2. mas solamente aquella
Si de mi baja lira fuerza de tu beldad sería cantada,
tanto pudiese el son, que un y alguna vez con ella
momento también sería notada
aplacase la ira el aspereza de que estás armada,
del animoso viento, y cómo por ti sola,
y la furia del mar y el movimiento, y por tu gran valor y hermosura,
y en ásperas montañas convertido en viola,
con el suave canto enterneciese llora su desventura
las fieras alimañas, el miserable amante en tu figura.
los árboles moviese,
y al son confusamente los trajese:
no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido,
ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes,
el fiero cuello atados,
y los franceses, van domesticados;
GARCILASO DE LA VEGA
3. El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
FRAY LUIS DE LEÓN
4. Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga "¡Levántate y anda!"
Esas quejas del piano
a intervalos desprendidas,
sirenas adormecidas GUSTAVO
que evoca tu blanca mano, ADOLFO
no esparcen al aire en vano
el melancólico son; BÉCQUER Dos notas que del laúd
pues de la oculta mansión a un tiempo la mano arranca,
en que mi pasión se esconde, y en el espacio se encuentran
a cada nota responde
y armoniosas se abrazan…
un eco del corazón.
5. Bajo la tarde serena
con ritmo dulce y liviano.
solloza un piano lejano
la suavidad de su pena.
Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto, Todo mi pecho se llena
desde el réquiem tristísimo de llanto de la tristeza del piano
hasta el trino triunfal de la alegría. y pienso en la fina mano
bajo la que el piano suena...
Y no porque la vida mi alma muerda
ha de rimar su ritmo mi alma loca: Cada suspiro del viento
aun mas que por la mano que la toca acerca hacia mi el acento
de la música preclara.
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.
Y llora el alma sonora,
Así, cuando la negra y dura zarpa como si el piano que llora
de la muerte destroce el pecho mío, dentro del alma llorara.
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.
Y ya de nuevo en el astral camino
concretara sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía, NICOLÁS
o en la alegría musical de un trino. GUILLÉN
6. Jugando, a la sombra
Yo escucho los cantos
En los labios niños, de una plaza vieja,
de viejas cadencias
las canciones llevan los niños cantaban…
que los niños cantan
confusa la historia La fuente de piedra
cuando en coro juegan,
y clara la pena; vertía su eterno
cristal de leyenda.
y vierten en coro
como clara el agua Cantaban los niños
sus almas que sueñan,
lleva su conseja canciones ingenuas
cual vierten sus aguas
de viejos amores de un algo que pasa
las fuentes de piedra:
que nunca se cuentan. y que nunca llega:
la historia confusa
con monotonías
y clara la pena.
de risas eternas
que no son alegres,
con lágrimas viejas
que no son amargas
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
ANTONIO MACHADO
7. Empieza el llanto La guitarra
de la guitarra.
hace llorar a los sueños.
Es inútil callarla.
Es imposible El sollozo de las almas
callarla. perdidas
Llora monótona se escapa por su boca
como llora el agua, redonda.
como llora el viento Y como la tarántula,
sobre la nevada. teje una gran estrella
Es imposible para cazar suspiros,
callarla.
que flotan en su negro
Llora por cosas
lejanas. aljibe de madera.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido FEDERICO
por cinco espadas.
GARCÍA
LORCA
Pablo Picasso
8. ¡Estampas de la Europa de post-guerra
¡Cuánto enseguida te quisimos todos!
que parecen mojadas en lluvia silenciosa,
En tu mundo de noches, con el chico y la chica
ciudades grises adonde llega un tren
entrelazados, de pie en un quicio oscuro,
sucio de refugiados: cuántas cosas
en la sordina de tus melodías,
de nuestra historia próxima
un eco de nosotros resonaba exaltándonos
trajisteis, despertando
con la nostalgia de la rebelión.
la esperanza en España, y el temor! […]
Y fue en aquel momento, justamente
en aquellos momentos de miedo y esperanzas
-tan irreales, ay- que apareciste,
oh rosa de lo sórdido, manchada
creación de los hombres, arisca, vil y bella
canción francesa de mi juventud!
Eras lo no esperado que se impone
a la imaginación, porque es así la vida,
tú que cantabas la heroicidad canalla,
el estallido de las rebeldías
igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,
la intensidad que aflige al corazón.
JAIME GIL DE BIEDMA