El documento describe el periodo de la República Restaurada en México entre 1867 y 1876, cuando gobernaron Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. Ambos presidentes buscaron reconstruir el país después del imperio de Maximiliano y aplicar las reformas liberales. Sin embargo, enfrentaron oposición de conservadores y ambiciones políticas de militares, lo que amenazó con reanudar la anarquía.
PIAR v 015. 2024 Plan Individual de ajustes razonables
La república restaurada
1.
2. Rafael Calvo Sosa.
Alberto Gónzalez Rincón
Carlos Pérez
José Alejandro Vázquez Morales.
3. Se ha llamado República Restaurada al periodo comprendido entre 1867, año
en que terminó el imperio de Maximiliano, y 1876, cuando daría comienzo una nueva
etapa que en la historia se registrará como el Porfiriato. Durante los nueve años
transcurridos entre 1867 y 1876, se sucedieron los gobiernos de Benito Juárez, primero
(1867-1872), y el de Sebastián Lerdo de Tejada después (1872-1876), con
características muy similares. Ambos presidentes eran civiles y, por lo
mismo, imprimieron intentos por reconstruir el país o, mejor dicho, por empezar a
construir un México moderno y poner en práctica los proyectos que desde la Revolución
de Ayutla estaban en el pensamiento de los hombres de la generación de Juárez y en
las leyes que elaboraron.
4. Primero Juárez, y luego Lerdo de Tejada, fueron los restauradores
del gobierno republicano en la capital que comonfort había
perdido con su indecisión desde aquel enero de 1858, y que
Juárez, en 1862, debiera abandonar amenazado por el ejercito
franco-mexicano. En 1867 parecía que, ya sin tropiezos, el
liberalismo mexicano sería una realidad, al menos en lo que se
refiere a la forma republicana de gobierno. Durante el gobierno de
Benito Juárez se promulgaron las leyes de reforma que
separaban al estado de la iglesia.
5. El triunfo de los liberales sobre el Imperio de Maximiliano significaba
también una gran derrota para el conservadurismo mexicano; se
restauraba la República Federal y se consolidaba el poder de los
liberales. Poco tiempo después de reinstalado el gobierno en la
capital, Juárez se dispuso a poner en orden los asuntos administrativos y
a reorganizar los proyectos del programa liberal que las circunstancias le
habían impedido llevar a la práctica.
6. El gobierno se propuso aplicar la Constitución de 1857, a la primera acción en este
sentido consistió en convocar las elecciones, pues desde 1865 Juárez ejercía el cargo
de presidente sin haber sido elegido constitucionalmente. En la convocatoria que dirigió
al pueblo para celebrar los comicios, Juárez proponía una serie de reformas a la
Constitución con el objeto de "equilibrar los poderes supremos". Con esto buscaba el
apoyo popular, a fin de que el ejecutivo tuviera mayor poder que el que le confería la
Constitución y pudiera así tener más influencia en el Congreso. La propuesta provocó
una fuerte oposición por parte de algunos liberales que temían que el presidente Juárez
siguiera ejerciendo facultades extraordinarias, como lo había hecho durante los
periodos de guerra, y que el Congreso quedara sometido a su influencia. La reforma
propuesta no se llevó a cabo.
No obstante que aquella oposición le restara popularidad, Juárez logró ganar las
elecciones generales para el periodo 1867-1871, derrotando al otro candidato, el
general Porfirio Díaz, héroe de la batalla del 2 de abril en Puebla. También en el
Congreso, Juárez alcanzó la mayoría de votos sobre otros candidatos, a pesar de la
resistencia de los legisladores a aceptar las reformas propuestas por aquél. En esas
elecciones, como presidente de la Suprema Corte de Justicia quedaba Sebastián Lerdo
de Tejada, el colaborador más cercano de Juárez desde tiempos de la intervención
francesa, y ese cargo equivalía al de vicepresidente.
7. La oposición a su propuesta de reforma no fue el único obstáculo para Juárez en el
aspecto político; la paz interna seguía amenazada por el bandolerismo, por la
persistencia de algunos pequeños grupos de conservadores que no se resignaban a la
derrota y por las ambiciones políticas de los militares, que habían defendido a la
República en el campo de batalla y que ahora se sentían con derecho a
gobernarla, dispuestos a arrebatarle el poder al grupo de liberales civiles apoyándose
en la fuerza popular que tenían en sus respectivas regiones, en donde actuaban como
caudillos. Esta lucha por el poder amenazaba con reiniciar la anarquía, y por ello Juárez
se vio precisado a decretar estado de sitio y a suspender las garantías
individuales cuando y donde quiera peligraba el orden, decisiones que fueron
consideradas por el Congreso como anticonstitucionales. La realidad social hacía
imposible cumplir con lo que los ideales democráticos dictaban. También dentro del
aspecto político y para reafirmar el carácter civilista de su gobierno, Juárez decidió
reducir el ejército que había luchado contra Francia; en primer lugar, para restarle fuerza
a los militares; en segundo, porque no era necesario un contingente tan grande para
mantener la paz interior; en tercer lugar, era indispensable reducir el gasto público. Pero
la desocupación de miles de soldados que por años no habían hecho otra cosa que
manejar las armas, aumentó el número de salteadores de caminos que no encontraban
otro medio de subsistencia, y a quienes el del bandolerismo les parecía más fácil.
8. En el orden económico, la restauración juarista tenía como objetivo prioritario el de
atraer el capital extranjero, necesario para poner en práctica los siguientes proyectos: a)
fomentar la agricultura, para lo cual se pretendía introducir nuevos cultivos, incorporar a
la producción otras zonas del país aún no explotadas, sobre todo en el norte y el sureste
y aplicar técnicas de cultivo semejantes a las que se utilizaban en Estados Unidos y en
Francia; b) incorporar al país a la Revolución Industrial, teniendo en cuenta el enorme
potencial hidráulico de algunas regiones para generar la fuerza motriz necesaria; c)
convertir a México en un puente comercial entre Asia y Europa, y entre Estados Unidos
y América del Sur. Para tal efecto se proyectaba la creación de una red ferroviaria que
uniese las regiones productoras con la costa, y permitiera el desarrollo del comercio
exterior y el inicio de la comunicación con el resto del mundo.
Sin embargo, puesto que la realización de esos proyectos estaba condicionada a la
inversión del capital extranjero, al gobierno le fue imposible ponerlos en práctica. México
era una nación endeudada, cuyos conflictos políticos internos le habían impedido
cumplir con los compromisos contraídos con los acreedores. Además, el gobierno de
Juárez aún no tenía relaciones diplomáticas con los grandes países capitalistas de
Europa que pudieran interesarse por invertir en México.
9. En el orden social, el gobierno de Juárez proyectó una política poblacionista que
pretendía atraer la inmigración de europeos, como ocurrió en Estados Unidos y en
Argentina, pero esto no pudo realizarse porque en el extranjero se desconfiaba de la
seguridad interna de México, y los europeos no encontraban aliciente alguno para venir
a radicar a un país tan conflictivo.
Otro proyecto social fue el de la formación de la pequeña propiedad a partir del
fraccionamiento de los latifundios por medio del deslinde y venta de terrenos baldíos, y
de la desamortización de las tierras del clero y de las comunidades indígenas, así como
a través de la venta de las grandes haciendas. El gobierno se proponía dotar a cada
campesino de un rancho de pequeñas dimensiones, en el que libremente trabajaran la
tierra y criara ganado; pero esta meta era difícil de alcanzar porque la clase trabajadora
campesina había estado acostumbrada, por siglos, al trato paternalista del hacendado;
durante cientos de años de había encerrado en aquélla condición de servidumbre y no
sabía qué hacer ahora con su nueva libertad. Además, el problema social agrario se
había agravado por el despojo de tierra de que se hizo objeto a las comunidades
indígenas, que las marginó aún más que antes e hizo más difícil su integración a la
sociedad nacional.
10. Había otros dos candidatos: uno era Sebastián Lerdo de Tejada, quien se
había postulado para la presidencia suponiendo que a Juárez ya no le
interesaba otra reelección, y el otro candidato era Porfirio
Díaz, impaciente ya por obtener el poder político al que sus méritos
militares -creía- le habían hecho merecedor. Pero Juárez no estaba
dispuesto a dejar la presidencia; gozaba todavía de gran prestigio popular
y eso le animaba a continuar en el poder durante más tiempo para
cumplir con los proyectos que había planeado y cuya completa
realización aún no era posible. Quizá creía que su obra se descontinuaría
si el ejecutivo cambiaba de manos y se propuso seguir gobernando a la
nación.
Lerdo de Tejada había empezado ya a trabajar por su candidatura; a
provechando el importante puesto que tenía en el gobierno de
Juárez, había colocado en el Congreso a personas de su confianza y
tenía también buenas amistades, tanto en el ejército como entre la gente
de prensa. Con estos adeptos, logró formar un partido que no llegó a ser
muy grande debido a que Lerdo no gozaba de una total simpatía por su
carácter orgulloso y arrogante. En cambio, Porfirio Díaz era mucho más
popular y contaba con numerosos seguidores en varias partes de la
república; por ello los lerdistas decidieron unirse a su partido, con el
objeto de hacer más fuerte la oposición en contra de Juárez.
11. Porfirio Díaz, previendo que Juárez manipularía las elecciones y triunfaría
con fraudes, preparó una rebelión armada como único camino de acceso al
poder. Antes de conocer el resultado de las elecciones, que se celebraron el
25 de junio de 1871, un grupo de porfiristas se sublevó en Tampico y
desconoció a Juárez como presidente; lo mismo hizo Jerónimo Treviño en
Monterrey. Sin embargo, el ejército juarista logró dominarlos, y aunque
muchos fueron fusilados, los dirigentes lograron escapar. Como era de
esperarse, dadas las fraudulentas circunstancias en que se efectuaron las
elecciones, Juárez resulto triunfante e inició su nuevo periodo 1871-1875 en
el mes de octubre.
Pocos días después se publicó en Oaxaca el Plan de la Noria, por el que
Porfirio Díaz se declaraba en contra de la relección indefinida de
Juárez, proponía una serie de reformas políticas y sociales, y concluía
diciendo "que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del
poder y ésta será la última revolución". Pero este plan no tuvo éxito; los
partidarios de Lerdo no lo siguieron, y en la Ciudad de México muy pocos
políticos lo respaldaron.
12. Desde que Juárez iniciara su nuevo mandato en 1871 se produjeron
continuas rebeliones en su contra apoyadas por Díaz y por otros
adversarios de aquél, pero casi todas fueron controladas por el
ejército del gobierno.
Finalmente, esas rebeliones dejaron de tener sentido con la
repentina muerte de Juárez causada por un infarto, el 18 de julio de
1872. Al morir Benito Juárez correspondía a Sebastián Lerdo de
Tejada, como ministro de la Suprema Corte de Justicia, desempeñar
interinamente el poder ejecutivo. Tres meses después se verificaron
las elecciones y el presidente interino triunfó sobre Porfirio Díaz y
otros candidatos, para gobernar a la Nación durante el cuatrienio que
empezaba en diciembre de 1872 y terminaría en noviembre de 1876.
13. Sebastián Lerdo de Tejada era un hombre de
muy vasta cultura y de gran influencia política;
había sido colaborador muy estrecho de
Juárez desde los años de la Intervención
Francesa, y muchas de las decisiones de éste
fueron inspiradas por Lerdo de Tejada. Por
esta razón, su gobierno fue, en muchos
aspectos, una continuación de Juárez.
14. Lerdo de tejada conservó el gabinete que Juárez había formado en 1871
y en cuya creación había intervenido. Por lo tanto, el nuevo presidente
ejerció un fuerte predominio sobre los ministros, tanto por su influencia
política-superior a la de ellos- como por los rasgos propios de su
personalidad arrogante y presuntuosa. Al igual que su antecesor, Lerdo
de Tejada se preocupó por pacificar al país, y con tal propósito, recién
comenzó su gobierno, publicó un decreto por el cual concedía
la amnistía a las personas que se habían sublevado en contra del
gobierno; otorgaba la libertad a los presos por delitos políticos y el perdón
a aquellos que se entregaban a las autoridades dentro de los quince días
posteriores a la promulgación de la ley de amnistía. En general, ésta
medida fue considerada prudente y tuvo efectos positivos. Muchos de los
sublevados contra el gobierno de Juárez, que se oponían también a la de
Lerdo, aceptaron la amnistía; incluso Porfirio Díaz, el mas fuerte
opositor, se retiró a su Hacienda en Veracruz después de efectuar una
conciliadora visita al presidente. La ley de Amnistía había logrado
pacificar a los militares insurrectos, pero sólo por el momento. Las
ambiciones de poder que surgieron en algunos militares después de la
derrota de Maximiliano, se mantenían latentes en espera de una nueva
oportunidad.
15. Una de las acciones políticas más importantes de Lerdo de Tejada fue la creación del
Senado de la República, que se estableció con el objeto de moderar la cámara de
diputados, al estar aquél compuesto por personas de mayor edad y, obviamente, con
mayor experiencia política. El ejercicio de las funciones de senadores habría de durar
cuatro años, dos mas que la de los diputados, y deberían de representar a los estados
de la misma forma que lo hacían aquellos. Para dar a la creación del senado carácter
de ley, fue reformada la constitución, que desde entonces consagra la forma dual del
Poder Legislativo.
Otra de las medidas importantes de Lerdo de Tejada en el aspecto legislativo fue la
incorporación a la constitución de las leyes que se habían expedido antes y después de
1857, y que habían quedado fuera del ordenamiento general. El propósito de Lerdo de
Tejada era que esas leyes tuvieran carácter obligatorio y no se mantuvieran como
decretos aislados, Estas medidas del presidente dieron origen a un nuevo movimiento
en su contra incitado por el clero, que estalló en Michoacán y Jalisco en 1875. Los
rebeldes, llamados cristeros pedían la renuncia de Lerdo de Tejada, desconocían la
constitución de 1857, proponían un presidente interino que convocaría luego a un
Congreso para restablecer a la religión católica como la oficial, y pretendían arreglar un
concordato con el Vaticano, pero detrás del problema religioso había otro de índole
socioeconómico pues los cristeros -campesinos en su mayoría- luchaban por defensa
de sus propiedades agrícolas, sobre todo por las que habían formado parte de las
tierras comunales, confiscadas a raíz de las Leyes Reformistas. El movimiento fue
reprimido y los cristeros vencidos, pero el problema social agrario, mezclado con
fanatismo religioso, habría de persistir en estado latente para resurgir en circunstancias
específicas.
16. En el aspecto económico, la República restaurada no presenta grandes transformaciones, y los que
destacan en este renglón son algunos proyectos para la industrialización y modernización de
México, que en su gran mayoría no pudieron llevarse a la práctica por falta de inversiones del capital
extranjero.
Durante el gobierno de Lerdo de Tejada, el ministro de hacienda, Francisco Mejía, consiguió
organizar un sistema fiscal a nivel nacional que permitió el pago uniforme y justo de
impuesto, normalizó la contabilidad fiscal, moralizó a los funcionarios y logró un orden hacendario
como no se había dado antes. Esta mejoría en la Hacienda Pública permitió, a su vez, el comienzo de
lagunas obras que habían estado en proyecto desde tiempos de Santa Anna. Uno de eso proyectos
era la construcción de una red ferroviaria que uniera las principales ciudades del país, y sobre todo
que agilizara el transporte de mercancías hacia el exterior. El ferrocarril era entonces un símbolo de
progreso, y traerlo a México había sido el sueño de muchos gobernantes; fue durante la República
restaurada cuando comenzó a hacerse realidad. En 1869, el gobierno de Juárez inició la construcción
de la vía México-Veracruz, que correspondió inaugurar a Lerdo de Tejada en enero de 1873.
Hubo otras realizaciones importantes en el campo de las comunicaciones: entre los años 1972 y 1975
se amplió la red telegráfica en algunos 2600 kilómetros, que en total llegó a alcanzar más de 90000
kilómetros. También aumentaron y se mejoraron los caminos y los carreteros, que podían comunicar
a la ciudad de México con casi todas las capitales de los estados, y a éstas con las ciudades o no
vecinas. Pero no fue posible realizar otras obras públicas, o siquiera proseguir con las que se habían
iniciado, pues los problemas políticos y económicos que aquejaban al gobierno de Lerdo de Tejada lo
hicieron suspender las obras.11