Poner límites a los niños es una forma de darles amor y cuidado. A lo largo de la historia, las concepciones sobre la infancia han cambiado, viendo a los niños como seres demoníacos o como meros receptores de deseos de los adultos. Actualmente se los considera sujetos con derechos. Los límites orientan a los niños sobre qué comportamientos son seguros o no, y les enseñan a cuidarse a sí mismos y a los demás.