Este documento analiza la violencia como un dispositivo de poder a través de una perspectiva genealógica y foucaultiana. Examina cómo la violencia se ha configurado históricamente a través de prácticas discursivas que generan verdades y relaciones de poder. Señala que la violencia no debe estudiarse como un fenómeno continuo, sino cómo surgió en ciertos contextos para convertirse en una pieza clave del ejercicio del poder en el país.