1. Viernes Santo AÑO A Jn 18, 1-19
Primera lectura Is 52, 13-53, 12 “Él fue traspasado Segunda lectura Hb 4, 14-16; 5, 7-9 “Aprendió a
por nuestras rebeliones”. obedecer y se ha convertido para todos los que le
obedecen en autor de salvación”.
Salmo 30 “Padre, a tus manos encomiendo mi es-
píritu”. Evangelio Jn 18, 1-19 “Pasión de nuestro Señor Je-
sucristo”.
D espués de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado
del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y
sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el si-
tio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces,
tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fari-
seos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que
venía sobre él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A
Jesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también con ellos Judas,
el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tie-
rra. Les preguntó otra vez: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, el
Nazareno». Jesús contestó: «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, de-
jad marchar a estos». Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a
ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una es-
pada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja de-
recha. Este criado se llamaba Maleo.
Dijo entonces Jesús a Pedro: «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha
dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».
La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ata-
ron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacer-
dote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un
solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era co-
nocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se
quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la por-
tera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de los
discípulos de ese hombre?». El dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido un
brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Para situar este evangelio llantes y dolorosos están tras- bra de Jesús: “Ha llegado la
pasados por hilos de exalta- hora en que va a ser glorifica-
La iglesia de Jerusalén debió
ción y glorificación; desde do el Hijo del Hombre” (Jn 16,
de elaborar un relato de la
esta convicción: “Jesús es Se- 23). Con esta aclaración se
pasión de Jesús desde su de-
ñor”. Y este señorío único se
tención en Getsemaní hasta
muestra aquí en su pasión, es
la muerte en cruz. Y ese rela-
la “hora” de la exaltación y
to fue, posiblemente la base
glorificación. Sólo con esta
común para los cuatro evan-
clave podemos entender y
gelistas... aunque después
contemplar los hechos y las
cada uno los amplió según
palabras que forman los cc.
sus propias fuentes e inten-
18 y 19 del cuarto evangelio.
cionalidades.
A Jesús no se le ve abatido ni
La historia de la pasión de Je- derrotado, sino victorioso y
sús en el Evangelio de Juan triunfante. Muchos episodios
está transida de gloria. Los parecen anticipos de su resu-
acontecimientos más humi- rrección. Se cumple la pala-
2. iluminan las grandes diferencias entre Juan y
los otros evangelios.
Juan no refiere la agonía de Getsemaní, nada
dice de su angustia y su tristeza.
Y recordemos el lenguaje tremendamente sim-
bólico que Juan tiene... profundizar en el mis-
mo será muy extenso... sin renunciar a ello...
perdonad si soy prolifero y me extiendo, recor-
dar que las notas son para situarme y mejor
comprender.
Para fijarnos en el Evangelio
Se enlaza el discurso de la cena (Jn 17
“La oración de Jesús”) con la Pasión. Op-
ción de Pedro.
Un huerto, en Juan tiene un simbolismo de vida lencia, para no imitar, aun a costa de la vida, la
y fecundidad, será un huerto lugar donde le cru- maldad del sistema opresor. Muestra así que
cifiquen y lo sepulten, el huerto como lugar de Dios es puro amor y ajeno a toda violencia.
reunión, conocido: así la muerte se va a situar
(huerto) en el ámbito de vida, la comunidad de Insiste Juan en la complicidad de todos los po-
Jesús se sitúa (huerto) en esfera de vida. deres, civiles y religiosos. En el momento deci-
sivo, todos descubren su verdadero rostro: son
En el prendimiento, se hace resaltar el número los enemigos del hombre y de la vida. Dios o
de las fuerzas que intervienen en el prendi- Jesús no necesitan en este mundo defensores
miento: peligro que representa Jesús para “el ni protectores. Usar la fuerza o utilizar la vio-
mundo”, intensidad de la violencia de éste y lencia con ese pretexto significa atribuirles la
magnitud del odio. Acuden todos los compo- misma injusticia del sistema y destruir toda al-
nentes de la oposición a Jesús. judas hace de ternativa. Lo único válido es repetir el gesto de
jefe, es figura “del jefe del orden este”, repre- Jesús, entregar la vida por amor al hombre.
senta a los círculos de poder. Faroles y antor-
chas, caminan en la tiniebla; llevan armas, ins- Aquí los discípulos no huyen, y Jesús se ocupa
trumentos de muerte. Se identifican tinieblas y de ponerlos a salvo: “Si me buscáis a mí, dejad
muerte. Quieren extinguir la luz/vida. marchar a éstos”.
Jesús sale; los que llegan no entran en el huer- Pedro no está preparado para seguir a
to, lugar de la vida. No se dirige a Judas, sino Jesús (18, 15-27): no hace caso del aviso de Je-
al grupo entero. El Nazareno señala al descen- sús, otro es el predilecto de Jesús y modelo de
diente de David. Soy yo, se identifica como Me- discípulo. El que experimentaba el amor de Je-
sías. Echarse atrás, lenguaje simbólico para sús responde a ese amor aceptando el riesgo
significar derrota; caer a tierra, derrota total. de seguir a Jesús hasta el fin (entró con Jesús).
La entrega de Jesús vence al mundo. No inten- Pedro no entra espontáneamente, se deja con-
ta escapar. Pone a salvo a sus amigos, por ducir; no lleva el distintivo de discípulo, hay
quienes va a dar la vida. que preguntarle si lo es. Pedro, al romper con
Pedro no entiende la alternativa de Jesús, que no Jesús se encuentra mezclado con sus enemigos
consiste en triunfar dando muerte, sino en entre- entre los siervos.
garse para comunicar vida. El, por amor, esta Jesús no responde a las preguntas del sumo sa-
dispuesto a dar su vida por Jesús, pero quiere cerdote -que quiere saber quienes le apoyan- y
impedir que Jesús le manifieste el suyo. Pedro no sobre su doctrina no tiene nada secreto que re-
ha superado la tentación de hacerlo rey. velar. El sumo sacerdote le pide información y
Jesús detiene a Pedro. La aceptación de la él no le reconoce autoridad. Jesús no responde
muerte entra en el designio del Padre: presen- a la violencia (del siervo) con la violencia, le
tar, ante el odio y la violencia, la alternativa del pide que analice sus palabras sin prejuicios: lo
amor. El Padre no ha destinado a Jesús a la llama a la razón, a fijarse en la realidad de los
muerte; su misión era dar testimonio de su hechos (fundamento del juicio personal y de la
amor a los hombres. Pero en el mundo de la ti- libertad). Vemos a Jesús con pleno dominio de
niebla opresora la muerte violenta era inevita- sí, mientras Pedro -que no se ha movido- le
ble y ella va a manifestar hasta el máximo la niega (segunda, ahora pública), tiene miedo.
maldad del mundo y el amor de Dios. Jesús no Contraste entre la actitud de Jesús y la de Pe-
busca el dolor, pero lo acepta cuando es conse- dro; como trasfondo está el otro discípulo, el
cuencia ineludible del testimonio del amor y la verdadero seguidor. Pedro, por miedo, reniega
denuncia de la opresión. No responde al odio de su condición de discípulo (dio su adhesión a
con el odio ni combate la violencia con la vio- ideas, ideal de Mesías, más que a Jesús).
3. Ruego por pedir el don
RECUERDO DE TU AMOR
de comprender el Evange-
lio y poder conocer y esti- Padre, ¿dónde encontraremos tu amor? ¿Cómo podremos ver bajo las
mar a Jesucristo y, así, costillas del mundo tu corazón y sabremos de su rápido palpitar?
¿Cómo, si nunca te hemos visto, y siendo de esta tierra habitas, sin em-
poder seguirlo mejor. bargo, en otro planeta?
Apunto algunos hechos Jesús nos lo dirá. Jesús nos recuerda tu amor, nos lo trae, nos lo entre-
vividos esta semana que ga. Jesús nos dice cómo amas tú al hombre, cuánto nos amas, cuánto
ha acabado. me amas... a mí.
Ahí está, en la cruz, sangre caliente todavía, que ha caído sobre la tier-
Leo el texto. Después ra y la empapa y la hace germinar. ¡Hijos de Abraham nacerán de esta
contemplo y subrayo. tierra!
Ahora apunto aquello Ahí está, colgado de lo alto de la infamia. ¿No podías haberle ahorrado
el golpe? Lo dejaste indefenso. La furia del mal lo torturó con hierro y
que descubro de JESÚS y
quiso raer su nombre y descendencia de la faz de la tierra.
de los otros personajes, la
¿No podías haberlo librado del tormento y la destrucción? Nada había
BUENA NOTICIA que es-
en él que no fuera de Ti. Era tu resplandor, el espejo luminoso de tu
cucho... rostro. Estabas en él del todo. ¿Por qué lo dejaste, machacado,
bajo los clavos del odio?
Y vuelvo a mirar la vida,
los HECHOS vividos, las Amó al principio, en medio y al final. Amó a destajo.
Amó en la dulzura de la paz y en el fragor del con-
PERSONAS de mi entor- flicto. Amó a quemarropa. Y no lo pudieron soportar.
no... desde el Evangelio.
Allí estabas también Tú. En los clavos, en la sangre y en las
Llamadas que me hace carnes desgarradas. Allí estaba tu amor, que rompió las fron-
-nos hace- el Padre hoy a teras de Jesús hasta reventar. Estalló su cuerpo, y tu amor
salpicó sobre cada uno de nosotros. Él, que era toda vida,
través de este Evangelio y pasó por la destrucción total. Vencido, derrotado, esclavo
compromiso. por nosotros. Pero luego vencedor para nosotros.
Plegaria. Diálogo con Jesús, recordatorio de tu amor. Por él sabemos cómo amas al
hombre, cuánto nos amas, cuánto me amas... a mí.
Jesús dando gracias, pi-
diendo... Patxi Loidi. Mar adentro
la muerte”
Ver Juzgar Actuar “Misterio de
VER
S i no es que nos toca de cerca, habitualmente no lo pensamos, pero to-
dos los días nos encontramos con la muerte, y basta con escuchar o
leer las noticias para darnos cuenta: un accidente de tráfico, o doméstico;
una catástrofe natural; una enfermedad; un acto de delincuencia; una irres-
ponsabilidad que acaba en tragedia... Nos encontramos con la muerte de
múltiples maneras, y el por qué se presenta de unas formas u otras es un
misterio: Y como no queremos afrontar esta realidad, evitamos pensar en
ello... pero así no esquivamos la muerte, y el misterio es cada vez mayor, el
mayor interrogante al que se enfrenta el ser humano.
JUZGAR
L a cruda realidad de la muerte y sus consecuencias en las personas, los ros-
tros del dolor y del sufrimiento, provocan rechazo, evitamos mirarles cara a cara, como hemos escucha-
do en la 1ª lectura de hoy: «muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía
aspecto humano... lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre
4. de dolores... ante el cual se ocultan los rostros; sentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de
despreciado y desestimado». la muerte, y fue escuchado por su actitud reveren-
te. Aceptando la cruz, llevado a la consumación, se
Pero apartar la mirada no soluciona nada: el mis-
ha convertido para todos los que le obedecen en
terio de la muerte va a seguir estando ahí, con su
autor de salvación eterna». Mirar la cruz, sola, nos
interrogante perpetuo. Por eso hoy, Viernes San-
provoca miedo y rechazo; mirar la cruz con Cristo,
to, ante ese interrogante no apartamos la mirada,
mirar a Cristo en la cruz, no elimina el dolor, pero
sino que la ponemos en Jesús, que libremente
poniendo la mirada en Cristo crucificado pode-
acepta pasar por el trance de la muerte y asume la
mos mantener «firmes la fe que profesamos», por-
cruz, como hemos escuchado en el relato de la
que sabemos que por Él y con Él la muerte no ten-
Pasión: «Tomaron a Jesús y él, cargando con la
drá la última palabra.
cruz, salió al sitio llamado “De la Calavera” (que
en hebreo se dice Gólgota)». En Jesús vemos cum-
plida la profecía del Siervo: «Él soportó nuestros
sufrimientos y aguantó nuestros dolores... traspa-
ACTUAR
sado por nuestras rebeliones... el Señor cargó so-
L
bre él todos nuestros crímenes... voluntariamente
se humillaba y no abría la boca... murió con los a muerte forma parte de la existencia humana,
malvados, aunque no había cometido crímenes ni aunque no queramos reconocerlo y aunque
hubo engaño en su boca». pretendamos apartar la mirada cuando se cruza
en nuestro camino. Hoy miramos a Jesús crucifi-
Pero si seguimos poniendo la mirada en Jesús cru- cado, porque sólo poniendo en Él nuestra mirada
cificado veremos que, si se cumple en Él esta par- sabremos y podremos afrontar el misterio de la
te de la profecía de Isaías, también se cumplirá la muerte. Por eso dentro de unos momentos adora-
siguiente: «Cuando entregue su vida como expia- remos la cruz: no como una exaltación del dolor,
ción, verá su descendencia... mi siervo justificará a sino como un gesto de fe. Como decía san Pablo,
muchos... Por eso le daré una parte entre los gran- «acerquémonos, por tanto, confiadamente al tro-
des... porque expuso su vida a la muerte y fue con- no de gracia a fin de alcanzar misericordia y hallar
tado entre los pecadores, él tomó el pecado de gracia para ser socorridos en el tiempo oportuno».
muchos e intercedió por los pecadores». Su Pa- La muerte seguirá siendo un misterio, pero miran-
sión y su muerte en la cruz no han sido inútiles, do a Jesús crucificado aprenderemos a afrontarla
no son actos sin sentido, estériles. y aceptarla manteniendo la fe y la esperanza en
que tras el misterio de la muerte nos encontrare-
Por eso, cuando nos encontramos con el misterio
mos con el misterio de la Vida, como mañana ce-
de la muerte, podemos poner en Él nuestra mira-
lebraremos en la Vigilia Pascual.
da, porque como hemos escuchado en la 2ª lectu-
ra: «no tenemos un Sumo Sacerdote que no pue-
da compadecerse de nuestras flaquezas, sino pro-
bado en todo, igual que nosotros, excepto en el
pecado». Jesús ha pasado por la prueba de la
muerte, como nosotros tenemos que pasar. Cuan- Acción Católica General
do nos encontremos con el misterio de la muerte Alfonso XI, 4 5º
en cualquiera de sus formas, con la crudeza de la 28014 - Madrid
muerte, debemos recordar que «Cristo, en los www.accioncatolicageneral.es
días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, pre-