la auscultación, le tomaron las muestras
pertinentes para examinar a alguien con esas injurias, priorizando su análisis por petición de los
militaresestadounidenses.
El centro asistencial se mostraba tranquilo en ese horario, escuchándose sólo los pasos de los
internos y enfermeras circulando por entre las habitaciones. Presentaba ese típico olor a
desinfección en todo el lugar, el que fue remplazado por el aroma selvático que impregnaba a los
soldados recién llegados, una esencia mezcla de sudor, lodo y vegetación cortada. Los militares
que acarrearon a los siniestrados muchachos se apostaron a vigilar en las afueras de la sala en que
reposaba el joven malherido y en el exterior de la morgue, vigilancia que terminó a las 23:56 de
aquel lunesporunsúbitocomunicadodel comandante de operacionesatravésdel radio.
- SoldadoSmithal habla,cambio – dijocomunicándose atravésdel radiocomunicador.
- Ustedhabla con Waterstone,soldadoSmith.Cambio.
- ¡A sus órdenes, Señor! – replicó el soldado, cuadrándose como si tuviera al comandante
enfrente suyo.
- Smith, evacuen inmediatamente al joven superviviente y a su acompañante muerto. Es de
suma importanciaque haganabandonodel lugarlomás prontoposible.Cambio.
- Señor, se le está realizando exámenes en este momento, el individuo muerto está siendo
custodiadohastaque le seapracticada la autopsia. ¿Debo…?
- Divídanse en dos grupos –dijo, interrumpiendo, Waterstone–. Que uno retire al fallecido
antes de que lo toquen y el otroimpida que se le siga realizando exámenes al chico herido;
además, requisen todo material recolectado por los médicos: planillas de ingreso,
22
muestras, exámenes, material desechable, etc. Comuníquese conmigo cuando haya
concretadotodoesto.Cambio.
- ¡Sí, señor! Cambio y fuera – respondió Smith, cortando la comunicación con el
comandante yponiéndose encontactoconlosdemássoldados.
El accionar fue veloz. Los soldados se organizaron en dos grupos de dos personas, el primero retiró
el cuerpo maltrecho de la morgue y lo llevó de vuelta al artefacto militar estacionado en el
helipuerto del hospital; al mismo tiempo, el otro se encargaba de detener a los médicos que
llevaban al muchacho magullado hacia la sala en que estaba el equipo de TAC4
, además de
confiscar las planillas de ingreso del paciente y muestras de sangre y orina que le habían tomado
anteriormente.
Los médicos estaban confundidos y se sintieron menospreciados, pero no presentaron mayor
resistencia ante los soldados –que no dieron ninguna explicación– entregándoles de inmediato al
paciente y las muestras recabadas. Los militares se encaminaron trotando por un largo pasillo
hacia el elevador, cargando la camilla en la que se encontraba el accidentado, marcando en el
panel interior del ascensor el único botón que sin numeración, elevándose hasta el helipuerto de
la azoteadonde lesesperabanlosparamédicosmilitares.
El soldado Smith tomó su radio transmisor, llamando directamente a su superior para recibir
nuevasórdenes,elevandolavozporel ruidoproducidoporlas hélices del aparato.
- ¡Comandante Waterstone! ¡Tenemos a los individuos, comuníquenos como proceder de
ahora enadelante,porfavor!¡Cambio!
- Aléjese un poco del helicóptero, no desgaste su vozen vano, soldado. Diríjanse de vuelta a
la base amazonas para reabastecerse de combustible, acá les daré las directrices que
deben cumplir más adelante. Cambio – respondió el superior, que escuchaba más las
hélicesque asuinterlocutor.
- ¡Sí, Señor! – contestóSmith,mientrasse alejabadel ruidosoaparato.
- Partan de inmediato,tengancuidado.Nosvemosacá – dijoWaterstone,despidiéndose.
El helicóptero se elevó de la azotea del hospital, dejando en medio del helipuerto las camillas
vacías, que fueron retiradas por unos paramédicos que subieron a ver como partía el artefacto
militar. Bajo el cielo nocturno de la capital brasileña, la aeronave se dirigió de vuelta a la selva
4 TAC: Tomografía Axial Computarizada.
23
amazónica, perdiéndose en el oscuro horizonte. Después de sobrevolar la selva, el aparato
descendió en la base militar, donde les esperaba el comandante, que se aproximó directamente al
soldadoSmithparacomunicarle susmandatos.
- ¡Recarguen combustible, tanque lleno! – gritó Waterstone a los soldados, llamando con
señasa Smithpara que se acercara a hablar conél.
- ¡Señor! – saludóSmith,cuadrándose.
- ¿Algoque comunicar,Smith? – preguntóel comandante.
- Por la rapidez del procedimiento de evacuación, no pudimos devolver las camillas que
utilizamos para transportar al muchacho herido y al fallecido. Todo lo demás, sin
inconvenientes – informó el soldado con voz suavizada, esperando una reprimenda por el
incidente.
- No se preocupe por eso, yo me ocuparé. Estas son sus órdenes: Irán a la base militar de
Palanquero, en Colombia. Allí se reabastecerán nuevamente de combustible y se
trasladarán a la base de Guantánamo en Cuba. Ahí les espera un avión de transporte
acondicionado para el tripulante herido, este les llevara a la antigua base de Sonora.
Partena las 0200 A.M. ¿Algunaduda,soldado?
- Negativo,Señor–comunicóSmith.
- Eso es todo. Puede retirarse, comuníquele las órdenes sus acompañantes. Equípense con
algunos víveres, para suavizar la exigencia del viaje nocturno – comunicó Waterstone,
despidiéndose delsoldadoconunapretónde manos.
Cuando llegó la hora de partir, los soldadosestaban formados dándole la espalda al helicóptero. El
comandante saludó a los tripulantes, encomendándoles la misión y los despidió deseándoleséxito.
La aeronave se elevó del piso, levantando una polvareda que removió hojas del piso y de los
árbolesaledaños,alejándose haciasudestinoágilmente.
Waterstone reingresó a la base, dirigiéndose a paso lento hacia su oficina. Se dejó caer en su silla
giratoria, rotando una vez por el impulso, y soltó un inaudible bufido. Miró el teléfono sobre su
escritorio por unos segundos. Los militares brasileños se habían comunicado con él unos minutos
antes de que llegara el helicóptero a la base, preguntándole las razones de su accionar en la clínica
estatal.
24
Los superiores del comandante también estaban al tanto de la situación, desde que se dieron
cuenta de la situación anómala, por lo que el procedimiento a realizar estaba determinado de
antemano. Debía encargarse del asunto del hospital, de manera rápida y que no dejara dudas, de
eso dependía la no divulgación del inusual evento. Tomóel auricular y discó el número de la clínica,
esperandoque le respondieranprontamente.
- Clínica Estatal Sao Paulo, usted habla con Adriana. ¿En qué puedo ayudarle? – respondió el
teléfono,enportuguésyconcordial voz,la recepcionista.
- Buenas noches, Adr… Adriana. ¿Habla usted inglés? – tartamudeó Waterstone, en el
idiomade laseñorita.
- Por supuesto. ¿Que desea, Señor…? – dijo Adriana, con perfecto acento británico, lo que
sorprendióal comandante.
- Waterstone. Soy el Comandante John Waterstone. Quisiera hablar con el director del
hospital, para explicarle por qué retiramos a nuestros soldados de forma tan abrupta esta
noche.
- Oh, entiendo. Le comunicare directamente a su domicilio, ya que no se encuentra aquí en
este momento. Espere en línea – contestó la recepcionista, procediendo a desviar la
llamada.
- Muchas gracias, SeñoritaAdriana–dijoWaterstone,despidiéndose.
La espera telefónica fue corta. El director de la clínica estaba despierto y expectante por laextraña
situación ocurrida unas horas antes. Se había comunicado con las autoridades militares brasileñas
y le refirieron al comandante de operaciones Waterstone, el que debía llamarle para aclarar el
hecho.Contestóel teléfonoconpresteza,identificándose encorrectoinglés.
- Buenas noches. Daniel Ferreira, de la clínica Sao Paulo, al habla. ¿Comandante…? –
respondióexaltadoel director.
- Sí. Buenas noches, Señor Ferreira. Soy el comandante Waterstone. Quiero pedirle
disculpas por la irregular situación ocurrida en su establecimiento esta noche; además de
las camillas que dejamos botadas en el helipuerto – expresó el militar, con voz
inquebrantable.
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- Eso es lo de menos, comandante. Deseo saber las razones de la evacuación del paciente,
su estado era crítico y no alcanzamos a realizarle todos los exámenes de rigor. No se nos
puede imputar culpa alguna en caso de deceso del individuo, recayendo la culpa sólo
sobre ustedes. Además, no era necesario el requisar las muestras ya tomadas, en caso de
ser parte de un proyecto secreto militar, bastaba con destruirlas nada más pedirlo –
espetóel director.
- Comprendo su enojo, Señor Ferreira. Fue un error nuestro enviar a nuestros muchachos a
su clínica. Exactamente, como usted dijo, esto es parte de un proyecto secreto que se lleva
a cabo en territorio brasileño, porlo que esto no debe divulgarse – enfatizó el comandante.
- Entiendo…– expresóFerreira.
- Comprenderá que no estoy capacitado para darle más información, pero no era posible el
dejar en manos ajenas la manipulación de ningún tipo de muestra o registro referido a
estos jóvenes. Espero entienda la situación en que nos encontramos e instruya a sus
trabajadores para que no difundan nada sobre esto. Esta noche no ocurrió nada anómalo
ensu hospital – manifestóserenamenteWaterstone.
- Cla… Claro, considérelo hecho – dijo el director, intimidado por la serenidad del
comandante.
- Espero podamos encontrarnos el día de mañana, para afinar los detalles del tema y
expresarle personalmente mis agradecimientos por su colaboración en esta delicada
situación.
La conversación no se extendió por mucho tiempo más, acordando encontrarse por la tarde en la
oficina del director, después de almuerzo. Ferreira colgó el auricular y puso manos a la obra. Abrió
el procesador de texto de su computadora, escribiendo rápidamente un memorándum en que
resaltaba la discreción correspondiente al incidente ocurrido aquella noche, destacando el que era
un procedimiento militar y que cualquier imprudencia conllevaba acciones legales, de índole
militar. Una vez terminado, envió el documento al servidor del hospital, con carácter de urgencia
máxima,paraque se comunicase inmediatamenteatodoslostrabajadores.
El tema estaba zanjado, sólo faltaba que las autoridades de la clínica firmaran ciertos documentos
con cláusulas que aseguraran la confidencialidad que asunto. Aquel día había sido especial,
demasiadas cosas ocurrieron, muchas decisiones debieron tomarse, definitivamente fue agotador.
Waterstone se fue a descansar con todo esto en su cabeza, tomándole varios preciosos minutos
de sueño el poner la mente en blanco para relajarse, durmiéndose casi de forma obligada, para
recuperarenergíanecesariaparaun día que se avecinabatanexigente comoeste último.
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La noche fue corta para el militar, despertando aletargado. Se levantó temprano, con el sol recién
iluminando las copas de los árboles. Se dirigió hacia su ducha personal, tanteandolas paredes, y se
bañó con agua fría, lo que le revitalizó de inmediato. Una vez seco y vestido, entró a la cocina de la
base, donde el encargado del desayuno de los soldados preparaba el café, pidiéndole que le
sirviera una taza. Junto varios sartenes, harina, azúcar, sal, mantequilla, huevos y leche; e
improvisóunospanqueques,cocinandoentodoslosquemadoresde lacocinillaal mismotiempo.
Logró cocinar ochenta y tres, del porte de una tostada pequeña y planos por la falta de polvo de
hornear, de los cuales sacó dos para sí mismo, dejando los demás para repartirlos entre los
soldados.
El desayuno dio paso a su nueva rutina matinal, ejercicios kinesiológicos para su rodilla, los que
tambiénle ayudaronesa madrugada a acallar su mente y concentrarse en su misión a realizar enla
tarde. La hora de almuerzo llegó pronto, como un pestañeo, obligándolo a comer de forma
apresurada. Debía dirigirse a la oficina del director de la clínica, montándose en uno de los
helicópteros de la base, viajando rápidamente a la cita. Ya en el centro asistencial, la reunión se
realizó de manera fluida, comportándose las dos partes de la manera más afable posible, sin
perder la seriedad del asunto. El director Ferreira tuvo que firmar extensos documentos, no sin
antes leerlos completamente, lo que dilató el proceso por algunas horas, quedando claras las
obligacionesde laclínicapara con la miliciaestadounidense.
Waterstone se retiró entrada la noche, con los documentos bajo el brazo, de vuelta a la base
amazonas. Ahí le esperaba un comunicado de sus superiores, el que explicaba que se habían
iniciado las gestiones para almacenar la presumible nave extraterrestre en terreno chileno, ya que
era el país más estable de la región sudamericana y con el que se mantenían mejores relaciones
diplomáticas. Allá se almacenarían todos los fragmentos en la base aérea militar El Bosque,
cargándolos en un avión de transporte –con mayor capacidad de carga y superior autonomía de
vuelo– que los llevaría a la base de Sonora para su evaluación. No se realizaría su traslado
mediante colaboración de la fuerza aérea brasileña para bajar el perfil del accidente producido en
sus cielos, enmascarando la situación como un choque del dron contra un aerolito no reportado
por la comunidad astronómica, evitando la sobrexposición y la liberación de información
innecesaria.
El traslado de la nave comenzaría al sexto día después de ocurrido el incidente, debiendo esperar
la llegada de varios helicópteros para acarrear los trozos. Se les comunicó a las autoridades
chilenas que las aeronaves llegarían a su base militar, cargando porciones de un artefacto
prototipo que falló en su implementación, guardándose el sigilo y la confidencia necesaria con el
proyectosecretoque se lesencomendaba.
27
Segundo contacto
Varios ciclos habían pasado desde que la tercera tripulante perdió de vista al artefacto que llevaba
–de seguro en partes– su nave; pero, a pesar de la lejanía, no había extraviado la señal de esta,
que resonaba en la atmosfera en forma de ondas de radio, solamente interpretables por ella y sus
compañeros. Además, logró actualizar su registro personal, agregando todos los nuevos
conocimientos adquiridos en los últimos días. Siguiendo la resonante pista comenzó a avanzar a
través de la selva amazónica, corriendo de día y de noche, deteniéndose algunos ciclos para
descansar,dirigiéndosehaciael surdel continente.
A medida que avanzaba en el terreno, la vegetación iba cambiando, por lo que llenó su bolsa con
frutos que encontraba en el camino para mantener de reserva. Como desconocía la composición
de los alimentos recolectados, los degustaba antes de consumirlos completamente, encontrando
algunos con propiedades únicas, que le causaron pequeños problemas como muerte de células,
espasmos, parálisis respiratoria, debilidad muscular, sangrados, entre otros. Estos compuestos
eran potencialmente letales –solos o en conjunto–, perola respuesta de sus kozou era tan rápida y
eficiente que no pasaban de ser sólo un inconveniente a una cosa totalmente inocua para ella.
También encontró algunos entes alados y peces, los que cazó y comió, elevando su ingesta de
proteínasy, porlo tanto,su fuerzamuscular.
Después de unas noches de marcha, en el horizonte, divisó unas luces elevadas con respecto al
suelo, iluminando lo que parecían ser construcciones –más elaboradas que las edificadas por los
habitantes de la tribu que le ayudaron– levantadas varios senx por sobre el piso, con formas
predominantemente rectangulares y cuadradas. Se acercó de forma rauda y sigilosa, infiltrándose
en las calles de la ciudad, encontrándose con seres parecidos a ella, pero vestidos de cuerpo
entero,adiferenciade loshabitantesamazónicos.
Después de deambular un rato, llegó a una plaza donde había gente reunida y sentada en unos
asientos de madera pintada de color verde, imitándoles por un rato mientras descansaba los pies.
Sentada en el banquillo, evaluó su entorno, midiendo la distancia que la separaba de su nave,
encontrándose de nuevo con las señaleselectromagnéticas que sintió antes, aprovechando su alta
intensidadparaanalizarlaafondoparaintentarcomprendersuutilidad.
Retomó al amanecer su viaje a través de la ciudad, topándose con gente saliendo de sus casas,
algunas caminando, otros sobre artefactos metálicos de dos ruedas. Muchos habitantes se le
quedaron mirando, con una extraña expresión en sus rostros. Hasta ese momento llevaba
nuevamente sobre su cabeza el tocado de láminas del ser volador, que le sirvió para protegerse
del sol, pero notó que era la razón de las prolongadas miradas de los lugareños, así que lo guardó
apresuradamente dentrodel bolsoparapasarmás desapercibida.
Si bien sabía que su fisionomía era similar a la de los moradores de este planeta, no podía permitir
que se enteraran que noera uno de ellos, pudiendo reaccionar de mala manera al no ser capaz de
comunicarse y hacerse entender, intentando –quizás– capturarla o atacarla. Quería evitar una
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batalla sin sentido y que de seguro resultaría fatal para ambas partes –por uso de armamento
avanzado–, así que evitó completamente la interacción con los lugareños, avanzando velozmente
para salirde la ciudad,perono tan rápidocomo para parecerque huía de algo.
Casi llegando la noche divisó nuevamente una selva, internándose en ella, buscando seguir el
trayecto que le indicaba la señal de la nave. La vegetación le permitía moverse más libremente,
corriendo a través de la espesura de los árboles. Después de varios ciclos de avance, se encontró
con tierras elevadas, que sólo lograron complicar el viaje de la joven. No podría seguir avanzando
en línea recta como lo había hecho hasta ahora. Si el camino era así de ahora en adelante, el
tiempo que demoraría en encontrar a sus compañeros y la nave se extendería demasiado,
dejándolosvaradoseneste planeta,sincapacidadde comunicarel hallazgoasuscoterráneos.
Se detuvo un momento para evaluar la situación. Contaba con las provisiones necesarias para
aguantar varios días, pero no sabía cuál era la disponibilidad de agua con la que contaría a lo largo
del camino, optando por seguir el primer curso de agua que encontrara. Esta decisión le hizo hallar
extensos valles por los que circulaban ríos y senderos rodeados de altos montes. La vegetación
presente –en menor cantidad con respecto a la selva amazónica– le proveería la leña necesaria
para calentar su cuerpo por las noches, el caudal interminable de agua le suministraría la
hidratación requerida, pero ya no contaba con árboles frutales que le entregaran alimento,
debiendo racionar los frutos que le quedaban, intentando cazar algún ente que apareciera en el
camino.
Su recorrido le hizo encontrarse nuevamente con grandes ciudades pobladas, hallando cada vez
más ejemplos de tecnología. Vio medios de transporte voladores impulsados por hélices giratorias
encerradas en cilindros y vehículos de cuatro ruedas que trasladaban gran cantidad de gente en su
interior –ambos muy lentos para lo que acostumbraba usarse en su planeta–, cajas que emitían
sonidos y otras que mostraban imágenes con audio al mismo tiempo. Quería evitar permanecer
mucho tiempo en las urbes pero, a pesar de temer por su expedición, estaba maravillada por los
avances técnicos de la civilización dominante del planeta. No eran los únicos seres inteligentes del
universo.
Llevaba avanzados 2695854,44 senx cuando encontró un problema. Aquella mañana había llegado
a un terreno seco, con suelo casi estéril –pensando eso porla cantidad de vegetación vista hasta el
momento– por el cual debía seguir caminando en línea recta, bajando por el continente; pero
frente a ella, a lo lejos, se veían dos hombres vestidos con trajes moteados de color verde, negro y
café claro. En sus manos cargaban herramientas, con las que le apuntaron en la lejanía, de la
mismamaneraque ellaharía con el arco y flecha,soportándolasensushombros.
Se detuvo bajo el caluroso sol, quedando de pie frente a ellos, mirándolos, esperando a ver su
reacción. No dejaron de apuntarle, así que avanzó unos pasos para ver que hacían, recibiendo
gritos por parte de los tipos. Se detuvo nuevamente, pero camino lentamente hacia ellos,
recibiendo un nuevo bramido, acompañado de unas detonaciones que levantaronel polvo frente a
sus pies. Eso si la detuvo, con un sobresalto, bajando la mirada hacia sus extremidades inferiores.
Comenzó a batir las manos comolos indígenas, despidiéndose, al mismo tiempo que se arrodillaba
29
pausadamente para revisar el suelo removido por los tiros, donde encontró los proyectiles que le
dispararoncomoadvertencia.
Eran unos trozos metálicos densos, deformados por el impacto contra el piso, los que podrían
haberle causado graves heridas a pesar de la distancia de los atacantes. Se devolvió unos senx en
su camino, dejando atrás a los agresores, pensando como sortear la vigilancia de la zona y llegar al
otro lado. Caminó varios ciclos divagando en su mente, hasta encontrarse con vehículos de cuatro
ruedas que iban en la dirección que ella deseaba, siguiéndoles para averiguar cómo cruzaban esa
frontera sin ser atacados. Al final del camino, se encontró nuevamente con vigilantes en el cruce,
los que detenían los coches y revisaban unas láminas con inscripciones –que entregaba cada
tripulante de loscoches–conlas que permitíansuavance.
No contaba con ninguno de esos permisos y menos podía montarse en uno de los vehículos
motorizados y pasar desapercibida. Desechó la idea de cruzar por tal lugar, caminando por un rato
a lo largo del paso fronterizo, con el calor pegando fuertemente en su cabeza. Cuando pensaba
que las opciones estaban agotadas, una brisa salada y refrescante le animó, guiándola hacia la
costa, donde una vasta cantidad de agua le esperaba. Era el océano. Podía sumergirse en ese gran
mar y rodear la vigilancia, apareciendo unos senx más allá, donde –esperaba– no hubiera más
vigilantesarmadosque le hicieranretroceder.
Cerró con un nudo la abertura de su bolsa y corrió hacia el agua, sumergiéndose hasta el cuello. Se
internó lo bastante como para no ser divisada desde la costa y avanzó flotando por el mar,
hundiéndose completamente bajola superficie de vezen cuando por si era detectada su presencia
desde el aire. Avanzó flotando hasta que la luz menguó, acercándose nuevamente a la costa
cuando el sol casi se introducía íntegramente en el océano. Al salir del agua, sacudió su mojado
cuerpo y, limpiándose las orejas llenas de arena con los dedos, se sentó en el piso a esperar a que
llegaralanoche.
Se alejó de la costa, corriendo a oscuras, hasta localizar la ruta por la que avanzaban los vehículos,
que avanzaban tanto o más rápido que ella. Se detuvo, cansada por todo el movimiento que había
realizado hasta ese momento, sentándose en las proximidades de la carretera. El ejercicio le
provocó mucho apetito, pero debía guardar los alimentos más nutritivos para más adelante, sobre
todo tomando en cuenta que se encontraba en un lugar desértico. Mientras comía, comparaba los
tamañosy velocidadesde lostransportes,cuandovioloque podíaserla soluciónasus problemas.
Vio pasar frente a sus ojos un gran camión, el que tenía una especie de depósito adosado al final
de este, cubierto con una tela que ondeaba por la velocidad del vehículo. Si se subía en él, podría
avanzar muchos senx sin gastar una gota de energía. Tomó su equipaje y corrió a máxima
velocidad, alcanzándolo al rato. Lo abordó de un salto, agarrándose de las cuerdas que ataban la
tela que cubría al contenedor, escondiéndose entre el tejido y el techo de este. El viaje continuó
sin contratiempos, sólo preocupándole si el vehículo se desviaba de su ruta, lo que le obligaría a
descenderde él.
30
Se dedicó a descansar mientras el camión avanzaba, reduciendo al máximo su metabolismo,
entrando en una especie de hibernación, pero pendiente de la dirección del vehículo. Al cabo de
varios ciclos –con dos detenciones en el camino, que le hicieron dudar de que la máquina siguiera
adelante– el transporte se detuvo finalmente. El ruido de una explosión le hizo despertarse de
inmediato, bajándose rápidamente del contenedor, pero de la forma más disimulada posible. Era
tarde ya, se encontró con una gran extensión de terreno abierto, con pasillos concéntricos de
tierraaplanada,por losque circulabangrandescarros de enormesruedas.
En una de las laderas del terreno detonó una nueva explosión, liberando material rocoso y polvo,
los que serían recolectados por uno de los grandes vehículos, apoyado por otro instrumento con
forma de mano ahondada. Se quedó mirando la faena, la que de seguro se realizaba para la
obtención de minerales, sin darse cuenta que un individuo se acercaba por su espalda. Era el
conductor del camión, que no sabía qué hacía una chica dentro de la propiedad privada de la mina,
acercándose ytocándole el hombroizquierdoporlaespalda.
La reacción de la joven le espantó, ya que esta se alejó de un salto, casi tele-transportándose a
metros de él. Quedaron viéndose de frente y, en menos de un segundo, le perdió de vista, dejando
atrás unos frutos secos que cayeron de su bolso de cuero animal. El camionero agarró los frutos
caídos y le gritó a lo lejos, mostrándoselos con los brazos extendidos para que los recuperara. Al
darse cuenta de su error, la muchacha se detuvo a mirar que más perdióen su intempestiva huida,
descubriendo que se había quedado sin alimento alguno. No tuvo más remedio que acercarse al
regordete conductor, que lucía una protección en su cabeza y un ropaje con tiras de tela
reflectante.
Al llegar a su lado, se acercó con cuidado –caminando y rodeándolo en un pequeño círculo–
vigilando que no portara ningún arma parecida a los guardianes de la frontera, no hallando nada
similar. Se relajó y extendió su mano para recibir los frutos que recogió el hombre, guardándolos
en su bolsa. Sin perder de vista al camionero, recolectó los otros frutos botados en el piso y los
guardó también, pero cayeron nuevamente al suelo, dándose cuenta de que el saco tenía un
pequeñoagujeroal final de este,causadoporlacuchillade piedraque le dieranlosamazónicos.
El conductor rio al ver caer nuevamente el alimento de la chica y los tomó con prisa, corriendo
hacia una habitación que estabaen medio de la nada. Al llegar a la pequeña caseta, abrióla puerta
y gritóal interiorde esta,llamandoal cuidador.
- ¡Alberto!¡AL-BER-TO!¡Tenemosvisita! –bramóel camionero.
- ¿Ah?¿Llegaste,Roberto? –respondióel interlocutor.
- No,vengoencamino…– ironizó el conductor.¿Novesque estoyaquí?
- Si,te veo.¿Perode que visitame estáshablando?–preguntóAlberto.
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- Una niña, no sé de donde salió, pero debe tener hambre. Sólo trae unas frutas secas
consigoy al parecer,nada de agua.
- No me vengas con cosas… ¿Me vas a decir que no la subiste al camión en mitad de la
carretera?
- ¡No, no! Te equivocas. Sólo me detuve a descansar dos noches, en unos moteles de mala
muerte,peronosubí a nadie al camión.
- Te creeré, te creeré – dijo, con tono pícaro, Alberto. Invitémosla a comer, pero después
debe irse,este esterritorioprivadoylosabes.
- Sí, sí, lo sé. Démosle almuerzo y algo para que coma en el viaje – finalizó Roberto, que vio
de reojocomo se acercaba sigilosamente lajovenala caseta.
Cuando la viajera se encontró en el portal de la habitación, fue recibida por el camionero con un
vaso con agua fresca, tomándolo con cierta desconfianza en un comienzo y, probando una de las
gotas en el exterior del recipiente, lo bebió hasta el fondo, devolviendo el vaso al hombre, con
expresión de querer beber más. El conductor le devolvió los frutos que le había quitado y se fue
hacia la cocina, seguido por la ella, abriendo la llave para llenar nuevamente el vaso hasta el tope;
mientras Alberto ordenaba la mesa para sentar a los comensales. Roberto no le pasó el vaso
directamente, llevándolo al comedor como un malabarista para no derramar el líquido, lo dejó al
ladode unos cubiertoscolocadosenel puestofrenteaél,sentándose enunabanca.
La chica se sentó frente a su interlocutor, que también tenía cubiertos en su lado de la mesa, y
bebió –con más calma– el vaso lleno de refrescante líquido. Roberto le hablaba a la muchacha,
preguntándole varias cosas, pero al ver que parecía no comprender lo que le decía, se quedó
callado. Llegó Alberto con un plato de comida caliente, dejándolo en frente de la niña, y se
devolvióalacocinaa buscar el platode su compañero.
- ¡Oye, Alberto! Parece que la niña no es de por aquí… O quizás es media sorda o tímida. No
respondióaningunade laspreguntasque le hice.
- ¿Y que querías, si hablas como bestia? ¡Háblale más lento! Además, con esa linda carita,
debe serextranjera.
- Si,puede serque estavez tengasrazón.¡Esta vez! – respondióRoberto,burlándose.
32
- ¡Nah! Déjame intentar –rezongó Alberto–. ¿Mijita5
, como se llama? – preguntó
lentamente el cocinero.
- ¡No te respondió! Ja, ja, ja – gritó el camionero al ver que la niña no respondió, riendo y
agarrándose el vientre,conlacara enrojecida.
- No te burles…De segurono esde Chile,si tiene hastacara de gringa.Además…
La muchacha no entendía lo que hablaban y no sabía de qué se reían, pero no se molestó en
absoluto con ellos. El camionero hablaba con su compañero y comía al mismo tiempo, ayudándose
con la cuchara, dándole indicios del uso de los utensilios que tenía frente a ella, imitándole y
probando de a poco del plato. La mezcla no era peligrosa, contenía varios compuestos alimenticios,
aunque algunos de estos se degradaron por la temperatura del cocimiento. Acabó el plato
lentamente, esperando que se enfriara la sopa, cortando con el tenedor un cúmulo de
carbohidratosde colorblanco,que ensu interiorguardabamuchocalor.
Roberto le hizo señas a la chica, diciendo algo y apuntando con su dedo la bolsa rota, al parecer,
solicitándola. Vació el saco y se lo pasó al hombre, dejando su contenido al lado de su plato de
comida. El camionero se levantó de su asiento y se dirigió a una sala, volviendo de ella con una
engrapadoraenla mano,con la que reparóel agujerodel bolso, devolviéndoseloasudueña.
El almuerzo había terminado y los hombres se dispusieron a despedir a la joven. Alberto llenó de
agua una botella de plástico desechable, mostrándole –por si acaso– la forma de abrirla. Roberto
le entregó frutas, totalmente distintas a las que había consumido hasta ahora, metiéndolas en el
interior del bolso de la muchacha, al lado de la botella con agua. Otra vez le habían ayudado, pero
esta vez tenía algo para retribuirles, así que sacó el tocado de láminas y el cuchillo de piedra
tallada,depositándolosenlasmanosde RobertoyAlberto,respectivamente.
Salió de la caseta, despidiéndose como había aprendido en la selva amazónica. Se encaminó
nuevamente en su búsqueda, enlazándose a la señal de su nave y midiendo la distancia que le
quedaba por recorrer, que en ese momento era ínfima. Era cosa de ciclos nada más el
encontrarles, así como también el comprender el idioma de estos dos hombres. Guardó las
conversaciones de los humanos en su registro personal, esperando algún día comprender de qué
se reían.
El par de hombres, paradosen laentrada de la caseta, se quedaron mirando a la muchacha, que se
alejócorriendohaciael sury, levantandounapolvaredaasupaso,se perdióenel horizonte.
5 Mijita:Contracción de“Mi hijita”.
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- Corre rápido la chiquilla, ¿Cierto? – denotó Roberto, atónito por la velocidad de la
muchacha.
- Sí… Debe ser alguna deportista olímpica extranjera – respondió Alberto, agudizando los
ojosy cubriéndolosporencimaconsusmanos,para intentarverlaenlabrillante lejanía.
- Sí, debe ser…
34
Capítulo 3
Ceguera
- Miguel Ángel Álvarez, es su turno – dijo la enfermera, llamando al muchacho que estaba
sentadoenla salade esperadel hospital,aguardandojuntoaungrupo de gente.
- ¿Quieres que te acompañe? – preguntó Mirta, la abuela de Miguel, preocupada por su
nieto.
- No,estoybien,Abu.Note preocupes.Mispiernasse muevenaún,¿ono?
- Si,hijo…¿Perotusojos? – gimiólaabuela.
- Todavía veo algo, además la sala está bien iluminada. En serio, no te preocupes tanto –
manifestó Miguel, levantándose del asiento y caminando lentamente hacia el pasillo en
que estabala oficinadel doctorRodríguez.
Su visión era casi nula, produciéndole la impresión de estar permanentemente en un túnel del que
no salía jamás y cuya salida se veía cada vez máslejana a medida que pasabael tiempo. Al llegar al
pasillo tuvo que caminar tanteando las paredes, la iluminación era deficiente, viendo únicamente
sombras incoloras y distantes. A pesar de mostrarse seguro frente a su abuela, su condición le
tenía fuertemente afectado,deprimiéndole yalimentandoun sentimientode inutilidad.
- Permiso,voyaentrar – comunicó,anunciándose,Miguel al entrarenlaoficina.
- Adelante.
- Buenas tardes, doctor. Un gusto verlo nuevamente – ironizó el muchacho, buscando al
médico en la habitación, debiendo girarse hacia los dos lados para lograr ubicarse
espacialmente.
- Veo que su humor no merma, Sr. Álvarez – replicó el terapeuta, acercándole una silla al
paciente.¿Trajolosresultadosde susexámenes?
- Sí. Mi abuela intento leerlos, pero están escritos en inglés, y no pudo comprenderlos. Yo
no pude,ese tamañode letrame dificultamucholatarea.
35
- Bueno, para eso estoy yo. No me quiten trabajo, por favor. Vamos a ver que dice –dijo
Rodríguez, recibiendo el sobre con los resultados del examen que mandaron a analizar al
extranjero–.¿Lescostómuchoreunirel dineropararealizarel análisis?
- Bueno… Tuve que congelar mi carrera el año pasado para juntar plata, justo después de la
última visita que le hice. He estado trabajando por internet, ingresando formularios de
una empresa. Pagan poco, sin embargo logramos juntar lo necesario a duras penas. El
examen salió rápido eso sí, se demoró sólo dos semanas en llegar la respuesta. Y aquí
estamos,comoquedamos,paraevaluarlosresultados.
- ¡Ufff! Te ha tocado pesado el camino, chiquillo. ¿Qué estabas estudiando? – consultó el
médico, que no recordaba la carrera que cursaba Miguel, cambiando el tema de
conversaciónparano abrumarlorecordándole lomalode suvida.
- Ingeniería mecánica, me quedé en segundo año – soltó Miguel, con voz alicaída, como
suspirando.
- ¿Evaluemostuexamen,mejor?
- Sí.
El internista abrió el sobre, sacando las hojas dobladas de su interior. Leyó concienzudamente el
texto, corroborando su conformidad al comparar la página de resultados con las fotografías
adjuntas de las electroforesis realizadas. El veredicto era tajante y debía comunicárselo al joven.
Aclarósu voz conun carraspeo yse dirigióconpalabrasamablesasu paciente.
- En fin, el resultado de este examen revalida el diagnóstico del que hablamos, retinosis
pigmentaria; pero, lamentablemente, las noticias no son buenas. El análisis genético halló
mutaciones únicas, que no se presentan en otros individuos con tu condición, eso viene a
explicarlarapidezdel cuadroque te aqueja…
- ¿Pero…?– interrumpióMiguel,convozcalmadaytriste.
- Estas mutaciones genéticas producen un déficit de ciertas proteínas presentes en las
estructuras de tus ojos. Se recomienda el uso de algunos suplementos alimenticios
artificiales específicos para añadirlos a tu dieta y así detener el avance del cuadro; sin
embargo,no es unacura, es un tratamientopaliativo.
- ¿Y cuánto tiempo puedo seguir viendo, si consumo esas proteínas? – preguntó Miguel,
casi con esperanzas.
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- La eficaciaes incierta, así como también el tiempo de acción de la terapia, recuerda que tu
condición ha avanzado de forma desastrosamente rápida. ¿Cuánto tiempo te tomó llegar
a tu actual estadovisual?
- Seismeses –expresóMiguel,convozapagada.
Miguel pensó en esos seis meses y en cómo se notaban en su cuerpo. Medio año atrás, su cuerpo
era delgado, con una altura de 1,70 metros. Su abdomen había crecido varios centímetros
producto de largas horas de ocio frente al computador, impulsado negativamente por el malestar
de la pérdida de agudeza visual, viéndose como una alargada vaina con un gran poroto en su
centro. También había descuidado su cabello –de color castaño–, enredándose sobremanera y
cayendo por debajo de sus huesudos hombros. Sus defectuosos ojos marrones se apreciaban poco
últimamente, debiendo usar gafas oscuras para protegerlos de las luces fuertes, sobre todo la luz
solar,que dejósumarca enla piel de surostro con formade anteojos.
La voz del terapeuta interrumpió el ensimismamiento de Miguel, devolviéndolo a la realidad de la
consulta.
- Además, este tratamiento es extremadamente caro para ti, debes encargar el producto al
extranjero, ya que esta personalizado para tu situación específica. No me gusta interpretar
el papel del cargadorde desgracias,peroprefieroserte sinceroailusionarte envano.
- ¿Tengoopciones?
- Como lo hablamos la última vez, deberías evaluar la posibilidad de aprender a leer braille,
mucha gente ha perdido la vista e igualmente se puede desarrollar completamente. Es un
camino duro, pero no se termina tu vida con un sentido menos, debes sobreponerte y
adaptarte al inminente cambio. Te concertaré sesiones con un psicólogo, él te podrá
ayudar mejor en este asunto… Soy un poco pragmático y suelo parecer cortante con estos
temas.Disculpasi sonóa reto mi recomendación.
- No se preocupe,entiendoloque me dice,peroes…
- Es difícil de aceptar. Te entiendo, he visto a muchos pacientes en situaciones similares; no
obstante, con el tiempo han logrado aceptar su condición y se han levantado, siguiendo su
vida normalmente, dentro de sus posibilidades – expresó el médico, intentando apoyar a
su paciente, animándoloano darse por vencido.
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El doctor Rodríguez dispensó una interconsulta a Miguel para que visitase dentro de dos días a un
amigo suyo dedicado a la psicología, dando por finalizada la reunión. Acompañó a su paciente
hasta la sala de espera, donde le esperaba su abuela, comunicándole el resultado de losexámenes.
- Buenas tardes, señora. Su nieto va a necesitar mucho de su apoyo de ahora en adelante.
Los exámenes no salieron buenos y, como lo conversamos hace tiempo, es una
enfermedad sin tratamiento actualmente, sobre todo con la velocidad de avance que
muestra. Lo derivé con un amigo psicólogo para que le ayude en la parte emocional y lo
asesore enlabúsquedade algunainstituciónque le enseñe aleerel alfabetobraille…
- ¿O seaque…? – asaltóla anciana,con vozacongojada.
- Si,Abu.Me voy a quedarciegodentrode poco – rematóMiguel,asintiendo.
- Es importante que le apoye en lo que viene, señora. Esta enfermedad incapacitará a
Miguel en la medida que él se deje afectar. Al principio le costará mucho adaptarse a su
nueva condición, pero después de un tiempo podrá movilizarse de forma independiente y
desarrollarse personalmente, inclusive puede trabajar, mas todo recae en el esfuerzo que
pongaen su recuperación –sentencióel médico.
- ¿Adaptarse o morir, cierto? – preguntó Miguel, soltando una sonrisa, para despreocupar a
su abuela.
- Desde mi puntode vista,sí – finalizóRodríguez.
Rodríguez despidió a Miguel y a su abuela recordándole sus indicaciones, partiendo raudamente a
su oficina para seguir con su trabajo. Mirta miraba de reojo a su nieto mientras caminaban,
guardándose la pena para cuando estuviera a solas, no quería importunarlo con sus lloriqueos ni
hacerle sentir más miserable de lo que debía estarse sintiendo. Caminaron en silencio hacia la
salida del hospital, dirigiéndose hacia el paradero de transporte público más cercano. Ahí se
sentarona esperar,momento enque laancianale habló.
- ¿Cómo estas, Miguel? Pero quiero que seas sincero, no quiero que me digas palabras
tranquilizadoras,nadamás.
- Me siento mal, Abu. ¿Qué haré de ahora en adelante? No puedo volver a estudiar mi
carrera, no puedo diseñar o controlar máquinas sin mis ojos. No podré leer, no podré ver
el mundo. ¿Cómo me voy a cuidar a mí mismo y a ti?, ¿Cómo pagaré las deudas del crédito
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La ultima morada Zona Prohibida

  • 2. La última morada Zona prohibida Wyneg S. Rhuntar
  • 3. RegistroPropiedadIntelectual N°235580. Wyneg S. Rhuntar© Todos los derechos reservados. Prohibida sureproducciónparcialy/o total. ISBN: 978-956-353-579-2
  • 4. Índice Capítulo 1................................................................................................................................. 1 Ellos realmente llegaron........................................................................................................ 1 Amazonas............................................................................................................................11 Capítulo 2................................................................................................................................21 Ocultamiento de información...............................................................................................21 Segundo contacto................................................................................................................27 Capítulo 3................................................................................................................................34 Ceguera...............................................................................................................................34 Cotidianeidad......................................................................................................................41 Capítulo 4................................................................................................................................49 Capturado............................................................................................................................49 Resurgiendo de entre las sombras........................................................................................53 Capítulo 5................................................................................................................................62 Conociéndonos....................................................................................................................62 Código malicioso..................................................................................................................77 Capítulo 6................................................................................................................................80 Reinicio................................................................................................................................80 Capítulo 7..............................................................................................................................101 Búsqueda infructuosa........................................................................................................101 Plan entre amigos..............................................................................................................112 Capítulo 8..............................................................................................................................120 Hallazgos extraterrestres....................................................................................................120 Entrenamiento productivo.................................................................................................128 Capítulo 9..............................................................................................................................139 Mímesis parcial..................................................................................................................139 Capítulo 10............................................................................................................................163 Economía para principiantes ..............................................................................................163 Puja...................................................................................................................................172 Capítulo 11............................................................................................................................186 Los traidores de Ioss...........................................................................................................186 Capítulo 12............................................................................................................................207
  • 5. Los verdaderos traidores de Ioss.........................................................................................207 Preparativos antes del viaje ...............................................................................................219 Capítulo 13............................................................................................................................229 La noche más larga.............................................................................................................229 Capítulo 14............................................................................................................................257 Otra perspectiva................................................................................................................257
  • 6. Para quien me ha cuidado y me ha hecho enojar tanto… TAGU
  • 7. 1 Capítulo 1 Ellos realmente llegaron Brasil, Lunes 05 de enero de 2015. Base Amazonas. Si bien el clima amazónico no era del todo agradable, la locación resultaba perfecta para ese tipo de pruebas, sólo encontrándose población indígena y cero presencia de artefactos electrónicos en las cercanías. Por estas razones, no era de extrañarse la reasignación de la base experimental de nuevas tecnologías de bajo perfil a este terreno, que en sus inicios estuvo ubicada –de forma solapada–enel desierto de Sonora, México,apesarde seruna instalaciónnorteamericana. El comandante de operaciones John Waterstone, quien luchó activamente en la guerra de Irán en los años 2012 a 2013, fue designado a esta nueva base experimental para controlar los procedimientos referentes a la implementación de nuevas aeronaves de espionaje, el proyecto – endesarrollo–llamado31M224. Waterstone siempre presentaba un semblante tranquilo, lo que no coincidía con el resto de su cuerpo, ya que el trabajo en terreno le había dado un aspecto agresivo y corpulento, luciendo sus 1,82 metros de altura. A pesar de su edad, era capaz de trotar con todo el equipaje de un soldado en situación de guerra, incluso superando a jóvenes promesas bajo su mandato. Sus manos curtidas por el trabajo, sólidas como rocas, se conservaban expertas en manejo de armas y otras técnicas, como lo es la reducción de pelaje corporal, lo que es conocido vulgarmente como corte de cabello. Su bien cuidado bigote lo demostraba, además de su raso peinado, lo que mantenía ocultaslasincipientescanasrespectivasde suedad. Bajo el ardiente y húmedo sol amazónico, y a diferencia del calor seco de Irán, el comandante Waterstone recordaba los últimos meses. El infierno de la guerra. La inconclusa búsqueda de armas de destrucción masiva, mientras miles de americanos morían a manos de terroristas que amenazan al mundo con un invierno nuclear. Sí, extrañaba el invierno, pero la nostalgia del frio le recordaba también porqué había sido designado a esta nueva base. De no haber recibido esa bala perdida, ¡Oh, Dios! Si la mala suerte tiene nombre, de seguroes John y su apellido, Waterstone. Su rodilla izquierda había sido destruida en una intervención realizada a un hotel abandonado en búsqueda de terroristas. Fue hecha añicos. Tuvo que arrastrarse como una pequeña lagartija hasta encontrar refugio en una habitación del sitio que atacaron, sus 57 años pesaban más en ese momento,loque adjudicóala cuantiosapérdidade sangre. Sus oídos zumbaban, con cada segundo que pasaba, se oían más lejanamente los tiros y explosiones; su visión se volvía cada vez más clara, mientras que las fuerzas se evaporaban de su cuerpo. Antes de desvanecerse completamente, sintió que era arrastrado por el piso, no le importabasi era el enemigoono; si lesgustabala carne muerta, ya no erasu problema. De no ser por la ayuda de su valeroso y jovial comando, no lo habría logrado. Despertó una semana y media después, su primer sentido en reanimarse fue el oído –y quién no– ya que se
  • 8. 2 escuchaba una estruendosa música de fondo… ¿El idioma? Inglés. ¿El género…? ¿Rock? ¿Metal? Eso era lo de menos, sabía que estaba en casa, con sus aliados, sus amigos. Al cabo de unos segundos, todos sus sentidos se reavivaron, lo que hizo notar una gran falta. No sentía su pierna izquierda. Era de esperarse, con ese tipo de esa herida. Había visto a otros soldados amputados por esa misma razón; sin embargo, al reincorporarse en la cama notó que nada le faltaba. Al contrario,le sobraba un yeso y unos fierros insertados en sus huesos. Las armaduras de protección para soldados no eran basura; la bala no pudo atravesarla del todo, pero la fragmentación de su rodilla produjo una fractura expuesta y una hemorragia. Tenía anestesia local en la pierna dañada, lo que tranquilizó su mente, borrando la idea de tener que retirarse del Ejército y volver a casa como unhéroe desempleadoe inútil. Al cumplir un mes de descanso, su evacuación del campo de batalla fue inmediata. La siguiente temporada fue de rehabilitación, la cual no estuvo exenta de dolor y un poco de autocompasión fingida, para recibir mimos de sus seres queridos. Ahora estaba de servicio nuevamente, con una pequeñacojera,apoyándosede cuandoencuandoensu bastón,peroactivo. - Es una suerte que Crab noestuvieraahí– comentópensativoWaterstone. - ¿Señor?– respondióunoficial que pasabaporlas afuerasde la oficinadel comandante. - Nada,oficial Natham,sólohablabaconmigomismo. Era su nieto el que saltaba a su mente, Kevin “Crab” Knight. El hijo del comandante, André Waterstone, nació cuando este tenía 20 años. André se casó joven, a los 18 –en parte para desmarcarse de su padre militar– pero no pudo concebir hijos propios, no por falta de intentos, sino por problemas de fertilidad. Fue a sus 20 años cuando decidió junto a su esposa a adoptar un niño, dejando en claro que conservarían el nombre original de este, en caso de que quisiera conocer a su familia biológica cuando fuera adulto. El niño, a pesar de tener más de un año de edad, se acopló perfectamente a la familia, no preguntando nunca sobre sus orígenes ni causándole problemasel nollevarel apellidode lafamilia. El apodo de Kevin le fue impuesto en el orfanato que habitaba por su notable falta de cuello cuando era pequeño, debido a una gran papada producto de su obesidad. Con el pasar de los años, comenzó a crecer y a adelgazar, todo gracias a su abuelo John que lo animaba con disciplina a practicar deportes, lo que hizo que eligiera una carrera militar al completar sus estudios obligatorios. Sinembargo, lo único que no creció demasiado fue su cuello. Al entrar a la milicia, sus camaradas se enteraron de su apodo y lo intercambiaron por Krab para hacerlo coincidir con sus iniciales,porlocual también le conocencomo3K.
  • 9. 3 Y Waterstone no recordaba a su nieto sin razón alguna. Siendo un oficial recién llegado a las filas, logró ingresar a la base Amazonas, gracias a algunos favores cobrados a ciertos altos mandos por parte de su abuelo y a su gran desempeño, tanto teórico como práctico. Sus tareas principales eran la vigilancia del perímetro de la base, la limpieza y reparación de armas, en el caso de que presentaran fallas; además de estar recibiendo instrucción técnica para el manejo de tecnología logísticay de aeronavestipodron. Esto último tenía muy orgulloso y tranquilo a Waterstone, ya que con eso Kevin podría subir de niveles en la milicia, manteniéndose al mismo tiempo lejos del campo de batalla. Esta era una de las principales razones por la que solicitó su presencia en la base Amazonas como exigencia para aceptar su nueva designación como comandante de operaciones. Debido a la diferencia en sus rangos, John y Kevin no se veían a menudo, lo que cambió aquel día lunes, ya que el teniente a cargo del oficial Knightdiounpermisoespecial aeste paradar un comunicado al comandante. - ¡Señor!Oficial Knight –dijoKevin, presentándose asuabuelo,conrecta postura. - Oficial Knight,descanse.¿Qué lotrae poraquí? - ¡Un comunicado,señor! - No seatan vociferante,relájese –respondióWaterstone,sonriendo. - ¡Disculpe, señor! El proyecto 31M224 dará inicio a las 1200 horas. Se le espera en la sala de controles enel tiempoindicado. - Qué bien –respondió pensativo, Waterstone, mientras se secaba el sudor de la frente con un pañuelo–.¿Cómoesque ustedmanejaestainformación,oficial Knight? - Fui enviado por el teniente Smith, señor. Creo que fue una especie de reunión que quiso concertar entre nos… - No cuestione las decisiones de sus superiores, oficial. Tampoco elucubre sobre eso, no es su tarea el pensar en las intenciones de sus aliados, sólo debe especular sobre las intencionesde susenemigos –comunicóescuetamenteWaterstone. - Sí, señor… – respondióunalicaídoKnight. - No se deprima, oficial. Creo que su teniente debe entender que nuestros respectivos rangos no permiten el que nos veamos más a menudo, dele mis saludos y mis agradecimientos.
  • 10. 4 - ¡Sí, señor! – contestóel oficial,comouncachorro que se levantaal ver llegarasu dueño. - Ahora, retírese a sus actividades habituales, iré en seguida a la sala de controles. Cuídese y mantengalamoral alta. Knight se cuadró ante su comandante y se retiró con presteza. Faltaban pocos minutos para las 12 del día, Waterstone pasó a su baño personal a secarse el sudor y refrescar su rostro. Hecho esto, se dirigióconpaso firme hastala salade controlesde drones,llegandoalas11:58 horas. - Oficiales –saludóWaterstone,al entrarenlasala. - Señor – respondieron al unísono los oficiales, sin dejar de mirar las pantallas de sus ordenadores yequipos. - ¿Está todolisto? - Sí, señor. Solo esperamos sus órdenes para comenzar – indicó el oficial más cercano a Waterstone. - Son las 11:59, a las 12 en punto debe comenzar el lanzamiento del proyecto 31M224 – dictaminóel comandante. - ¡Sí, señor! – gritarontodos,sinfalta. El proyecto 31M224 era totalmente diferente a otros proyectos de invisibilidad. No solamente era un dron fabricado con un material invisible a la radiación electromagnética, sino que también era invisible para sonares y radares. Era como si no existiera nada ahí, ninguna nave, ni un átomo. Este nuevo compuesto, el que fue bautizado como vacīvus por sus características registradas en condiciones de laboratorio, lo convertía en un meta-material perfecto para una aeronave de espionaje, pero debía probarse suefectividad en la vida real, donde las condiciones no son ideales. Aparte de estas características, también contaba con un proyectil de pulso electromagnético, para la inhabilitación de sistemas de defensa enemigos. Y toda esta maravilla estadounidense se iba a comprobardentrode unospocossegundos. - Son las 1200 horas, den inicio al lanzamiento del proyecto 31M224, versión 0.1a. Comiencen el registro de datos de la experiencia – anunció Waterstone, para que los oficialescomenzaranconel procedimiento.
  • 11. 5 - Comenzando en t menos 10, señor – comunico el oficial Natham, que era el encargado del lanzamiento y minutos antes se había encontrado a Waterstone, en el pasillo perpendicularasu oficina. Los 10 segundos necesarios para el lanzamiento pasaron raudos. La nave se elevó sin problemas y los militares procedieron a comprobar el sistema de cámaras espías y los ajustes del sistema de invisibilidad. - Enciendan el sistema de cámaras, confirmen recepción de imágenes – ordenó el comandante. - ¡Visualizando terreno sin problemas! ¿Activo también las cámaras térmicas, señor? – acotó el oficial Fernández. - Afirmativo, oficial. Deben comprobarse nuevamente al realizarse el vuelo nocturno estipulado para esta noche, junto a las cámaras TIR – asintió Waterstone, aclarando la orden. - ¡Sí, señor! – respondióel oficial,acatandolaordeninmediatamente. Luego de sobrevolar la Amazonía por unos minutos y comprobar las cámaras, Waterstone dio la ordenpara activar lacapa de meta-material añadidaal dron. - Procedaa vuelovertical yactive lacapa vacīvus. - Vuelo vertical exitoso a 10.000 pies de altura y capa activada, señor. Procederé a comprobaciónde coordenadasenradar – comunicóel oficial acargo. - ¿Últimacoordenadaconocida? – preguntóel héroe cojo. - - 1° 52' 56.79", -65° 26' 29.94". Nohay visualizaciónenlosradares,señor. - Confirmen visualmente las coordenadas, comuníquese con los oficiales en terreno – ordenorápidamente Waterstone. - Visión de cámaras dispuestas en coordenadas previstas, sin resultados. Comprobación visual de oficialesenterreno,sinresultados –notificóotrooficial presente.
  • 12. 6 - ¿Producciónde sombra? - Negativo,señor. - ¡Señor! – gritócon premurael oficial encargadodel radar. - Diga,oficial. - Tengo confirmación en el radar, parece que la capa vacīvus del dron se desactivó y el vuelovertical se descontroló,moviéndoseunosmetrosde su últimacoordenada. - Pruebe reiniciando la capa y vuelva al dron a su posición original –mandó Waterstone–. Comuníquese nuevamente con los oficiales en terreno, para que realicen una comprobaciónvisual. - ¡Señor, los oficiales en terreno no perciben nuestro dron! ¡Hay otro objeto acercándose rápidamente alascoordenadasde nuestranave! Cuando esto fue dicho, ya era tarde. El oficial a cargo de la capa de invisibilidad había reiniciado el sistema, apareciendo el dron en el radar junto a otro objeto desconocido, en trayectoria de colisión. Los reflejos de la nave invisible –que en ese momento brillaba en el cielo– dependían de la pericia del oficial a cargo; sin embargo, no fue suficiente el tiempo de reacción, lo que produjo una colisiónaéreaentre losdosartefactos. - ¡El dron nunca se movió de su posición! ¡La capa vacīvus tampoco fallo, señor! – gritó el oficial Fernández. - ¿Contra qué chocamos? ¿Qué tipo de objeto? – preguntó Waterstone, acercándose a los radareslo más velozmente que le permitíasucojera. - ¡No lo sabemos, el objeto apareció repentinamente! ¡No está permitido el vuelo de naves comercialesni privadasporestazona,señor! – respondió Natham. - ¡El dron está cayendo, además se ha iniciadoel proyectil PEM! – alcanzó a añadir, como un alarido,otrooficial. El espectáculo recordaba las celebraciones de año nuevo, como un gran fuego artificial en el cielo, seguido de un gran estruendo. El dron había recibido un impacto lateral, produciendo un vuelo en círculos, cayendo como una sámara recién liberada de un arce, humeando. La otra nave logró
  • 13. 7 maniobrar unos metros, estabilizando su vuelo, lo que no duró mucho ya que el proyectil PEM se disparódesde el dron, desactivandolosaparatos yhaciéndolescaerenpicada. Las naves se precipitaron a tierra en diferentes direcciones, cayendo sin control alguno por el pulso electromagnético recién liberado. En la sala de controles de la base militar, los instrumentos electrónicos también recibieronel influjo del pulso, quedando inhabilitados. Por unos segundos se hizo un silencio generalizado en la oscurecida habitación, mientras los oficiales observaban al comandante Waterstone,como obligándoleatomarla palabra. - Desplieguen a todos los soldados presentes en la base, es prioridad el hallar el objeto contra el que se estrelló el dron – dijo el comandante, soltando el aliento y dejándose caer sobre una sillade lasala. - ¿Cuál será el protocolode recuperacióndel dron,señor? –consultóel oficial Natham. - ¿No lo ha captado aún, oficial? Ese objeto puede ser una nave tripulada, debemos encontrar a los posibles sobrevivientes o sus cuerpos, ¡Esa es nuestra prioridad! Apenas puedan restablecer el funcionamiento de los equipos de comunicaciones, averigüen con las autoridades brasileñas si era o no una nave comercial o privada y la cantidad de pasajerospresentes –mascullóirritadoWaterstone. - ¡Sí, señor! – respondieronlosotrosoficiales,saliendode susrespectivospuestos. - ¡Señor, no es necesario esperar a comprobar el daño real de los aparatos! Tenemos un equipo de comunicaciones portátil guardado en un estuche anti - PEM – dio a conocer el oficial Fernández. - ¡Excelente! Oficial Natham, siga a Fernández y comiencen las comunicaciones con las autoridadesrespectivas. - Inmediatamente,señor–dijeronlosoficiales,saliendode lasala. Al encontrarse solo en la habitación, la mente del comandante comenzó a trabajar, formulando ideas de que podría haber ocasionado este accidente. No podía ser un aerolito, tenía que ser algún tipo de aeronave. El comunicado recibido de la NASA no contemplaba la caída de meteoritos en estas fechas, menos en las cercanías del Amazonas. El monitoreo de estos objetos ha sido siempre exhaustivo y los objetos con probabilidades de caer en tierra ya estaban alejados de la órbita terrestre. ¿Podría ser un satélite con un desperfecto? No, era poco probable que reingresara a la atmósfera sin desintegrarse antes. ¿Un misil, de quién? Nadie conoce esta instalación; por otra
  • 14. 8 parte, el dron se encontraba en modo invisible… Si era una aeronave, vidas inocentes podrían estaren peligrooya extintas. Noqueríavíctimasfatales,perolasopciones noeranauspiciosas. Una decena de soldados salieron en búsqueda del extraño objeto, concurriendo al lugar en que estaban apostados los oficiales encargados de la comprobación visual del dron. Una vez reunidos, se formaron grupos de 4 personas y se trianguló manualmente la posible zona de caída e impacto del aparato, mientras que en la base Amazonas se realizaban las preguntas necesarias a la fuerza aéreade Brasil y a laagencianacional de aviacióncivil. El reloj marcabalas12:37 PM. - Comandante, logramos comunicarnos con las autoridades aéreas – notificó el oficial Nathama Waterstone,que aúnse encontrabasentadoenlasalade controles. - Cuénteme su respuesta, por favor – replicó Waterstone, con cara de quien sabe lo que viene acontinuación. - No erauna nave militar,tampococivil,señor. La preocupación del desgastado guerrero se desvaneció de su rostro, quitándole un inmenso peso de encima. Se levantó de su asiento, ganando robustez por el ánimo recién comunicado a través de esaspalabras.La situaciónhabíacambiadode agobiante a interesante. - ¡Quiero que encuentren ese objeto, ahora mismo! – mandó el comandante, que parecía un tiranoarmado de un látigo,decididoagolpeara quienfueraparahacer valersuorden. La exploración del Amazonas resultaba infructuosa, el tiempo pasaba y eran incontables las veces que los equipos de búsqueda coincidían en ciertos espacios. El clima no ayudaba tampoco, obligando a los soldados a detenerse para rehidratar sus sofocados cuerpos. Además, estaba la preocupación de encontrarse con animales salvajes que atacaran a los oficiales, extremándose la cautela, ralentizándose labúsqueda. Cerca del anochecer, una zona de la selva mostraba un leve e intermitente brillo, como una tenue lámpara fluorescente. Esto llamó la atención de los soldados, que se movilizaron raudamente, como si se tratara de un llamado proveniente de un superior. Al hallar la fuente del resplandor, el espectáculo no podía ser menos que desolador y terrible; aun así debía comunicársele directamente al comandante Waterstoneantesde realizarcualquiermovimiento enlaescena. El comandante se movilizó inmediatamente hacia el sitio del impacto. A pasos del lugar del siniestro, se detuvo un momento para sobarse la rodilla izquierda, adolorida por la larga caminata
  • 15. 9 y el descenso de temperatura. Retomando la marcha, lo primero que divisó fue la cegadora iluminación del emplazamiento, que apuntaba a un objeto plateado de forma ovalada, de grandes dimensiones, lleno de abolladuras y un gran foradoen su fuselaje. Lo segundo que vio fue sangre y dos cuerpos, al parecer masculinos, uno de los cuales estaba seccionado en dos –en la parte estomacal–mientrasel otroreposabatumbadounosmetrosmásallá. - ¿Qué…?– murmullóWaterstone,nocomprendiendonadade loque teníaen frente. - ¡Señor! No esperamos su llegada, pero comenzamos a darle primeros auxilios al sobreviviente, su estado es crítico y debemos llevarle a un hospital – comunicó el oficial paramédicoque acompañabalabúsqueda. - ¿Pero quiénes son estos muchachos? ¿Cómo sobrevivió a esa caída? –preguntó el comandante, que estaba hecho una maraña de dudas en ese momento–. ¡Se suponía que no era ningúntipode aeronave tripulada! - Bueno… Al parecer, el sobreviviente salió despedido de su nave al momento del impacto. El otro no tuvo tanta suerte, se rebanó en dos con una parte del fuselaje, desangrándose por completo – respondióel oficial,dilucidandoloque pudohaberocurrido. Los ocupantes del artefacto vestían un traje blanco ceñido al cuerpo que cubría desde su cuello hasta los pies, incluyendo las manos. Este no presentaba costuras ni uniones, permitiendo ver fácilmente su fisionomía, denotando una contextura delgada con musculatura trabajada. La altura del superviviente era de aproximadamente 180 cm, no pudiendo realizarse el mismo análisis visual al tripulante muerto; sus facciones resultaban parecidas, recordando al tipo caucásico, con cabello oscuro ondulado de largomediano,yuncolorde ojossin determinar. El equipo de rescate venía unos pasos atrás de Waterstone, ya que encontrar un acceso para un helicóptero en medio de la selva no era tarea fácil. Una vez se halló un sitio apropiado para el aterrizaje del aparato, se evacuó al joven mal herido a un hospital de la capital brasileña y a su acompañante a la morgue del mismo establecimiento. Al cargarles en sus respectivas camillas, se notó que eran más livianos de lo que se esperaría, según su contextura, pero no se le dio mayor importancia. Luego de un corto lapso de tiempo llegaron camiones para cargar la nave, la que estabasiendodesmanteladaycatalogadapara un posteriorre-ensamblede esta. Los soldados encargados de desarmar la nave descubrieron algunos datos sobre la procedencia de sus ocupantes, detalles que sólo complicaron la situación. El fuselaje estaba compuesto de dos óvalos concéntricos, con una lámina que dividía en dos –en forma desigual– el interior de esta. No presentaba uniones en ningún sitio, al igual que los trajes de los tripulantes, lo que producía la
  • 16. 10 sensación de estar frente a una construcción hecha de una pieza; complicándose su desmantelamiento, debiendo cortarse con plasma. Si bien estas características hacían excepcional al artefacto, lo más sorprendente era la falta de sistema de propulsión, de navegación y la inexistencia de alguna forma de combustible. Con toda esta información en sus manos, el oficial Fernándezse dirigióhacia el comandante Waterstone. El reloj marcabalas23:23 PM. - Señor, debe ver esto – dijo el oficial Fernández, que se acercaba al comandante en compañía del oficial acargo de registrarlosdatos de la nave reciéndesmantelada. - ¿Qué sucede? – rezongó Waterstone, cansado de estar a esas horas de la noche en medio del Amazonas. - Puede que estemosfrente aunartefacto no manufacturado enlaTierra. - ¡¿Quiere decir qué…?! – dijo el comandante, interrumpiéndose al ver la expresión del rostro de su interlocutor. - Exactamente,señor.Al parecerestamosfrenteaunanave extraterrestre.
  • 17. 11 Amazonas Brasil,Lunes05 de enerode 2015, 12:06 PM. La tercera tripulante de la nave giró su cabeza por sobre su hombro para mirar a sus compañeros, tratando de ponerse de acuerdo en que harían de ahora en adelante, ya que el descubrimiento de este planeta potencialmente habitable era inmenso. Desde el espacio se veía como una gran gota de agua con manchones verdes y zonas rocosas, destacándose una gran región verdosa que tenían en frente, la que podría estar conformada por alguna clase de forma biológica. Su atmósfera, que era fría en su inicio, se mostraba con una composición adecuada para su respiración; de modo que decidieron descender y explorar el terreno en forma presencial. La superficie elegida para el aterrizaje se veía libre y estable, por lo que se aumentó la velocidad de descenso de la nave, produciéndosede repenteunestrépito noesperado. - ¿Contra qué chocamos? – preguntó directamente el primer tripulante a la mente de sus camaradas. - ¡No lo sé, intentaré estabilizar la nave! – respondió con un agudo y punzante pensamiento el segundo tripulante, quien era ayudado por la tercera tripulante con toda su fortaleza mental. La estabilización de la nave hubiera resultado exitosa, elevándole y aterrizándola en un lugar propicio, pero un segundo estruendo la sacudió, recibiendo un pulso electromagnético que sacudió sus cuerpos y apagó los equipos de navegación del artefacto, haciéndoles caer en picada enla espesaselvaamazónica. El primer impacto fue contra la copa de los árboles, los que se rompieron como cerillas de fósforo por el peso del objeto, no amortiguando para nada su caída en el terreno selvático y espantando a una gran cantidad de aves. La colisión en tierra fue descomunal, produciéndose un chirrido metálico al fracturarse el fuselaje de la nave y arrastrarse unos metros a lo largo de la selva, para luego girar sobre si misma varias veces y quedar finalmente inmóvil, en silencio. El único sonido que quedófue el graznidoquejosode lasavesque huyerondel sitio. En uno de los giros producto del impacto, la tercera tripulante salió despedida de la nave, cayendo a más de 200 metros al sur del lugar original de la colisión, mientras que sus compañeros seguían dentro del artefacto. Otro de los giros creó una hoz con parte del fuselaje, la que en el caos del accidente terminó segando al primer tripulante como si fuera una espiga de trigo maduro. Al detenerse la vorágine del aparato siniestrado, el segundo tripulante logró salir de este, quedando inconsciente porlasmúltiplescontusionesrecibidas.
  • 18. 12 La tercera tripulante cayó inconsciente en terreno firme, rodeado de árboles y un suelo cubierto de hojas desprendidas de estos. Despertó después de unas horas, con su larga cabellera negra enredada en las ramas de unos pequeños arbustos. Estaba desorientada, la caída había sido muy rápida y no sentía su nave ni a sus compañeros de viaje. Sensó1 su cuerpo, encontrando hematomas en muchas zonas, además de un corte de mediana profundidad a lo largo de su espalda. Suprimió el dolor y el sangrado de sus heridas para poder levantarse y caminar. La pérdidade sangre afectó sufuerza,optandopor avanzarapoyándose enlavegetaciónselvática. La zona presentaba árboles de diverso tamaño, con una coloración predominantemente verde, muy parecidos a los que ella conocía, pero en cantidades que nunca había presenciado. La temperatura y la humedad eran altas para lo que estaba acostumbrada, sofocándola y haciéndole sudar por todoel cuerpo. A medida que avanzaba por la selva, divisó distintos entes: voladores, de dos y cuatro patas, algunos que simulaban ser hojas o partes de árboles, entre otros. Se preguntó si esas eran las formas de vida más evolucionadas de aquel planeta o había algo superior allí; de ser sólo esas criaturas, sería fácil el arribo de sus compatriotas para establecerse en un planeta de recursos no agotados. Sus fuerzas se iban agotando con cada paso que daba, no pudiendo sostener más tiempo el bloqueo sobre el dolor, liberándose las señales nerviosas. Se sentó, resentida, bajo la sombra de un árbol. El sudor que corría por su espalda le producía escozor al mezclarse con la poca sangre que aun fluíade su herida. Estaba preocupada por sus camaradas y por el estado de la nave, pero debía pensar primero en ella, en encontrar pronto un refugio para curar sus heridas y obtener algún alimento que ayudase en su recuperación, así que se puso en marcha nuevamente. El camino estaba cubierto de vegetación, cubriéndolo con una fresca sombra, y parecía moverse al mismo tiempo que ella. Sintió un ruido, como pasos entre las hojas y ramas, que le hizo detenerse en medio de la selva, expectante ante cualquier movimiento extraño. No hubo respuesta. Reinició lentamente su caminata, cuando percibió algo cayendo sobre ella. Giró velozmente, encontrándose frente a un animal de cuatro patas, pelaje de color amarillo pálido y motas de color negro; abalanzándose sobre ellay lanzandounagudo alarido. Logró evitar que el ser se le abalanzara con un movimiento de su torso –causando una leve molestia en su espalda– pero el atacante se reincorporó rápidamente para arremeter desde el lado opuesto, lanzando un golpe con su extremidad superior. Bloqueó el ataque con su brazo derecho, no sabiendo que la pata del animal estaba dotada de garras, las que se hundieron en ella. El daño estaba hecho; no obstante, se aproximó a su atacante y contraatacó, golpeándole en el cuelloconel antebrazoizquierdo, matándoloenel acto. 1 Sensó, de sensar.Examinar a través de sensores.
  • 19. 13 Ahora si se encontraba en problemas, tenía una nueva herida y gastó casi todas sus fuerzas en aquel breve enfrentamiento. Estaba sedienta, hambrienta, y la sangre comenzaba a huir nuevamente de su cuerpo. Caminó largos minutos, tambaleándose, creyendo escuchar el sonido del agua corriendo en las cercanías. Logró salir de la espesura de la selva, llegando a la orilla de un río; desvaneciéndose y cayendo de espaldas, inconsciente. Su brazo herido quedó en una posición que lo aproximó al agua, fluyendo algunas gotas de su sangre hasta el caudal amazónico, emocionandoaunaspirañasque se encontrabancerca. Despertó repentinamente, sobresaltada, sin saber que había ocurrido. Estaba tendida de espalda en el piso de una especie de vivienda de forma cilíndrica, compuesta por paredes de ramas secas de árboles y un techo fabricado con hojas y tallos alargados que emulaban un triángulo. Su cuerpo estaba cubierto con una clase de paño o tela, el que retiró para poder incorporarse. Sus heridas habían sido tratadas, unas hojas largas rodeaban la lesión de su brazo derecho y en su espalda tenía adheridaunacompresa,que cayócuando se levantódel suelo. Caminó al exterior de la habitación, notando que el sol se había ido ya, sintiendo el frio colándose por las aberturas de su traje rasgado, el que ya no proporcionaba protección frente a cambios de temperatura. Fuera de la vivienda, notó la presencia de otras viviendas iguales formando un semicírculo y, en medio de ellas, una hoguera. Se aproximó lo más raudo que le permitían sus injurias, buscando el calor del fuego, encontrándose con un ser de características similares a las de ella. Era un hombre desnudo –podía catalogarlo así, ya que era igual a los hombres de su raza– de contextura fornida, piel morena, cabello oscuro y ojos achinados de color café. Este, al verle llegar, se dirigió a un cúmulo de ramas y tomó una de estas, arrojándola al fuego. Después de esto, se echó en el piso y comenzó a buscar dentro de lo que parecía ser una bolsa pequeña, extendiendo posteriormente sumano,ofreciéndole algo. La tercera tripulante cogió lo que le ofrecía el hombre, entendiendo el porqué de la oferta. Era un objeto esférico, de color amarillo con tintes rojizos y con un fuerte aroma. Su instinto le dijo que era alimento, de modo que lo engulló completamente. El sabor era cítrico, como ciertos preparados enzimáticos alimentarios que conocía, pero totalmente diferente. Las moléculas que componían ese alimento no se encontraban fácilmente, menos de manera conjunta. Analizó cada uno de los compuestos del fruto e hizo un perfil de él. Si se alimentaba sólo de ese producto, su recuperación seria en unos días, suponiendo que la jornada tuviera la misma duración que las de su planetade origen. Esa noche pernoctó junto a la fogata, contando el tiempo que faltaba para que la estrella que reinaba el sistema en el que se encontraba pérdida fuera visible nuevamente, fijándose como segundametael quedarse despiertahastalallegadadel anochecer. Al amanecer de ese día –que oficialmente era el martes 06 de enero de 2015– la gente comenzó a salir de sus chozas, reuniéndose en torno a la hoguera y la visitante. Todos le observaban, intercambiando palabrasentre ellos, práctica realizada por su especie en ocasiones oficiales y/o de
  • 20. 14 respeto, vocablos inentendibles en ese momento para ella. Su tamaño destacaba, siendo más alta que los hombres de la tribu. La coloración de su piel también era diferente, como si el sol nunca hubiera tocado su tez, en comparación con la de los habitantes que estaban acostumbrados a broncearse completamente. En esa alba dermis destacaba aún más los hematomas recibidos en su caída, losque todavíale producían un considerabledolor. De pronto, de la choza central salió una mujer que vestía una corona con láminas de color amarillo, azul y rojo; unos cables con rectángulos rojos colgando sobre su pecho y en la mano izquierda una recta rama de árbol que usaba para apoyarse al caminar. Su paso era lento y pesado, lo que hizo que la visitante analizara más a fondo a la fémina, notando un rasgo olvidado por su raza, era una anciana. De hecho, había más ancianos alrededor de la tercera tripulante, que se encontraba de pie junto al hombre que vigilaba la ahora menguante fogata nocturna. Este rasgo de los habitantes hizo que la visitante se acercara rápidamente a mirar tal fenómeno, solamente conocido por los textos antiguos de su raza. Se aproximó directamente a la mujer de la corona, tocándole la cara y acercando sus concentrados ojos color castaño a los de la anciana, como si quisiera absorberla con la mirada, captando todos los detalles del arrugado rostro. La gente de la tribu no esperaba tal reacción, tomándolo de forma graciosa, riendo con sonoras carcajadas y mostrando los dientes de paso. Las risas sacaron del trance a la mujer invitada, que soltó el rostro de la anciana, la que procedió a revisar las heridas de la forastera. La vieja curandera tomó la muñeca izquierda de la joven foránea, guiándola al interior de su choza, donde realizó el cambio de las compresas que cubrían sus lesiones. Al terminar las curaciones, comenzó a hablar de una forma rítmica, dando vueltas alrededor de una vasija que calentaba con antelación. Al rato, tomó una muestra del líquido recién hervido,depositándoloenunrecipientepequeño yextendiéndoseloparaque lobebiera. El brebaje contenía trozos de vegetales de diferentes colores, que no parecían provenir de los típicos árboles que había vistoen la selva. Eran flores, que en su planeta escaseaban, peroestaban presentes en la pobre vegetación que conservaban. Una vez disminuyó la temperatura del cocimiento, comenzó a beberlo a sorbos cortos, para saber a qué se enfrentaba. Encontró compuestos con propiedades bactericidas –microorganismos, problema ya solucionado por sus pares– y algunos con acción cicatrizante, entre otros. Terminó rápidamente de beber del recipiente, devolviéndoselo a la anciana y esperando que se lo regresara lleno nuevamente, cosa que no ocurrió,ya que la viejale condujo alasalidade la choza. Una vez fuera de la choza, la tercera tripulante fue a recluirse en la habitación en que despertó la noche anterior y descansó tendida en el piso, mirando al cielo entre las rendijas que se formaban en el techo, esperando el anochecer. En la tarde, unos niñosle llevaron unos frutos –distintos a los que había probado anteriormente– y un pescado ahumado, al cual se quedó mirando por largo rato antes de desmenuzarlo, analizarlo y engullirlo. Con la ingesta diaria de esa dieta, su recuperación sería muy veloz. Al final de la jornada pudo determinar que la duración de un día completo equivalía a 30 ciclos, bastante alejados de los 45 a los que estaba acostumbrada, lo que
  • 21. 15 aproximaba el tiempo necesario para su total recuperación a 8 días. Ahora podía descansar realmente. Esa noche soñó con el pescado ahumado. Lo imaginó en su hábitat, presumiendo que era el agua, ya que su configuración fisionómica llevaba a pensar eso. También soñó con los habitantes de la tribu, especialmente con la curandera y las láminas que conformaban su corona. Estas eran como unos pequeños mástiles de los que sobresalían una infinidad de vellos, entrelazados por pequeñas ramificaciones perpendiculares que surgían de estos últimos. Su esquema mental encontró una correspondencia entre esas láminas y aquel ente volador que divisó. Hizo un acercamiento a una imagen extraída de ese recuerdo y cambiando las condiciones lumínicas de esta –ya que le vio a contraluz– logró identificar la presencia de las láminas en el ser, las que de seguro ayudaban a su sistemade propulsiónaérea. No quiso seguir soñando, así que enfocó sus esfuerzos en restaurar su cuerpo. Sabía de antemano que lugares estaban dañados y en que magnitud; remediándolos y priorizando los menos perjudicados. Resolvió la inflamación de los hematomas, quitando el edema y degradando la sangre acumulada en estos. Esta última fue fragmentada en moléculas de diferente peso molecular –segúnla necesidad– las que reabsorbió para reutilizarlas en la reparación de los tejidos dañados. Terminó estos procesos en cuestión de unos pocos ciclos, dejando su cuerpo completamente libre de magulladuras. Ahora quedaba solamente el gran corte de su espalda y la herida corto-punzante de su brazo derecho, las que dejó para más adelante, ya que necesitaba energía y metabolitos extras para repararlas. Se durmió profundamente, como en un coma, cortando casi toda recepción de estímulos exteriores –exceptuando la audición– y ajustó su despertar a 1,25 ciclos después del amanecer. 1,25 ciclos posteriores al amanecer del tercer día –desde que la viajera cayó en la Tierra– la gente de la tribu ya estaba trabajando, saliendo todos a realizar sus actividades regulares. La – nuevamente– blanca forastera despertó y se dirigió a la choza de la curandera para recibir su curación diaria, sorprendiendo a la anciana por el avance en su recuperación. Luego de cambiarle las respectivas compresas y darle una porción de su brebaje curativo, le dijo algo mientras sacudía las manos en el aire –que al parecer tenía que ver con que fuera a alimentarse– y le condujo hacia el exteriorde lavivienda. Al quedar libre de su diligencia matutina, salió en búsqueda del cuidador de la fogata, al que encontró recolectando ramas y trozos de árbol no muy lejos de la tribu. Al verla frente a él, sólo sonrió y le cargó un montón de palos en los brazos, mientras el cogía otro que tenía apiñado momento atrás. Caminaron –en silencio– hasta el sitio donde depositaban la leña, colocando la que cargaban y disponiéndose a salir a buscar más. La joven, que estaba hambrienta y no sabía cómo comunicárselo al hombre, utilizó por primera vez sus cuerdas vocales en este maravilloso planeta, emitiendo una letra “a” al aire, lo que llamó la atención del recolector, que se quedó mirándolaatentamente.
  • 22. 16 El primer contacto estaba hecho, tenía su atención, pero aun no comunicaba su deseo. Pensó que lo mejor sería utilizar señas, gesticulando como si tuviera un alimento entre las manos y se lo llevara a la boca para consumirlo. Justo cuando iba acercando su palma a sus labios entreabiertos, sus intestinos hablaron el lenguaje universal del hambre, los borborigmos2 . El recolector entendió lo que quería y, mientras soltaba una carcajada, le palmeó los hombros y le condujo a su choza, donde unosniñosle dieronfrutasyunostrozosde pescadoahumado. Con el ánimo y las energías repuestas, acompañó nuevamente al hombre en búsqueda de leña, juntando una gran cantidad de ella. Entrada la tarde, volvió a comer carne de pescado y siguió a los hombres que se encargaban de la caza de estos, los que estaban reunidos frente al gran río amazónico. Viéndola en el lugar, le invitaron a montarse sobre unas vainas alargadas apostadas en la orilla del torrente, las que servían para navegar en el agua, impulsándolas con unas varas largas hechasde tronco de árbol. Mientras algunos de los hombres mantenían la navegación de la embarcación, otros comenzaron a apuntar al agua con unas ramas perfectamente talladas y rectilíneas, las que contaban con un extremo puntiagudo, en tanto su parte posterior tenía láminas provenientes del ser volador –de diferentestonalidadesalasde la corona de la anciana– y unasoga delgadaatadaal final de estas. Para impulsarlas se valían de un tronco delgado y flexible, el cual era tensionado con una cuerda atada a sus dos extremos. Al posicionar la vara puntiaguda en medio del tenso hilo y aplicar fuerza para estirarlo –lo que doblaba en parte al madero delgado, produciendo más tensiónen el cordel– se podía disparar la rama emplumada a grandes distancias, valiéndose de la soga atada a su extremofinal pararecuperarla. De ese modo apuntaban y disparaban múltiples veces –atravesando a los peces del río– acercando la caza al navío al recoger el cordel atado a la flecha, lo que les proveía de una considerable cantidad de pescado para la tribu. La hospedada deseaba aprender a tirar con esos instrumentos rudimentarios, por lo que tomó uno entre sus manos y observó atentamente a sus maestros. Se levantó pasados unos minutos de sostener una concentrada mirada, quedando de pie en la embarcación; apuntó al río, tensando la cuerda y buscando una potencial víctima, la que encontró al cabo de unos segundos, tirando de inmediato. Recogió la soga, trayendo consigo la presa atravesada con la saeta en el medio de ella, resultando ser una piraña que aún se movía y pegaba tarascones con susafiladosdientes,loque causó larisa de susacompañantes. Terminaron de pescar antes del anochecer, cargando los pescados en un recipiente cilíndrico – hecho con varas delgadas entrelazadas– y se dirigieron de vuelta a las chozas. Esa tarde había resultado muy edificante, pero los nuevos conocimientos no terminaban de llegar, como el ruidoso caudal amazónico que desemboca siempre enel océano. La temperatura estaba bajando y era hora de preparar la fogata nocturna, proceso que no había presenciado hasta ahora, por lo que se acercó al lugardonde se iniciabanlasbrasas. 2 Borborigmos;ruido producido por movimiento de gases en cavidad intestinal.
  • 23. 17 El encargado de iniciar la hoguera era un niño de pequeñas proporciones, de cabello puntiagudo y piel cobriza, el que utilizaba dos objetos de madera para esto. Contaba con una tabla plana con un surco a lo largo de ella, ranura que servía para frotar una vara cilíndrica hasta producir un desprendimiento de calor en el extremo friccionado. Ese ardor era utilizado para avivar una yesca, la cual al calentarla unas pocas veces, comenzaba a humear débilmente. El adolescente procedió a frotar sus instrumentos, exhalando aire en las brasas, encendiéndose las llamas, las que encendieronauna pilade ramas secasy maderosque serían más tarde la fogata final. Se sentó al lado del joven amo del fuego, extendiéndole las manos para que le prestara sus herramientas. El muchacho, un poco receloso, se los confío y se recostó en el piso a mirar los intentos de su aprendiz. La inexperta mujer juntó un poco de yesca y comenzó a frotar la vara en la ranura de la tabla, ocupando demasiada fuerza en la fricción, destrozando la delgada varilla. El niño se levantó alarmado del suelo y, frunciendo el ceño, corrió presto a su choza; volviendo con una nueva rama, más tosca y gruesa que la anterior. Al cabo de unos segundos y después de bajar la potencia utilizada para frotar, pudo iniciar una pequeña humareda, la que se avivó al soplarla, liberandolasllamasque la discípuladeseaba,alegrándoseleel rostroporsu logro. Con esto daba por terminado su día. La noche ya era patente. Caminó hacia su choza y sacó la manta que le habían prestado, acostándose cerca de las llamas para observar sus relajantes y azarosos movimientos, durmiéndose con el sonido selvático de fondo. Aquella noche también dejó unos ciclos para reparar sus heridas, gastando todos los nutrientes no utilizados en las actividades de ese día en esatarea. Los siguientes días pasaron raudos y la buena alimentación comenzaba a dar sus frutos. No solamente lograba reparar las heridas de su brazo y espalda, sino que su cuerpo estaba ganando peso, quitándole el aspecto delgado con el que llegó desde su planeta –que por razones de escasez alimentaria no les permitía llegar a su máximo potencial muscular normal– además bronceándose levementesupiel porlaexposiciónsolar. Se dedicó a ayudar en las actividades diarias de la tribu mientras recuperaba completamente su salud, aprendiendo también las técnicas para fabricación de chozas, del arco y flecha, de cuchillos –tanto de piedra como de madera– de recetas curativas ocupando distintas plantas y de tocados de plumas;cazandopersonalmentealasaves que utilizóenello. Al cumplirse el sexto día de su permanencia en la tribu, sus heridas estaban completamente sanadas, sin mella alguna, tomándole menos tiempo del estimado con anterioridad. Estaba perfectamente sana y contaba con herramientas básicas para valerse por sí sola en la selva amazónica en la búsqueda de su nave y sus compañeros. Realizó su última visita a la curandera, mostrándole los lugares en que solían estar los cortes, presentándose indemnes. La falta de marcas o cicatrices en la piel de la muchacha asustó un poco a la anciana, de modo que cubrió su cuerpo ileso con compresas nuevas, para que los demás habitantes no se espantaran con su milagrosa recuperación.
  • 24. 18 A diferencia de las otras veces, la veterana acompaño a la repuesta hospedada al exterior de la choza, dejándole esperando en su portal. Se dirigió con paso lento, ayudándose con su bastón, a las demás viviendas, entrando y saliendo de ellas, siempre con algo más en las manos. Una vez pasó por todas las habitaciones, toda la gente de la tribu se congregó alrededor de la muchacha, rodeándola en un gran círculo. La anciana se acercó a ella y le entregó una bolsa hecha de piel de uno de los entes que la atacó en la selva, la cual tenía en su interior una manta, un arco con varias flechas,uncuchillotalladoenpiedrayuna gran cantidadde frutossecos. Entendió que era la despedida, aunque no sabía si se debía a su recuperación o a otras razones. La vieja mujer se sentó en el piso e hizo que le imitara, tomándole de la muñeca izquierda y tirándole amablemente hacia abajo. Los adultos comenzaron a hablar de forma rítmica, realizando movimientos de cuerpo entero, mientras los más jóvenes reían, corrían e intentaban copiar a los mayores. Bellas muchachas con turgentes cuerpos se acercaron a la anciana con alimentos y bebidas,ofreciéndoselasaellaprimeroyposteriormente alavisitante. La fiesta duró unos ciclos, incluso saltándose el tiempo en que los hombres iban a cazar al río. Al final del festín, la curandera volvió al interior de su choza, trayendo consigo un tocado de plumas en su mano –idéntico al de ella– y lo depositó en la frente de la muchacha, tomándole de las manos para levantarla del piso. Le cogió por el rostro, pellizcándole las mejillas y dejándole caer un beso en el pómulo derecho, entregándole nuevamente la bolsa con los presentes. Toda la tribu se reunió detrás de la anciana, dejando a la chica sola en su extremo, y comenzaron a elevar sus manosabiertas,moviéndolas de derechaaizquierdarepetidasveces,mientrassonreían. La joven tomó la bolsa con su mano derecha, abrazándola cerca de su cuerpo. Estaba agradecida, de no ser por ellos le habría sido muy difícil sobrevivir, pero no tenía como pagarles, por último si hubiera entendido suidioma, podría enseñarles algo, aunque era algo difícil tomando en cuenta su estado tecnológico. Giró sobre sí misma, comenzando su marcha al interior de la selva, e imitó el movimiento de palmas de sus hospedadores, dedicándole una mirada especial al niño amo del fuego, al cuidadorde la fogatay a la anciana. Ya alejada de la tribu, guardó el tocado de plumas en la bolsa y se internó en la selva buscando el lugar en el que fue encontrada inconsciente. Debía encontrar su sangre perdida para recuperar ciertos componentes que extravió al sangrar de forma tan profusa. Inició un campo de búsqueda alrededor de ella emitiendo una señal electromagnética pulsante a través de todo su cuerpo, pudiendo cubrir hasta 314 senx3 a la redonda, esperando recibir respuesta de sus kozou. Sólo alcanzó a avanzar unos pocos metros entre la vegetación cuando captó su presencia en las cercanías, corriendo conligerezahaciael sitio,el que estabaal borde del ríoamazónico. Recordó que antes de caer desmayada estaba sedienta, llegando a duras penas a la ribera del caudal, donde se desplomó inconsciente. No había manchas de sangre en el piso, pero ahí estaban sus kozou, mezclados con los minerales y arcilla del suelo, esperando. Con sus manos cavó un pequeño agujero, retirando la tierra en exceso y juntando un bocadoen su palma,lo consumió. No 3 1 senx= 0,796178 metros
  • 25. 19 lo tragó inmediatamente, para no producirse tos por el seco aperitivo recién engullido, pero tuvo que beberunpoco de agua del río para ingerirlodefinitivamente. Al terminar de beber agua, recibió una nueva señal proveniente del mismo río, pero esta se estaba desplazando. Dejó su bolsa en el piso y se sentó en la orilla del torrente para enviar mandatos a sus instrumentos sumergidos, los que comunicaron estar en el interior de un par de pirañas. No demoró más que algunas décimas de ciclo en controlar a los dos animales, dirigiendo sus movimientos al lugar en donde se encontraba, mandándoles saltar fuera del agua y caer al lado de ella. Ya que los peces habían cuidado sus pertenencias todo este tiempo dentro de sus cuerpos, optó por no matarlos, enviando los kozou al borde exterior de sus agallas y aglomerándolos en unospequeñospuntos que extirpómanualmente, lesdevolvióal caudal. Ingirió los instrumentos recién recuperados, pero le faltaban unos más, los que estaban en el terreno en que cayó al salir despedida de la nave. Rememoró el camino recorrido antes de llegar al borde del río y caminó sobre sus pasos, llegando al sitio aproximado de su caída. Envió una nueva señal pulsante, recibiendo dos respuestas simultáneas, una cercana a sus pies y otra a 297,7 senx de su posición, los cuales comunicaron no pertenecer a ella. Era una respuesta de sus compañeros, aunque muydébil,loque le preocupóun poco. Recogió rápidamente la porción de suelo que contenía sus kozou, el que estaba compuesto por tierra húmeda y hojas degradadas, echándoselo directamente en la boca para mascarlo y tragarlo. Corrió a toda velocidad a través de la selva, evitando todos los obstáculos que se le presentaban, saltando grandes porciones de terreno para llegar al lugar en el que podían encontrarse sus camaradas. A medida que avanzaba, la llamada se hacía más fuerte, aumentando proporcionalmente su preocupación, debido a que no encontraba rastro alguno de la nave en las proximidades. Al llegar al lugar señalado, no encontró nada. No estaban sus camaradas; tampoco la nave. Solamente había una gran extensión de tierra removida y árboles quebrados, signos que indicaban una colisión; además de marcas en el piso que seguían un patrón geométrico, formando largas líneas paralelas a lo largo del terreno. Dejó caer su bolsa, abalanzándose al sitio que contenía los kozou, que pertenecían al primer tripulante, Kreneo. No entendía lo sucedido, pero parecía ser que casi toda la sangre de su compañero había sido vaciada en ese suelo, esparciendo sus maquinarias por la superficie que pisaba, debiendo estar muerto en ese momento. También parecía ser que alguien se hizocargo del aparato siniestradoy sustripulantes. No deseaba comer más polvo ni hojas, así que después de excavar los emplazamientos en que se encontraban los kozou de Kreneo –mezclados con tierra– los recolectó en un agujero que cavó en el piso, compactado y cubierto con trozos de su traje,el que cortó con el cuchillo de piedra tallada, dejando al descubierto su espalda y parte de su vientre. Sacó todo el contenido de su bolsa de piel y se encaminó de vuelta al río, llenándola de agua hasta el tope, ya que las costuras filtraban poco a poco el fluido.
  • 26. 20 De regreso al sitio del siniestro, hidrató la excavación realizada para que las máquinas se liberaran de la mezcla en la que estaban, pudiendo moverse libremente por el fluido. Acumuló y organizó los kozou, formando un largo filamento para que flotara en la superficie de la poza y, sacándolo con los dedos, se lo introdujo en la boca, donde se deshizo completamente –como ciertos cristales al entrar en contacto con agua– entrando de forma directa a su torrente sanguíneo a través de las célulasde sulengua. Intentó nuevamente contactarse con su nave –ya que su señal era más fuerte que la de los kozou– notando que estaba rodeada de señales de distintos tipos, diferentes frecuencias, comunicando información inentendible por todos lados, confundiéndola por un rato. Se tendió en la tierra para relajarse mientras pesquisaba, logrando filtrar su búsqueda al separar cada ruta de datos, pero aun así no comprendía su significado, solamente dejándole claro que había formas de vida capaces de manipulartecnología. Ese descubrimiento le abrumó al pensar la situación en la que debía encontrarse su colega sobreviviente –quizás herido de la misma manera que ella o peor– y la nave, la que de seguro estaba destrozada por la colisión y siendo examinada de forma exhaustiva, temiendo que la dejaran inoperativa completamente. Se acercaba la tarde y no quedaba tiempo para pensar, debía encontrar un lugar cómodo para pernoctar y madera para encender una fogata, por lo tanto comenzóa recolectarramassecas,dejándolas bajounárbol de gran copa. No alcanzó a prender la yesca cuando algo importante le hizo elevar la mirada al cielo, escuchó un zumbido proveniente de un transporte volador impulsado por hélices rotatorias –el que se perdió en el horizonte rápidamente– y, además, captó una señal inequívoca de la presencia de su nave, una alarma que se enciende sólo en caso de catástrofe para informar su paradero. Ese artefacto que divisóportabapartesde su vehículoespacial ydebíainterceptarloacomodieralugar.
  • 27. 21 Capítulo 2 Ocultamiento de información El helicóptero aterrizó de la forma menos parsimoniosa en el helipuerto de la clínica estatal Sao Paulo, lugar donde eran esperados por médicos y enfermeras del recinto, casi volando las sabanas de las camillas hospitalarias que esperaban por los pacientes. Se trasladó con prontitud al sobreviviente, estabilizándolo y controlando sus signos vitales; mientras que el cuerpo del joven muerto llegó a la morgue del hospital envuelto en una bolsa para cadáveres de color negro, dejándolo en un refrigerador para posteriormente realizar su autopsia. Los médicos evaluaron el estado del paciente accidentado. Tenían un sujeto de género masculino, el que se encontraba inconsciente, con las vías aéreas despejadas, respirando por sí solo, ritmo cardiaco normal y múltiples traumatismos en todo el cuerpo. Finalizada la auscultación, le tomaron las muestras pertinentes para examinar a alguien con esas injurias, priorizando su análisis por petición de los militaresestadounidenses. El centro asistencial se mostraba tranquilo en ese horario, escuchándose sólo los pasos de los internos y enfermeras circulando por entre las habitaciones. Presentaba ese típico olor a desinfección en todo el lugar, el que fue remplazado por el aroma selvático que impregnaba a los soldados recién llegados, una esencia mezcla de sudor, lodo y vegetación cortada. Los militares que acarrearon a los siniestrados muchachos se apostaron a vigilar en las afueras de la sala en que reposaba el joven malherido y en el exterior de la morgue, vigilancia que terminó a las 23:56 de aquel lunesporunsúbitocomunicadodel comandante de operacionesatravésdel radio. - SoldadoSmithal habla,cambio – dijocomunicándose atravésdel radiocomunicador. - Ustedhabla con Waterstone,soldadoSmith.Cambio. - ¡A sus órdenes, Señor! – replicó el soldado, cuadrándose como si tuviera al comandante enfrente suyo. - Smith, evacuen inmediatamente al joven superviviente y a su acompañante muerto. Es de suma importanciaque haganabandonodel lugarlomás prontoposible.Cambio. - Señor, se le está realizando exámenes en este momento, el individuo muerto está siendo custodiadohastaque le seapracticada la autopsia. ¿Debo…? - Divídanse en dos grupos –dijo, interrumpiendo, Waterstone–. Que uno retire al fallecido antes de que lo toquen y el otroimpida que se le siga realizando exámenes al chico herido; además, requisen todo material recolectado por los médicos: planillas de ingreso,
  • 28. 22 muestras, exámenes, material desechable, etc. Comuníquese conmigo cuando haya concretadotodoesto.Cambio. - ¡Sí, señor! Cambio y fuera – respondió Smith, cortando la comunicación con el comandante yponiéndose encontactoconlosdemássoldados. El accionar fue veloz. Los soldados se organizaron en dos grupos de dos personas, el primero retiró el cuerpo maltrecho de la morgue y lo llevó de vuelta al artefacto militar estacionado en el helipuerto del hospital; al mismo tiempo, el otro se encargaba de detener a los médicos que llevaban al muchacho magullado hacia la sala en que estaba el equipo de TAC4 , además de confiscar las planillas de ingreso del paciente y muestras de sangre y orina que le habían tomado anteriormente. Los médicos estaban confundidos y se sintieron menospreciados, pero no presentaron mayor resistencia ante los soldados –que no dieron ninguna explicación– entregándoles de inmediato al paciente y las muestras recabadas. Los militares se encaminaron trotando por un largo pasillo hacia el elevador, cargando la camilla en la que se encontraba el accidentado, marcando en el panel interior del ascensor el único botón que sin numeración, elevándose hasta el helipuerto de la azoteadonde lesesperabanlosparamédicosmilitares. El soldado Smith tomó su radio transmisor, llamando directamente a su superior para recibir nuevasórdenes,elevandolavozporel ruidoproducidoporlas hélices del aparato. - ¡Comandante Waterstone! ¡Tenemos a los individuos, comuníquenos como proceder de ahora enadelante,porfavor!¡Cambio! - Aléjese un poco del helicóptero, no desgaste su vozen vano, soldado. Diríjanse de vuelta a la base amazonas para reabastecerse de combustible, acá les daré las directrices que deben cumplir más adelante. Cambio – respondió el superior, que escuchaba más las hélicesque asuinterlocutor. - ¡Sí, Señor! – contestóSmith,mientrasse alejabadel ruidosoaparato. - Partan de inmediato,tengancuidado.Nosvemosacá – dijoWaterstone,despidiéndose. El helicóptero se elevó de la azotea del hospital, dejando en medio del helipuerto las camillas vacías, que fueron retiradas por unos paramédicos que subieron a ver como partía el artefacto militar. Bajo el cielo nocturno de la capital brasileña, la aeronave se dirigió de vuelta a la selva 4 TAC: Tomografía Axial Computarizada.
  • 29. 23 amazónica, perdiéndose en el oscuro horizonte. Después de sobrevolar la selva, el aparato descendió en la base militar, donde les esperaba el comandante, que se aproximó directamente al soldadoSmithparacomunicarle susmandatos. - ¡Recarguen combustible, tanque lleno! – gritó Waterstone a los soldados, llamando con señasa Smithpara que se acercara a hablar conél. - ¡Señor! – saludóSmith,cuadrándose. - ¿Algoque comunicar,Smith? – preguntóel comandante. - Por la rapidez del procedimiento de evacuación, no pudimos devolver las camillas que utilizamos para transportar al muchacho herido y al fallecido. Todo lo demás, sin inconvenientes – informó el soldado con voz suavizada, esperando una reprimenda por el incidente. - No se preocupe por eso, yo me ocuparé. Estas son sus órdenes: Irán a la base militar de Palanquero, en Colombia. Allí se reabastecerán nuevamente de combustible y se trasladarán a la base de Guantánamo en Cuba. Ahí les espera un avión de transporte acondicionado para el tripulante herido, este les llevara a la antigua base de Sonora. Partena las 0200 A.M. ¿Algunaduda,soldado? - Negativo,Señor–comunicóSmith. - Eso es todo. Puede retirarse, comuníquele las órdenes sus acompañantes. Equípense con algunos víveres, para suavizar la exigencia del viaje nocturno – comunicó Waterstone, despidiéndose delsoldadoconunapretónde manos. Cuando llegó la hora de partir, los soldadosestaban formados dándole la espalda al helicóptero. El comandante saludó a los tripulantes, encomendándoles la misión y los despidió deseándoleséxito. La aeronave se elevó del piso, levantando una polvareda que removió hojas del piso y de los árbolesaledaños,alejándose haciasudestinoágilmente. Waterstone reingresó a la base, dirigiéndose a paso lento hacia su oficina. Se dejó caer en su silla giratoria, rotando una vez por el impulso, y soltó un inaudible bufido. Miró el teléfono sobre su escritorio por unos segundos. Los militares brasileños se habían comunicado con él unos minutos antes de que llegara el helicóptero a la base, preguntándole las razones de su accionar en la clínica estatal.
  • 30. 24 Los superiores del comandante también estaban al tanto de la situación, desde que se dieron cuenta de la situación anómala, por lo que el procedimiento a realizar estaba determinado de antemano. Debía encargarse del asunto del hospital, de manera rápida y que no dejara dudas, de eso dependía la no divulgación del inusual evento. Tomóel auricular y discó el número de la clínica, esperandoque le respondieranprontamente. - Clínica Estatal Sao Paulo, usted habla con Adriana. ¿En qué puedo ayudarle? – respondió el teléfono,enportuguésyconcordial voz,la recepcionista. - Buenas noches, Adr… Adriana. ¿Habla usted inglés? – tartamudeó Waterstone, en el idiomade laseñorita. - Por supuesto. ¿Que desea, Señor…? – dijo Adriana, con perfecto acento británico, lo que sorprendióal comandante. - Waterstone. Soy el Comandante John Waterstone. Quisiera hablar con el director del hospital, para explicarle por qué retiramos a nuestros soldados de forma tan abrupta esta noche. - Oh, entiendo. Le comunicare directamente a su domicilio, ya que no se encuentra aquí en este momento. Espere en línea – contestó la recepcionista, procediendo a desviar la llamada. - Muchas gracias, SeñoritaAdriana–dijoWaterstone,despidiéndose. La espera telefónica fue corta. El director de la clínica estaba despierto y expectante por laextraña situación ocurrida unas horas antes. Se había comunicado con las autoridades militares brasileñas y le refirieron al comandante de operaciones Waterstone, el que debía llamarle para aclarar el hecho.Contestóel teléfonoconpresteza,identificándose encorrectoinglés. - Buenas noches. Daniel Ferreira, de la clínica Sao Paulo, al habla. ¿Comandante…? – respondióexaltadoel director. - Sí. Buenas noches, Señor Ferreira. Soy el comandante Waterstone. Quiero pedirle disculpas por la irregular situación ocurrida en su establecimiento esta noche; además de las camillas que dejamos botadas en el helipuerto – expresó el militar, con voz inquebrantable.
  • 31. 25 - Eso es lo de menos, comandante. Deseo saber las razones de la evacuación del paciente, su estado era crítico y no alcanzamos a realizarle todos los exámenes de rigor. No se nos puede imputar culpa alguna en caso de deceso del individuo, recayendo la culpa sólo sobre ustedes. Además, no era necesario el requisar las muestras ya tomadas, en caso de ser parte de un proyecto secreto militar, bastaba con destruirlas nada más pedirlo – espetóel director. - Comprendo su enojo, Señor Ferreira. Fue un error nuestro enviar a nuestros muchachos a su clínica. Exactamente, como usted dijo, esto es parte de un proyecto secreto que se lleva a cabo en territorio brasileño, porlo que esto no debe divulgarse – enfatizó el comandante. - Entiendo…– expresóFerreira. - Comprenderá que no estoy capacitado para darle más información, pero no era posible el dejar en manos ajenas la manipulación de ningún tipo de muestra o registro referido a estos jóvenes. Espero entienda la situación en que nos encontramos e instruya a sus trabajadores para que no difundan nada sobre esto. Esta noche no ocurrió nada anómalo ensu hospital – manifestóserenamenteWaterstone. - Cla… Claro, considérelo hecho – dijo el director, intimidado por la serenidad del comandante. - Espero podamos encontrarnos el día de mañana, para afinar los detalles del tema y expresarle personalmente mis agradecimientos por su colaboración en esta delicada situación. La conversación no se extendió por mucho tiempo más, acordando encontrarse por la tarde en la oficina del director, después de almuerzo. Ferreira colgó el auricular y puso manos a la obra. Abrió el procesador de texto de su computadora, escribiendo rápidamente un memorándum en que resaltaba la discreción correspondiente al incidente ocurrido aquella noche, destacando el que era un procedimiento militar y que cualquier imprudencia conllevaba acciones legales, de índole militar. Una vez terminado, envió el documento al servidor del hospital, con carácter de urgencia máxima,paraque se comunicase inmediatamenteatodoslostrabajadores. El tema estaba zanjado, sólo faltaba que las autoridades de la clínica firmaran ciertos documentos con cláusulas que aseguraran la confidencialidad que asunto. Aquel día había sido especial, demasiadas cosas ocurrieron, muchas decisiones debieron tomarse, definitivamente fue agotador. Waterstone se fue a descansar con todo esto en su cabeza, tomándole varios preciosos minutos de sueño el poner la mente en blanco para relajarse, durmiéndose casi de forma obligada, para recuperarenergíanecesariaparaun día que se avecinabatanexigente comoeste último.
  • 32. 26 La noche fue corta para el militar, despertando aletargado. Se levantó temprano, con el sol recién iluminando las copas de los árboles. Se dirigió hacia su ducha personal, tanteandolas paredes, y se bañó con agua fría, lo que le revitalizó de inmediato. Una vez seco y vestido, entró a la cocina de la base, donde el encargado del desayuno de los soldados preparaba el café, pidiéndole que le sirviera una taza. Junto varios sartenes, harina, azúcar, sal, mantequilla, huevos y leche; e improvisóunospanqueques,cocinandoentodoslosquemadoresde lacocinillaal mismotiempo. Logró cocinar ochenta y tres, del porte de una tostada pequeña y planos por la falta de polvo de hornear, de los cuales sacó dos para sí mismo, dejando los demás para repartirlos entre los soldados. El desayuno dio paso a su nueva rutina matinal, ejercicios kinesiológicos para su rodilla, los que tambiénle ayudaronesa madrugada a acallar su mente y concentrarse en su misión a realizar enla tarde. La hora de almuerzo llegó pronto, como un pestañeo, obligándolo a comer de forma apresurada. Debía dirigirse a la oficina del director de la clínica, montándose en uno de los helicópteros de la base, viajando rápidamente a la cita. Ya en el centro asistencial, la reunión se realizó de manera fluida, comportándose las dos partes de la manera más afable posible, sin perder la seriedad del asunto. El director Ferreira tuvo que firmar extensos documentos, no sin antes leerlos completamente, lo que dilató el proceso por algunas horas, quedando claras las obligacionesde laclínicapara con la miliciaestadounidense. Waterstone se retiró entrada la noche, con los documentos bajo el brazo, de vuelta a la base amazonas. Ahí le esperaba un comunicado de sus superiores, el que explicaba que se habían iniciado las gestiones para almacenar la presumible nave extraterrestre en terreno chileno, ya que era el país más estable de la región sudamericana y con el que se mantenían mejores relaciones diplomáticas. Allá se almacenarían todos los fragmentos en la base aérea militar El Bosque, cargándolos en un avión de transporte –con mayor capacidad de carga y superior autonomía de vuelo– que los llevaría a la base de Sonora para su evaluación. No se realizaría su traslado mediante colaboración de la fuerza aérea brasileña para bajar el perfil del accidente producido en sus cielos, enmascarando la situación como un choque del dron contra un aerolito no reportado por la comunidad astronómica, evitando la sobrexposición y la liberación de información innecesaria. El traslado de la nave comenzaría al sexto día después de ocurrido el incidente, debiendo esperar la llegada de varios helicópteros para acarrear los trozos. Se les comunicó a las autoridades chilenas que las aeronaves llegarían a su base militar, cargando porciones de un artefacto prototipo que falló en su implementación, guardándose el sigilo y la confidencia necesaria con el proyectosecretoque se lesencomendaba.
  • 33. 27 Segundo contacto Varios ciclos habían pasado desde que la tercera tripulante perdió de vista al artefacto que llevaba –de seguro en partes– su nave; pero, a pesar de la lejanía, no había extraviado la señal de esta, que resonaba en la atmosfera en forma de ondas de radio, solamente interpretables por ella y sus compañeros. Además, logró actualizar su registro personal, agregando todos los nuevos conocimientos adquiridos en los últimos días. Siguiendo la resonante pista comenzó a avanzar a través de la selva amazónica, corriendo de día y de noche, deteniéndose algunos ciclos para descansar,dirigiéndosehaciael surdel continente. A medida que avanzaba en el terreno, la vegetación iba cambiando, por lo que llenó su bolsa con frutos que encontraba en el camino para mantener de reserva. Como desconocía la composición de los alimentos recolectados, los degustaba antes de consumirlos completamente, encontrando algunos con propiedades únicas, que le causaron pequeños problemas como muerte de células, espasmos, parálisis respiratoria, debilidad muscular, sangrados, entre otros. Estos compuestos eran potencialmente letales –solos o en conjunto–, perola respuesta de sus kozou era tan rápida y eficiente que no pasaban de ser sólo un inconveniente a una cosa totalmente inocua para ella. También encontró algunos entes alados y peces, los que cazó y comió, elevando su ingesta de proteínasy, porlo tanto,su fuerzamuscular. Después de unas noches de marcha, en el horizonte, divisó unas luces elevadas con respecto al suelo, iluminando lo que parecían ser construcciones –más elaboradas que las edificadas por los habitantes de la tribu que le ayudaron– levantadas varios senx por sobre el piso, con formas predominantemente rectangulares y cuadradas. Se acercó de forma rauda y sigilosa, infiltrándose en las calles de la ciudad, encontrándose con seres parecidos a ella, pero vestidos de cuerpo entero,adiferenciade loshabitantesamazónicos. Después de deambular un rato, llegó a una plaza donde había gente reunida y sentada en unos asientos de madera pintada de color verde, imitándoles por un rato mientras descansaba los pies. Sentada en el banquillo, evaluó su entorno, midiendo la distancia que la separaba de su nave, encontrándose de nuevo con las señaleselectromagnéticas que sintió antes, aprovechando su alta intensidadparaanalizarlaafondoparaintentarcomprendersuutilidad. Retomó al amanecer su viaje a través de la ciudad, topándose con gente saliendo de sus casas, algunas caminando, otros sobre artefactos metálicos de dos ruedas. Muchos habitantes se le quedaron mirando, con una extraña expresión en sus rostros. Hasta ese momento llevaba nuevamente sobre su cabeza el tocado de láminas del ser volador, que le sirvió para protegerse del sol, pero notó que era la razón de las prolongadas miradas de los lugareños, así que lo guardó apresuradamente dentrodel bolsoparapasarmás desapercibida. Si bien sabía que su fisionomía era similar a la de los moradores de este planeta, no podía permitir que se enteraran que noera uno de ellos, pudiendo reaccionar de mala manera al no ser capaz de comunicarse y hacerse entender, intentando –quizás– capturarla o atacarla. Quería evitar una
  • 34. 28 batalla sin sentido y que de seguro resultaría fatal para ambas partes –por uso de armamento avanzado–, así que evitó completamente la interacción con los lugareños, avanzando velozmente para salirde la ciudad,perono tan rápidocomo para parecerque huía de algo. Casi llegando la noche divisó nuevamente una selva, internándose en ella, buscando seguir el trayecto que le indicaba la señal de la nave. La vegetación le permitía moverse más libremente, corriendo a través de la espesura de los árboles. Después de varios ciclos de avance, se encontró con tierras elevadas, que sólo lograron complicar el viaje de la joven. No podría seguir avanzando en línea recta como lo había hecho hasta ahora. Si el camino era así de ahora en adelante, el tiempo que demoraría en encontrar a sus compañeros y la nave se extendería demasiado, dejándolosvaradoseneste planeta,sincapacidadde comunicarel hallazgoasuscoterráneos. Se detuvo un momento para evaluar la situación. Contaba con las provisiones necesarias para aguantar varios días, pero no sabía cuál era la disponibilidad de agua con la que contaría a lo largo del camino, optando por seguir el primer curso de agua que encontrara. Esta decisión le hizo hallar extensos valles por los que circulaban ríos y senderos rodeados de altos montes. La vegetación presente –en menor cantidad con respecto a la selva amazónica– le proveería la leña necesaria para calentar su cuerpo por las noches, el caudal interminable de agua le suministraría la hidratación requerida, pero ya no contaba con árboles frutales que le entregaran alimento, debiendo racionar los frutos que le quedaban, intentando cazar algún ente que apareciera en el camino. Su recorrido le hizo encontrarse nuevamente con grandes ciudades pobladas, hallando cada vez más ejemplos de tecnología. Vio medios de transporte voladores impulsados por hélices giratorias encerradas en cilindros y vehículos de cuatro ruedas que trasladaban gran cantidad de gente en su interior –ambos muy lentos para lo que acostumbraba usarse en su planeta–, cajas que emitían sonidos y otras que mostraban imágenes con audio al mismo tiempo. Quería evitar permanecer mucho tiempo en las urbes pero, a pesar de temer por su expedición, estaba maravillada por los avances técnicos de la civilización dominante del planeta. No eran los únicos seres inteligentes del universo. Llevaba avanzados 2695854,44 senx cuando encontró un problema. Aquella mañana había llegado a un terreno seco, con suelo casi estéril –pensando eso porla cantidad de vegetación vista hasta el momento– por el cual debía seguir caminando en línea recta, bajando por el continente; pero frente a ella, a lo lejos, se veían dos hombres vestidos con trajes moteados de color verde, negro y café claro. En sus manos cargaban herramientas, con las que le apuntaron en la lejanía, de la mismamaneraque ellaharía con el arco y flecha,soportándolasensushombros. Se detuvo bajo el caluroso sol, quedando de pie frente a ellos, mirándolos, esperando a ver su reacción. No dejaron de apuntarle, así que avanzó unos pasos para ver que hacían, recibiendo gritos por parte de los tipos. Se detuvo nuevamente, pero camino lentamente hacia ellos, recibiendo un nuevo bramido, acompañado de unas detonaciones que levantaronel polvo frente a sus pies. Eso si la detuvo, con un sobresalto, bajando la mirada hacia sus extremidades inferiores. Comenzó a batir las manos comolos indígenas, despidiéndose, al mismo tiempo que se arrodillaba
  • 35. 29 pausadamente para revisar el suelo removido por los tiros, donde encontró los proyectiles que le dispararoncomoadvertencia. Eran unos trozos metálicos densos, deformados por el impacto contra el piso, los que podrían haberle causado graves heridas a pesar de la distancia de los atacantes. Se devolvió unos senx en su camino, dejando atrás a los agresores, pensando como sortear la vigilancia de la zona y llegar al otro lado. Caminó varios ciclos divagando en su mente, hasta encontrarse con vehículos de cuatro ruedas que iban en la dirección que ella deseaba, siguiéndoles para averiguar cómo cruzaban esa frontera sin ser atacados. Al final del camino, se encontró nuevamente con vigilantes en el cruce, los que detenían los coches y revisaban unas láminas con inscripciones –que entregaba cada tripulante de loscoches–conlas que permitíansuavance. No contaba con ninguno de esos permisos y menos podía montarse en uno de los vehículos motorizados y pasar desapercibida. Desechó la idea de cruzar por tal lugar, caminando por un rato a lo largo del paso fronterizo, con el calor pegando fuertemente en su cabeza. Cuando pensaba que las opciones estaban agotadas, una brisa salada y refrescante le animó, guiándola hacia la costa, donde una vasta cantidad de agua le esperaba. Era el océano. Podía sumergirse en ese gran mar y rodear la vigilancia, apareciendo unos senx más allá, donde –esperaba– no hubiera más vigilantesarmadosque le hicieranretroceder. Cerró con un nudo la abertura de su bolsa y corrió hacia el agua, sumergiéndose hasta el cuello. Se internó lo bastante como para no ser divisada desde la costa y avanzó flotando por el mar, hundiéndose completamente bajola superficie de vezen cuando por si era detectada su presencia desde el aire. Avanzó flotando hasta que la luz menguó, acercándose nuevamente a la costa cuando el sol casi se introducía íntegramente en el océano. Al salir del agua, sacudió su mojado cuerpo y, limpiándose las orejas llenas de arena con los dedos, se sentó en el piso a esperar a que llegaralanoche. Se alejó de la costa, corriendo a oscuras, hasta localizar la ruta por la que avanzaban los vehículos, que avanzaban tanto o más rápido que ella. Se detuvo, cansada por todo el movimiento que había realizado hasta ese momento, sentándose en las proximidades de la carretera. El ejercicio le provocó mucho apetito, pero debía guardar los alimentos más nutritivos para más adelante, sobre todo tomando en cuenta que se encontraba en un lugar desértico. Mientras comía, comparaba los tamañosy velocidadesde lostransportes,cuandovioloque podíaserla soluciónasus problemas. Vio pasar frente a sus ojos un gran camión, el que tenía una especie de depósito adosado al final de este, cubierto con una tela que ondeaba por la velocidad del vehículo. Si se subía en él, podría avanzar muchos senx sin gastar una gota de energía. Tomó su equipaje y corrió a máxima velocidad, alcanzándolo al rato. Lo abordó de un salto, agarrándose de las cuerdas que ataban la tela que cubría al contenedor, escondiéndose entre el tejido y el techo de este. El viaje continuó sin contratiempos, sólo preocupándole si el vehículo se desviaba de su ruta, lo que le obligaría a descenderde él.
  • 36. 30 Se dedicó a descansar mientras el camión avanzaba, reduciendo al máximo su metabolismo, entrando en una especie de hibernación, pero pendiente de la dirección del vehículo. Al cabo de varios ciclos –con dos detenciones en el camino, que le hicieron dudar de que la máquina siguiera adelante– el transporte se detuvo finalmente. El ruido de una explosión le hizo despertarse de inmediato, bajándose rápidamente del contenedor, pero de la forma más disimulada posible. Era tarde ya, se encontró con una gran extensión de terreno abierto, con pasillos concéntricos de tierraaplanada,por losque circulabangrandescarros de enormesruedas. En una de las laderas del terreno detonó una nueva explosión, liberando material rocoso y polvo, los que serían recolectados por uno de los grandes vehículos, apoyado por otro instrumento con forma de mano ahondada. Se quedó mirando la faena, la que de seguro se realizaba para la obtención de minerales, sin darse cuenta que un individuo se acercaba por su espalda. Era el conductor del camión, que no sabía qué hacía una chica dentro de la propiedad privada de la mina, acercándose ytocándole el hombroizquierdoporlaespalda. La reacción de la joven le espantó, ya que esta se alejó de un salto, casi tele-transportándose a metros de él. Quedaron viéndose de frente y, en menos de un segundo, le perdió de vista, dejando atrás unos frutos secos que cayeron de su bolso de cuero animal. El camionero agarró los frutos caídos y le gritó a lo lejos, mostrándoselos con los brazos extendidos para que los recuperara. Al darse cuenta de su error, la muchacha se detuvo a mirar que más perdióen su intempestiva huida, descubriendo que se había quedado sin alimento alguno. No tuvo más remedio que acercarse al regordete conductor, que lucía una protección en su cabeza y un ropaje con tiras de tela reflectante. Al llegar a su lado, se acercó con cuidado –caminando y rodeándolo en un pequeño círculo– vigilando que no portara ningún arma parecida a los guardianes de la frontera, no hallando nada similar. Se relajó y extendió su mano para recibir los frutos que recogió el hombre, guardándolos en su bolsa. Sin perder de vista al camionero, recolectó los otros frutos botados en el piso y los guardó también, pero cayeron nuevamente al suelo, dándose cuenta de que el saco tenía un pequeñoagujeroal final de este,causadoporlacuchillade piedraque le dieranlosamazónicos. El conductor rio al ver caer nuevamente el alimento de la chica y los tomó con prisa, corriendo hacia una habitación que estabaen medio de la nada. Al llegar a la pequeña caseta, abrióla puerta y gritóal interiorde esta,llamandoal cuidador. - ¡Alberto!¡AL-BER-TO!¡Tenemosvisita! –bramóel camionero. - ¿Ah?¿Llegaste,Roberto? –respondióel interlocutor. - No,vengoencamino…– ironizó el conductor.¿Novesque estoyaquí? - Si,te veo.¿Perode que visitame estáshablando?–preguntóAlberto.
  • 37. 31 - Una niña, no sé de donde salió, pero debe tener hambre. Sólo trae unas frutas secas consigoy al parecer,nada de agua. - No me vengas con cosas… ¿Me vas a decir que no la subiste al camión en mitad de la carretera? - ¡No, no! Te equivocas. Sólo me detuve a descansar dos noches, en unos moteles de mala muerte,peronosubí a nadie al camión. - Te creeré, te creeré – dijo, con tono pícaro, Alberto. Invitémosla a comer, pero después debe irse,este esterritorioprivadoylosabes. - Sí, sí, lo sé. Démosle almuerzo y algo para que coma en el viaje – finalizó Roberto, que vio de reojocomo se acercaba sigilosamente lajovenala caseta. Cuando la viajera se encontró en el portal de la habitación, fue recibida por el camionero con un vaso con agua fresca, tomándolo con cierta desconfianza en un comienzo y, probando una de las gotas en el exterior del recipiente, lo bebió hasta el fondo, devolviendo el vaso al hombre, con expresión de querer beber más. El conductor le devolvió los frutos que le había quitado y se fue hacia la cocina, seguido por la ella, abriendo la llave para llenar nuevamente el vaso hasta el tope; mientras Alberto ordenaba la mesa para sentar a los comensales. Roberto no le pasó el vaso directamente, llevándolo al comedor como un malabarista para no derramar el líquido, lo dejó al ladode unos cubiertoscolocadosenel puestofrenteaél,sentándose enunabanca. La chica se sentó frente a su interlocutor, que también tenía cubiertos en su lado de la mesa, y bebió –con más calma– el vaso lleno de refrescante líquido. Roberto le hablaba a la muchacha, preguntándole varias cosas, pero al ver que parecía no comprender lo que le decía, se quedó callado. Llegó Alberto con un plato de comida caliente, dejándolo en frente de la niña, y se devolvióalacocinaa buscar el platode su compañero. - ¡Oye, Alberto! Parece que la niña no es de por aquí… O quizás es media sorda o tímida. No respondióaningunade laspreguntasque le hice. - ¿Y que querías, si hablas como bestia? ¡Háblale más lento! Además, con esa linda carita, debe serextranjera. - Si,puede serque estavez tengasrazón.¡Esta vez! – respondióRoberto,burlándose.
  • 38. 32 - ¡Nah! Déjame intentar –rezongó Alberto–. ¿Mijita5 , como se llama? – preguntó lentamente el cocinero. - ¡No te respondió! Ja, ja, ja – gritó el camionero al ver que la niña no respondió, riendo y agarrándose el vientre,conlacara enrojecida. - No te burles…De segurono esde Chile,si tiene hastacara de gringa.Además… La muchacha no entendía lo que hablaban y no sabía de qué se reían, pero no se molestó en absoluto con ellos. El camionero hablaba con su compañero y comía al mismo tiempo, ayudándose con la cuchara, dándole indicios del uso de los utensilios que tenía frente a ella, imitándole y probando de a poco del plato. La mezcla no era peligrosa, contenía varios compuestos alimenticios, aunque algunos de estos se degradaron por la temperatura del cocimiento. Acabó el plato lentamente, esperando que se enfriara la sopa, cortando con el tenedor un cúmulo de carbohidratosde colorblanco,que ensu interiorguardabamuchocalor. Roberto le hizo señas a la chica, diciendo algo y apuntando con su dedo la bolsa rota, al parecer, solicitándola. Vació el saco y se lo pasó al hombre, dejando su contenido al lado de su plato de comida. El camionero se levantó de su asiento y se dirigió a una sala, volviendo de ella con una engrapadoraenla mano,con la que reparóel agujerodel bolso, devolviéndoseloasudueña. El almuerzo había terminado y los hombres se dispusieron a despedir a la joven. Alberto llenó de agua una botella de plástico desechable, mostrándole –por si acaso– la forma de abrirla. Roberto le entregó frutas, totalmente distintas a las que había consumido hasta ahora, metiéndolas en el interior del bolso de la muchacha, al lado de la botella con agua. Otra vez le habían ayudado, pero esta vez tenía algo para retribuirles, así que sacó el tocado de láminas y el cuchillo de piedra tallada,depositándolosenlasmanosde RobertoyAlberto,respectivamente. Salió de la caseta, despidiéndose como había aprendido en la selva amazónica. Se encaminó nuevamente en su búsqueda, enlazándose a la señal de su nave y midiendo la distancia que le quedaba por recorrer, que en ese momento era ínfima. Era cosa de ciclos nada más el encontrarles, así como también el comprender el idioma de estos dos hombres. Guardó las conversaciones de los humanos en su registro personal, esperando algún día comprender de qué se reían. El par de hombres, paradosen laentrada de la caseta, se quedaron mirando a la muchacha, que se alejócorriendohaciael sury, levantandounapolvaredaasupaso,se perdióenel horizonte. 5 Mijita:Contracción de“Mi hijita”.
  • 39. 33 - Corre rápido la chiquilla, ¿Cierto? – denotó Roberto, atónito por la velocidad de la muchacha. - Sí… Debe ser alguna deportista olímpica extranjera – respondió Alberto, agudizando los ojosy cubriéndolosporencimaconsusmanos,para intentarverlaenlabrillante lejanía. - Sí, debe ser…
  • 40. 34 Capítulo 3 Ceguera - Miguel Ángel Álvarez, es su turno – dijo la enfermera, llamando al muchacho que estaba sentadoenla salade esperadel hospital,aguardandojuntoaungrupo de gente. - ¿Quieres que te acompañe? – preguntó Mirta, la abuela de Miguel, preocupada por su nieto. - No,estoybien,Abu.Note preocupes.Mispiernasse muevenaún,¿ono? - Si,hijo…¿Perotusojos? – gimiólaabuela. - Todavía veo algo, además la sala está bien iluminada. En serio, no te preocupes tanto – manifestó Miguel, levantándose del asiento y caminando lentamente hacia el pasillo en que estabala oficinadel doctorRodríguez. Su visión era casi nula, produciéndole la impresión de estar permanentemente en un túnel del que no salía jamás y cuya salida se veía cada vez máslejana a medida que pasabael tiempo. Al llegar al pasillo tuvo que caminar tanteando las paredes, la iluminación era deficiente, viendo únicamente sombras incoloras y distantes. A pesar de mostrarse seguro frente a su abuela, su condición le tenía fuertemente afectado,deprimiéndole yalimentandoun sentimientode inutilidad. - Permiso,voyaentrar – comunicó,anunciándose,Miguel al entrarenlaoficina. - Adelante. - Buenas tardes, doctor. Un gusto verlo nuevamente – ironizó el muchacho, buscando al médico en la habitación, debiendo girarse hacia los dos lados para lograr ubicarse espacialmente. - Veo que su humor no merma, Sr. Álvarez – replicó el terapeuta, acercándole una silla al paciente.¿Trajolosresultadosde susexámenes? - Sí. Mi abuela intento leerlos, pero están escritos en inglés, y no pudo comprenderlos. Yo no pude,ese tamañode letrame dificultamucholatarea.
  • 41. 35 - Bueno, para eso estoy yo. No me quiten trabajo, por favor. Vamos a ver que dice –dijo Rodríguez, recibiendo el sobre con los resultados del examen que mandaron a analizar al extranjero–.¿Lescostómuchoreunirel dineropararealizarel análisis? - Bueno… Tuve que congelar mi carrera el año pasado para juntar plata, justo después de la última visita que le hice. He estado trabajando por internet, ingresando formularios de una empresa. Pagan poco, sin embargo logramos juntar lo necesario a duras penas. El examen salió rápido eso sí, se demoró sólo dos semanas en llegar la respuesta. Y aquí estamos,comoquedamos,paraevaluarlosresultados. - ¡Ufff! Te ha tocado pesado el camino, chiquillo. ¿Qué estabas estudiando? – consultó el médico, que no recordaba la carrera que cursaba Miguel, cambiando el tema de conversaciónparano abrumarlorecordándole lomalode suvida. - Ingeniería mecánica, me quedé en segundo año – soltó Miguel, con voz alicaída, como suspirando. - ¿Evaluemostuexamen,mejor? - Sí. El internista abrió el sobre, sacando las hojas dobladas de su interior. Leyó concienzudamente el texto, corroborando su conformidad al comparar la página de resultados con las fotografías adjuntas de las electroforesis realizadas. El veredicto era tajante y debía comunicárselo al joven. Aclarósu voz conun carraspeo yse dirigióconpalabrasamablesasu paciente. - En fin, el resultado de este examen revalida el diagnóstico del que hablamos, retinosis pigmentaria; pero, lamentablemente, las noticias no son buenas. El análisis genético halló mutaciones únicas, que no se presentan en otros individuos con tu condición, eso viene a explicarlarapidezdel cuadroque te aqueja… - ¿Pero…?– interrumpióMiguel,convozcalmadaytriste. - Estas mutaciones genéticas producen un déficit de ciertas proteínas presentes en las estructuras de tus ojos. Se recomienda el uso de algunos suplementos alimenticios artificiales específicos para añadirlos a tu dieta y así detener el avance del cuadro; sin embargo,no es unacura, es un tratamientopaliativo. - ¿Y cuánto tiempo puedo seguir viendo, si consumo esas proteínas? – preguntó Miguel, casi con esperanzas.
  • 42. 36 - La eficaciaes incierta, así como también el tiempo de acción de la terapia, recuerda que tu condición ha avanzado de forma desastrosamente rápida. ¿Cuánto tiempo te tomó llegar a tu actual estadovisual? - Seismeses –expresóMiguel,convozapagada. Miguel pensó en esos seis meses y en cómo se notaban en su cuerpo. Medio año atrás, su cuerpo era delgado, con una altura de 1,70 metros. Su abdomen había crecido varios centímetros producto de largas horas de ocio frente al computador, impulsado negativamente por el malestar de la pérdida de agudeza visual, viéndose como una alargada vaina con un gran poroto en su centro. También había descuidado su cabello –de color castaño–, enredándose sobremanera y cayendo por debajo de sus huesudos hombros. Sus defectuosos ojos marrones se apreciaban poco últimamente, debiendo usar gafas oscuras para protegerlos de las luces fuertes, sobre todo la luz solar,que dejósumarca enla piel de surostro con formade anteojos. La voz del terapeuta interrumpió el ensimismamiento de Miguel, devolviéndolo a la realidad de la consulta. - Además, este tratamiento es extremadamente caro para ti, debes encargar el producto al extranjero, ya que esta personalizado para tu situación específica. No me gusta interpretar el papel del cargadorde desgracias,peroprefieroserte sinceroailusionarte envano. - ¿Tengoopciones? - Como lo hablamos la última vez, deberías evaluar la posibilidad de aprender a leer braille, mucha gente ha perdido la vista e igualmente se puede desarrollar completamente. Es un camino duro, pero no se termina tu vida con un sentido menos, debes sobreponerte y adaptarte al inminente cambio. Te concertaré sesiones con un psicólogo, él te podrá ayudar mejor en este asunto… Soy un poco pragmático y suelo parecer cortante con estos temas.Disculpasi sonóa reto mi recomendación. - No se preocupe,entiendoloque me dice,peroes… - Es difícil de aceptar. Te entiendo, he visto a muchos pacientes en situaciones similares; no obstante, con el tiempo han logrado aceptar su condición y se han levantado, siguiendo su vida normalmente, dentro de sus posibilidades – expresó el médico, intentando apoyar a su paciente, animándoloano darse por vencido.
  • 43. 37 El doctor Rodríguez dispensó una interconsulta a Miguel para que visitase dentro de dos días a un amigo suyo dedicado a la psicología, dando por finalizada la reunión. Acompañó a su paciente hasta la sala de espera, donde le esperaba su abuela, comunicándole el resultado de losexámenes. - Buenas tardes, señora. Su nieto va a necesitar mucho de su apoyo de ahora en adelante. Los exámenes no salieron buenos y, como lo conversamos hace tiempo, es una enfermedad sin tratamiento actualmente, sobre todo con la velocidad de avance que muestra. Lo derivé con un amigo psicólogo para que le ayude en la parte emocional y lo asesore enlabúsquedade algunainstituciónque le enseñe aleerel alfabetobraille… - ¿O seaque…? – asaltóla anciana,con vozacongojada. - Si,Abu.Me voy a quedarciegodentrode poco – rematóMiguel,asintiendo. - Es importante que le apoye en lo que viene, señora. Esta enfermedad incapacitará a Miguel en la medida que él se deje afectar. Al principio le costará mucho adaptarse a su nueva condición, pero después de un tiempo podrá movilizarse de forma independiente y desarrollarse personalmente, inclusive puede trabajar, mas todo recae en el esfuerzo que pongaen su recuperación –sentencióel médico. - ¿Adaptarse o morir, cierto? – preguntó Miguel, soltando una sonrisa, para despreocupar a su abuela. - Desde mi puntode vista,sí – finalizóRodríguez. Rodríguez despidió a Miguel y a su abuela recordándole sus indicaciones, partiendo raudamente a su oficina para seguir con su trabajo. Mirta miraba de reojo a su nieto mientras caminaban, guardándose la pena para cuando estuviera a solas, no quería importunarlo con sus lloriqueos ni hacerle sentir más miserable de lo que debía estarse sintiendo. Caminaron en silencio hacia la salida del hospital, dirigiéndose hacia el paradero de transporte público más cercano. Ahí se sentarona esperar,momento enque laancianale habló. - ¿Cómo estas, Miguel? Pero quiero que seas sincero, no quiero que me digas palabras tranquilizadoras,nadamás. - Me siento mal, Abu. ¿Qué haré de ahora en adelante? No puedo volver a estudiar mi carrera, no puedo diseñar o controlar máquinas sin mis ojos. No podré leer, no podré ver el mundo. ¿Cómo me voy a cuidar a mí mismo y a ti?, ¿Cómo pagaré las deudas del crédito