2. ENEMIGOS DEL ORADOR
El Miedo
El miedo se manifiesta mediante diversos
síntomas paralizantes: voz temblorosa,
piernas vacilantes, que se esforzará en
jugarle malas pasadas, empezará a
transpirar, y lo que es peor se le nublará
La mente haciendo dificultoso el razonamiento,
la memoria y la coordinación de las ideas.
3. Fisiología elemental del miedo
El sentimiento del miedo proviene de la sensación
de una serie de modificaciones fisiológicas; las
glándulas suprarrenales segregan adrenalina,
que eleva la tensión arterial, acelera el latir del
corazón; el tálamo escapa, más o menos al
control cortical y provoca diversas reacciones
musculares y viscerales.
4. Control del cuerpo
Consiste en realizar algo que alivia la tensión,
ejemplo; levántate y con disimulo respire
profundamente, puede sacudir sus manos
como si estuviera secando, para liberarte
de la adrenalina. De esta manera, liberará
el cuerpo y la mente, porque la descontracción
física incentiva la inteligencia, activa el raciocinio
y facilita la expresión.
5. Domino del tema
Prepare bien y con mucha anticipación su
discurso. Lo que le dará seguridad . «Un
comienzo seguro y firme le dará seguridad
en la elocución». Si conoce el tema afondo,
el miedo desaparecerá poco a poco. A todo
esto sirve de ayuda la respiración diafragmática,
ya que una buena posición de oxigeno permite
desenvolverse con soltura y serenidad.
6. El olvido
Consiste sencillamente, en perder el recuerdo
de un dato, una cifra, un argumento, una cita
bíblica, etc. En esta situación
el orador experimenta la sensación de un vacío
mental, la pieza oratoria pierde cohesión. El truco
más antiguo es el simulacro del estornudo, pero
el mejor remedio consiste en preparar bien la
pieza oratoria, reflexionar sobre su contenido y
«entrenarse» con anticipación. Ensaye su discurso
tantas veces como pueda.