Redacciones de los alumnos de 6º A del C. P. "Ntra. Sra. del Patrocinio de Milagro" . Estas historias tenían que tener como argumento que el protagonista menguara de tamaño, tal y como ocurre en la película "La historia del hombre menguante de " de 1.957.
UNIDAD DIDÁCTICA PLÁSTICA: Color, líneas y puntos - Parte II -
Textos narrativos trabajos alumnos 6º - la increíble historia del hombre menguante.
1. TEXTOS NARRATIVOS
Tema: La increíble historia del hombre menguante
Fotograma de la película
REDACCIÓNES ALUMNOS/AS 6º A
1ª semana octubre 2012
2. El hombre menguante
Mi nombre es Charles, soy un hombre muy
peculiar, tengo 29 años, vivo en New York,
y soy millonario. Hoy me he levantado, y
sentía que tenía muchísimo calor, mire
hacia arriba, y vi que tenía la sábana
encima de mi cabeza. Poco a poco, sentía que iba perdiendo el aire, y salí de ahí
tan rápido como un rayo. En cuánto salí de las sábanas pensé: ¿o he
empequeñecido o el mundo se ha hecho gigante? En ese momento, mire al lado
de mi cama, y encontré a mi perro, que me intentaba comer, y pensé: hoy tengo
una reunión muy importante, sino mi jefe me despide y estoy acabado, y ahora
que hago. Me vestí con un traje de un muñeco de mi hija, y salí fuera. Por muy
mala suerte, me caí a las alcantarillas.
E n ese momento sentí un escalofrío en mi espalda, mire hacia atrás y, vi como
unos 100 pequeños ojitos rojos observándome. Claro, que por miedo, salí
corriendo, había una grieta, que para mí estatura era muy grande. Pensé que en
ese mismo momento, ya había llegado mi hora, pero mire hacia atrás, y no vi
nada. Entonces vi una escalera, para subir a la superficie, y eso hice subí a la
superficie. Me monté en una paloma, y yo del cansancio me dormí, cuándo me
desperté, estaba en un nido, el nido era de un águila que vivía ¡En la parte más
alta de un rascacielos! Estoy muerto y que hago, pensé, y sin pensarlo, salte
desde el nido, mientras estaba en el aire, cerré los ojo y una paloma me cogió
de pasó. En ese momento, desearía, haber caído sobre, un camión de colchones
llenos de plumas con almohadas de color naranja.
Qué bien, que me había salvado. A veces, es mejor, hacer algo sin pensar en las
consecuencias. En cuánto la paloma me dejó en el suelo, me marché a casa. Con
los minipasitos que daba, llegaría a mi casa en quince minutos. Cuándo llegue a
casa, me volvió a coger la misma águila, y en medio de la ruta me dejó caer, y
me maté. En ese momento me desperté, solo era una pesadilla, mire alrededor
y todo era de mi tamaño, menos mal, no le di más vueltas a la cosa y me fui al
trabajo. Al volver a casa, mi charla, les gustó mucho a mis jefes, y decidieron
ascenderme.
Jordi Román Collaguazo 6º A
3. La gran puerta
Hace algunos días, paseando con mi amiga Esther,
estuvimos en un parque nuevo que han construido al
norte de la ciudad, en el que hay atracciones muy
modernas, algunas de ellas hasta parece que fueran
de otro planeta. En fin el caso es que no
desaprovechamos la tarde e hicimos un recorrido
por todas ellas, pero al final había una gran puerta
que parecía no tener demasiada importancia, por lo
que inconciente mente pasamos varias veces a
trabes de ella, después nos fuimos a casa cada una
de nosotras.
Ya en casa me fui a la ducha y me prepare para ir a
la cama, pero que curiosidad al ponerme mi pijama
favorito noté que me quedaba algo grande y corrí a
preguntar a mi madre lo que le había pasado al
pijama, y ella me dijo que no veía nada raro en él. A
la mañana siguiente, cuando bajé a tomar el
desayuno, mi madre dio un terrible grito y desesperada, corrió por toda la casa en busca de
un espejo en el que poder mostrarme lo que ella estaba viendo, al mirarme en ese espejo yo
también quedé muy asombrada porque había perdido muchos centímetros de estatura y
estaba demasiado delgada. Con el paso de los días seguía perdiendo el tamaño de mi cuerpo,
pero no sentía ningún daño en mi salud. Cada vez era mas frecuente la necesidad de cambiar
de ropa y calzado, pues al disminuir mi tamaño ya no me valía ninguno de ellos.
Habían pasado ya algunos días en esta situación, y mis padres y yo vimos la necesidad de
averiguar el motivo de lo que me ocurría, entonces decidimos que mi padre iría a buscar
información en los lugares donde estuve con mi amiga aquella tarde. Y al llegar hasta el
nuevo parque se enteró de que la administración estaba investigando un extraño fenómeno
que venia ocurriendo desde hacia algún tiempo y era que la gran puerta se hacia cada vez
mas grande, y al hablar con uno de ellos y con el intercambio de información descubrieron
que aquella puerta de alguna manera absorbía la energía de las personas que la atravesaban
y por ello ellas perdían el volumen de su cuerpo y la puerta aumentaba su tamaño.
La administración del parque investigóo para saber si había más personas a las que les
hubiera ocurrido el mismo caso y los reunió, y una vez en el parque alguien propuso que
probásemos a pasar de nuevo por la puerta... ¡Y que gran sorpresa cada uno de los que
pasaban recuperaba su aspecto normal!
Juliana Sofía Correa Galvis 6ºA
Sábado 29 de septiembre de 2012
4. EL HOMBRE MINIATURA
Una tarde de invierno que hacía muchísimo frío, fuimos
al campo de fútbol a entrenar, como muchos otros días.
Pero ésta tarde además de hacer frío, caía agua a jarros.
Llevábamos media hora entrenando, cuando de repente
empezó a llover más fuerte, pero ésta vez era tormenta,
con relámpago y rayos. Aunque nos daba un poco de
respeto, seguimos entrenando como si nada, cuando de
repente vimos caer un rayo al campo de fútbol. ¡Qué
susto! Salimos todos corriendo hacia los vestuarios.
Cuando la tormenta cedió un poco volvimos a salir al
campo de fútbol y sabíamos que algo raro había pasado, pero no sabíamos qué.
Al ponernos de nuevo cada uno en nuestra posición nos dimos cuenta de que nadie nos mandaba, ni
nos decía lo que teníamos que hacer.
¡Claro, faltaba Óscar! Nuestro entrenador. Empezamos a llamarlo como locos, estábamos todos
muy nerviosos.
-¡Óscar, Óscar! Gritábamos todos. Pero nadie nos contestaba. Nos pusimos muy tristes porque no
sabíamos que le había ocurrido a Óscar, no estaba en los vestuarios, ni en el campo, de lo que si
estábamos seguros, es que él no nos hubiera dejado solos sin decirnos nada. Cuando pasó un cuarto
de hora más o menos, decidimos irnos para casa, ya que se estaba haciendo muy tarde y nuestros
padres se preocuparían por nosotros
Al salir del campo, Sergio oyó una vocecita que decía,
-Chicos, chicos, estoy aquí.
Sergio miró hacia el suelo y vio una cosita muy, muy pequeña, casi diminuta.
-Mirad chicos, mirad aquí, ¡es Óscar!
Echamos todos a correr hacia Sergio, y era verdad, allí estaba Óscar, pero era una persona muy,
muy pequeñita, había encogido y era diminuto.
Nos acercamos y Pablo lo cogió en su mano:
-¿Qué te ha pasado? Preguntamos todos a la vez.
- No lo sé. He sentido que me ha alcanzado un rayo, y de repente… me he quedado así de pequeño.
Tenéis que llevarme a casa y explicarles a mis padres lo que me ha pasado, aunque será muy difícil
que nos crean. Dicho y hecho. Cogimos a Óscar y lo llevamos a casa a todo correr. Cuando sus
padres lo vieron no se lo creían. Les contamos lo que había pasado y entonces dijeron que
tendríamos que esperar para haber si se producía otra tormenta parecida, y si algún rayo le volvía a
caer encima, igual volvía a pasar lo contrario y Óscar volvería a ser de tamaño real y no una
miniatura.
Pasaron tres o cuatro días, pero nada de tormentas. Por fin, al quinto día se empezó a poner el cielo
oscuro, muy oscuro y fuimos todos a buscar al entrenador a su casa. Lo cogimos y lo llevamos
corriendo al campo de fútbol, ya que era allí donde se había hecho miniatura. Lo dejamos en mitad
del césped y nos quedamos todos alrededor de él rezando para que ocurriera pronto un milagro.
Y por fin pasó, empezó a caer relámpagos y truenos, hasta que de repente, cayó un rayo sobre
Óscar, todos sentimos unos escalofríos por el cuerpo y cerramos los ojos, hasta que se pasó el
tremendo estruendo. Poco a poco fuimos todos abriendo los ojos, uno a uno y ¡Sí, allí estaba Oscar!
Y además en su tamaño real. Corrimos todos hacia él a abrazarlo y él nos dio las gracias a todos,
porque no le habíamos dejado solo en ningún momento.
Iván Los Arcos García. 6ºA
Milagro, 30 de Septiembre de 2012.
5. YO, SIENDO PEQUEÑA
Un día, mi hermana y yo fuimos al parque a jugar, subíamos y bajábamos de los columpios,
corríamos, saltábamos, me lo estaba pasando bien. Únicamente en algún momento un extraño
cosquilleo recorrió mi cuerpo, pero no le di importancia. Pasado un rato me pareció que mi ropa
pesaba mucho y era muy grande, pero ¡Qué horror! Vi que lo que pasaba era que estaba
encogiendo. Empezó a llover, mi hermana me buscaba pero yo era tan pequeña que una corriente
de agua me arrastró a una alcantarilla; yo no medía más que un dedal, tenía muchísimo miedo, solo
esperaba que mi hermana avisase en casa para que mis padres salieran a buscarme.
Fui arrastrada un buen rato por el agua antes de conseguir salir, y al hacerlo vi que me encontraba
en New York. Estaba asustada porque no conocía ese lugar. Subí a la acera con mucho esfuerzo,
una acera que me parecía tan grande como una pista de aterrizaje de aviones, los coches que
pasaban por mi lado parecían enormes tanques de guerra y la gente que caminaba por la acera era
tan alta como el Teide. Estaba triste y tenía mucho frío.
A lo lejos, vi algo parecido a una tienda de
campaña de mi tamaño, me acerqué, era una
bolsa de patatas con una servilleta dentro, la
empujé con mucha dificultad y recorrí los
tres metros de acera, que me parecieron
kilómetros. Coloqué la bolsa en la entrada de
un callejón, debajo de un banco, me metí
dentro y me arropé con la servilleta. Aún
quedaban migas de patata en la bolsa, que
para mí eran como pizzas familiares, y me
sirvieron de cena. Desperté por la mañana y
desayuné trozos de la comida que por la
noche me había sobrado; cuando estaba terminando, empezó a llover, era una lluvia maloliente,
caliente… ¡Oh no! ¡Aquello no era lluvia, era pis! Corrí hacia un tupper que había en la puerta de
una casa para que bebieran los gatos y allí me bañé.
Al cabo de un rato, fui a dar una vuelta por la ciudad, pero de repente, comencé a flotar por el aire,
algo sujetaba mi chaqueta del chándal y… me dejó en un nido. Era una golondrina y ¡qué
casualidad! su nido estaba situado en la cabeza de la estatua de la libertad, no sabía cómo bajar y
tenía mucho vértigo, pero tenía que pensar… Bajaría con una hoja que las golondrinas usaban
como cama, pero yo la usaría como paracaídas. Cerré los ojos, me agarré fuerte y … llegué al suelo.
Estaba al borde de una alcantarilla como la que me había llevado a New York, estaba desesperada y
decidí saltar adentro. La corriente volvió a arrastrarme y al salir estaba en el parque donde mi
hermana y yo habíamos estado jugando el día anterior.
Volví a notar un cosquilleo, parpadeé un poco, y al abrir los ojos vi a mi hermana jugando
tranquilamente con sus amigas, no entendía nada. Todo parecía haber sido un sueño. Me levanté del
suelo y llamé a mi hermana, mi tamaño era completamente normal. Abracé a Aitana con fuerza y al
hacerlo noté que en mi mano había algo… era una pequeña hoja, era la hoja paracaídas.
Iria Santamaría García 6º A
30-09-2012
6. ME LLAMO MARTA GARCÍA:
Mi nombre es Marta, y vivo con mis padres y
mi hermana Natalia en Nueva Cork. El lugar
donde yo nací, es una ciudad bastante grande,
y en ella se encuentra la estatua de la Libertad.
Tengo once años, y mi hermana Natalia, es
igual que yo, o sea, mi gemela, hacemos todo
juntas. Un día me aburría tanto en casa, que
decidí salir a dar un paseo.
Pasaron unas cuantas horas, y yo aún no había
vuelto, pero viendo todas las calles que
pasaban por delante de mí, me di cuenta de
que me había perdido. Llegué a una plaza en la
que había un mago con un loro, nadie les daba
ni una sola moneda, el mago se sentó a mi lado y me preguntó que me pasaba; le dije que me había
perdido, y que no sabía como volver a mi casa. El decidió hacer un trato conmigo. Me dijo que si
probaba su nuevo zumo hecho por él mismo, me diría el camino de vuelta a casa. Yo acepté.
Cuando llegué a casa, subí corriendo a mi habitación y quedé unos minutos mirando aquel zumo
que me había dado el mago, me tomé un poco, estaba buenísimo, y como no podía aguantar, me lo
tomé todo de una vez. Al día siguiente, notaba que estaba más baja que mi hermana, y que la ropa
me quedaba más grande, decidí contárselo a mi hermana Natalia, y cuando se lo dije, me preguntó
qué había hecho el día anterior, y qué había comido. Le conté toda mi historia con el mago, y el
zumo que me había dado. Y de repente ella dijo:
-¡Bingo!, ya sé, el zumo que te dio el mago debe ser mágico o tener algo para irse haciendo pequeña
cada vez que tomaras un sorbo.
Marta le dijo a su hermana que se había tomado todo el zumo. Natalia le dijo que le diría a sus
padres, que se encontraba mal, y así cuando ella volviera, irían a aquella plaza y le pedirían ayuda
al mago. Marta se aburría tanto en casa que decidió salir a dar un paseo, no teniendo en cuenta, lo
que le había dicho Natalia. Cada vez que me alejaba más de mi casa, me iba haciendo más pequeña,
hasta que me quedé como un pulgar de pequeña.
Yo iba caminando por las calles de Nueva York, y sin darme cuenta, me caí por una alcantarilla, y
me fui con la corriente, aún sitio, que si os soy sincera, no tenía ni idea de donde estaba. Solo sabía
que estaba mojada de pies a cabeza, y que no tenía ropa, que iba con un trozo de ropa que había
encontrado, ¡Que vergüenza! Me había arrepentido de haber salido de casa, no sabía ni donde
estaba, ni como volver a ser una persona normal. Y de repente sentía que alguien me seguía, me di
la vuelta, y vi frente a mí a un montón de ratas ham brientas, sin pensármelo me levanté, y me fui
corriendo, hasta que vi una luz, y conseguí escapar antes de que me devoraran aquellas ratas.
Aunque cuando estaba en la alcantarilla, era mucho mejor que estar en el sitio que estoy ahora, que
no tengo ni idea de donde. Y de repente empecé a oír unas voces que decían:
-Marta despierta, despierta vamos.
Se repetían una y dos, y hasta tres veces, entonces empecé a ver el paisaje borroso, hasta que abrí
los ojos, y vi ante mí a mamá y a mi hermana. ¡Que bien, todo había sido un interesante y aterrador
sueño!
Salimos a comer fuera, y el que nos atendió se parecía un montón al mago de mis sueños, me miró
fijamente y me guiño el ojo.
JÉSSICA REYES PICAITA 6ºA