Rafael Castellano analiza la obra de Maslow mediante la convergencia de distintas perspectivas: el ambiente y época en que fue desarrollada; los autores con quienes se enfrentó y aquellos con quienes compartió afinidades; y los marcos filosóficos y antropológicos que respaldan sus posturas teóricas.
Se discuten luego los aportes principales de Maslow y los presupuestos que los sostienen, ofreciendo una crítica de sus enunciados.
Finalmente, analiza las implicancias que tienen las posiciones de Maslow cuando se utilizan para expresar o nutrir una teoría motivacional.
2. 2Autor: Rafael Castellano
El autor analiza la obra de Maslow mediante la convergencia de distintas
perspectivas: el ambiente y época en que fue desarrollada; los autores con
quienes se enfrentó y aquellos con quienes compartió afinidades; y los
marcos filosóficos y antropológicos que respaldan sus posturas teóricas.
Discute luego los aportes principales de Maslow y los presupuestos que los
sostienen, ofreciendo una crítica de sus enunciados.
Finalmente, analiza las implicancias que tienen las posiciones de Maslow
cuando se utilizan para expresar o nutrir una teoría motivacional.
ABSTRACT
3. 3Autor: Rafael Castellano
ABRAHAM MASLOW
Existen pocos autores tan citados y, al
mismo tiempo, tan insuficientemente
analizados como Abraham Maslow. Su
extendida fama está directamente
asociada con la masiva aplicación de su
teoría de la motivación en el campo de la
educación y en el mundo de las
organizaciones, (ilustrada por medio del
dispositivo de la “jerarquía de
necesidades”). Sin embargo –
sorprendentemente- no es mucha la gente
(entre quienes aplican o utilizan de algún
modo ese dispositivo o constructo) que
comprende los fundamentos y supuestos
filosóficos y antropológicos que están
detrás de su teoría motivacional.
El objetivo de este artículo es ahondar
brevemente en esos fundamentos,
refrescar y profundizar la lógica de la
“jerarquía de necesidades” y ofrecer una
crítica actual de las propuestas de este
autor.
1) FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS Y
ANTROPOLÓGICOS
A) AMBIENTE Y EPOCA QUE
ENMARCAN LA OBRA DE
MASLOW
Hacia fines de la década de 1940 Maslow
había decidido que su principal área de
interés – dentro del campo de la
psicología- sería investigar sobre la
motivación de la conducta humana y, en
este terreno, predominaban por entonces
el psicoanálisis freudiano y el
conductismo de Skinner.
Los psicólogos humanistas (Gordon
Allport, Erich Fromm, Rollo May, Carl
Rogers y el propio Maslow) se presentaron
como una alternativa diferente (más
optimista acerca de la naturaleza humana)
que las encarnadas por Freud y por el
conductismo. Para conocer mejor a
Maslow, creo que es importante comenzar
por recordar de qué perspectivas intentó
diferenciarse. A Maslow le interesaba
investigar la naturaleza y la dinámica de la
energía que motoriza la conducta humana.
Freud - desde el psicoanálisis- y Skinner –
desde el conductismo- ya habían
propuesto sendos marcos teóricos y
experimentales para explicar esa cuestión.
Maslow intrentó diferenciarse de esas dos
tradiciones. Para llegar a Maslow
repasaremos brevemente, entonces, lo que
Freud y el conductismo sostenían.
Sigmund Freud
Freud concibió la personalidad como una
totalidad dinámica organizada de acuerdo
con tres grandes sistemas o instancias
que, en mutua interacción permitían
explicar la vida psíquica. Ello, Yo y
Superyó, influyéndose y condicionándose,
estructuran el psiquismo. El Ello (nombre
impersonal que Freud toma de Groddeck)
es la parte más primitiva de nuestro
psiquismo y se refiere a las funciones y
fenómenos psíquicos originados por
nuestras necesidades orgánicas. Dice
Freud:
“Ha de sernos muy provechoso (…) seguir
la invitación de Groddeck, el cual afirma
siempre que aquello que llamamos
nuestro Yo se conduce en la vida
pasivamente y que en vez de vivir somos
vividos por poderes ignotos e invencibles
(…) Propongo dar el nombre de Yo al ente
que emana del sistema psíquico y es
primero preconsciente, y el de Ello –según
lo hace Groddeck- a lo psíquico restante –
inconsciente- en lo que dicho Yo se
continúa.” (1)
El Ello es la fuente de impulsos que se nos
imponen y de los que no experimentamos
la vivencia de ser sus autores. Solo
sentimos la demanda de movernos hacia
aquello que calmará la urgencia interior
produciendo el placer de la satisfacción.
Este mundo interior de impulsos ciegos
que no implican otra meta inmediata que
el placer, es el mundo del Ello: un conjunto
de impulsos y tendencias instintivas (*)
_____
(*) En psicología se entiende por “instinto”
una tendencia innata de orden sensible,
ciega y específica a la posesión o al
rechazo de objetos que, percibidos por los
órganos de los sentidos, aparecen como
convenientes o no en función de la
resolución afectiva de agrado o desagrado
que despiertan en el individuo. En
psicoanálisis, en cambio, instinto es la
fuerza o energía que origina los impulsos
a la satisfacción causados por las
necesidades biológicas del organismo.
Freud no usó, en rigor, la palabra “instinto”
sino la palabra alemana “triebb” que
expresa la idea de fuerza, tendencia,
pulsión. Así, en cuanto el instinto es un
impulso, debe ser entendido como
representante psíquico de una excitación
4. 4Autor: Rafael Castellano
somática.
Este mundo interior de impulsos ciegos,
que no implican otra meta inmediata que
el placer, es el mundo del Ello: un conjunto
de impulsos y tendencias “instintivos”. La
actividad del Ello está sometida a una ley:
el principio del placer (la descarga de la
tensión psíquica) Los procesos del Ello
son inconscientes y solo tenemos
conciencia de ellos indirectamente en
cuanto se forman representaciones
mentales. En síntesis: los impulsos del Ello
se satisfacen o bien mediante la acción, o
bien por medio de la representación
mental de objetos capaces de procurarle
placer. De lo contrario, insatisfechos,
quedan sujetos a la “represión”. Así, capaz
de obtener placer gracias a unas
representaciones mentales, el Ello no
necesita de la realidad ni tiene contacto
con ella. El Ello es incapaz –así- de
aprender. Su falta de contacto con la
realidad lo priva de experiencias de
aprendizaje. El Ello, además, no conoce la
moralidad: su único criterio de
discernimiento es el placer o displacer.
Dice Freud:
“El núcleo de nuestra esencia está
formado por el oscuro Ello (…) En él actúan
los instintos orgánicos formados, a su vez,
por la fusión (…) de dos fuerzas
primordiales: Eros y Tanatos (destrucción)
Más la satisfacción instintual inmediata e
inescrupulosa, tal como la exige el Ello
llevaría a peligrosos conflictos con el
mundo exterior y a la destrucción del
individuo”. (2)
El Yo, por su parte, nos aparece como el
“agente” responsable de la experiencia
cognoscitiva del querer. Se nos muestra
abierto, en comunicación con dos mundos
diferentes: nuestro mundo interior y el
mundo exterior de la realidad. Esta
comunicación se logra porque el Yo
percibe, es capaz de captar
cognoscitivamente tanto nuestros propios
fenómenos internos como los objetos
reales del mundo. Mediante la percepción
el Yo forma las representaciones mentales
de los objetos con los que entra en
contacto y guarda tales representaciones
mentales, las que puede evocar por medio
de la memoria. Cuando hablamos de
representaciones mentales que
“aparecen” ante el Yo, hablamos de
“fenómenos psíquicos conscientes” pero
también de “fenómenos psíquicos
latentes” a la conciencia que reciben el
calificativo de pre-conscientes. A
diferencia del Ello el Yo tiene, entonces,
contenidos conscientes.
El hecho de que no solo perciba sino que
también recuerde, implica –contrastando
con el Ello- que el Yo vive en el tiempo.
Distingue entre pasado y presente y
proyecta el futuro. La percepción de la
realidad y el recuerdo sugieren que el Yo
aprende, evoluciona, madura. El Ello es
eternamente infantil. El Yo es además
agente ejecutor ya que no solo forma
representaciones mentales de los objetos
que pueden servir al Ello para sus
procesos primarios de realización de
deseos, sino que también puede
procurarse los objetos mismos.
El Yo está sujeto a la realidad al punto que
esta se le impone condicionando y
rigiendo se actividad de manera semejante
a como el placer condiciona y rige la
actividad del Ello. Y así como la actividad
del Ello es eficaz en cuanto obedece a la
orientación impuesta por el principio del
placer, así es eficaz la actividad del Yo en
cuanto este se sujeta a la orientación que
le impone la realidad misma. Por esta
razón decimos que el Yo está sujeto al
principio de la realidad. La realidad lo
condiciona y lo rige.
En síntesis, Freud dice respecto al Yo:
El Yo gobierna la motilidad voluntaria. Su
tarea consiste en la autoconservación, y la
realiza en doble sentido. Frente al mundo
exterior se percata de los estímulos,
acumula (en la memoria) experiencias
sobre los mismos, elude (por la fuga) los
que son demasiado intensos, enfrenta (por
adaptación) los estímulos moderados y,
por fin, aprende a modificar el mundo
exterior, adecuándolo a su propia
conveniencia (actividad). Hacia el interior,
frente al Ello, conquista el dominio sobre
las exigencias de los instintos, decide si
han de tener acceso a la satisfacción,
aplazándola hasta oportunidades y
circunstancias más favorables del mundo
exterior, o bien suprimiendo totalmente las
excitaciones instintivas. (3)
Sigmund Freud
5. 5Autor: Rafael Castellano
Por otro lado, la realidad proporciona al Yo
la dimensión ética-cultural, con sus
maneras de ver, de interpretar, de juzgar,
de valorar y sobre todo de aprobar o
desaprobar, de premiar o castigar. Se crea
así una nueva instancia que llamamos
Superyó que tiene una doble función. El
Superyó como autoridad ética incorporada
manda lo que hay que hacer ofreciendo
ideales que realizar (el Yo Ideal), y
establece censuras y prohibiciones
(castigando al Yo con remordimientos y
sentimientos de culpa por sus
desobediencias). Dice Freud:
Esta nueva instancia psíquica continúa las
funciones que anteriormente
desempeñaron las personas
correspondientes del mundo exterior:
observa al Yo, le imparte órdenes, lo
corrige y lo amenaza con castigos, tal
como lo hicieron los padres, cuya plaza ha
venido a ocupar. A esta instancia la
llamamos Superyó, y en sus funciones
judicativas la sentimos como conciencia.
(4)
En resumen: para Freud la fuente de donde
proviene la energía psíquica es el Ello (en
forma de energía que apetece placer
sexual, o en forma de libido libremente
móvil), pero el Yo controla al Ello
manteniendo el contacto con la realidad
exterior en bien de la persona. Sin
embargo el proceso dinámico-económico
de distribución, control y gasto de energía
no es simple. El Yo gasta energía en sus
propios procesos psicológicos cuyo
objetivo es, en primer lugar, satisfacer las
necesidades biológicas (los impulsos del
Ello), actuando al servicio de las elecciones
o “catexias objetales” del Ello. El Yo
orienta la libido y la transforma en libido
objetal. La catexia objetal del Ello
concuerda y se refuerza con la libido
objetal que el Yo dirige hacia el objeto
satisfactorio. Por medio de un progresivo
aprendizaje el Yo va cargando sus
representaciones mentales de de tales
objetos satisfactorios apareciendo, así,
catexias del Yo, lo que genera un superávit
de energía que se orienta a descubrir
nuevos objetos hacia los cuales orientar
su libido que (aún cuando sigue
condicionada por el principio del placer)
puede ser desexualizada. Igual sigue
siendo una fuerza impulsora caracterizada
por su movilidad y capacidad de
desplazamiento. El modo en que el Yo
invierte su libido se relaciona con un
proceso clave, denominado
“identificación”.
Dice Freud: La identificación es la forma
primitiva de enlace a un objeto. Siguiendo
una dirección regresiva, se convierte en
sustitución de un enlace libidinoso a un
objeto en introyección del objeto en el Yo.
(5)
Burrhus Frederic Skinner (6)
Skinner propuso un análisis funcional de
la conducta que relaciona variables
independientes ambientales con variables
dependientes conductuales. Sugiere que
una vez conocidas las relaciones
funcionales se puede predecir una
conducta si se tienen claras las variables
controladoras (variables de las cuales la
conducta es función), y se puede controlar
una conducta si se manipulan esas
variables controladoras.
B.F. Skinner
Los estados hipotéticos internos
(motivación, deseos, sentimientos) no son
variables causales.
Las variables independientes pueden ser
temporalmente remotas (las contingencias
a las cuales estuvo expuesto el organismo
en su historia de aprendizaje). La conducta
está determinada; posee regularidades. Es
posible establecer leyes para predecirla y
controlarla.
Skinner se oponía a la idea de libre
albedrío (que concibe la conducta como
actos de un agente libre y no determinado
causalmente). La idea de que el individuo
está más allá de factores controladores le
parecía peligrosa y afirmaba que la era
necesario identificar los factores
controladores para ejercitar el máximo
control sobre la propia vida.
Lo que controla la conducta no son ni
sentimientos ni estados observados
introspectivamente sino procesos y
estructuras mentales dentro del
organismo. Sin embargo se opone a
quienes al explicar la conducta se
detienen en los “eventos privados”. La
6. 6Autor: Rafael Castellano
cadena causal –sostiene- solo se
completa al llegar a las causas iniciadoras
en el ambiente. No existen causas
puramente mentales ni autonomía
humana. La regularidad de las conductas
tiene que ver con lo que llama
“reforzamiento” (consecuencias
ambientales cuyos efectos se detectan
más tarde). La conducta es función de sus
consecuencias ambientales pasadas. Los
genes no determinan directamente la
conducta. Lo que se hereda es la
susceptibilidad hacia ciertas
contingencias ontogenéticas. Toda
conducta es condicionada por factores
genéticos y ambientales.
Distingue entre “mente” (ficción
explicativa) y “eventos privados”
(imaginación, diálogo interno, atención,
emociones, percepción). Señala que los
términos psicológicos son válidos como
conductas verbales a estudiar, pero no
como factores explicativos.
Su objeto de estudio no es la mente o la
experiencia consciente, sino la conducta.
Entiende a la psicología como parte de la
biología, por lo que su objeto de estudio es
la conducta de los organismos. Optar por
la mente –dice- no contribuye a la
predicción y el control de la conducta.
Pero, siendo la conducta algo funcional y
contextuado, no puede restringirse al
organismo: debe abarcar sus relaciones
funcionales y no su morfología.
Considera importante tratar el tema de la
“privacidad” (fenomenología) abordándolo
desde la conducta en lugar de partir de la
experiencia inmediata. La conducta es, en
síntesis, un patrón modificado por la
exposición a contingencias de
reforzamiento durante la vida. Es el
resultado de esa historia de aprendizaje.
Pero esto no tiene que ver con un
almacenamiento de información de las
contingencias. Las contingencias de
reforzamiento cambian a la persona;
cambian el organismo pero no en un
sentido psíquico o cognitivo, sino
mediante cambios fisiológicos que dan
lugar a nuevas conductas. Las conductas
pueden ser “respondientes” (reflejos y
conductas aprendidas por ciertos
condicionamientos o estímulos) u
“operantes” (conductas llamadas
voluntarias que operan seleccionando
consecuencias en el ambiente). La
“operante” explica el propósito, significado
o intención cuando identifica sus variables
controladoras. Propósito, significado,
intención, no son propiedades de la
conducta en sí misma sino formas de
referirse a variables controladoras
(potencialmente manipulables). Skinner no
niega la conciencia pero la limita a dos
significados: a) capacidad de responder
ante ciertos estímulos; b) capacidad de
conducta auto- descriptiva.
Pues bien: estos dos enfoques (el de Freud
y el de Skinner) dominaban la escena por
entonces.
Dos psicólogos, desencantados con la
visión de Freud tendiente a explicar la
conducta humana en términos
“deshumanizantes” (en el sentido de que
obedecía a “energías”, “sistemas
psíquicos”, etc.), e insatisfechos con la
insistencia del psicoanálisis en pensar la
conducta partiendo de casos patológicos y
sin prestar demasiada atención a las
personas “sanas”, comienzan a abrir un
camino por el que luego transitará
Maslow: el de la reflexión psicológica a
partir de los principios de la filosofía
existencial. Esas dos personas fueron el
psiquiatra Ludwig Binswanger y el
psicoanalista -y también psiquiatra-
Medard Boss.
Binswanger sugirió que Freud estaba
perdiendo la realidad fenoménica de la
experiencia humana, refiriéndose al hecho
de que para la fenomenología existe una
unidad mente/cuerpo, y que en la
experiencia fenoménica la persona es y
permanece como una unidad.
Tanto Binswanger como Boss fueron muy
influenciados por la filosofía de Heidegger.
Ambos estudiaron la existencia del “ser”
en un tiempo presente, en un espacio
determinado y en la perspectiva de un
carácter ideográfico centrado en la
individualidad. La visión desarrollada por
estos autores concibe a un ser humano
que progresa activamente en la vida
asumiendo la responsabilidad de realizar
sus posibilidades, aprendiendo a
trascender realizando sus
potencialidades.
7. 7Autor: Rafael Castellano
La psicología humanista de Maslow
también está fuertemente enraizada en el
existencialismo, que concibe al hombre
como un “ser- en- el- mundo”, consciente
de su propia existencia. Los
existencialistas rechazan la noción de que
las personas estén sobre-determinadas
por factores hereditarios o influencias
ambientales y creen que cada quien tiene
la libertad de elegir, y es responsable por
su propia existencia.
Los principios del existencialismo que
mayor influencia ejercieron sobre las
teorías de Maslow, son tres:
Libertad
Para el existencialismo el individuo es
completamente libre de elegir y es, por
tanto, completamente responsable de su
existencia. “La vida es lo que hacemos de
ella”. Tal libertad de elección no implica
necesariamente que el individuo actuará
en función de su mejor interés. La libertad
no asegura que todas las elecciones serán
sabias. Esta premisa existencial atrae a los
teóricos humanistas (Maslow incluído)
porque colocan al ser humano como eje
determinante de su propia conducta y
experiencia. El humano es un “agente
consciente” que experimenta, decide y
escoge sus acciones. La psicología
humanista toma este modelo como punto
de partida propio: un ser responsable, libre
y realizando elecciones entre diversas
posibilidades abiertas.
Devenir
Quizás, el concepto existencialista más
relevante (desde el punto de vista del
análisis de la teoría motivacional de
Maslow), es el de “devenir”. Para el
existencialismo una persona no es algo
estático: siempre está en el proceso de
devenir algo diferente. En consecuencia
depende de ella –en tanto agente libre-
realizar (en todo cuanto sea posible) sus
potencialidades. Solo “actualizando” esos
potenciales puede el individuo vivir una
vida auténtica. Para el humanismo, una
existencia auténtica requiere más que la
satisfacción de las necesidades biológicas
y los impulsos sexuales y/o agresivos. Las
personas que resisten el “devenir” se
niegan a sí mismas las posibilidades de
una vida humana. Para Maslow esto es
una tragedia porque contemplaba el
proceso de devenir (o –en sus propia
palabras- de auto –actualización o auto-
realización) como inherente a la naturaleza
humana. Esto no significa que los
psicólogos humanistas no reconozcan las
dificultades propias del intento por
desplegar una vida plena de sentido y
realización, sobre todo en un escenario de
profundos cambios culturales en el que los
valores y las creencias tradicionales han
dejado de actuar como guías para la vida.
Experiencia Humana
El humanismo enfatiza el modo en que la
consciencia, los sentimientos y emociones
subjetivas, y las experiencias personales,
se relacionan con la propia existencia en
un “mundo- de- otros”. Se trata de una
perspectiva “fenomenológica” para la cual
la cual la experiencia subjetiva (tal como
se presenta aquí y ahora) es el fenómeno
primario para el estudio de la naturaleza
humana. Las explicaciones teóricas son
secundarias respecto de la experiencia en
sí misma y respecto del sentido que esta
tiene para los propios individuos. En este
sentido, Maslow escribió: “El elemento
básico del campo del conocimiento es la
experiencia íntima y directa. (…) No existe
ningún substituto de la experiencia”. Esto
llevó a Maslow a apreciar la individualidad.
Este enfoque (en lo que se refiere al
estudio de la personalidad) se denomina
“ideográfico”: el foco principal está puesto
en las singularidades de cada persona.
Como resultado, Maslow sostuvo que toda
conducta está gobernada por una
tendencia hacia la auto-actualización,
tendencia que es idiosincrática
(característica) del individuo. Esta
tendencia lleva a los individuos a través de
una progresión jerárquica orientada a
alcanzar la auto-actualización. De un modo
similar a Freud denomina a cada una de
estas etapas “necesidades”, pero el
sentido o el énfasis es muy distinto:
Maslow no se refiere a procesos
inconscientes, y su teoría no hace
alusiones a conflictos internos que
operarían como la fuente de la motivación.
A diferencia de Freud enfatiza el
componente idiosincrático, individual, de
la naturaleza humana, y una progresión
sistemática a través de una pirámide de
necesidades jerárquicamente organizada.
(7)
B) MARCO ANTROPOLÓGICO Y
FILOSÓFICO DE LA OBRA DE
MASLOW.
8. 8Autor: Rafael Castellano
Maslow, como ya señalé, se encuadró
dentro de las posturas teóricas del
existencialismo. Escribió:
Nos hallamos en un período de transición
de una imagen del ser humano a otra, de
una filosofía de vida a otra (…) Como
afirmación general puede llamarse visión
humanista (…) Se trata de un rechazo del
enfoque no humano, impersonal y
orientado hacia el objeto (…) ¿Que está
sucediendo en la psicología? El punto de
vista mecanicista de la ciencia, la imagen
conductista de los seres humanos, trata al
individuo como un objeto pasivo (…) El
nuevo existencialismo contrasta la imagen
de los seres humanos como objetos
pasivos, dominados por las fuerzas
económicas marxistas o por las fuerzas
inconscientes freudianas con la imagen
del ser humano como alguien en
movimiento. Hoy día se habla mucho de
elección, experiencia personal, decisión y
responsabilidad. Hay muchos escritos
sobre la forma en que es posible (…) tomar
nuestro propio destino en nuestras manos.
En los escritos de Skinner nunca
encontrarán estas palabras. Por el
contrario, él constantemente habla de
refuerzo. En la novela de Skinner “Walden
Dos” se trata a toda la población
condicionándola, conformándola y
moldeándola por un profeta benévolo (…)
Por el contrario, el enfoque existencialista
pone de relieve la capacidad de cada
persona para escoger y para resistir (…)
Actualmente se habla mucho del Yo y de
la identidad personal. Lo que se halla
implicado en estos debates es algo que
podemos llamar “cualidad del ser
humano”, pero entre los pensadores
mecanicistas no existe el concepto de
naturaleza humana. El existencialismo es
el “agente” (…) el que decide. (8)
En relación a este punto afirmaba lo
siguiente:
“Elegir, reconocer y asumir lo propio, lo
idiosincrático, es lo mismo que elegir la
realización de los potenciales instintoides.
En la búsqueda personal de identidad
descubrimos la manera en que somos
distintos de las demás personas, pero –al
mismo tiempo- descubrimos lo que es
común a todos. No se trata de una teoría
conductista o de los instintos: las
conductas que están genéticamente
determinadas son “reflejas” y no tienen
mucha importancia para el psicólogo,
como si la tienen los impulsos, las
necesidades en sentido estricto (…) Me
importa destacar lo instintoide (aunque
esta palabra me haya generado muchos
problemas) porque me irrita el punto de
vista que acentúa en exceso lo sociológico
y ambiental en la psicología, como es el
caso de Erich Fromm. (…) Aunque la meta
consiste en volverse plenamente humano,
en convertirse en todo lo que la persona
puede llegar a ser, la persona tiene que
hacer elecciones y seleccionar entre una
gran reserva de potenciales. Para una
persona muy limitada o poco inteligente, la
plena realización (el máximo de lo que
puede lograr) puede consistir en algo muy
simple. (…) Al elegir, uno también hace
sacrificios porque posterga ciertos
potenciales. (9)
La psicología humanista supone que
existe una esencia humana definida. La
forma concreta que adopta es la “teoría de
los instintos”, pero también tiene que ver
con la “teoría de la capacidad y de las
necesidades”, es decir, con el hecho de
“capacidades que quieren expresarse y
realizarse” (en este punto Maslow subraya
una diferencia con la idea de Sartre de una
relatividad total, sosteniendo –por el
contrario- que la naturaleza humana no es
infinitamente maleable y que posee
parámetros definidos). (9). Cada uno de
nosotros, desde su óptica, tiene una
naturaleza superior que es parte de
nuestra esencia, lo que significa que –bajo
condiciones favorables- las personas
manifestarán rasgos como afecto,
altruismo, amistad, generosidad, bondad.
Estas son las características propias de lo
que llamó “autorrealización”. Esta
naturaleza superior se manifiesta gracias a
buenas condiciones del entorno, en las
personas “plenamente evolucionadas”.
Esto no significa que Maslow rechace las
diversas teorías que señalan que en los
humanos radica tanto el potencial para lo
bueno como para lo malo, pero pone el
acento en la tendencia a lo bueno en
entornos favorables. Así, afirmó: “Una
buena sociedad es aquella que posibilita
la autorrealización de sus miembros”. (10)
“El humano, cuando está plenamente
implicado en lo que hace, tiende a
considerar que sus mayores
gratificaciones son las meta-
gratificaciones, los “valores del ser”:
contribuir a la justicia, la excelencia, la
belleza, la verdad. (11)
9. 9Autor: Rafael Castellano
Abraham Maslow
Pues bien, nos habíamos planteado
identificar cuáles son los elementos que
distinguen los planteos teóricos de
Maslow respecto de los de aquellos de
quienes pretendió diferenciarse (el
psicoanálisis freudiano y el conductismo
de Skinner). Repasemos entonces las
principales divergencias.
Para Freud, la fuente de donde proviene la
energía psíquica es el Ello, donde actúan
instintos orgánicos cuyo único criterio de
discernimiento es el placer o displacer. No
hay allí moralidad, temporalidad,
maduración ni teleología alguna. La
constitución del Ello es irracional e
inconsciente. En el Yo sí aparecen
fenómenos psíquicos conscientes,
temporalidad, aprendizaje y principios
morales (Superyó), pero no es allí donde
radican las motivaciones y la energía. Su
función –antes bien- es controlar, reprimir
y orientar las demandas que surgen del
Ello. El Yo es en mayor medida sede de
remordimientos, culpas y angustias que de
motivaciones. Las representaciones
mentales que el Yo produce para descubrir
e investir objetos satisfactorios -en
términos de las exigencias del Ello-,
implican un desgaste de energía, pero el
origen de tal desgaste se inicia en el Ello.
El Yo, cuando logra generar un superávit
de energía, se orienta a descubrir nuevos
objetos en los que invertir su propia libido,
mediante el proceso de identificación.
Para Skinner, la conducta no está
determinada por causas mentales, ni
exclusivamente genéticas, ni se puede
hablar de autonomía humana. Las causas
iniciadoras de la conducta son externas,
están en el ambiente, y los patrones de
conducta se van estableciendo mediante
procesos de reforzamiento. En ellos no hay
propósito, significado ni intención, sino
solo manipulación de variables
controladoras. La conciencia no va más
allá de la capacidad para responder ante
ciertos estímulos, o para la auto-
descripción.
Maslow, por el contrario, coloca al ser
humano como eje de su propia conducta y
experiencia, como “agente consciente”
que experimenta y decide sus acciones.
Pero este decidir va más allá de la
satisfacción de necesidades biológicas y
pulsiones. La naturaleza humana tiende a
“devenir”, a realizar –en cuanto sea
posible- sus potencialidades. Toda
conducta está gobernada por una
tendencia a la actualización. Y cada
persona es singular por lo que los
procesos de auto-actualización también lo
son.
En una difundida entrevista en la
Universidad de Brandeis con el Dr. Frick
(12), Maslow expresa que el hombre realiza
sus potenciales de manera muy similar a
como una bellota se transforma en un
árbol. Esta sentencia le sugiere a Frick una
suerte de “programación” que le preocupa.
Maslow no rechaza esta connotación pero,
al ratificarla y reelaborarla, expresa una
postura nítidamente existencialista. Dice:
Tenemos un sentido interior de una fuerza
irresistible y prácticamente nada puede
impedir que un gato se convierta en un
gato, pero actuar sobre esa naturaleza es
lo que constituye la insistencia existencial
en la que el hombre se hace a sí mismo.
Diría que las potencialidades de la
naturaleza humana tienen una raíz
biológica y son instintoides, pero que es
en la cultura y en la propia vida, y con
voluntad y con auto-responsabilidad que
el hombre se hace a sí mismo. Es decir, sin
no se hace nada con las potencialidades
uno es un vegetal, de modo que el trabajo
esforzado es el camino (...) (Pero) no hay
que pecar de antibiologismo.
Frick le señala una posible contradicción:
descubrir la propia naturaleza o crearla,
elegirla. Maslow contesta:
Falta una palabra que exprese
conjuntamente las ideas de descubrir (los
propios talentos, tendencias, gustos,
propensión constitucional temperamental)
y revelar, crear (mediante el esfuerzo y la
propia determinación de uno mismo); pero
con acento en lo “receptivo”. La creación
no es arbitraria. No puedo transformarme
en mujer, salvo de una manera muy
ineficaz e insatisfactoria.
Así, crear parece ser –para Maslow-
descubrir que es uno (tendencias,
propensiones, intenciones) y, luego,
trabajar para que todo eso se actualice, se
concrete.
Sin embargo, dice:
(Pero) la mayoría de las personas no solo
10. 10Autor: Rafael Castellano
no conocen y no aprecian su tendencia a
volverse más plenamente humanas, sino
que están dominadas por las necesidades
del momento. No saben de antemano que
luego de haber llegado esa gratificación
buscarán otra necesidad superior. Para
ellos el valor absoluto es la necesidad, en
la jerarquía, por la que están dominados
durante un período particular.
2) LA JERARQUÍA DE NECESIDADES (13)
A) BREVE PRESENTACIÓN DEL
DESARROLLO DE MASLOW
Trabajando con monos, Maslow descubrió
- muy al principio en su carrera- que
ciertas necesidades prevalecen sobre
otras. Por ejemplo, si alguien está
hambriento o sediento tenderá a calmar la
sed antes que comer. Alguien puede
pasarse sin comer unos cuantos días, pero
solo podrá estar un par de días sin agua.
La sed es una necesidad “más fuerte” que
el hambre. De la misma forma, si alguien
está muy sediento, pero lo han sometido a
condiciones que no le permiten respirar,
privilegiará la necesidad de respirar. El
sexo, naturalmente, es menos importante
que cualquiera de estas necesidades.
Maslow recogió esta idea y creó su ahora
famosa jerarquía de necesidades. Además
de considerar las evidentes agua, aire,
comida y sexo, identificó cinco grandes
bloques: las necesidades fisiológicas,
necesidades de seguridad y
reaseguramiento, la necesidad de amor y
pertenencia, necesidad de estima y la
necesidad de actualizar el sí mismo (self);
en ese orden.
1. Las necesidades fisiológicas.
Incluyen las necesidades que tenemos de
oxígeno, agua, proteínas, sal, azúcar, calcio
y otros minerales y vitaminas. También se
incorpora aquí la necesidad de mantener
el equilibrio del PH (volverse demasiado
ácido o básico nos mataría) y de la
temperatura (36.7 ºC o cercano a él). Otras
necesidades consideradas en este punto
son las dirigidas a mantenernos activos, a
dormir, a descansar, a eliminar
desperdicios (CO2, sudor, orina y heces), a
evitar el dolor y a tener sexo.
Maslow creía, apoyándose en sus
investigaciones, que éstas eran de hecho
necesidades individuales y que, por
ejemplo, una falta de vitamina C
conduciría a una persona a buscar
específicamente aquellas cosas que en el
pasado proveían de vitamina C, por
ejemplo el jugo de naranja.
2. Las necesidades de seguridad y
reaseguramiento. Cuando las
necesidades fisiológicas se mantienen
compensadas, entra en juego este
segundo grupo relacionado con la
preocupación por cuestiones relativas a la
provisión de seguridad, protección y
estabilidad. Incluso puede desarrollarse
una necesidad de estructura, de ciertos
límites, de orden.
Desde una perspectiva negativa, el sujeto
puede empezar a preocuparse no por
necesidades como el hambre y la sed, sino
por sus miedos y ansiedades. En el adulto
medio no marginalizado, este grupo de
necesidades se representa en las
urgencias por hallar una casa en un lugar
seguro, la estabilidad laboral, un buen plan
de jubilación un buen seguro de vida, etc.
3. Las necesidades de amor y de
pertenencia. Cuando las necesidades
fisiológicas y de seguridad se equilibran
entran en escena las necesidades de
amistad, de pareja, de hijos, de relaciones
afectivas en general, incluyendo la
sensación general de comunidad. Desde el
ángulo negativo, nos volvemos
exageradamente susceptibles a la soledad
y a las ansiedades sociales. En nuestra
vida cotidiana, exhibimos estas
necesidades en nuestros deseos de unión
(matrimonio), de tener familias, de ser
parte de una comunidad, de ser miembros
de una iglesia, de una hermandad, de ser
parte de una barra de amigos o pertenecer
a un club. También se manifiesta en lo que
buscamos al elegir una carrera.
4. Las necesidades de estima.
Resuelto lo anterior empezamos a
preocuparnos por la autoestima. Maslow
describió dos versiones de necesidades de
estima, una baja y otra alta. La baja es la
del respeto de los demás, la necesidad de
estatus, fama, gloria, reconocimiento,
atención, reputación, apreciación, dignidad
e incluso dominio. La alta comprende las
necesidades de respeto por uno mismo,
incluyendo sentimientos tales como
confianza, competencia, logros, maestría,
11. 11Autor: Rafael Castellano
independencia y libertad. Señalaba que
esta es la forma “alta” porque, a diferencia
del respeto de los demás, una vez que
desarrollamos cierto respeto por nosotros
mismos, suele ser más estable y es más
difícil perderlo.
La versión negativa de estas necesidades
es una baja autoestima y complejos de
inferioridad. Maslow creía que Adler había
descubierto algo importante cuando
propuso que este asunto estaba en la raíz
de muchos de nuestros problemas
psicológicos.
Maslow llama a estos cuatro niveles
anteriormente mencionados necesidades
de déficit o Necesidades-D. Si no tenemos
lo suficiente de algo (tenemos un déficit),
sentimos la necesidad. Pero si logramos lo
que necesitamos, no sentimos tal déficit.
En otras palabras, no tenemos esa
motivación.
El autor también habla de estos niveles en
términos de homeostasis, principio a
través del cual opera nuestro termostato
de forma equilibrada: cuando hace mucho
frío, enciende la calefacción; cuando hace
mucho calor, apaga el calentador. De la
misma manera, en nuestro cuerpo, cuando
falta alguna sustancia, desarrolla un ansia
por ella; cuando logra conseguir suficiente
de ella, entonces se detiene el ansia. Lo
que Maslow hace es simplemente
extender el principio de la homeostasis a
las necesidades, tales como la seguridad,
pertenencia y estima. Considera a todas
estas necesidades como esencialmente
vitales. Incluso el amor y la estima son
necesarios para el mantenimiento de la
salud. Afirma que todas estas necesidades
están construidas genéticamente en todos
nosotros, como los instintos. De hecho, les
llama necesidades instintoides (casi
instintivas).
En términos de desarrollo general, nos
movemos a través de estos niveles como
si fueran estadios. Apenas nacidos,
nuestro foco (o casi nuestro completo
complejo de necesidades) está en lo
fisiológico. Inmediatamente, empezamos a
reconocer que necesitamos estar seguros.
Poco tiempo después, buscamos atención
y afecto. Un poco más tarde, buscamos la
autoestima.
Bajo condiciones de estrés o cuando
nuestra supervivencia está amenazada,
podemos “regresar” a un nivel de
necesidad anterior.
También todo esto puede ocurrir en una
sociedad de cierto bienestar: cuando la
sociedad sufre abruptas disrupciones las
personas empiezan a reclamar que un
nuevo líder tome las riendas y se haga
cargo.
Maslow sugiere que podríamos
preguntarles a las personas sobre su
“filosofía de futuro”, cuál sería su ideal de
vida o del mundo y- así - conseguir
suficiente información sobre cuáles de sus
necesidades están cubiertas y cuáles no.
Quien tiene problemas significativos a lo
largo de su desarrollo (por ejemplo,
periodos más o menos largos de
inseguridad o desamparo en la infancia, o
la pérdida de un miembro familiar por
muerte o divorcio, o rechazo significativo y
abuso) podría “fijar” este grupo de
necesidades para el resto de su vida.
12. 12Autor: Rafael Castellano
Esta es la comprensión de Maslow sobre
la neurosis. Por ejemplo: quien atravesó
situaciones de privaciones en su infancia,
aunque tenga ahora todo lo que necesita,
se seguirá sintiendo necesitado-
obsesivamente- por tener dinero y ahorrar
constantemente. O, si sus padres se
divorciaron cuando aún era muy pequeño;
aunque ahora tenga una familia integra se
sentirá constantemente celoso o creerá
que lo van abandonar en cualquier
oportunidad porque no es lo
suficientemente “bueno” para ella.
5. Auto-actualización
El último nivel es diferente. Maslow ha
utilizado una gran variedad de términos
para referirse al mismo: motivación de
crecimiento (opuesto al déficit
motivacional), necesidades de ser (o B-
needs, opuesto al D-needs), y auto-
actualización.
Se trata de necesidades que no
comprenden balance u homeostasis. Una
vez logradas, continúan haciéndonos
sentir su presencia. De hecho, tienden a
ser aún más insaciables a medida que las
alimentamos. Comprenden aquellos
continuos deseos de llenar potenciales, de
“ser todo lo que se pueda ser”. Es una
cuestión de ser más completo; de estar
“auto-actualizado”.
Dada la dificultad evidente de cubrir
satisfactoriamente todas las necesidades
previas de la jerarquía, no es sorprendente
que solo exista un puñado de personas
que sean verdadera y predominantemente
auto-actualizadas. En algún momento,
Maslow sugirió que se trata de apenas un
2%.
La pregunta es: ¿qué es lo que Maslow
quiere decir exactamente con auto-
actualización? Para responder, tendremos
que analizar a aquellas personas que
Maslow considera auto-actualizadas.
Empezó escogiendo a un grupo de
personas (algunas figuras históricas y
otras que él conocía y que le parecía que
cumplían con los criterios de ser auto-
actualizadas). Se incluyeron en este
angosto grupo personajes como Abraham
Lincoln, Thomas Jefferson, Mahatma
Gandhi, Albert Einstein, Eleanor Roosevelt,
William James, y otros. Luego se centró en
sus biografías, escritos, actos,(y palabras
de aquellos a los que conoció
personalmente) y así sucesivamente. De
estas fuentes, desarrolló entonces una
lista de cualidades similares a todo el
grupo, opuesta a la gran masa compuesta
por el resto. Estas personas estaban –
sugirió- centradas en la realidad, lo que
significa que podían diferenciar lo falso o
ficticio de lo real y genuino. También eran
personas centradas en el problema, o lo
que es lo mismo, personas que
enfrentaban los problemas de la realidad
en virtud de sus soluciones, no como
problemas personales inabordables o ante
los que se sometían. Y además, tenían una
percepción diferente de los significados y
los fines. Creían que los fines no
necesariamente justifican los medios; que
los medios pueden ser fines en sí mismos
y que los medios eran con frecuencia más
importantes que los fines.
Los auto-actualizadores poseían también
una manera peculiar de relacionarse con
los demás. En primer lugar, tenían una
necesidad de privacidad, y se sentían
cómodos estando solos. Eran
relativamente independientes de la cultura
y el entorno, apoyándose más en sus
propias experiencias y juicios. Así mismo,
eran resistentes a la enculturación, esto es,
que no eran susceptibles a la presión
social; eran de hecho, inconformistas en el
mejor sentido.
Poseían, por otra parte, lo que Maslow
llamaba valores democráticos, o sea, que
eran abiertos a la variedad étnica e
individual, e incluso la defendían. Tenían la
cualidad llamada en alemán
Gemeinschaftsgefühl (interés social,
compasión, humanidad). Y disfrutaban de
las relaciones personales íntimas con
pocos amigos cercanos y miembros
familiares, más que de un montón de
relaciones superficiales con mucha gente.
Tenían un sentido del humor no hostil,
prefiriendo las bromas a costa de sí
mismos o de la condición humana, pero
nunca dirigida a otros. Poseían además
una cualidad llamada aceptación de sí
mismo y de los demás, lo cual implica que
preferían aceptar a las personas como
eran, más que querer cambiarlas. La
misma actitud la tenían consigo mismos:
si tenían alguna cualidad que no fuese
dañina, la dejaban estar, incluso aunque
fuese una rareza personal. En consonancia
13. 13Autor: Rafael Castellano
con esto surge la espontaneidad y
simplicidad: ellos preferían ser ellos
mismos antes que pretenciosos o
artificiales. De hecho, ante sus
inconformidades, tendían a ser
convencionales en la superficie,
precisamente lo contrario que los
inconformistas menos auto-actualizados
que tienden a ser más dramáticos.
Además, estas personas tenían una cierta
frescura en la apreciación; una habilidad
para ver cosas, incluso ordinarias, como
preciosas. Por consiguiente eran creativos,
inventivos y originales. Y, finalmente,
tenían una tendencia a vivir con mayor
intensidad las experiencias que el resto de
las personas. Una experiencia cumbre,
como le gustaba llamarla, es aquella que
nos hace sentir como fuera de nosotros;
como pertenecientes a un Universo;
pequeños o grandes en virtud de nuestra
pertenencia a la naturaleza. Sostenía que
estas experiencias tienden a dejar una
huella sobre las personas que las viven,
transformándolas. Mucha gente busca
estas experiencias de forma activa.
También son llamadas experiencias
místicas y constituyen parte importante de
muchas religiones y tradiciones filosóficas.
No obstante, Maslow no creía que los
auto-actualizados sean personas
perfectas. También descubrió una serie de
imperfecciones a lo largo de su análisis: en
primer lugar, con bastante frecuencia
sentían ansiedad y culpa; pero una
ansiedad y culpa realistas, no neuróticas o
fuera de contexto. Algunos de ellos eran
“idos” (ausentes mentalmente). Y por
último, algunos otros sufrían de
momentos de pérdida de humor, frialdad y
rudeza.
B) PRESUPUESTOS DE LA TEORIA
DE LA JERARQUÍA DE
NECESIDADES (14)
Libertad
El ser humano es
fundamentalmente libre y
responsable por su conducta. Esa
libertad se manifiesta en el modo
en que cada quien decide como
satisfacer sus necesidades, y –
más específicamente- en cómo
cada persona tiende hacia la auto-
actualización, decidiendo cuáles
son sus potencialidades y cómo
desarrollarlas. Una persona es
tanto más libre cuanto menos
dominada se encuentra por las
necesidades fisiológicas. A
medida que una persona asciende
a través de la jerarquía, va
progresivamente esculpiendo su
propia individualidad; va creando
la “clase de persona que será” a
partir de una serie de
posibilidades. Las personas se
autorrealizan “a su modo”.
Racionalidad
Maslow resaltaba la capacidad de
los humanos de recordar
conscientemente experiencias
pasadas y considerar
posibilidades futuras y
experiencias presentes, y –así-
decidir respecto de cursos de
acción. Cualquier ser humano
realiza este tipo de actividades
cotidianamente, por lo que –cree
Maslow- la racionalidad es central
en la conducta humana. Maslow
no ignora que la irracionalidad se
manifiesta en conflictos entre
necesidades, compulsiones,
inconsistencias en la conducta y
en los procesos inconscientes,
pero sostiene que el
comportamiento está mayormente
gobernado por fuerzas racionales.
Su convicción lo lleva a afirmar
que el reporte consciente que una
persona ofrece sobre su propia
experiencia subjetiva, es un
elemento válido para el estudio
científico (los psicólogos –en
general- rechazan los métodos
introspectivos, salvo en casos muy
específicos). Para Maslow los
seres humanos toman decisiones
racionales para actualizar su
potencial.
Constitucionalismo
Si las personas son libres para
auto-esculpirse y determinar
creativamente sus propios
destinos, entonces ni lo
constitucional ni lo ambiental
tienen un rol significativo en lo que
14. 14Autor: Rafael Castellano
se refiere al moldeado de la
conducta. Pero, de los dos, Maslow
se inclina a otorgar mayor peso a
lo constitucional, desde el
momento en que en la base de su
concepto de “jerarquía” están las
necesidades fisiológicas
(originalmente constitutivas).
Otros rastros de
constitucionalismo pueden
hallarse en el concepto de
autorrealización. Maslow
considera el impulso hacia la
actualización del propio potencial
como un “aspecto inherente de lo
que una persona es”, en lugar de
cómo aquello que una persona
“aprende”. Ese impulso es innato.
El rol de la sociedad y la cultura se
limita a ser –meramente- el de
“facilitador” o “inhibidor”. El
ambiente social no puede formar
ni alterar la cualidad y la
naturaleza esencial de la auto-
actualización (determinada
fundamentalmente por lo
biológico). Lo máximo que una
sociedad y una cultura pueden
hacer es alentar la auto-
actualización mediante la
gratificación de las necesidades
más básicas, y proveyendo
oportunidades y formas de
expresión. Pero, es importante
resaltar que debido a su fuerte
compromiso con la presunción de
libertad, la inclinación de Maslow
hacia el constitucionalismo es
apenas más enfática que la que
muestra hacia el ambientalismo.
Maleabilidad
La libertad y el crecimiento
(entendido como la constante
persecución de la auto-
actualización, ubicada en la
cumbre de la pirámide) interactúan
-en la teoría humanista-
provocando cambios en la
personalidad de los individuos a
través del tiempo. En la medida en
que una persona asciende en la
jerarquía de necesidades, se
convierte progresivamente en
alguien más libre para escoger la
dirección de su crecimiento
personal. Los cambios en la
personalidad deben - así- ser
concebidos como movimientos
hacia la auto-actualización de los
propios potenciales. Aún cuando
algunos de estos potenciales son
innatos, el grado y la forma de su
actualización dependen
centralmente de elecciones
personales.
Subjetividad
La perspectiva fenomenológica del
aquí y ahora, a la que suscribe
Maslow lo enrola en los
presupuestos propios de la
subjetividad. Las personas no
pueden ser entendidas si no es en
referencia a su mundo interior
privado; la experiencia subjetiva es
más importante que las conductas
observables. Así, si bien la
jerarquía de necesidades es
común para todos los humanos,
las necesidades se manifiestan de
un modo específico en cada
individuo y se expresan de modos
únicos. Cada persona está
constantemente persiguiendo la
actualización de un “self”, que
únicamente ese individuo puede
apreciar y experimentar
subjetivamente.
Proactividad
El ser humano, tal como lo concibe
Maslow no se comporta en
función de respuestas a estímulos
externos. Las personas tienden a
satisfacer sus estados interiores;
son esas necesidades las que
generan los comportamientos. No
puede, por ejemplo, existir un
estímulo externo asociado a la
auto-actualización (por su propia
naturaleza se trata de un concepto
proactivo). La gente, cree Maslow,
está orientada hacia el futuro,
consciente de sus potencialidades
y siempre luchando por realizarlas
en su ser. El único modo en que
una persona puede auto-
actualizarse es a través de
acciones generadas internamente.
15. 15Autor: Rafael Castellano
Teleología
¿De dónde proviene el “estímulo interno”
que origina la mencionada proactividad, la
búsqueda incesante de una realización
que opera “de adentro hacia afuera”?
La idea de “realización” es una noción
compleja que no se limita al pleno
desarrollo de ciertas potencialidades
personales entendidas en términos de
dones, talentos o capacidades. Parte de
una manera de concebir la “salud” que se
establece en disputa con Freud. El
concepto clásico de Freud de salud (15) se
traduce normalmente en la fórmula:
capacidad de trabajar y capacidad de
amar. La capacidad de establecer vínculos
gratificantes con otras personas (amar) y
con las cosas (el trabajo) daría por
resultado una vida gratificante, saludable y
plena.
El hombre dentro de esta concepción es
un ser incompleto que se completa al
amar y ser amado, así como al cumplir con
deberes que le requiere la vida en
sociedad.
Maslow modifica esta concepción de
salud al ampliarla y definirla desde el
contexto a la vez que interiormente.
Agrega a las dimensiones objetales de
Freud el plano ético. Dice
Estoy rechazando deliberadamente
nuestra distinción facilona entre
enfermedad y salud, por lo menos en
cuanto a los signos aparentes se refiere.
¿Significa enfermedad tener síntomas? Yo
sostengo, con respecto a esto, que la
enfermedad puede consistir muy bien en
no tener síntomas cuando deberían
tenerse. ¿Salud significa estar libre de
síntomas? Yo lo niego. ¿Qué Nazis
estaban sanos en Auschwitz o Dachau?
Aquellos que sentían angustiada su
conciencia o los que la poseían lozana,
clara y feliz? ¿Es posible que una persona
profundamente humana no sintiera, en
tales circunstancias, conflicto, sufrimiento,
depresión, cólera, etc.?
Como dice G. Aquino (a quien estoy
siguiendo en este punto) la salud,
entonces, más que un equilibrio, una
homeostasis, es una dinámica lanzada
desde la estructura interna hacia el futuro.
De allí que la relación entre
autoconocimiento, ética, vocación y
proyecto de vida sean los pilares o los
frentes de lucha contra la frustración, la
neurosis, la enfermedad (…) En el hombre
está, entonces, la necesidad de
autodesarrollo en plano ontológico y, por lo
tanto, el principio de salud como
necesidad.
Este concepto de hombre trasciende la
visión de un ser encerrado en la
alternancia entre el principio de placer y el
instinto de autodestrucción. Es una
concepción de la criatura humana como
permanente vocación y anhelo de sí
misma. Para Maslow la vocación difiere y
trasciende al modelo psicoanalítico de
sublimación, identificaciones y
reparaciones. Si las necesidades de
autodesarrollo y de autorrealización dan la
intensidad, la vocación dará la orientación.
Dice Maslow:
Por lo que se refiere al estado motivacional,
las personas sanas han satisfecho
suficientemente sus necesidades básicas
de seguridad, entrega, amor, respeto y
autoestima, de tal modo que ahora se
sienten motivadas por tendencias
conducentes a la autorrealización, definida
como realización creciente de las
potencialidades, capacidades y talentos;
como cumplimiento de la misión o llamada,
destino, vocación; como aceptación más
plena de la naturaleza intrínseca propia y
como tendencia hacia la unidad,
integración o sinergia dentro de los límites
de la misma persona.
Esta concepción teleológica implica
concebir la vocación como mandato (…) El
desarrollo de esta vocación, de este
llamado interno, es –entonces- un proceso
individual de responsabilidad hacia sí
mismo (…) No es un estado dado sino un
logro. (16)
16. 16Autor: Rafael Castellano
3) CONSIDERACIONES CRÍTICAS.
En su interés por tomar distancia de las
teorías sobre la personalidad humana de
matriz freudiana (el hombre como sede de
un conflicto entre las pulsiones orgánicas
inconscientes y las restricciones de la
realidad y la cultura) y de las teorías
disposicionales (encarnadas en los
diversos enfoques que enumeran rasgos
inmutables de personalidad), Maslow
desarrolla una visión del fenómeno
humano respecto de la cual podrían
enunciarse algunas observaciones críticas.
Trascendentalismo antropocéntrico
Hay en los escritos de Maslow una deriva
trascendentalista y antropocéntrica de
orden metafísico. Afirma que existe una
esencia humana definida de naturaleza
superior, tal que, bajo condiciones
favorables, las personas manifestarán
rasgos como afecto, altruismo, amistad,
generosidad, bondad.
Esta “esencia” o “naturaleza” pareciera ser
el fundamento de la ética. Una persona
“profundamente humana” no puede no
sentir, en circunstancias como las
imperantes en la Alemania nazi, conflicto,
sufrimiento, depresión, cólera, etc. Las
personas “sanas” -afirma Maslow- sienten
la necesidad interior de diferenciarse de un
contexto enfermo y “enfermante”. Este
punto es interesante porque si los valores
no son propiamente culturales (y partiendo
de la idea de que alguien sano necesita –
para protegerse- diferenciarse de su propia
cultura) cabe preguntarse cual es el origen
de tales valores. ¿Tienen relación con
algún ente sobrenatural? ¿Son fruto de
una “buena conciencia” universal
sedimentada a través de siglos de
experiencia humana? Uno podría
interrogarse (a la luz de la trama de la
historia universal, en la cual fueron más
comunes los períodos de guerras,
devastación, sometimiento e intolerancia
que los de paz y armonía) ¿cómo puede
explicarse que esa esencia humana –
enunciada por Maslow- no haya
prevalecido y no hayan florecido mejores
sociedades?
¿Qué impacto puede tener esta postura
trascendentalista al ser aplicada a una
teoría motivacional? Por lo pronto habría
que aceptar que los contravalores que se
oponen a las “buenas tendencias”
enunciadas por Maslow (contravalores
como el odio, la avaricia, el egoísmo, la
enemistad o la maldad) nunca actuarían
como telón de fondo emocional de las
acciones humanas, y que, por
consiguiente, siempre que alguien realiza –
conscientemente- algo perjudicial para
terceros, ese agente estaría actuando
contra su esencia y por razones de fuerza
mayor impuestas por el ambiente. Sin
embargo, la experiencia corriente resulta
contra-intuitiva respecto de esta postura de
Maslow.
Esta postura trascendentalista tiene otras
implicancias. El ser trascendente que
imagina Maslow no tiene otro guión más
importante para encauzar su vida que sus
propios valores éticos, su vocación y la
plena realización de sus capacidades.
Pareciera no haber en este esquema
pautas culturales que puedan desviar al
ser humano de ese derrotero, salvo la
lucha por satisfacer las necesidades
correspondientes a las escalas más bajas
de la jerarquía. Aquí, surgen dos
problemas importantes. El primero tiene
que ver con la subestimación de lo que se
denomina “adscripción social de motivos”
(asunto del que hablaremos enseguida). El
segundo se vincula con una vaga idea de
destino, que sería una mezcla de
potencialidades, vocación, valores,
voluntad y circunstancias. Veamos lo que
dice el propio Maslow:
Quien traiciona su talento, quien ha nacido
pintor y en su lugar vende medias, el
hombre inteligente que vive una vida
estúpida, el que contempla la verdad y
mantiene cerrada la boca, el cobarde que
rinde sus fuerzas, todos ellos perciben en el
fondo que se han hecho una injusticia a sí
mismos y se desprecian por ese motivo.
(17)
Este párrafo - expresado con toda
crudeza- es diáfano, pero sus
consecuencias resultan preocupantes, o –
cuando menos- intrigantes para un lector
situado a principios del siglo XXI. Antes
de emitir cualquier opinión convendría
apelar a una parte de la entrevista que
Frick le realizó a Maslow en Brandeis. (18)
Frick: Doctor Maslow, usted ha
caracterizado a las personas
17. 17Autor: Rafael Castellano
autorrealizadoras como modelos, como
individuos que eligen bien (…) En otras
palabras, usted parece pensar que (…)
proporcionan realmente una respuesta a la
pregunta ¿cuál es la vida buena? También
ha sugerido que las elecciones libres y los
valores de los individuos que se
autorrealizan señalan que es lo bueno para
la mayoría de los otros seres humanos.
Ahora bien, si esto es cierto (…) ¿Cuáles
serían las consecuencias particulares de
este hallazgo? ¿Qué significa? Debo
confesar que me asusta un poco.
Maslow: ¿Qué significa la autorrealización
en un débil mental? O bien, ¿qué significa
la autorrealización, y es acaso posible, para
alguien atrapado en una situación en la
que debe sacrificar sus propios potenciales
individuales? Usted sabe a qué me refiero;
el hombre con cuatro hijos, un empleo
espantoso y una hipoteca. Quizás el sepa
que quiere hacer, pero no puede hacerlo
por los demás. (…) Siempre hemos partido
del supuesto de que si se deja a los
individuos librados a sus propios recursos,
ellos “crecerán”; si se deja que todo
dependa de la elección individual (…) esta
libertad será bien utilizada (…) Ahora nos
estamos enterando de cuándo funciona y
cuándo no, y en qué circunstancias (…) Las
metas de la autenticidad, de lo que
podríamos llamar idealismo (verdad,
honestidad, justicia y excelencia pura) (…)
es un proyecto para toda una vida (por el)
que uno lucha y trabaja por lograrlo, y que
no se logra en una única y enorme
“experiencia cumbre” (…) La
metamotivación no puede sobrevenir en
forma automática luego de la gratificación
de las necesidades básicas(…) Uno
encuentra gente que está en la (…) hermosa
situación gratificadora de necesidades y,
sin embargo, tiene una suerte de patología
de los valores.
Frick: En otras palabras, incluso con todas
estas gratificaciones básicas, ¿usted quiere
decir que no pasan a ninguna etapa de
autorrealización?
Maslow: Algunos sí y otros no. Algunos no
lo hacen. Simplemente se deprimen en ese
momento, y muchas otras cosas que he
descripto como “metapatología”,
incluyendo toda clase de trastornos de los
valores: no solo cinismo y nihilismo y un
tipo destructivo de anarquismo (…) sino
también anomia y desesperanza y
pesimismo que llevan a la apatía; y
también perfeccionismo, es decir, “o las
cosas son perfectas o no me involucraré”,
que desde luego no encaja en el mundo
real.
Fritz: Digamos que tomamos dos personas,
una de las cuales está básicamente
gratificada en sus necesidades y se siente
segura, cómoda y funcionando dentro de
ese marco. La otra persona está gratificada
y, sin embargo, una de ellas avanza hacia
algo mejor, mas autorrealizador, y la otra
permanece estancada en un sentido de
enclavamiento. ¿Qué determina esa
diferencia?
Maslow: En líneas generales una es “pro-
vida” y la otra es “pro-muerte”. Hay
muchos otros términos: el ganador y el
perdedor, el que se esfuerza y el que no lo
hace, el triunfador y el fracasado, el
luchador débil o el activo y el pasivo. Por el
momento uso “pro-vida” o “vida-positivo”
(…)
Frick: Pero esta orientación positiva con
respecto a la vida no necesariamente
sobreviene en forma automática, como una
función de la gratificación de necesidades
básicas, ¿no es así?
Maslow: Creo que en gran parte se trata de
algo constitucional (…) Las personas que
tienen una actitud positiva frente a la vida
son individuos con intensos apetitos. Mi
expresión es “voces de los impulsos”. Me
refiero a la fuerza de la necesidad (..) la
fuerza o debilidad de todo el asunto.(…)
Podemos hablar de personas
autorrealizadoras en distintos niveles (…)
Personas que están básicamente
gratificadas en sus necesidades, libres de
neurosis y utilizando bien algunas
capacidades, a pesar de lo cual son
“meramente sanas”, en comparación con
las que trascienden.
Me voy a permitir hacer la siguiente
relectura: las metas trascendentes
enraizadas en el fundamento ético de la
naturaleza humana y orientadas a la
búsqueda de la “excelencia pura”
(asociada al despliegue de la propia
vocación y las propias potencialidades)
pueden encontrar una barrera en las
circunstancias (un mal trabajo, una pesada
hipoteca, etc.) pero, aún así, las personas
“pro-vida”, aquellas que tienen una actitud
18. 18Autor: Rafael Castellano
positiva, trascienden, se autorrealizan,
llegan a ser lo que potencialmente son.
Esa actitud es de orden constitucional.
Podría decirse que ese rasgo “pro-vida”se
refiere a algo exclusivamente biológico.
Sin embargo parece ir más allá, parece
invocar una “voluntad”, una “disciplina”.
Invocar la idea de “voluntad” significa
apelar a sujetos libres e intencionales
(algo perfectamente compatible con la
postura filosófica y antropológica de
Maslow). ¿Cómo entender esto? Si las
circunstancias pueden llegar a convertirse
en una barrera para la autorrealización,
entonces, dadas esas circunstancias, no
somos libres. Pero, por otro lado, hay algo
en nosotros mismos que nos hace
intrínsecamente libres: nuestra conciencia
de las restricciones y nuestra voluntad de
superarlas. ¿De dónde proviene eso
intrínseco? Quien no ejerce esa conciencia
y esa voluntad, parece sugerir Maslow,
tiene un déficit constitutivo.
¿Dónde queda en este escenario el poder
de la cultura para construir conciencias
alienadas y cooptar voluntades? Pues
bien: diluido tras el peso de una noción
trascendente de lo propiamente humano.
¿Adónde nos lleva esta visión en términos
de una teoría motivacional?
Dice Maslow: “(…) las conductas que están
genéticamente determinadas son muy
triviales, no triviales sino reflejas y, por eso,
no tienen mucha importancia para el
psicólogo (…) Me refiero a los impulsos, a
las necesidades en sentido estricto. (18) En
otras palabras, los cuatro primeros
estamentos de la jerarquía de necesidades
(las necesidades de déficit o “necesidades-
d”) se asocian con conductas reflejas y
homeostáticas. Pero algunas personas (las
auto-actualizadoras) pueden ir más allá por
mérito de la voluntad, el esfuerzo y la auto-
responsabilidad). Pueden hacerlo por
mérito de una predisposición constitutiva
pero también -señala nuestro autor-en
virtud de una adecuada educación. Cuando
Frick le pregunta si este énfasis en lo
educativo no representa una variante de
“ingeniería de la conducta”, Maslow le
responde que piensa que si existiera
alguna “escuela ideal”, la consideraría muy
“útil”, pero que piensa en ella con un
criterio “taoísta”.
------------------------
El Tao es algo que no puede ser alcanzado
por ninguna forma de pensamiento
humano y que significa “camino” o
“sendero” que conduce a la meta. Decía
Lao-Tsé que “el Tao es el espacio vacío
para que se manifieste el todo. Es la fuente
primaria, “cósmica”, de la que proviene la
creación. Es insondable. (…) Al encontrar el
camino que conduce de la confusión del
mundo hacia lo eterno, estamos en el
camino del Tao”. (19) El objetivo del Tao es
enseñar al hombre a integrarse a la
naturaleza, enseñarle a fluir, a integrarse a
sí mismo en concordancia y armonía.
Enseña a compenetrarse con esa
naturaleza y armonía de tal modo que
llegue a experimentar en su propio cuerpo
sus ritmos vitales, ganando así serenidad
mental y energía física. El hombre taoísta
no se deja arrastrar por las dualidades (lo
bueno, lo malo) porque vive consciente de
su unidad y busca el equilibrio alejándose
de los artificios de la vida social, pero
inmerso activamente en el día a día.
En otras palabras, no hay en las cuatro
primeras escalas completas de la Jerarquía
de Necesidades, “motivaciones” sino
“móviles de la conducta” que son
“reflejos”. No hay, allí, “agente de la
conducta” identificable. El estímulo para
actuar es orgánico, homeostático. La
motivación, entendida como “propósito”,
“proyecto” solo se da en la búsqueda de la
autorrealización y, con relación a esa solo
se destacan dos posibilidades
disparadoras o facilitadoras: 1) un rasgo
constitutivo que nos define como personas
pro-vida o pro-muerte (rasgo biológico
pero también trascendental); 2) una
educación que nos enseñe a implicarnos
equilibradamente con lo cotidiano,
integrando lo bueno y lo malo, lo favorable
y lo desfavorable, armónicamente, y
también a comprometernos en recorrer un
sendero de descubrimiento y creación de
nuestro destino (ser lo que potencialmente
podemos ser).
Si los móviles responden a conductas
reflejas, solo hay “motivación” entendida, o
bien como “carácter” (rasgo constitutivo) o
bien como “búsqueda” (persecución
entrenada de un destino y un modo de
vivir).
19. 19Autor: Rafael Castellano
Biologismo ambiguo
Haciendo una crítica a las posturas
existencialistas radicalizadas, dice
Maslow:
(He utilizado) la analogía “el hombre
realiza sus potenciales de manera muy
similar a como una bellota se convierte en
un roble”, para señalar que las
potencialidades son de tipo genético,
instintivo o de base biológica. (…)
Pero a continuación reafirma su mirada
existencialista:
Diría que las potencialidades de la
naturaleza humana tienen una raíz
biológica (…) pero es en la cultura y en la
propia vida, y con voluntad y con
autorresponsabilidad que el hombre se
hace a sí mismo. Es decir, si no hace nada
con las potencialidades, uno es un vegetal
(…) Creo que la manera más sencilla de
decirlo es con los términos existencialistas:
“El hombre es su propio proyecto”. Pero lo
exageran, porque se vuelven antibiológicos.
(20)
La primera observación que surge
espontánea e inmediatamente es la que
plantea J. Richey (21): Si las personas son
libres para esculpirse y determinar
creativamente sus propios destinos,
entonces ni lo “constitucional” ni lo
“ambiental” juegan un rol significativo en
la conducta humana. Entre ambas, Maslow
se inclina levemente por lo constitucional,
sin embargo parece utilizar ese concepto
más para reconocer la raíz biológica
común de lo humano que para explicar las
diferencias individuales de personalidad.
Ve el impulso hacia la auto-actualización
como algo innato y entiende que el rol de
la sociedad y la cultura es meramente el
de facilitador o inhibidor. De hecho solo le
otorga un peso más o menos significativo
al “entorno temprano” en que se desarrolla
la personalidad, cuando se ha tratado de
algo devastador y destructivo, generador
de disturbios emocionales en etapas
posteriores.
No creo que sea demasiado justo criticar a
Maslow en lo que concierne a su visión
sobre la herencia biológica y en lo que
respecta a su difusa visión sobre la
influencia recíproca entre biología y
ambiente. En primer lugar, porque los
significativos avances de la biología y de la
neurofisiología actuales no estaban
disponibles en su época. En segundo lugar
porque, aunque muy superficialmente, no
dejó de señalar esa repercusión mutua
entre ambiente y biología. Sin embargo es
interesante entender las implicancias de
ciertos puntos oscuros de su teoría, vistos
desde las perspectivas actuales.
Maslow no extrae ni extrema las
derivaciones de su postura
“constitucionalista”. Por ejemplo, en el
ámbito de lo que el señala como
“naturaleza” fundamentalmente
bondadosa (y relacionada con intuiciones
morales) de los seres humanos, su
afirmación parece alinearse conciertos
postulados de la “biología evolutiva”, de
matriz darwinista, encarnada por ejemplo
por el biólogo Frans de Waal y el psicólogo
Steven Pinker, y también por algunos
“psicólogos del desarrollo” como Jerome
Kagan.
Las posturas de estos autores parte del
imperativo darwinista: reconocer la
continuidad con los animales. Nuestro
cerebro, así como todo el resto de nuestro
equipamiento biológico, es un producto de
la evolución. Esa base innata, biológica,
está en el origen de nuestro
funcionamiento psicológico. Pues bien:
¿Qué podemos aprender mediante la
observación de la conducta de monos,
como los capuchinos, cuyo ADN es
impresionantemente similar al de los
humanos?
Podemos aprender, por ejemplo, como
señala De Waal (22), que somos agresivos
pero podemos posponer la hostilidad
cuando se revela la necesidad o la
conveniencia de cooperar. Sin embargo
cuando las recompensas son asimétricas,
se tiende a retacear la cooperación y a
20. 20Autor: Rafael Castellano
conductas de objeción. La noción de
injusticia, inequidad, parece estar
enraizada en nuestra naturaleza. Pero no
se trata aquí de una idea de “justicia”,
despojada o sublime (del tipo: es justo que
todos puedan acceder a las mismas
posibilidades o bienes que yo ya tengo),
sino de un sentimiento más egoísta (no es
justo que yo no tenga o reciba lo que otros
ya tienen o reciben).
Otro punto (que puede extraerse de la
psicología evolutiva) es la idea de Pinker
(23) de que existe una capacidad innata
para actuar como ser moral, en base a
valores que tienen una base biológica (“un
reflejo consciente de la acción de nuestros
lóbulos pre-frontales que nos permiten
actuar según reglas sociales que
llamamos responsabilidad, reproche,
recompensa y castigo”). ¿Cómo interpretar
esta definición de “ser moral”? Una idea
complementaria, de Kagan, puede iluminar
esta aseveración. Dice Kagan:
La evolución de las especies nos ha dotado
con la facultad de distinguir precozmente el
“bien” del “mal” y de sentir cierto malestar
al realizar actos que sabemos o
presentimos que están prohibidos, e
incluso que son inmorales. Este atributo
inscripto en nuestra biología, es una
cualidad particular de nuestra especie, así
como la araña sabe tejer una tela o la abeja
construir un panal. Así, pues, desde muy
temprano manifestamos una capacidad
para no actuar mal. Pero esa tendencia
biológica a actuar de manera moral, si bien
es universal, lo es a nivel general; no dicta
en nada tal o cual moral particular,
específica de una cultura. (24)
La vergüenza y la culpa, según Kagan, son
para los seres humanos tan intrínsecas
como el miedo, y determinan nuestro
funcionamiento con la misma influencia y
con igual precocidad. Sostiene que hay
que abandonar la idea según la cual el
“principio del placer” está en el origen de
nuestra moral y, con ella, de nuestra
conducta en sociedad. Es difícil realizar
una lectura unívoca de estas afirmaciones
porque el fundamento biológico innato,
que nos define como “seres morales”
(seres que orientan sus acciones por
valores asociados al “bien”) pareciera
haberse desarrollado –como facultad- en el
transcurso de la evolución, pero al modo de
un mecanismo adaptativo a reglas y
prohibiciones sociales. Así queda
planteada una noción de “innatismo” muy
evasiva, donde el equipamiento biológico
provendría de constantes adaptaciones
derivadas de exigencias sociales remotas.
(*)
_____
(*) Aún cuando el fundamento biológico,
que nos constituiría como seres morales,
me parece difuso, lo es en grado menor a
las afirmaciones de H. Maturana de que
somos seres amorosos, las que se apoyan
en la explicación de que los humanos
conservamos un modo de vida en la
aceptación alrededor de la mujer, que
expandió su sexualidad al pasar de ciclos
anuales a una sexualidad permanente en
torno a la ternura y la sensualidad, lo que
expande la intimidad y el placer de la
coexistencia como fuente de bienestar.
Este modo de vivir dio origen a la familia
ancestral y permite, por ejemplo, compartir
alimentos y colaborar en la crianza de los
niños.
¿Es esta la idea de “constitucional” que
abraza Maslow?
La pregunta no es ociosa (ya veremos las
implicancias de contestarla en uno u otro
sentido) porque lo innato puede
entenderse desde otra perspectiva. Por
ejemplo, al modo en que lo entiende la
psicóloga del desarrollo Mary Rothbart.
(25)
Rothbar, quien realizó trabajos en
cooperación con Michael Posner, tomó de
este una idea relacionada con el “estudio
de la atención”. Posner descubrió la
existencia de tres redes neuronales que
serían los componentes más importantes
de la atención. El primero es el sistema de
orientación en el mundo que nos rodea; el
segundo mantiene el estado de alerta y el
tercero permite el ajuste a los conflictos
frente a otras respuestas posibles (lo que
él llama la “atención ejecutiva”). El
desarrollo de esas redes se produce sobre
todo entre los cuatro y los seis años.
Las investigaciones de Mary Rothbart
contribuyeron a definir el “temperamento”.
Descubrió que la evolución de este
depende de “factores de inestabilidad” o
de “estabilidad”, en otras palabras de
21. 21Autor: Rafael Castellano
elementos que contribuyen a mantener
estables algunos aspectos del
temperamento o a modificarlos. Esos
factores son cinco: 1) Las condiciones
biológicas del niño; 2) La red social; 3) La
consolidación de determinados
comportamientos o el aprendizaje social;
4) Los prejuicios sociales acerca del
género, la edad, la apariencia física, etc., 5)
La ecología, incluido el ambiente físico y
los factores económicos.
Sus investigaciones la llevaron a
“encontrar” una suerte de huella original
del individuo a la que llama
“temperamento”, y que define como
diferencias individuales constitucionales de
reactividad y autorregulación (aquí la
palabra “constitucional” hace referencia a
la idea de fundamento biológico
influenciado por la herencia, la maduración
y la experiencia). Esta definición está lejos
de ser un concepto rígido donde el
temperamento sería una suerte de
carácter hereditario e inmutable que
determinaría de forma definitiva la
conducta futura de un individuo. Más bien
se trata de un esbozo de partida. Rothbart
demostró que los niños tienen, desde el
comienzo, características
comportamentales propias, algunas de las
cuales son relativamente estables y que se
relacionan con las tres redes neuronales o
sistemas descriptos por Posner, y que
permiten la autorregulación (capacidad de
seguir reglas, comprender instrucciones,
organizar o formular un pensamiento). El
temperamento está ligado a factores
biológicos y es algo diferente a otras
dimensiones de la personalidad que son
más del orden de las interacciones entre
individuos y que pertenecen a un nivel
cognitivo.
Si aceptamos que lo “constitucional” está
asociado al temperamento, tal como lo
propone Rothbart, estaríamos adoptando
una visión de lo “innato” que va más allá
de las condiciones biológicas del niño
(producto de la evolución y de los procesos
adaptativos remotos de la especie) y que
incluye una ponderación fuerte de las
cuestiones ambientales que intervienen en
etapas muy tempranas de cada vida
particular, co-produciendo ese algo innato
que Rothbart denomina, justamente,
“temperamento”.
¿Será esta la idea que Maslow adopta
acerca de “lo constitucional”? Es difícil
decirlo. Sin embargo tenemos una pista
que el propio Maslow nos ofrece cuando
dice: “…me irrita el punto de vista que
acentúa en exceso lo sociológico y
ambiental …”(cita que ya hemos
adelantado en la página ocho).
Esto parecería indicar que Maslow está
más cerca de los biólogos evolutivos que
de posturas como las de Rothbart. Esta
impresión parece fortalecerse cuando uno
recuerda la siguiente afirmación de
Darwin:
“Como la selección natural trabaja solo
para y por el bien, todas las dotaciones de
cada ser tenderán a progresar hacia la
perfección”. (26)
En la afirmación de Maslow que sostiene
que la más alta motivación es la que se
relaciona con la necesidad de auto-
actualización o realización de los
potenciales de cada quien, resuena
inequívocamente esa afirmación de
Darwin.
Si pensamos a Maslow –entonces- como
alguien fuertemente influído por el
biologismo evolucionista, es difícil
entender (si es que realmente esa es su
idea) que esa auto-actualización sea
posible en el marco temporal de una vida
concreta: la selección evolutiva es un
proceso lento y trans-generacional. Tal
como escribió el biólogo Humberto
Maturana:
“La ontogénesis de cualquier sistema
estructuralmente determinado comienza-
en su origen- con una estructura celular
inicial. Como consecuencia, lo que
constituye el linaje de un sistema vivo es la
conservación de su estructura inicial
particular, estructura que especifica una
configuración particular de derivas
ontogenéticas. Esa configuración de
posibles derivas ontogenéticas es lo que
llamo “fenotipo ontogenético del linaje”.
Una sola de esas posibles derivas tendrá
lugar, y será resultado de sus dinámicas
internas ante las contingencias de las
particulares perturbaciones que debe
enfrentar. (…) Alguien podría afirmar que el
curso ontogenético de un sistema vivo es
seleccionado por el medio. Sin embargo la
selección no ocurre dentro del plazo de la
22. 22Autor: Rafael Castellano
historia de vida de un sistema vivo (….)” (27)
Creo que estas hipotéticas inconsistencias
en el biologismo de Maslow están muy
relacionadas con su temerario propósito
de conciliar el biologismo evolutivo con el
existencialismo sartreano y con la
influencia (nunca negada y
contradictoriamente combatida y
admirada al mismo tiempo) de los
postulados de Freud. Ese intento coloca-
además- a su teoría motivacional en clara
contradicción con los postulados de la
biología evolutiva. Para especialistas de
esta corriente, la motivación se vincula
más con la autoconservación y con
algunas emociones primordiales (el miedo,
la culpa, la vergüenza) que con respuestas
de carácter homeostático a necesidades
no satisfechas. La jerarquía de
necesidades de Maslow (las cuatro
categorías más básicas) sigue siendo
tributaria del principio de placer freudiano.
Son, en definitiva, numerosos y diversos
los problemas que surgen del biologismo
ambiguo de Maslow y de sus esfuerzos por
acoplarlo con el existencialismo y el
psicoanálisis. Para no extenderme mucho
más me concentraré en dos temas
adicionales a lo ya mencionado.
¿Qué implicancias tiene hablar de
“voluntad” (como lo hace Maslow) cuando
se adopta una postura biologista?
Alguien que ha estudiado la “fisiología de
la voluntad” es Marc Jeannerod (28), quien
ha investigado las acciones
autogeneradas (es decir, las que no son
reflejas) descubriendo que antes de un
movimiento hay secuencias de
activaciones cerebrales observables que
describen etapas anatómicas sucesivas
puestas en juego para la construcción de
una representación. Ahora bien: ¿Qué
motiva la acción? Jeannerod valora –frente
a esta pregunta- el trabajo de Antonio
Damassio quien sostiene que hay
“marcadores somáticos” que sirven de
índice en la toma de una decisión. Así, la
mejor decisión es la que genera más
afectos positivos (emoción y humor) y
menos afectos negativos. Jeannerod
vincula esta idea con las de Joshua Green
y Jonathan Cohen quienes conciben la
motivación como la decisión que provoca
al sujeto el menor mal y le produce el
mayor placer. Esta definición lleva a otra:
las personas más inteligentes y las más
morales son –justamente- aquellas que,
ignorando los marcadores somáticos,
toman decisiones basadas en la lógica y
en la racionalidad. Sin embargo ocurre
que, puestas ante decisiones que
involucran problemas morales, las
personas dudan respecto de que es lo
racional, sobre todo cuando el nivel de
implicación personal es muy grande.
La conciencia de la acción es un
fenómeno tardío, lo que plantea un
problema respecto de la cuestión del libre
albedrío. La tesis fisiológica muestra que
existe un determinismo cerebral de la
acción voluntaria. La mayoría de las
acciones son ejecutadas de manera
inconsciente o automática. La conciencia
de la acción aparece, entonces, después
de la acción misma. Es exactamente lo
contrario de lo que sucede cuando uno
aprende. Existe una toma de conciencia
cuando el modo automático no funciona
más, o no funciona bien; en cambio, hay
un pasaje a modo automático cuando una
secuencia de acción es sobre-aprendida.
El papel de la conciencia es establecer una
coherencia “después de la jugada”, entre
una acción, su objetivo, sus motivaciones,
o incluso establecer una consonancia
cognitiva entre el antes y el después de la
acción.
Como ya vimos, Maslow también realiza
una distinción entre “actividades reflejas”
y “acciones auto-generadas”. En el mundo
de “lo reflejo” ubica todas las actividades
vinculadas a lo que suele denominarse
“drive reduction” (generadas por la
tendencia homeostática a reducir los
desequilibrios que surgen de un déficit de
satisfacción en las “necesidades D”) y en
el universo de las acciones autogeneradas
se alistarían las acciones conscientes,
23. 23Autor: Rafael Castellano
donde tiene lugar una “voluntad” operante.
Para Maslow, como ya señalamos, esa
voluntad sería una facultad que opera
sobre un trasfondo de determinismos
biológicos productores de automatismos,
y que –aún así- se erige y se sostiene a
partir de “marcadores somáticos” que nos
inducen a tomar decisiones y modificar
conductas, con lo que se busca –
justamente- quebrar esos automatismos.
La voluntad, así entendida, no es
teleológica, no persigue ningún proyecto
ni pretende alcanzar ciertas perfecciones.
Despunta, en cambio, a partir de la
insatisfacción o incomodidad (gatilladas
por marcadores somáticos) frente a los
resultados de nuestras respuestas
automatizadas.
Para Maslow, en cambio, la voluntad es
una facultad de naturaleza consciente (no
hay que olvidar que Maslow asocia, de
algún modo, las ideas de voluntad y
responsabilidad, y está última no es
posible sin la capacidad consciente de
auto-atribución) y orientada a desarrollar
una suerte de plenitud.
Para neuro-fisiólogos como Jeannerod, la
conciencia es un fenómeno posterior a la
acción. Dice Jeannerod:
La conciencia de la acción es un fenómeno
tardío. Esto plantea la cuestión del libre
albedrío. La tesis fisiológica muestra que
existe un determinismo cerebral de la
acción voluntaria (…) La mayoría de las
acciones son ejecutadas de manera
inconsciente o automática. La conciencia
de la acción aparece, entonces, después de
la acción misma.
Las implicancias de volcarse hacia una u
otra postura son vastas. Si la voluntad es
solo una respuesta adaptativa, consciente
y ex post (a lo Jeannerod), cuyo
mecanismo para decidir y disparar
acciones se vincula con marcadores
somáticos y señales de desajuste
(cognitivo y/o emocional), estamos ante
algo similar a las redes neuronales que
describe Michael Posner y sobre las cuales
Rothbart estudió la “atención” y construyó
su visión del temperamento.
Si, en cambio, la voluntad es una facultad
consciente que disciplina al organismo y
lo orienta hacia el desarrollo de todas sus
posibilidades potenciales, estamos ante
un “agente” existencialista. Esta parece ser
la postura de Maslow.
Una de las posibles críticas que podrían
hacerse es que no se puede ser
“constitucionalista” y homeostático para el
amplio mundo de las “necesidades d”, y
“existencialista” y teleológico para hablar
de una facultad como, en este caso, la
voluntad. Sin embargo, no es algo que
podamos despachar tan fácilmente. No
habría que cerrar sin más la posibilidad de
preguntarnos: ¿por qué no se puede?
El último punto que deseo abordar
respecto de lo que hemos llamado
“biologismo ambiguo” de Maslow son los
alcances e implicancias de su idea de
conciencia, y atado a ella, de su idea de
potenciales.
¿Cuál es el origen y la naturaleza de los
“potenciales personales” en los que
Maslow basa lo más importante de su
teoría motivacional orientada hacia la
“auto-actualización? La verdad es que no
lo sabemos con precisión (es en este
punto donde la brecha entre los avances
científicos recientes y los que estaban
disponibles en la época en la que Maslow
desarrolló su obra, tiene mayor impacto).
Por eso, empecemos al revés. ¿Qué dicen
la neurobiología y la neurofisiología sobre
la estructura del cerebro, la conciencia, la
memoria, etc.?
David Hubel (29), por ejemplo, realizó
importantes investigaciones sobre la vista
cuyos emergentes son interesantes como
introducción a estas cuestiones.
Por ejemplo, cuando miramos un libro no
hay –hablando con propiedad- un libro en
nuestra retina, sino un conjunto de pixeles
(cercano al millón). Luego, al cabo de un
proceso de “construcción”, se nos aparece
el libro con sus signos, sus gráficos, etc.
“Ver” es, entonces, la respuesta final de un
proceso de “interpretación”.
¿Cómo funciona este complejo sistema?
Hubel invirtió años en inventariar las
funciones cerebrales localizando, entre
otras, las zonas responsables del
reconocimiento visual del color, de la
profundidad y del movimiento. Se
preguntó, entonces, si la corteza visual
primaria ya se encuentra “cableada” antes
24. 24Autor: Rafael Castellano
del nacimiento o si el cableado se elabora
en los primeros meses de vida gracias a
los estímulos visuales que recibe el bebé.
Desarrolló un experimento, hoy famoso,
provocando una ceguera parcial en
animales recién nacidos (tapando uno de
sus parpados). Percibió que el ojo privado
de visión se vuelve ciego, pero no el otro.
Cuando se le devuelve la visión al animal
esta ceguera se revierte, aunque no por
completo, y solo a condición de privar esta
vez de visión al otro ojo. De esta manera,
el ojo que se había enceguecido primero
puede compensar las lagunas sufridas en
su desarrollo. Al entrar a “competir”,
ambos ojos se disputan las conexiones
neuronales. El ojo dotado de visión
impedirá al ojo cerrado que se desarrolle
normalmente puesto que las conexiones
neuronales reservadas a este último se
desactivarán.
Este descubrimiento trastocó los
preconceptos de la época sobre el
aprendizaje porque descubrió que ciertas
partes del cerebro están pre-cableadas y
que este cableado puede debilitarse por la
falta de estímulos. David Hubel demostró
que existe un período crítico de
elaboración del funcionamiento de la
visión: según el tipo de estimulaciones
recibidas por los ojos durante el período
crítico (semanas o meses que siguen al
nacimiento) es posible obtener cambios
importantes en las conexiones neuronales,
cambios que se vuelven imposibles de
realizar en el adulto. La consecuencia más
importante de sus descubrimientos, para
la psicología, (sostiene el propio Hubel) es
demostrar la falsedad del concepto de
“tabla rasa”. Es innegable que, después del
nacimiento, nuestro medio contribuye al
desarrollo de muchas conexiones
neuronales. Sin embargo, ya existen
numerosas correlaciones al momento del
nacimiento.
En un sentido parecido se despliegan las
investigaciones de Gerald Edelman (30)
(neurobiólogo, premio Nobel). Edelman
estudió como se estructura el cerebro en
el curso de su desarrollo; que grupos
neuronales se privilegian y cuáles no.
En el feto, durante el transcurso del
crecimiento del futuro sistema nervioso,
las células neurales (que forman las
neuronas) se desplazan siguiendo un
trazado que las lleva al lugar donde se
constituyen las estructuras del cerebro (la
corteza). ¿Cómo son señalizadas estas
vías? ¿Qué señal indica a una célula
neural, que puede detener su migración y
comenzar a crecer para formar una
neurona? Edelman sostiene que esta guía
es provista por las moléculas de
adherencia de las células nerviosas. Poco
a poco, además del plano funcional que
sigue al plano anatómico, asistimos en el
cerebro a la instalación de “grupos
neuronales”, de redes interactivas entre
estos grupos. Luego, a configuraciones de
mapas (redes del cortex y el tálamo en
interacción). Edelman intenta explicar la
selección, el arreglo y las funciones de los
grupos neuronales, en tres niveles
sucesivos:
- La formación de un repertorio
primario (anatómico) por un
proceso de selección neuronal
ligado al desplazamiento,
actividad y/o muerte de las
células, y a las conexiones que las
neuronas pueden establecer entre
ellas (neuronas vecinas se
conectan abundantemente y
cooperan).
- Luego, la formación de un
repertorio secundario (que toma
como base al repertorio
primario/anatómico) donde se
producen algunas modificaciones
funcionales en la organización del
cerebro, que ocurren por el
fortalecimiento de ciertas
conexiones (sinapsis) de grupos
neuronales y que se originan en
las experiencias del organismo.
- Finalmente, estos circuitos
funcionales terminan por formar
cartografías cerebrales globales.
Esos mapeados utilizan grupos
neuronales enteros de manera
variable y realizan nuestros
procesos psicológicos más
sofisticados (fenómenos
perceptivos, cognitivos y
conscientes).
Partiendo de estos mapeados globales
que se forman en nuestro cerebro: ¿cómo
se produce el fenómeno que llamamos
“conciencia”? Edelman sostiene que
25. 25Autor: Rafael Castellano
deben darse tres condiciones:
a) Una “percepción activa” del mundo
exterior (que pueda utilizarse en el
interior de los mapeados). Esta
“percepción activa” descansa
tanto sobre la percepción pasiva
de las informaciones sensoriales
provistas por los sentidos, como
sobre “acciones motrices” que
permiten obtener nuevas
informaciones sensoriales y
ajustar el comportamiento a la
información en una suerte de
“bucle dinámico”. Además de la
entrada continua de nuevas
informaciones en el interior de los
mapas corticales, hay un
intercambio recíproco de señales,
de un mapa al otro, que se
mezclan con las nuevas entradas y
permanecen disponibles. Edelman
los denomina “bucles de
categorización o clasificación de
las percepciones”. Estas
categorizaciones perceptivas nada
tienen que ver con las categorías
kantianas: son determinadas (“en
tiempo real”) por valores internos
al organismo ligados a las
exigencias biológicas (necesidad
de energía, de agua, de descanso,
etc.) implicadas en la
supervivencia.
b) La posibilidad de una memoria a
corto y largo plazo. Quien dice
“percepción” y categorización
(para poner un poco de orden en lo
que ofrece el mundo) dice
necesidad de una memoria (en
especial, para que pueda llevarse a
cabo algún aprendizaje). La
memoria, para el cerebro, refleja la
posibilidad de elaborar, a partir de
las categorías perceptivas,
mapeados globales susceptibles
de ser reactivados en su momento.
De hecho, la memoria consiste en
consolidar y reforzar las
categorizaciones perceptivas que
el cerebro realizó con anterioridad.
Comporta también (en función de
las categorías y la situación)
modificaciones sinápticas
suplementarias. Recordar es
realizar un proceso de re-
categorización continuo y
dinámico. Nuestra memoria
descansa sobre la reactivación de
un mapeado global particular del
cerebro, en una situación
particular: el cerebro está de nuevo
en un estado similar o próximo al
que tenía cuando hicimos la
experiencia de la que nos
acordamos. Eso explica que la
memoria dependa de los
contextos en los cuales
recordamos.
c) Con la posibilidad de realizar
categorizaciones perceptivas cada
vez más finas, y de recordarlas en
momentos útiles, el cerebro
desarrolla una condición
suplementaria para el nacimiento
de la conciencia (que ajusta un
poco más el comportamiento de
los organismos a su entorno): se
trata de la capacidad de formar
“conceptos”. Aún antes de la
aparición de un lenguaje, el
cerebro establece relaciones
elaboradas, cada vez más
“abstractas”, entre los actos del
organismo y las cosas. Se vuelve
capaz de reconocer relaciones
entre acontecimientos variados,
activando los mapeados
apropiados e integrando, a la vez,
nuevas señales. Formar conceptos
consiste en realizar
categorizaciones cada vez más
extensas, con mayor variedad de
matices, a medida que
evolucionan las relaciones
anatómicas y funcionales entre
grupos neuronales. Esto se debe a
la posibilidad de memorizar a largo
plazo. El “zócalo” de relaciones
que se va formando es la base
para la aparición de un primer tipo
de conciencia. Con mayor
frecuencia estas categorizaciones
elaboradas no reciben entradas
26. 26Autor: Rafael Castellano
directas (señales venidas del
exterior): se basan en las señales
que provienen del interior, desde
los mapas funcionales específicos.
El cerebro realiza pues, por una
parte, los mapas de los
acontecimientos exteriores y de
las acciones –los mapeados
globales cambiantes- y, por otra,
mapas de sus propias actividades,
de las categorías generales de los
diversos tipos de mapeados
globales. Conserva así las huellas
de sus actividades pasadas y,
llegado el caso, recurre a
“conceptos generales”: la
reactivación de mapeados
globales por medio de estructuras
que rigen las relaciones entre
mapas en un nivel más general.
Aparece, así, una primera forma de
conciencia.
Las corrientes que venimos ilustrando
suelen ser agrupadas bajo el nombre de
“conexionismo”. Quizás, las ideas de
James McClelland (31) (psicólogo
cognitivo) nos puedan ayudar a resumir
algunos principios básicos del
conexionismo.
Nuestro cerebro se compone de neuronas
organizadas en redes. La información se
procesa en redes, más que en sistemas
independientes. Una red designa el
conjunto de unidades simples –llamadas
básicas- conectadas entre sí. Pueden
activarse más o menos, en función de las
señales que reciben de las otras unidades
de la red; y recíprocamente ellas mismas
enviarán señales a otras unidades. Las
conexiones entre unidades pueden ser
“excitatorias “ -aumentan la activación de
la unidad que recibe la conexión- o
“inhibitorias” – la disminuyen-. Para
explicar la mente, la fuerza de esas
conexiones entre unidades básicas es
esencial. Los conexionistas consideran
que las unidades que se activan al mismo
tiempo refuerzan su relación, y luego
tienen más tendencia a influirse y
activarse juntas. Finalmente, para conocer
la activación general de salida de cada
unidad, se agregan las “señales de
entrada” excitatorias e inhibitorias. A partir
de la información que se le provee al
principio, la respuesta de una red depende,
entonces, de la activación general del
conjunto de sus unidades. La red
presentará una configuración de
activación, un “aspecto” general: es
diferente para cada información de
entrada y da respuestas adaptadas a cada
situación.
Pues bien, la pregunta que habíamos
dejado planteada era: ¿Cuál es el origen y
la naturaleza de los “potenciales
personales” en los que Maslow basa la
parte más importante de su teoría
motivacional orientada hacia la auto-
realización?
Lo que, de alguna manera, nos dicen
autores como Hubel, Edelman y
McClelland es que tales potenciales se
desarrollan por un proceso de selección
donde neuronas, posteriormente grupos
de neuronas interconectadas y, finalmente,
cartografías cerebrales, emergen a partir
de un sustrato anatómico (células
neurales) pero se constituten y entraman a
partir de las experiencias del organismo
frente al medio (sobre todo aquellas que
tienen lugar durante el temprano “período
crítico”). Los potenciales surgen de esta
trama la que, si bien los determina en buen
grado, es una trama dinámica y puede ir
cambiando a partir de las experiencias.
Si bien Maslow no especifíca cual es el
origen de los “potenciales” podríamos
intuir que no se refiere exactamente al
entramado recién descripto porque
sostiene, por ejemplo, que el hombre
puede realizar sus potenciales a partir de
la voluntad y la responsabilidad (lo que
implica también a la conciencia). Los
autores recién citados sostienen que la
conciencia y la voluntad son producto de
la misma trama neuronal. Maslow –por su
parte- entiende que conciencia y voluntad
pueden orientar y desplegar el máximo
potencial de esa trama (como si se tratara
27. 27Autor: Rafael Castellano
de cosas ajenas a ella). Esta es, a mi juicio,
otra muestra de lo difuso del biologismo
de Maslow.
Minimización de lo cultural
En este punto de vista seré breve. Como
señalamos en la página ocho, Maslow
afirmó:
“Me irrita el punto de vista que acentúa en
exceso lo sociológico y ambiental en la
psicología”.
Esta postura también está en la base de
una serie de problemas de su teoría
motivacional. La más importante de las
debilidades que surgen de ella es ignorar
por completo la “adscripción social de
motivos”.
Por empezar, y más allá de que Maslow se
haya sentido irritado por quienes otorgan
un peso importante a lo social, son
(además de los profesionales de
disciplinas humanistas) las distintas
corrientes “constitucionalistas” (la
biología, la neurofisiología, la psicología
del desarrollo, y hasta la propia rama que
estudia la genética del comportamiento)
quienes han rescatado el rol de lo social.
Un ejemplo de lo que estoy señalando es
Robert Plomin (32), uno de los expertos
más reconocidos internacionalmente en el
estudio de las influencias recíprocas entre
genes y ambiente, quien ha explorado la
relación entre genética y personalidad.
Como resultado de sus investigaciones
sobre las moléculas de ADN en más de
10.000 casos de gemelos monocigóticos,
Plomin no toma partido ni por lo innato ni
por lo adquirido. Nuestros genes hacen
eco en nuestro ambiente: no le hablan al
vacío.
La genética del comportamiento evalúa la
influencia de los genes, pero se interesa
también por las influencias ambientales.
Sobre esa base estudia los parecidos y
diferencias de personas familiares,
poniendo especial atención sobre las
interacciones entre los genes y el
ambiente. El resultado general es simple
de enunciar: existe un índice de
contribución de los genes sobre diferentes
rasgos, pero esto no implica un
determinismo genético total o despótico.
El entorno, afirma Plomin, tiene poca
influencia en las similitudes, pero
contribuye intensamente en las
diferencias observadas. Por “entorno” los
genetistas se refieren a algo más que
nuestro entorno próximo: más allá de la
acción parental incluyen todas las
influencias que no son genéticas: desde lo
que sucede en el útero materno, hasta
enfermedades y regímenes alimentarios.
Estas influencias ambientales, específicas
de cada persona, son “no compartidas” y
producen diferencias en niños de una
misma familia. Estos eventos no son
fácilmente determinables, pero incluyen
cosas tales como la experiencia de un
divorcio, la actitud de los padres, las
relaciones de amistad, etc. Es decir, los
distintos acontecimientos y experiencias
de cada vida particular.
Dicen Alan Blum y Peter McHugo (33) que
cuando se minimiza o ignora lo social, los
motivos tienden a ser concebidos como
características internas y privadas de las
personas, que las coercionan a realizar
ciertas conductas. En tal visión
característica, se los considera –
simultáneamente- cómo: 1) variables o
antecedentes causales de un evento; 2)
estados característicos de las personas
implicadas en el evento.
Eso les parece inadecuado porque parte
de la idea de que los motivos son
emergentes privados e interiores que
residen en la gente, antes que cursos de
acción públicos y observables.
Si los sociólogos tratan de entender y
formular descripciones de la acción social,
y si el estatus analítico de la acción social
reside en su carácter de conducta
normativamente orientada por el mismo
ambiente que ella constituye, entonces un
motivo puede funcionar como una “regla
del observador” para decidir el carácter
normativamente orientado de la conducta.
Visto así, un motivo representa una
elección (sociológica) sobre de que
manera reformular ítems de conducta
concretos como instancias de acción
social. Sirve como elección teórica para
explicar el carácter de un evento en tanto
instancia de la acción. Un motivo no es,
entonces, una “cosa en el mundo” sino un
modo de concebir la acción social. En un
sentido sociológico más preciso, son los
observadores quienes introducen un