El documento describe una excursión de un campamento donde el narrador supervisaba el grupo de otro monitor. Un chico con discapacidad llamado Paco se enfadó cuando no encontró su tercer plato de comida, que el narrador había quitado sin consultar. Paco agredió al narrador con un tenedor de forma inesperada, pero otros monitores pudieron inmovilizar a Paco. Aunque el narrador se asustó mucho, ha seguido trabajando en campamentos y ha aprendido a manejar mejor estas situaciones a través de la
1. Seguía de campamento y cada día aprendía cosas nuevas, me iba sintiendo más seguro de lo que
hacía y empezaba realmente a disfrutar con los chavales, cuando se relaja la tensión es
cuando puedes empezar a pasarlo bien, esto vale para los campamentos y para cualquier otro
trabajo y lo cierto es que cuando estás relajado y lo pasas bien es cuando mejor salen las cosas.
Aun así no hay que confiarse, porque se pueden cometer errores.
El caso es que el campa aún me reservaba algunas sorpresillas...
Todo ocurrió el día que nos íbamos de excursión por Barcelona, los autobuses nos
dejaron dejaron cerca de Montjuic y nos dividimos en grupos de cuatro o cinco monitores con
nuestros respectivos chavales para dar un paseo, hacer compras de recuerdos y tomar algo. Esta
división en grupos es la práctica habitual y llevábamos con los mismos grupos desde el principio
del campamento.
Del paseo con mi grupo no hay nada especialmente reseñable que contar, fue bastante tranquilo,
nos tomamos unos refrescos en una terraza, dimos un paseo y compramos recuerdos para algún
de los chavales, concretamente recuerdo que uno de los míos, un señor mayor con síndrome de
Down se encaprichó de unas gafas como las que se ponen los canis en discotecas como Radical y
se las compré, estaba muy gracioso con ellas y sobre todo muy feliz.
Sin embargo, no para todos fue una tarde tranquilita y aquí es donde realmente empieza el Round
2.
Recordáis al chico del que os hablé en el Round 1? Bien, pues este chico se portó un poquito mal
en la excursión, se le escapó varias veces a su monitora y concretamente en una de esas salió
corriendo y cruzó corriendo una calle con el consiguiente susto de la monitora. En resumidas
cuentas, cuando volvimos al hotel la monitora estaba bastante frustrada, disgustada y un poco
triste.
Yo comía en la mesa de al lado suya y la coordinadora me pidió si podía echarle un ojo a su
grupo durante la cena para que su monitora comiera con ella y tuviese un rato de descanso, me
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2. dijo que de la medicación se encargaba ella y que solo les echase una mano con lo que
necesitasen. Yo le dije que sin problemas y empezamos a cenar.
Como sabéis en muchos hoteles, se come de buffet libre, esto nos suele gustar mucho a los que
somos un poco glotones, pero en campamentos con personas con discapacidad he aprendido que
puede ser un poco problemático porque hay chavales que comerían hasta explotar, no tienen
límite. Y este era el caso de nuestro protagonista al que llamaremos Paco para facilitar la historia.
Una de las veces que fui a ver a Paco y el resto del grupo a su mesa, me fijé en que había cogido
comida suficiente para alimentar a una familia de leones. Tenía tres platos hasta arriba de
comida, con sólo uno de esos platos habríamos comido dos personas, recuerdo uno
perfectamente: una montaña de arroz blanco que llenaba todo el plato y 7 muslos de pollo en
salsa puestos encima.
A mí me pareció una borriquería y sin decirle nada (craso error/error de novato) cogí uno de los
platos y me lo llevé para que solo se comiera dos de los que tenía. Bueno, un rato después,
cuando se había acabado los dos platos y fue a coger el tercero y no lo vio y no lo encontró
digamos que se puso un poco nervioso...
Se levantó gritando ¿DONDE ESTÁ MI COMIDAAAAAAA? yo instintivamente me levanté
también, él me vio y se dirigió hacia mí. En ese momento me di cuenta de que en una de las
manos tenía un tenedor y me empecé a acojonar. Pero cuando realmente me cagué es cuando se
lanzó hacia mí con el tenedor como si fuera a clavármelo, me fui hacia atrás y topé con una
pared, con mis dos manos le agarré de la mano del tenedor y el con la otra se agarró a una
especie de candelabro que había en la pared que con el tirón que le dio quedó medio arrancado.
Yo solo pensaba en hacer fuerza contra el brazo del tenedor y creo que debí gritar bastante pero
la verdad que no me acuerdo.
Lo que sí recuerdo es de repente ver saltar gente hacia el chaval y de repente yo había quedado
libre y había 4 compañeros monitores encima del chaval inmovilizándole en el suelo. Me senté
en la silla y me quedé temblando un rato, el susto os puedo asegurar que fue mayúsculo porque
no me lo esperaba para nada. Al chaval se lo llevaron a la habitación y no lo volví a ver hasta el
día siguiente estando ya tranquilo y normal otra vez.
Yo no me volví a acercar a él mucho en lo que quedó de campamento la verdad, ahora con la
experiencia que tengo en vez de quitarle el plato de comida sin más habría intentado hablar
tranquilamente con él. Con según que chavales esto no tiene por qué librarte de un sustito, pero
por lo menos te permite controlar la situación. Al final superé el "trauma" y después de todo esto
llevo más de 6 años repitiendo campamentos y actividades y cada vez aprendiendo un poquito
más.
La moraleja sería, las cosas pueden salir mal, puedes asustarte y puedes pasarlo mal, pero
también puedes aprender y mejorar para la siguiente...
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